Partida Rol por web

Ante la idea de ponerla en el mismo turno de guardia que un pielverde, la enana no puede sino quejarse por lo bajo

Mejor, asì no despierto degollada...

Lo que sea. Dice algo molesta mirando al novel lider.

-Yo haré la guardia siguiente... No importa si tengo que hacerlo sola...

La verdad es que necesitaba un respiro, pensar bien y además, tenía fuerzas que gastar pues me sentía con demasiada energía.

Al escuchar lo que comentaban nuestro lider y el paladin, me frene en la amrcha.. estaba claro que teniamos que tomar una decision y decidi quedarme al margen de la discusion hasta que se tenga una idea concebida.

Finalmente la decision es acampar lejos del camino pero no dentro del bosque... una sabia decision, solo faltaban asignar las guardias.

-Yo puedo hacer guardia contigo querida... si no te molesta...

Me acerque un poco a la maga mientras hablaba para todos los miembros del grupo,

Miré a la elfa.

-No, claro, no es ninguna molestia. Espero que hables más que el resto de los elfos-bromeé.

Al escuchar los comentarios de la gente estaba claro que no le habían entendido bien, o no se había sabido explicar.

No me malinterpreteis compañeros. Pero quería decir guardias de una persona y de una hora. Así todos podríamos descansar bien y llegar frescos mañana. A lo que me refería de Durbara, Lorethel y Crotar era que ellos hicieran las de más oscuridad, ya que ven mejor. Pero no juntos para poder aprovechar sus habilidades mejor.
Ya habrá tiempo de hacer guardias dobles cuando estemos en el templo.

El bárbaro no dijo nada ante las menciones que se hacían puesto que acataba al líder como bien dijo, si se quivocaba ya se verían las consecuencias...

 - Yo haré la última guardia...

Decido dejar que mis compañeros discutan sus turnos y me alejo unos escasos 5 metros para observar los alrededores y abstraerme.

- Bueno, aire puro... - comento en voz baja, aunque no sé si algún compañero me habrá escuchado, pero no me importa en absoluto. Respiro hondo, notando cómo el aire fresco entra por mis fosas nasales y entran en mis pulmones. Me sienta mucho mejor que el aire viciado de la ciudad

Dado que el jefe había hablado, me senté a un lado; la verdad cerca de Nathan pero no lo quise interrumpir y luego me tumbé en el suelo mirando las estrellas. Sabía que tenía que dormir pero no podía pegar los ojos, mi cabeza estaba empeñada en pensar cosas. Ya sabía que aquella noche no dormiría pero no dije nada, quejarse de un exceso de fuerza es muy tonto.

En un claro al linde del camino (del que los condujo desde la Bifurcación del Sur hasta las cercanías del bosque), sobre el lado sudeste del mismo, montan su precario campamento.

Sin embargo, mientras Durbara prepara un circulo de piedras en el centro del claro, y siguiendo su ejemplo, Hugash acerca algunos trozos de madera reseca para una fogata "espanta bestias", ven a la atractiva semielfa recorrer las cercanías en busca de... quien sabe qué.

El misterio desaparece cuando la ven dejar ramas secas en lugares estratégicos, cual trampa de sonido delatora de cualquier amenaza cercana.

Así pues, queda montado el campamento, unos cuantos metros al sur de la entrada al bosque, con poca o ninguna interferencia visual de en los alrededores. Habrían de quedar algo expuestos si acaso alguien intentaba observarlos... pero cierto es que de nada se escondían. Como contraparte favorable, quedaban a tiro y medio de jabalina de cualquier potencial escondrijo...

El lucero dio aviso de lo poco que quedaba ya de luz diurna.

Uno a uno se fueron acomodando alrededor de la fogata, no sin antes preparar un pequeño acopio de leña para avivar el fuego cada cambio de guardia.

Nathan era el primero. Arshade decidió hacerle compañía.

El semiorco se situó al sur de la fogata, lo más alejado posible del follaje del bosque. En cuclillas, mirando el fuego con cara de bobalicón perdido, pareció entrar en transe con la fuerza tribal que generaciones de orcos imprimieron a su parte pielverde...

Murmurando, comenzó a balbucear una melodía en el grotesco idioma de los orcos.

Kuth kak trec...

Kuth kak troc...

Jurjurmal pop...

Tu manejo del idioma, te hace percatarte de que en realidad,

no es otra cosa que una melancólica canción lo que Crotar está murmurando acuclillado a la vera del fuego...

La estrella del norte me dirige siempre...
cuando los cielos del invierno son grises...
y espero el sol cuando todo es uno que no traicionaré 

Nadie más parece prestar atención a lo que el semiorco hace, o entender lo que sus palabras dicen...

Siendo siete los integrantes de la partida, y ocho las horas "normales" de sueño hasta contar  con luz diurna nuevamente, la primer hora se les pasa preparando el campamento, haciendo el fuego, afilando armas, acomodando petates.

Entre eso, y la primer hora de guardia (la del paladín de Tyr), todos salvo Arshade, que decide quedarse despierta y haciendo compañía al joven Fenders, concilian el sueño.

El bosque entona su canción, de manera mucho más armoniosa que el tosco Crotar (el cual, rápidamente se adentra en el reino de los sueños), así, grillos, aves nocturnas, el chillido lejano de algún murcielago y el bramar de alguna bestia en apareamiento son pobladores de la pequeña serenata nocturna... Sin duda, un explorador o druida podría dotar de sentido a todo aquel natural barullo... Mas no ustedes.

La cúpula celestial, de un profundo azul negruzco, se encuentra ya plagada de estrellas... Y el fuego crepitante parece arrullarlos con su sonido, y su calor.

Preparar el escueto campamento casi se lleva lo que les queda de luz al extraño grupo allí reunido. Cada uno a su manera se preparó para pasar la noche.

A Magnus le sorprendió el orco, cuando se acercó junto al fuego y entonó algo parecido a una canción melancolica, por lo menos por el tono que tenía. No sabía por qué pero le dio un poco de pena.
Por lo que sabía de los semiorcos, estos no eran bien tratados por ninguna de sus dos razas. Lo normal era que fuese fruto de alguna violación, por lo que los humanos sólo recordarían eso al verlo y sería prejuzgado desfavorablemente. En cambio si era acogido por los orcos, le tratarían como alguien inferior y le someterían a las más duras y sangrientas pruebas. De donde acabaría muerto o siendo uno de los más fanaticos guerreros de la tribu. El hecho de que Crotar estuviese allí con ellos indicaba que había sobrevivido a alguna de las dos opciones. Y  el clérigo no estaba seguro de cual era la más dura.

Crotar. ¿Tienes alguna deidad tutelar? ¿Rezas a algún dios?

Escuchaba el balbuceo de Magnus y del orco, era fácil hacerlo pero no quería entrometerme en sus asuntos. Me quedé mirando a las estrellas, tratando de entender la fuerza que manaba de mí y que cada día era más y más poderosa, al mismo tiempo acariciaba un largo mechón de cabellos rojos iluminado por la luna.

-Pareciera que bajo esta luz se ve más rojo...-murmuré y continué mirando las estrellas.

El semiorco escupe a las llamas ante la amable pregunta del líder, al tiempo que niega con la cabeza.

Nah... Crotar no orco... Gurmmush da espalda. Vuelve a negar con la cabeza Crotar no humano, Hexetor tampoco lo quiere. Luego sacando de entre sus pertenencias una robusta y casi grotesca asta de gruesa madera manchada de sangre seca, cuyo extremo no es otra cosa que un cilindro de metal con tachas mas o menos puntiagudas... Una maza pesada. Maza ser dios de Crotar.

Sin embargo, bajo la máscara de autosuficiencia sanguinaria, los ojos del enorme bobalicón no pueden esconder una importante carga emotiva en su rostro al balbucear la canción... Crotar no reza. Crotar canta lo que hace a mestizo seguir con vida. JA! Luego, con su maza entre los brazos, el semiorco se tiende de costado y se esfuerza por poner fin a la charla con un ronquido mal simulado.