Partida Rol por web

La Muralla Kaiu, sección oriental. Hora del Sol.

Los primeros rayos de sol comienzan a entrar por las estrechas ventanas del barracón que compartes con tu compañía, aunque tú ya estabas despierto. Los últimos días desde la llegada de la misiva no has podido dejar de pensar en la muerte de tu padre. Tres años. Tres años habían pasado desde que te enteraste de tu muerte. Muchas cosas habían pasado desde entonces, y si bien habías conseguido, de alguna manera, rehacer tu vida, aquella carta te había vuelto a sumir en la oscuridad. Tu comportamiento ha sido ejemplar en todo momento, ni siquiera con la tortura que suponía el estar todo el día dándole vueltas en la cabeza a la muerte de tu padre has fallado, ni por un segundo o milímetro, en realizar las tareas asignadas. Tus manos se han llenado de sangre de monstruos invasores; tus piernas se han endurecido en las eternas guardias nocturnas en la Muralla; tus ojos han vigilado la lejanía en busca de movimientos sospechos; pero tu corazón se ha ido endureciendo cada vez más, sólo pensando en una cosa: la venganza.

"Tu secreto se irá conmigo a la tumba." ¿Qué querrán decir esas palabras? "Tu secreto se irá conmigo a la tumba." ¿Qué secreto? ¿De quién? ¿Mío? ¿Qué he hecho? Las mismas preguntas recorren tu mente cada noche y, apenas te dejan dormir. Tu cuerpo joven y fuerte puede soportarlo, pero incluso para ti es demasiado y comienzas a ver cómo tu cuerpo comienza a debilitarse por la falta de sueño. Debo descubrir qué demonios pasó y qué quiere decir esa carta. Decides mientras el sol comienza a subir por el firmamento. Las lejanías en las Tierras Sombrías parecen tranquilas.

Apenas has tocado el desayuno, no parecía que te apeteciese demasiado comer. Vueltas y vueltas a la cabeza. Decides que es suficiente. Debes centrarte. Al día siguiente vas a tener un día libre. Quizás debieras aprovecharlo para hacer alguna investigación, con suerte no habría ningún ataque y no serías interrumpido.

Hida Kanbu, jefe de tu escuadra y amigo de juventud de tu padre, se acerca a ti. Te mira y dice:

- Daichi, he estado observándote. ¿Qué demonios te pasa por la cabeza? -Su ceño se frunce, incluso a ti a veces te da miedo -No intentes negarlo, sé que te pasa algo. Si bien tu trabajo ha sido realizado correctamente, algo en tus actos me hacen ver que algo te pasa.

Los Yermos Kuni. Hora de Hantei.

La noche ha sido larga y fría por el viento de la montañas, pero a ti no te ha importado. Tu choza es un lugar tranquilo, y mientras no te reclamen no tienes muchas cosas que hacer por el momento más que dormir.

Hace algunas semanas que tu hermano desapareció sin dejar rastro. Algo en tu interior te dice que le ha pasado algo, pero te resistes a dejarte llevar por le desazón. Mi hermano es un hombre fuerte, seguro que está bien. Tratas de convencerte a ti misma...

La mañana avanza y decides darte un baño en un pequeño ofuro cercano a tu choza. Las emanaciones de la tierra son un regalo de los Kami que no estás dispuesta a desaprovechar. Sabes que los Cangrejos siempre han sido vistos como gente con poca higiene. Desde luego eso no se te puede aplicar. Con suavidad limpias cada parte de tu cuerpo, en especial tu cuerpo que es uno de tus orgullos.

Mientras el agua recorre tu cuerpo tomas una decisión. No importa cuantas veces te lo digas. No vas a conseguir autoconverte: tienes que ir a buscar a tu hermano. Pero sabes que no puedes pasar al otro lado de la Muralla simplemente porque tu hermano no ha aparecido. Tendrás que mentir para poder hacerlo.

El calor del agua tonifica tu cuerpo, y las gotas de agua acarician tu piel. Parece que no sólo se llevan la suciedad, sino también las penas... Cuando tus manos se introducen en el agua, buscando piel que limpiar, sorprendes a tu mano dirigiéndose hacia tu sexo, y la imagen de Hida Kigaru paseando por tu mente... No, no debo hacerlo... Tu mano se aparta rápidamente y sales del agua.

Tu amor por Kigaru es fuerte en ti desde hace años, pero a veces dudas de sus sentimientos. Al fin y al cabo él es el amigo de tu hermano y tu una pobre chica. Maldito seas, Kigaru.

Te secas y te vistes, para rápidamente dirigirte hacia la torre más cercana en la Muralla, desde la que partir en dirección a las Tierras Sombrías. Sabes que si pides que te abran las puertas para ir a por Onis nadie te lo negará. Aunque deberás presentarte ante el jefe de esa sección.

El camino será largo hasta allí. El camino te servirá para ir pensando.

Alzo la vista. Trato de mantener una expresion endurecida y hablarle con firmeza a mi gunso. Desearia contestarle que todo esta bien, que solo es aburrimiento y ansiedad por cuando sera el proximo combate. Pero esas no son las palabras que salen de mi boca.

-Kanbu-sama... +trato de empezar seriamente, pero desvio la mirada+ Son solo pensamientos de duda y añoranza. Ultimamente mi mente esta muy pendiente de mi familia... mas de lo normal. +La sinceridad surge sin esfuerzo ahora que ha brotado+... Pienso mucho en mis padres y las circunstancias en que nos dejaron a mi y mis hermanos. No se... hay cosas que no puedo entender, que siento que no van con lo que ellos eran... Me gustaria tener un tiempo para aclararme. 

Compongo una sonrrisa leve, tratando de cambiar la corriente pesimista de mi confesion con una pequeña broma.

-Tal vez mañana, con algo de sake y humillando en los dados a algunos de estos +hago una seña con la cabeza hacia mis compañeros de escuadron+ este mejor... No se preocupe por mi.

La Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de la Luna.

-Lo sé, hijo. Yo también añoro a tu padre, pero cayó como un héroe, luchando contra nuestro enemigo ancestral. El Imperio le debe una a tu padre. -Antes de que puedas decir nada, Kanbu se aleja de ti, dejándote ensimismado aún en tus pensamientos.

Hora de Akodo.

La mañana parece pasar sin demasiado que hacer. La hora de la comida parece acercarse, cuando a lo lejos ves una figura que marcha corriendo. Afinas la vista y ves a un Explorador Hiruma corriendo. Tras él, a escasos metros un grupo de figuras horrorosas le persiguen, levantando una gran polvareda. Cada segundo, la distancia parece empequeñecerse.

-¡Explorador en peligro! -Gritas, mientras tocas la campana con fuerza para avisar a tu sección. Hida Kanbu aparece en seguida.

-Debemos ayudarle. ¡Vamos! Daichi y tu regimiento, seguidme a las puertas.

Prestos, corréis hacia las escaleras. Las bajáis a trompicones, cada segundo que pasa puede suponer la muerte para el explorador Hiruma. Las puertas están cada vez más cerca. Tu corazón late con fuerza. No es la primera vez que luchas contra las criaturas oscuras de Fu Leng, pero tu pulso siempre se acelera en cada combate. Kanbu grita que abran las puertas. Kanbu, 9 hombres más y tú salís al otro lado de la protección de la Muralla. Incontables metros de anchura separan al Imperio y a las cosas que amas de la más profunda de las maldades.

Corréis, levantando partículas de tierra de esa polvorienta tierra que supone el inicio de las tierras malditas del Innombrable, en un intento desesperado de salvar a vuestro compañero.

Cada metro os acerca más al combate. La sangre que fluye con fuerza de tu corazón va a hacer que te explote la cabeza. Te centras. Notas como la furia te invade. No pasarán. El combate se acerca. Aumentáis la velocidad. Tu tetsubo se desplaza hacia atrás, cogiendo impulso. Las armas de tus compañeros hacen lo mismo.

El Hiruma atraviesa vuestras líneas. Vosotros continúais y como un choque de trenes, golpeáis con fuerza a los monstruos que vienen hacia vosotros. El combate comienza. Dos monstruos se lanzan contra ti.

-GRAAAAAAAAAAAAA! +un grito de rabia sale de mis entrañas mientras corro contra los onis, sosteniendo mi fiel arma con ambas manos. Aqui no es lugar para dudas. Aqui no es lugar para melancolias. Es matar o morir, cumpliendo nuestro deber ancestral. Es todo lo que importa ahora. Miro a los ojos a las criaturas que son el proposito de nuestra presencia aqui. Casi me gustaria agradecerles por venir, por despejarme del pesimismo. Casi.

Por supuesto, la unica gratitud que tendran sera la de mi tetsubo aplastando sus huesos, pero la intencion es lo que cuenta.

Delante de la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Akodo.

Te encuentras en un combate cuerpo a cuerpo contra varias criaturas infernales. Dos horribles trasgos, con sus armas de hueso tratan de matarte.

La más rápida de las criaturas se lanza con un terrible grito contra ti. Levanta su arma por encima de la cabeza, intentando aprovechar toda su fuerza para matarte.

Sin embargo, su ataque falla, haciendo que su ataque no resulte peligroso.

La sangre comienza a teñir de rojo el suelo reseco de la gran planicie polvoriente que tenéis delante de la Muralla. Los gritos de las bestias y de tus compañeros resuenan en tu cabeza. Pero estás centrado. Sólo la muerte estña contigo. El mundo parece desaparecer para ti.

El trasgo juega a por todo. Lastima por el. Al quedar su guardia abierta luego del golpe fallado, hago un barrido horizontal con el tetsubo, buscando estrellarlo contra sus costillas. El corazon me late por con fuerza en medio del caos del combate, ansiando liberarse... Su fuerte tamborileo se impone en mi cabeza sobre todo lo demas...

Delante de la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Akodo.

Tras el terrible impacto que has propinado al trasgo, este cae al suelo. Aunque no está muerto, sus heridas son demasiado graves como para que suponga una amenaza.

El otro trasgo, viendo a su compañero caer, decide atacarte con renovada furia.

Una pequeña magulladura es el resultado del ataque del trasgo. Eso, y claro, recordarme su presencia.

Descargo con renovada fuerza mi tetsubo sobre el, dejando a su malherido compañero para rematarlo mas tarde. Ahora lo importante es acabar con estas molestias antes de que alguno sea herido de verdad por ellas...

Delante de la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Akodo.

Aunque herido, el trasgo no se amilana con tus envites. El impacto le ha destrozado el pecho, pero aún tiene ganas de seguir la pelea. Sabe que si quiere escapar con vida deberá matarte. Se lanza de nuevo a la carga.

Mientras tanto, el combate parece ir acabando a tu alrededor. Apenas llevas un rato peleando, pero a tus pies les empieza a costar moverse debido al extraño barro formado por el polvillo que se levanta sin parar del suelo y la abundante sangre que inunda éste.

El ataque del trasgo, falla y deja su defensa abierta. Un buen golpe podría terminar con él.

Este parece no querer morir tan facil. Muy mal para el, ya que solo se busca mas dolor.

-Vuelve con tu maldito amo...+gruño, atizandole nuevamente cuando su carga falla. Esta vez, el sonido agradable de huesos rompiendose y entrañas aplastadas me informa que no volvera a molestar. Miro a un lado y a otro, buscando mas enemigos, o a algun compañero que necesite asistencia, ansioso por derramar mas sangre trasga... 

Observando el paso de las nubes en el cielo, ni con esas se me pasaba de la mente la preocupación por mi hermano. Normalmente en el ofuro conseguía despejar la mente y relajarme, pero aquella preocupación estaba clavada en mis huesos y no podía deshacerme de ella.

Sin darme cuenta el relax que había venido buscando se había convertido en una completa obsesión por encontrar a Shukei y a Kigaru, pues este no se despegaría de mi hermano. Me sequé con cuidado para que mi piel estuviese perfecta, como siempre. Me pasé suaves hierbas que hidrataban y suavizaban la piel y luego me vestí con mi kimono preparándome para el viaje. Cogí también a mi fiel compañera, Minazuki, mi No-Dachi con la que combatía a las criaturas oscuras. Puede que no fuese tan útil como un arma tradicional del cangrejo, pero había demostrado ser de gran ayuda cuando me había aventurado al otro lado de la Muralla. También cogí mi bolsa para terminar de prepararme, y dejé caer mi colgante con el dedo de jade pegado a él. El pendiente de jade brilló en mi oreja derecha. Estaba preparada.

Conocía el camino de memoria, así que no me resultó difícil atravesar los solitarios yermos Kuni y llegar a la Muralla, a la puerta de acceso al otro lado. También ayudó que la estructura pudiese divisarse desde muy atrás.

Por el camino trabajé sobre que decirles a los samurai Cangrejo de la puerta. No poseía ningún tipo de indicio de donde podría estar mi hermano, ni tampoco sabía por donde empezar más que al otro lado. Por suerte contaba con mi cargo de Cazadora de Brujas, que me permitía abrir multitud de puertas. En caso de algún problema que no me pidiese usar el título, siempre había podido usar mis encantos, aunque no creía que fuese necesario dado que me encontraba entre hermanos que comprendían la labor de un Kuni.

Caminaría directa hacia la puerta deteniéndome frente a ella, esperando a que la abriesen. A partir de allí tendría que mentir sobre los motivos y cazar alguna criatura a la vuelta para verificar la historia.

Delante de la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Akodo.

Miras a tu alrededor y ningún enemigo queda en pie. Tus pies, llenos de sangre y barro, deberían ser purificados cuanto antes. Tus compañeros y tu gunso están cubiertos de sangre de arriba a abajo. Por suerte, ninguno ha sido herido de gravedad. Nada que una buena botella de sake no pueda curar.

-Tú, explorador. ¿Por qué te perseguían estos bichos? -Interroga Kanbu con su conocido tono intimidante.

-Señor, me encontraba en las profundidades de las Tierras Sombrías explorando, buscando movimientos extraños, cuando pude ver grandes movimientos de Onis y otras bestias que se estaban organizando. Temo un próximo ataque a gran escala a la Muralla. Fue entonces cuando fui sorprendido por este grupo de trasgos. Llevo unas cuantas horas con ellos tras de mi.

-En ese caso, lo mejor será volver y preparar todo. Vosotros, ayudad al Hiruma y limpiaos, que dais asco. Esta noche, tras la cena hablaremos. Os quiero en la torre para que oigáis las órdenes de los de arriba. Yo iré a informar.

Inmediaciones de la Muralla Kaiu. Hora de Shinjo.

La noche cae sobre Rokugan para cuando llegas a la Muralla. Aunque inmensa y visible desde muy lejos, llegar hasta ella es otro cantar. Has andado muchos kilómetros, descansando poco por la ansiedad de llegar cuanto antes. Descubrir algo de tu hermano es prioritario.

Al llegar a la puerta de acceso a la inmensidad muerta de las Tierras Sombrías, varios guardias te cierran el paso. Te preguntan por tus intenciones y les contestas con sencillez que deseas pasar al otro lado para realizar tu trabajo. Aún con todo, la respuesta no parece convencerles. Al parecer, se espera un gran ataque en los próximos días a esta sección de la Muralla y la puerta no se abrirá hasta que el peligro pase. Malas noticias, sin duda. Tendré que aprovechar este tiempo para averiguar algo. Piensas inquieta.

Los guardias te invitan a ir a una de las torres que quedan cercanas a esta puerta, donde te han prometido la posibilidad de alojarte y de comer algo. No te queda más remedio, así que aceptas. Quizás esta gente sepa algo de mi hermano y de Kigaru.

Subes las eternas escaleras hasta la cima de la inmensa Muralla y divisas el horizonte. Las Tierras Sombrías parecen eternas, pero has oído que muy al sur, hay otras tierras, muy diferentes de Rokugan. ¿Pero a quién le importan? No estás de humor para cosas triviales.

Al entrar en la torre desde el acceso de la Muralla, ves gran alboroto. Las noticias del inminente ataque han sido recibidas con una mezcla de excitación y preocupación por parte de los soldados allí acuartelados. Decides hablar con uno de los sirvientes, que te escolta hasta una habitación que será tuya. Al parecer, dentro de lo malo, tu posición como Cazadora de Brujas te ha permitido tener una habitación para ti sola. Si bien no es gran cosa, te servirá para alojarte el tiempo que pase hasta la batalla.

Bajas al comedor tras dejar tus cosas en la habitación. La noche ha caído plenamente. El salón está lleno de gente. Deberías elegir un lugar donde tomar el rancho.

-Si, gunso! +respondo. Me acerco al trasgo que habia quedado moribundo y le descargo un golpe final, mientras la hermosa tension de la batalla desaparece... por ahora. Luego agito el tetsubo en un movimiento similar al chiburi, para limpiarlo un poco de sangre, y me uno a mis compañeros, de regreso a la muralla. Al caminar, acomodo mis pasos a los del Hiruma, aproximandomele. 

-Bien hecho. Viste algunos de los grandes tambien? +le pregunto directamente. Los trasgos como estos solo son una amenaza por su numero, los oni menores y ogros, aunque son fuertes, pueden ser vencidos rapido trabajando en equipo. Pero los oni mayores eran otro cantar... eso cualquiera que halla estado en la muralla lo sabe. Un escuadron entero podria morir antes de siquiera herirlos. Un monton de amigos menos... o uno mismo.

Parece que el momento en el que me internase en las tierras sombrías se vería retrasado si era real que un ataque se cernía sobre la muralla. Los tiempos de paz eran mal vistos y temidos, pero que la Muralla estuviese en pie era una prueba de que la muralla, el cangrejo, era fuerte. Los Hiruma eran los mejores exploradores del Imperio y sus incursiones e informes siempre efectivos. Si se decía que habría un ataque, era por que sería verdad.

Llegué a la torre con tranquilidad fingida. Prefería estar al otro lado buscando. Sin embargo podría descubrir sobre la incursión y sobre Shukei al otro lado de la Muralla.

La primera parada era mi habitación, pero la segunda era la importante, el comedor. Llevaba mi arma aun, pues nunca se sabía cuando podía venir un ataque contra el Cangrejo, y tras el aviso era mejor llevar el arma. Además no sería nada extraño, pues todo Cangrejo porta siempre su armadura y sus armas preparadas, commo el animal al que simbolizan. Caminé en la posada y busqué un sitio libre entre algunos samurai de mayor rango, o guardias. Ellos sabrían de la entrada y salida de shugenjas Kuni en el lugar.

Torre en la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Shinjo.

Entre los Cangrejo, y más en la Muralla, es habitual que samuráis de diverso rango se sienten juntos, como en un momento de relax de la dura vida marcial. El comedor está a rebosar de gente, excepto un lugar en una mesa ocupada por 11 hombres. Al parecer podrías sentarte allí, y así lo haces.

Delante de la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Akodo.

-Muchos, al parecer el ataque será realmente grande. -Te dice el explorador, con voz preocupada.

No consigues extraerle mucha más información. El hombre está cansado y pensativo, por lo que decides no molestarle más.

Torre en la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Shinjo.

Te has lavado la sangre y el barro que te cubrían de arriba a abajo y has hecho tu informe como viene siendo habitual.

Te preparas y bajas al comedor, donde te diriges a tu mesa de siempre. Aún no os han servido la comida cuando una hermosa mujer de pelo negro, como las alas de un cuervo, se sienta junto a vosotros, ocupando el 12 puesto, justo enfrente de Kanbu.

Torre en la Muralla Kaiu, sección oriental. Hora de Shinjo.

Os sentáis uno al lado del otro, aunque no os conocéis.

Kanbu está delante de la recién llegada y un joven pero grande cangrejo a su derecha.

Los sirvientes traen el rancho, consistente en arroz en sopa y algo de pollo. La comida de la Muralla nunca fue la mejor, pero al menos era energética.

-Mira, Daichi, que bellezón se te ha sentado al lado. -Dice el gunso del grupo a quien se sienta a la derecha de la mujer. -Señora. -Dice con aire de deferencia a la recién llegada. -Mi nombre es Hida Kanbu y celebro que se haya sentado con nosotros. -Dice con una sonrisa.