Partida Rol por web

Muralla Kaiu. Hora de Akodo.

Kigaru asiente con la cabeza. Sabe que tienes razón y arde en deseos de recuperar a tu hermano, incluso si en el peor de los casos fuese su cadáver.

-Lo haremos así, Sayuri-kun. Tú y yo. Pero debes prometerme que no saldremos antes de mañana. Debes descansar un poco más. Medio muerta no me sirves ni a mi ni a ti, y mucho menos a tu hermano.

Te entiendo Kigaru, nos vamos a enfrentar a criaturas que incluso os dejaron a ustedes contra la pared. Si Shukei y Kigaru no habían podido con ellos, es que tendríamos que pensar muy bien como adentrarnos, rescatar a Shukei y salir de allí. Sin embargo, espero que comprendas que si tengo que avanzar por delante de ti, tendrás que quedarte esperando.  Un cangrejo con una armadura tan pesada podría llamar mucho la atención, sería un peligro en caso de infiltrarnos.

Entonces me aproximé a él, a la gran montaña de músculos. Mis manos bailaron entorno a su cuello, acariciando y metiendo mis dedos entre sus cabellos, esperando una respuesta similar de él.

Muralla Kaiu. Hora de Akodo.

Tus dedos comienzan a enredarse en los largos cabellos de Kigaru que ahora que no lleva un yelmo caen libres sobre su espalda. Notas como se le eriza el bello por el contacto de tus dedos. Sin embargo, con dulzura te aparta la mano.

Su corazón no puede permitirse esto. Aunque ahora sé que él también me ama.

Tu espíritu se siente en calma, a pesar de la tristeza que te invade al saber que tampoco es el momento del amor. Tu hermano está en peligro y hay que rescatarle.

-Sayuri-kun, haremos las cosas como desees. Sólo deseo que llegue mañana y partamos en busca de tu hermano. Sufro al saber que cada segundo que pasa puede hacer que lleguemos demasiado tarde.

Kigaru se levanta y con una sonrisa triste en el rostro se marcha, dejándote sola de nuevo. Sola otra vez...

Aquello era todo lo que quería, no una noche de sexo después de lo que me esperaba al día siguiente, a pesar de la tensión acumulada. Quería saber que sentía hacia mi, saber que podría contar con su contacto y apoyo. Antes de que se fuera le besé en la mejilla con suavidad, mis manos alrededor de su rostro echando hacia atrás sus cabellos.

Buenas noches, Kigaru-kun.

Entonces me dirigí al pequeño altar que tenía en mi mesa baja organizado y de nuevo recé a las fortunas y a mi ancestro, durante una hora más, el tiempo antes de pulir mi No-Dachi y luego acostarme con el recuerdo del tacto de la piel de Kigaru.

Muralla Kaiu. Hora de Hida.

Has dormido un rato más desde que Kigaru se fue. Mañana será el gran día. Te sientes con fuerzas y hambre.

Decides levantarte. Notas como tu dolor en las costillas, tan molesto en los últimos días, ya no lo sentías. Suponías que era una buena señal. Te diriges hacia el comedor para comer el rancho. Es tarde, y lo sabes, pero alguien estará en las cocinas.

Me levanto con cuidado para comprobar hasta que punto estoy recuperado de mis heridas , y el mensaje estalla fuerte y claro en mi cuerpo.no lo fuerces.Después de un breve aseo vuelvo a echar una mirada hacia los catres,pero no parecen mucho mas ocupados que anoche ,lo cual es un recordatorio de lo dura que fue la batalla y de lo grande que fue la gloria conquistada por todos esos compañeros.

Cuando salgo del barracón la luminosidad del día me sorprende haciéndome entrecerrar los ojos.Parece mentira que después de tanta violencia pueda haber una mañana tan serena como esta , pero la tranquilidad de mis pensamientos se interrumpe cuando por fin comienza a aparecer de nuevo mi viejo fantasma, lo que me recuerda que es hora de hacer algunas averiguaciones.

Con tranquilidad me desperté y observé las heridas que había sufrido. Parecía que el tratamiento había ido bien, y me podía mover con tranquilidad. Tras tantos días en la cama, el sudor y el olor corporal me resultaron demasiado fuerte. Me lavé con delicadeza y esmero usando ungüentos que yo misma había elaborado con mis conocimientos de herbalismo. Froté mis cabellos con una suave mezcla de hierbas que le daban fuerza y suavidad. Me vestí con ropas cómodas y sencillas. Igual que yo me acicalo, pulo mi compañera de acero mientras murmuro un cántico hacia Hida no kami, esperando su ayuda en el duro día que esperaba al día siguiente. El kami fundador había vivido para luchar contra las tierras sombrías, y su apoyo sería el necesario para entrar y salir con vida de aquél horrible lugar.

Cogí mi bolsa y fui a la cocina. Tenía que alimentarme bien, y además encontrar suministros para el viaje. 

Muralla Kaiu. Hora de Hida.

Te levantas y te diriges a la cocina donde tomas por primera vez en días una comida algo más sólida que lo que venías tomando. Unos buenos trozos de pollo y verduras te hacen mucho más feliz de lo que podrías haber imaginado. El calor de la comida también reconforta tu espíritu, a pesar del negro futuro que parece cernirse sobre ti y los tuyos. El día de mañana será duro, pero sin duda conseguirá acallar ese sentimiento de angustia que parece gritar desde lo más profundo de tu ser.

Tus heridas parecen haberse curado bastante bien, aunque aún sigues notando algunas molestias, pero no les das gran importancia. Grandes cicatrices cubren tu cuerpo, allá donde las criaturas de las Tierras Sombrías te golpearon, pero los médicos han sido bastante claros. Es poco probable que te queden cicatrices, o si quedan serán apenas visibles. La belleza de tu cuerpo parece que se conservará, lo cual también es un alivio. Si algún día Benten intercede para que Kigaru y tú estéis juntos, quieres poder entregarte a él en perfecto estado.

Tras la abundante cena te diriges al almacén, donde un colega, encargado del mismo, te pregunta por el material que necesitas. Así mismo, te advierte de que tal vez debieras hablar con un superior antes de hacer cosas por tu cuenta. Sabes que un poderoso ataque es inminente y deberás ofrecer algo de peso para que se permitan perder a dos soldados.

Medito sobre los materiales que puedan serme de utilidad. No debo exigir demasiado, pes el clan no posee muchos suministros y debería tener en cuenta más la necesidad de mis hermanos que los propios de mi necesidad de encontrar a mi hermano. Aun así era algo importante, pues si era cierto que habían llegado a una ciudad de Perdidos, debíamos aprender cuanto pudiésemos de ello.

Cangrejo-sama, hermano. Le dije con voz suave y cándida. No será mucho lo que necesite para aventurarme tierras adentro, solo lo imprescindible que espero se me sea concedido para proteger a nuestro clan. Mi compañero de viajes ha descubierto una ciudad impía, llena de criaturas de las tierras sombrías, y puede que sea la sede de éstos ataques. Si es así debemos encontrar sus puntos débiles y fuertes, eliminar su ventaja. Para ello necesitaría una Armadura de Ashigaru que me permita un movimiento libre y una protección extra, un brasero para calentar las noches frías, equipo médico y algo de jade en polvo para las heridas que podamos sufrir y poner en vilo nuestra alma, una esterilla para descansar y protegernos de la tierra, pergaminos y carboncillos para elaborar un mapa del lugar y de como llegar. Finalmente necesitaremos raciones de viaje, al menos para 3 días.

Muralla Kaiu. Hora de Hida.

Tu petición parece resultarle aceptable al responsable del almacén y desaparece durante unos minutos. Poco después vuelve con todo lo que has pedido. Pero te exige que lo devuelvas cuando vuelvas. Si es que vuelvo. Piensas para tus adentros.

Tras ordenar todos tus nuevos pertrechos, el almacenero te da un último consejo. Usa el aceite de jade que está en el frasco verdoso con cuidado. Puede ser aplicado sobre unas 10 heridas o para realizar unos 5 ataques considerando tu arma como jade. Casi mejor usa un arma contundente para el ataque y conserva el aceite para las heridas.

Tras ello vuelve a sus quehaceres y tú a tus cosas.

No soy capaz de manejar tales armas, sama. Respondo al samurai encargado de los suministros. Me resultan harto pesados y complejos los usos de armas como el tetsubo y el die tsuchi. Mis brazos no son capaces de alzarlos, mucho meno usarlos con la destreza propia de un Cangrejo. Sabía que eran armas muy efectivas contra las criaturas sombrías, pero nunca había sido buena usándolos, y durante la instrucción en el dojo, había aprendido a usar las hermanas menores de tales armas, el Masakari y el Ono, pero su utilidad eran menos contra las criaturas que mi arma predilecta, el No-Dachi. 

Tendría que contar con la habilidad propia para dañar a esas criaturas, y sabía que necesitaría el jade para las heridas, más que para causar mayores daño. 

Después de aquello salí del almacén. Mi espalda se deslizó por el muro colindante a la habitación, preguntándome si todo aquello sería necesario, si necesitaría más comida o no, si podría volver de aquel lugar algún día o si entregaría mi vida. Había decidido llevar poca comida por ello mismo, no ser un peligro para el clan llevándome más de lo debido. Preparada para entregar mi vida en aquella misión. 

Era tarde, así que no sabía que más podría hacer para prepararme. Tal vez debía volver a la habitación para dormir el máximo antes de salir. Ir a las tierras sombrías de noche no era una gran idea... ¿Qué más podría hacer por aquí?

Entonces me fui en bsuca de Hida Daichi. El samurai había dicho que me ayudaría, y podría pedirle el favor devuelto.

Con paso aun un poco renqueante salgo y me acerco a beber un poco de agua mientras trato de ordenar mis pensamientos para poder comenzar a buscar. Después de unos breves instantes saboreando el agua y paladeando su frescor, decido que quizás de momento lo mejor seria tratar de averiguar quien me hizo llegar esa carta.
Me dirijo certero como una flecha hacia las garitas donde están los que se encargan del correo y despues de saludar con respeto al encargado me dirijo a el mostrandole la carta.
-Disculpe mi intromisión , vera estoy tratando de averiguar quien pudo entregarme esta carta hace unos días , no trae sello ni nombre alguno y he pensado que tal vez usted supiera algo acerca del mensajero que la trajo , como de donde pudo venir.

Muralla Kaiu. Hora del Sol.

La garita del correo está cercana a tu habitación por lo que en nada te plantas ante los compañeros que se encargan de ello, en su mayoría Hiruma, que conocido por su resistencia y velocidad, son grandes mensajeros.

Tus preguntas son disparadas con velocidad y decisión. Sin embargo, cogen por sorpresa al encargado de esa sección de la Muralla.

Te pregunta a ver si eres Hida Daichi. ¿Cómo saben mi nombre? Te preguntas. Obviamente, con las venas hinchadas le preguntas que cómo sabe tu nombre. El hombre no se asusta, aunque te cuenta lo que ha pasado.

La carta apareció en el montón que había que repartir al día siguiente, pero nadie recordaba haberla visto el día anterior al clasificarla. Dado que era una carta nadie le dió la menor atención. Sólo sabe que las puertas de la oficina se cierran con llave por las noches y que sólo los propios mensajeros tienen acceso a la llave.

-Me podría decir que mensajeros son los que estaba aquella noche de servicio? o quien guardo la llave esa noche?. La vena de la sien me comienza a latir ,mientras una profunda ira amenaza con desbordar mi auto-control , aunque las largas horas de adiestramiento en disciplina hace que sol para un ojo muy experto esos signos sean visibles.- Y como es que sabe mi nombre ?

Mi tono se vuelve algo mas sereno , signo que solo los que me conocen realmente saben que indica una pronta tempestad.

Muralla Kaiu. Hora del Sol.

El hombre te mira, pero ya no a los ojos, sin duda, algo de temor recorre su cuerpo. Tu gran tamaño y el tono de tus palabras sin duda le hacen sentirse débil frente a ti.

Te informa de que los que puedes ver. Nadie más.

También dice que todos te conocen por ser el hijo del legendario Hida Takeda.

-Iré a ver a esos mensajeros a ver si alguien sabe algo , y después volveré aquí a ver si has recordado algo mas que me quieras contar. Digo echándole una mirada siniestra que lo recorre de arriba abajo- Es mas estoy casi seguro que me sabrías decir por quien debo empezar a preguntar si quiero averiguar quien dejo la carta. Le dejo un momento a ver si me quiere decir algo más y acto seguido me marcho en busca de los mensajeros a los que voy interrogando empleando todos los medios a mi alcance sin llegar a ser violento , adulacion , intimidación , y incluso algún que otro soborno si puedo permitírmelo en busca del misterioso remitente de la carta.