Partida Rol por web

Groan torció el gesto y examinó la herida de Eadar - Ummm no parece grave. Espero que mañana esteis dispuestos a partir de nuevo, cada día de retraso es dinero perdido… - Pero no insistió más, vuestro motivo parecía justificado y la prueba eran aquellos gatitos Unca - ¿Fuentes en el desierto? – Soltó una risotada – Ya querríamos nosotros, no, pero allí tenéis un barril de agua, usadla con conocimiento y no malgastéis ni una gota.

Les disteis de beber a los gatitos, ya estaban en edad de comer pequeños animalitos, como roedores y cosas así, entre vuestras pertenencias no había carne, pero en los estofados del campamento si. Mordisqueaban un pedazo de aquella carne mientras Eadar descansaba y decidíais que hacer con ellos.

Eadar no se había pronunciado. Angainor y Lorgan mostraban interes y Mut tenía dudas al respecto. En cualquier caso, la noche se echaba encima, tocaba descansar y mañana partir bien temprano. La herida de Eadar estaría completamente curada y resistiría cualquier acción. También los que se quedaran con un gatito tenían que decidir si dejarlo en el campamento o llevarlo consigo.

- Pues no malgastaré el agua...

Cojo un cuenco y lo lleno. Lo que hago es mojar un par de pañuelos que usaré como vendas para tratar las heridas. Los escurro bien y así el agua durará más.

- Eadar acércate que vamos a revisar esa herida...no tengo mucha idea de suturar si es necesario pero veremos que tal está la herida...

Miro a los gatitos Unca y les digo:

- Me gustaría cuidar de vosotros aunque no creo que deba ser el dueño de ninguno de vosotros. Cuando crezcáis seréis demasiado grandes para mí y puede que me confundáis con comida... - miro al resto y les digo - ...declino mi idea de quedarme con uno de ellos...es mejor que sea el tío Mut que no el papá Mut... - sonrío 

Eadar se sentó un momento a descansar mientras Groan les preguntaba y ellos se explicaban. Finalmente pareció que el capataz comprendía la situación y Eadar agradeció el poder descansar en el campamento.

Cuando el mediano le llamó la atención para lavar las heridas, el montaraz agradeció el gesto:

-Muchas gracias, Mut. Creo que mañana podré estar perfecto. Dijo mientras se acercaba dónde se encontraba el mediano y se quitaba la venda para examinar la herida.

-Aprovecha para comer un poco, Mut. Creo que puedo arreglarme para limpiar la herida. Cuando termine me uniré a vosotros. Comentó. Le daba vergüenza que sus compañeros tuviesen que encargarse de su torpeza, por lo que se sentiría más aliviado si no importunaba a nadie.

-Bueno, Angainor- dije-.. Parece que nos haremos cargo de los cachorros finalmente- el que me había acompañado en el viaje seguía empeñado en mordisquear mi ropa, aunque cada vez con menos fuerza, Se nota que necesitaba descansar ya, debería buscarle cobijo.

-Sin duda serás un buen tío para ellos, Mut. Y te querrán más aún si de vez en cuando los agasajas con alguna de esas viandas hobbits por las que sois de sobra conocidos en el norte -dije, bromeando.

La herida de Eadar presentaba mejor aspecto.

-Si necesitas ayuda con la herida, Eadar, puedo echarte una mano mientras los demás descansan un poco. Parece que va a mejor, así que con descanso y nuevas vendas, ojalá deje de ser molestia pronto.

"- Que así sea- contesto a Lorgan y miré a los cachorros sonriendo". Nunca había tenido una compañero animal, una mascota, antes y no sabía bien cómo actuar con una después de tanto tiempo de inexperiencia. Un poco de carne del estofado a la que limpié de potaje y demás cosas, y un poco de agua me pareció suficiente para los pequeños por el momento, además de las oportunas caricias y dejes para que investigasen por si solos el lugar nuevo.

"- Lo mismo, compañero, si necesitas algo aquí está el enano... aunque fuerte eres y curtido aún más. Ese rasguño jamás podría detenerte- le digo sonriente a Eadar- En cualquier caso, si necesitas tengo más de esas hierbas por si la dolencia llegara a aparecer-agrego".

Mientras pasa el día de descanso en el campamento, rebusco entre las hierbas hojas y pastizal, algo de tela de sobra y algún cordel o lo que ayudase para hacer nudos, intentando buscar una forma de confeccionarles un juguete a los pequeños.

La tarde pasó sin novedades, Eadar descansó para poder curarse completamente, y los demás jugaron un poco con los nuevos miembros del grupo, con la pelota improvisada por el Enano, que consiguió mostrar su lado más tierno.

Finalmente (Y si nadie se opone), los nuevos amos de los pequeños felinos optaron por dejarlos en el campamento. Por la mañana repetisteis lo del día anterior y Groan se despidió de vosotros con una broma sobre los gatos Unca – Más os vale regresar, creo que nos darían alguna moneda por sus pieles Ja, ja, ja…

Os enfrentasteis de nuevo a las tinieblas del bosque, pero esta vez ya tenías cierta experiencia y no todo era incertidumbre.

Mi nuevo amiguito era juguetón, no había duda, pero pronto habría de empezar a educarlo correctamente, pues quería hacer de él un buen compañero de aventuras. Empezaría por buscarle un nombre, pues aún no lo había decidido.

Partimos de mañana y se quedó con su hermano en el campamento, a pesar de la broma del capataz. Esperaba que no fuese capaz de hacerles daño, pues intuía que también supieron ganárselo.

Avanzamos poco a poco por la senda en parte ya familiar, sin dejar de vigilar la floresta, por si algún otro pariente o amigo de los uncas venía a pedirnos cuentas por la adopción.

Avanzo por el flanco derecho del grupo con suma cautela observando los matorrales y avanzando con paso hobbit (es decir sin hacer casi ruido). 

- Si nos encontramos con unas crías de huargo me pido un cachorro, con eso sería el más famoso de Las Cuatro Cuadernas. 

 Sigo caminando esperando no encontrar ningún peligro. 

Descansado ya y habiendo dejado a los pequeños en el campamento, volvemos al camino para tratar de ver qué es lo qué está haciendo desaparecer a las personas... o quién. Al retirarnos, la broma del capataz no hace más que lograr que mi ceño se mantenga fruncido... "y así podría probar que tan difícil pueda ser desollar un humano, bleh", pienso y no doy más importancia al asunto.

Caminamos un tiempo por el paso que ayer recorrimos, tomando el frente del grupo en caso que se acerque alguna fiera, pero esta vez mi maza me acompaña afuera al igual que mi escudo, pues le bosque nos ha obligado a mantenernos alerta.

"- Piernas fuertes, animales bastante grandes debo decir... ¡ja! ya quisiera yo ver llegar a la batalla a un hobbit con tamaña montura- le contesto sonriente a Mut".

Tras haber descansado adecuadamente en el campamento es momento de partir de nuevo. Con la espada rota y destrozada, la daga sería su arma en caso de defensa en cuaerpo a cuerpo.

El montaraz observaba de un lado a otro esperando que el nuevo día trajese un desenlace completamente diferente al día anterior.

Ante las palabras del hobbit, Eadar no puede más que sonreir. Y la imagen que describe Angainor aparece en su mente de forma automática. Su sonrisa se amplía pero no dice nada.

El sol asomaba en el horizonte como espectador de lo que podría acontecer.

Complemente recuperado, el grupo se internó por segundo día en el bosque de las lágrimas. De buen ánimo, como el Hobbit y el enano se encargaban de amenizar con sus divertidas charlas. Parecía que el bosque oprimía menos el ánimo, al menos hasta que llegasteis hasta el lugar de la pelea con la Unca. El cadáver medio oculto en los matorrales seguía en si sitio, perecía un poco mordisqueado, pero aún sin síntomas de descomposición, aunque estos no tardarían en aparecer.

Pasada esta zona el sendero viraba un poco hacia la derecha y luego un poco a la izquierda. Todo iba bien hasta que…

Angainor pareció tropezar con algo, el tallo de una enredadera parece engancharse a su pié. Pero esta se desliza con rapidez, derribando y arrastrando al enano hasta que esta se eleva dejándolo colgado boca abajo. Atrapado por el tobillo. Pese a todo ha tenido suerte y no ha sufrido daño alguno, excepto por la bochornosa situación de colgar boca abajo a unos dos metros, altura suficiente como para que uno de los humanos puedan tirar de él y acceder a la enredadera que atrapa su tobillo.

Veo como Angainor es arrastrado por una especie de enredadera. En cuestión de un par de segundos está colgado cabeza abajo a unos dos metros del suelo, a una distancia que me impide ayudarle a no ser que trepe al árbol y lo suelte o mis compañeros lo bajen.

De todas formas y ante la perspectiva de que la enredadera sea una trampa preparo mi arco y saco una flecha del carcaj que coloco en la cuerda. Examino los matorrales enfrente mía y les digo a los humanos.

- Bajadlo rápido...no tengo buenas vibraciones...puede que la enredadera fuera una trampa...

Una enredadera que atrapa perfectamente el pie de una persona y lo sube a un árbol claramente tiene que ser una trampa de lazo. Ayer el ataque de un unca y hoy una trampa, el maldito bosque empieza a no gustarme nada de nada.

Antes de darnos cuenta, Angainor colgaba de un árbol boca abajo. Una trampa de lazo, sin duda.. Como ocasional cazador en el bosque había yo probado a veces con algunas, aunque prefería matar a los animales más noblemente, siendo posible.

-¡Atentos todos! -susurré- ¡Angainor, ahora te bajamos!

Sin duda, una flecha bien lanzada podría bajarlo fácilmente, o cortando la cuerda con una daga. La caída sería hermosa, pero el caso es que Angainor sea liberado. Aunque mejor cerciorarnos primero de que no hay peligro alguno, y para eso saco mi arco y cargo silenciosamente una flecha, escrutando los alrededores.

Mi cuerpo cae en seco al suelo y siento una fuerte tensión en mi pierna, aunque el golpe siquiera me da tiempo a sopesar lo que sucede, pues me veo arrastrado rápidamente por el suelo, presionándome las ropas la piel por la velocidad a la que me veo empujado. Y sin más, mi cuerpo empieza a levantarse y siento la presión en mi cintura y piernas, comenzando a elevarme de a poco hasta que finalmente todo para.

La cabeza me da vueltas por un pequeño instante y luego pestañeo y veo para todos lados, ubicando como puedo a mis compañeros, lo más rápido posible.

"- Bienaventurado aquel que puso la trampa- refunfuño a los demás-. Cubran y cuídense de los matorrales cercanos y del mismo camino, pues no sabemos quiénes puedan venir o estén ocultos... y no se preocupen por mí- agrego y miro hacia abajo y a lo que me mantiene atado".

Avanzando por el camino pasan cerca del lugar dónde el felino nos atacó. Los ojos de Eadar observan los alrededores con la esperanza de que el padre de las criaturas no esté por el lugar esperando vengar la muerte de la madre. Afortunadamente es así.

Sin embargo unos metros más adelante les sorprende una trampa. El noble enano cuelga boca abajo a un par de metros de altura. Instantáneamente todos se giran buscando en las profundidades de la espesura del bosque con las armas prestas para combatir al cazador que ha apresado a Angainor.

Le tiende la daga al enano mientras otea. 

-Ahora te bajamos. Nos aseguraremos que no haya nada. Por si fuese necesario, toma.

Dice tensando el arco.

El grupo se pone alerta de inmediato. Los arcos se cargan. Eadar le tiende una daga al enano que cuelga boca abajo a unos dos metros de altura sobre los matorrales y las raíces de los árboles.

Los segundos pasan. Y al margen de los distantes sonidos de los pájaros nadie percibe nada más.

Sigo observando los matorrales y atento a cada tronco por si ocultaran a algún enemigo. Respiro suave aunque rápido ya que el corazón me late como si acabara de correr de Hobbiton a Delagua sin parar en ninguna posada.

- Bajad a Angainor rápido...este silencio no me gusta...

Los pájaros suenan distantes y eso me preocupa. Normalmente los pájaros se alejan unos metros de nuestra presencia pero tengo la impresión que estos suenan demasiado distantes, puede que haya algo más alrededor nuestra.

De momento, como no se ve ningún movimiento extraño, espero a que Angainor use la daga que Eadar le entregó, sino, yo tiraré con mi arco para intentar cortar su cuerda. Justo pensándolo, se me ocurrió que..

-Eadar, ayúdame a amontonar ramas y hojas, o vigila, pues yo intentaré amortiguar su caída. Espero lograr que se haga el menor daño posible..

Calculé el lugar de una posible caída directa, y situé algunas ramas y maleza circundante debajo, intentando aliviar su caída. En lo posible, intentaría frenarlo sin resultar yo herido.

-Angainor, ¿puedes cortar tú la cuerda? Sino, lanzaré una flecha.

Asiento a las palabras de Lorgan y aprovecho para sacar el saco de dormir.

-Mut, ayúdame a sujetarlo. De esta forma Angainor caerá sobre el saco mientras Lorgan corta la cuerda. Hay que aguantar con fuerza.

Si ambos sujeteban cada uno de un extremo conseguirían hacer una especie de hamaca para la caída del enano. Si aguantaban firmemente, el mayor daño que se haría Angainor esperaba que no fuese superior al de caer sobre un lecho de plumas.