Partida Rol por web

  Otoño del 2945, a las orillas del Cauce de Plata, cerca de los lindes de Lórien.

 

  Al sur de la confluencia de los ríos Celebrant y Anduin, un campamento alberga a un importante grupo de enanos dedicados al comercio. Bajo la tenue luz de una brillante noche estrellada, una serie de hogueras situadas a la orilla del Cauce de Plata ofrecen calor, y la ocasional conversación. Hacia el norte, al otro lado del río, un oscuro bosquecillo de mallorns, con sus hojas pálidas, hace las veces de muralla natural que limita con el Bosque de Oro de Lórien que está más allá.

   Después de viajar durante varios días, o quizás semanas alguno, por los solitarios caminos la visión de las hogueras es atrayente. No ha habido rastro de viajeros desde hace días, así que esta tiene que ser la familia de enanos sobre la que os han hablado.

 

Aegon.

   Tu entrenamiento con Gandalf ha terminado. Después de tu estancia en Lórien y tras ser instruido por Gandalf y creado tu bastón de mago, ha llegado el momento de seguir tu camino. Antes de ponerte en marcha te sugirió dirigirte al cruce del Celebrant y el Anduin. Allí Bror, hijo de Bram, hijo de Bror, anda buscando gente para que le ayuden a solucionar una disputa. También te contó que Caleb ha dejado la torre de Orthanc y que también lo está entrenando como discípulo. Casi seguro también lo hallarás de camino al lugar de la reunión.

   Antes de partir, los elfos de han entregado un pequeño pastel de lembas, que para la ocasión lo ha preparado personalmente Galadriel. Dura mucho tiempo y está envuelto en hojas.

   También averiguaste los poderes de la moneda de oro que encontraste en el túnel secreto.

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Caleb.

   Tu entrenamiento con Gandalf ha terminado. En una apartada y solitaria granja del Folde Oeste, has permanecido oculto y has aprendido a forjar tu vara de mago. Así mismo has llegado a averiguar los poderes de la espada que sacaste de la armería. Ciertamente, es un arma encantada, creada por númenóreanos en los días antiguos para luchar contra los trolls y criaturas muertas que caminan. Aún no tienes la experiencia para que se revelen todos sus poderes y por ahora es igual de efectiva contra todos por igual, pero sigue siendo un arma mágica con lo que ello conlleva.

   Gandalf también te ha contado que Aegon dejó Isengard y pidió ser pupilo suyo, así que también lo adiestra a él. Está en Lórien, donde no puedes entrar, aunque dejará el Bosque de Oro en breve. Le ha sugerido, y te lo sugiere a ti también, dirigirse a la confluencia del Celebrant y el Anduin, y buscar a Bror, hijo de Bram, hijo de Bror, para ayudarle en una disputa familiar.

   Gandalf te ha entregado antes de que partas dos cataplasmas curativas de Athelas, una rara planta muy difícil de hallar y escasa. Tendrás que dosificarlas y usarlas en los momentos importantes, pues es difícil hallar curación en las tierras salvajes.

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Baldred.

   Tras la batalla y recibir el arma, entrenaste un tiempo con la cimitarra que llamaste Arothir Megil y llegaste a descubrir sus poderes. La hoja es de un extraño tono azulado, como si fuera acero azul. Es un tono débil, pero visible, aunque no brilla en la oscuridad ni nada de eso. No es un arma encantada desde luego, pero es una excelente arma con una hoja tremendamente afilada que hace más daño que tu antigua cimitarra.

   Que tienes que decidir que harás con tu vieja cimitarra, si llevarla contigo también, donarla a la armería, o dejarla en casa.

   También debes tener presente, que eres el último de tu linaje, pero a pesar del poco poder que tu título conlleva hoy en día, perteneces a una casa noble de Rohan, y que quieras que se sepa o no, eruditos y gente versada en saber antiguo puede reconocerte.

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Ceorl.

   Tras la batalla entrenaste con el hacha para acostumbrarte a ella. Esta gran hacha de combate tiene marcas en su cabeza que parecen identificarla como forjada por enanos, posiblemente por encargo. No hay la firma de ningún gran maestro enano, pero no por ello desmerece su magnífico trabajo. Dese luego no es ningún arma mágica, pero es una excelente arma.

   Decide que harás con tu anterior gran hacha, si la llevas también contigo, la donas a la armería o la dejas en casa.

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Dastar.

    Tras la batalla y recibir el arma, has estado practicando con ella. Desde luego el arma no es mágica, tales armas son muy raras y escasas, pero si es una excelente espada. Está muy bien equilibrada y bien forjada, con un buen filo. Si bien no parece ser más ligera que cualquiera de las otras espadas similares, te resulta inexplicablemente más ligera en combate y fácil de usar, además de estar bellamente decorada en su forjado con grabados de Rohan.

   Debes decidir que harás con tu vieja espada larga, si la llevas también contigo, la donas a la armería o la dejas en casa.

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Baldred, Ceorl y Dastar.

   Estáis ya repuestos de vuestras heridas gracias a Grima y Elmarel, un erudito llegado de la capital Edoras para ayudar a tratar a los heridos. Han tenido mucho trabajo. Mientras se procede al cambio de guarnición y os liberan de vuestras obligaciones habéis entrenado con vuestras nuevas armas para acostumbraros a ellas.

   Es Elmarel quien os comunica, al ver que ya estáis repuestos y algo aburridos, de la existencia de un enano llamado Bror, hijo de Bram. Parece que está buscando gente valerosa para algún tipo de gesta, estará dentro de unas semanas en  la confluencia del Celebrant y el Anduin, cerca de las lindes del Bosque de Oro.

   Sin nada mejor que hacer, os ponéis en camino a ver que os puede ofrecer Bror el enano. Elmarel os acompaña y durante el camino halláis a otros viajeros que llevan la misma dirección.

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Fosco Brandigamo.

   Inspirado por las historias que corren como cerveza derramada sobre la historia del dragón de la Montaña Solitaria y sobre todo, ¡de su tesoro!, al final has decidido salir a ver mundo y abandonar La Comarca. Tras un par de años de vagabundeo no has hallado ningún tesoro ni has tenido ninguna notable aventura, pero has acumulado algo de experiencia.

   Te has dirigido a la nueva Ciudad del Lago, Esgaroth. Allí, conociste a Bror, un enano. Tratándose de enanos, hablar de amistad es excesivo, pues es bien sabido que no dan su amistad a la ligera y se tarda tiempo en recibirla pero caíste en gracia al gruñón enano que parece que estuviera pasando por una mala racha.

   Una noche, quizás con alguna cerveza de más, te murmuró en voz baja, mirando a todos los lados, que una antigua disputa familiar le preocupaba. Debía reunirse en unas semanas con sus primos y otros familiares en el cruce del Anduin y el Celebrant, cerca de la linde del Bosque de Oro para zanjar algunos temas. Tras mirarte fijamente, te sugirió que fueras a verle por tu cuenta y quizás podrías ayudarle en una tarea. Se negó en redondo en que le acompañaras y sólo dijo de forma misteriosa que era mejor que no os vieran juntos. Después de esa noche no le volviste a ver y por lo que sabes, abandonó al día siguiente la ciudad.

Allister.

   Has vuelto a la recién construida Ciudad de Valle, tal vez, hasta has contribuido a ayudar en su construcción. Nada queda ya de la hacienda de tu familia en las antiguas ruinas del páramo. Por lo que sabes, eres el único miembro de tu familia que queda vivo y hoy en día tus posesiones se limitan a una casa en la nueva ciudad de Valle, tu título y poco más. A pesar de ello, es probable que los eruditos y otros versados en historia aún te reconozcan de tu linaje.

   En tus vagabundeos has trabado contacto con Tarlang, mercenario y vagabundo que está al servicio del Rey Fengel de Rohan como batidor y mercenario. Es Tarlang quien te ha contado que hay una familia de enanos que se dará cita en la confluencia de los ríos Celebrant y Anduin, en unas semanas. Parece que tienen algún tipo de problema con algún tipo de disputa y te sugirió que se podía ganar mucho dinero honrado echando una mano. Un título no da de comer, así que te pusiste en marcha hacia el lugar de reunión donde esperas hallar acampados a los enanos.

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Orillas del Cauce de Plata, cerca de la confluencia del Celebrant y del Anduin.

  Nos encontramos en el 2945 de la tercera edad, dentro de poco, para la estación cálida del año que viene se prepara la celebración de la victoria de los 5 ejércitos al pie de la Montaña Solitaria en Esgaroth, pero aún quedan varios meses para la celebración de la victoria.

   Un grupo de ocho personas viajan juntas, algunas a pie, otras a caballo, por la orilla del río. Acompañados de un joven erudito que se ha presentado como Elmarel viajan tres rohirrim con pintas de guerreros;

   Uno de ellos es un hombre de noble porte con daga al cinto, una gran cimitarra y viste coselete de malla. También lleva un arco corto, un escudo y una daga con su vaina al cinto. Tiene un brazal de bronce decorativo en uno de los brazos, carga con una mochila y se mueve con el porte militar que sólo los guerreros entrenados tienen.

   Otro es un hombre fornido embutido en un coselete de malla con un pequeño arsenal en que destaca un enorme hacha, así como un hacha más pequeña, una espada, una lanza y parece que lleva también algún cuchillo o daga, estas armas por lo menos. Si no fuera porque Elmarel al presentarse comentó que viajaba con unos compañeros eorlingas, casi hubierais pensado que es uno de los enormes beornidas de Beorn.

   El tercero es un hombre que parece hallarse como en casa en campo abierto, lleva espada larga, daga y cuelga un gran arco a su espalda. También enfundado en un coselete de malla, le cuelga de una cinta un cuerno para beber y lleva una colorida capa de brillantes colores. Desde que se ha unido a vosotros no se ha equivocado ni una sola vez de sus pronósticos del tiempo que iba a haber durante el día al levantarse.

   Más tarde a este grupo se juntaron dos hombres en un breve intervalo de tiempo.

   Uno es un elfo del bosque, es imposible no reconocer el porte de los primeros nacidos. Lleva un bastón en la mano, se ve un instrumento musical, un arpa de mano, colgando de su cintura. No parece llevar armas salvo una pequeña daga en su funda del cinto. Viste una llamativa túnica de color rojo, se protege de las inclemencias del tiempo con una capa gris y brilla una pequeña joya blanca colgando de su cuello.

   El otro es un hombre taciturno. Uno de los hombres del bosque sin duda, le acompaña uno de esos enormes perrazos que son casi hasta más grandes que un lobo, los cuales son típicos de las comunidades de los hombres del bosque de las Tierras Ásperas. Cuelga del cinto de una decorada vaina una espada repujada con adornos de plata, bastante impresionante. Viste un jubón de cuero, pero por las partes que no están cubiertas por el jubón ni su capa de viaje verde oscura sobresale una túnica de color purpura casi negra. Lleva un bastón largo parecido al de los caminantes.

   Luego apareció el hobbit, Fosco Brandigamo dijo llamarse, parecía risueño como todos los hobbits, aunque quizás no lo supierais porque igual era la primera vez en la vida que se veía a un hobbit en estos lugares. Lleva un jubón de cuero a su medida, con pinta de tener poco uso y una espada corta en su vaina, con su mochila la espalda y su tabaco de pipa y todo eso de los hobbits. Lleva un arco corto y se apoya en un bastón de buena factura, adecuado este a su tamaño claro, y por tanto más pequeño que los bastones del elfo y el hombre del bosque.

   Por último se ha unido al grupo de viajeros un hombre de regio porte embutido en un coselete de malla, con una excelente capa con forro de piel. Un amuleto con la pluma de un cuervo cuelga de su cuello. Una espada ancha en una decorada vaina está al cinto y carga con un gran arco a la espalda. Camina con la confianza de que los caminos en tierras salvajes no le son ajenos, sin inmutarse por los gritos de los animales del bosque.

Un numeroso grupo se ha formado, ha Dastar le ha parecido buen presagio tener un grupo tan variopinto lo que indicaba que habría un equilibrio en habilidades y destrezas, claro, si todos iban en respuesta a la solicitud del señor enano Bror. Atrás quedaron las paredes del Abismo y el campo abierto y los parajes exóticos le eran un ambiente más propicio a su naturaleza. Había donado a la armería del Abismo su antigua espada después de recibir a "Sedienta", así había nombrado a aquella arma que le fue entregada luego de su participación en la defensa Helm, esperando a que otro la portara con orgullo rohirrim. 

Baldred hacía pocas cosas que recordaran a los caminos. Se le veía incómodo durmiendo en el suelo y comiendo bayas, pero aún así siempre tenía una sonrisa en la cara. A los eruditos, les enseñaba sus heridas de guerra, algunas de las cuales eran recientes. Comentaba a viva voz que estaba vivo gracias al buen hacer de sus compañeros y sabía que, juntos, eran capaces de superar la mayoría de los peligros. 

Hablaba con una lengua voraz y entrenada y, en su forma de comunicarse, se veía claramente que no era el hijo de un granjero. Sin embargo, cuando le preguntaban por sus orígenes siempre cambiaba de tema con rapidez y poco sabían de ello sus compañeros. 

Le resultó gracioso ver un hobbit. Había oído hablar de ellos, pero nunca había visto ninguno. Lo cierto era que Baldred tenía sentimientos encontrados, por un lado prefería hablar con el hobbit y con los eruditos más que con sus propios compañeros. Por otro lado, se le notaba mucho más relajado cuando estaba cerca de estos. 

- Espero lleguemos pronto al encuentro de los enanos. - dijo Baldred - Tengo interés en saber qué esperan sacar de la gente valerosa, cuáles serán sus objetivos. 

Un grupo extraño el que se había juntado... y variopinto, habida cuenta de la presencia del elfo y el hobbit. Conocía poco de aquellas razas pero si estaban allí entendía que sus habilidades eran buenas. El elfo parecía ser un hechicero mientras que el hobbit.... bueno, desconocía que tipo de habilidades podría tener, pero al ser de pequeño tamaño debería ser más que fuerte ágil y rápido. El resto por su aspecto se podía deducir que eran más guerreros que otra cosa.

Ceorl iba en silencio, tranquilo durante la marcha. Era un buen para disfrutar del viaje, habida cuenta que quizás más adelante no tendrían una oportunidad como aquella.

Cuando me encontré de sopetón con el grupo de viajeros, esperé a que estuvieran casi a mi vera para salir de entre los matorrales y presentarme, habida cuenta de que ya los había estado observando desde la distancia y no parecían ser súbditos del Oscuro. Una vez salí, me presenté como un buen hobbit debe presentarse, diciendo su nombre, apellidos, segundos apellidos, terceros apellidos, lugar de origen, aventuras vividas, color favorito, comida favorita y cien cosas más que salieron atropelladamente de mi boca en un santiamén. ¡Y todo esto sin tomar apenas aire! Y terminé con un:

-"... pero me podéis llamar Fosco Brandigamo, de La Comarca." Dije alegre y respirando por fin.

Los viajeros me dejaron acompañarles y decidí viajar junto a ellos, dado que iban en la misma dirección que yo. Casi todos eran humanos, guerreros diestros, o esa fue la impresión que me dieron. Pero el que de verdad atraía poderosamente mi atención era el elfo, ya que nunca había visto uno. Humanos un montón, enanos también. ¡Hasta tenía un muy buen amigo enano! Pero no un elfo. Una vez creí haber visto uno en lo más profundo de la floresta, pero no sabría decir si era de verdad o no. El caso es que ahora iba acompañando a uno y podría hablar con él de todo lo que quisiera. A lo primero no hablé mucho con el grupo, dado que tenía que hacer un sobreesfuerzo para seguir su ritmo y acababa molido por la noche. Solo esperaba que me acostumbrara en breve a su marcha y pudiera por fin dar rienda suelta a mi verborrea habitual.

Al escuchar a Baldred nombrar a los enanos, agudicé el oído. ¡Yo también iba al encuentro de uno! Y al parecer, había una reunión de un montón de ellos. ¡Qué suerte había tenido en encontrarme con este grupo! Su compañía hacía que no tuviera que andar con mil ojos, aunque aún así, de vez en cuando oteaba los alrededores, por si acaso. Acercándome a Baldred y poniéndome al lado, le pregunté:

-"Perdona Baldred. ¿Qué me puedes contar sobre esos enanos? ¿Por qué vais a su encuentro?" Dije con una enorme sonrisa en mi rostro.

- Mi querido señor, Fosco Brandigamo de la Comarca - dijo Baldred muy serio. Cierto era que el hobbit le hablaba de tú, a lo que Baldred respondía con una sonrisa. No le molestaba en absoluto, pero por alguna razón, siempre contestaba con excesiva educación - Siento decir que no sabemos mucho de ellos. Sabemos que Bror, hijo de Bram, busca guerreros para solucionar algún entuerto. Estarán en las inmediaciones del Bosque de Oro dentro de poco tiempo. Vamos todos allí, en busca de aventuras y algo de oro, me temo. Es lo que puedo contarle, ya que no sé mucho más. - Baldred debía tener unos 15-17 años, y era realmente un niño al lado de Fosco, a pesar de su juventud entre los hobbits. Quizás fuera esa la razón por la que le trataba con tanto respeto. 

 Mientras los demás estaban ocupados hablando entre ellos, yo los observaba en silencio, lleno de curiosidad, tratando de averiguar cosas de ellos a través de lo que decían, sus acciones, sus gestos y lo que llevaban encima. La verdad es que estaba resultando un viaje interesante, en el que estaba conociendo a gente fascinante.

 Quien más me llamaba la atención era el pequeño hobbit, ya que era la primera vez que veía uno, aunque ya había oído hablar de ellos, gracias principalmente al famoso Bilbo Bolsón.

Escuché con atención lo que me decía Baldred.

-"¡Oh, vaya! ¡Qué coincidencia! Yo soy íntimo amigo de Bror y voy en su busca. Si resulta que hacia donde nos dirigimos es donde él está, de verdad que encontraros ha sido una suerte para mi. ¡Y encima nos encaminamos hacia una aventura! Yo aún no he tenido ninguna, si se puede llamar aventura a salir de La Comarca y recorrer los caminos. Aunque para mis congéneres eso ya es una aventura, lo de salir de La Comarca, digo." Dije alegre.

Allister McSiry, se unió a la comitiva en el camino. Intercambió cuatro detalles que le confirmaron que la senda a seguir era la misma por todo el grupo, y bien era sabido que por los caminos de las tierras salvajes, era mejor ir en un grupo de gente, o bien muy solo para pasar desapercibido sin llamar la atención de alimañas y otras criaturas...

El ya había conocido a varios primeros nacidos, pues en Valle se restauró el comercio con ellos. También conocía a varios enanos, pues al fin y al cabo, la montaña Solitaria volvía a ser regida por uno de ellos, y también comerciaban con las gentes de su raza.

Del hobbit sabía poco o casi nada. Algunas historias sobre un "Saqueador" que se paseó por las cavernas de la montaña de apellido Bolsón... No lo llegó a ver nunca, pero si oyó alguna historia sobre el, y sus "acertijos".

Los Eorlingas imponían respeto y los que parecían eruditos denostaban paz y armonía...

Por su parte, Allister era el último de su linaje. Por esa razón decidió partir en busca de fortuna, con la esperanza de poder restituir lo que antaño perteneció a su familia. En Valle estaba en su zona de confort, pero como bien le había enseñado la vida, y su amigo le había dicho cientos de veces, el título que regentaba, no le daría de comer...

Compañeros de viaje, mi nombre es Allister de la noble familia McSiry. Si no les es molestia me uniría a su comitiva para compartir la senda, y si puedo colaborar en conseguir algo de caza para las cenas, pueden contar con mi arco.

La buena compañía siempre suministra alegría al alma de uno, y además me percato que tenemos a alguien con la gracia de la canción o los relatos... Si no fuera mucho pedirle al dueño de esa arpa, podría amenizarnos la cena?. Justo después de comer él, su parte, por supuesto!!!