Partida Rol por web

Baldred iba bajando, agarrado a su caballo intentando que no se pusiera nervioso. El animal había respondido bien y se notaba que ya consideraba a Baldred algo más que un simple humano que lo montaba. Y eso era positivo. Esperaba que el caballo respondiera por él cuando hubiera peligro. Seguro que así lo haría. 

Habían pasado un par de días sin ningún percance, hasta que el camino literalmente desapareció. Más adelante había un pequeño valle lleno de ortigas y zarzas, en una depresión del terreno. El camino aquí pasaba en su día por encima, por un puente que hoy en día no existía. Habría que descender y abrirnos camino a golpe de hacha y espada para poder avanzar. Un trabajo tedioso y pesado, desde luego.

Bajé junto a los demás y me quedé de los últimos, vigilando los alrededores. La verdad es que no sería de mucha ayuda, dada mi escasa fuerza, pero sí podría echar una mano vigilando. Desenfundé mi espada corta por si tenía que cortar alguna maleza. Después de un tiempo que se me hizo eterno, por fin llegamos al otro lado de la depresión, donde el camino retomaba su rumbo hacia el noroeste.

 Después de caminar días sin problemas, nos encontramos con nuestro primer obstáculo en la nueva ruta escogida. Recurriendo a todos los trucos de supervivencia que recuerdo del tiempo que viví en el Bosque Negro, trato de ayudar a mis compañeros a abrir una ruta entre la maleza, para nosotros y los animales, a la vez que procuro evitar hacerme daaño con cualquier roca mal puesta o con una planta peligrosa...

Ceorl, al igual que el resto de sus compañeros, trabajaron para abrirse paso de aquella maleza de espinas que se interponían en su avance. 

Caleb se preguntaba por los inconvenientes encontrarían hasta llegar a Moria, mientras ayuda a despejar el camino.
-Ahora un puente caído ¿Qué será lo próximo?- dice mientras pasa la mano por la cabeza de su perrazo Urko.

—Sigamos adelante —dice el joven trotamundos—, que unos arbustos y unas cuantas espinas no será lo que nos detendrá en nuestra empresa...

Y quedándose callado empieza a desbrozar la zona para abrirse camino.

Allister, vió como su trayecto elegido quedaba truncado. El puente que tenían bajo sus pies, estaba derruido en buena parte... 

Esto fue un inconveniente que era difícil de preveer, así que en aquellas circunstancias, solo quedaba  una posibilidad. Descender al valle y abrirse paso entre la maleza.

Habían ortigas y zarzas. podrían incluso habitar pequeñas alimañas que asustaran a los caballos, así que con paciencia y tesón se dispusieron a desbrozar el terreno por el que iban a avanzar.

Vamos compañeros, la vuelta atrás no es una opción... nadie nos garantiza que volver sobre nuestros pasos, y seguir otro camino, nos libere de obstáculos que son difíciles de tener en cuenta, si no se conocen.

La opción elegida por Allister fue la de usar sus conocimientos para evitar zonas con mucha impedimenta, en lugar de usar la fuerza bruta. Ya era bastante cansado en sí el trabajo, como para además agotarse por realizar un sobreesfuerzo.

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   Con tesón y paciencia superáis el valle cubierto de maleza, zarzas y ortigas, después de desbrozar un sendero para los animales, y arrojar cuerdas para subir los bultos que descargáis de los caballos y luego arriba volvéis a cargarlos en los animales.

   Superar este obstáculo es de lo más duro que os ha tocado, quitáis hierbas, zarzas, ortigas, abrir un camino, luego izar los bultos con cuerdas y llevar a los animales por la otra ladera, os deja exhaustos y fatigados.

   Desgraciadamente, no podéis deteneros, no sólo que el tiempo os aprieta, sino en medio de estas llanuras al aire libre y con baja vegetación boscosa no es el mejor sitio para recuperarse, así que continuáis, cansados, pero seguís adelante.

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   Por mucho que miras y estás atento, no ves nada que te llame la atención. Es más, tan preocupado estás de mirar alrededor que no miras donde pisas y acabas pisando algunas zarzas y alguna ortiga...

  Atardecer del sexto día, quedan un par de horas de luz.

   El viaje por las tierras que rodean a Moria y por el viejo camino de los Enanos, llega a su fin. Habéis ascendido al Valle del Arroyo Sombrío y la gran cima del Cuerno de Plata parece estar más cerca que nunca a pesar de la distancia. Bain acelera el ritmo excitado ante la idea de ver Moria.

   Dejáis atrás bosquecillos dispersos de abedules y os internáis en las secas y rocosas colinas que hay al este de las Montañas Nubladas. El antiguo camino de piedra de los enanos está aquí bastante intacto y bordea el estrecho río mientras os conduce a las tierras altas. Ya no debe quedar mucho para llegar al Lago Espejo y al final de vuestro viaje de ida.

Superamos con dificultad las zarzas y ortigas del camino para proseguir con nuestro viaje. En más de una ocasión las pisé y eso hizo que mi pobres pies se hincharan un poco, por no decir de los picores. Como no podíamos acampar por allí, sin ningún tipo de cobertura vegetal o de piedra, avanzamos sin descanso. Exhaustos, logramos por fin llegar a lo que parecía un riachuelo que descendía del Lago Espejo. Yo no conocía nada de esto, pero Bain, entusiasmado, lo iba contando. Aceleramos el paso siguiendo al enano. Yo apenas podía mantenerme en pie, necesitaba descansar, pero aún así me vi empujado por la inercia de Bain.

-"Espero que podamos dormir un poco esta noche antes de entrar en Moria. No queda mucho para que anochezca y mis pies están doloridos y cansados, por no decir que apenas hemos comido en todo el día." Dije abrumado.

Miraba a un lado y a otro, atento a lo que pudiera pasar.

 - Fosco tiene razón, no sabemos lo que nos espera ahí dentro y sería buena idea descansar mientras podamos. Propongo que, cuando lleguemos a las puertas, si no hay ningún problema, acampemos a un lado de ellas y montemos turnos de guardia, por lo que pueda pasar, y cenemos un poco. Podemos entrar mañana a primera hora. - Sugerí a mis compañeros, mientras seguíamos caminando hacía nuestro destino, a la vez que miraba a mi alrededor, atento a cualquier obstáculo o peligro que pudiera aparecer frente a nosotros.

La propuesta del mediano era sensata y Dastar secundaba la idea. Ya habían andado demasiado y no era conveniente entrar en Moria con fatigas pues era seguro que algunos peligros los estaban esperando apenas pisaran las lindes de la fortaleza enana. 

—Hagamos caso al amigo Fosco "custodio de la llave" —dice el joven rohirrim—, no es bueno cargar con fatigas y menos hasta las puertas de Moria, pues sabemos que los primos de Bror nos tendrán algunas sorpresas para recibirnos.

—¿Está de acuerdo joven Bain? 

El camino había sido propicio para el grupo y habían llegado a Moria en un buen tiempo. No se habían encontrado demasiados obstáculos en el camino, y los que habían encontrado los habían salvado sin demasiada complejidad. A la idea descansar, Baldred asintió con la cabeza, pero sí que le aclaró un punto a Fosco:

- Hemos comido suficiente, pero es normal que a ti te haya parecido poco,... ¡comes 10 veces al día! - dijo entre risas y rascándose la nuca por debajo del casco con cierta incredulidad. Aquellos hobbits eran unos seres increíbles. ¿Cómo un ser tan pequeño podía comer tanto?

Algunos de nosotros sufrimos bastante más que otros el descalabro de tener que abrirnos paso por zarzales y vegetación baja. Al final, tras conseguir abrir una brecha que nos permitiera avanzar, nos vimos forzados a seguir el camino, aunque yo hubiera deseado dejarme caer al suelo allí mismo...

Quizás deberíamos haber usado los caballos para que nos llevaran unas horas y que los que salieron más airosos del obstáculo natural, hubieran cargado el equipaje durante ese rato, pero nadi dijo nada al respecto...

Al final llegamos al final de aquella travesía, o al menos de la primera etapa de la misma... tocaba buscar un buen lugar para poder pasar la noche en silencio y buen reguardo y recuperar algo de fuerzas para internarse en Moria...

Señores, creo que algunos estamos mal para seguir. Se tercia buscar un buen lugar donde pasar la noche, descansar, comer y recuperar fuerzas... Sin ellas no podremos adentrarnos con garantías en las estancias enanas, y desconocemos que encuentros podemos hallar... Posiblemente patrullas de orcos u otros seres que habiten en la montaña, otrora dominada por los  Señores de la Piedra. Yo mismo necesito recuperar fuerzas...

RECAPITULEMOS:

  Resultado de la Tabla de Embarque: 12 o más. Un comienzo prometedor. La compañía emprende un camino que probablemente le mostrará maravillas casi olvidadas o la enfrentará a peligros que aterran nada más pensarlos. Pero los auspicios son buenos y, si la compañía es fiel a sí misma consigue prevalecer.

   Como resultado, añade 2 a las tiradas de la tabla de Acontecimientos de viaje. Las tiradas adicionales llevadas a cabo para determinar el resultado inicial de dichos encuentros se hacen con ventaja.

   Tabla de Acontecimientos del Viaje: 12 o más. ¿Muchos encuentros? ¡Corred, insensatos! La compañía ha encontrado a un viajero por el camino, pero es posible que no se trate de quien parece ser. No se trata de un vagabundo ordinario, sino de uno de los grandes y buenos (o corruptos) de la Tierra Media. El viajero puede ser Gandalf, o Radagast, o quizás Saruman. O puede ser uno de los hijos de Elrond, Elladan o Elrohir. Puede ser Beorn o Legolas. Si la tirada de embarque fue un 1, el encuentro es automáticamente un enemigo. Si es un 12, la compañía se ha encontrado uno de los grandes poderes del Bien. (Saruman sigue siendo un Adalid del Bien en el 2945 y su destino no es inamovible a lo que ocurre en los libros)

    Tabla de Acontecimientos del Viaje: 3. Un obstáculo. Un puente roto que cruza un valle lleno de maleza molesta, ortigas, zarzas, arbustos espinosos, esas cosas. La CD es 14 (12 + el índice de peligro del viaje que es 2) El guía debe de hacer una tirada de supervivencia y cada uno de los miembros de la expedición una tirada que normalmente será de atletismo o supervivencia (incluido el guía) Si hay animales uno de ellos debe de hacer una tirada de trato con animales. Si todas las tiradas se pasan la compañía está satisfecha del trabajo en equipo y hay un +1 a la tirada de llegada (final del viaje), si al menos la mitad de las tiradas se hacen con éxito el obstáculo se consigue superar sin problemas, si son menos de la mitad las tiradas con éxito el obstáculo se supera, pero quedan agotados. Se anotan un nivel de cansancio. Si todas las tiradas fallan, quedan agotados física y mentalmente al pasar el obstáculo, un nivel de fatiga y un -1 a la tirada de llegada al final del viaje. Al final fallan 5 y aciertan 4, pero al tener caballos que pueden hacer de ponys se quedan sin fatigarse.

   Resultado de la Tabla de Llegada: 3. Llegada con el ánimo bajo. Los miembros de la compañía llegan de mal humor, deben de esforzarse para controlar sus reacciones. Todos tienen desventaja en interacciones sociales hasta que consigan tener éxito en una tirada. Esto incluye las audiencias del destino. Si hay algo bueno en este mal humor es que tienen ventaja en las tiradas de iniciativa hasta completar un descanso corto, porque están tan nerviosos que saltan a cualquier cosa que les sobresalte.

   El Ojo de Mordor: 1D20+6 contra una dificultad de 9, (con ventaja por la tabla de embarque y no es 2951 aún)

   La Caza= +9 (+2 competencia +1 Bain, +1 Aegon, +1 Allister, +1 Baldred, +1 Caleb, +1 Ceorl, +1 Dastar, +0 Fosco) Modificador por competencia: +2. Hay elfos de los bosques +1. Hay enanos +1. Hay otros hombres +1.

   El Velo= +6 (+2 La compañía viaja por tierras libres y fronterizas. +4 Se encuentra con Saruman y su magia les protegerá, lo sepan o no) Esta parte del viaje es tranquila, no llaman la atención de nada oscuro o vil. El posible encontronazo que debería haberse producido por El Ojo de Mordor (la posibilidad de llamar la atención de las fuerzas oscuras de la región) era si se sacaba menos de 9. Sin el encuentro de Saruman sería 8 y se hubiera producido, con el +4 adicional no llega a producirse, así que pasamos al segundo de los dos encuentros de la tabla de acontecimientos de viaje.

   Esta última etapa el viaje ha sido duro, tanto para los animales, como para vosotros. O tal vez hay algo en ambiente que rodea Moria, opresivo, que os pone de mal humor, de todas formas perseveráis mientras habláis entre vosotros surge la conformidad de que será mejor acampar antes de introduciros cansados en Moria.

   Una vez llegados a las fuentes y cataratas del Cauce de Plata, os detenéis para contemplar la impresionante escena que se desarrolla ante vosotros. Bain, el joven enano, parece deslumbrado, lleno de emoción al poder ver de cerca la lápida de Durin y el Lago Espejo, lugares sagrados para su raza. Sin decir una palabra acelera el paso y se precipita corriendo hacia allí. Vosotros lo seguís de forma más calmada, procurando no dar un mal paso.

   Al alcanzarlo, lo encontráis en posición reverente junto al lago, cuyas oscuras y silenciosas aguas reflejan las montañas y las nubes. Al lado hay una resquebrajada columna de piedra junto al camino que Enmarel reconoce como la Lápida de Durin. Semiborradas por el viento y  la lluvia, las runas ahí grabadas han desaparecido en buena parte y son muy difíciles de leer... para quien puede entender la secreta lengua de los enanos. A pesar de todo la roca parece emanar un aura de poder. Bain empieza a cantar una corta tonada en voz profunda y triste.

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   - Es como la había oído describir en las viejas canciones, - comenta cuando termina. - No se puede ver su reflejo en el Kheled-zâram, aunque la iluminen las siete estrellas. ¡Debo ver Moria! -

   Se levanta y dice, - las Grandes Puertas están a muy poca distancia de aquí. -

   El amplio pero decrépito camino principal conduce hacia una entrada en la montaña, queda por encima del valle flanqueado por las puertas. Por fin llegáis a la más vieja de las entradas a las Minas de Moria.

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   Oscurece, acampáis algo alejados de las puertas. Fosco encuentra un lugar resguardado y oculto de lo que pueda acechar en el interior de las cavernas. La noche transcurre sin incidentes, y si bien no mitiga la sensación de malestar que os inunda, sí que os mejora algo el ánimo.

   Enmarel se ofrece voluntario a guardar el campamento y cuidar de los caballos, pues no os seguirán a las lóbregas oscuridades de Moria, ni creéis que sean capaces de pasar por alguno de los estrechos pasadizos que podéis encontrar.

   Al amanecer del séptimo día, os ponéis en marcha. Subís la amplia escalera que conducen a las puertas y traspasáis las Puertas de Moria.

   Llegáis con el ánimo nervioso, habéis descansado, pero la atmósfera del lugar (y la llegada) hace que estéis algo irritables. Tenéis desventaja en cualquier interacción social con cualquier encuentro que tengáis dentro de Moria hasta que consigáis una tirada. Ahora, igual en Moria no encontráis a nadie con quien charlar amigablemente...