Partida Rol por web

Spike estaba apoyado sobre una columna justo a la entrada del Big Rhino, un famoso restaurante orco en el Downtown de Seatle. Tan pronto como vio aparecer a Loky se abalanzó sobre él con el dedo indice dirigido al pecho del hacker.

—¡Qué sea la última puta vez que me dejas con la puta palabra en la boca! Maldito arrogante —dijo golpeando el pecho de Loky con ese dedo acusador antes de darle un abrazo afectuoso—. Jodido cabronazo... veo que vienes bien acompañado. ¿Qué cojones quieres hacer ahí dentro?

Con la cabeza había indicado hacia el restaurante que tenía sus espaldas.

Cuando Spike se avanazó sobre Loky, el troll estuvo a punto de lanzarse sobre él. Al fin y al cabo, el hacker sabía hacer cosas que los demás no, por lo que les podía hacer falta cuando no tuviesen que pegarse con nadie. Lo cual nunca pasaba, pero por si acaso.

Por suerte, se fundieron en un abrazo, lo que hizo que Big se relajase. Por un lado estaba algo triste. Esperaba algo de acción en estos barrios orcos, no besos y abrazos.

Dando una calada a uno de sus puros, se quedó a la espera del plan.

Bum Bum echó mano a la pistola cuando el tipo se puso agresivo. Al ver que la cosa acababa amistosamente dejó la pistola en la funda. -Pueden volarte la cabeza si vas por la vida así.- susurró por lo bajo mientras revisaba la zona.

El mago, al igual que sus compañeros, se puso en guardia ante la actitud de Spike, pero al final la tensión se diluyó, y sus músculos se relajaron. Se permitió exhalar un leve suspiro de alivio.

- Y esto no ha hecho más que empezar.- Se dijo para sus adentros el viejo. Las razas metahumanas de orcos y trolls eran conocidas por sus latos índices de testosterona, lo que les hacía más potencialmente agresivos. E iban a meterse en un jodido agujero lleno de ellos.

- ¿Para qué vendría aquí Craig? ¿Querría vender la reliquia? ¿Quizás quería sacar información de alguna banda de chamanes? Despertar la piedra con su ayuda?.- Iba repasando las opciones. Le parecía poco probable que viniera a venderla ese puto pozo de mierda cuando las corporaciones se iban a arranacar los pelos por ella. No. Debía ser otra cosa. Y la solución la tenía ese tal Turner.

Spike era un flipado de los viejos tiempos y vestía con un estilo que él denominaba 'retroback80'. Loky estaba seguro de que ese estilo ya resultaba viejo antes del Suceso pero no era de los que juzgaban una computadora por su carcasa. Era delgado, desgarbado y vestía ropas de cuero desgastadas. Su peinado con melenita corta atrás y aquel ridículo bigote le daban un aspecto inofensivo, de flipado asocial, pero en realidad Spike era un crack en lo suyo. Las gafas que usaban parecían un escaparate pero Spilke veía perfectamente. En realidad ocultaban en esos enormes cristales un sistema de análisis conectado a la matriz que era una joya tecnológica. Como todo en Spike era pura fachada ocultando un tesoro. Lo suyo era arreglar sistemas. Pero en el rango más amplio: desde un servidor de datos hasta una maldita tubería de canalización. Era un rara avis, un manitas tecnológico. Podría ganarse la vida en cualquier megacorporación como 'chico para todo' pero él prefería estar en aquel sumidero entre orcos. 'Respeto tío, es lo que me dan, el respeto no se compra'.

Se libró del abrazo y levantó una mano para contener a sus impulsivos colegas. No le había pasado desapercibido que en el fondo un par de orcos habían contemplado la escena con la misma tensión que sus propios compañeros. Spike también tenía sus amigos.

- No quería hacerte esperar hombre, ya sabes que yo soy de los que van al grano. ¡Pim pam!- hizo un gesto con el dedo. Estamos buscando a alguien que ha desaparecido. Y ha surgido un nombre en nuestra investigación: Jack Turner. ¿Sabes quién es? No sabemos que tiene que ver con el asunto que investigamos. Sabemos que la persona que buscamos iba a verse con él y las referencias que tengo lo ubican aquí. Así que esperaba que tú pudieras decirnos algo sobre él. ¿Cómo lo ves?

—¿Turner? ¡No jodas! Es un puto contrabandista. Tiene un garito ahí dentro —dijo señalando al suelo— que hace de base de operaciones. La Cueva Pirata lo hace llamar.

Spike sonrió parecía que aquel nombre le hacía gracia.

En ese momento la cara de Spike cambió bruscamente. Guiñó varias veces los ojos y fue en ese momento cuando Loky también se dio cuenta. Alguien estaba intentando entrar en sus commlinks¹.

Fue entonces cuando Matisse se fijó en un grupo de orcos que se escondían en un callejón. Parecían fuertemente armados y miraban en la dirección en la que se encontraban los runners; pero no parecía que les estuvieran mirando a ellos, miraban más allá. Matisse levantó la mirada y vio un par de rótulos AR que cambiaban. El Big Rhino ahora no se anunciaba como tal... ahora había un letrero que decía "La Realidad es una mentira". Proclamas como esa o "Los Hackers de la Realidad mandan" o incluso "Si quieres pasar un buen rato, llama a la mamá de Gutter" empezaron a ser evidentes para todos. Y al final de la calle, un grupo de cromados caminaba decidido hacia el Big Rhino.

Magosto pudo ver como se iba formando la masa crítica a su alrededor. Un grupo de hackers subversivos, apoyados por un pelotón de orcos cromados, parecían tener algo personal con Big Rhino, y no era asunto suyo.

Discretamente se fue apartando del camino entre los amigos del cromo y el garito.

- Será mejor dejarles el camino despejado...- Murmuró el mago. Al menos así lo veía él. Cero ganancia por alto riesgo. Y Spike ya les había dado el nombre del garito. Sería ideal que les pudiera guiar... Allí no tenían nada más que hacer.

Intentaba buscar en su cabeza cualquier conexión entre esos flipados de Hackers de la Realidad y sus asuntos. Sonaba a grupo subversivo con tufos de percepción mágica... Pero no estaba seguro.

BumBum miró a un lado y al otro. -Ehhh chicos...- Su fuerte no eran las bandas de orcos, así que no tenía ni idea de qué iba aquello, pero tenía pinta de que esa calle iba a experimentar una lluvia de balas. -Creo que mejor nos ponemos a cubierto que parece que va a llover...

Magosto ya estaba retrocediendo así que agarró a Loky por el hombro y tiró de él hacia atrás con una mano hasta ponerle detrás suyo mientras la otra caía casualmente hacia un lado. Con Loky situado tras él, comenzó a retroceder mirando a ambos lados. Al tiempo evaluaba la situación buscando la mejor cobertura para refugiarse mientras aquellos dilucidaban sus problemas. Una vez localizado un contenedor de sólido metal tras el que resguardarse cayó en la cuenta de algo. -¿Es cosa mía o cada vez que damos un paso nos encontramos en medio de un tiroteo? ¿Será casualidad?

Big Cojones se quedó un momento anonadado. Igual sí que sabía un par de cosas sobre las bandas.

Big conocía a esos tipos, los orcos. Eran los Skraacha una banda callejera venida a más que casi parecía un grupo paramilitar que una banda. Su lucha era la protección de los residentes de los Subterráneos. Los otros eran los Hackers de la Realidad, un puñado de pandilleros fuertemente cromados especializados en el robo de datos en lugares especialmente complicados.

—Habéis pedido refuerzos, ratas de cloaca —dijo el que parecía ser el cabecilla de los Hackers—. No vais a impedirnos hacer nuestro curro.

En ese momento Loky comprobó como, por más que lo intentó, alguien había entrado en su sistema y... ¡puff! Algo había saltado en el interior y sus ciberojos comenzaron a captar más luz de lo normal. Tanto que quedó deslumbrado¹

Tanto los Skraacha como los Hackers tenían sus armas preparadas y eso iba a desencadenar en una batalla campal con los runners en el medio. ¿Cómo iban a lidiar con esa situación?

Big miró a los tipos que habían aparecido. No tenía muy claro qué había pasado, pero el caso es que por fin iba a haber algo de diversión.

Cogiendo su hacha, buscó al tipo más cercano para explicarle lo que pasaba cuando alguien le increpaba algo.

El cabecilla de los Hackers se acercaba irremediablemente al grupo. Big dio un paso al frente mostrando su enorme hacha que blandió contra ese Hacker. El movimiento había sido preciso pero no consiguió herir al hacker por muy poco. Big estaba encarado a él y ahora sabía que estaba vivo por una simple casualidad.

Por detrás de los runners, los Skraacha empezaron a cargar las armas. Cinco de ellos se asomaron por el callejón y comenzaron a disparar sus pistolas contra los Hackers y la sangre empezó a correr. Dos de los hackers se la realidad cayeron al suelo visiblemente heridos.

Dos Skraacha más avanzaron hasta un grupo de coches y apuntaron a los runners.

—¿Refuerzos? No hacen falta refuerzos para acabar con cuatro nenazas.

De inmediato las dos pistolas dispararon sobre Big y Matisse. Las balas rebotaron sobre la gruesa protección de Big pero Matisse no tuvo tanta suerte. Era un rasguño, pero le iba a dificultar su movimiento.

Loky no veía sentido a arriesgarse en medio del tiroteo. Intuía que la otra banda podría hacerse cargo de los hackers, y si a eso sumaba a Matisse y Big Cojones... pues lo sentía por los enchufados. Pero él, desde luego, no era un hombre de acción. Así que aprovechando la cobertura que le brindaba Matisse se coló dentro del Big Rhino a esperar que escampara la lluvia de balas.

Los hackers parecían no se buenos disparando. Sus disparos se habían perdido muy lejos de sus objetivos salvo uno que impactó en el brazo de uno de los Skraacha.

El resto de hackers se escondieron detrás de los coches buscando una mejor opción. De pronto, Loky detectó una nueva intrusión en su terminal. ¿Qué diablos querían esos hackers de él? O lo echaba pronto o sus transacciones podrían estar comprometidas.

Matisse sacudió la cabeza para despejarse, el disparo ese le había dolido. A la primera no funcionó así que se restregó los ojos. Eso funcionó. Sacó el rifle de debajo del abrigo y devolvió el fuego al tipejo infecto que le había disparado mientras retrocedía hacia el garito.

La ráfaga le dio de lleno. -Eso por cabrón.

El viejo no sabía muy bien donde meterse. Las balas habían empezado a volar y aquello se ponía muy peligroso. El monstruo del hacha parecía inmune al plomo y el negro loco aguantaba los balazos con bastanet naturalidad. Cosas de los represores de dolor y el exceso de cromo. Los samurais callejeros eran más máquinas que humanos.

El hacker se había refugiado en el antro, lo que le había parecido una gran idea, pero al ver como Matisse también se retiraba hacia allí ya no le parecía tan buena idea. Aquello se iba a llenar de fuergo enemigo, y las balas perdidas podían acertarle.

Magosto buscó una cobertura algo decente cercana, pero lo bastante lejos como para no ser objeto de aquel absurdo intercambio de fuego. Miró de cubrirse detrás de un contendor de basuras- En esta zona no deben de vaciarlos muy a menudo, y el relleno será cobertura extra.- Pensó el mago. O a falta de algo tan robusto, cualquier cosa que pudiera darle protección hasta que la granizada arreciara.

- Spike!.- Le gritó al orco, para indicarle que le siguiera, apartándolo de la línea de fuego. No le gustaría que lo frieran, aunque en aquel caso no estaba seguro de quien protegería a quien si las cosas se ponían feas.

Spike siguió las indicaciones de Magosto y se agazapó con él detrás de unos contenedores.

—Maldita sea... están tratando de joder a Loky —dijo algo apurado mientras cogía su terminal—. Tengo que ayudarle. Cúbreme.

El pobre Spike no conocía al viejo mago.

Dentro del antro, un gran orco miraba enfurecido a los "clientes" que se refugiaban en su tienda.

—¿Qué cojones hacen esos aquí? Pensé que la última vez había quedado claro —dijo mientras se dirigía a la trastienda. El resto de la comitiva salió apresurada por una puerta trasera.

Magosto parpadeó ante la petición de Spike, con una tímida sonrisa. Que le cubriera había dicho. Se puso en el lado exterior del contenedor y sacó media cara de detrás del contenedor, para ver el movimiento orco, y luego pasó la vista de los locos colmilludos al hacker vintage. No sacó arma alguna, no fuera que lo confundieran con una diana potencial. Su pequeña arma seguía en su funda de manga. Si alguno de aquellos locos decidía que eran un blanco potencial, ya pensaría en otra cosa. Maldijo para sus adentros al jodido Spike por atraer fuego hacia él. Si uno de los hackers enemigos identificaba la señal de Spike allí, o veían su terminal, quizás decidían saludarles con una ráfaga de plomo. Pero en cualquier caso, no iba a ser algo tan rápido. No si había un jodido troll como un autobús repartiendo guantazos y un negro loco disparando... Dudaba que un viejo y un greñudo enclenque fueran a ser el objetivo principal.

Respiró hondo y salió por unos momentos al espacio astral. Quizás (solo quizás) aquello iba más con ellos de lo que creía. Si iba con ellos, iba con la reliquia Morel, y si iba con la reliquia, iba con magia. Cualquiera interesado en esa chuchería, tenía que ser un practicante de las artes arcanas.

Big Cojones miró a un lado y otro. Eran demasiados, y Matisse era bueno disparando, pero o tenía un bazoca o se lo acabarían comiendo vivo. Si querían salir de allí, tendrían que ir pensando en replegarse.

—Igual deberíamos posponer esto para otro día —sugirió el troll al mercenario mientras lanzaba un hachazo al tipo que tenía delante, que pese a que le había dado, no había conseguido penetrar su armadura.

Los hackers abrieron fuego en varios sentidos. Dos Skraacha fueron impactados por las armas de los Hackers, que seguían acercándonse, y cayeron al suelo malheridos. Un par de ellos estaban dentro del área de alcance de Big Cojones.

Los orcos contestaron con contundencia enfocando sus disparos contra los hackers de la realidad. La lluvia de balas afectó a los Hackers pero aún así habían tenido suerte. Se habían salvado de una buena.

Mientras tanto Magosto había saltado al espacio astral en busca de alguna respuesta.