Partida Rol por web

Fredric corre como una fiera esperando poder ver algo con sus ojos. Alguna pista. Algo que le indique qué ha sido de SUT. Algo que le diga cómo actuar. Hacía tiempo que no se sentía tan indefenso.

Fredric está confuso... ¿A donde iban? ¡Al Empire State! ¿Estará allí todavía? No tiene mucho sentido, pero es la última ubicación que sabe a ciencia cierta de SUT.

Fredric ni siquiera se lo piensa. En estos momentos su mente confusa le impide usar las comunicaciones o razonar de cualquier forma. Aprieta el paso y se dirige hacia el enorme edificio.

Cuando alcanza los alrededores del edificio Fredric contempla la escena: hay un incendio en la tercera planta. Los bomberos se afanan en intentar controlar las llamas. Un helicóptero de la policía sobrevuela el edificio, dando vueltas a su alrededor como un molesto mosquito gigante. Enfrente de la entrada hay tres vehículos de traslado de SWATS, y muchos efectivos de la policía y los equipos especiales alrededor del edificio. Todo el mundo parece nervioso. Las televisiones no han tardado en aparecer también... Demasiada gente, demasiada gente... Y ni rastro ni pista de SUT.

Fredric se detiene al borde de una cornisa. Una corriente de aire levanta su gabardina marrón y la eleva hasta que ésta parece una capa. La máscara cambiante muestra cómo Fredric está cambiando el rostro. Trata de buscar con la vista a SUT, pero no aparece, no aparece, no aparece.
Mueve la cabeza en una dirección y en otra, sigue buscando. Sólo ve llamas y humo. Hay llamas en la tercera planta y Quest siempre planea todo para que las explosiones sean en el punto exacto.
Fredric apunta su harpón a la cuarta planta y lo clava en el interior para pasar por encima de los SWATS y por debajo del helicóptero.

El arpón se clava en el punto exacto. Sin pensarlo dos veces Fredric se desliza por el cable a toda velocidad, tan rápido que nadie llega a percatarse de su presencia. Atraviesa una ventana sin demasiados miramientos y recoge con rapidez su arpón. El calor en esta planta es más que notable. Se encuentra en una sala repleta de ordenadores que se reparten en varios departamentos. La puerta que conduce al pasillo está abierta, aunque todo se encuentra a oscuras salvo las luces de emergencia. Se oyen gritos procedentes del pasillo: los bomberos se afanan, en la planta de abajo, por aplacar el incendio.

Los bomberos no llegarán a tiempo. ¡GRITOS!

La vena ahorta de Fredric bombea dos veces un único chorro de sangre que llega hasta su cerebro como una bomba.
Las luces de emergencia iluminan la silueta de Fredric golpeando la puerta de madera y convirtiéndola en astillas. Tras esto corre por las escaleras hacia la tercera planta, donde provienen los gritos.
Sólo escucha sus propios gruñidos.

Fredric se dirige hacia las escaleras pero antes de llegar a ellas se detiene. Un tipo vestido de negro, con chaleco antibalas y rifle automático, casco que le cubre la cara... ¡SWAT! Acaba de subir por las escaleras hasta el tercer piso, al parecer surgiendo de entre el humo. Hace señas a alguien que todavía no ha subido: no ha visto todavía a Fredric que se parapeta detrás de la esquina.

Observo como el chiflado enmascarado salta por los tejados como el poseso maniático que es y me encojo de hombros. Ese no sabe nada o no estaría aquí perdiendo el tiempo conmigo. Y sus amigos seguramente no lo sepan tampoco. No saben ni por donde empezar. Solo son una pandilla de ¡Eh! ¿Qué ha sido eso?

Me asomo a la cornisa (o lo que sea) por donde se marchó el loco y echo un rápido vistazo sigiloso a la calle.

El Espantapájaros se toma un momento para meditar sus próximas acciones, después echa un vistazo por la cornisa. Abajo la calle todavía descansa. Falta poco para que amanezca y la ciudad retome sus labores. Es un buen momento para ponerse en movimiento. Utilizando sus cuerdas con garfio el Espantapájaros decide dar un recorrido desde donde se encuentra a la comisaría más cercana.

Diez minutos más tarde observa la puerta de atrás de la misma desde lo alto de otro tejado. Espera. Y sucede lo que esperaba: un oficial sale a fumar un pitillo. Se sienta en un escalón de una puerta cercana a encender un pitillo. La estatura y complexión parecen adecuadas... Solo hay que dejarlo fuera de combate de alguna forma. Y a ser posible rápido.

Fredric agarra la parte de la máscara a la altura de la barbilla con sus dedos cortados, levanta su máscara hasta la nariz y salta sobre el swat sin pronunciar sonido alguno. Abre su mandíbula mostrando sus dientes y sus colmillos afilados y rotos por el uso y muerde al policía en la yugular tratando de sorber su vida.

Fredric se abalanza sobre el SWAT. El hombre con más suerte que habilidad acierta a girar su arma y darle un culatazo al psicópata. Sin embargo Fredric no se arreda e inmediatamente lanza una patada a la pierna del agente, que se dobla apoyándose en la barandilla de la escalera por la que sube. Fredric abre su boca sedienta de sangre y se aproxima al hombre, pero en el último momento siente un dolor agudo en sus costillas... Un puñal acaba de clavarse debajo del esternon. Lanzando una maldición Fredric retrocede para apoyarse en la pared que tiene detrás. La herida provoca un dolor constante. Sangre. Su sagre. El SWAT aprovecha la oportunidad para levantarse y apuntar con su rifle al psicópata mientras grita:

- ¡UNO AQUI!

Tras él se escuchan las voces de sus compañeros que suben por la escalera.

Fredric se abalanza sobre el policía antes de que éste pueda apretar el gatillo y le arranca la yugular de un mordisco sorbiendo como un loco toda la sangre que sale a borbotones por la herida. Absorviendo las vivencias y el pasado del policía; su madre regañándole, la vez que se enamoró de una chica, su fobia a los triángulos. Fredric se cuestiona por qué todas las almas que absorve tienen algo que ver con él mismo. Siempre. Algo raro pasa.
Pero no es momento de pensar. Las pupilas de Fredric se vuelven diminutas como el tamaño de un alfiler. Agarra el cuerpo del policía aún con vida y su arma. Mientras sigue sorbiendo.

¡No lo hagas!

Calla de una puta vez, vocecilla en mi cabeza.

¡Son una cantidad muy superior a ti! Las balas que te dispararán atravesarán tu cuerpo acabando con ambos. No será un final muy poético.

Puto Pepito Grillo.

Fredric corre hacia las escaleras arrastrando el cuerpo aun vivo del policía con una mano delante suyo y con la otra mano sujetando el arma. Cuando llega al pasillo, ataca de una manera a la cual el equipo de swat no puede estar acostumbrado. Aparece en la parte superior de las escaleras. Les dispara y finalmente les tira el cuerpo de sus compañeros para cubrirse mientras salta sobre ellos.

Las balas resuenan en la escalera. Uno de los SWAT cae al suelo cuando recibe varios impactos. El cuerpo del recién asesinado cae sobre el segundo y antes de que se recupere Fredric ya está encima de él, salvaje, desquiciado. Sus manos buscan la yugular y la encuentran. Un rápido tirón y el pobre individuo cae al suelo con medio cuello arrancado.

A los pies de Fredric se arrastra el otro SWAT. Al parecer el chaleco ha parado varias balas pero una pierna sangra abundantemente. El sociópata no se detiene. Pisa la pierna con furia y rompe el cuello de su víctima antes de que acierte a alcanzarlo.

En el pasillo que ve ante él, a unos diez metros, tres bomberos de espaldas a todo el jaleo se afanan en apagar un fuego que amenaza con tragarlo todo. La manguera les llega desde una puerta del pasillo, sin duda la han introducido a través de la ventana. Las escaleras en las que se encuentra Fredric siguen hacia abajo.

De pronto algo llama la atención del enmascarado. Disparos. Proceden de abajo. De un par de plantas por debajo... Alguien está peleando en otra zona del edificio.