Partida Rol por web

Bajo las luces de New York

Day of New York

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22/11/2012, 18:13
Director

Perfecto día en la oficina. Por todos los lados pululaba gente a sus conversaciones, charlas de teléfono y ordenadores, y el ruido de decenas de personas mecanografiando a toda velocidad inundaba el sitio junto con una mezcla de olores entre el café de maquina y el olor humano, edulcorado con un poco de ambientador.

Bienvenidos al Day of New York.

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22/11/2012, 18:15
Director

Katherine estaba centrada, como el resto de la gente de la oficina (o bueno, quizás bastante más), en su ordenador. Estaba puliendo las últimas aristas de su reportaje siguiendo las directrices de Donna, que lo había revisado asintiendo con característicos sonidos de aprobación. Se lo había devuelto sin embargo con el rostro un poco sombrío y con mirada preocupada de madre, antes de añadir.

- Me parece perfecto, nena, pero para la próxima vez busca algo más navideño.

Navideño o no, lo cierto es que Katherine necesitaba un nuevo tema de investigación y relativamente rápido, porque el mundo del periodismo es así de frenético...y cruel. Donna sabía de sus habilidades, pero su jefa también sabía que no sería la primera estrella potencial echada a patadas por fallar en una fecha de entrega. La responsabilidad de participar en un especial trimestral sobre reportajes más allá de la noticia periodística era un gran honor, pero también así de exigente...

Y de repente la cháchara se hizo carne (al menos en el pasillo) y pudiste ver a Edward Bradley pegado a su telefono movil, subiendo hacía el despacho del jefe con habitual verborrea. Que raro, el abogado no solía llegar hasta bien entrada la mañana...Un momento ¿¡Ya eran las 11:00 a.m.!?

Efectivamente. El tiempo corría a una velocidad endiablada...y había un reportaje que realizar.

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22/11/2012, 18:26
Director

Ignoraste por completo al grupo de currelas dandole a las teclas como si no hubiera un mañana para dirigirte hacia el ascensor Tenías una cita urgente con tu jefe, y te estaba costando algo más de lo normal dar las largas al imbécil de turno que se dedicaba a hacer de tu vida un infierno de hastío a traves de tu telefono movil. Quién sabe, a lo mejor el acercamiento del nacimiento de Nuestro Salvador Jesus te estaba ablandando.

Eso, o el refriado que llevabas gastando ya tres días demasiado largos. Es más, si no fuera urgente seguramente estarías tirado en la cama, dejando alelar por la estupidez que estuviesen emitiendo a esas horas en televisión. Pero la voz de tu jefe había dejado bien claro que o estabas allí antes del mediodía o podías largarte con viento fresco.

¡Por fin! El ascensor se abrió y conseguiste colgar a aquel tipo con una mezcla de excusa entre los tags de cobertura, reunión urgente y musica estridente. El espejo te devolvió la imagen de un tipo perfectamente vestido, con una cara no tan perfecta debido a tu condición física, y la secretaría de Charlmers te guió como siempre hasta el despacho. Como si no te lo supieses de memoria.

En el, sentado tras la enorme mesa de despacho pero a punto de saltar como un resorte, estaba Charlmers con una cara de pocos amigos que definía perfectamente el concepto de urgente y detrás, el que sospechabas motivo de la urgencia, Linda. La chica parecía tan molesta como el padre y no pudiste quitarte de encima la sensación de que te habían llamado para que dieras la razón a uno u otro sobre que cortinas quedarían mejor en la cocina.

Oye, podría pasar.

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22/11/2012, 18:37
Ronald Charlmers

- Ya pense que no llegarías nunca, Edward. Hablaba como si supiese que ibas a venir. Más bien sabiendo que ibas a venir. Tu Jefe dirigió una mirada mortal a su hija, que se la devolvió con bastante desparpajo cruzandose de brazos.

Ay, Dios, la que se te venía encima. Y tu con dolor de cabeza.

Charlmers resopló acomodándose en su gigantesca silla de oficina. El Trono, lo denominabas cariñosamente. Aquí venía lo importante: tu tarea. Solo esperabas que el enunciado fuera rápido y no demasiado complicado...No tuviese que llegar la de la limpieza a recoger los restos de tu cerebro a punto de estallar.

- Verás, la niña esta cabreada porque no ha conseguido un pase VIP para la discoteca esa que van a abrir. Claro, que la entrada son 15 dolares, ¿sabes? Gesticulo en exceso levantando sarcasmo a pulso, volviendo a dirigir la mirada hacia Linda. Y no podemos pagarnoslo...

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22/11/2012, 18:45
Linda Charlmers

- No es eso y lo sabes- saltó a la defensiva la hija, aún con los brazos cruzados. Su mirada se clavó en ti como las uñas de un gato. La gente normal diciendo que buscando tu comprensión. Tu sabías que lo que quería era tu absoluta obediencia a sus palabras. El pase VIP da acceso a reservados. Además ¡es el evento de la temporada! se giró hacía su padre, ofendida. ¡No puede pasar sin que haya nadie de la revista dentro para comentarlo!

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22/11/2012, 18:47
Ronald Charlmers

- Cariño, a veces era como tu madre. Era dificil saber si eso entraba en la categoría de insulto o de halago, pero Ronald Charlmers se levantó del Trono, cediéndoselo a la Reina. Y ya sabes, el viejo rey murió, larga vida el rey. Linda te miró con una sonrisa de suficiencia de oreja a oreja, mientras su padre se alejaba poco a poco y con él tu esperanza de abandonar el lugar con rapidez.

Me tengo que ir, Edward. Echó un rápido y despistado vistazo a su móvil, mientras su secretaria se acercaba a llevarle el abrigo. Encargate de esto con Linda.

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22/11/2012, 18:50
Director

Notas de juego

Lamento la longitud/acciones predefinidas tomadas en la cinemática, pero es por no alargar inncesariamente una escena donde no ibas a poder hacer mucho...Si hubiese algún problema por alguna cosa, ya sabes...aquí estamos. ;)

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23/11/2012, 01:38
Katherine Aldridge

Sus dedos aporreaban el teclado del ordenador de su pequeño cubículo. Las teclas sonaban tras los golpes como si fueran a salir despedidas de inmediato y la joven periodista no se detenía ni un segundo. De vez en cuando comprobaba los apuntes de su libreta para corroborar lo que iba escribiendo, pero el grueso de sus ideas lo tenía en la cabeza. Simplemente las palabras iban fluyendo de su mente al programa de edición de textos que usaba el periódico. Un simple click y su texto aparecería en el ordenador de Donna, su editora. Ella tocaría otra tecla y estaría listo para salir en la edición del día siguiente.

En un determinado momento se detuvo, releyó lo que había escrito y pensativa se echó para atrás en su respaldo. -"La gente fue evacuada del edificio". -Algo le escamaba en aquella frase pero no sabía qué. Pasó la mirada varias veces por aquella línea. Algo fallaba pero no sabía dar con el chiste.

Sacó un cigarro y se lo colocó en la boca, luego lo recogió con la mano derecha y se quedó pensativa. Lo hizo bailar de un dedo a otro de su mano y golpeó el filtro contra su barbilla. Necesitaba fumar, pero eso implicaba salir fuera y en ese rato se le podía ir el hilo de sus pensamientos. En un día normal de trabajo, a esa hora de la mañana, cuando los artículos ya tienen que estar bien encarrilados para darles finiquito antes de la hora del cierre, era normal verla en ese mismo estado: con un cigarro que no puede encender en la mano y agitando su inquieto culo en la silla como si esta le fuera pequeña. 

Vio a Edward Bradley subir hacía el despacho del jefe como todas las mañanas y por un segundo creyó que por una vez en la vida aquel picapleitos de mal agüero había llegado pronto al trabajo. Nada más lejos de la realidad, era la hora de siempre, pero a ella se le había pasado la mañana a toda velocidad.

Miró al artículo. Seguía atascada en esa misma frase. Se inclinó sobre el teclado y lo miró entrelazando los dedos y haciendo crujir los diferentes huesos de la mano. -"La gente fue evacuada del edificio". - ¿Qué era lo que estaba mal?. De pronto cayó en la cuenta y se sintió tonta por haberse quedado atascada en algo tan estúpido, pero también se sintió aliviada, el bache había pasado. Se pasó los dedos por el flequillo formando una uve invertida para controlar que lo llevaba bien peinado y golpeó la tecla de borrar hasta eliminar la frase por completo.

-"El edificio fue evacuado". - Tecleó entonces. Miró la frase y asintió conforme. -La gente no se evacua, se evacuan los edificios. No puedes evacuar a una persona a menos que le des un laxante y la pongas en un retrete.- Habría sido un error mortal y se sentía aliviada de haberlo corregido a tiempo. Pensar de nuevo en ello le hizo gracia pero no se entretuvo y continuó tecleando hasta que finalmente llenó el cupo de palabras y completó su artículo. 

-Bien, está perfecto. -Se dijo a si misma tras volver a releerlo y con el ratón golpeó la tecla que se lo enviaba a Donna. Ahora solo tenía que esperar a que la editora le diera el visto bueno. Mientras esperaba soltó una pequeña carcajada, la tontería de evacuar todavía le rondaba la cabeza.

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23/11/2012, 11:55
Director

Los compañeros de Kate se giraron para mirar a la chica cuando se rió, dejando bastante claro que ellos no estaban ni tan felices ni en tan buen momento. Lo que hacían las tensiones de última hora. El mensaje de Dona no se hizo esperar, brillando en la parte inferior de la pantalla. La velocidad de la lectura diagonal de Donna resultaba verdaderamente impactante. Ah, el pitido de la mensajería interna. El sonido de la libertad.

Perfectísimo, cariño. Mandado a imprenta. XOXO

Otro día más: apenas habían pasado las doce y Katherine ya había acabado sus tareas y responsabilidades. Tenía un buen articulo que había evitado el peliagudo tema de las evacuaciones camino de la imprenta, a punto de tomar forma en un papel como un nuevo hijo que apuntar en el curriculum vitae. Cualquiera respiraría tranquilo, pero todo el mundo sabía que la periodista no podría: no más de cinco minutos.

Así que podía irse a fumar un cigarro con tranquilidad y volver en busca de la inspiración para su reportaje especial o marchar a la aventura de buscar un tema: cualquiera de aquellas decisiones tendrían el beneplacito de su jefa, aunque esta se empeñase en intentar que la joven descansara de vez en cuando con tareas de chica normal.

Precisamente, el movil de Kate vibró repentinamente en el bolso de manera discreta. Era mejor tener el sonido apagado en aquel ambiente crispado de trabajo...

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23/11/2012, 23:11
Edward Bradley
Sólo para el director

Lo que me faltaba hoy. A solas con la princesita mimada. - Por supuesto Sr Chalmers, que tenga un buen día. - despidió Edward a su director. Que bien sabes quitarte de enmedio cuando la reina del averno está cabreada. ​La voz de Linda Chalmers tenía la facultad de emitirse en esa frecuencia tan mínima capaz de hacer vibrar los cristales, hacer llorar a los bebés y en este preciso instante, hacer que el cerebro de Edward rebotara contra las paredes de su cráneo amenazando con estallar. A ver si consigo darte salida rápido y me largo a casa, guapa.

A ver si lo he entendido...  - comenzó Bradley mientras cerraba los ojos un instante. - lo único que quiere es una entrada con pase al reservado VIP para la apertura. - dijo el abogado con la mejor voz de "esto-lo-hago-sin-despeinarme" que el catarro le permitía modular. Siempre se puede llamar al jefazo, que le de un pase VIP a la princesa con el pretexto de cualquier reportaje especial y que al volver se encargue cualquier currito de turno de elaborar la sección. Si es sólo eso puede que en un rato esté todo resuelto. ¿Algo más? - finalizó con su mejor tono de "claro-que-sí-tu-eres-la-jefa" 

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23/11/2012, 23:48
Linda Charlmers

- Si. respondió con un sonrisa viperina de oreja a oreja, apoyándose sobre la mesa. Aquello era una mezcla un poco variopinta de el Diablo se viste de Prada e Instinto básico aunque dado el precario estado de la mente del abogado bien podía tornarse rapidamente en un hit and run. 

Era innegable que la respuesta de Edward había bajado el cabreo con rapidez a la princesa, pero ahora quedaba claro que el pase VIP era una mera excusa para algo más. Al fin y al cabo, era lógico: si solo quería eso podría haber dejado perfectamente que su padre hiciera de intermediario.

- Ya sabrás que en unos días inagura el museo una exposición y obviamente, estamos invitados.

Y el estamos incluía a Edward. Estaba al tanto de aquello, apuntado en el flamante calendario taschen de su cocina y en la agenda de su movil: una gran exposición del museo de antropología que había traido piezas de Egipto, Alemania y paises que no sabía ni pronunciar. Y mucho menos situar en un mapa. El evento cultural del año, donde se juntaba la jet set que presumia de tener más de un dedo de frente.

- Y yo necesito un vestido.

Edward estuvo a punto de reirse, hasta que se dió cuenta de que no era una broma.

Oh dios. ¿Que era lo siguiente, las cortinas? ¿Con todo el dinero que tenían e iban a mandar a un abogado, el mejor de su promoción, a hacer de personal shopper?

- Concretamente- Linda realizó un movimiento de manos exactamente similar al de Ronald. Y ahí Edward supo que estaba perdido, en el tejemaneje de la versión 2.0 de su jefe. Modernizada, mejorada y con un montón de hormonas femeninas de la mala hostia. de Peter Brawl.

¿Y que más? ¿Un coche de oro macizo? Peter Brawl no solo era el modisto del momento, sino un puto excéntrico con asperger. Trabajaba solo con quién quería...¿Como iba a hacer un traje a desgana en tres días?

 - Así que...dijo con tranquilidad, haciendo un gesto con la mano. Tomate unos días libres hasta la exposición. Le diré a mi padre que estabas muy enfermo. Te miró enarcando una ceja con una perfecta traducción de "no será complicado hacerselo creer". Zorra. Encárgate de conseguir eso y te compensaré personalmente.

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24/11/2012, 02:17
Katherine Aldridge

Mientras esperaba a que Donna diera su visto bueno, Kate trató de relajarse en su silla de oficina. Se echó hacía atrás todo lo que le permitía el tope de la silla y intentó no pensar en nada. Un remanso de paz en medio de una semana ajetreada... Apenas le duró cinco segundos. Empezó a pensar en que podría escribir el reportaje especial de aquel mes. Tendría que ser algún buen reportaje, periodismo de investigación del bueno. Pero lo cierto era que no tenía ni una sola idea. Por ello su cabeza no le concedió ese segundo de descanso que realmente necesitaba. Hacía girar la silla de un lado a otro mientras pensaba y su mano izquierda retocaba inconscientemente su flequillo rubio.

Poco tuvo que esperar más hasta que Donna le respondió aprobando su texto y una sonrisa de satisfacción y un par de movimientos de ratón después, el texto ya volaba camino a la imprenta para que fuera publicado. En ese momento sabía que ya no pintaba nada más en la redacción y pensó que tal vez dando una vuelta se le ocurriera algo para ese reportaje. Fuera como fuera necesitaba fumar, se llevó el cigarro que aún rondaba por sus dedos a la boca y recogió su americana. Justo en ese momento el móvil empezó a vibrar.

Rebuscó en el bolso y tuvo que sacar unas cuantas cosas antes de poder dar con él: el rímel, un pintalabios, un pequeño espejo, el mechero, un paquete de pañuelos y finalmente salió el móvil. Echó un vistazo a su pantalla para ver de que se trataba.

 

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24/11/2012, 18:33
Director

Después de la pequeña pero típica excavación arqueológica femenina en busca de lo que una necesita (y siempre está al final del bolso) Katherine consiguió sacar el movil. Al parecer había sido un mensaje o alguna alarma de la que se había olvidado, pues ya había dejado de sonar. Por suerte.

Efectivamente, en la pantalla brillaba el pequeño simbolito que indicaba que había recibido un SMS. Concretamente de Scott: con todas sus letras y signos de puntuación. La firma indudable de un amante de la ortografía y la buena calgrafía en pleno siglo XXI.

"Tenía mesa reservada en Datboka para una reunión esta noche y se ha cancelado. ¿Te apetecería venir?"

Datboka era una pequeño pero selecto restaurante donde se reunia la juventud newyorkina con unas aspiraciones y sueldo algo altas. Su pequeño tamaño hacía que fuese necesario reservar con unas semanas de antelación para poder disfrutar de comida de diversas culturas del otro lado del mundo: oriental, arabe e hindú. No era uno de esos sitios donde entras solo con traje de noche y reserva de un año, pero si que era necesario algo de etiqueta y buena suerte. Kate había tenido el placer de haber comido allí alguna vez (en una cita, pero no recordaba exactamente muy bien con quién) y lo cierto es que era un sitio agradable. Era comprensible que Scott no quisiera perder la reserva, pero...

¿En serio quedaban los secretarios del ayuntamiento para sus reuniones en ese tipo de sitios?

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24/11/2012, 20:22
Katherine Aldridge

Era un mensaje de texto de Scott. Antes de leerlo ya se imaginaba sobre que trataría y al hacerlo corroboró que sus sospechas eran ciertas. Cerró el mensaje y dejó el móvil sobre la mesa. Guardó de nuevo todas las cosas que había tenido que sacar del bolso para encontrar su teléfono salvo el mechero y el propio móvil. Si tenía que volver a montar aquella expedición a lo Indiana Jones para encontrar el mechero cuando estuviera en la calle iba arreglada.

Cogió de nuevo el móvil y volvió a leer el mensaje de Scott. No pudo evitar suspirar y poner los ojos en blanco. -Este chico...- Para nada se creía que tuvieran planeada una reunión en el Datboka, podría ser que la reserva estuviera a su nombre y al cancelarse la reunión la pudiera aprovechar él, pero aquella era del tipo de cosas que Scott solía hacer para impresionar a Kate.

Finalmente se puso la chaqueta americana y se echó el bolso al hombro. Cogió el mechero, el móvil y el cigarro y se dirigió hacía la puerta todavía con el cigarro en la boca.

-Me voy Donna. - Le informó desde lejos a su editora. Saludó a un par de compañeros con gestos de la mano y movimientos leves de cabeza y subió al ascensor. Una vez en el hall del edificio sacó el mechero que había guardado provisionalmente en el bolsillo de la americana y prendió el cigarro. Cuando salió a la calle ya soltaba la primera bocanada de humo y recogió el cigarro entre los dedos.

Chasqueó la lengua a la par que sacaba el móvil y dio a la tecla de responder para contestar al mensaje de Scott. Sus dedos escribían ágilmente en el teclado del móvil. Sólo paró a dar un par de caladas más al cigarro.

Scott era un chico majo y agradable pero no quería que creyera que estaba interesada en él y se creara falsas esperanzas por lo que su primer impulso fue rechazar la invitación. Pero por otra parte, tenía que buscar una historia para su reportaje, y Scott siempre era una buena fuente de información. ¿Por qué no empezar por allí?.

"Dime la hora y allí estaré. Negocios."

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24/11/2012, 21:30
Director

Donna se despidió con bastante más efusividad que el resto de compañeros de Kate, que farfullaron algún tipo de despedida que se suponía amable mientras seguían a los suyo. ¡Esos artículos no se iban a escribir solos!

- ¡Nos vemos, nena!- resonó por toda la oficina, y más de un trabajador hubiera gritado pidiendo silencio si no fuera por la temible furía de la redactora cuando se cabreaba.

Y es que el agudo grito de la jefa seguía chirriando en los oído de Katherine cuando esta salió fuera...

La respuesta de Scott no se hizo esperar más de un par de minutos, como si el chico hubiera estado pegado al movil para esperar la confirmación. También es verdad que dado su cargo, Scott vivía pegado a su Blackberry última generación casi tanto como Katherine vivía pegada a su portatil: eran dos adictos a sus modos de vida. Apenas se había acercado hacía la boca del metro que la llevaría a casa cuando el movil volvió a vibrar.

"Te veo a las nueve y media (¿tenía que ponerlo también con letra?) en la puerta. La reserva está a nombre de Richard Black. Tengo información."

Aquello fue una sorpresa. Por partida doble.

Para empezar quizás Scott si que tenía una reunión y una reserva en el Datboka de antes...porque ni siquiera estaba a su cargo. Y pensándolo bien, ese nombre resonaba en la cabeza de Katherine: le resultaba familiar, pero no alcanzaba a descubrir el porque.

La otra parte interesante es que se había anticipado sutilmente a sus pensamientos como un buen secretario, convocándola para informar. ¿O se había sacado aquello de la manga? Esperaba que no. Scott no era muy dado a ese tipo de artimañas y había demostrado ser muy honesto y honrado pese al tipo de cargo que obstentaba. Si brillaba era por su eficencia, no por participar en ese juego de cuervos que tan de moda estaba en la burocracia. Si decía que tenía noticias, tenía noticias. Y su criterio solía ser bastante bueno, además.

El suelo vibró con fuerza tras las capas de cemento y baldosas, indicando a la periodista que acababa de perder el metro a casa. Era una faena pero tampoco nada grave: tendría que esperar un cuarto de hora, pero tampoco tenía prisa. ¿Cierto?

Al menos hasta las nueve y media (con letra) cuando empezaría de nuevo el ciclo sin fin del periodista: el inicio de un nuevo reportaje.

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25/11/2012, 02:31
Katherine Aldridge

-Vaya... - Pensó sorprendida. Quizá había sido un poco creída, se sintió algo avergonzada por ello aunque lo cierto era que con Scott había motivos de sobra para pensar del modo en que lo había hecho. Siempre estaba tirándole indirectas y tratando de que ella se fijara en él. Y salvo por la buena información que le daba, Kate no tenía ningún interés en ese chico.

Fuera como fuese, que Scott dijera que tenía información era bueno. Muy bueno. Sería un punto de comienzo para su reportaje. Tal vez con un poco de suerte tuviera algo que le interesara. La verdad que en ese sentido nunca había habido queja por parte de Kate. Scott era una de las mejores fuentes que tenía, había sido toda una suerte haberlo conocido.

Kate sentía ese hormigueo en el estomago propio de la impaciencia, tenía muchas ganas de saber que tipo de información le iba a contar. Quería que llegara ya la hora de la cena para descubrirlo, deseaba con todo su ser que fuese algo bueno, que le diera pie para investigar alguna cosa de calidad. Mientras se deslizaba por la boca del metro bajando los escalones hacía el subsuelo de la ciudad pensó en la forma que podría darle al reportaje, aún no tenía la información y ya pensaba en que formula usar para escribir. Otra chica más normal hubiera pensado que tipo de ropa se pondría para ir a un bar tan sofisticado, pero a ella le emocionaba la información que pudiera obtener aquella noche más que cualquier otra cosa.

Mientras esperaba en el andén a que llegara el siguiente metro pensó en el nombre que le había dado Scott en el mensaje, Richard Black. La reserva estaba a su nombre. Le sonaba de algo pero no acababa de caer en la cuenta. ¿Quién era Richard Black?. Seguro que lo había escuchado antes, pero ¿dónde?. ¿Habría salido en el periódico?. Tal vez en la sección de política, siendo conocido de Scott había muchas posibilidades.

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25/11/2012, 12:35
Director

Haciendo memoria, Katherine consiguió situar a Richard Black en un periódico. Lo que no sabía es si había sido en el Day o en alguno de sus trabajos anteriores: escribía demasiado a menudo como para saberlo. Esta segura sin embargo que ese articulo no había sido suyo. Era en una noticia, eso si: nada de reportajes.

Richard Black...Richard Black...¿Quién era Richard Black?

 

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25/11/2012, 12:43
Jack

Pero una voz grave y familiar rompió el hilo de pensamiento de la joven periodista. Hacía bastante tiempo que Kate no veía a Jack, siendo sinceros, pero la suya era una relación que no necesitaba de la cordialidad y dedicación habituales. Era un contacto bastante desinteresado.

- ¿Has perdido algo, jovencita? El enorme vagabundo, completamente trajeado como siempre, se había colocado tras ella con parsimonia mientras algunos transeuntes se apartaban asustados por la imponente presencia del hombre. Muchos interpretarian la seriedad de su voz como intimidante, pero Kate sabía bien que era la peculiar amabilidad del vagabundo. Te veo indagando demasiado en las profundidades de tus pensamientos...

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25/11/2012, 13:58
Katherine Aldridge

Trataba de situar al tal Richard Black en los cientos y cientos de artículos de periódicos que había leído. Sabía que en alguno estaba la respuesta, ese nombre aparecía en alguno de ellos pero no lograba situar en cual ni que tenía para que pudiera sonarle tanto. Estaba sumergida en esos pensamientos cuando una voz a su espalda la sobresaltó.

-¡Jack! - Se alegraba tanto de verle que casi le da un abrazo, lo cual podría haber sido tomado por aquel esquizofrénico hombre de cualquier modo. Kate no sabía nunca como actuar delante de Jack, no sabía si podía tocarle y a veces hasta dudaba de cómo proceder con él. No sería la primera vez que le preguntaba algo y el vagabundo se iba dándole la espalda y dejándola con la palabra en la boca. Pero en honor a la verdad, las mejores historias que había escrito las había sacado de aquel hombre. A veces era difícil entender lo que decía y muchas otras veces había que leer entre líneas para sacar la historia verdadera, pero para Kate los encuentros con el vagabundo siempre eran provechosos. 

Había llegado a temer por su vida en las últimas semanas. No lo había visto desde hacía mucho tiempo y cuando intentaba buscarle no lograba encontrarle. Aunque a decir verdad, casi siempre había sido él quien la encontrara a ella, como en esta ocasión. Kate no lograba recordar una ocasión en la que fuera ella quien diera con el excéntrico vagabundo.

-He perdido un pensamiento. - Le dijo con una alegre sonrisa dibujada en la boca, cuando Kate sonreía se le marcaban unos hoyuelos pequeños junto a la comisura de los labios y, en paralelo, otros bajo los pómulos. -Trataba de ponerle cara a un nombre pero no logro situarlo. Se que he leído sobre Richard Black en algún periódico pero no recuerdo quien es... - Sabía que no podía preguntárselo directamente y muchas veces solía hacer aquello: lo dejaba caer como quien no quiere la cosa y a veces si había suerte Jack le daba la respuesta.

-En fin... Hace mucho que no sé de ti. Me tenías preocupada. - Kate tenía que levantar la vista hacía arriba para hablar con el extraordinariamente alto vagabundo.

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25/11/2012, 14:37
Jack

El vagabundo pareció disfrutar estoicamente del gesto y la sonrisa de la periodista. Kate dudaba que alguien como Jack pudiese decir "yo también te he echado de menos", pero desde luego parecía estar contento de estar de vuelta a su habitat de siempre.

- Últimamente se pierden muchas cosas en New York, dulce Kate. Se pierden las llaves, las carteras, los paraguas. Se pierde la dignidad y el espíritu navideño. una extraña sonrisa apareció cuando dijo esto último, como si se riera de un chiste personal e indescifrable, antes de volver a tonar su rostro a la seriedad habitual. Tienes suerte de perder solo un pensamiento, querida, pues últimamente son muchas las personas que se pierden completas. Hizo una breve pausa, como si pensase con más detenimiento lo que acababa de decir. Aunque que somos sin pensamientos ¿uh? Solo unos autómatas con rumbo grabado a fuego en nuestro genoma social...

La periodista se estaba temiendo una interesante pero desabarrada conversación sobre la identidad de la verdadera naturaleza del ser humano cuando Jack pareció volver a parte de la conversación que la joven habilmente había intentado delimitar.

- Yo también perdí algo. El rumbo.-comentó por la sincera preocupación de la mujer, esbozando una leve sonrisa en la comisura de un rostro marcado por la edad. Estuve paseando los puentes y los rios, ayudando a más gente perdida. Pero no hablemos de mí. Sus ojos, profundos como un pozo, se clavaron en los de la joven periodista. Sus palabras eran amables y bienintencionadas pero eso no quitaba que fuesen una orden determinante. Quiero ayudarte a encontrar ese pensamiento tuyo. ¿Es ese Black el que enturba enegreciendo las cristalinas aguas de tu mente? Un héroe como él no debería traer desasosiego sino calma. Nadie debería hacerte perder un pensamiento, especialmente siendo un héroe que encuentra cosas. La vista del vagabundo se perdió por los aún oscuros túneles de metro, como si allí yaciese el secreto a voces de Richard Black. El encontró la niña perdida, yo encontré el gato. Quizás seamos justo las personas que Nueva York necesita...

Así que era eso... Con las palabras de Jack Kate consiguió recordar que hace un par de años desapareció una niña de buena familia, que fue encontrada al par de días por un detective de la policia en medio de los túneles gracias a un trabajador del metro. Había sido muy sonado, el tipico alivio que saca a uno de esos días grises, pero como tal se había acabado perdiendo en la memoria colectiva entre sucesos más desagradables. Había ciento de esas noticias que se mezclaban en la densa marea periodística, y era normal que la joven no hubiera conseguido encontrarla con tan solo un nombre.