Partida Rol por web

"...el espléndido palacio Heorot, del rey Grunnarch el rojo, se ve asolado por los mortales asaltos de la criatura Grendel

El “Temerario” atracó en la costa pedregosa de la isla de Norheim. Hogar del antiguamente poderoso rey Grunnarch el rojo. La noche era cerrada por la tormenta, y difícilmente los hombres de Wolwyff pudieron desempacar los equipos.

No tenían caballo, asi que la jornada hasta el palacio sería de una hora. La lluvia caía implacable sobre los hombres del drakar. Y sobre los restos calcinados del Scrag mas grande que habían visto cualquiera de ellos.

Wolwyff es el primero en saltar a tierra.

Toman todo aquello de valor susceptible de ser robado y también todo aquello que pudieran necesitar (armas, principalmente).

Entre los hombres, fijan el Temerario bien adentro en la playa con su cadena del ancla a los árboles cercanos, trincándola con una pesada roca.

Conoce bien a Helfdanne, y sabe que preferiría mil veces ir como un guerrero a ir como un lisiado. Le ayuda a ponerse su armadura y le ciñe la espada al costado derecho.

Wolwyff tomará, su espada, sus armas, su escudo, su armadura, su capa y una bolsa con regalos para el Rey, y también hará cargar el tesoro.

Dejan a (Los PJs desaparecidos) de guardia a bordo.

...y partieron

Wolwyff lleva el hombro herido cubierto por la capa de pieles. Ya pedirá a Viejo Roble que le ayuda, si es que no cura por si solo a tiempo. Su rostro está endurecido, pues mucho se juega en esta campaña... las vidas de sus compañeros, su reputación y el bienestar de las gentes de esta tierra. Espera ser el primero en llegar, y también tener la astucia suficiente para salir victorioso.

¿Acaso ese rey no podría haber edificado junto a la costa? Maldita noche y maldita lluvia. Nos vamos a hundir hasta las rodillas en el barro - piensa Heidal mientras desembarcan.

Se despide del barco con una palmada cariñosa. Puede que no le guste navegar, pero el Temerario ha sido un buen compañero que les ha hecho atravesar una tormenta espantosa para conducirlos a tierra con seguridad. Un vistazo al Scrag que pende del costado le hace estremecer ligeramente.

- Deberíamos retirar eso de ahí, o cuando regresemos nos vamos a encontrar el barco lleno de carroñeros - comenta.

El paladín baja del barco con el un rostro realmente desolado, aun repasa en su mente la dolorosa humillación que su propia imprudencia le acarreo. El humano camina lento tras el "héroe" sin olvidar que de no ser por su leal compañero ahora mismo yacería en el fondo del mar, con frenética impaciencia acaricia el pomo de su espada cual si quisiera con esto llamar a mil calamidades para, esta vez, probar su valor y poder...

Mandaremos a buscar ese "presente" para el Rey, Heidal. Alegrad esas caras, pues hoy disfrutaremos de una buena comida y para quienes no son hombres de mar, de un suelo bajo nuestros pies.

Wolwyff ha cambiado de actitud, está mucho mas serio... ya ha llegado a su destino y ahora sus objetivos han cambiado y se nota. Quienes le conocen saben que su cabeza ya está trabajando a toda velocidad, anticipándose a lo que puedan encontrarse.

Encabeza la marcha, y echa un rápido vistazo atrás. No deja de percatarse de la actitud del paladín, pero cada cual lleva a sus demonios como puede... y el poderoso caballero es la carga de la tristeza y la devoción. "Si su sufrimiento le ayuda en combate, que sufra cuanto desee"

Fingon, Bewin y Erik se quedaron en el barco para guardarlo y protegerlo. Tras cierto descanso Helfdanne se despertó y ni por un instante quiso quedarse en el barco.
-¡Jamás!, antes morir como carroña en el combate que como un viejo debil...-
Herger sonreia y gritaba.
-¡Eso es!, ¡Helfdanne los matará a muñonazos!- Todos estallaron a carcajadas y Helfdanne mas que nadie. Parecia realmente que el corte lo había sufrido hace semanas, no hace horas.

Edgtho como siempre, se puso al lado de Aidan. Ambos, buenos exploradores, esperando la orden de adelantarse.
Eigil marchó en silencio detrás de Wolwyff, sonriente ante el buen humor del tullido. Quizá mas adelante, cuando realmente se diera cuenta de su situación, no esté tan alegre.

Viejo Roble se adelantó para ponerse a la misma altura que Wolwyff. Caminado a su paso, espero un momento. Y luego interrumpió con una pregunta ironica.
-¿Que tal va esa espalda?. ¿No pensarias que no me iba dar cuenta?.-

Tienes ojos de cuervo, viejo... siempre los has tenido. Mi espalda está bien, la armadura es fuerte.

No necesitó más de una docena de pasos para volver a hablarle al Druida

Si, estoy herido... por un descuido. Supongo que ahora es cuando me dirás que debo ser más cauteloso, y que no sea tán impulsivo ¿verdad?

Wolwyff suspira, exhalando una larga bocanada de aire caliente en el frío de la noche.

Si, supongo que tienes razon... pero sólo fue un descuido. A veces no puedes pararte a pensar si es o no es peligroso, porque siempre lo es, y cada instante ganado cuenta. Y yo no seré quien se quede petrificado mientras los demás combaten.

Wolwyff miró al anciano cuyos profundos ojos conocía tan bien.

Si... seré más cauto. Lo de los monstruos marinos fue fácil, y un héroe debe vivir para cumplir con sus hazañas. Me ayudarás con mi herida cuando estemos a solas... pero antes, Helfdanne.

Wolwyff no ha pedido nada, pero aunque sus palabras no lo han expresado, no ha sido una orden, sino una petición a un viejo amigo.

El druida le sostuvo la mirada y se formó una sonrisa en la cara.
-Solo iba a decirte que tengas mas cuidado... la armadura es cara...- Dijo con ironia. Y la sonrisa se ensancho casi en carcajada. Le encantaba combatir en dialectica con Wolwyff. Agilizaban su mente. Y estaba mas que contento con su respuesta.

Su faz se volvió seria y bajo la voz para que no lo escucharan de atrás.
-Sobre Helfdanne. Dame tiempo, quizá pueda hablar con la madre. Y quizá pueda ayudarle a sanar su destino.-

Wolwyff asintió en silencio. Sabía que con Viejo Roble no necesitaba ni bravatas ni nada parecido.

Wolwyff afianza el escudo a la espalda y se arrebuja en la capa. Manda al explorador un centenar de pasos por delante, con instrucciones precisas de NO entablar combate, sino regresar para avisar si es que encuentra algo.

Aidan se ciñe la armadura y se dispuso a avanzar a explorar los alrededores. Se quitó la capa de viaje y colgándose las espadas en la espalda, con el arco en la mano, observaba cada detalle del terreno, procurando ser silencioso, con mucha cautela.

La arena marronacea de la playa da paso al campo agreste y duro de la montaña de bosques de altos pinos. La lluvia ha derretido los neveros tempranos y convertido la tierra en barro. Las temperaturas son bajas, y os arropais en vuestros mantos.
El dia esta teñido de gris, y delante de vosotros, el bosque que trepa por la cercana montaña principal de la isla. El camino al Heorot del rey discurre rodeando la montaña por el Sureste, atravesando el bosque.

Viendo el camino que tiene por delante, Aidan decide seguirlo, mas no anda en el camino, sino que va paralelo al camino por entre la maleza y los árboles, sin perder de vista el camino. Decide seguirlo hasta encontrar algo que reportar, o sino, hasta ver la aldea. Él sabe que Wolwyff está muy ansioso de empezar a cortar las cabezas de monstruos, pero tampoco puede permitir que la compañía se exponga de manera innecesaria.

El paladín camina lentamente, el reciente combate en el que estuvo apunto de perder la vida le ha sumido en una pequeña depresión, sin decir palabra alguna se arrebuja contra en su capa para evitar en lo posible el clima, sus pesadas botas se hunden en el barro haciendo que cada paso sea un verdadero esfuerzo, el bosque que comienza a rodearles hace el camino cada vez mas tétrico o por lo menos mas peligroso, una emboscada seria su perdición en aquel lugar...

La compañía parece tener los ánimos algo más bajos en tierra que combatiendo los rigores del mar. Lo cierto es que avanzar por el barro bajo este cielo encapotado es tarea desagradable. Heidal ve alejarse a Aidan por el camino, seguramente para localizar posibles peligros que puedan encontrar más adelante, y susurra una corta plegaria por la seguridad de su compañero.

No todos en la compañía estaban alicaidos. Eigil caminaba centrada y seria, pues todavía no sabian que se podían encontrar. Aunque su paso era firme en el barro, y su armadura de pieles se ajustaba con habilidad y cinchas de cuero a su cuerpo, no podía impedir cierto sentimiento de inquietud.

Viejo Roble se mantenia en el centro de la columna, con paso habil y continuado. Aunque no era joven, su cuerpo estaba entrenado en los rigores del camino.

Aidan se avalanzó sobre el camino de tierra que cruzaba el bosque del rey Grunnarch. Sus pisadas sigilosas eran muy ficiles de detectar en la espesura, y mas sabiendo el entrenamiento que había tenido. Entonces, algunos minutos mas tarde, encontró unas huellas, pequeñas, como de niño. Que se salian del camino y se metían en el bosque. A pocos metros del camino, un pequeño zapato humano, cosido en cuero estaba en el barro, manchado de sangre.