Partida Rol por web

Eran maravillosas esas entradas de último minuto para jóvenes. Maravillosamente maravillosas. Patrick salió del Teatro Real de Madrid ya de noche; las luces de las farolas estaban encendidas y el palacio aparecía hermoso iluminado con aquella tenue luz. Las Bodas de Fígaro habían sido muy bonitas y tan sólo había pagado 21 euros por una entrada que a otra persona le habría costado 210. 

Estaba contento. 

Comenzó a caminar hacia Ópera, con la chaqueta al hombro, sujetándola con una sola mano. Se metió por una calle lateral, dando un rodeo. Su intención era coger el metro, sin embargo no le apetecía volver tan pronto, así que decidió dar una vuelta antes. La luna nueva volvía el cielo oscuro y las estrellas apenas proyectaban luz sobre aquellas callejuelas oscuras. Cuando estaba a mitad de una de ellas, un callejón solitario, con olor a viejo y el suelo húmedo por la fina llovizna que había caído unos minutos atrás, el joven pianista escuchó pasos rápidos a su espalda. 

La tarde era fría, llegaba el otoño. Y eso se notaba. Isaac caminaba lentamente, pateando las hojas caídas en la acera que se habían mojado por la fina llovizna que había caído hacía un rato. El sol ya se había ocultado pero el cielo aún no aparecía negro, sino que al fondo de la calle delante de él, aún brillaba rojizo y al fondo de la calle tras él, el gris apagado daba paso al azul terciopelo. Las farolas, sin embargo, estaban encendidas ya, pues no había luna alguna aquella noche y las breves estrellas que aún no lograban asomar al firmamento no alumbraban. 

Sólo una esquina y un par de casas lo separaban de la suya propia. A punto estaba Isaac de girar dicha esquina y entrar en la calleja cuando escuchó un ruido de pasos tras él. 

Ensimismado en sus pensamientos apenas es consciente del entorno.

Necesito una copa antes de llegar a casa.

El día ha sido duro y el cansancio va haciendo mella en el cuerpo. Desde hace un momento oye unos pasos tras él lo que le incomoda. Llega a la esquina y justo en ella se detiene haciendo ademán de estar buscando un cigarrillo entre sus ropas.

Isaac miró hacia atrás disimuladamente mientras rebuscaba en su bolsa. Se acercaba un hombre dando tumbos por la acera, estaba borracho e iba haciendo eses y agarrándose a los muros de las casas. No parecía siquiera haberlo visto. 

Sin embargo, una sombra pareció cruzar su campo de visión cuando miró de reojo hacia el hombre borracho. Apenas un segundo. Quizá no hubiera sido nada. Isaac continuó mirando un rato a todas partes, pero no logró vislumbrar nada más, salvo un gato negro que cruzó entonces la calle corriendo, huyendo del hombre borracho que lo asustaba.

El cielo se tornó oscuro finalmente, dejando a Isaac, al gato y al borracho únicamente al amparo de la amarillenta luz de las farolas circundantes. 

La noche se cernía sobre las calles de Madrid. John volvía de dar un paseo para airearse; aquella semana estaba siendo agotadora en su empeño por labrarse una buena posición en esa nueva ciudad, comidas, cenas, meetings, más comidas, reuniones de todos los tipos... apenas había tenido un momento para él mismo en toda la semana. Ahora, ésta llegaba a su fin y John se encontraba incluso más cansado. Por eso había salido a dar un paseo por la ciudad. 

Volvía paseando hacia [dónde vives?], con la chaqueta sobre el brazo; la había llevado porque llegaba el otoño, pero aquella noche no hacía frío así que le había sobrado todo el tiempo. 

Giró una esquina y entró en una solitaria calle sin farolas; no le gustaba mucho aquel sombrío callejón, pero la verdad era que, de otro modo, tendría que dar un rodeo larguísimo y lo único que quería era llegar a casa y descansar. 

De pronto, a su espalda sonó un ruido repentino. 

John caminaba tranquilamente, había decidido tomar ese atajo que en esta ocasión puesto que el cansancio lo estaba empujando hacia el limite, tras unos pocos pasos escucha un sonido y voltea rápidamente, Quien anda allí? pregunto.

Mater abrázame cuando quieras.

John se dio la vuelta y alzó la voz, dispuesto a asustar a quien fuera que lo estuviese siguiendo. Lo logró; un gato pardo que perseguía algo escurridizo maulló asustado y huyó calle abajo, olvidada su presa. El hombre siguió al animal con la mirada y, de pronto, al fondo de la calle, vio una silueta. Se trataba de una persona adulta, que lo observaba fijamente con ojos brillantes, recortada claramente su oscura figura contra la luz que provenía de una farola cercana. De pronto, esa silueta dio un paso atrás y, literalmente, se disolvió entre las sombras de una calle aledaña. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de John. 

COntéstame a la preguntilla que te he dejado en la Creación de Personajes y empezamos ;) 

pero no vayas tan rápido, de momento eres humana XD quizá te abracen de improviso, pero aún no XD

Estremeciendose un poco por la sensación tan desagradable del escalofrío John continua caminando muy despacio prevenido por si acaso ese extraño sujeto estaba aun cerca escondido, a medida que acortaba distancia alardeaba un poco con intención de intimidar diciendo Se pelear muy bien así que ni te acerques o te daré una tunda que no te quedará ni un hueso ileso. Y así continuaba caminando...

No le dio más importancia al borracho y continúo el camino a su apartamento. Se le hacía extraño pensar en el apartamento como en su nueva casa, tan mal le habían ido las cosas.

Recordaba en este mismo lugar, un par de días atrás, una calle más allá y un par de horas más tarde. También había sido un día duro, pero mucho mejor. Recordaba, Marta, una joven con la que había coincidido un par de veces en unas reuniones de empresa. Una azafata creía que era, o asistente de algo, no recordaba bien. Durante la reunión las cosas se habían puesto complicadas y necesitaba un momento de distracción para poder quedarse a solas con el posible comprador, pero el otro competidor no lo dejaba ni un segundo libre. Fue fácil convencer a la chica de que le derramase la bebida encima y le acompañase a limpiar las manchas. Me dio tiempo suficiente y el negocio quedó cerrado ante el asombro de mi competidor. Más fácil fue convencer a la chica de que me acompañara al apartamento, una chica ambiciosa ciertamente, no fue barato pero con los beneficios del negocio cubría de sobra las pérdidas.

Fue en el bar de la siguiente esquina donde nos tomamos la última copa antes de subir. Gran noche.

Me había dejado divagar por mis pensamientos, la calle seguía solitaria a excepción del borracho y el gato.

Necesito una copa.

Decidí acercarme al bar. Marta ya no estaba, no estaría nunca más. De hecho, eso era lo normal. Lo raro hubiera sido que durasen más de una noche. Y posiblemente eso se había acabado también.

Necesito una copa.

Sacudo la cabeza, me estoy ensimismando y estoy muy cansado. Mis pasos se dirigen hacia el bar a por la copa que pido a gritos.

¿e? abrazos, vampiros, ¿que tiene que ver?

XD

Nadie volvió a aparecer, el callejón estaba desierto por completo. Al otro lado de la calle, la algarabía de un bar se escuchaba apagada a través de la puerta cerrada. Un hombre de pelo oscuro y barba entró en el bar, la música del pub sonó un poco más alta y luego volvió a bajar cuando la puerta se cerró de nuevo. 

El gato volvió corriendo y se escondió entre unos contenedores cercanos. John estaba cansado, pero no tenía muy claro si quería volver a casa, esa extraña sensación le había dejado mal cuerpo. 

Entró en el lugar cerrando la puerta tras de sí; una suave música de pub lo envolvió nada más atravesar el umbral. Se dirigió a la barra a sentarse y pidió la copa. No le pasó inadvertida la mujer del fondo de la barra. Tenía una figura esbelta y pechos bien pronunciados; Su rostro era muy bonito, casi marmóreo. Lo miraba fijamente desde su esquina y cuando él la observó, levantó la copa que tenía entre las manos, haciéndole un gesto con ella, y bebió un sorbo. 

John tras esa mala sensación con el sujeto piensa que puede ser una buena idea un trago rápido, posiblemente esto lo ayudaría a dejar de lado esa mala sensación con el sujeto por lo que decide tocar la puerta y pasar brevemente por una bebida para luego marcharse.

Tomando la copa me acerco a ella. Quizás la noche no esté tan perdida.

Sabía yo que esta copa me iba a sentar bien - Pienso mirando la belleza que tengo frente a mi.

- Hola preciosa. - Comento con una sonrisa en los labios. Miro la copa que está tomando - Creo que las bebidas de este local no están al nivel de quienes las estamos tomando.

Observo la chica más detalladamente. Un rostro bello, una figura fantástica. No es normal una chica así en un lugar como este, además nunca la había visto antes por el local.

- No te he visto nunca antes, ¿eres de por aquí?

-Estoy de paso simplemente -dijo la mujer con tono remolón, con acento extranjero- tengo que esperar unos días aquí en Madrid hasta que mi jefe me diga el próximo paso así que me aburro bastante... Linda von Frizzt, encantada. 

Le tendió la mano mientras sorbía de su vaso, mirándolo fijamente a los ojos. 

- Isaac Sanchez, un placer. - Tomo su mano con la mía y no la suelto - Sería una pena que una belleza como tú se aburriera, no hay que permitir eso. - Echo de nuevo un segundo vistazo a la bebida que tiene en la otra mano y bajo un poco el tono de la voz a la vez que suelto su mano. Me acerco más para que me oiga. - Además aquí la bebida no es muy buena, yo creo que rellenan algunas botellas. - Sonrío nuevamente y tomo un pequeño sorbo de mi bebida.

- Horrible. En mi apartamento tengo algunas botellas que el dueño de este bar ni siquiera soñaría con poner a la venta. - Mi sonrisa se hace más amplia.

- ¿Unos días nada más? Poco tiempo para disfrutar de la ciudad, conocer gente... ¿Has alquilado un apartamento por aquí? Esta zona es tranquila y tiene poca animación.

Mantengo mi mirada fija en ella. Me gusta. Mucho.