Partida Rol por web

La tarde cae sobre Glasgow y una jornada de atención al Ensueño está por delante. Las quemaduras han cedido bastante, algunas horas más en el feudo de Orsi seguro que iban a eliminarlas sin dejar rastro. Ser un changeling tenía sus ventajas, en medio de toda la andanada de obligaciones, reglas e intrigas que empezabas a sentir, bullían detrás de la superficie de las corte.

Y mientras estabas en tu bar, la figura mediana y familiar de un viejo amigo te saca de tus propias cavilaciones. Sobre la barra, y con un gesto difícil de leer. Orsi estaba allí, silencioso, y esperó a que te acercaras para comenzar a hablar. Sus mejillas estaban sonrojadas, su odre colgaba de uno de los lados de su cinturón y su espada del otro. Su capa parecía quedarle más grande y su mirada reveló que pasaron unos instantes antes de anclare de nuevo en el presente, en lo que estaba sucediendo. Pasaba con más frecuencia e intuías que la banalidad estaba siendo una carga muy pesada para tu gruñón mentor. 

-Estoy orgulloso de vosotros- dice antes de que puedas saludarle. Su voz es lenta, medida. -Y al mismo tiempo decepcionado. Pensar que la baronesa no se iba a dar cuenta de que no podéis mantener los pantalones amarrados a la cintura por más de dos minutos en el feudo de una Daireann- dice mientras extrae de sus ropajes una hoja blanca doblada, que parece tener la impresión de algo.

La puso frente a sí y te miró. -Una advertencia. No véais lo que me ha costado convencerla de... tomar en cuenta lo que habéis hecho por ella- dice con algo de cansancio. De cerca, parecía aún más viejo que antes.

El barón MacBeth podía haber sido bastante más rudo. Por fortuna para ti, en medio de sus arrebatos, no pareció darle importancia a las protestas de Fawda, pero Fawda no dejó de prometer que si algo le pasaba, te ibas a arrepentir. Lo que básicamente se podía resumir como una tarde normal en el feudo.

Lo que cambió fue al volver a tu casa. En tu cuarto, el sonido inevitable de una pequeña criatura moviéndose parecía insinuar rata, pero al observar con tus propios ojos pudiste ver que se trataba de un pequeño duendecillo negro de ojos azules. En efecto, una rata. Era Mest, quien parecía esculcar y husmear entre tus cosas y cuando te siente lo suficientemente cerca, salta asustado. Sus ojos zafíreos aumentaron de tamaño, como si no creyera tu presencia allí.

-¡Errol!- dijo sobresaltado. -¿Estás vivo?... ¡Estás vivo! Es una buena noticia, o sí. Muy buena- dijo, poco convencido mientras su cola alargada se rasca la cabeza. -Esto... estaba buscando algo para recordarte. Dado que estabas muerto y eso. O bueno, eso parecía... así que estaba triste y esas cosas- dice mientras se para sobre tu cama.

-Tampoco es que tuvieses nada de valor... para recordarte- añade.

Tus compañeros salieron y dentro de la oficina, quedaste con la baronesa. La mujer parecía más imponente a solas, lejana como un glaciar y fría como una mañana invernal. Sus ojos te observaron largamente en silencio hasta que finalmente habló en tono bajo.

-Me alegra mucho que Orsi haya sido un buen mentor. Que hayas crecido en un mejor ambiente. Después... después de recibir tu caso, decidí... decidí cambiar muchas cosas. Decidí abrir Goldtree. Decidí evitar que tu historia se repitiese y de nuevo fuese incapaz de hacer nada.- sus palabras cargaban un sentimiento profundo de cariño que atravesaba su fachada, sus ojos transmitían una tibia y tímida alegría.

-Lo que habéis hecho por Goldtree, por mis estudiantes, por Alice... es incalculable. Me gustaría que vinieses más a menudo, Neakail. Serás bienvenido siempre que pueda confiar en ti y en que seas sincero y honesto conmigo.- y da un paso hacia ti, mientras sientes el frío en el aire y un vaho blanquecino comienza a salir de tu boca. -¿Puedo confiar en ti? ¿Puedo confiar en que me dirás siempre la verdad? - dice, sin sonreír, seriamente. Y hay una extrañeza en el ambiente. Hay algo detrás de sus palabras, pero no estás seguro de qué. Y la baronesa, aquella Sidhe de gran porte y elegante, parece expectante.

Ayla la araña estaba especialmente habladora esta noche. Al punto de dejarte dormir poco. Hablaba de cómo las serpientes del Ensueño estaban muy inquietas, lo cuál le causaba nervios. De cómo se hablaba de aventureros internándose habían causado estragos y de extraños rumores de artefactos que empezaban a salir a la luz. 

Y habría seguido con sus cotilleos de no ser por la llegada intempestiva de Mr. Clock por la ventana. Tocándola y entrando a la habitación, seguida por una figura encapuchada que se mantenía en las sombras.

_{-Lo siento mucho Leonore-} dice mientras saluda con una venia y retirándose el sombrero. _{-Pero mi acompañante ha pedido insistentemente hablar contigo cuanto antes. No quiso esperar por asuntos propios... además de otras cosas que será mejor no decirlo aquí-} menciona el Sluagh algo incómodo.

_{-Es ella-} dice Clock mirando al encapuchado, mientras este da un paso hacia adelante.

-Es un plassseeer, Leonore- dice la figura, y la escasa luz de tu cuarto revela unos rasgos escamosos y unos ojos con una pupila rasgada que pareciera brillar en la oscuridad. El extraño hace una venia rápida y serpenteante.

-Vuesssstra reputassssión es conocida entre mi gente. Nunca la bibliotecaria ha negado nada a la progenie de Nathair. Asssssí que en esssstossssss tiempossss de trissssstessssa acudo a vuessstra ayuda. Mr. Clock me ha vuesssstra condisssssión, pero aún assssí tenía que intentar sssssolissssitar vuessstra assssistencia- dice dando un paso hacia adelante.

-Oh, bibliotecaria. Nathair, nuessstra madre, bussssca a lossss asssesssinos de su hijo, Mordraugh, ssssssseñor de lasss catacumbasssss. Ayudádnossss a capturarlosssss y a cambio, osssss llevaremosssss a vuessssstra biblioteca, perdida hasssse décadasssss. Sssssabemosssss ssssu ubicassssión y podemossss guiarte de vueltaaaaaa- dice, mientras sisea con intensidad, esperando una respuesta pronta a su oferta.

Orsi te había entregado una pequeña llave y las instrucciones para ir a un árbol en cierta zona a las afueras de forma discreta. -Se trata de Arabella- dice con seriedad. Y ante la posibilidad de acompañarte, niega suavemente la cabeza, diciendo que no era lo que tu hermana hubiese querido.

Así que ahora estabas allí, a unas horas del atardecer y tras haber cavado varios minutos entre las raíces exactas según el verso que te había recitado el Boggan, para descubrir una pequeña cajita de madera que sólo se abría con tu llave. Su contenido era aún más misterioso. Había dos pequeños objetos, que tenían forma de huevo, y que brillaban como si hubiesen sido tallados en una piedra especial. Su superficie era lisa y algunas grietas se veían en los artefactos. Uno estaba marcado con una pequeña O, y el otro con una A. Bajo ambos, había un pañuelo rojo que contenía lo que parecían los pedazos de un una moneda antigua del tamaño de un puño, doblada y plateada, partida en al menos seis piezas, y con la pieza central faltante. Había un extraño texto en el borde que no entendías y una incomodidad latente al manipular aquel objeto.

Y finalmente, sobre la tapa, en el interior, había una pequeña nota escrita a mano en un post-it. "Observa primero el mío. -A". No había nada más que indicara con relación al contenido, nada más que indicara que era el medallón, o los artefactos, y ningún mensaje más completo por parte de tu hermana perdida. Sólo la ausencia de preguntas en medio de una noche clara, y el sonido de los grillos que comenzaba a ambientar el enigma de aquel inusitado tesoro.

La madeja de preguntas que se han gestado en su interior durante todo estos años, quedan petrificadas en la boca de Neakail, congelados por la presencia gélida de Lady Ban. Por breves momentos, es capaz de mirarla de vuelta, pero pronto el escrutinio hace que su imponencia le haga bajar la mirada.

Luego las palabras hacen el resto. ¿Incapaz de hacer nada? Su mente reproduce el interrogante dentro de su cabeza, una y otra, como un bucle tortuoso. De nuevo vuelven memorias que jamás habían conseguido descansar en paz. Los flashes de aquella conversación entre Orsi y ella…

Asiente un par de veces con la cabeza, corroborando que Orsi ha sido un buen mentor. El mejor que haya podido tener a todas luces. Pero su boca sigue paralizada, sin saber muy bien cómo proceder a una conversación que había estado esperando hace ya demasiado tiempo.

- Me rescatasteis y pusisteis en buenas manos. Hicisteis bastante, a mi parecer, y siempre os estaré agradecido por ello – acaba articulando, ahogando por momento la urticácea de los celos que sintió al pisar por primera vez Goldtree.

Después alza la mira, al tiempo de verla dar un paso hacia él y contemplar el vaho emanando a la vez que sus palabras.

- Lo hice por vos… – añade, tras sus palabras - … y por Orsi. Porque pase lo que pase siempre estaré de vuestro lado y colaboraré en lo que sea necesario. Siempre.  – algo de él no estaba de acuerdo con eso, pero la mochila sentimental en estos momentos era mucho más pesada que cualquier otra cosa.  El cariz extraño que toma después la conversación hace que la mirada del Nocker se torne uno tanto inquieta – Podéis confiar en mi … – dice solemne y extrañado porque se cuestione algo así, después de todo. -  ¿Sucede algo?

Kyran miraba su club con ojos de enamorado. En su aventura en busca de Alice había temido por su Ensueño. Por perder la noción del tiempo en el otro Ensueño y que al regresar algo hubiera cambiado o lo hubiese perdido. En cuanto habían dejado la Academia se había encargado de llamar a Meg para decirle que al final había regresado sano y salvo y no hacía falta que se encargase de nada. Y lo siguiente que había hecho había sido ir al local y acariciar la barra con los dedos, llenándose los sentidos de aquel lugar. Y es que amaba más aquel lugar que a cualquier persona que pisara la tierra salvo, tal vez, a Gwyneth.

Ver aparecer al viejo le sacó una amplia sonrisa. Siempre era agradable tenerlo cerca y Orsi bien sabía que era más que bienvenido en el Ensueño. El sátiro se acercó hasta él y apoyó los codos en la barra, prestándole atención. Frunció un poco el ceño, con claro desacuerdo ante la idea de que hubieran hecho nada malo en aquel feudo y tomó la hoja de papel que le ofrecía. 

—Nunca entenderé por qué nos plegamos a los tabúes otoñales —protestó, mascullando entre dientes—. La pasión honra nuestra naturaleza, la ensalza y eleva. ¿Qué seríamos sin nuestras pasiones, viejo? Polvo y cenizas —se respondió él solo y extendió una mano para ponerla sobre el antebrazo del boggan en un gesto de cercanía y amistad—. Pero gracias por tu intervención. 

Tras esas palabras, llevó la mirada al papel para leer lo que ponía.

Estaba por decirle a Ayla que seguíamos charlando mañana, porque eso de los artefactos sonaba muy interesante pero se me me estaban cerrando los ojos. Cuando entró Mr. Clock por la ventana me erguí de inmediato pues estaba tirada en la cama, viendo que traía a alguien más acabé por levantarme. Hice una inclinación con la cabeza a ambos.

^{_{-Buenas noches a ambos, siento no poder ofreceros nada porque mi padre duerme..}}.- digo con educación y luego miré a la figura de la que poco discernía en la oscuridad.

No conozco al invitado de Mr. Clock pero él sí parece conocerme y bien, habla de otras vidas de las cuales solo recordaba retazos. Inclino ligeramente la cabeza cuando me explica que su madre busca a los asesinos de…

Ah… ¿Ese no era el nombre de…?

^{_{-No sé si podré ayudar en esas cosas, yo de asesinos y eso no sé. Además que he estado poco en el Ensueño y no debería ir sola-}} no se me daba bien mentir, pero era mejor no hablar mucho del tema. No había matado a nadie, ni había visto cómo había pasado pero no iba a contar detalles tampoco. –^{_{No recuerdo a vuestra madre, lo siento-}} añado mirando a la figura y luego a Mr. Clock que me había traído a quien fuera a mi casa, lo cual no me parecía del todo correcto.

Deanna se había dirigido al punto indicado con el corazón en un puño. No sabía qué podía encontrarse, ni por qué Orsi no le había entregado antes aquel mensaje de Arabella. Quizá debía esperar. A que pasase algo, o a que madurase un poco. O a que un eclipse volviera a robarse la luz del Ensueño. No se le había ocurrido preguntar. Ya habría tiempo para eso después. 

Lo importante era estar ahí, en ese preciso instante, ante las raíces de aquel árbol. Pensó en que, en algún momento, Bella había dejado ese cofre y había escrito aquella nota. Antes de que se terminase de olvidar de quién era Orsi. Quizá antes de que sus historias ante la chimenea empezasen a perder el hilo bajo la cruda garra de la demencia senil. Deanna pensó en todo aquello, y suspiró, temblorosa. 

Abrió el cofre, con profunda expectación, y se olvidó de respirar durante varios segundos. Acarició los fragmentos de medallón, y aquellos artefactos, sin entender. Las instrucciones, señalaban al pequeño huevo con la A marcada, y Deanna, o más bien Ostara, dudó. Quiso pensar que Bella no había tenido la necesidad de dejar una instrucción creativa, en algo que parecía ser tan importante. Nadie le había preguntado qué artefacto debía examinar primero, y a los gatos, cuando no se les preguntaba nada, no les nacía tanta necesidad de adornar una verdad que muchas veces era simple y aburrida. Así que, se decidió por hacer caso a su hermana, y cruzó los dedos, esperando no haberse equivocado. 

Volví a mi casa satisfecho. Los mimimi y los blablabla de Fawda no iban a estropearme el buen humor. Además, no tenía dudas de que si alguna vez necesitaba separarme de él encontraría dónde ir. Y Orsi no parecía un mal tipo. También empezaba a pensar que si seguía ganando puntos y Fawda limitándose a quejarse quizá en algún momento el barón lo mandaría callar. Eso sería divertido, aunque esperaba no estar a solas con él luego.

Llegaba de vuelta pensando en mi hermana, en cómo contarle la cantidad de vidas que había salvado una y otra vez y en si darle el cuchillo de hierro frío a ella. Por si acaso. La gente era muy cerda, y los changeling mal. Si alguien intentaba algo contra ella por ser mi hermana, tendría cómo defenderse.

Al entrar en mi cuarto y ver a Mest sonreí tanto que hasta se me arrugaron los ojos.

—¡Mest! —grité mientras él hablaba y corrí a abrazarlo.

No me creí del todo su explicación. Aunque de repente me parecía adorable.

—Sí, claro, para recordarme —le dije mientras le pasaba los nudillos apretando por la cabeza—. Mest, las cosas de valor están en otro lugar —mentí—. Y tú ya estás en mi testamento para cuando me pase algo. Así que no te preocupes. Cuando muera, sólo tienes que esperar en la corte del barón hasta que lean mis últimas voluntades.

Tras esa trola me separé de él para mirarlo bien.

—¿Cómo te ha ido? ¿Cómo saliste de allí?

-Pero pude haber hecho más. Ahora lo sé. Ahora lo hago- dice la baronesa, y su voz refleja cierta penitencia, cierta tristeza que parece sincera. Alcanza a esbozar una sonrisa, feliz de escuchar tus palabras y asiente. -Gracias por tus palabras Neakail. Me alegra haber tomado una buena decisión al dejarte a cargo de Gui- susurra.

La baronesa te mira fijamente. Toma unos segundos en responder finalmente. -No sucede nada. Pero quiero saber. Si algo sucediera, algo que pusiese en riesgo a mis estudiantes, a Goldtree. Algo que fuese en contra de lo que significa e implica este lugar. ¿Me lo dirías sin reparos?- pregunta de forma enigmática. Sus ojos de nuevo parecían transmitir la profundidad ártica de su persona fría, pero había algo más detrás de sus palabras, detrás de su pregunta. Parece desear poder decirte algo, pero sólo guarda silencio y una vez más espera tu respuesta.

La hoja contiene unos correos impresos, de gmail, cuyo destinatario y receptor han sido diligentemente ocultados con un marcador negro. Sin embargo contiene un simple mensaje que parece venir en respuesta a una cadena más larga.

"Muy bien. En tres días haremos una inspección del local "El Ensueño" a profundidad. 

Gracias.

Cordialmente

E. Wilkins"

La fecha era del día de hoy. Orsi esperó a que terminases de leer, y simplemente suspiró.

-No todos compartimos vuestra definición de pasión. Y si quieres disfrutar de esta vida un poco más antes de pasar a la siguiente, tendréis que aprender esto.- dice lentamente. -En especial cuando vuestra definición involucra provocar a una Sidhe que, de no estar agradecida, no habría tenido reparos en envenenaros- dice con un aire de seriedad grave.

-La baronesa tiene la suficiente influencia como para haceros arrepentiros de no respetar su feudo como es debido. Si os ha concedido tres días y la posibilidad de una inspección, es porque así lo ha querido en esta ocasión. No volváis a cometer el mismo error- dice el anciano, quien se levanta de la silla. No parece que fuese a quedarse.

-Los demás necesitan y necesitarán de ti. En especial cuando...- dice, y notas que ha pasado a tutearte, dejando de lado la etiqueta formal que suele escaparse por momentos de su personalidad mosquetera. -... cuando yo no pueda acompañaros. Como con Alice. Tenlo en cuenta chico. Hay más serpientes que mosqueteros en el mundo- dice con una sonrisa afable.

_{-Ejem, Leonore-} dice Clock, apresurándose a responder. _{-Te sugiero no apresurarte a dar una negativa. Lo que ofrecen es encontrar un antiguo feudo perdido en el Ensueño, cuyo contenido es invaluable. Miles de libros y obras. Eso amerita al menos un poco de consideración, ¿no lo crees?-} dice con el aire conciliador que lo ha caracterizado, observándote muy fijamente en la oscuridad. Sus ojos grandes y negros guardan también secretos y preguntas, comentarios que intuyes no hará en frente de aquel siseante y escamoso desconocido.

-Y no tendrássss que ir sssssola al Ensssssueño- sisea la figura -Nosssotros osss acompañaremossss. Quissssssás no recordéissss a Nathair, pero Nathais osssss recuerda, bibliotecaria- dice y esboza con algo que parece una sonrisa. -Y sus grasssssias podrán sssserossss de benefissssio, como Mr. Clock ha dicho- continúa, con una voz que parece la mezcla entre una tentación melosa y una extraña advertencia ominosa.

Al tocar el artefacto, este tuvo una sensación cálida durante un momento y luego una pequeña imagen apareció proyectada. Era el rostro de una mujer con rasgos felinos y un aire muy similar al que seguramente tendrías tras algún tiempo. Se podría decir que era prácticamente idéntica, salvo por sus ojos, cuyos irises no ostentaban diferentes tonos.

"Hola Ostie.

Este debe ser la décima o úndecima vez que grabo un mensaje así. Seré breve. Llevamos varias vidas tratando de encontrarnos, pero no podemos hacernos. Pesa sobre nosotras una maldición desde que, hace muchos años, robamos el medallón del Muiredach. Desde entonces hemos tratado de recuperar todas sus piezas para poder volver a tener en nuestras vidas lo que más añoramos."

La mujer hace una pausa, y sonríe con cierta tristeza.

"Gracias a tu último mensaje fui capaz de localizar y recuperar la penúltima parte. A un gran costo. Sólo resta el centro del medallón. He intentado buscar información de la misma fuente a la que acudiste: la Bibliotecaria. Pero me temo que hace unos años desapareció y la ubicación de su refugio es un secreto muy bien guardado. 

Espero que tengas mejor suerte que yo. Pronto volveremos a vernos hermana. Cuando estés lista, puedes utilizar el otro ubh para grabar tu menaje para mí.

Mándale mis saludos a Orsi si todavía está por allí."

y con eso la pequeña grabación se detiene. Su voz era dulce y amable. Era la misma voz de tu abuela, pero con un sobretono diferente, casi felino, y una vitalidad cargada de glamour. Era una kithain tan capaz y espectacular como tú, y vuestro destino, ahora confirmabas, estaba inexorablemente ligado y... separado.

A media frase, entre tu abrazo, Mest había desaparecido. Lo sentiste en tu hombro, tratando de arreglarse un poco, mirándote con cierto desdén.

-Ya. Debí haber parecido un idiota- dijo la quimera con cierta frustración. Pestañeó unos momentos y luego dijo con rapidez, disimulando sus verdaderos sentimientos. -Oh, eso me deja más tranquilo. Seguro el excelentísimo señor barón va a ser justo y darle a una humilde quimera lo que está en el testamento- dice sentándose sobre la cama, y cruzando los brazos. -Supongo que de nada sirve asfixiarte mientras duermes o algo- comenta.

-¿Cómo salí? Por la puerta tío- dice muy serio. -No, no es broma. Cuando estaba el fuego por allí, y llegó su majestad la estirada, me dije a mí mismo: "mí mismo, seguro que pueden con esto", y decidí salir cuánto antes. Y había un tío que me daba mal rollo esperando en la calle. Un voyeurista o algo, pero en Kithain. Aunque más feo. ¿Más razones para huir eh? Y ya. Decidí venir aquí, porque si volvía a la guardería de la baronesa, seguro me interrogaban o algo. Y si no escapábais, no quería que sospecharan de mí- explica simplemente.