Partida Rol por web

Douglas llegó con casi un cuarto de hora de antelación a la entrevista. Meticuloso y puntilloso hasta la médula, detestaba la falta de puntualidad, y daba por sentado que a los demás les pasaba lo mismo...

La puntualidad en una cita es una muestra de respeto hacia los demás le había dicho su madre desde pequeño, y desde entonces el CSI era implacable siguiendo esa máxima.

Así que, mirando a su alrededor, buscó el asiento más cómodo e iluminado de la sala y, dejando su bastón al lado, empezó a leer el curioso libro de historia de la entomología forense que había comprado al llegar a la ciudad...

Cuando fueron llegando los demás, los fue saludando con cortesía y educación, aunque más atento a la puerta de donde tenía que salir la persona que le llamara para la entrevista...

Douglas sale de bastante buen humor de la entrevista, y tras saludar a los presentes se va en busca de la máquina de café tarareando "In the mood", dejando sobre el sillón su libro de entomología forense.

Al poco vuelve, y con una sonrisa en los labios, prosigue la lectura interrumpida...

Al llegar a la sala de espera sonrío al reloj que cuelga indolente de la pared, pues llego en punto a la hora acordada. Observo la sala vacía y los sillones que se ofrecen a ambos lados de la estancia. Algo en ellos me dice que no soy el primero, y la sospecha queda confirmada al abrirse la puerta del despacho contiguo y salir de ella un tipo moreno, de pelo rizado. Su caminar seguro da a entender que tiene un alto concepto de sí mismo.

Arqueo una ceja y saludo con un cordial - Buenos días.

Tras intercambiar el educado saludo, el tipo se sirve un café y vuelve a sentarse mientras abre un libro. Antes que se enfrasque en la lectura, me adelanto hacia él y le alargo la mano.

- George McGregor. Supongo que estamos aquí con el mismo objeto, así que creo que no está de más presentarnos.

Douglas alza la vista de su lectura, y se levanta educadamente para presentarse también

Douglas O'Rourke, CSI de Baltimore... y sí, creo que estamos todos aquí por el mismo motivo. Por ello, irnos conociendo un poco de antemano nunca está de más... dice con tono simpático y seguro

Lo más que puede pasar es que no escojan a alguno, pero al menos habrá aprovechado el tiempo haciendo nuevas amistades añade Douglas hablando de un modo como si tuviera una gran certeza de que ése no va a ser su caso...

¿Y tú, de dónde vienes, George? pregunta para entablar conversación, mientras los demás aguardan a que la SD Tesla llame al siguiente

- Encantado de conocerte Douglas - Le respondo con una sonrisa cordial, sin dejar de mirarle a los ojos -Yo soy de aquí, de Boston. Estoy en homicidios y vengo buscando un cambio de aires. - Mi sonrisa es inmutable.

- Apellido irlandés. ¿Me equivoco?

Tanto como juraría que McGregor es escocés... contesta ya en tono completamente simpático y relajado. Nota que George también le está estudiando, pero ello no le molesta en absoluto

¿Y qué tal andan las cosas por aquí, en Boston? pregunta, añadiendo si quiere tomar un café La máquina está aquí mismo. No es el mejor del mundo, pero peores brebajes he tomado...

Obviamente la pregunta está dirigida a saber la situación del departamento y el nivel de criminalidad... ya que dos polis no empiezan a hablar del tiempo precisamente, cuando topan...

Sonrío como afirmación ante la suposición del origen escocés de mi apellido.

- Prefiero no arriesgarme, de momento. - Le digo, con referencia a la máquina de café - Pero gracias.

- No nos aburrimos, por desgracia. Tenemos una media de un caso nuevo cada tres días, para una ciudad que no llega al millón de habitantes, es algo... destacable. - Acompaño mis palabras con un gesto de desagrado - Por lo demás, bien. Un departamento donde nos conocemos todos, con lo bueno y lo malo que ello conlleva.

- Y dime, ¿qué tal por Baltimore?

Ya me lo habían vuelto a hacer. Y es que me dejo, ¡me dejo!

"Heav, por favor..."
"No, de verdad, hoy tengo prisa..."
"Sólo será un momento, de verdad, es que no lo encuentro..."
"Como tenga que ir yo al archivo y lo encuentre a la primera la tenemos, ¿vale, Harry?"

Siempre decía lo mismo, pero lo único que hacía era ir, conseguir el dossier a la primera (porque obviamente, siempre está en el sitio en el que debería estar) y dejárselo de un golpe seco en la mesa a Harry sin que "la tengamos". Nunca debí salir con él, porque a la mínima ya me está pidiendo favores. Y me dejo. Soy tonta, mi hermano lo sospecha y mis padres no lo saben.

Aún así creo que llego a tiempo a la sala de espera, unos minutos pasados de la hora...pero yo prefiero llegar antes de la hora, por si las moscas.
Me gusta ser la primera en llegar. No lo soy. No se puede tener todo cuando eres la pornochacha del departamento, supongo.

-Buenos días, caballeros.-saludo a ambos hombres que ahí se encuentran, charlando un poco. Intento como siempre, y siempre con resultados nulos, que mi sonrisa sea lo bastante escueta como para no terminar de enseñar el largo de mis colmillos.

La puerta de la sala de espera se abre y entra una mujer pelirroja con un traje negro. Por su aspecto debe tener entre cuarenta y cincuenta años. La mujer cruza la sala sin saludar ni dirigirse a nadie y entra por la puerta del despacho de la S.D. Tesla.

- Vaya... - pensó Andrew - ... esperaba encontrar menos gente. Aquello parecía la maldita oficina del paro a primeros de mes... y todo para una entrevista (otra más) con la que parecía que se iba a convertir en la mandamás de aquella especie de comando de súper-polis. Andrew no era machista... ni mucho menos. Pero le intranquilizaba que su futura posible nueva jefa fuera una mujer... ¡y encima telépata! O al menos eso decían. No, no había tenido buenas experiencias al respecto; ni con el bello sexo ni con los que se ganaban la vida escudriñando en las cabezas de la gente. Pero tenía más ganas de entrar en aquel grupo que cualquier otra cosa en el mundo... y después de varios exámenes, entrevistas, evaluaciones y reuniones, su ingreso estaba casi al alcance de la mano. Sólo aquella tal... Tesla, se interponía entre él y su futuro fuera de un jodido despacho. Eso si aquellos encorbatados se lo permitían. 

Aquella mañana no era especialmente fría... al menos no para los que están acostumbrados al clima de Boston, pero a un Californiano se le habrían helado las pelotas. Igualmente, el trayecto que Andrew había recorrido en moto le habían dejado una sensación fría y tirante en la cara. Prefirió por ello no desprenderse de su chaqueta de cuero aunque la temperatura en la sala era más que agradable. Sí se quitó las gafas de sol revelando unos ojos que parecían no haber dormido en los últimos seis meses a la vez que profirió un parco pero cordial saludo:

- Hola... - dijo con un hilo de voz ronca.

Los auriculares de su reproductor mp3 tronaban en sus oídos. Era algo de death metal que, si bien no era de su música favorita, sí le ayudaba a no pensar... a no preocuparse demasiado por el resultado de la entrevista. A aislarse. No le interesaba demasiado confraternizar con aquella gente. Si habían de ser sus compañeros ya habría tiempo y si no... no lo habría perdido inútilmente. Detestaba aquellas conversaciones de café con leche en las que nadie dice nada interesante pero que hablan como cotorras ante su incapacidad por mantener un instante de silencio.

En seguida reconoció al pelirrojo... er... estooo... demonios!, no recordaba su nombre pero en aquel patio de vecinos que era el Cuerpo de Policía de Massachusetts resultaba una cara conocida. Una media sonrisa seria suficiente. Además parecía estar charlando con otro tipo y Andrew no quería interrumpir. Y luego estaba aquella chica... mona... quizá demasiado joven.

- Vaya por dios... ¿cuando leches me toca?

Y luego llega la palirroja... esa tipa. Mmmm... Andrew no la conoce de nada pero tiene una pinta ciertamente inquietante. Siempre se ha dicho que pelirroja es igual a peligrosa. ¿Será esa la tal Tesla? Pues si lo es llega tarde la muy... en razón vamos con retraso. 

Me hago a un lado para no dar la espalda a mi interlocutor y poder tener visión de la, de repente, concurrida sala.

- Buenos días. - Digo a los recién llegados. Observo con curiosidad a la mujer estirada que atraviesa la sala y entra en el despacho. Como a mi llegada he visto salir al tal Douglas del despacho, deduzco que esa mujer no es Tesla. Al volverse a cerrar la puerta, miro a la muchacha que acaba de llegar y le sonrío. Sin embargo, le dedico una mirada fugaz al otro tipo que también ha entrado en la sala. Tiene cara de no ser amigo de relaciones sociales.

- ¡Cuanta pelirroja! - Pienso, divertido - Esto promete - Siempre me han gustado las pelirrojas, debe ser por mi sangre escocesa, y van dos de dos. Al mirar a la recién llegada y ver su sonrisa, me cae bien de inmediato.

Vuelvo mi mirada a Douglas, por no parecer descortés e invitándole a que continuemos nuestra conversación cuando él guste.

Dirigiéndome hacia los demás presentes en la sala, les digo:

- Si me disculpan. - Y giro en redondo hacia la entrada del despacho donde Helen Tesla está esperándome.

Cuando llegó a la comisaría Diane miró a su alrededor un poco perdida. Normalmente se movía como pez en el agua en los laboratorios pero salir de su entorno siempre la... alteraba. Tal vez eso era una de las cosas que influían en que se sintiese más a gusto en un laboratorio lleno de máquinas que rodeada de gente.

Miró el papel que tenía entre manos con las indicaciones sobre como llegar a la sala de espera dentro del edificio y, tras perderse tan sólo dos veces, consiguió encontrar el lugar donde se suponía que tenía que estar... ¡e incluso llegaba pronto!

Entró tratando de parecer decidida pero, al ver tanta gente, se desinfló un poco. No sabía que había tanta competencia por entrar en la unidad... aunque tenía cierta lógica dada la dificultad que tenían los mejorados para encontrar trabajo. Suspiró y busco un asiento libre.

- Buenos días.- A pesar de que le costase un poco relacionarse con desconocidos, eso no significaba que no tuviese buenos modales. Además, había muchas posibilidades que fuesen a ser sus nuevos compañeros de manera que debía dejar de pensar en ellos como desconocidos lo antes posible.

No soy la única que llega más allá de la hora, al menos, pero eso no me hace sentir mejor por no haber llegado más temprano.
Debería morder a Harry por retrasarme. Lo pienso muchas veces, pero nunca en serio, claro.

-¡Mucha suerte!-le deseo al hombre pelirrojo que es llamado siguiente...¿pero no estaba esa otra pelirroja dentro aún? ¿no es otra entrevistada, entonces?

Bueno...no le doy gran importancia y tomo asiento, acomodando bien mi espalda en el respaldo.

Otra mujer entra, aunque no parece muy cómoda, así que le sonrío también. Esta vez me doy cuenta algo tarde de que cuando sonrío tanto se me ven perfectamente los colmillos.
Por lo menos tengo la certeza que no soy la única mejorada en esta sala, y eso me hace preocupar menos.

-¿Nervios?-le pregunto, aunque también en general.

Llegas tarde, maldita sea, llegas tarde. Sé que es cierto, y que no debería haberme entretenido tanto por la mañana, pero no todos los días puedo disfrutar de un desayuno con Gwen, ya que su madre está en un viaje y conseguí que se quedase conmigo ese tiempo. Y ya desayunados, no iba a dejar que se tuviese que recorrer media ciudad sola en autobuses cuando podía acercarla yo con la moto. Y por supuesto, quién iba a pensar que no iba a tener sitio para aparcar ni siquiera una moto en toda la zona de la entrevista. Hago un somero gesto de satisfacción cuando encuentro un sitio decente entre dos coches, así que aparco y guardo el casco y la chaqueta en una de las maletas del costado, y luego salgo corriendo hacia la reunión, mirando el reloj. -Bueno, solo llego cinco minutos tarde... -murmuro para mí. -tampoco es tanto.

Me muevo por la comisaría a pasos rápidos, yendo directamente a donde tengo que dirigirme sin dar rodeos, y al llegar veo a una joven rubia abriendo la puerta, así que la sujeto antes de que se cierre y me cuelo en el interior, contemplando al grupo de gente ahí reunida. La verdad... no esperaba encontrarme a tanta gente, aunque parece que no todos han conseguido romper el hielo todavía. Y por supuesto, lo que sí que hay es alguna cara conocida. O más aún, unos afilados y perlados dientes.

-Buenos días, Heaven. -digo, dirigiéndome a la agente Hardie, que trabaja en la misma unidad que yo, aunque no seamos compañeros directos, la conozco bastante de vista ya que estamos en el mismo distrito. La verdad es que no es mala compañía, aunque un poco rarita.

Abro la puerta con tranquilidad y entro al interior, lanzando una mirada a todos los presentes y soltando un largo suspiro. Debí suponer que ésas salas recreativas me harían llegar tarde, pero... ¿quién puede resistirse a jugar al House Of Death IV? Total, sólo me ha supuesto veinte pavos menos y llegar con "algo" de retraso. Dedico una ancha sonrisa a los presentes como 'excusa'.

- Buenos días -Hago una pequeña reverencia a todo el grupo, dirigiéndome directamente a un asiento en el cual poder sentarme a mis anchas, poniendo los brazos en los respaldos de los asientos contiguos. Incluso aunque haya gente sentada-, ¿era aquí dónde repartían drogas?

El ambiente me parece demasiado cargado, tal vez demasiada gente estirada junta. O puede ser que fuese culpa del aspecto de oficina que tiene ésto. Uf, sin duda es la peor parte de ser policía. Todo el rollo de burocracia, oficinas y despachos, charlas aburridas y el impedimento de usar armas si no hay peligro. Éso es lo peor. De calle. No me gusta tener que esperar a que me disparen para poder hacer lo mismo. Además, si matásemos a los criminales directamente haríamos un favor a todos, ni juicio ni leches.

- Creo que no -me auto respondo a mi pregunta absurda con una nueva mirada a los presentes. En especial miro a un tipo con pinta de tener un palo de fregona en el culo por lo estirado que parece (Douglas). Dan ganas de decirle "eh, viejo, deja a los jóvenes y sin taca-taca hacer el trabajo de un hombre". Pero igual no se lo toma muy bien.

El viejo del palo de fregona en el culo se gira para mirar a los recién llegados tras acabarse su café de un sorbo y desearle buena suerte a McGregor y decirle que ya le hablará de Baltimore cuando salga. Lanza su bastón al aire y lo recoge con gesto alegre, mientras observa al personal allí reunido con una sonrisa tranquila

Perdona, muchacho, si buscas drogas, puedes encontrar las adecuadas a tu edad en las estanterías del drugstore* más cercano... dice en tono de pleno cachondeo al último que ha llegado, con un retraso realmente inexcusable

El barbudo y una de las chicas, la más simpática, obviamente parecen conocerse. Y la otra chica parece sentirse un poco agobiada por la cantidad de gente... seguramente, alguien más que trabajaba en laboratorios. La mayoría tendían ser gente muy poco sociable, o que no se encontraban a gusto entre multitudes. Y para ella, la gente allí reunida parecía ser una ingente multitud...

El CSI enarca una ceja cuando la mujer reciénm llegada entra en el despacho de Helen Tesla sin llamar siquiera ¿Tal vez la capitana de quien me habló? piensa, pero volviendo a mirar a la chica agobiada, archiva esos pensamientos en su memoria sin más

Así que entendiendo lo que esa chica debía sentir, Douglas agarra su libro de entomología forense y se acerca a ella, con su mejor sonrisa

Buenos días, señorita. Douglas O'Rourke, CSI de Baltimore... se presenta, y añade para relajar el ambiente Tranquilidad es la palabra, la Sargento Detective Tesla no se come a todo el mundo, yo soy la prueba viviente...

Así que nadie debe estar nervioso, y menos habiendo sido llamados aquí. Los seleccionados tenemos obviamente unos méritos propios suficientes como para que se nos considere para entrar a formar parte de esta unidad. Lo más difícil ya lo hemos hecho en el día a día en nuestros puestos de trabajo... dice con aplomo y seguridad, mirando primero a una chica, y después a la otra...

La pelirroja... Uhmmm... parece acostumbrada a tenerse que proteger de los hombres, por su reacción... Se ha puesto en guardia, aunque sonriente. Difícil de clasificar a primera vista. La rubia, definitivamente, de laboratorio. Los demás, pies planos, polis que patean la calle y hacen la faena dura y sucia, tantas veces poco apreciada... Parece una combinación interesante... va pensando, mientras calibra uno por uno a los presentes...

Andrew permanecía inalterable ante el continuo entrar de gente. Sus ojos entrecerrados... cansados tras otra interminable noche de insomnio, presenciaban la escena con impasividad. Aquello era una buena concurrencia y, aunque todo se desarrollaba para él como si una antigua película de cine mudo se tratase al llevar los auriculares puestos, parecía entrever ciertas actitudes en cada uno de los integrantes de aquella bizarra reunión que los delataba más que la verborrea que se gastaban.

Por un lado estaban aquellas dos mujeres... tímidas e introvertidas al máximo. Atrincheradas la una junto a la otra. Raro en lo que a la Policía se refería, donde una mujer tenía que tener tantos huevos o más que un varón si quería hacerse valer en un estamento dominado por la falocracia institucional. Sin embargo ambas tenían pinta de empollonas con lo que probablemente serían personal de laboratorio. No le sonaban para nada lo que reafirmaba esta impresión... Andrew no se solía juntar con los técnicos. Por contra la tal Tesla ya había hecho su aparición triunfal... asomando su sensual hociquillo de femme fatale por la puerta para despedir al primero de la lista y dar paso al bueno de... er... esto... cojones, me acabaré acordando del nombre de ese maldito escocés o me pegaré un tiro. Lo que estaba claro es que aquella otra tipa que había irrumpido en el despacho de la teniente o era un oficial de mayor rango (malo) o era otra aspirante con unas pelotas como melocotones (peor).

Por otro lado estaban los hombres. El más mayor tenía una pinta engañosa; por un lado parecía un tipo acostumbrado al trabajo fino y a la investigación técnica... su "libraco" de entomología le delataba... pero seguro que tenía el culo pelado de patrullar. Y si no le sonaba a Andrew es que llegaba de fuera de Boston... probablemente de fuera del estado. Y si era de fuera y le habían convocado a este grupo tenía que ser un jodido fuera de serie. Aún con la payasada del bastón era un aspirante muy a tener en cuenta.

El cachas barbudo parecía enfadado con el mundo... probablemente buena gente pero una mano suya parecía capaz de estrangular un caballo. Seguro que sería un buen poli. Y para terminar, el poli-guapín-caradeniñito-bocazas. Joder... parece que el casting lo han hecho los de la HBO.

Voy saludando a los recién llegados con algún gesto y sonrisa, porque estoy acostumbrada a la presencia de gente a mi alrededor y sonreírles, les conozca o no.

Lloyd Avon es una de las caras que conozco, como a la gran mayoría de la unidad, así que además de sonreírle le hago un espacio en el sofá para que tome asiento si quiere también.

-Lloyd.-saludo de vuelta con un toque de cabeza. Es poca la gente a la que llamo por su apellido fuera de mi puesto de trabajo; es impersonal.-No sabía que ibas a venir también.

Como estoy un poco atenta a todos, algo que he aprendido a lo largo de los años, no consigo determinar quién lo ha dicho...pero el comentario sobre las drogas me hace gracia. Ahora. Porque hace años, descubrir que se me consideraba como una droga ambulante, no fue nada divertido.

Así, con la broma, levanto la mano.

-¿Alguien ha pedido droga?

Diane miró a su alrededor, nerviosa, mientras seguía llegando gente. Al oir a la pelirroja hablar no pudo evitar asentir levemente, tratando de sonreir aunque no le salía más que un rictus forzado.

Suspiró.

Definitivamente necesitaba aprender a relajarse entre la gente. Iba a decir algo cuando oyó al hombre mayor dirigirse a ella. ¿Seleccionados? ¿Eso significaba que realmente estaba dentro? Cuando le llegó la información sobre la reunión pensó que sería una entrevista más... no que ya estuviese dentro... no pudó evitar sonreir, esta vez de verdad y de oreja a oreja, antes de hablar.

- Me quita un peso de encima... pero dejeme que me presente,- dijo mientras le tendía la mano.- Diane Reynols. Trabajaba en el instituto forense de Boston... aunque espero conseguir un trabajo de CSI aquí, la verdad.- se calló de golpe. No tenía remedio: o hablaba más de la cuenta o no conseguía decir una palabra. Definitivamente las máquinas la comprendían mejor... o tal vez fuese que ella las comprendía mejor. Quien sabe.