Partida Rol por web

Cuando abro los ojos todavía es de  día. Tengo el sabor amargo y áspero del tabaco que me acompañará el resto de la jornada. En la misma habitación duermen  otras dos personas. Al menos respetaron la fina plancha de goma espuma que es mi colchón. Al igual que yo, los otros vagos duermen vestidos. El pelado de la musculosa manchada de sudor es Ceniza, hace ya un mes que se refugia en la casa tomada donde yo mismo estoy parando hace medio año. Al otro pernoctante no lo conozco, debo correrlo de con el pie pues está acostado junto a la puerta, el tipo no reacciona, tiene los ojos dados vuelta pero respira, debe quedarle todavía un par de horas de “viaje”.

En la planta baja el escenario es similar, cuatro o cinco cuerpos de los que conozco la mitad yacen desparramados por la sala grande que ocupa casi toda la planta. Es una sala curiosa, muy grande y sin embargo con apenas cuatro columnas y ninguna pared que separe los espacios. Estamos enganchados a la luz y al cable, un televisor viejo emite sin parar videos de la Mtv y tres manijas que no duermen hace dos días miran con los ojos ciegos. Le pido un tabaco a uno de ellos que me estira el paquete arrugado sin decir palabra.

En la inmunda cocina encuentro algo de pan duro, detrás de la heladera he escondido una lata de cerveza, está muy caliente pero pude salvarla de la tribu. Ya he resuelto el desayuno. No puedo llamar a ninguno de estos tipos amigo, sin embargo nunca ando sólo. Cuento los billetes que me quedan, 30 dólares, es algo. Salgo de la casa en silencio, algunos de los habitantes de la casa dicen que parezco una sombra o un fantasma. El barrio empieza a renovar el “turno” de sus habitantes. Las familias, humildes pero decentes, ya se han encerrado en la seguridad de su casa o están por hacerlo. El sol habrá desaparecido en un par de horas. En cambio las esquinas empiezan a activarse. Esa vida delincuente que en el barrio donde vivo hacen que haya el mismo movimiento de noche que de día. Vuelva a la casa tomada con un paquete de cigarrillos, un six-pack de Budweiser y algún snack. Son las armas perfectas para levantar a mis colegas. Mike y Tom comparten una habitación, es la única con algo parecido a privacidad, ellos fueron de los primeros en tomar la casa y se los respeta. Tienen la única relación sincera que he conocido en mi vida, mandándose al carajo día de por medio. Completo el cuarteto con Patty, la encuentro como más le gusta, hecha un ovillo como un perro en un rincón de la planta baja. Todos aprecian el tabaco y la cerveza. Una hora después estamos en la calle. Ando con ellos porque tienen buen gusto para la música y su afición por el esoterismo. Hemos hecho una banda que no toca nunca y suena espantoso y hemos intentado rituales espiritistas sin ningún éxito. Está claro que mi futuro no está con ellos pero por ahora sirven para no nadar solo.

Ya prácticamente es de noche, nuestro primer destino es conseguir algo de dinero. Mike y Tom son veloces y astutos carteristas. Patty generalmente toca la guitarra en la calle, es la única que sabe algo de música entre nosotros, pero hoy no está de humor y me acompaña en mi pequeño truco. Es sencillo, elijo un local de comidas rápidas donde se amontona la gente. Elegimos una mesa grande y simulamos que esperamos a alguien. El truco está en que yo me siento cerca de alguna mujer con la cartera descuidada y mientras hablo con Patty deslizo la mano dentro y me llevo lo que puedo. Nunca he conseguido de esta forma más de 400 dólares, pero tampoco necesito más. Hoy estamos de suerte, 300 a la primera, ya no hay que trabajar. La noche ya está entrada cuando nos encontramos con los demás, tenemos suficiente para pasar la noche, no importa cuanto tengamos, siempre es lo justo para pasar la noche, si es mucho lo pasamos a lo grande, si es poco tomamos licor barato y rompemos algo. Con lo de hoy comemos algo y vamos a TrashBox, un antro donde tocan bandas y la cerveza es barata.

La primera banda es peor que nosotros, viendo la escena local creo que tenemos alguna oportunidad… si ensayáramos… La segunda es decididamente punk, no suenan bien pero dejan agitada a la audiencia y eso es más que suficiente. No llego a la tercera, debo despedirme de mis amigos, Vagish es un hombre extraño, que prefiere la noche como yo. Ha prometido que me vería en la madrugada.

El local de antigüedades exóticas que es su negocio y su hogar está abierto, a esta hora sólo se acercan los clientes más extraños, ocultistas y místicos de lo más vario pinto, por eso llego “temprano” (dentro de nuestros horarios, no creo que nadie más lo considere temprano), suelen formarse círculos de lo más interesantes. Hoy un viejo satanista discute con un médium especializado en suicidios sobre la posibilidad de que un suicida se convierta en demonio él mismo. Estoy atrapado en esas teorías pero Vagish se aburre. Cuando los clientes salen el viejo extranjero me revela que estos no saben nada ni de demonios ni de espíritus. Trata de explicarme sus errores pero divaga y hace numerosas auto referencias por lo que no pesco todo. Sin embargo su relato es himnótico y su compañía magnética. Antes del amanecer está cansado, quiere dormir pero me pide por favor que vuelva al día siguiente. No sé por qué siempre me insiste, yo saco mucho más de él de lo que él saca de mí. Claro que volveré la próxima noche. Antes de volver a la casa consigo una botella de ginebra para cerrar el día.

El otoño acababa en Boston, era una época jodida para los sin hogar. En Miami o Pensacola uno podía vivir debajo de un puente o en un parque todo el año y estar bien. Pero en Boston un solo invierno en la calle y te convertías en un condenado carámbano antes de acabar el mes.

Además, las cosas se estaban poniendo peor en Woburn. Aunque era el más pobre de los municipios residenciales al norte de Boston – a media hora en bus del centro – seguía estando cada vez más asediado por la clase media. Reading y Wakefield habían echado a casi todos los vagabundos, cerrando los edificios ocupados. Todos se preguntaban cuándo sería el turno de Woburn. Bueno, antes le tocaría a Stoneham, se decían muchos. Otros ya se habían ido al Sur, tal vez a Miami pero más probablemente al mucho menos fantástico municipio de Quincy, un municipio dormitorio al Sur de la ciudad más habituado a los indigentes.

Eso hacía que cada vez quedasen menos conocidos – y desconocidos – en su comuna. Incluso hacia dos o tres días que no veía a Patty y a Ceniza casi una semana, aunque no creía que ella se hubiera ido sin despedirse, de él… bueno eso era menos raro. Siempre era posible que les hubiera trincado la pasma. Se preguntaba cuánto podría aguantar él por allí, pero la idea de mudarse al sur sólo porque la sociedad decidía que no había hueco para él entre las casas de los ricos le pateaba las tripas; además, la tienda de Vagish estaba allí cerca. Si se iba a Quincy o incluso a los barrios de Mattapan, Dorchester o Hyde Park, dónde estaría más tranquilo tendría una hora de autobús sólo para ir a ver al viejo y, dado que sólo abría de noche, en verano tendría que echar el día para ir a verle incluso si cogía el último y volvía en el primero.

De modo que últimamente pasaba todo el tiempo que podía en la tienda, por si venían malos vientos. Cuando entró ese día al local vacío, Vagish estaba en la trastienda, discutiendo acaloradamente con una mujer, lo hacían en una lengua desconocida para Bart, aunque sonaba como a moro o algo así.

Tras diez minutos la chica abandonó la tienda y él pudo verla con más claridad. ¡Menuda jaca! ¡Y daba frío sólo verla con tan poca ropa!. Era una chica escultural de una forma atlética más que voluptuosa, de poco más de veinte años, con piel bastante morena, ojos grandes y negros, pelo muy largo y lacio, tenía un rostro agradable aunque un poco duro, sobre todo la expresión: de los que podían decirse cincelados. Vestía un top de piel, simulando ser de serpiente – o eso pensaba él – y una falda con flecos a juego; llevaba adornos de oro (o al menos dorados) en el pelo, los brazos y el cuello. Salió de la tienda, sin dirigir a Bart ni una mirada, al gélido frío de la calle sin ponerse la gabardina de cuero a la que echó mano antes de abandonar el local. Le pareció ver un brillo de metal en el interior de ella, pero no pudo distinguir más (nota para que vayas viendo el sistema: Como tienes reserva 4 de percepción + alerta y la dificultad no es baja porque es algo bien oculto, llegas a ver algo pero no tienes ni idea de qué exactamente, es un éxito parcial – 1 éxito -).

La mujer se alejó andando, vistiéndose la gabardina sin prisa sin formar vapor por el frío ni siquiera. 

Vagish salió de la trastienda un segundo antes, mascullando y con gesto a medio camino entre el enfado y la preocupación. Cuando se fijó en Bart, le miró escrutadoramente, pensativo, antes de saludarle siquiera con su enorme sonrisa falsa de siempre.

-“Bienvenido Bart. ¿Puedo ofrecerte hoy una escama de demonio, o un colmillo de vampiro, o una garra de hombre lobo” –

Vagish había sacado algunos objetos realmente raros, una escama que sólo podía ser de cocodrilo, un diente que tenía que pertenecer a un león o algo así y una uña de oso grizzly u otra bestia similar. Bart no entendía a qué venía aquello, habían pasado el tiempo en que el gitano intentaba venderle bobadas como a un primo, incluso aquellas tan logradas. Pero había algo en la mirada del vendedor que llamaba poderosamente su atención, Vagish no estaba tratando de venderle nada, estaba evaluándole, estudiando su reacción, esperando algo aunque no sabía determinar qué ni por qué tomaba aquel comportamiento (esta vez la dificultad es más fácil, porque tu astucia + investigación es 6, así que tu astucia + empatía 4 resulta suficiente para tener un éxito normal).

En cualquier caso los nervios de su amigo eran más que evidentes.

No creo haber visto nunca al viejo Vagish así nervioso. Al escuchar la discusión desde fuera, sin entender una palabra, me había dado algo de gracias, es que nadie se trata de esa forma con el hombre. Pensaba hacer algún chiste sobre cómo tiene a Vagish las mujeres, sin embargo el ver salir a esta en particular me hace retroceder prudentemente, es que lleva algo en el abrigo, posiblemente un arma.  Mierda, ¿será que la mina lo está apretando al viejo?

La sonrisa nerviosa de Vagish me confirma que algo no anda bien, y la refuerza con una oferta ridícula.

- Jeje, viejo zorro – ensayo yo mismo una sonrisa algo forzada – al menos cuéntame alguna de tus historias de oriente antes de tratar de venderme tus baratijas. Ando buscando algunas traducciones, más bien. Seguro puedes ayudarme.

Lo que es estrictamente verdad, he comprado chucherías sin valor como precio por jugosas historias de tierras lejanas. Además vengo por unos libros, claro que Vagish ya lo sabe, él me los ha ofrecido hace algunos días.

El viejo miró a Bart con fijeza, le observaba como un científico haría con su placa de Petri. Mientras pedía ayuda con las traducciones, manoseó brevemente las fruslerías que Vagish le había tratado de endosar. Al tocar la uña, sin embargo, sus palabras se helaron en su boca, partiendo en dos segundos el "ayudarme": Al lado de Vagish, de repente, apareció un tipo afroamericano, de casi dos metros de altura, vestido sólo con pantalones vaqueros raídos y botas robustas sin cordones. Tenía la garganta abierta en canal y la mirada vidriosa. 

Bart había dejado caer la uña al suelo por la impresión, momento en el que la visión se desvaneció. Tal vez fuera una víctima del oso grizzly, se dijo. Los ojos de Vagish habían adquirido un brillo evaluador, los tenía ligeramente entrecerrados. Ninguno de los otros dos le provocó aquellas desagradables sorpresas.

Vagish se apresuró a recoger los objetos y volver a guardarlos con prisa. Antes de dirigirse a él.

-"¿Historias de oriente? Conozco historias de oriente que te harían orinarte en los pantalones. No sabes qué cosas acechan más allá de la ruta de la seda, chavalín..." - hizo una pausa cogiendo unos libros del estante más apartado de detrás del mostrador. El sitio donde nadie miraba nunca - "Estos son los libros que te permitirían traducir esos pergaminos que tanto interés tienes. Sigo pensando que son una falsificación. Aunque el texto esté en sumerio la configuración de los signos cuneiformes no se corresponde con la habitual. Aunque no sepa sumerio, creo que alguien ha hecho una trasliteración de su lengua al sumerio para engañar a tontos como tú con ese texto y sacarse un dinero."

Cuando Bart extendía las manos para cogerlos, Vagish puso las suyas encima. Resultaban sorprendentemente pesadas, el joven no pudo mover los libros mientras el anciano las dejó allí, con un brillo rojizo bastante horripilante en sus ojillos diminutos como pequeños agujeros negros.

-"Pero son muy caros." - hizo una pausa, su voz sonaba seria - "Se que no tienes mucho dinero. Pero hay algo que puedes hacer por mi. Dicen que está desapareciendo gente. Mucha gente, sobre todo gente de la calle. El tipo de gente entre la que te mueves. Traéme algo bueno sobre eso. Quiero resolverlo. Al menos aquí, en el norte de Boston, de la ciudad en sí hacia abajo me trae sin cuidado, pero quiero saber lo que pasa en mi vecindario. ¿Me entiendes?" - Vagish parecía nervioso y mucho más serio de lo habitual. Tras ver asentir a Bart, levantó los dedos de los libros y el joven estuvo a punto de perder el equilibrio. No había notado lo fuerte que estaba tirando, por la tensión, y le sorprendió la fuerza que el viejo hacía con los dedos para evitar que hubiese conseguido arrastrar los libros antes.

Bart pensó que el viejo no conocía la realidad de las calles, le explicó las presiones para ir a otros lugares y lo duro que era pasar el invierno en Boston. Sugirió que esa gente estaría en Quincy o Milton o más probablemente en Florida o Louisiana, dónde haría calor. 

Pero el viejo negó con la cabeza. Estaba seguro de que había algo más. El quería algo más.

La aparición del hombre degollado me hiela la sangre. ¿Al fin el viejo Vagish muestra verdadera magia?

Como sea, el hombre me hace un encargo muy específico. Es cierto que la mayoría de los "desaparecidos" se ha mudado a la zona sur, sin embargo ante la insistencia del hombre no me queda más opción que investigar un poco el asunto. Por suerte en donde vivo y por donde ando la información fluye abundante, sólo hay que saber separar lo verdadero de la leyenda urbana.

- Puedes quedarte tranquilo, voy a hacer unas cuantas preguntas a ver que sale.

La actitud del viejo me sigue inquietando, se encuentra como asustado, con la mirada fija, muy extraño. Temo preguntar directamente por el secretismo con que me ha tratado siempre. Una vez que la mujer ha salido del lugar pregunto en voz muy baja, casi un susurro.

- ¿Está todo bien? - Lo miro fijamente para luego torcer sólo los ojos en dirección a la puerta por donde ha salido la mujer - Quizás puedo ayudarte a librarte de cobradores y eso...

Vagish miró fijamente, con expresión calculadora y sin amago de sonrisa.

-“No, Bart. No está bien. El poder presiente que se avecina algo oscuro y trata de mover sus hilos. Los que no somos marionetas quedamos enredados en ellos. Pero la realidad es que no tenemos fuerza para escapar y hay que capear el temporal.” – su mirada se había hecho tan vaga y misteriosa como sus palabras, a Bart le pareció ver en sus ojos sombras informes bailar y moverse – o tal vez fue en el mostrador y en los ojos sólo el reflejo. Pero acabó con una risita sardónica – “No, amigo mío. No puedes librarme de ésta, pero puedes ayudarme si descubres qué está pasando con la gente. Necesito que dejen de desaparecer, al menos que dejen de desaparecer al norte de Medford – un municipio residencial de clase alta, un poco al sur de allí – lo antes posible.” – le miró muy serio, ahora sí con una media sonrisa enigmática, pero que mostraba de nuevo esa simpatía inesperada que, por algún motivo, el viejo le parecía tener antes de terminar:

-“No te cruces en el camino de esa mujer. Es más de lo que puedes abarcar, tal vez sea más de lo que yo puedo abarcar.” – ese comentario, viendo de un viejo decrépito no dejaba de llamar la atención de un modo casi ofensivo, pero Vagish ni siquiera paró a pensar lo que había dicho – “Pero lo peor es que sólo es el perro de presa, si te deshaces de él sólo llamas la atención del cazador.”

Parecía que había acabado su discurso, pero antes de que Bart saliera de la tienda añadió:

-“Y ten cuidado, muchacho. Hay algo sombrío, malvado, acechándonos. El futuro está nublado y oscuro por una fuerza misteriosa y poderosa. Me extrañaría que no estuviera conectado con las desapariciones.” – su tono resultaba tan ominoso que heló las burlas de Bart ante una perorata tan cómica y manida. Podía ser un diálogo de serial radiofónico de los cuarenta, pero a él le había sonado tan horripilante como se supone que lo hacía a esos personajes que hoy resultaban tan cómicos. Era una sensación inquietante.

Vagish es una de las pocas personas que me tomo en serio. A pesar de el tono burlón y despreocupado con el que suelo hablarle lo tomo muy en serio. Al paso que el viejo iba hablando los comentarios livianos que aparecían en mi cabeza se fueron desvaneciendo junto a mi sonrisa de lado.

El hombre es la persona que más sabe de ocultismo y el mundo sobrenatural que conozco. Por primera vez lo veo serio, preocupado, aún cuando terminó por desplegar su habitual simpatía, había detrás de sus comentarios recientes un mundo oculto para mí.

Me despido con una actitud algo ausente. Concentrado, sabiendo que la única manera de ayudar al viejo Vagish es averiguar qué estaba pasando en Medford me dispongo a recorrer las calles, la mejor manera que conozco para enterarme de algo. Con los últimos dólares que me quedan compro unas cervezas para convidar a las gentes de los callejones que habla por lo bajo de cosas y personas de las que la gente bien sabe poco o nada, a pesar de que suceden en su propio municipio.

Mientras tomaba el bus metropolitano para volver, pudo echar un ojo a los libros que le habían adelantado. Ciertamente con ese material debería poder trabajar en traducir los grifos y con ello tratar de sacar algo en claro. Pero eso tendría que esperar.

Al volver al suburbio se dedicó a montar una fiesta. Entre la gente sin hogar incluso una lata de cerveza a compartir y una bolsa de patatas fritas atraía unos cuantos mendigos dispuestos a participar en la celebración.

No era necesaria mucha mano izquierda ni disimulo entre aquella gente, tampoco tenía mucho sentido tratar de ser sutil o discreto. Si alguien les daba una botella de alcohol barato contarían cada segundo de sus vidas, siempre que lo recordasen. Las preguntas directas no tardaron en propiciar un debate, en el que cada muerto de hambre se acercaba a contar sus vivencias o narrar historias tan fantásticas que nadie dudaba de que eran inventadas, todos encantados de que alguien les prestase atención.

Lo bueno era que nadie se molestó en decir que la mayoría se iban a Florida o a Quincy, eso lo sabían todos y si alguien de la calle preguntaba por desapariciones, todos entendían de qué hablaba.

Se pudo hartar de cuentos de cadáveres desangrados en callejones de los que no se volvía a saber nada y desmembramientos en los bosques del norte, hubo de dejar de lado las historias cotidianas: el mundo era un lugar cruel, los fuertes se aprovechaban de los débiles y de todos era sabido que a menudo un vagabundo era atacado sin otro propósito evidente que hacerle daño, porque se podía, porque a nadie le importaba, porque estaba indefenso* y a todos les apetecía contar la vez que les pasó a ellos, a su vecino o a su amiga, a veces incluso eran historias de cuando tenían un hogar y una vida gris pero fácil.

Pero al final consiguió algunos datos, que procedió a apuntar.

El propio municipio de Medford parecía un sitio particularmente seguro. Muchos tenían historias de cómo se habían despertado un día de la inconsciencia sin recordar apenas nada de cómo habían llegado allí, con frecuencia tras experiencias lisérgicas en las que veían cosas raras y demonios, aterrados, inconscientes, cansados y un poco idos pero sanos y salvos en su casa no había tanto peligro, comparado con otros sitios.

Llamaba especialmente la atención porque, en los últimos meses, parecía que unos cuantos mendigos y gente pobre que malvivía entre ellos trabajando en la calle – vendedores callejeros ilegales, yonkis que se vendían por una dosis, limpiabotas y demás – se habían desvanecido de un día para otro, en los municipios al norte del suyo: Woburn, Winchester, Stoneham, Reading y Wakefield. Más allá al este de ahí nadie se atrevía a vivir en las calles, eran zonas demasiado controladas por la ley o la mafia o salvajes de las que había rumores de monstruos hambrientos de carne humana que asustaban a algunos, los más inteligentes sabían que los cuentos no mataban, pero las bestias salvajes - osos y lobos - si. Hacia el norte estaba demasiado lejos y los vagabundos de la zona no se desplazaban tanto. Por lo visto la información de Vagish no estaba equivocada, aunque nadie se había molestado en recopilarla. El ambiente empezó a nublarse, a medida que todos empezaban a entender que sus últimas historias de terror real estaban mucho más extendidas de lo que habían pensado. La paranoia y el miedo camparon entre los mendigos, acabando con el ambiente de celebración y nublando el humor de los asistentes que empezaron a marcharse en busca de refugios para pasar el resto de la noche sintiendose un poco más seguros.

Es cierto que las autoridades estaban decididas a erradicar la mendicidad en esos municipios de las desapariciones, a medida que su estatus económico crecía, pero el debate público que provocó Bart hizo que todos pusieran en común sus historias y pronto notó un patrón, aunque para ello tuvo que perseguir y buscar a los que habían contado las historias más interesantes para seguir preguntando. Más de dos terceras partes desaparecieron tras empezar a tener contacto con un grupo de ayuda, una especie de secta, decían unos, una iglesia new age, decían otros; embaucadores opinaba la mayoría. Usaban panfletos y hacían reuniones, tenían unos panfletos con dibujos que hacían repartir y que decían que eran conjuros mágicos. Los que los descifraban o mostraban un gran interés en hacerlo eran bienvenidos.

Un escalofrío le recorrió la espalda a Bart. Patty fue quien le dio los pergaminos en sumerio, el día antes de desaparecer… Dijo que se los había dejado Ceniza una semana antes y que ella ya les había descifrado. Que la buscase si los conseguía leer. Hasta ese momento no se lo había planteado pero ¿podían haber desaparecido sus amigos? ¿había relación con sus manuscritos?

Hay algo que destacar de la gente que vive en las calles de Medford, son sumamente agradecidos y hasta buenos compañeros si manejas sus códigos, si te sienten cercano, sin prejuicios ni desprecio. Y pobre del que se les acerque de otra manera, pues será timado y vejado. Estos hombres no son santos, son libres, viven fuera del sistema, dependen sólo de sí mismos, soportan sus miserias estoicos y liberan sus vicios contra todo aquel al que consideren parte del sistema del que se han liberado.

Al comienzo la ronda de historias es animada y cada cual tiene una anécdota más extrema e increíble que el hombre que habló antes que él. Pero conforme pasan los relatos el ambiente se vuelve oscuro. Todos pueden percibir que hay algo que une  los hechos más recientes. El temor se hace presente y trasmuta en silencio.

Finalmente, termino caminando sólo hacia mi dormitorio, uniendo cabos. Y cuando la última ficha de las que tengo, que lejos están de armar todo el rompecabezas, encuentra su lugar, un escalofrío recorre mi cuerpo. Puede que algunas de las pocas personas que aprecio en este mundo sean víctimas de esta extraña secta que juega con la magia. ¿Víctimas o reclutas? Supongo que hay una sola manera de averiguarlo.

De camino a la casa okupada paso por el aguantadero de Lucky Brian, un camello de cierta importancia por vender drogas a los niños ricos de la zona. Me debe algunos buenos ratos y consigo que me deje fiados 3 gramos de cocaína, aunque de la calidad más barata. Voy a necesitar la ayuda extra porque pienso encerrarme en mi cuarto sin dormir hasta que resuelva los malditos pergaminos.

Tras tres días el aspecto de Bart, para cualquiera que le hubiera visto, era deplorable. Las drogas y la falta de sueño le habían tomado su peaje. Pero había conseguido terminar el trabajo, no era el cuchillo más afilado del cajón, pero le sobraba astucia y nada se escapaba a su atención.

El trabajo era cansino y pesado, Vagish tenía razón: no eran textos en sumerio y, cuando lo asumió, todo resultó más fácil. En uno de los pergaminos parecía que alguien se había dedicado a poner los pictogramas que correspondían a palabras, para colmo algunos de ellos podían significar varias cosas distintas, el otro parecía ser más bien una guía de pronunciación, cada pictograma del documento estaba en el otro junto a letras latinas, aunque al principio lo tomó como la clave para descifrar el otro había concluido que no era el caso.

Ahora el joven miraba el resultado de su trabajo, un folio lleno de tachones, manchas y palabras transcritas desde los pictogramas de los papeles que había conseguido de Patty, ni ella ni Ceniza habían dado señales de vida en esos tres días. Bart volvió a leer el papel, por tercera vez desde que lo había acabado, había marcado con una barra las palabras que no estaba seguro cuál era o que podían ser varias a la vez:

[Dos pictogramas intraducibles] Saludo Madre Arbol Arbol Arbol Arbol Arbol Oscuridad Hijos Hijos [Los mismos dos pictogramas intraducibles]

Campana Todos Madre Cabra Arbol Arbol Arbol Arbol Arbol

Hijos Canción Eternidad Primogenito Cuchillo Plata

Noche Luna Vacío/No lleno Estrella Vasija/¿Sartén? Arriba Izquierda Amanecer Derecha Abajo Dragón

Arbol Arbol Vacío Arbol Arbol Piedra grande Carne Hermano Sacrificio Sangre Hijo-de-la-Madre 

Canción Tiempo Estrellas Oscuridad Comida Regalo Sangre Hermanos

Arrodillar

Tras tanto tiempo trasteando con él, notó que el pergamino olía a limón, además, lo que indicaba que tenía escritura con tinta invisible.

Ahora sólo quedaba encontrarle sentido. Fue entonces cuando oyó jaleo abajo, había dicho a todos que no le molestasen y ahora había una discusión grande, con muchos gritos. Bajó dispuesto a poner orden, pero se encontró con la gente de la casa con muy malas caras, Mike estaba casi llorando. Todos le miraron al bajar y le repitieron la noticia que traía el viejo compañero:

La policía había encontrado a Ceniza en el Bosque Harold Parker, al norte del área metropolitana de Boston, más allá de North Reading. Se trataba de un bosque muy denso, oscuro, salvaje y bastante grande, unos 100 kilómetros cuadrados, aunque se unía a varios bosques más que acababan llegando hasta la costa con muy pocas y muy pequeñas áreas civilizadas entre medias. Los animales habían devorado a Ceniza, decía la policía y ni siquiera quedaba prácticamente cadáver para hacer la autopsia o identificar fehacientemente: Mike le reconoció por la hebilla del pantalón, una vieja hebilla de Harley Davidson, falsificada en Mexico, que tenía una b en lugar de la v y no llevaba H sino una J. 

Durante 3 días estudio y leo más que en toda mi vida. El pergamino se me hace bastante confuso. Empiezo creyendo que no podré resolver esto nunca, en estas cosas Patty es más inteligente, seguro que ella lo descifró a la primera, pero yo doy vueltas y no le encuentro salida.

Dos veces estoy a punto de llevar los papeles a Vagish y que lo resuelva él, pero no estoy acostumbrado a que hagan las cosas por mí, más cuando el mismo viejo me ha enviado a llevar respuestas, no puedo volver con preguntas.

Cando ya desesperaba algunos datos se fueron acomodando, prestando algo más de atención y sobre el último gramo, por fin tengo algo que se parece a una traducción. Y cuando veo algo oculto con limón, entonces empieza a agitarse la casa.

Bajo apresurado para hacer callar a los buenos para nada que viven conmigo. La noticia, recién llegada, me deja sin aliento. Ceniza despedazado por animales. Algo de esto me suena. Antes de salir sin avisar a nadie, hacia el lugar donde encontraron a mi amigo averiguo dos cosas: si alguien sabe cuánto tiempo llevaba muerto y en qué luna estamos.

Mike, el único que había visto los restos de Ceniza, no era capaz de deducir mucho de ello. De hecho parecía que le costaba sólo no horrorizarse al recordar, ni siquiera cuando tenía casa y trabajo como reponedor en un Walmart se caracterizaba por la agudeza y la inteligencia, los años de indigencia, alcohol y drogas no le habían ayudado en nada.

Tampoco era que Bart fuera mucho más capaz en conocimientos médicos pero al menos le alcanzó para hacer recordar a Mike si el cadáver olía a podrido o no, y sí lo hacía. Si quería información adicional le iba a tocar pensar cómo conseguirla, sin contactos en la policía ni entre los forenses no sería fácil.

Averiguar que en ocho días habría luna nueva le fue mucho más fácil, interesado en el ocultismo, el calendario lunar era algo que solía tener en mente, o al menos ser capaz de reconstruirlo de memoria con un poco de tiempo.

El bosque estaba lejos, tendría que coger autobuses hasta el pueblo vecino de Malden y de allí a Reading y otro al suburbio norte, tal vez incluso hacer autostop o alquilar un coche luego para llegar al Parque Natural y le llevaría algún tiempo. Para sus mermadas finanzas era un gasto importante, sería mejor dejar atado todo lo que quisiera hacer allí antes de llegar hasta el bosque y lo mismo en Reading.

Estoy bastante aturdido por el sueño. Tres días de trabajo en algo que no me es fácil ni natural me han dejado extenuado. Quisiera ver los informes de la policía sobre la muerte de Ceniza, pero no tengo muchas posibilidades desde aquí. Lo mejor será Viajar hasta el lugar y, en última instancia, hacer las preguntas allí. En un pueblo más chico suele ser más fácil hablar con la gente y las autoridades.

Mis últimos dólares los gasto en un autobús para el primer tramo de mi viaje, es el recorrido más largo y aprovecho para dormir un poco. Una vez en Reading, antes de dirigirme a la zona norte, me encamino a la redacción del diario local. Seguramente el encargado de policiales de la publicación estará interesado en algunos datos de la víctima, a cambio puede darme algunos detalles él a mí.

El intercambio con el periodista resulto un éxito, al menos en lo que se refería a conseguir información. Aunque tuvo que dar muchos datos de Ceniza, que seguramente se usarían para hacer un artículo más amarillo que un limón y que no dejaría en muy buen lugar ni a Ceniza, ni a los sin techo, ni a quienes creían en lo sobrenatural.

Pero el también logro datos valiosos, incluso pudo ver fotos del lugar y los restos de su amigo. El cadáver estaba desecado, como si le hubieran chupado los fluidos tan fuerte por una cañita que hubieran licuado hasta la carne. Tenía una herida tremenda en el pecho, abierto en canal, que era el motivo por el que la investigación había concluido que era un ataque animal, pero el periodista mismo hizo la pregunta que a Bart le inspiró sólo mirar la imagen. ¿Qué animal abría en canal y arrancaba sólo el corazón, sin devorar el interior?

También pudo ver imágenes del lugar del crimen, parecía una zona de bosque muy denso, sin rastro no ya de civilización sino ni siquiera de senderos forestales o, siquiera, arrastraderos de animales. El cadáver estaba al pie de un gran peñasco negro, cubierto de musgo rojizo que formaba un pequeño claro en lo que, por lo demás, era un bosque continental de extrema densidad.

Algunos datos sobre los gustos de Ceniza y sus delirios con lo sobrenatural le sirvieron a Bart para hacerse con una copia de las fotos y un plano con indicaciones básicas del lugar, con mucha suerte o un buen guía, tal vez pudiera encontrar el lugar.

Me mato de risa pensando en el artículo que escribirá el periodista, la manera en que abría los ojos deseosos de nuevos datos me hace imaginar una nota exagerada. Las señoras de Reading comentarán con tono horrorizado el estado de la juventud en sus reuniones de té. Pero en el fondo tengo la ilusión de llegar al corazón de algún niño rebelde del pueblo. Un muchacho al que las aventuras de Ceniza le parezcan fascinantes y se vea identificado con la rebeldía de mi amigo. Si ese muchacho abandona el yugo de sus padres y se pone para la calle, entonces le habré hecho un bien a este patético pueblo. O por lo menos que toque en una banda punk.

Quedan varios días hasta la próxima luna nueva, ya tengo un mapa y algunas pistas. Necesito algo más de información y alguien que me pueda llevar hasta el lugar donde mataron a mi amigo.

Busco un lugar tranquilo de los que sobran en un pueblo burgués como este. Allí despliego las fotografías que me dio el periodista y mi traducción a medias del pergamino. Creo que el pergamino habla de un ritual, pero también de un lugar y un momento. El momento es Noche Luna Vacío/No lleno, supongo que se refiere a la luna nueva, cuando no hay luna. Comparo las fotos con mi traducción, a ver si percibo que puede tratarse del lugar descripto en el escrito.

Luego de un rato, con las conclusiones que tenga, empiezo a caminar dando vueltas por el pueblo. Los callejeros de por aquí han sido prácticamente erradicados, pero siempre queda algo. Gente que anda por las calles con algún trabajo ambulante, que de una manera u otra se ha ganado la confianza de los vecinos. Esa gente suele estar enterada de todo y puede entender mis códigos. Necesito saber si conocen a alguien capaz de meterse al medio del bosque, además quiero saber qué se comenta por ahí del asesinato de Ceniza.

Estoy dando vueltas un buen rato hasta que veo a un tipo que me puede servir. Es un afilador de cuchillos andrajoso con cara de pícaro.