Partida Rol por web

El instante de calma flota sobre el interior del American Pie como una burbuja de aire suspendida en una balsa de aceite que parece desplazarse con vida propia y por sí sola.

II recoje la pistola de Bill y camina con calma hacia las puertas del local, aprovechando las sombras que produce la falta de luz. -Tenemos más compañía- anuncia retirando el seguro del arma y dejando que la siguiente bala del cargador se introduzca en en el disparador desplazando la corredera hacia atrás. -Los chicos de azul. Veo tres coches patrulla de momento- añade con el aplomo típico de su forma de ser.

III deja a Mandy de camino a la barra, con el brazo lisiado y el hueso de su codo asomando claramente bajo la piel, junto al tendido cuerpo de Bill que se ahoga y escupe sangre debido al shock producido por la herida a bocajarro del disparo de la escopeta de I. Después se abre paso tras la barra mientras I contempla como V se arrodilla para atender a los psicópatas heridos más allá de lo que esperaban sin duda alguna, y con movimientos estudiados procede a hacerse con el paño más limpio que encuentra y a verter sobre él una discreta cantidad de Johny Walker etiqueta negra, que obtiene de una de ls múltiples botellas del aparador del local. Mientras se desinfecta la herida producida por las uñas de Mandy con el improvisado antiséptico, se dirige a la caja registradora, y tras presionar el botón adecuado, esta se abre con su generoso y característico sonido extrayendo de ella todo su contenido.

-No sólo hay tres coches patrulla- dice la voz de FlyBy en la oscuridad del local... -Al menos son media docena de policías con los coches. Puedo verlos...- informa a los demás. Aunque el resto de sus compañeros no puedan percibirlo, sus pupilas han vuelto a cambiar para poder percibir el espectro infrarrojo. -El calor de sus cuerpos los delata, y el del enamorado asaltabares y psicópata se está apagando. Creo que se muere- dice dirigiéndose a V.

Este de rodillas intenta asegurar el torniquete y manenter consciente a Bill. Mandy observa a su marido con la mirada perdida en algún lugar muy muy lejano...

Ante las preguntas de V, Bill apenas consigue murmurar... -El conejo, el conejo blanco me dijo... viniéramos... El coche está... en frente...- Las últimas palabras de un mal hombre que alcanza una mala muerte con un último y sonoro estertor que acaba con un sonido burbujeante.

-No lo ha conseguido- dice V negando con la cabeza gacha.

-Quizás nosotros tampoco vayamos a conseguirlo- responde Numen tan callada desde hace tanto rato, todavía observando el hueco que ha dejado "Max" en todo este asunto. -¿No oléis eso? Es... ¿Ozono?... Algo no va bien...- agrega con preocupación en la voz; como si ese olor pudiera resultarle familiar aunque no consiguiera recordar cómo ni porqué.

De pronto la voz aumentada a través de un megáfono rompe los susurros pronunciados en la oscuridad de la noche pronta a perderse con la amenaza del alba.

-¡EH USTEDES! ME DIRIJO A QUIENES ESTÉN DENTRO DEL LOCAL LES HABLA LA POLICÍA DEL DISTRITO DE BALTIMORE... HEMOS ESCUCHADO DISPAROS Y SABEMOS QUE ESTÁN AHÍ... TENEMOS EL LOCAL RODEADO Y ESTAMOS PREPARADOS PARA ABRIR FUEGO... SALGAN CON LAS MANOS EN ALTO Y LES PROMETEMOS QUE TODO IRA BIEN. NADIE TIENE PORQUÉ SALIR HERIDO... ¿ME OYEN? MANTENGAN LA CALMA Y PIENSEN SERIAMENTE LO QUE QUIEREN HACER A CONTINUACION. REPITO: ESTAMOS PREPARADOS PARA RESPONDER CON FUEGO SI NO SE RINDEN Y SE ENTREGAN...-

-Y una mierda- responde III más para sí mismo que para vosotros... -Prefiero jugármela con la salida de emergencia- dice cargando el arma arrebatada a Mandy mientras se dirige hacia las puertas de seguridad abatibles.

Pasa como un fantasma junto a las figuras del joven universitario y el viejo hippie y trata de asir a este por las solapas de su chaleco de improviso y tomándolo por sorpresa... pero contra todo pronóstico el anciano para el golpe como un suave bloqueo. Furioso, III vuelve a intentarlo de nuevo y de nuevo el hombre de barba blanca contrarresta su ataque con fluidez... como si supiera exáctamente dónde va a golpear en cada momento.

-¿Qué coño crees que estás haciendo genio? ¿Intentas demostrar algo?- la voz de VII se dirige a un frustrado y furioso III que sostiene la mirada silenciosa del hippie hasta que este responde dejando que su voz se escuche por primera vez, suave y aterciopelada.

-No te lo tomes a mal hijo. Eres muy bueno y rápido pero no se llega a mi edad sin haber aprendido antes algunos trucos- le susurra a III mirándole a traés de sus gruesas gafas de sol.

En ese momento la voz de Henry también vuelve a escucharse, pero ya no es agradable y amistosa, sino que se encuentra quebrada y superada por los acontecimientos: -VALE YA... ¡YA BASTA! ¿¿QUIERE ALGUIEN EXPLICARME QUE COJONES ESTÁ PASANDO AQUÍ Y QUIENES SON TODOS USTEDES??- sus palabras a gritos se pierden en un sollozo mientras I trata de tapar su boca y tranquilizarlo...

-Debería haberlo sospechado...- todas las miradas de la sala se vuelven hacia la vieja Señora Marsh, que sentada en la misma silla desde que todo se ha convertido en un infierno psicodélico os observa impasible y con una mirada tan fría que haría que consigue que ese mismo infierno se congele... -Érais vosotros los que interferíais mis comunicaciones... todo el tiempo...- su dedo huesudo y delgado señala al joven universitario cuya tez se vuelve blanca dando muestras de visible temor...

-No sé quienes sois, pero juro que vais a pagar cara vuestra insolencia...- de nuevo la voz afable y estudiada, pretendidamente amable y cándida, se transforma poco a poco adquiriendo un profundo y gutural tono. Una voz desgarradora y brutal que acompaña a los rápidos movimientos de la anciana que se dirige con una velocidad impropia de alguien de tan avanzada edad mientras ante vuestros mismos ojos comienza a producirse la abrumadora transformación que revela la auténtica forma de la anciana Señora Marsh...

Aquello pintaba mal la policía ya estaba alrededor del antro y mis compañeros parecía que tenían pensado convertir aquello en un baño de sangre.

Me moví con cuidado en dirección a la parte trasera de la barra en busca de un comándero o una libreta de anotaciones del stock y un lápiz y bolígrafo.

Cuando III pareció leer mi pensamiento y comento de usar la puerta de emergencia tenía que llevar a mis compañeros a la cocina donde estaba la salida de emergencia.

Entonces el viejo se movió con una fluidez asombrosa esquivando un golpe propinado por III y de nuevo lo repitió en un segundo intento por parte de III, a su vez la vieja soltó un rugido gutural y en pocos segundos empezo a cambiar de forma, esto tenia muy mala pinta.

Sin perder la calma me centre en mi labor tenia que encontrar un papel y mandarles un mensaje a mis compañeros sin perder mi ventaja…

Había funcionado. El tío había mordido el anzuelo y bajo la mesa, tensó todos y cada uno de sus músculos, dispuesto a liberarse como un muelle tensionado, a presionar el gatillo y a hacerle tantos agujeros al maldito maniático hasta que pudiese ver la salida a través de él. No obstante, lo impredecible sucede, y pronto III, monta su propia escena sin decir nada más, y todos sus compañeros empiezan a moverse.

La primera en actuar es VIII, mecánicamente, sin pensárselo, se gira y lanza el primer ataque, la bala es amartillada con potencia en una curva que parece rasgar el aire. Manfield maldice interiormente al notar que falla, se levanta, tirando la silla hacia atrás, mientras las astillas vuelan en respuesta y un tiro fallido de Billy hace un agujero. Su brazo se mueve en un semicírculo, mostrando su as. La segunda Beretta de la escena, la consentida, la misma que había estado a punto de escupir venganza sobre la anciana.

Entonces el movimiento espectral de I hace que le mire a él y no a su objetivo, no al bastardo frente a él. Un trueno retumba y Billy se ve impulsado, lanzando sangre y gritos al mismo tiempo. No puede evitar sonreír. No puede evitar regocijarse en la agonía de ese cabrón hijo de puta. III hace su movimiento y revelando sus propios talentos, desarma al segundo objetivo. A la tía. Problema resuelto. Su Beretta no es necesaria y decide guardarla de nuevo a buen resguardo en su cintura.

Pero en cuanto el arma toca el cinturón, la lluz se extingue. -¿Ahora que mierdas sucede?- exclama mientras la situación da un giro imprevisto. Policías. Trata de acostumbrarse a la oscuridad. Todos se mueven nerviosos, como animales a punto de entrar en estampido. VII, Huracán, Manfield, gruñe como respuesta mientras la situación se le sale de las manos, a todos. A él. Camina mientras toma el sobre que se encuentra en la mesa, y ve a III pasar.

-¿Ese cabrón acaba de robarse la caja? Hijo de puta...- dice serio mirando a I. -¿Por qué has tardado tanto en disparar, imbécil?- le espeta.

Gruñe al ver a III dirigirse hacia otro lado, tiene que pensar rápido. Abre el sobre y saca un fajo de billetes, que a ojo juzga, son suficientes. Camina con pasos fuertes, con pasos furiosos hasta ponerse frente a V y le lanza el sobre. V le observa. -Tío muerto, deja de actuar como un gilipollas. Toma lo que te ha costado tu estupidez- dice mientras lo encara. -Si no te importa, me quedaré con algunos cuantos. Dudo mucho que los eches en falta para dejes de respirar.- dice y ahora camina rápido hacia Henry.

Imponente, intimidante. -Henry- dice serio. -Lo siento. En nombre de los genios de mis compañeros, se nos ha salido de las manos.En particular en nombre del cabrón que te acaba de vaciar la caja- dice mientras saca la mitad de sus billetes y se lo da. Debe haber alrededor de 2.500 dólares allí. -Lo de la cena, el robo y los daños tío. Ya volveré para probar tu steak, para cuando tenga más tiempo- y se gira deteniéndose. -Y siéntete libre de darle nuestra descripción a la poli.- dice sonriendo cínicamente mientras se aleja. Su escena ha pasado desapercibida para la mayoría, mientras todos siguen buscando escapar. Él sólo tiene ahora un nuevo objetivo. Dos, para ser preciso.

-Cúbreme- le espetra a I cuando pasa frente a la barra en dirección contraria de la salida.

Desenfunda su Beretta una vez más. "Parece que tú y yo estamos destinados a bailar un poco más, preciosa" dice mientras camina. III intenta escapar,  y es detenido por el anciano Hippie. Una segunda lucha. -Estoy harto de este cabrón hijo de puta- murmura Manfield

-¿Qué coño crees que estás haciendo genio? ¿Intentas demostrar algo?- pero pronto se revelan dos jugadores más. La señora Marsh, y el hippie con el estudiante.

Toma su decisión. Su Beretta subre hasta posicionarse a la altura de la nuca de su compañero.

-No me gustan los cobardes. Y menos los cobardes rastreros como tú- dice mientras sonríe al viejo. -Nada personal, anciano, pero creo que ya tienes pareja de baile- y hala a III para liberarlo, asegurándose de tenerlo bien a merced, encañonado, y alejándose de lo que está por suceder.

Porque por todas sus tripas, que aún no han probado nada, sabe que algo malo está por suceder. De nuevo.

Con un fajo de billetes en la mano y una profunda sensación de incredulidad Henry observa como en mitad de local, la vieja figura ajada y arrugada de la anciana señora Marsh, va dejando su lugar a otra... cosa.

Es una visión ilógica, como si en el fondo la figura de la vieja mujer hubiera sido solamente un traje que lo que yace debajo llevara puesto. Su piel se desgarra centímetro a centímetro, rompiéndose como si desde el interior algo enorme y destructivo, algo ferozmente antinatural se esforzase en salir a la luz a base de romper las costuras de una vestimenta desechable...

-¿Se.. señora Marsh? ¿So.. Sophia?- murmura Henry acercándose como atraido por el canto hipnótico de una monstruosa sirena.

La cara de Sophia Marsh se desgarra con un aullido ilógico revelando una monstruosa forma similar a la cabeza de un reptil. Una serpiente sin ojos cuya boca abierta repleta de poderosos colmillos se yergue imponente ante la palidez del camarero que ya no puede moverse... Para cuando el resto de la piel y la ropa caen al suelo, desvelando músculos verdosos y perfilados tal si de un estudio de anatomía alienígena fuera, Henry ya ha comenzado a orinarse encima...

El rostro de la monstruosidad ciega se vuelve hacia su motivo de conflicto, buscando con una lengua larga, sonrosada y sinuosa las figuras del joven universitario y del anciano hippie.

-Wire- dice el anciano... -Más valdría que hicieras algo, y lo hicieras ahora- dice el viejo sin apartar la mirada de la criatura que apenas unos segundos antes hubiera podido ser una votante acérrima del Partido Republicano.

Casi puede escucharse al joven tragar saliva y respirar profusamente antes de contestar: -Demasiado tarde. Ya se ha transmutado y he perdido el equipo. La resonancia va a ser muy fuerte... Tenemos que salir de aquí...-

En ese momento VII aleja a III del anciano encañonándolo con su semiatutomática firmemente clavada en su nuca. Mientras este a su vez, por la frialdad de su mirada, quizás esté pensando en quitársela y devolverle el favor con un único disparo a quemarropa entre ceja y ceja...

-Esssssstúpido Manfieeeeeeeld- susurra la criatura con un siseo reptiliano mientras se vuelve otra vez hacia Henry... -¿Quieresssss desssssperdiciar losssss recursssssos del Concilio con esssssste malogrado exxxxxxperimento evolutivo? Yo te ayudaré Henry... Yo te ayudaré...-

El movimiento es tan rápido que casi confunde a la vista. En un instante uno de los poderosos brazos de la criatura se despliega con sus músculos creciendo a toda velocidad y haciendo que recorran la distancia de apenas dos metros que la separa del aterrorizado camarero. Sus garras se aferran al cuello de su víctima y como quien quiebra un palillo de dientes entre los dedos, la cabeza del joven es separada de su cuerpo mientras este todavía permanece en pie manando sangre como un volcán en erupción... Los billetes caen de su mano al suelo alfombrando el suelo manchado con su propia sangre.

Después con su boca y sus ojos abiertos, con los dedos enclavados en la nuca del cráneo, la muestra a los presentes...

-Vosssssssotrossssss teneisssss la culpa.... Malditossssss ssssimisiossssss arrogantessssss....- la criatura avanza mostrando la cabeza, ironía de un trofeo propio de un mundo que se ha vuelto loco e irresponsable. El anciano observa a la criatura a su vez impasible a través de las oscuras gafas de sol.

-¿Moon? ¿Qué hacemos?- pregunta el joven universitario...

-Corre- es la seca respuesta del anciano.

El joven echa a correr hacia la cocina como si su propia alma fuera perseguida por el mismísimo diablo...

El anciano se encara con la criatura sin dejar de mirarla, mientras esta a su vez observa divertida al joven tratando de escapar. Uno de sus brazos vuelve a estirarse hasta casi alcanzarlo por la espalda.

-¡AHORA KIM!- grita de improviso el anciano.

Y de la caja, de aquella caja de salmón ahumado olvidada en mitad de la carnicería sin sentido, estalla una figura rápida como el rayo, una extraña mujer de cráneo afeitado y simples ropas negras que se precipita, con un enorme cuchillo en mano hasta el brazo de la criatura... sesgándolo de un golpe.

La voz de la mujer se hace escuchar en el local dando una orden clara.

-¿A que estáis esperando? ¡Rodeadla! No podemos dejarla escapar de aquí...- mientras con sus manos trata de mantenir asido el fuerte brazo de la criatura, distorsionado en su anormal crecimiento hasta recordar a un apéndice tembloroso en forma de látigo y deja caer su enorme cuchillo al suelo...

Mi mano se posó en la mejilla, aún adormecida tras el bofetón que me propinara Mandy. Mis ojos se agrandaron por la sorpresa que supueso el golpe de la posesiva novia. Enrojecí y ni siquiera pude responder. Ese silencio resultó ser una buena idea.

Luego todo se precipita. Me masajeo las sienes. Nada de esto puede ser real. Me tienen que haber drogado para algún experimento horrible, nada tiene sentido, ¡seguro que estoy viviendo un indescriptible viaje causado por el ácido lisérgico!. 50 kg de salmón canadiense que no son tales tal y como sospechaba, una pareja de natural born killers completamente desquiciados, una vieja que delira, Max que desaparece ante mis ojos, mas criaturas de pesadilla y unos parroquianos tan peculiares... y estalla una nueva orgía de sangre y muerte sin que nadie pueda evitarlo.

Alguien da una orden. Yo no puedo seguirla porque no tengo fuerzas ni ganas. Estoy demasiado absorta. Me froto los ojos, visiblemente agotada.

Vale, ya. dejadme descansar. Paso de vosotros.

Me limitaba a seguir las evoluciones de la pelea y susurraba desde mi taburete en la barra

¿por qué nos has traido al peor antro de la ciudad, Max?

Aquello se había convertido en la antesala del Apocalipsis. Y lo peor de todo es que tanto jinetes como ángeles o demonios se estaban zurrando entre ellos, mientras que ellos, los que importaban, los simples humanos de a pie eran masacrados sin preocuparle a nadie. Miraba a Henry, o mejor a su cabeza, sangrando en la mano de lo que fuera que era la vieja, a la que aferraba el brazo la mujer de negro.

FlyBy sintió asco, pena, y rabia a la vez. Se sentía como una réplica de Anatema Device allí en medio, creyendo entender y sin entender nada, con una profecía absurda en su cabeza, y, sin embargo, cierta. ¿Y esos eran "los inteligentes..."? ¡Joder!

Lo que estaba claro es que ellos, los ocho, eran víctimas y premio a un tiempo, eran la clave. Había que sacar partido de eso. No había tiempo. Estaban rodeados, y las armas eran terriblemente reales, les matarían. Premios muertos, eso serían en unos segundos.

La mujer se movió. Rápida, ágil. Un par de pasos de gran zancada, un salto sin esfuerzo, y se plantó con un sonido seco, duro y voluntariamente fuerte encima de la barra. ¡CHÁS!. Su cabeza quedó a la altura de la cabeza de Henry.

-¡¡¡BASTA!!!

Miró a su alrededor, incrédula. ¿Esos eran los que habían enviado a por ellos? ¿la flor y la nata de sus respectivos bandos? Pues tenían tanta cabeza como ellos mismos habían demostrado tener. Muchos huevos, sí, como ellos, pero... ¿cabeza...? ¡Já!

-¿Es que no os dáis cuenta? -Lo dijo a los otros. A todos, bestia y lo que fueran.- ¿Estáis peleando cuando ya hemos perdido? ¡Nos habéis perdido! ¡No saldremos de aquí si seguís así, joder! No os pido una alianza entre vosotros, maldita sea, sino una puta tregua. ¡Sacadnos de aquí! Ninguno de los dos bandos gana, pero ninguno pierde. ¡NINGUNO NOS PIERDE! Dadnos una salida, y dejadnos marchar.

Era lo más sensato, si querían verlo, si el premio era más sustancioso, más valioso que el orgullo. Aquello no era más que una pelea, y ellos, esos... seres, lo sabían, la batalla no se decidía allí. Pero, si ellos morían, si los de fuera mataban a los ocho, si los perdían... quizá los que les enviaban sí que perderían la batalla, unos u otros. 

El anciano hippie esquiva una y otra vez la veloz garra de la monstruosidad en la que se ha convertido Sophia; con una certeza increible pese a la rapidez de esta... como si de alguna forma pudiera preveer con antelación sus movimientos.

-No es por nada bonita, pero has elegido un mal momento para volverte pacifista ¿No crees? Hemos venido a sacaros de aquí y llevaros a un lugar seguro, pero aquí Miss Daisy no parece muy convencida de renunciar a su parte del pastel...- comienza a decir con voz sofocada entre los movimientos de esquiva que hacen que las garras del monstruo pasen apenas unos milimetros cerca de él.

-¿Kim? ¿Alguna idea nena? Porque esto se está poniendo caliente... Se va a llenar de fiambres dirigidos por telepresencia gnostica en unos minutos... ¡Más nos vale mover el culo!- dice dirigiéndose a la misteriosa mujer que parece ocupada lidiando con el apéndice guillotinado del monstruo...

El apéndice prensil de la bestia se enrolla sobre el cuerpo de la mujer simulando el ataque de una boa constrictor, mientras esta intenta zafarse sin éxito y con visibles muestras de dolor...

-¡Aguantad! El plan era tuyo... Nuestro enlace en punta... ¡Joder! ¡No puedo concentrarme con esta mierda abrazada a mi conseguidme algo más de tiempo!- grita la mujer de cráneo rapado en respuesta a la pregunta del viejo anciano hippie...

-A la mierda con el enlace mental... ¡Max! ¡Max! ¡Sé que estás ahí mueve tu jodido culo de borracho de mierda! ¡Haz algo por el amor de Dios! Esta hija de puta me va a matar!... ¡AAAAARGH!- estalla en un grito de agonía mientras el apéndice se cierra sobre sus costillas como una trampa mortal...

Sudas profusamente presa del nerviosismo mientras te arrastras por el suelo a pocos metros de la criatura en la que se ha convertido Sophia Marsh. En tu cabeza repasas lo ocurrido desde que llegásteis como una película cuyo metraje fueras montando fotograma a fotograma a todo correr.

El universitario. El chico del portatil... Estaba con las narices metidas en sus apuntes... Tenía papel y boligrafo... Piensas mientras continuas arrastrándote hasta la mesa presidida por la difunta máquina de la cual todavía se desprende un fuerte olor a ozono.

Te escurres bajo la mesa y mientras tus compañeros actuan y plantan cara a la criatura, deslizas tu temblorosa mano desde abajo, buscando desesperadamente la forma de hacerles llegar un mensaje.

Mierda, mierda, tiene que estar por aquí, tengo que poder enviarles un mensaje. Tengo que sacarlos de esta... En el fondo de ti, un nudo se hace brecha en la boca de tu estómago. Quizás parte de la culpabilidad que aflora en ti por tus recuerdos despertados, mezclándose con la sensación de que has sido tú quien sin quererlo, y sin saber porqué, los has atraido a una ratonera cuya trampa parece a punto de cerrarse.

Tu mano parece agarrar por fin un papel y sí... ¡El jodido bolígrafo! Ajustas con gesto mécanimo el puente de tus gafas que se deslizan por tu nariz presa del sudor y el nerviosismo... Y pese a la oscuridad del local, cuando contemplas lo que hay dibujado en el papel, el símbolo que tienes ante tus ojos brilla como si estuviera literalmente dibujado con neón...

Mientras lo sostienes entre tus manos, brillando con un fulgor que no es de este mundo, sientes como si otra pieza de un puzzle ya olvidado encajara en tu interior. Como un cubo de rubik que completa otra secuencia por largo tiempo esperada y de nuevo escuchas la voz en tu cabeza. La voz femenina y pausada, la misma que tú y tus compañeros escuchásteis hace unas horas cuando despertáistes...

[El símbolo de Drake es una de las guardas más poderosas que se conocen para limitar la presencia de infecciones Dho-Na. Inicialmente creado por Frank Drake, astrofísico y uno de los fundadores del programa SETI, fue desarrollado durante su participación, que siempre fue mantenida en secreto, de algunos experimentos posteriores al incidente Rainbow-Philadelphia, con los que se pretendía realizar análisis de ingenieria inversa sobre la capacidad de percepción del ser humano y su entorno. En ellas Drake tuvo contacto con inteligencias de tipo A1 que se manifestaron como replicantes e infecciosas acabando con gran parte de los científicos asignados al proyecto RAINBOW-REVERSE. No obstante Drake fue capaz de desarrollar el símbolo que al parecer posee la capacidad de producir una reacción de profunda aversión, parálisis, e incluso disolución en algunos casos, de las manifestaciones infecciosas provocadas por la curvatura Dho-Na...]

La voz en tu cabeza se transforma o se adapta hasta convertirse en otra diferente, también femenina, pero más dura y con un fuerte acento ruso...

En tu mente te ves a ti mismo dentro de una sala resplandecientemente blanca, en posición de firmes, rodeado de otros como tú que no puedes ver, mientras una hermosa mujer de cabellos negros y ojos azules os instruye...

"No es casualidad que los monjes shinto utilicen plegarias escritas para interactuar con entidades no naturales. En el transcurso de las misiones que se os asignen, os encontraréis a menudo con entidades que pueden parecer humanas pero que en realidad no lo son. Recordad entonces vuestro entrenamiento. No cuestioneis lo que se os ha enseñado. Un Agente del Programa no hace preguntas, no necesita saber como funciona una herramienta, únicamente ha de saber utilizarla de manera adecuada. La simbología utilizada correctamente puede ayudaros a debilitar a un enemigo... Recurrid a vuestro entrenamiento físico, utilizad las herramientas que se os proporcionen. No dudéis porque no existe en vosotros lugar para la duda o la compasión. Vuestra misión es matar a quienes os digamos, cuando os digamos y cómo os digamos... Y si eso incluye estar dispuestos a violar las leyes de la física y de la realidad. Os entregaréis al Programa..."

Con una fuerte sensación de náuseas y mareos vuelves en ti, tratando de tomar aire, todavía con las palabras resonando en tus oidos.... A pocos metros de ti, reconoces la voz de la mujer al otro lado de la línea del teléfono llamándote a gritos. Ordenándote que hagas algo...

Y a sus pies el cuchillo brilla...

En tus manos el símbolo dibujado en papel...

Ahora lo sabes. Sabes que ha llegado el momento, y sabes que has de hacer.

Un último estertor. El de Bill. Pero no sin antes haber tratado de explicarse a sí mismo la razón de su absurda muerte, con palabras igualmente absurdas. El Conejo Blanco. Cabeceó negativamente mientras cerraba los ojos del pobre desgraciado, inmune a la soberbia gilipollez intrínseca de VII. Si realmente eran fruto de algún retorcido experimento, el ADN de VII debía haber sido mezclado con el de algún primate deficiente. De hecho, aquel pensamiento hizo que sonriera en medio de la oscuridad salpicada de rojos y azules. Pero lo que para él constituía humor, para la vieja Sophia pareció ser más serio.

¿Qué coño les estaba pasando? ¿Por qué todo sucedía como si hubieran montado a lomos de un potro salvaje dopado de speed hasta las corvas?

Aún de rodillas en el suelo, asistió al cambio de vestuario de la anciana y su mortal actuación en perjuicio de Henry, al ridículo baile de III con el hippie, a la cajita de salmón sorpresa que se abrió para dar paso, no ya al tradicional payaso, sino a una mujer dispuesta a jugarse el pellejo por ellos mientras una desconocida FlyBy rogaba por el diálogo y la paz mundial.

-A la mierda con el enlace mental... ¡Max! ¡Max! ¡Sé que estás ahí mueve tu jodido culo de borracho de mierda! ¡Haz algo por el amor de Dios! Esta hija de puta me va a matar!... ¡AAAAARGH!

Y aquel grito, unido al crujido de unas costillas a punto de quebrarse le llevaron a actuar. A dejar de lado aquel pasaje surrealista de su vida y centrarse en la realidad inmediata. Rodó sobre si mismo, cerrando su mano sobre el cuchillo cuyo tintineo metálico al caer había dejado clara su promesa de un beso frío y acerado, y se puso en pie tras el monstruo furioso que parecía dispuesto a desencadenar su particular armagedón, alzando ambas manos con el cuchillo entre ellas.

-Forma humanoide -susurró. Una simple expresión que le bastaba para determinar una localización básica. Visualizó en una fracción de segundo la hipotética ubicación del bulbo raquídeo y clavó con fuerza el filo en él, con la esperanza de que corazón y pulmones se detuvieran de forma automática.

V se mueve con rapidez estudiada. Rueda sobre sí mismo desplazándose bajo el apéndice que mantiene a la misteriosa mujer salida de una caja, como un mal regalo de navidad, sostenida en el aire en un abrazo que amenaza con volverse mortal.

Su mano aferra el gran machete, cuya empuñadora se siente tibia al tacto. Tallada en una única y enorme pieza de marfil, tan afilada como si fuera cerámica cortada con ayuda de un moderno láser, el equilibrio del arma en su mano es perfecto... y eso le brinda una seguridad impropia de la situación.

La mirada sostiene por un segundo la boca abierta con sus gigantescos colmillos prensiles desplegados y goteantes de una espesa saliva blanquecina que recuerda a la salvia de un árbol antiguo y herido...

Con el cuerpo encorvado para ofrecer el menor blanco posible, V se impulsa hacia adelante y cuando la criatura parece intuir el ataque, finta sobre si mismo deslizándose bajo sus piernas...

Despúes en único movimiento preciso, casi tan quirúrgico como el impacto: Sus piernas lo impulsan hacia arriba. El machete sujetado con firmeza entre sus manos. El tajo certero que corta carne húmeda y blanda, músculo duro y correoso, y penetra hasta encontrar el hueso.

La criatura chilla con su cabeza vuelta hacia el techo mientras su lengua se agita como si el apéndice cobrase vida propia, y su cercenado brazo suelta a la mujer que cae al suelo entre jadeos al tiempo que intenta recobrar el aire...

Tres jodidos monstruos. A estas alturas de la noche, y era el tercer jodido monstruo que aparecía frente a sus ojos. Aquello parecía que se fuese a volver una costumbre. Maldijo su suerte mientras la abuela-vampiro se transformaba en una criatura enorme y deforme, de rasgos bífidos y apenas humana. Se aferró con fuerza a su Beretta, haciendo tronar sus dedos ante la enorme tensión, sonido que III pudo escuchar gracias al beso del cañón en la parte posterior de su cuello.

Un mensaje para él. Una amenaza. La sangre de Henry, todo transcurre tan rápida y tan vertiginosamente que debe forzar las náuseas y la rabia que sienten para que se transformen en una difusa sensación que sube por la boca del estómago. Una tensión que se extiende por sus músculos, tensionándolos con fuerza, una rabia, un frenesí de sangre y de furia que se convertía en necesidad. Era lo último que iba a soportar de aquel engendro, ya había dejado que sus "camaradas" hicieran el tonto, ahora era el momento de tratar los asuntos de la mejor manera. Era el momento de vengarse.

Era el momento de volver a ser el Powerman.

-Trasero bonito...- dice mientra se gira y retira el arma de su posición de amenaza. Observa a VIII fugazmente -Ni lo intentes. Vete si quieres, yo me quedo ya- y da dos pasos. Mira al anciano hippie.

-¿Ideas? déjaos de gilipolleces... - y reanuda la marcha.

En una embestida rápida, V parece entrar en la batalla, se mueve con rapidez y hace saltar la sangre. Clava su arma como la espada en la roca, mientras los sonidos guturales indican el dolor.

-Voy a disfrutarme esto hasta el último jodido instante- dice mientras da un paso hacia atrás, toma aire y visualiza a su oponente, la masa de músculos, piel, los sonidos bífidos. Abre los ojos y se lanza en carrera, como una locomotora en acción, extiende los brazos e inclina los hombros, mientras se prepara para impactar y lanzar abajo a la mole monstruosa.

Planea usar luego su Beretta para darle la dosis de calmantes que VII sabía que necesitaba su oponente...

Iba a ser que no.

Lo había intentado, había intentado la baza lógica, la de los sesos, pero iba a ser que no. Era de nuevo el momento de la sangre. No es que le importara mucho, pero había por un segundo esperado que hubiera un momento para la razón.

Se bajó de la barra con la misma facilidad con que había subido, al mismo tiempo que se desencadenaban los sucesos delante de ella. La acción elegante y efectiva de Uve, la machada de Rambo, que supone llegará tarde, ya que la Sra. Marsh ha soltado a la mujer de negro y chilla como una condenada, quizá ya muriendo.

FlyBy prepara la baretta, sin intención más que de apoyar a la otra. Pero sin usarla, no aún. Espera, lanzando un pequeño silbido de desilusión.

La carga hacia adelante está hecha de puro nervio, músculo y piel de ébano lanzada a la carrera con la velocidad que sólo el sadismo y la ira reprimida pueden imprimir...

El choque con el hombro bajo a modo de puntal, cual ariete humano es brutal. El sonido del crujir de huesos presagia la caída de la bestia que se desploma contra el suelo como la columna de un templo herético de una religión hace ya mucho tiempo olvidada por el hombre.

El hombre y la bestia caen juntos sobre el suelo del local, a oscuras, rodeados por el resto de espectadores que observan con una mezcla de incredulidad y asombro, como VII se alza de nuevo y deja caer su codo contra el plexo solar de la criatura que vuelve a ahullar de dolor.

Arrástrandose por encima del cuerpo verdoso y espeluznántemente suave la semiautomática aparece en la mano del asesino de sonrisa macabra, casi por ensalmo mágico. Se toma su tiempo al desplazar hacia atrás la corredera dejando que el mensaje de plomo se introduzca en la recámara.

Después, con los dientes provocativamente mostrados, apunta con un sólo brazo y el disparo resuena una vez más dentro del local...

La sangre de la criatura vuelve a salpicarlo todo.

Se hace el silencio durante unos breves segundos, en los que parece que todo ha acabado... Pero contra todo pronóstico, lo que antes fue una anciana sigue negándose a morir; ¿Tal vez la muerte no está hecha para algo que no es del todo humano en esta ocasión?

Poco importa la duda cuando el brazo que todavía conserva sus garras se retrae hasta alcanzar al enemigo que tiene sobre sí y agarrándolo desde la nuca lo propulsa con violencia hacia un lado, haciendo que VII ruede en el aire y aterrice contra el suelo...

-Maldita zorra de mierda... Juega sucio y pega duro. Justo como más me gustan...- consigue musitar VII con el sabor cobrizo de la sangre haciendo acto de presencia en su boca...

Con esfuerzo y mientras se pone en pie, al tiempo que amenaza con hacerlo de nuevo la criatura, VII se vuelve alternativamente a mirar al resto de sus compañeros y espeta con su encanto natural y propio: -¿Y vosotros que estáis esperando? ¡¡¡La anciana no va a coger vuestras armas para dispararse ella misma joder!!!-

-A la mierda con el enlace mental... ¡Max! ¡Max! ¡Sé que estás ahí mueve tu jodido culo de borracho de mierda! ¡Haz algo por el amor de Dios! Esta hija de puta me va a matar!... ¡AAAAARGH!

La voz que había oído unos segundos antes en su mente se materializo en la sala.

Todos sus compañeros luchaban por su vida y un sentimiento de culpa se apoderaba de mí.

Entonces el bolígrafo brillo en mi mano, si no podía usar el machete convertiría el bolígrafo en uno.

Con las manos temblorosas saco el tubito de tinta del bolígrafo y enrollo alrededor de la tinta el sello para luego introducirlo de nuevo en el bolígrafo.

Volví a colocarme las gafas en su sitio que no dejaban de escurrirse por el sudor, mire la sala la criatura esta tirada en el suelo tras ese poderoso baile con V y VII…

Ahora o nunca!!!! Pensé mientras me abalance contra aquel engendro del demonio, mis músculos se tensaron al aprovechar la mesa cercana como si de un trampolín se tratase haciéndome volar sobre la criatura para clavar el bolígrafo en su nuca.

Ojala esto funcione.

II lanzó un suspiro silencioso, de esos en los que uno solo se hace una incorrecta respiración pulmonar levantando los hombros y para luego dejar salir el aire lenta pero significativamente por la nariz. Estaba frustrado con el mundo, la función no había terminado y parecía haber llegado la atracción estrella.

Mientras aquellos que aun podían permitírselo miraban expectantes cómo la criatura caía al suelo derribada por el Powerman y aun permanecía yaciente, pero sin perder un ápice de su fuerza; II se deslizaba como una sombra entre sombras. Su paso era en apariencia tranquilo y distraído mientras amartillaba el arma, por lo que la velocidad a la que avanzaba resultaría inaudita para cualquiera que lo viera avanzar de tal guisa.

Y de pronto solo una serie ininterrumpidas de disparos contra la criatura, casi a bocajarro, interrumpió su silencio. El local brilló momentáneamente por la luz que emanaba de la punta de su arma, acompañada de plomo y muerte.