Partida Rol por web

Mira hacia todos lados ignorando a Bastila y sus palabras, a la vez que se estira exageradamente y bosteza. -Que estrés...- murmura en un tono bajo. -En ese caso me quedaré mirando como solucionáis vuestros problemas. Te repito que a mi no me incumben vuestro asuntos, pero bueno... te deseo suerte- le guiña un ojo sonriendo y levantando el pulgar hacia ella.

Termina de salir de la nave y se coloca al lado de Bastila, pero continua sin dirigir su mirada hacia ella. -Bueno, pase lo que pase... creo que aquí separamos nuestros caminos. Ya me buscaré la vida- se lleva una mano a la frente riéndose -¡Quién sabe! ¡Lo mismo acabo como en la nave de Revan! Jajajajaja- hace una pausa y se acaricia la barbilla -Aunque espero que esta vez no me pillen tan de sorpresa...-.

Comienza a caminar hacia una de las entradas que hay en aquel lugar, piensa que es mejor inspeccionar el lugar un poco antes de nada. Quizá encuentre algo de interés por aquí... se detiene en seco un momento y mira a Bastila y hace una reverencia -Me encantaría decir que fue un placer... pero a tanto no ha llegado nuestro encuentro- levanta -¡Adiós!- se da la vuelta y vuelve a andar hacia una de las entradas.

   El hangar era un lugar bastante movido, no sólo por el ir y venir de pilotos y soldados, sino por el propio balanceo de toda la Espiral Endar, que aguantaba estoicamente las embestidas de los cañones de energía de la flota de Malak. Una flota que congregaba ahora todo su poder en aquella nave, la que, por supuesto, quería salir de aquella situación inmediatamente.

  Las alarmas no cesaron, pero las luces de los grisaceos pasillos parpadeaban, recordando a la situación exacta de la nave de Revan antes de que todo se fuera al trato. El sonido eléctrico de la iluminación no hacía que pareciese mucho más seguro caminar por allí. Parecía haber un único camino, aunque a diestra y siniestra Sanya encontraría puertas cerradas e incluso selladas (que podría intentar abrir, a fin de cuentas, era toda una experta) los pequeños astrodroides eran su única compañía en aquella ocasión, de aquí para allá, como pequeñas personas, arreglando los desperfectos que tanto fuego enemigo estaba causando en toda la nave.

  El pasillo se oscurecía, y su sentido del oido la advirtió de que alguien se acercaba desde la oscuridad solitaria. A pesar de aquellos pasos, lo único que Sanya podía oir era el constante bombardeo y las explosiones exteriores, el murmullo electrico del fallo de la corriente en la iluminación y la más absoluta calma.

Mierda... Escucha pasos pero con el ajetreo que existe no puede diferenciar esta vez de cuantas personas se tratan -Tengo que darme prisa, si no...- mira hacia todos lados buscando una salida próxima. No sabe si le daría tiempo a abrir una de las puertas para cuando las personas pasaran.

Quizá sea mejor quedarme aquí, hacerme la inconsciente no se me da nada mal medita mientras intenta buscar una zona segura. Se da cuenta que una de las entradas que hay en los laterales está casi a oscuras y sería muy difícil diferenciarla allí, por lo que se apresura con cuidado y sin hacer ruido, quedando medio tumbada en el suelo.

- Buscadla. - Dijo con voz grave de liderazgo.

 Aquel hombre llevaba una espada de luz doble, igual que la de Bastila, pero su armadura no eran simples telas, era una armadura de fibra dura, de aspecto ligero, de un color negro y una forma imponentes. Sus ojos estaban arruinados por un tono rojizo y su rostro de piel que alguna vez había sido colorida, era ahora pálida y con pequeños defectos que le consumian todo el rostro. A pesar de ello, parecía un tipo bastante normal, para ser un Sith. La belleza no era algo que le importase a Bandon.

  Alzó la diestra señalando la dirección al hangar, mirando al frente, acompañado de dos soldados que vestían blindajes rojos. Ambos iban bien armados, igual que los soldados en la nave de Revan. Cuando los soldados avanzaron, Bandon quedó a solas junto a Sanya. no parecía un hombre paciente y tenía una expresión cruel dibujada en el rostro. Se detuvo unos instantes, como si tratase de detectar algo con sus sentidos, la luz fluctuaba, y las sombras dibujaban figuras en su cuerpo, como espíritus malignos que lo rodeasen, un aura tétrica y violenta. Había pequeñas gotas de sangre en su antebrazo, y la lógica incita a pensar que al matar con un sable de luz, no hay sangre, pues la herida queda completamente cauterizada...De musculatura igualmente imponente, podría usar sus propias manos para matar a alguien.

  Inspiró con fuerza, ayudandose de sus manos, apretando los puños, como si pudiese oler el miedo de la República. Sanya estaba cerca...demasiado cerca....y Bandon quedó completamente quieto. Escaneando cuidadosamente su alrededor.

 - Ha...hahahaha...- Su carcaja explotó desde el interior de aquella superficie metálica. - Como comprenderás...- Dice alzando los dedos hasta acariciar la su vocabulizador de duracero - No es la primera vez que me hacen una oferta como esa. O debería decir amenaza...HA hahahahaha....

 Sus rojizos ojos miraban de forma penetrante los de la Twi'lek reflejando el brillante color de su sable junto a su rostro, podría hacerse daño con eso. Mucho daño.

 - Almirante. Deje que los prisioneros abandonen la nave. Ella se quedará con nosotros. Ya sabe lo que tiene que hacer...- Su tétrica voz coincidió con una mirada fulminante a Saul Karath, que debía acatar la orden a pesar de resultar una muestra clara de debilidad...o no...

 - Tu ganas...Aladiah. - Y dije aquel nombre a proposito con aquella ronca voz electrónica, pues quizás supiese más de ella, que ella de si misma. Si no bajaba su arma inmediatamente, comprendería que aquella muestra de sumisión ante sus amenazas podía convertirse en una furia imparable que la precipitaría a una muerte rápida pero dolorosa.

- Como ordene, Lord Malak. - Digo mientras me cuadro nuevamente ante él.

   Fiel a sus ordenes, sin poner en duda sus decisiones, sin preguntarse siquiera el porque de esta generosa aptitud, el almirante dio media vuelta, ignorando la amenazante presencia de la jedi armada contra su Señor. Sus pasos se dirigían al final del puente, hacia las puertas que lo conducirían a las capsulas de contención. Allí todos descansaban tranquilamente después del forcejeo, y todos saldrían ilesos si aprovechaban la oportunidad, en su propia nave.

  Con las manos cruzadas a su espalda, los hombros echados hacia atrás y el mentón en alza, el Almirante hacía gala de un porte superior al de cualquier otro soldado o tripulante, exceptuando,por supuesto, al todopoderoso Darth Malak. Un gesto simple de su diestra valió para que dos soldados sith, los mismos que custodiaban la entrada y única salida del puente avanzasen tras él. Arriesgaba su vida liberando a los prisioneros personalmente, y lo hacía de muy buen grado.

  Sus facciones eran duras, afiladas, muy maduras, casi ancianas, pero en sus ojos había algo más, algo que compartía con el Señor oscuro...

Suspiré, no por alivio, sino por resignación. Apago el sable y miro al maestro jedi, afirmando con la cabeza, ellos debían informar al consejo de lo sucedido, sobretodo de que Malak había asesinado a Revan. Yo solo soy una padawan, mi perdida no es tan importante como la de un maestro jedi, junto con su padawan y otro caballero jedi.

Cierro los ojos, mientras asimilo las consecuencias de haber hecho lo que acababa de hacer, mi convicción es lo suficientemente fuerte como para no dejarme llevar por su venenosa lengua y su metalica voz, me tiene, yo lo se, él lo sabe.

Sin embargo algo me llamó la atención, ¿Como sabía el mi nombre? cuando aun era una niña dudo que nos cruzaramos en la academia alguna vez y aunque fuese asi no hay motivo para que se fijase en una padawan mas y por aquel entonces ni eso, aunque bueno, siempre cabe la esplicación mas logica, puede que sus espias ya le hubiesen informado de quien iba en la nave diplomatica.

Miro por la ventanilla mientras espero ver partir la nave, aunque mis esperanzas de que cumpla su palabra, son minimas, pero es lo mas que puedo hacer para intentar salvar a los miembros de esta misión, avergüar porque sabe mi nombre y por se muestra tan favorable a que me quede aqui sería interesante.

- Pudiste haber tomado otra decisión, Aladiah. Nadie te retendrá si quieres salir de la nave...sin embargo, tu supervivencia fuera de ella me trae completamente sin cuidado. - Dijo dándole la espalda y caminando por el mismo recorrido que el Almirante había seguido, las manos a la espalda y la capa ondulante, la cabeza alta, su respirar metálico no era de cansancio, sino de grandeza.

  La nave aún no había salido del hangar, y en ella viajaban la padawan, el caballero y el maestro, junto al piloto de la República, su intrusión en la nave había causado bajas, pero no las suficientes. Paso a paso se alejaba más, esperando que las ganas que tenía Aladiah de comprobar que sus compañeros estaban a salvo fueran mayores que las de saber como conocía su nombre, ambas curiosidades chocarian, sin embargo, la segunda podría ser satisfecha más adelante.

 ...Tendrás que ganarte el honor de avisar a los viejos maestros...

 La serenida de sus pasos no es refleja a la pasión y la explosión de emociones dentro de su corazón y su cuerpo, se retira sin ordenes y sin escolta, no la necesito.

 - Si deseas quedarte, puedes ser mi invitada...por un tiempo. - Hahahahahaha.....

 Las puertas de metal se cerraron tras él, y junto a una decena de soldados y pilotos Sith, Aladiah observó por los cristales del puente como la nave de la República avanzaba segura, sin ser objeto de ninguna atracción por parte de la Leviatan u otra nave de la flota, sin embargo...

  Los cazas avanzaban rápido, a su merced, la nave diplomática sólo tenía sus escudos como defensa, unos escudos con poca carga, debido al gasto del hangar, que no aguantarían eternamente ante el ataque de los cientos de cazas estelares que conformaban el bloqueo sobre el planeta de Taris. El tiempo corría en su contra, pero disponían de una oportunidad, si lograban entrar en la velocidad luz a tiempo, podrían zafarse de los ataques, la velocidad aumenta, los impactos continuan, estarían a punto de conseguirlo. Sin embargo, nada en la Galaxia está dejado al azar, la Fuerza hoy está de nuestra parte.

  Uno de los cruceros de batalla de la flota de Malak dispara sus potentes cañones contra la pequeña nave, reduciendola a chatarra y cenizas...

Aquel hombre que se acercaba tanto a ella no le da para nada buena espina. Siente que salió de un problema para meterse en otro aún mayor. Y con este van tres seguidos... piensa a la vez que intenta aparentar ser el cuerpo más inerte de la galaxia.

Sabe que tenía que haber probado a abrir alguna de las puertas que hay alrededor, pero el riesgo la tentó demasiado y es una de las cosas que hace que suba su adrenalina a tope. Es su estilo de vida, aunque en algún momento le pasará factura todo esto, pero ahora no puede permitirse ese lujo.

Con gran sangre fría se mantiene inmóvil, junto a los demás cuerpos. A pesar de tener los ojos cerrados, puede sentir el aura maléfica que desprende aquella persona que está casi a su lado. Ha de mantener la mente en blanco, no pensar en nada. Siente como las pisadas de algunos soldados se dirigen hacia el hangar y él se queda allí aún, concentrado. La tensión existente es capaz de cortar el aire.

A pesar de que debería estar temiendo por su vida, la idea de se estuviera concentrando la alivia un poco. Bastila se encontraba en el hangar y entre la gente que puede utilizar la fuerza son capaces de sentirse unos a otros... lo que, en teoría, le atraería hacia allí y quedaría el camino libre de una vez. Tan sólo queda esperar, el mero enfrentamiento contra él sería firmar su sentencia de muerte.

  La batalla que acontecería tendría la denominación de épica o quizás, se relataría la historia de una masacre. Cuando Darth Bandon comenzó a caminar Sanya tenía libertad para respirar, pero ni mucho menos para hacerlo tranquila, antes siquiera de llegar al hangar, cuando su espalda aún no se había perdido entre los pasillos, aún siendo visible por la joven Zabrak activó su sable láser, era doble, de un rojo intenso que no dejaba indiferente, haciendo que los brillos en las partes plateadas de su armadura iluminasen las zonas oscuras de un carmín sangre. Sus pasos eran similares a las de aquellos criminales del intercambio que entraban en las cantinas dispuestos a celebrar un ajuste de cuentas, sin embargo, tenía algo muy diferente a ellos, aquella arrogancia y superioridad, era más que real, estaba convencido de su victoria y avanzaba hacia ella, no hacia un duelo, sino hacia un asesinato perfecto.

  Cuando su silueta se perdió, el resplandor se alejaba lentamente, como lo hace la luz del sol en el ocaso, puede que para muchos no volviese a haber un nuevo día. La nave no temblaba, eso significaba que había cesado el bombardeo. Quisieran lo que quisieran, aquellos Sith habían venido a cogerlo, Sanya debía temer por su presencia pero más por su marcha. El camino parecía despejado, pero algo estaba claro, no pasaría mucho tiempo hasta que la situación cambiase. La bifurcación en el pasillo, a pesar de la oscuridad es clara, una de ellas se adentra en la nave, posiblemente hacia la enfermería o el puente de mando y la otra hacia los almacenes, las capsulas de emergencia, los compartimentos de los soldados y muy posiblemente, algún lugar por el que los Sith hayan podido entrar para abordar la nave.

  Un chasquido en el techo acaba por sumir todo en la oscuridad. Sus ojos tratarán de adaptarse, pero su visión será de igual forma, muy reducida...

Apreté los puños y los dientes con fuerza ante la escena.. maldito cerdo mentiroso... no, la ira es lo que él desea provocar en mi y para eso ha utilizado sus vidas, no es mas que un necio infantil que usa una flota como juguete para su diversión personal.

Camino fuera de la sala ante la falta de vigilancia hacia mi, me encamino a las capsulas de escape y por el camino intento localizar al bothan, aunque es practicamente seguro que embarcó con el maestro en aquella nave.

Bajo mi capa, mis manos reposan continuamente sobre mis sables, no me iba a quedar ahi parada mas tiempo, y nadie me iba a impedir irme de allí.

Dos soldados Sith bloquearon el paso a la Jedi. Con la diestra alzada el primero de ellos le dio el alto, el pasillo no preseguía y era una única entrada por lo que no tendría másopción que pasar entre ellos por las buenas o por las malas. La puerta parecía bien cerrada, pero podía estarlo tan solo aparentemente.

 Ambos apuntaban con sus fusiles a Aladiah, uno adelante y otro ligeramente atrasado, no podría cortar sus cañones fácilmente sin arrebatarles los brazos o la vida, y dentro de lo que cabe..parecían razonables.

 - Disculpe. No puede acceder a este sector. Por favor, vuelva por donde ha venido.

Incluso...extrañamente amables. Sin embargo habían dejado un pequeño hueco entre ambos, eran altos y, bueno, quizás un humano no pudiese jugarsela pero había posibilidades para otros recursos. Lamentablemente Aladiah no contaba con ninguno de ellos, sólo con sus sables.

 Alli estaba, sin ser percivido, tal y como deseaba, viendo los chismorreos de los sith con los jedis y esperando mi oportunidad para escaparda de una vez por todas de esta nave maldita. Mi presencia en la nave debia desaparecer de inmediato, nadie mas debia verme, no con los sith en alerta por todo lo que estaba pasando.

 Mis pasos siguen el ratro de la jedi llamada Aladiah, iba rumbo a las capsulas de salvamento, parecia saber por donde estaban, la verdad... no era muy dificil carteles a lo largo de toda la nave indicaban los lanzadores de capsulas para casos de emergencias. Sus pasos eran seguros, firmes, y alertados de los posibles enemigos que pudieran surgirle en el transcurso hasta la lanzadera.

 Algo extraño, aunque no del todo, los guardias rondan por toda la nave patrullando una y otra vez los pasillos, pero era coincidencia que aquellos dos guardias estuvieran justo alli, inmoviles esperando a posibles usuarios de las naves de escape. Aquella mujer y yo debiamos salir sin alertar lo mas minimo, y seguramente aquellos dos guardias alertaran en la central de la nave.

 Mis pasos son silenciosos, gracias a el cinturon que llevo equipado, no era facil descubrir mi presencia a una larga distancia, pero aquellos guardias ocupaban el estrecho pase a aquella zona. Debia encontrar el punto por el que no fuera descuvierto por aquellos dos soldados sith, en pocos segundos como si lo hubiera hecho toda la vida pase y me coloque tras ellos, desde aquella posicion aventajada knoquee a ambos soldados dejando via libre a la jedi, ahora no tendria problema para coger aquella capsula y salir pitando de la nave insignia de Malak.

  El Bothan se volvió visible unos instantes antes de que los sith pudiesen reaccionar, siendo conscientes tan solo por la reacción de Aladiah que instintivamente tuvo que mirar hacia aquella sorpresiva entrada. Golpes duros y certeros en la nuca, los soldados no tuvieron más opción que caer al suelo, primero de rodillas y después bocaabajo contra el suelo, con las armas en la diestra y sin riesgo de que se levantasen.

  El camino estaba libre, sólo necesitaban comprobar la puerta.

 Mis pasos se dirigen hasta el panel de control cercano a la puerta, paso por alto la presencia de Aladiah como si no estuviera alli, actuando como si estuviera solo para intentar entrar en la capsula, desde alli podria activarlas y abrirlas, aunque seria alertado en los paneles centrales no creo que llegaran a tiempo para atraparnos.

 Usando los codigos que me dieron al entrar en la nave aquel dia tan... como describirlo, era como un día lluvioso lejos de mi planeta natal, triste, gris, como si presagiara lo que estos seres iban a hacer. Pobres hijos y pobres familiares de los que han sido asesinados en esta batalla... pero, mi mision no era esa en este momento, sino que debia salvar mi pellejo y el de aquella jedi. Introduje la clave que aquel panel de control pedia, accedi a los controles de activacion y desactivacion de puertas y active las puertas de acceso a los lanzadores de capsulas de emergencia, ya solo era cuestion de entrar en una capsula y escapar del destructor que orbita en Taris. Todas ellas disponian de suficiente espacio para dos.

 Mi mano se alza dando el paso a la jedi, ahora mis ojos se fijaban en los suyos, esperando a que sin necesidad de decir nada mas aceptara entrar a la capsula conmigo para escapar de aquí. Había programado el panel para que todas fueran soltadas en breves instantes, la confusión daría tiempo a que los sensores de vida no los detectasen, si había suerte, y aquella acción sin duda alguna minaría la moral de las tropas del Leviatán.

Ante tal despliegue de habilidad en el momento preciso opto por quedarme inmovil mientras aquel ingenioso bothan allana el camino de forma admirable, creo que ni yo hubiese sido tan sutil.

-Crei que habrías marchado en la otra nave, me alegro que estes bien, gracias por la ayuda...

Aunque no estaba para ningun tipo de celebración despues de lo ocurrrido, lo cierto es que el bothan me sacó una sonrisa, tomé asiento con ñel en la capsula y esperé que todo fuese bien. Nos volveremos a encontrar... Malak.

-Salgamos de aqui...

Yo era la unica que quedaba, la unica que podría informar al consejo jedi de lo sucedido, tengo la sensación de que ese es el unico valor de mi vida ahora mismo... No pude hacer nada...

Aladiah y Asyr se pusieron a cubierto en aquella cápsula, al liberarse todas ellas, la reacción de los miembros del Leviatán, ahora confundidos ante la introducción de los códigos para entrar en la sala y activar el lanzamiento no tuvieron la iniciativa y velocidad suficiente como para disparar contra todas las cápsulas. Afortunadamente y a pesar de que muchas de ellas fueron destruidas la de Aladiah y Asyr sólo aumento su velocidad para estrellarse contra el planeta, tambaleandose.

  Pronto llegarían a Taris...y el aterrizaje sería movidito.

A pesar de que yace en el suelo en un aparente estado de inconsciencia o relax, tenía todo el vello del cuerpo erizado por la tensión que había sentido hace unos instantes. No tiene ni idea de quien era aquel hombre, o bestia, que portaba un sable doble y la sensación que emanaba era la de venir del mismísimo infierno para cumplir su misión.

Esto se me está yendo de las manos piensa mientras se incorpora poco a poco, ocultándose en la oscuridad que la protegía ahora de posibles amenazas. -Tengo que volver al hangar... matará a Bastila si no- hace una pausa -Espera ¿yo dije eso? ¿por qué me preocupo?- se lleva las manos a la cara, como si quisiera refrescar sus ideas.

Agita la cabeza como negando -Simplemente tengo que ayudarles contra los sith para salir de este lugar, son demasiado fuertes y si les matan a ellos... como me encuentren...- vuelve a agitar la cabeza. ¿Pero qué tonterías digo? ¡Voy a salir de aquí como lo hago siempre! Solo que... con más cuidado.

Se levanta e intenta abrir la puerta que hay a su lado, no le queda otra opción. Además el camino está demasiado oscuro, aunque tenga sus oídos como guías.

  Los conocimientos de seguridad de la Zabrak no tenían rival en la galaxia, (bueno, quizás alguno, pero eso no importaba en aquel momento) lanzandose a la aventura, sin comprobar antes que podía esperarle al otro lado de la puerta forzó el sistema de alimentación de la cerradura sin despeinarse, era algo que había hecho más de una vez, no en una nave de guerra, pero si en otros lugares menos mortales. La presión de sentirse en peligro no afectó a su sutil habilidad.

  Las puertas se abrieron ruidosas, tanto que en aquel abismo oscuro y silencioso era un grito desesperado para revelar su posición al enemigo. Una luz azulada con matices de un verde viscoso iluminó el rostro de la alienígena cuando aquello sucedió. Diez tanques de una sustancia líquida con decenas de burbujas eran el recipiente de una decena de soldados de la República que, inconscientes y en paños menores respiraban gracias a unas mascarillas de color negro. Sus ojos cerrados no se movian, y luchaban entre la vida y la muerte, muchos de ellos tenían heridas graves de blaster en el tronco o los brazos, incluso uno de ellos se había visto el pecho surcado por algún arma láser, propia de jedi como Bastila o aquel que había dejado atrás hacía un minuto.

  El goteo, la sensación líquida de aquella sala, se mezclaba con un olor húmedo y fresco incrementando su sensación una ventilación mucho más regular. Se respiraba aire puro. Estaba en la enfermería, un droide colgaba del techo, desactivado, con sus largos brazos mecánicos, seis de ellos encogidos en su pequeño cuerpo esférico, un solo ojo rojo que no emitía luz alguna. En medio de la sala había cuatro camillas con instrumental médico avanzado, y al fondo de la sala un panel de control que precedía a numerosas taquillas y contenedores de plastiacero probablemente destinados al almacenamiento de material clínico.

Sin esfuerzo alguno consigue abrir la puerta, algo que había hecho habitualmente ya debido a las situaciones delicadas a las que se ha enfrentado en diversas ocasiones. Al abrir, maldice con todas las palabras malsonantes que le vienen a la cabeza el ruido que hace la puerta, esperando que aquel sith no la hubiese escuchado. Joder...

Mira la sala un tanto desconcertada al principio, la enfermería estaba totalmente abandonada, algo que la extraña ya que estaban en medio de un combate. ¿No debería estar esto lleno de gente intentando salvar las vidas de estos pobres soldados? Le parece que está desactivado el droide, pero no está segura. Comienza a observar su alrededor, pero no tiene ni idea de medicina por lo que llega a la conclusión de que es una tontería que se coma la cabeza.

-Bueno, aquí sobro... Tengo que llegar al hangar para echarles una mano. Más que por ellos, por mí- se repite mientras intenta buscar otra salida de aquella sala entre toda la oscuridad.