Partida Rol por web

Me sujeto la cabeza con  mi mano. Un fuerte dolor me hace que casi pierda la vista. Miro a mi alrededor. 

- Por aquí estamos vivos. - Digo mirando a Frank. - ¿Y Lyona? 

Miro hacia atrás como puedo, el dolor de cuello también es fuerte, y veo a Lyona aún inconsciente. 

- Sigue inconsciente, voso...

De repente me acuerdo de la criada y miro hacia todos lados. Ni rastro de ella.

-¡Joder!, ¡Mierda!-dice Frank echándose las manos a la cabeza allí donde su cabeza topó con el salpicadero propinánole un buen golpe que por suerto, no tuvo consecuencias importantes-¿Eres capaz de arrancarlo? La tipa parece que ha quedado rezagada. Lo mismo nos da tiempo a escapar. No podemos permitirnos dejar a su alcance el camión.

El brigada Murray con los bandazos, y tras el último "incidente" se había caído y había dado golpes contra casi todo, con un ruido similar al que hace una lata de refresco cuando le das una patada y resbala calle abajo, por el asfalto, y de cuando en cuando "baja un escalón" de manera poco ... controlada. El arma había sufrido daños en el visor. Ahora solo podría dispara a instintivo y con las alzas. - Mierda puta. Se lamentó de manera grosera. De todas maneras, los últimos 1000 proyectiles, todos habían sido disparados con las alzas o instintivo. - A saber si este cacharrito se puede arreglar ahora. Hacía tiempo que no lo usaba, pero le fastidiaba que se le estropease el equipo. Tras revisarlo todo, se dio cuenta, que aunque la armadura le había protegido de lo peor, la espalda, la acera y una rodilla, lo peor se lo había comido él ... y el visor.

- ¡Aaaargh! ¡Que dolorrr!

Me despierto con un fuerte dolor en mi hombro y en casi todo mi cuerpo. Las lágrimas se me saltan mientras grito para intentar mitigar el dolor. De repente me acuerdo quien me ha herido. Me incorporo y sigue gritando.

- ¿Que ha pasado con ella? ¿Está muerta? !Decidme si ha muerto o no!

Intento arrancar el camión, pero algo anda mal. No hace ruido. Aún así, sigo intentando por si tenemos suerte y podemos huir de allí. De repente, veo en mitad de la calle, caer de pie con un fuerte golpe en el asfalto a la criada. 

- Pero esta mujer... ¿de qué está hecha?

De repente, los gritos de Lyona me hacen mirar hacia atrás. Y me temo lo peor. Acaba de ver a la criada. 

Con una patada, abre la puerta del camión y sale hacia fuera. Intento desde mi posición sujetarle para que no se vaya.

- Lyona, espe...

-No, pero va a estarlo muy pronto, así sea lo último que haga-Contestó Frank, mientras pensaba qué hacer-Treshum, saca a Lyona de aquí. Harl, cúbreme.

No tenía idea de qué es lo que planeaba el hombre, pero la monja me indicó que apoyase a este hombre. - A la orden. Le contestó y putnó con cuidado al "bicho" evitando a los aliados. Se hacía difícil con la loca esta y el hombre cablecitos dispararle a la robotija, pero lo intentaba, aunque empezaba a pensar que la espada de la familia era ... o sería más eficaz. Ya empezaba a pensar en cambiar el ... modo de empleo. Combatiría, si se acercaba mucho, con el mandoble.

Desenfundo la pistola que me queda y apunto a Frank en la cabeza antes de que salga del camión.

- Frank. Estoy a punto de encenderme como la luz de un faro. Una vez encendida, no respondo. Puede que te vuele la tapa de los sesos. ¿Me entiendes? ¿no? - Mi mirada era de rabia, descontrolado y a punto de estallar las venas de mi cuello. Me acerco más a Frank. - La bala que me ha alcanzado. Vale mucho más que cualquier cosa que ésa se haya metido en el trasero. Haré que lo entienda. Ya lo verá. 

Salgo del camión y veo que la criada ha sacado también una pistola. Cierro la puerta y nos miramos fijamente. 

- Dispara, pequeña. ¿O es que ahora tienes miedo?

- No hay nada que temer.

Nos apuntamos con las pistolas y de repente. Todo estalla. Comenzamos a dispararnos, esquivar balas mientras nos acercamos una a la otra. Cuando llegamos casi a tocarnos comenzamos a golpearnos con las pistolas. Nuestras heridas y el cansancio hacen que nuestra puntería decaiga. 

Llego, seguida de cuatro hombres armados y encapuchados, con ropas militares de Imperial, justo cuando hay un tiroteo entre Lyona y la criada. Veo el camión de La Forja estrellado contra una pared, y un soldado de Imperial en mitad de la carretera. 

- ¡Alto Ahí! - Les grito a las dos mujeres. - Señoritas, se acabó la fiesta.

Con un gesto de mi mano, ordeno que los cuatro soldados que me siguen, les apunten. 

- No vas a cobrar nada por eso.

Ambas mujeres se detienen. No me miran. Siguen mirándose y sin bajar las pistolas.

- Esto va para ti, criada. En el Hotel Heimburg íbamos a luchar contra el Cártel Manizalera. Iba a encargarme de ellos, pero gracias a ti, me ahorré mucho tiempo. Ahora ya habrán destruido también su sede. Por lo tanto, ya no queda ningún problema. El rescate de García también está pagado. No tenemos porqué pelearnos. 

Trago saliva mientras veo la escena.

- Son las tres mujeres más terribles de Luna. Esto es como estar en la zona cero.

No pienses, apunta y actúa.

Me mantengo en la posición diagonal de cubrir a Glec. Colocó la cabeza de una de las mujeres en mi mira, firme, silencioso, esperando órdenes, respirando acompasado.

Objetivo en mira. Esperando orden señora.

Esta es la clase de mierda impersonal que más acojona, es como decir yo solo un martillo, pequeño clavo, no tengo la culpa de que alguien quiera clavarte.

Andaba de decepción en decepción.

Ya no sabía que bando era uno, y que bando era el otro. Empezaba a pensar que tendría que regresar al cuartel y entregar de manera formal su solicitud de acceso a otra formación. A la Hermandad. Le habían dado permiso para ... descansar y se había dado una vueltita liándola parda.

Espada en mano, y fusil colgando, se acercó a las tropas recién llegadas. Tenía intención de pedirles que le acercasen hasta el cuartel, pero primero había que aclarar y solucionar esto. - Quiero hacer bien las cosas. No le hecharían en falta demasiado, si llegaba antes de la hora que le habían acordado, así que realmente, no pasaba mucho, y como Imperial, salir con el equipo a patrullar no era tan extraño (aunque si un poco, que se metiera en un bar de matones y se liara a tiros). Por lo menos, se había fuchicado parte de una banda de mafiosos, así que incluso lo verían con bueno ojos. Le caería una bronca de lo lindo, pero ... no llegaría a mucho más. Tal vez un par de días de arresto domiciliario (O sea, encerrado en el cuartito, y presentándose al oficial de guardia para las comidas, diana y oración). Nada que no mereciera la pena. Incluso, si había periodistas, sería una buena fama para Imperial, que usara sus tropas para luchar contra el Crimen Organizado.

-¿Pimkie?¿Qué demonios...?-.

Frank sabía de sobra que a Clegg no le gustaba que le llamasen así, pero no quería decir su nombre en alto. Nombre que posiblemente sería falso, pero no había necesidad de arriesgarse. El caso es que la situación se estaba complicando y no entendía nada así  que por lo de pronto, seguía levantando el arma sin saber muy bien a quién apuntar.

-¿El rescate...pagado? Esa hija de puta me ha destrozado el camión y estamos a punto de matarnos a tiros. No estaría de más una explicación a todo esto. Eh...no. Espera. Todo esto...lo has tramado tú ¿verdad? Nos has usado de cebo para atraer a los Mazinaledos y luego cargártelos. Pero no contabas con la señorita hojalata ¿voy bien?

No tenemos porque pelearnos.

- No tiene nada que ver.

Sigo manteniendo mi arma apuntando a la criada.

- No, nada.

Sigo apuntando a la loca.

Levanto los ojos al cielo cuando Frank vuelve a llamarme Pimkie. No es el mejor momento para esto.

- No me digas, Frank.

De repente, veo que las dos mujeres van a apretar el gatillo. Saco mi pistola y hago sendos disparos precisos. Uno a cada arma. Haciendo que las dos tiren sus pistolas al suelo, y se queden desalmadas. No bajo el arma y les sigo apuntando.

- No os equivoques, no es una petición, es una orden.

Miro a Frank.

- Esta mujer no es una criada. Roberta Cisneros, también conocida como "El perro de caza de Luna". Era una guerrillera, que entrenaron para asesina, una terrorista buscada por secuestro y asesinato. Además, se sospecha que está relacionada con la explosión de la embajada de Capitol.

Veo que el niño sale del camión tan rápido que no puedo sujetarlo.

- Ga... ¡García!

Salgo del camión y me pongo cerca de la puerta. Tengo miedo, pero tengo que parar esto.

- Roberta. Ya está bien. - Veo que Roberta desvía la mirada de Lyona y me mira. - Yo estoy perfectamente, ¿no lo ves? Volvamos a casa. - Agacho la cabeza, triste. - Es que no quiero... verte con una pistola en la mano.

Y sobretodo las palabras de Glec me hacían daño.

- ¿Perro de caza?

No comprendía porque la llamaba así.

Señora, conozco a ese de ahí. Se llama Murray, es de fiar.

Susurré manteniendo la posición, la tal Glec se defendía sola que daba gusto pero no podiamos descartar acciones hostiles.