Partida Rol por web

Gruk había preguntado donde se encontraba la taberna, pero Fawkes y Gilbretch sabían perfectamente donde se encontraba y fueron los guías que los llevaron hasta allí, por el camino pudo contarles que esa taberna es popular entre los mercenarios visitantes y tiene reputación de ser lugar de continuas peleas.

La Espada y el Mayal está situada en el distrito de Neumarkt, en una calle estrecha frente a Schwanger Alley. Esta zona contrasta con su entorno, la plaza Neumarkt es un barrio mayoritariamente de clase media, hogar de uno de los dos grandes mercados de la ciudad y numerosos pequeños comercios y talleres. Aunque no está tan destartalada como otras partes de Middenheim, estas pocas calles son definitivamente un poco de mala muerte.

Al llegar podéis ver a su dueño, el tabernero, Gerhard Heller es un hombre corpulento de casi cuarenta años, de pelo negro y grasiento que se le pega sobre su calvo cuero cabelludo.

La cantina ocupa la mayor parte de la planta baja. Es un gran espacio abierto, sin mesas, sillas, ni muebles de ningún tipo. Esto es debido a que Gerhard Keller, el dueño, simplemente dejó de sustituir el mobiliario que era dañado en las peleas, hasta que no quedó ninguno. Las únicas características destacables son la barra de madera sólida y el montón de barriles que está detrás de ella.

A un lado de la barra, se abre una puerta a una escalera exterior que conduce al piso superior, y unos peldaños tallados en la piedra que conducen a la bodega.

Los parroquianos de La Espada y el Mayal son una mezcla de guardias de la ciudad fuera de servicio y guardias de la puerta, junto con algunos mercenarios que están entre trabajo y trabajo. Hay menos mercenarios estos días, porque la mayor parte de ellos siguieron al ejército imperial en su persecución de los supervivientes de las fuerzas del Caos.

Os fijáis en que el posadero tiene cicatrices que fueron producidas hace poco tiempo

Magnus no tardó en mezclarse entre los parroquianos, intentando recabar, de forma discreta y vedada, información acerca del supuesto nido de cultistas que habían encontrado los cazabrujas. También intentó, mientras se movía por el lugar, encontrar algo fuera de lugar en el sitio, una trampilla o algo por el estilo.

Gruk se alegraba de que aquél sitio siguiera en pie y de estar allí. Se sentía como en casa entre aquella chusma, no porque fuera igual que ellos, claro que no, estaba muy por encima, literalmente, sino porque sabía como tratar a esa gentuza, y ellos sabían que no debían meterse con él, claro que no. No pudo menos que esbozar una amplia sonrisa nada más entrar y, directamente, dirigirse a la barra, que era prácticamente lo único que se mantenía en pie en aquél antro.

—Gruk querer beber. ¡Cerveza para Gruk! —exigió con alegría. Los demás podían hacer lo que quisieran, él llevaba ya demasiado sin tomar un buen trago.

Fawkes entró a mirar, quizá la parte de arriba escondiera algo de interés o quizá la bodega, pero eran lugares a los que no podría meterse fácilmente sin ser visto, así que se dedicó a buscar señales ocultas, como marcas o tallas en las paredes de madera que pudieran significar algo que aunque no entendiera, pudiera facilitar la búsqueda.

Siguiendo a mis compañeros llegamos a La Espada y el Mayal y observo con atención a los parroquianos del lugar. Claramente se puede diferenciar a los guardias de la ciudad que están de permiso entre guardias y a varios grupos de mercenarios que claramente son de fuera de la ciudad.

Gruk, con la sutileza que le caracteriza, pidió una jarra de cerveza lo que me permitió observar al posadero cuando se acercó a nosotros.

- Tuvieron que doler esas heridas, ¿verdad? - pregunté en referencia a las cicatrices que presenta el hombre, con aspecto relativamente reciente.

Lollenda se sintió empujada a seguirles. Todo aquel asunto del cazador de brujas y los juicios por herejía o afiliación al caos le importaba realmente poco. Pero no tenía opciones, estaba atrapada en el viejo mundo y volver a su amada ulthuan era un imposible.

Entró en la taberna junto a los demás, visiblemente contrariada y clavando sus ojos en el tabernero, identificando lo que el único que conocía acababa de decir de una manera bastante casual. Le pareció un buen método de obtener algo de información. Por lo demás, lollenda se quedó en segundo plano, observando todo con atento ojo.

-Cuando separas tantas peleas como las que se hacen aquí uno termina por acostumbrarse a las heridas -responde el posadero a la mención de Gilbretch a sus cicatrices

El posadero después de coger el penique que le tiende Gruk, le sirve una jarra de cerveza, el ogro disfruta de su bebida mientras los demás observan con más atención el lugar.

La taberna no parece tener nada de especial, no encontráis ningún tipo de trampilla ni puertas secretas, solo mesas semirrotas y sillas astilladas. Hay unas escaleras que suben a una planta superior en un lateral de la taberna, a su lado hay otra que solo desciende.

Magnus consigue mezclarse con los parroquianos pero no se integra con ellos, no parecen gustarle los desconocidos, lo máximo que saca de ellos es las bravuconadas que se sueltan los unos a los otros esperando poder crear una reyerta en el bar. Lo único que Magnus descubre es que a esos parroquianos les gusta beber y luchar en esa taberna.

Paul intenta ir a las escaleras, pero al ver que el posadero lo mira, cambia de opinión y se sienta junto a Gruk, aunque después se lo vuelve a pensar dos veces y decide ponerse un par de taburetes más alejado de éste

- Sí, son cosas que pasan... por eso no suelo meterme nunca a separar cuando alguien se pelea - respondo en referencia a la alusión del tabernero a las frecuentes peleas que se producen en en lugar - y menos aún cuando una bestia invicta como este está en el ajo - añado subiendo el tono de voz lo suficiente como para que se me escuche en gran parte del local señalando a Gruk con un movimiento desafiante de la cabeza.

Antes de que el tabernero se aleje de la mesa le pido una copa de buen vino.

- Por favor, que no sea una bebida de esas aguadas del sur...

—¿Eh? ¿Pequeñajo referirse a Gruk? —preguntó con los ojos entornados y un leve rubor en las mejillas, a causa de haberse bebido al jarra demasiado rápido; durante un momento pareció, por su gesto serio, que no le había agradado demasiado el comentario, pero luego sonrió y asintió—. Je, je, je. Gruk invicto, si. ¡Otra cerveza para Gruk! —exclamó tendiendo otra moneda.

Lo cierto es que el ogro, una vez había empezado con la bebida, parecía haberse desentendido del motivo que les había llevado allí.*

-Cuando si no te metes lo que sucede es que te destrozan la taberna, prefiero algunas cicatrices antes de que perder mi taberna -contesta el tabernero encogiéndose de hombros

El tabernero sirve a Gilbretch un buen vino, es de calidad, o por lo menos no está aguado. A Gruk le sirve otra cerveza.

Fawkes, Lollenda, Magnus y Paul intentan ir por las escaleras aprovechando que el tabernero está sirviendo las bebidas y entrenetido con Gilbretch y Gruk, pero éste se da cuenta

-¡Ey parejita! No se puede ir por las escaleras -dice Heller a Fawkes y Lollenda

-Parece que los forasteros no saben donde están su lugar -comenta uno de los parroquianos, seis de ellos se levantan y se preparan para luchar, a pesar de tener armas deciden como en cualquier trifulca de taberna, pelear con los puños

Esa distracción, les da la oportunidad a Magnus y Paul de subir las escaleras

Al subir las escaleras os encontráis con la planta superior de la taberna, esta tiene una habitación a mano derecha, dos a mano izquierda y una enfrente

- Si lo que queréis es pelea no tengo problema en bajarle los humos a unos temerarios como vosotros.

Fawkes se crujió los nudillos dispuesto a responder a la pelea de los que los llamaban forasteros y no pretendía contenerse.

Magnus no era muy dado al sigilo y el subterfugio, un seguidor de Ulric no necesitaba de aquello, pero la providencia quiso que pudiera escurrirse mientras los demás generaban una distracción.

Ya en el piso de arriba, el iniciado empezó a probar las cerraduras, buscando alguna que estuviese abierta. Mientras tanto, aferraba su báculo con la otra mano.

La elfa se giró cuando le advirtieron de que ahí no se podía subir por las escaleras, y miró con suspicacia al tabernero - ¿por qué no? ¿tienen algo que ocultar? - dijo de manera directa y sin ambages, viendo como seis de ellos se levantaban para lo que parecía que iba a ser una pelea de bar. Todos iban sin armas al parecer, pero la mano de Lollenda se posó en el mango de su espada.

Oh mierda... pienso al ver como los parroquianos se levantan con claramente malas intenciones.

- Muy bien caballeros... - digo con tono de voz tranquilo intentando no caldear aún más los ánimos. - ¿alguna vez se han parado a pensar que la violencia no siempre es la solución para todos los problemas? - a pesar de mis palabras tranquilizadoras mantengo la distancia respecto al grupo de parroquianos de la taberna.

- Tras un viaje largo, seguro que la pareja lo único que buscaba era algo de intimidad para calmar sus ardores... ¿qué hay de malo en eso? - añadí con tono burlón - salvo alguna desagradable enfermedad, claro está...

Al ver que varios de los habituales del local se ponían en pie, el ogro hizo lo propio tras terminarse la segunda jarra de un largo trago. Disfrutando el momento, se relamió y se crujió los nudillos.

—Violencia servir a Gruk siempre, je, je, je.

Si esos tipos querían pelea, iban a llevarse una desagradable sorpresa. O no; la verdad es que imponente como era, vestido con su tremenda armadura y con unos puños casi tan grandes como la cabeza de alguno, imaginaba que ya se esperaban quien iba a salir perdiendo de allí.

¿por qué no? ¿tienen algo que ocultar? -preguntó Lollenda

-No, pero son habitaciones privadas, arriba está el almacén y mi habitación, ninguna de las dos son aptas para la clientela, y abajo está la bodega, como comprenderá no dejo que los clientes campen a sus anchas para que puedan tomarse mis suministros o roben mis pertenencias -dijo el tabernero

- Tras un viaje largo, seguro que la pareja lo único que buscaba era algo de intimidad para calmar sus ardores... ¿qué hay de malo en eso? -preguntó Gilbretch

-Esto no es una posada, que se vayan a una o a un callejón -dijo de mal humor el tabernero 

Cuando Gruk se levanta y amenaza a los parroquianos, todos salen corriendo, todos menos uno que parece querer pelear. Desarmado a pesar de tener una porra en el cinto, pega un puñetazo hacia Fawkes, pero falla el ataque, el guardia tiene igual de mala suerte porque su puñetazo pega al aire

Magnus abre la primera habitación que encuentra, no está cerrada, por lo que puede ver en su interior una pequeña y oscura habitación que contiene una variedad de ropa de cama y varios muebles intactos que actualmente no están en uso.

Paul va a la habitación enfrente del almacén que ha abierto Magnus y ve una habitación que contiene una cama barata pero cómoda, un armario de madera que contiene algunos juegos de ropa barata, un lavabo con un plato y una jarra de agua, y un cofre cerrado