Partida Rol por web

Campanas de sangre

Bifurcación de caminos (abrazo Meribeth)

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05/03/2018, 19:34
Meribeth McAllister

Con cada segundo que pasaba me ponía más y más nerviosa.

Claire había acudido en busca de un doctor, y mientras tanto había decidido aflojar la ropa de Annabelle para que pudiera respirar mejor, pero aun así no parecía respirar bien; pues ni siquiera veía su pecho moverse. Además, el pálido color de su piel en aquellas zonas que permanecían ocultas me generó desasosiego, pues tenía muy mal aspecto.

¿Qué te está pasando? ¿Qué tienes?

Acerqué mi cabeza a su pecho, queriendo escuchar el latido de su corazón, pues ante su falta de reacción y el estado que mostraba, comencé a temer incluso que este se hubiera detenido. Mientras acercaba mi rostro a su cuerpo, imploré para mis adentros el que no fuera así, el que aquel estado no fuera más que la manifestación de la enfermedad que parecía estar consumiéndola.

¿Por qué no nos habías dicho nada?

En el exterior, parecía estar dándose una acalorada conversación entre susurros, a la cuál pondría atención tras comprobar el estado de Annabelle.

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05/03/2018, 20:10
Narradora

Notas de juego

Hazme una tirada de percepción + alerta o subterfugio oculta a ver que puedes pescar de las de fuera :) Así te lo resuelvo ya en el siguiente post.

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05/03/2018, 20:32
Meribeth McAllister
- Tiradas (1)
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06/03/2018, 21:48
Narradora

Nada. Bajo el pecho de Annabelle había completo silencio. Tal vez no supiste escuchar el bombeo de su corazón o tal vez estaba tan débil que todo el ella se había aletargado y funcionaba en susurros tan suaves que su cuerpo los amortiguaba.

Pero ante ti más que una mujer dispuesta para toda lucha parecía quedar su piel rendida a la muerte.

 

- No quiero que nadie entre -imponía Caren con tanta fuerza en la orden que nunca hubieses imaginado llevarle la contraria pero Withbow lo hizo.

-Debemos dejar pasar al doctor, señorita Matthews. Independientemente de que sea un hombre -protestó la florista-.

- Annabelle tan solo necesita reposo. Puedo jurarlo. Déjeme esto a mí, Ursula. Cierre la tienda y espere a mi regreso.

- Con todo el respeto, no puedo hacer eso. Usted siempre será mi inspiración y mi líder en la causa, Matthews pero no voy a guardar un cadáver en mi tienda.

- Vivirá. Si no sale afuera vivirá -insistió Caren con sus tripas en la voz, a la que resultaba muy fácil de imaginar con el rostro tenso por el enfado contenido de la verdad contenida-.

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10/03/2018, 13:12
Meribeth McAllister

Nada… No lograba percibir nada en el pecho de Annabelle, y cada vez me encontraba más nerviosa. No había nada que pudiera hacer, ¿o sí? Mis conocimientos en medicina eran más bien escasos, y temía empeorar la situación de mi compañera.

Me acerqué a la puerta, queriendo saber si había novedades sobre el doctor, pero dada la conversación acalorada que se estaba produciendo fuera me quedé escuchando tras la puerta. La líder sindical no parecía querer que nadie entrara, lo que provocó que mis ojos se abrieran como platos. La señora Whitebow insistía en que el doctor debía pasar, pero la señora Matthews decía que bastanta con que Annabelle descansara.

Mi mirada se desvió hacia esta. ¿Descansar? Aquello no sería suficiente, no.

Mientras las mujeres seguían debatiendo, abrí la puerta, decidida.

- ¿De qué está hablando? ¡Annabelle necesita un médico ya! – espeté, perdiendo mi voz fuerza casi de forma inmediata. – Ni siquiera estoy segura de que el siga latiendo el corazón… Quizás deberíamos intentar reanimarla… ¿Podría ayudarme alguna? – les pedí, volviendo a mirar dentro nuevamente, compungida ante el estado de la mujer.

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11/03/2018, 10:30
Caren Matthews

¡oh, dios santo! —se agobió Withebow que necesitó sentarse y quedó congelada en sus pensamientos con las piernas preparadas para salir corriendo en posición pero no en tono muscular, el pandero apoyado al límite de la silla y un brazo doblado para agarrarse al respaldo de la silla de madera.

Sus labios murmurraban muy de vez en cuando que iba a por el doctor, ya, ya mismo; pero no conseguía moverse.

Caren te indicó que volvieras adentro con dos dedos que se alargaron y recogieron un par de veces y ella te sigió.

Veamos, veamos eso de que no le late el corazón —dijo llevada por la prisa—.

Se arremangó la blusa por encima de los codos incluso antes de entrar y al ver su pecho desvestido sus pies se detuvieron por un instante en el que podíste ver el mismo escalofrío que te había recirrido al enfrentarte a la enfermera palidez de Annabelle.

¿Has probado algo? —preguntó arrodillándose al lado de la cama de Annabelle para apoyar la cabeza en el pecho—. Sí late —dijo subiendo las pupilas a ti para tranquilizarte—. Ella tiene problemas de circulación, eso es todo, ¿Qué te parece si la dejamos descansar y te acompaño a casa?

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12/03/2018, 23:34
Meribeth McAllister

La señora Whitebow se quedó fuera, asustada, mientras la señora Matthews y yo regresábamos a la habitación. Esta parecía dispuesta a hacer algo, remangándose con decisión, y no me pasó desapercibida su reacción al ver a Annabelle.

Aun así continuó manteniendo que no pasaba nada, después de comprobar ella misma si latía el corazón de la mujer, y me instó a que me marchara y dejara descansar a Annabelle.

- No tengo intención de irme a ninguna parte. No sé qué está pasando, ¡pero eso no son simples problemas de circulación! - dije alzando la voz en aquella última parte de la frase, señalando el cuerpo de mi compañera.

Me acerqué a esta, queriendo volver a comprobar si tenía pulso, esta vez poniendo mi mano en su cuello.

- Dígame que las demás han ido a buscar a un médico, porque de lo contrario tendré que llamar a la policía... - le advertí, temiendo que hubiera impedido también al resto acudir en busca de ayuda.

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27/03/2018, 22:52
Caren Matthews

Buscar el pulso en un cuello no era algo tan sencillo como los médicos pudieran hacer creer. Debía hacerse con conciencia y presicion tanto para sentir el pulsante hormigueo de la sangre como para no confundirlo con el propio. Y Meribeth había oído de la técnica pero bien sabía que no era ninguna eminencia en medicina.

Tanteó de todas formas el cuello de Annabelle mientras Caren respondía tan solo a su última amenaza.

Stamford bien seguro que ha ido a por uno. Si acude a llorar a su padre, él es médico; y si quiere confesar a su marido, también lo es.

No hubo respuesta en el cuello de Annabelle que supieras identificar como su pulso.

Y aunque ninguna de esas opciones me parece inteligente menos me lo parece amenazar con traer la policía. Aquí.

No solo había reproche en sus palabras sino también el dolor de una decepción.

Entiendo que ustede no me conoce más allá del nombre o la causa y que, en cambio, sí cree conocer a Annabelle pero le ruego que busque en su instinto y le haga caso cuando le diga que no miento al decirle que sacarla ahí fuera para trasladarla a cualquier hospital es condenarla —habló desde el corazón con la fuerza que la hacía lider de un millar de mujeres, demandando tu ayuda y sobretodo tu fe—. Por favor, aguarde con ella, de acuerdo, pero dejela descansar. Aquí, o en la mayor oscuridad que podamos conseguir.

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29/03/2018, 22:48
Meribeth McAllister

Mientras trataba de buscar el pulso de Annabelle, la señora Matthews aseguraba que Stamford traería un médico, pues tanto su padre como su marido ejercían tal profesión. Aquello me tranquilizó un poco, pero no demasiado, y es que el estado de mi compañera no dejaba de ser alarmante.

Aún sin encontrar el pulso de esta, giré mi rostro de forma repentina hacia la líder sindicalista cuando me reprochó la alusión que había hecho a avisar a la policía. Antes de que pudiera decir nada, me pidió que hiciera caso a mi instinto y la creyera.

Apreté los labios, indecisa. Aquella mujer parecía de veras saber lo que decía, su convencimiento tenía una fuerza tal que era difícil ignorar sus palabras. No comprendía por qué trasladar a Annabelle a un hospital la condenaría, pero no quería que nada le pasara.

Finalmente, sucumbí a la petición de la mujer, quien me pedía que aguardara con mi compañera allí o en algún lugar oscuro, dejándola descansar.

- Está bien, me quedaré a su lado mientras descansa, pero haga pasar al médico en cuanto llegue, se lo pido por favor. – le dije seria a la mujer, sentándome junto a Annabelle, mientras sujetaba su fría mano.

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04/04/2018, 11:27
Caren Matthews

Caren asintió a tus palabras en transacción. No estaba de acuerdo en el asunto del médico pero creyó necesario ceder en ese punto después de que tu te hubieses dejado convencer para mantener a Annabelle a resguardo del exterior.

La mujer buscó asiento en el margen de una de las camas desocupadas y no volvió a abrir la boca claramente inmersa en preocupaciones y gestiones propias.

El tiempo pasaba lento, casi como si lo hiciera a propósito para desesperarte. Tus hijos esperaban en casa, probablemente aun por desayunar y sin la presencia de la señora Dunn. Clarie no aparecía y la señora Whitebow había quedado fuera para atender la tienda como si no pasara nada. 

No estabas segura de ello pero en tus nervios parecía haber pasado una hora cuando Clarie se levantó tras un asentimiento privado en el mismo preciso instante en el que el suelo temblaba. 

De inmediato se escuchó un estruendo tan fuerte que ensordeció tus oídos con un pitido remanante  e incluso te hizo cerrar los ojos momentáneamente. La ciudad entera gritó y la sufragista salió corriendo del escondite para alcanzar a ver la calle.

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07/04/2018, 12:25
Meribeth McAllister

La líder sufragista se quedó también allí, en silencio, mientras el tiempo continuaba pasando lento pero inexorablemente. Mientras lo hacía, me preguntaba si el médico tardaría mucho más en llegar, pues debía regresar a casa para dar el desayuno a mis hijos y que así estuvieran listos para cuando la señora Dunn regresara para acompañarlos a la escuela, pero no podía dejar a Annabella sola en aquella situación.

Habría pasado alrededor de una hora cuando vi a la señora Matthews levantarse, justo en el momento en el que pudimos sentir un temblor en el suelo. Entonces un fuerte ruido me ensordeció y me hizo cerrar los ojos, llevándome las manos a las orejas mientras aquel pitido continuaba ahí. Pude sentir cómo la sufragista se dirigía a la calle a ver qué había pasado, y retiré mis manos y abrí mis ojos, arrodillándome en el suelo para agacharme a observar por aquellas pequeñas ventanas a pie de suelo; queriendo ver qué pasaba en la calle. En cuando la señora Matthews regresara, le preguntaría sobre qué estaba sucediendo.

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16/04/2018, 00:46
Narradora

Desde las pequeñas ventas poco se alcanzaba a ver. La máxima inclinación que permitía tu cuerpo y tus ojos te daba un abanico del jardín de la señora Whitebow. Algunas macetas estaban caídas y todas las plantas de largas hojas se veían mustias, como si un animal gigante las hubiere pisado.

Un segundo temblor azotó el suelo y tras él vino el mismo estruendo o uno ligeramente mayor. Los oídos volvieron a pitar y la onda del sonido a golpear contra tu pecho y tus párpados. Si antes cabía duda ahora era claro: Sheffield volvía a ser bombardeada.

Notas de juego

Puesto que viene una escena rápida voy a intentar respinderte pronto con posts igualmente cortos.

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19/04/2018, 00:43
Meribeth McAllister

No era mucho lo que alcanzaba a ver desde aquella ventana, tan sólo el jardín de la señora Whitebow y cómo este había quedado. A penas me dio tiempo a analizar la situación cuando sentí temblar el suelo otra vez. La anterior sensación en mis oídos regresó, y sentí cómo el estruendo me golpeaba.

Había querido negarme que aquello había sido lo que había sido, pero ya no cabía la menor duda, y negarlo sólo sería una necedad. La ciudad estaba siendo bombardeada otra vez, y no podía quedarme allí quieta mientras mis hijos estaban solos en casa.

Abandoné entonces la habitación en la que se encontraba Annabelle y me dirigí a la puerta, abriendo esta y deteniéndome en la entrada para observar mejor desde allí qué sucedía.

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22/04/2018, 10:27
Narradora

Dos bombas habían caído sobre la ciudad y algunos fuegos se habían iniciado por ello.

El amenazante ruido de los aviones seguía rezumbando por la ciudad, parecía rebotar entre las pardes de las estrechas calles de Shefield haciendo imposible estar seguro de dónde ubicar el bombardero.

Los hombres se habían desplazado al norte pero uno de los fuegos quedaba al sur, cerca de la panadería de Jane, del pub de Seth y sobretodo de la escuela de tus hijos.

Por la hora que era ningun niño debía estar todavía en ella, tal vez, la profesora sí lo estaba, pero podía ser que no hubiera caído justo en ese edificio. Podía ser.

Al alzar la vista al cielo viste esa mancha gris desplegarse como la capa de la parca. Cruzaba la ciudad hacia la zona donde quedaba tu morada. El instinto te hizo apostar por la velocidad de tus piernas y corriste contra toda indicación hacia tu hogar, hacia Annabelle y Evan. Corriste más de lo que tu cuerpo sabía que podía, luchaste contra la corriente que intentaba tirar de ti hacía el refugio en la iglesia de San Bartolomé.

Corriste y llegaste antes que el avión a tu calle. Empuñaste el pomo de la puerta de tu hogar y tiraste para entrar pero la onda expansiva del proyectil te empujó en dirección contraria y el golpe con la fachada enfrentada deshizo tu consciencia con la imagen de un hogar vuelto ruinas y llamas en tus retinas.

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22/04/2018, 10:41
Annabelle Morris

No fue fácil encontrar un camino de vuelta a la conciencia. Tampoco te sentías con fuerzas para ello. La guerra se había llevado mucho pero parecía haberse cebado contigo.

Hacia unos meses París había celebrado un funeral para Andrew, junto a otros caídos en batalla; hoy tu hogar se había deshecho sin que nunca hubiese tenido nada que ver con la fabricación del acero y ni siquiera habías podido abrazar a tus hijos antes de que también te los arrebataran. No te quedaba ni la señora Dunn.

¿Por qué despertar?

Una voz conocida dulce y segura te animó a ello. Te pidió que despertaras, y prácticamente te suplicó que no la abandonaras.

Se trataba de la sufragista Annabella. Y aunque verla despierta podía ser un alivio, en ese momento no era la Annabelle adecuada.

Meribeth — apretó tu mano con el frío de las suyas y a pesar de su temperatura la calidez del gesto encendió tu cuerpo entero—. Meribeth, por favor, ¿Está ahí? —preguntó con genuina preocupación en la mirada y al comprobar que tus ojos se abrían procuró ponerte al día sin avasallarte.

Te encontrabas en un sótano, que aparentaba ser de hospital. Con techo de bóvedas rebozadas en yeso blanco y ventanas en lo alto de las paredes por las que se filtraba muy lejos de ti la luz plateada de la luna. No tardaste en notar que habías sido atada a la cama y que todo tu cuerpo dolía horrores.

En tus ropas había restos de sangre y tu piel se veía más blanca que las propias sábanas sobre las que yacías.

Me alegra veros —sonríe Annabelle—. Y lanento que haya llegado el momento en que he tenido que condenarte a la noche.

Junta los labios y aguarda un único segundo para reordenar sus ideas.

Vuestros hijos viven. La señora Dunn los llevó a la Iglesia pero creen que vos moristeis — de nuevo aguarda con temor a presionar demasiado un corazón que ya no sientes latir en tu pecho—. Porque, de hecho, lo hizo.

Su mano te deja y busca más proximidad sentandose en la cama a la altura de tu cadera.

Meribeth, hice de vos lo que yo he sido desde que tengo memoria. Una luchadora por la equidad del mundo. Pero el precio es alto y no pude preguntaros antes de hacerlo pues vuestra vida se escapada de mis dedos, así que déjadme que os pida vuestros consentimiento ahora.

Algunos nos llaman monstros pero también llaman a las mujeres posesiones. Somos vástagos, descendientes de sangre de Caín. Más fuertes, poderosos y malditos que los humanos y por ello responsables de ellos y de la justicia que ignoran.

Nos necesitan como nosotros a ellos. Tomamos su sangre a cambio de procurarles un mundo digno pero desgraciadamente no podemos darnos a conocer. Ya habéis presenciado qué hace el miedo.

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06/05/2018, 13:51
Meribeth McAllister

Caos. Aquella era la única forna de calificar los segundos anteriores a que todo terminara. Solamente para volver a empezar. Las bombas, los incendios, aquella enorme desesperación tratando de arrasar conmigo... Pero nada impidió que corriera como nunca había hecho, adelantándome a aquella enorne mancha en el cielo rumbo al que se había convertido en mi hogar. No, no podía permitir que aquella maldita guerra acabara también con mis hijos, aunque difícilmente podría impedirlo si la suerte no se ponía de mi lado.

Nada más sujetar el pomo de la puerta y tirar de él salí despedida, momento en el que el caos se convirtió en la nada. Desperté no sabía cuanto tiempo después, aunque no había querido hacerlo. Primero Andrew, ahora mis pequeños, ni siquiera me quedaba la señora Dunn... Pero una dulce voz y un gélido gesto que me resultó cálido me hicieron regresar de entre los muertos, escuchándo como esa voz pronunciaba mi nombre y me preguntaba si estaba ahí. Esta me resultó mas que familiar, pero no pude creerme que se trataba de ella hasta que abrí mis ojos y la vi.

Annabelle estaba allí, parecía estar bien, no así mi cuerpo. Sentía un terrible dolor en todo este, y no tardé en percatarme de que me encontraba atada en lo que parecía ser un sótano. Además, no tardé en advertir la palidez de mi piel y las manchas de sangre.

Entonces Annabelle comenzó a hablarme de un modo extraño, diciendo haberme condenado a la noche, aunque la dicha me embargó al saber que mis seres queridos continuaban vivos, no así yo. No entendía qué significaba aquello, pero me sentí inquieta de inmediato, moviéndome ligeramente mientras Annabella abandonaba mi mano para sentarse en la cama y continuar explicándose.

Me pedía su consentimiento para algo que al parecer ya había hecho al no ver otro remedio. Me había devuelto a la vida, convirtiéndome en una hija de Caín. Aquello me llenó pavor, a pesar de no conocer aún qué significaba exactamente. Volví a tratar se revolverme, pero apenas tenía fuerzas y todo era dolor. Sus palabras continuaron inquietándome aún más, hablándome de consumir sangre y de la necesidad de permanecer ocultos.

- No lo entiendo... - acerté finalmente a decir. - ¿Responsables de ellos? ¿P-por qué? ¿Por qué yo? - pregunté confundida y temerosa. - ¿Y mis hijos? ¿Cuándo podré verlos? - aquello era sin duda lo que más me preocupaba de todo aquel asunto que aún no terminaba de comprender.

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07/05/2018, 23:10
Annabelle Morris

¿Por qué vos? —se sorprendió la enfermera alzanfo su voz a la normalidad para luego volver a bajar al susurro pidiendos lo mismo con un gesto de mano— La guerra se ha llevado a demasiados hombres buenos y a demasiadas mujeres de valía. Vos sois fuerte, recta, luchadora y tenéis tanto amor dentro... Vos sois el espíritu de mi gente, una esperanza para hombres y cainitas. Por eso vos.

Su mirada habla de verdad directa a tus ojos —No podía dejaros morir... —lamenta y sus finos dedos dejan una caricia en las ataduras de tu diestra—.

En nuestra sociedad hay reglas, nos gobierna el secreto, el respeto al regente y la imposibilidad de andar bajo el sol. No podrás volver con tus hijos sin mentirles, ponerles en peligro o pervertirlos con tu sangre. Pero para ello necesitas aprender a controlar la bestia que llevas dentro primero.

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13/05/2018, 01:13
Meribeth McAllister

Annabelle me explicó el motivo de su elección. Bonitas palabras que no me consolaban en aquellos momentos. No me importaba lo adecuada que pudiera ser para la causa, fuera cual fuera ahora esta, pues sentía que todo había cambiado de repente. Lo más importante eran mis hijos, y la que fuera mi compañera no tardó en arrebatarme la poca esperanza que sentía.

Tras una intensa mirada con la que me confesaba que no podía dejarme morir, me explicó lo que ahora me aguardaba. Mi vida estaría llena de secretos, teniendo que esconderme en la noche por lo que decía, y teniendo que obedecer a algún tipo de regente. Poder estar con mis hijos supondría ponerles en peligro, mentirles, o pervertirles con mi sangre; lo cual no sabía ni si quería saber qué significaba.

Volví a agitarme, pudiendo moverme algo más aquella vez.

- ¿La bestia que llevo dentro? – pregunté molesta. - ¿Esa en la que me has convertido? Mis hijos me necesitan, Annabella. ¡Me necesitan! – terminé por gritar, con furia, mientras forcejeaba.