Partida Rol por web

Campanas de sangre

Bifurcación de caminos (abrazo Meribeth)

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26/01/2018, 23:35
Meribeth McAllister

Con la promesa de mi pequeña de que intentaría cumplir con lo que le había pedido, me acerqué a la puerta candil en mano, no sin antes observar cómo se acomodaba en la cama. Estaba convencida de que caería rendida en seguida, y me hubiera gustado quedarme hasta verla caer en un profundo sueño, pero debía madrugar; y ya era tarde.

Antes de abandonar la habitación, escuché su dulce voz, muy débil, recordándome que su hermano debía llevar flores a clase. No respondí a sus palabras, pues noté cómo estaba a punto de dormirse, y sin más dilación abandoné la habitación; cerrando la puerta con sumo cuidado.

Yo también estaba cansada, y al darme cuenta de que el fuego aún calentaba el potaje preparado por la señora Dunn, tuve que renunciar a cenar. Este se encontraría demasiado caliente, y mi cuerpo me pedía descansar, así que apagué el fuego con la esperanza de comer algo por la mañana; aunque fuera aquel potaje frío.

Me dirigí a mi cámara y posé el candil en la mesilla de noche, cambiándome de ropa para meterme por fin en la cama. Aquel había sido un día muy largo, como últimamente lo eran todos, y con la esperanza de que mi pequeña se hubiera quedado tranquila apagué el candil y apoyé por fin mi cabeza en la almohada; queriendo aprovechar las pocas horas de sueño que tenía por delante antes de madrugar más que de costumbre para comprar aquellas flores.

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30/01/2018, 21:51
Narradora

El cansancio en ti era innegable, sin embargo, el sueño tardó una eternidad en colarse entre tus párpados y tu consciencia. El día había sido largo, y mucho más podía serlo la noche.

No podrías decir el momento exacto en el que caíste dormida pero podrías apostar que nadie en todo Sheffield se acostó más tarde. Ni siquiera soñaste.

Te desperaste antes de tiempo, con el sol todavía medio escondido en el horizonte de la ciudad.

Oíste revuelos fuera, había prisas en las calles y la intranquilidad se contagiaba incluso a las paredes. De asomarte a la ventana verías algunos hombres armados y protegidos con cascos de soldado corriendo hacia la frontera norte de la ciudad.

Las casas que alcanzabas a ver desde la tuya tenían las ventanas cerradas y cal y canto.

Tus niños aun dormían y la señora Dunn tardaría en llegar todo el tiempo que esas flores debidas te habían robado de sueño.

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02/02/2018, 20:55
Meribeth McAllister

Posar mi cuerpo al fin en la cama me procuró una agradable sensación que resultó ser sólo momentánea, sintiendo de pronto un dolor que recorría mis piernas, brazos y parte de mi espalda. Decir que estaba agotada era poco, pero ni tan siquiera en aquellos momentos de gran cansancio me arrepentía de cuánto trabajaba y de la labor que trataba de emprender fuera de horas a trabajo a parte de ocuparme de mis pequeños. El no tener tanto tiempo para estos era lo único que lamentaba, pero creía firmemente en que lo que hacía en aquellas reuniones era algo que les beneficiaría a la larga. Aun así, había aceptado dejar aquello a un lado por el momento, queriendo pasar algo más de tiempo con mis hijos; queriendo además hacerles ver que si me necesitaban me tendrían siempre a su lado.

No podría decir a qué hora me dormí, pero sí estaba segura de que demasiado tarde, sobre todo teniendo que madrugar más de lo habitual para ocuparme de las flores de Evan. Para colmo, me desperté por mí misma cuando el sol aún se asomaba tímidamente por el horizonte, y ni tan siquiera me permití remolonear un poco en la cama; pues el revuelo que escuché fuera me obligó a levantarme y echar un vistazo. La prisa en las calles se hizo obvia incluso antes de mirar por la ventana, corroborándola entonces, y dándome cuenta de que varios soldados se dirigían a la frontera norte; mientras las ventanas de las casas adyacentes se encontraban cerradas a cal y canto.

Aquello me inquietó, pero tenía tarea, y me aseé y vestí antes de dirigirme a la cocina. Tomé algunas cucharadas del frío potaje de la señora Dunn, la cual aún no había regresado, y resistiendo las ganas de colarme en las habitaciones de mis pequeños para darles un beso me apresuré en salir a la calle. Tenía unas flores que comprar, así que me dirigiría al puesto de flores o la floristería más cercana, queriendo regresar cuanto antes a casa con ellas.

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03/02/2018, 23:53
Narradora

Conocías una floristería regentada por una de las sufragistas, la señora Whitebow. Se encontraba relativamente cerca de tu hogar. Pero especialmente cerca si tenías en cuenta que era la única de la ciudad que seguía abriendo iniciada la guerra.

De camino te topaste con más tropas, uno de los hombres incluso te sugirió que volvieras a casa y te encerraras en ella sin detener su paso lo necesario para que no tuvieras que capturar su voz del viento.

La floristería "Lazos" estaba iluminada por una tímida lucecita de tres velas en un candelabro de mesa que chivaba que la señora Whitebow ya se encontraba en la tienda pero la puerta estaba cerrada y un cartón reaprovechado había dejado escrito que se entrara por la puerta de atrás.

Notas de juego

Si sigues las inatrucciones, avisa y mañana te reposteo.

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05/02/2018, 18:14
Narradora

Rodeaste el edificio hasta llegar al patio trasero que era el jardín del que la señorita Whitebow sacaba principalmente sus flores. Parecía un pedazo del Paraíso.

Las flores crecían ajenas al tiempo, al miedo, a la guerra y a todas las desdichas de la humanidad. Ellas florecían como si no existiera más estación que la primavera y más ánimo que la alegría.

Un camino de piedra suelta indicaba los pasos más fáciles y seguros para las plantas para llegar a la puerta trasera.

Se trataba de una puerta verde con cuatro cristales ambarinos tallados como tulipanes a través de los cuales era imposible ver pero sí adivinar más luz que las solitarias velas en la puerta principal.

Si llamaste, nadie respondió pero la puerta estaba abierta, entornada, y de dentro se escapaban voces. Una la reconocistei, era tu compañera Annabelle, otra era de la señora Withebow, una tercera era de Clarie Stamford -otra sufragista- pero la cuarta no te era familiar.

Al entrar viste a las cuarto mujeres en coro discutiendo amistosamente sobre su nuevo lema y estandarte y al notar tu presencia callaron como hacían tus niños al cuchillear pero al darse cuenta que eras tu volvieron a retomar la charla, salvo Whitebow que se acercó a recibirte.

¡Meri! ¡Has logrado llegar! Siéntate, cielo. Tenemos una nueva consigna.

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06/02/2018, 21:14
Meribeth McAllister

Puse rumbo a la floristería de la señora Whitebow, pues no sólo estaba relativamente cerca, sino que era la única floristería en la que me atenderían. Desde que estallara la guerra, el negocio de la señora Whitebow era el único que mantenía sus puertas abiertas en ese sector. Durante el camino, pude ver más movimiento de tropas, aconsejándome un hombre de estas incluso que regresara a casa y me encerrara en ella.

¿Qué estará pasando?

Tan cerca como me encontraba de la floristería, decidí continuar con mi camino, viendo al darle alcance que había luz en el interior; sin embargo, la puerta de la floristería “Lazos” estaba cerrada. Aun así, esta contaba con un improvisado cartel en el que se indicaba que podía accederse por la puerta trasera, y sin pensármelo demasiado me dirigí hacia esta, dispuesta a entrar.

Rodeando el edificio pude acceder a aquel maravilloso jardín que la señora Whitebow cuidaba con tanto mimo, y por aquellas piedras sueltas avancé hacia la puerta de color verde, que se encontraba abierta. Toqué tímidamente esta, observando un instante aquellas formas de tulipantes en los cristales, pero al escuchar la voz de Annabella simplemente pasé. Parecía estar dándose una especie de reunión, en la que advertí una voz que no me era conocida.

Mientras me acercaba capté que charlaban sobre un nuevo lema y estandarte, callándose cuando advirtieron que me encontraba allí. Aun así, la señora Whitebow se acercó a recibirme, invitándome a que me sentara queriendo enseñarme su nueva consigna.

- Yo… Ni siquiera sabía que ibais a reuniros. Venía a por unas flores, señora Whitebow. – le hice saber a la mujer, aunque aun así tomé asiento. – Es más, creo que voy a tener que ausentarme de las reuniones durante un tiempo, espero que lo comprendáis. – dije mirando también al resto de mujeres, queriendo conocer su opinión.

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06/02/2018, 22:35
Ursula Whitebow

La mano de la señora Whitebow se posó en tu hombro en apoyo y con un gesto serio asintió. 

Lamento profundamente oír eso, Meribeth.

Las demás chicas te buscaron con la mirada y la confusión se hizo palpable en el aire. Annabelle, la última en abandonar siempre la noche guardó las distancias, se quedó por detrás de las demás chicas y sus manos se ocuparon en preparar un ramo con las flores que habían sido abandonadas sobre la mesa de trabajo de Whitebow.

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06/02/2018, 22:45
Clarie Stamford

Clarie se cruzó de brazos tan pronto renegaste del grupo y su mirada cayó en tus ojos como un águila sobre su presa. Siempre había sido una mujer intensa pero en aquel momento llegaba a asustar.

¿Qué debemos comprender exactamente? —exigió una explicación aproximándose un paso a ti— ¿Comprendes tu qué es la causa? ¿qué es de verdad ser mujer? ¿una de nosotras? No, McAllister, no logro comprender qué puede llevarte a abandonar justo antes de~ —se interrumpió a sí misma y miró a las demás chicas, empezando por Whitebow y acabando en la nueva— Bueno, de una reivindicación de semejante importancia.

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06/02/2018, 22:45
Caren Matthews

La chica nueva intervino levantando las manos en señal de paz tras escuchar a Clarie, se acercó al nuevo corro que se estaba creando dónde te habías sentado y al pasar al interior acarició el brazo de Stamford pidiéndole calma.

Todas somos importantes. Los números son importantes pero el factor humano lo es más —recordó y dedicó al terminar una mirada a la joven rubia—. No podemos obligar a nadie a participar pero —volvió a ti—si deseas volver, te acogeremos encantadas.

Ahora nos encontramos preparando una manifestación. Para el día del Alcalde. Queremos hacernos con la llave de la ciudad —explicó antes de tenderte la mano—. Mi nombre es Caren Matthews —ya habías escuchado ese nombre con anterioridad. Caren había liderado grupos de sufragistas en incontables ciudades de America, su cabeza era más buscada que el oro—. ¿podría pedirte un último favor?

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06/02/2018, 22:45
Annabelle Morris

Annabelle se acercó en última instancia, cargando el ramo de flores que había improvisado con algunas dalias y lirios acunado entre sus brazos como si se tratase de un. Te observó pero siguió sin abrir boca.

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10/02/2018, 11:30
Meribeth McAllister

La noticia que les acababa de dar a mis compañeras generó reacciones muy dispares entre las presentes. Agradecí la forma en la que la señora Whitebow posó su mano en mi hombro, mostrándome su comprensión también con palabras, a pesar de que no había dado las razones de mi decisión.

El resto dejó pronto clara su confusión, aunque en el caso de Claire de forma airada, exigiéndome una explicación y hablándome como si no lucháramos por la misma causa por el único motivo de querer tomarme un respiro. Me molestaron sus maneras, mucho, aunque en el fondo comprendía que la causa podía ser lo más importante para ella; lo cual no era mi caso. Era importante, sí, y mucho, pero mis hijos siempre ocuparían la primera posición de mis prioridades.

- Ni siquiera sabía nada de lo que aquí se estaba cociendo, Claire. – espeté ante los reproches de la rubia, quien dijo que había escogido el peor momento, poniéndome en pie. – Claro que comprendo la causa, y lo que significa ser mujer. Te recuerdo además que luchamos por todas las mujeres, no únicamente por las que luchan activamente. No eres más mujer que aquella que se queda en casa cuidado de sus padres, sus hijos, y teniendo la comida caliente para cuando llega su marido del trabajo. Estamos abriendo un camino que algún día alcanzarán, pero que aún no caminen por él no las hace peores que tú o yo. – dije tratando de mantenerme calmada, aunque se atisbaba mi molestia.

Aquella mujer que no había visto antes trató de hacer un llamado a la calma, mostrándose comprensiva e invitándome a regresar cuando quisiera. Me explicó entonces qué era de lo que hablaba Claire y se presentó, reconociendo su nombre. Se trataba de una afamada líder de grupos sufragistas en Estados Unidos, lo que hizo que me preguntara qué hacía en nuestras tierras.

Esta me pidió un último favor, mientras Annabella se acercaba silenciosa con el ramo que había elaborado entre sus brazos. Tomé este, preguntándome qué le sucedía, y susurré un gracias sólo para sus oídos.

- Por supuesto, señora. – respondí a Caren, con el ramo ya entre mis brazos. – Ahora no dispongo de demasiado tiempo, pero si hay algo que pueda hacer antes de tomarme ese impasse lo haré encantada. Mis ideales no han cambiado, pero mis hijos me necesitan en estos momentos, nada más. – expliqué, quedando a la espera de lo que la mujer quería pedirme.

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11/02/2018, 00:10
Caren Matthews

Clarie te escuchó con el ceño fruncido desde la primera palabra que diste hasta la última y aunque en sus labio superior ligeramente retraído se notaba sus ganas de abordarte de nuevo, la intervención que había hecho Caren hizo que se contuviera. Sin embargo, no perdió la oportunidad de mirarte con desdén y agitar su cabeza en desacuerdo con lo que habías dicho.

Por su parte, Annabelle sonrió más cándida de lo que acostumbraba a aparentar cuando le agradeciste las flores. Y al verla de cerca notaste el cansancio que acumulaban sus ojos, parecía que de un momento a otro fuera a desfallecerse pero aguantaba con una sonrisa entre vosotras.

Muchas gracias Meribeth —cogió tu nombre de Withebow—. ¿Crees que podría dejarse detener? Pasaría una sola noche en la cárcel, de sus hijos se ocuparía una de nosotras —hizo un gesto hacía Clarie—. Ella no —añadió a medio camino entre la broma y la promesa—. Necesitamos a una que todavía no esté fichada dentro para pasar la consigna a las demás y en cuatro días, la ciudad será nuestra.

Si acepta, le cuento el plan. Si prefiere irse, dejarlo ahora mismo, le invito a ese ramo y le deseo lo mejor.

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17/02/2018, 12:16
Meribeth McAllister

A Claire de poco parecieron valerle mis palabras. De hecho, estaba convencida de que en otras circunstancias hubiera continuado con aquella discusión, pero la intervención de la líder sufragista la contuvo de algún modo.

Antes de que Caren Matthews me explicara en qué consistía aquel favor, pude advertir de nuevo algo diferente en Annabella. La candidez que portaba su sonrisa no era la habitual, y pude notar un gran cansancio en sus ojos, algo debía estar pasándole. ¿Es que acaso estaba enferma?

Aquella idea me distrajo un instante, reaccionando cuando la señora Matthews comenzaba a exponer aquel favor que quería pedirme, el cual no era moco de pavo precisamente.

- ¿Dejarme detener? – pregunté en cuanto me solicitó aquello. – Disculpe, continúe. – añadí con rapidez, callando hasta que la mujer terminara de hablar.

No terminaba de comprender el plan, cómo aquella consigna lograría que la ciudad “fuera nuestra” tan pronto, pero lo que más me preocupaba era el hecho de tener que entrar en prisión. No por tener que aguantar unas horas en un calabozo, aquello era lo de menos, pero dejar a mis hijos solos…

- Antes de aceptar o no, me gustaría que me explicara algo más en qué consistiría mi colaboración. Quiero decir, entiendo que no pueda darme detalles sobre el plan a menos que acepte, pero… ¿Qué hay sobre pasar esa noche en prisión? ¿Hay forma de asegurarnos de que sea una sola noche? No tengo inconveniente en hacer ese sacrificio por la causa, sé que lo merece… Pero no quisiera arriesgarme a que esa estancia se prolongue. Mis hijos me necesitan. – expliqué del tirón, algo nerviosa, pues ya se había cuestionado mi compromiso con la causa.

De verdad quería colaborar, pero no a costa de mis hijos. Necesitaba estar segura de que aquella estancia en prisión no sería más que de una noche.

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20/02/2018, 20:30
Caren Matthews

Los párpados de Caren cayeron con entendimiento, aguantaron un par de segundos bajados como si la mujer lo necesitase para pensar y cuando volvieron a abrirse, la líder sufragista chasqueó la lengua.

Siempre que nos han detenido ha sido para una única noche. No pueden imputaros nada más que altercado público —aclaró doctrinal—. A mí sí, a me encerraran de por vida —comentó sin pesar pero queriendo explicar porqué no lo hacía ella—. Pero comprendo vuestra preocupación, Meribeth como comprendo que vuestros hijos la necesitan a usted, no a nosotras.

Sonrió con los labios recogidos, pensativa, dándose un minuto para pensar. Las demás estaban fichadas, aquello era algo que ya sabías, todas y cada una de ellas, salvo Clarie Stamford. Por algún motivo a ella siempre la mantenían alejada de las revueltas.

Puedo asegurarle que será solo una noche, de no ser así, pagaría su fianza.

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20/02/2018, 20:44
Clarie Stamford

Clarie resopló molesta y dio un paso al frente para entrar en el campo visual de Matthews, en la periférica entre tu y la líder.

Déjela, quiere renunciar. Ya lo hago yo —se ofreció con el pecho hinchado y la misma expresión en los ojos que solían tener tus hijos al pelear en un tira y afloja por un mismo juguete.

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20/02/2018, 20:47
Caren Matthews

No—Caren declinó contundente y educadamente la oferta de Clarie alzando su palma a la altura del pecho de la joven como queriendo mantenerla lejos del centro del cocido—.

En ese instante un golpe sordo heló toda la sala y al llevar los ojos a su espalda las sufragistas pudieron ver lo que tu ya alcanzabas a ver desde tu posición: Annabelle yacía inconsciente en el suelo de la floristería boca a bajo pero aparentemente ilesa.

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23/02/2018, 23:23
Meribeth McAllister

Caren Matthews respondió a mis preguntas, volviéndome a mostrar su comprensión y dejando claro que se trataba de un cometido que no podía realizar ella, pues acabaría entre rejas durante años. Terminó incluso asegurándome que tan sólo sería una noche, pues de complicarse la situación ella misma pagaría mi fianza.

Antes siquiera de que pudiera responder, Claire intervino, diciendo que ya había comunicado mi intención de abandonar y que ya se ocuparía ella del asunto. Fruncí el ceño ante aquel nuevo ataque, manteniéndolo así ante la rotunda negativa de la líder sufragista de que ella se ocupara del asunto. Sabía que Claire tampoco estaba fichada, pero por algún motivo no querían que fuera ella quien ingresara en prisión. ¿Qué había tras aquello? ¿Acaso ella era más útil estando completamente “limpia”? ¿O acaso no se fiaban de ella para llevar a cabo aquel cometido en el interior de la cárcel?

Mi cabeza era un hervidero en aquellos momentos, tratando de decidirme por qué debía hacer, pero un sonido sordo disipó todas aquellas ideas de repente; alejándose estas aún más de mí cuando al girarme vi a Annabella tirada en el suelo.

- ¡Annabella! – grite dirigiéndome a ella con rapidez, agachándome rauda y comenzando a girarla con sumo cuidado, alzando ligeramente la parte superior de su cuerpo al encontrarse ya boca arriba. – Annabella, ¿estás bien?

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28/02/2018, 19:56
Caren Matthews

Annabelle no mostró ningún signo de consciencia al ser movida, tampoco lo hizo cuando le hablaste. Su pecho no se movía, aunque debido a la prenda que llevaba era difícil que su respiración se marcara. Demasiadas eran las damas que debían aprender a respirar menos y a pensar más lento para no quemar el poco oxígeno que los corpiños les permitían retener.

Su rostro se veía pálido, falto del rubor natural de un cuerpo saludable y sus manos se habían enfriado repentinamente.

A tu espalda, tan solo se acercó Caren, las demás chicas parecían haberse congelado. La sufragista observó la situación analítica y se alejó con agilidad hasta una habitación que Withbow decía usar de almacén para las flores pero que todas sabíais que llevaba a un altillo dónde algunas camas, un botiquín y muchos libros os esperaban para ser vuestro refugio todo el tiempo que la policía os buscara.

Meribeth —te llamó pidiendo con un gesto de su cuello que la acompañaras cargando a Anabelle—. Clarie, ayudala —ordenó a la joven que solo entonces reaccionó yendo en busca de las piernas de la otra rubia—.

¿Tiene marido? —preguntó al grupo que en ese momento cayó en lo poco que sabían de la más entregada de ellas— ¿Puedes quedarte con ella? —te preguntó cuando la entrasteis a la habitación secreta.

El lugar alimentaba la claustrofobia, no tenía más que dos diminutas ventanas a pie de suelo de un palmo de altura y ancho. Se iluminaba por dos candelabros de pared y casi todo su espacio era comido por las camas. Eso sí: olía a lavanda. En una esquina había un lavabo de pica y jarra con el botiquín.

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02/03/2018, 22:12
Meribeth McAllister

Annabelle no reaccionaba. Por más que trataba de despertarla no había manera de hacerlo, y su pálido rostro daba muestra de que aquello debía ser grave, así como el frío que pude notar en sus manos. Me quedé paralizada durante unos instantes, sin saber muy bien qué hacer, cuando escuché la voz de la líder sindicalista.

Apenas había notado cómo se acercaba momentos antes, dirigiéndose con rapidez a aquel cuarto que la señora Whitebow cedía como refugio, donde parecía querer que llevara a Annabelle; para lo que pidió a Clarie que me ayudara.

Asintiendo, me dispuse a alzar a Annabelle por los brazos mientras Clarie lo hacía por las piernas, ayudándome así a llevarla hasta el cuarto y posarla en una de las camas. Escuché de camino cómo la señora Matthews preguntaba por el marido de Annabelle, tras lo que me pidió que me quedara con ella.

- Claro, faltaría más… - le dije con tono compungido, poniendo la mano sobre la frente de la chica. - Dense prisa en avisar al doctor…

Eché un vistazo alrededor un momento, comprobando que no había más que unas diminutas ventanas en el lugar, y que apenas había espacio; más que para pasar entre las camas.

- Annabelle, te pondrás bien… - musité, intentando aflojarle la ropa para que pudiera respirar mejor, a la espera de que llegara la ayuda.

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04/03/2018, 22:01
Narradora

Annabelle y tu no tardasteis en quedaros solas. Clarie asintió a tu idea del doctor olvidando sus disputas contigo y salió corriendo a todas luces en busca del mismo.

Cuando abriste la ropa de Annabelle su pecho seguía sin moverse y su piel más oculta era tan pálida como la leche hasta un punto que llenaba tu espalda de escalofríos.

La mujer siguió sin reaccionar a tus palabras. Y los segundos empezaron a alargarse convirtiéndose en minutos en tus nervios.

Fuera de la habitación las dos mujeres murmuraban acaloradamente sin alzar la voz para que no atravesara las paredes hasta encontrarte.