Jajaja, no hay problema.Yo estos días estoy concentrado porque el Jueves mi grupo de teatro estrena obra, y estamos de ensayos generales.
Motivo: agilidad
Tirada: 1d100
Resultado: 92(+15)=107
Intento ayudar a Nunyo Sanç a cubrirse, prefiero que me disparen a mi que a él.
Previendo el siguiente movimiento de los mercenarios, Vicenç de Mormont se tiró encima del Conde y lo guardó con su cuerpo, mientras que los hombres de Alós y del Rosellón formaban alrededor de los dos con los escudos en alto, generando una suerte de tortuga de escudos que, por suerte, contenía al pobre Pèire, que intentaba reaccionar después de la caída que había supuesto salvar la situación.
Las flechas y los virotes seguían llegando, y aunque la formación todavía aguantaba, era evidente que ni los escudos ni los hombres habían sido concebidos para ese tipo de maniobra. Los caballos que no habían sido heridos o muertos se habían encabritado, y algunos de los hombres del Conde intentaban cabalgar por las laderas buscando a los mercenarios.
Había que actuar rápido, puesto que era evidente que la situación así era insostenible. Detrás de vosotros, lejos, los carruajes de las damas estaban prácticamente desprotegidos.
La parte buena, pensó Vicenç, es que si sobrevivían a esta, el Conde estaría siempre en deuda con él. Le había salvado la vida.
Motivo: Hombres del conde
Tirada: 1d100
Resultado: 62(+10)=72
Motivo: Mercenarios
Tirada: 1d100
Dificultad: 72+
Resultado: 49(+15)=64 (Fracaso)
Se hizo como dijiste, y pronto salisteis a galope tendido hacia el collado del Norte, donde estaba la comitiva. Pronto, a pesar de la espesa bruma que no podía ser dispersada por la claridad del sol, pudiste tener una idea más o menos clara de lo que estaba sucediendo.
Apostados en las laderas, los mercenarios (debían ser una veintena, armados con armas ligeras), estaban hostigando con armas a distancia a los invisibles miembros de la comitiva. Y aunque no podías verlos, sabías que allí se encontraban Pèire y Vicenç, y el Conde, y las damas, doncellas y niños del condado del Rosellón. Toda esa responsabilidad caía como una losa sobre tus hombros, pero era un peso que ya habías asumido.
¿Qué ibas a hacer?
Si quieres referirte a algún soldado en particular, bueno, ¡cualquier nombre catalán que se te ocurra!
El Conde pareció satisfecho con tu respuesta, porque era uno de esos hombres al que no le importaba que la humildad fuera sincera: cuanto más insincera, bueno, eso significaba que inspiraba más temor y respeto, un hombre al que no le importaba ser odiado sino ser temido.
El resto de la cabalgata fue relativamente agradable. Aprendiste, porque él te lo dijo, que todo el condado hablaba de la maldición de tu marido, e incluso algunas personas hablaban de la venganza del Negro, en clara alusión a la bestia que había ceñido la corona de barón hacía ya casi veinte años. Por otro lado, muchos médicos habían empezado a filtrarse en Alós, esperando a presentarse ante tu presencia por el honor de ser el héroe que iba a curar la enfermedad del barón. Sin duda había que protegerlo de esos matasanos.
Cuando llegasteis al castillo, no encontrasteis la recepción esperada.
Por Dios, que hacía casi dos semanas que no te escribía nada!
Joana de Mormont, tu cuñada, era una mujer mayor hace veinte años. No se había casado, y vivía por y para los benjamines de la familia. Había sido la mano amable que balanceaba (algunos dirían que malcriaba) el áspero amor, aunque amor a la postre, que le mostrabas a tus hijos.
Vino a ti con lágrimas en los ojos.
-- Maria --te dijo--, Vicenç y el conde del Rosellón han sido emboscados en el collado del Norte. He enviado a Dionís con los mejores hombres de la casa, pero temo que sea demasiado tarde.
Pudiste oír, detrás de ti, la desaprobación del Conde. Pero, ¿qué te importaba a ti en ese momento? ¿Qué haría Maria d'Olot, la Roca d'Alós?
Llegasteis al pueblo tras una hora a caballo. Allí, las gentes tenían los ojos como platos y coreaban y chillaban de emoción, como la conclusión esperada de un lento pero inexorable crescendo. El rey, joven, guapo, alto (¡altísimo!), rubicundo, no sería amado por la nobleza ni los burgueses, pero como podíais observar era amado por su pueblo, incluso en esta baronía dejada de la mano de Dios.
De repente, se oyó un murmullo y un chillido de agonía, que se cerró en un golpe seco.
Desde lo alto del campanario, una mujer se había precipitado al vacío. El rey, la pompa y vosotros, de repente dejasteis de ser importantes.
De repente todo se detuvo... La gente miraba hacia el suelo... Allí, allí había una mujer... Tirada... Se había lanzado desde lo alto... Pero, pero... Esa mujer... Esa mujer no era...
- ¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOO!!!!
Un grito desgarrador salió de la garganta de Clara, intentó bajar del caballo y acercarse hasta allí pero todo le daba vueltas...
¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Nadie hizo nada? ¿Nadie lo buscó? Era tan joven... ¿Por qué yo no pude hacer nada? ¿Por qué?
Iba pensando para sí mientras intentaba acercarme a ella pero las piernas no me respondían y, de repente... De repente todo fue oscuridad... Caí, caí al suelo, desmayada, con lágrimas recorriendo mis mejillas.
Agarro a Clara antes de caer al suelo aunque no puedo evitar que caiga de rodillas al suelo fangoso de la plaza. La mujer que se había tirado desde la torre no era una desconocida para mi y al parecer para mi sobrina tampoco, La tengo en mis brazos y pido un poco de agua, mojo mi mano derecha y mi pañuelo y lo restriego mojando la cara de porcelana de mi amada sobrina, para que recobre el conocimiento, luego cuando pasan unos segundos hago que Clara se levante y de unos pasos, la ayudo a sentarse en las piedras del pozo de la plaza mientras intento calmarla un poco.
Clara, cielo... A veces las personas no pueden con el sufrimiento que hay dentro de sus cabezas... Y bueno, la única solución que encuentran es... Esa...
Se que puede serte incomprensible ahora, pero cuando has visto los horrores que los hombres pueden hacer en nombre de... Hago una breve pausa.
Simplemente digo... Que a veces entiendo que prefieran la condenación eterna antes de sufrir más en esta vida. Ella tenía sus demonios, de sobra conocidos, ahora estará en paz, esté donde esté.
Miro al rey. Luego a la gente que se empieza a arremolinar en torno a la desgraciada suicida. Dejen paso. Su majestad ha de pasar, avisen al cura y que no tarden en darla sepultura. Digo abriendo paso a la comitiva sin quitar los ojos de mi mareada sobrina.
Poco a poco abro los ojos para encontrarme con el rostro y la voz de mi tío... Sus palabras resultaban reconfortantes pero también duras... Era la dureza de la realidad del pueblo...
Abracé a mi tío intentando controlarme... Entonces vi allí a su majestad y me di cuenta de mi estado... Me puse en pie con la ayuda de mi tío e hice una reverencia a su majestad y a mi tío
- Lamento las molestias, su Majestad... - Dije intentando limpiar un poco mi vestido e intentando poner mi mejor sonrisa.
Escuché con atención e interés genuino las palabras del Conde. Todo parecía transcurrir con normalidad, si bien, con una cierta frialdad que era de esperar y que, en el fondo, agradecía. En cuanto vi aparecer a Joana, me alarmé, algo sucedía, y sus palabras tan sólo fueron una confirmación. No era el momento de llorar, sino de ser firmes en la acción.
-Si la guardia de Alós ya está en camino, poco podemos hacer nosotros, más que apresurarnos al castillo, has hecho bien, Joana. Confío en mis hombres y en mi hijo. Mi señor, sugiero que déis la orden a vuestros hombres de que se mantengan alerta hasta que lleguemos. En marcha. No debemos exponernos a un segundo ataque -mi voz sonaba mecánica, acostumbrada a dar órdenes, pero en mi interior, comencé a rezar con todas mis fuerzas a Nuestra Señora, en infinita letanía, para que intercediera ante Dios y protegiera a mi hijo.
Ni lo dudo, después de ponerme las protecciones, cojo un espadón. Hoy no hay tiempo de dudar. Al salir a la plaza de armas me encuentro, como he ordenado, a los hombres disponibles. Hay alrededor de medio centenar disponibles. Los conozco a casi todos, hemos entrenado muchas veces en ese mismo patio y conozco bien las habilidades de la mayoria de ellos. Escojo a 2 de los mejores arqueros, Pere Bonull y Jaume Laclava, a 5 de los mejores espadachines, Miquel Trencalòs, Marius Cargol, Olaguer Castellet y Pau y Gregori Masmort y a Mutawakil Yasu, hábil con el hacha de guerra como nadie. Me llevo conmigo, también, a uno de los hombres que han traído la noticia, para que nos guié por el camino correcto.
-Nos vamos al trote inmediatamente. El resto, quiero a la mitad apostados en las almenas y en posición de combate. La otra mitad, preparad un par de carros y seguidnos tan rápido como el convoy os lo permita. Llevad con vosotros al otro de los informadores para que os guié por el buen camino. Quizá necesitemos asistencia para transportar a alguno de nuestros hombres después del ataque.
Me giro hacia Joana y mi gente del castillo.
-Avisad al resto de asistentes al torneo que se pongan en guardia, sin levantar mucho la alarma. No quiero dar mala impresión a nuestros invitados pero igual necesitaremos que nos ayuden si la cosa se complica.
Digo estas palabras al mismo tiempo que subo al caballo. Hago una señal con la mano indicando que me sigan todos.
Ya fuera del castillo organizo la salida.
-Nos requieren con la máxima prestura. No hay tiempo que perder. Seguid a toda velocidad pero recordad la norma de la persecución a trote. Esperad siempre al compañero que va detrás en las encrucijadas. El que va delante, hará lo mismo y nadie se perderá. Al trote compañeros!!!
Recorremos el camino rápido. Nadie se queda excesivamente rezagado y al llegar veo a los mercenarios atacar a alguien. No dudo en como actuar. Veo que 7 de mis hombres han llegado ya, el resto no tardará. Pero no puedo esperarme y sé que se van a unir al ataque cuando lleguen.
-Carga rápida a caballo. Aprovechemos el efecto sorpresa ya que hay dos enemigos para cada uno de nosotros. Limpiemos el flanco sur por detrás y se encontrarán cercados. Pere, subete a ese barranco y toma posiciones con el arco. Que Jaume te vea al llegar y se junte contigo. El resto, seguidnos a Muta y a mi a corta distancia, quiero despistar a los atacantes para daros ventaja.
Al terminar de dar las ordenes, golpeo el vientre de mi caballo con un golpe seco al mismo tiempo que desenvaino mi espadón. Sé que Mutawakil ha hacer lo mismo. Atacar con el espadón o el hacha a caballo es una mala idea, así que entro al galope cruzando las lineas enemigas y haciendo que centren su atención en nuestro avance. Si mi jugada sale bien, el resto de mis hombres podrán atacar por la espalda de los mercenarios que centrarán su atención en nosotros.
Al llegar al extremo norte del ataque, después de esquivar alguna flecha e intentar rebanar algun cuello con el espadón, salto del caballo al lado de dos de los mercenarios enemigos y me preparo para mi primer ataque.
No sé si tengo que tirar algun dado para saber si alguna flecha me ha alcanzado al cruzar el grupo enemigo. Mi intención és establecer 3 flancos, el de Pèire y Vicenç, el mio con Mutawakil de carga pesada con hacha y espadón y el del resto de hombres cargando desde nuestro punto de llegada a caballo.
¿Está bien mi señor?
Antes de escuchar la respuesta doy la órden de cubrirnos con el entorno, ya sean árboles o colinas, lo importante ahora era proteger los carruajes de las damas y salir de allí cuanto antes.
Una vez a cubierto miro al conde.
Mi señor. ¿Cuales son sus órdenes?
En medio de aquel pandemonio, los soldados del Conde y los vuestros intentaron mantener cierta coordinación mientras silbaban los proyectiles, con resultados diversos. Pronto, el testudo improvisado empezó a retroceder a trompicones, entre los cadáveres de los hombres de Alós y el Rosellón. Los ojos abiertos de los cadáveres perseguían a Vicenç allá donde iba, aún a resguardo entre los escudos.
De repente, cuando estaban a punto de alcanzar la mitad del camino hacia las carretas, los mercenarios cargaron sobre vosotros, llevando espadas, lanzas, hachas.
Motivo: Coordinación soldados
Tirada: 1d100
Resultado: 73
Tiradme suerte y Vicenç, tú además tírame templanza.
Los dos, tiradme Percepción y Agilidad.
El rey había desmontado y se estaba abriendo paso entre la multitud, por lo que apenas pudo escuchar lo que decías. Se acercó hacia la desafortunada mujer, preocupado, mientras los guardias intentaban correr detrás de él para protegerle. Un aldeano anónimo, como tantos otros, intentó tranquilizarle: No os preocupéis, Majestad. Estaba loca.
-- Callad, bruto --le espetó el monarca--. Exijo saber qué ha sucedido aquí. ¿Qué males asaltaban a esta desventurada?
La multitud calló, y algunos de ellos fueron corriendo a buscar al padre Bernat del Gat, en la iglesia.
El ataque fue tan rápido, tan repentino, que ninguno de los mercenarios os pudo disparar inmediatamente. Además, según pudiste observar, muchos de ellos habían empezado a cargar colina abajo, por lo que vuestra llegada se hizo en el momento justo. Entre el clamor de los gritos y las espadas, justo al abalanzarte sobre dos de los mercenarios con el espadón ya manchado de sangre en las manos, puedes escuchar detrás de ti a alguien gritar:
-- Ils nous attaquent ! Battez en retraite ! Retraite !
Pero con el caos subsiguiente, era difícil saber si sus órdenes serían escuchadas. Sólo podías esperar que las tuyas sí lo hubieran sido...
Tírame agilidad para ver qué tal eso de saltar del caballo. Todo lo demás súper bien.
(El texto está en francés moderno, no tengo ni idea de cómo era entonces xD)
Motivo: suerte
Tirada: 1d100
Dificultad: 47-
Resultado: 15 (Exito)
Motivo: Percepción
Tirada: 1d100
Dificultad: 56-
Resultado: 61 (Fracaso)
Motivo: Agilidad
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 74 (Fracaso)
No vere un cristo y soy mas lento que un caracol, pero a ver quien tiene mas potra que yo xDxD