Partida Rol por web

Sonrío, esta sorpresa ya me la esperaba, aún así no podía ser en un mejor momento. Esto arreglaba totalmente el otro asunto.

Aquí está mi invitado, ¿Recordáis que os dije que hice una invitación especial que podría requerir de mis aposentos? Pues supongo que ha aceptado finalmente. Creo que debemos cambiar el recibimiento mi señora, si no tenéis inconveniente recibiré al rey junto a Clara en el camino real, ya que somos los que le invitamos cuando estuvimos en la ciudad y estará esperando nuestra presencia, mi señora honraría aún más el recibimiento si acude ella en persona con Joan, el primogénito de la casa Mormont.

Me quedé algo asombrada ante el mensaje que acababa de llegarnos, realmente no creí que fuera a aceptar la invitación y aún así aquí estaba... 

Mire a madre y a tío Manel... Poco podía decir yo, aunque si deseaba acudir... 

En aquel momento, todos los presentes pudieron contemplar algo tan poco frecuente como un eclipse solar, el rostro de la señora de la casa palideció, en un rictus casi de máscara mortuoria. Por primera vez en mucho tiempo, años quizá, me quedé sin palabras. El rey en persona, a las puertas de mi hogar, sin haber sido anunciado. Si Manel hubiera desenvainado su espada y me la hubiese clavado en el costado me habría dolido menos que aquella sonrisa, que el peso que sentía en aquel momento en la boca del estómago. Apreté las manos entorno a los brazos de mi asiento en unos segundos que pareciéronme horas. ¿Qué debíamos hacer? Las palabras de Manel se acumularon en mis oídos sin yo ser capaz de entenderlas del todo, aunque, poco a poco, parecían ir ganando sentido. -Sí, sí, obraremos así. No debemos dispensar a Su Majestad, del más mínimo honor. -Si pudiera hacer que cargaran con él, llevaría al mismísimo Barón postrado en su cama, como un rey moro. Esta imagen absurda que cruzó mi mente calmó un poco mis nervios. -Debemos plantear ahora que hacemos con nuestros dos otros invitados. El conde Sanç, como bien decís, maese Pèire, es un hombre razonable que entenderá este apuro protocolario, pero el señor de Empúries me preocupa, es un hombre de fácil agravio, y un vasallo jamás debe estar en malos términos con su señor. Propongo que tú Vicenç, acompañado del maese doctor, salgas a su encuentro y minimices en lo posible cualquier ofensa que haya podido tomar. -propuse, no ordené, no había solución perfecta de aquel problema que les dejara sin mancha, así que estaba más que abierta a cualquier otra sugerencia de mi família para salir de aquel embrollo.

-- Quizá deberíamos volver, la señora nos necesitará sin duda si el rey se presenta en nuestras tierras.

Tío Manel, ¿Acaso invitaste al rey sin decírnoslo a nadie? Hubiese sido un detalle que nos hubieras informado antes. Miro a mi tío con desdén y un poco de agravio.

La madre se acercó al hijo y en tono sereno, discreto, que solo pudieran entender ambos, le hizo una pequeña aclaración:

-Por supuesto, entendéis lo que quiero decir cuando hablo de ofensas tomadas. -la baronesa hablaba, como siempre, con cierta ambigüedad, pues aunque todos tenían claro que el conde de Empúries era un hombre pomposo y de ofensa fácil, Maria tenía una cierta ocasión en mente, aquel torneo en el que su joven hijo había derrotado al heredero del conde, humillándolo. Recordaba perfectamente la expresión de ambos muchachos en sendos extremos de la arena, el triunfo y la derrota. Largo tiempo había pasado, y la mujer confiaba en que la ofensa habría quedado como una niñería del pasado, pero toda precaución era poca.

-Muy bien dicho, padre. La verdad, quedarme en estos lares y recordar la siniestra noche que pasamos con Vicenç, no me apetece nada. Volvamos con paso fresco y así podremos saber como andan las cosas por el castillo. 

Ahí estábamos de nuevo... Ese pensamiento típico de los hombres cuando no podían controlar algo... Ambos eran así... Si tan sólo supieran la suerte que tenían... 

Suspiré y continúe esperando a que me dijeran que debíamos irnos... Iba vestida con elegantes ropajes para recibir a nuestros invitados... 

Querida Clara, he de hablar con usted unos instantes, ¿Me concedería ese tiempo como su consejero?

Miré a tío Manel y sonreí

- Claro tío, cuando gustéis... 

-Por supuesto, entendéis lo que quiero decir cuando hablo de ofensas tomadas.

Agacho la cabeza y a juzgar por mi mirada desconcertada mi madre podría intuir que no la entendía en absoluto.

Como digáis mi señora. Intentaremos evitar lo máximo posible el agravio y en caso de no poder intentare que la culpa recaiga un más en mí.

Es bozo una pequeña mueca de alegría.

Siempre es más fácil decir que es culpar a los jóvenes, pero al ser un miembro de la casa sería un problema. Pero si lo hago yo, siempre se puede culpar a un viejo senil que ha vivido más de la cuenta.

Vicenç, rápido, hemos de apurarnos para no llegar tarde. Pues echar más leña al fuego, es demasiado peligroso.

Me voy dirigiendo hacia el sitio de reunión con el conde, al alejarme digo.

Vamos muchacho, que llegar tarde no es bueno.

-Clara, Manel, sed breves. Debemos partir de inmediato para recibir a Su Majestad. -comenté, simplemente, pues poco más había que añadir a lo ya dicho.

Pero Vicenç recordaba, por supuesto, a pesar de sus ojos de carnero degollado. Hace años, en Castellón, en aquel torneo en el que se erigió como mejor espadachín del condado... humillando y derrotando al hijo del conde y heredero del condado. La experiencia fue dulce, a pesar de la regañina airada que su madre le regaló cuando se escaparon de la vista pública.

No no, si yo me acuerdo. Pero el personaje no cree que hiciera nada malo. Ganó de forma justa.

En el cuartel he preparado una cosa para vos, digo mirando a clara, si me seguís os lo enseño.

El mensajero, algo perplejo, os pregunta con toda la humildad de la que es capaz:

-- Mi señora, permitidme recapitular. ¿Mi señor Vicenç y el maese doctor Pèire cabalgarán al encuentro de nuestro señor el conde, mientras que mis señores Manel y Vicenç, así como mi señora Clara, cabalgarán al encuentro de Su Majestad?

>> ¿Nadie partirá, entonces, al encuentro de mi señor el conde del Rosellón?

Notáis cómo traga saliva tras hacer esa pregunta tan directa. Estos criados de hoy en día ya no son lo que eran.