-- En ese caso, me alegra que vuestra casa haya tomado las medidas oportunas. Sería sin duda terrible que nuestro señor el Conde d'Empúries o alguien de su comitiva se viera molestado por alguno de estos indeseables. Un golpe así hundiría la reputación de cualquiera.
Hace una pausa, valorando el efecto que esa última frase ha tenido sobre la señora.
>> Pero vamos, vamos, tenéis razón. Es hora de descansar y de reponerse del arduo viaje. Ya hablaremos, si gustáis, de nuestras investigaciones. Después de todo, es nuestro problema compartido.
Si nadie tiene más que añadir, avanzaré un poco temporalmente.
Vosotros podéis seguir en esta pequeña escena aparte, si gustáis.
Recuerda que en teoría Manel ha sido llamado por ti para pedirle consejo.
Vi a Vicenç muy concentrado en sus cosas y me dió la sensación que tenia que hablar con Manel. Así que preferí dejarlos solos y no complicar más la cosa.
-Os entiendo Manel. Y, de hecho, tenemos que ir preparándonos para el torneo. Esta debe ser nuestra prioridad ahora.¿ Tenéis alguna orden al respecto para mí?
Esperé calmadamente a que madre indicara el momento de marcharnos... Poco o nada podía hacer en aquella situación salvo mostrar la mejor de mis sonrisas y observara madre y nuestros invitados... Sus palabras, sus gestos... Debía conocer a nuestros invitados para poder comportarme adecuadamente ante ellos...
Aún a pesar de ello mi cabeza no dejaba de pensar en si habrían hombres jóvenes y atractivos... Mis mejillas se sonrojaron levemente al recordar la charla con tía Caterina y con tío Manel...
Pregunta master, supongo que al barón y el conde los conozco de antes.
Mantente alerta, cualquier acento extraño, cualquier cosa fuera de lugar que veas puede ser importante, da igual a qué hora lo notes, avísame sin faltar.
Se nota en mis palabras la dureza de la preocupación.
Dionís, si quieres puedes quedarte, al fin y al cabo deberías saberlo, no puedo ocultártelo más tiempo.
Espero la respuesta de Dionís y salgo al pasillo para hacer llamar a Clara por uno de los sirvientes a mis aposentos.
Un sirviente te llama a la habitación de Vicenç de manera discreta.
Veis como un criado se acerca a Clara a decirle algo al oído.
Conoces a todo el mundo, hace tiempo que estás allí. Al conde lo conoces menos, es muy muy misterioso y reservado
Las palabras de Vicenç retumbaron en mi conciencia.
-Vicenç, querido amigo. Sabéis que siempre he estado a vuestro lado. He sido fiel compañero en escaramuzas, fiestas, aventuras locas y algunos embrollos en los que todavía no han descubierto nuestras andaduras. Mi infancia a vuestro lado ha sido la mejor de las experiencias que seguramente nadie haya podido vivir. Hemos aprendido juntos y hemos crecido juntos. Recuerdo como si fuera ahora la primera vez que cazamos un conejo o la primera vez que nos emborrachamos jugando con las botas de vino de vuestro padre. Y, como no, noches en la taberna, dias de caza, tardes de parsimonia al sol en los prados del oeste. Creí que todos esos momentos iban a ser para siempre. Pero desde que fuimos a Alcalà do Bispe me dí cuenta que nuestra relación se distanciaba. Entendí perfectamente lo que estaba pasando, vos tenias grandes responsabilidades y yo no era más que un siervo en ese lugar. Por eso ocupé mi lugar y me quedé en la retaguardia. Pero recordad siempre que en mi tenéis un amigo y un confesor a quien contar lo que pueda rondaros por la cabeza. Estoy aquí para lo que os haga falta. Si necesitáis mi ayuda, contad conmigo para lo que fuere menester.
Y luego dirigí mis palabras a Manel.
-Mis ojos serán vuestros ojos y mis oídos, vuestros oídos. Podéis darlo por sentado.
Contaba contigo Dionís, no hace falta que seáis tan servil conmigo, yo seré siempre uno más de los sirvientes del castillo, vivo para proteger a la casa Mormont. Miro a Vincenç con impaciencia, cada vez entiendo menos lo que pasa pero haber llamado a Clara es un hecho que me ha llamado la atención sobremanera.
Mi señor, la impaciencia me está matando por dentro, ¿De que se trata? ¿Por qué tanto secretismo?
Claro, Barón Cardona. Debéis descansar y reponeros para el torneo. No sería bueno caer enfermo incluso antes de empezar.
Lo mismo va para usted, Conde Estruch. Deben estar cansados del viaje.
Se me nota un tono protector de médico.
Ya habido bastantes calamidades para un buen tiempo, con esos rateros. Mejor no añadamos más leña al fuego.
- Madre, Barón Cardona, Conde Estruch, Pèire... Si me disculpan he de ausentarme a mis aposentos, me encuentro un poco indispuesta... Espero verles en breve en la cena.
Hago una cortés y educada reverencia y marcho hacia el castillo.
Atiendo discretamente al sirviente y tras despedirme de las personas con las que estaba me dirijo hacia los aposentos de Viçent muy curiosa y expectante... No era una petición habitual en mi hermano...
Espero a Clara y la recibo con una sonrisa al entrar esta en los aposentos. Querida hermana. Digo de forma educada y serena.
Observé con atención quienes estaban en los aposentos de mi hermano, ¿qué hacían todos allí?
- Disculpen la intromisión... - Dije a los presentes - Hermano.. Gracias... ¿Hermano? ¿Tío Manel? ¿Dionís? ¿Qué sucede? Hermano, no entiendo que reclamárais mi presencia en vuestros aposentos... ¿Va todo bien?
Debería sentirme un poco contrariada por encontrarme en unos aposentos con tres varones, pero dos eran familia y el otro un sirviente y amigo de mi hermano...
Miré a mi alrededor y a los presentes, algo confundida por mi presencia allí.
De la que se aleja, Clara.
Mi señora y señores. Creo que yo también me retirare. Si me necesitan avísenme e iré lo antes posible.
Me acerco un poco a María y en un tono bajo para no importunar.
Iré a ver como se encuentra vuestra hija a ver si puedo ser de ayuda.
Me separo y hago una reverencia, antes de dirigirme también hacia el castillo.