Partida Rol por web

Austin fue a la sala de mando, recogió las notas de su trabajo tomadas durante las veinte horas que estuvo revisando informes y se dirigió a la escotilla de salida. Quería ser el primero en bajar, el primero en ver a esa gente y comenzar de inmediato a asignarles posiciones.

Necesitaba mínimo a dieciseis aspirantes a mechwarrior, aunque esperaba por lo menos tener cuatro más, una lanza, de repuesto. Por los informes había unos cuantos que habían conducido agromech, menos era nada, y al resto les había escogido de aquellos que habían tenido contacto con familiares o amigos que pilotaran mechs.

Por supuesto pasarían una prueba simulada en los propios mechs del hangar y después aquellos que estuvieran interesados en ser mechwarrior. Si habíia alguna promesa delante de sus narices, Austin no quería dejarla pasar.

Del resto serían seleccionados 40 para los vehículos, aquellos que habían trabajado en obras y conducido maquinaria pesada para los vehículos pesados y los que no, pero que sabían conducir, para vehículos ligeros. El resto sería infantería.

Austin esperó apoyado en la pared delante de la rampa de descenso, cuaderno en mano, a que la nave tomara tierra y esta se abriera.

Una esplanada, rodeada de edificios industriales rodea a la nave, y para cuando la rampa se ha abierto hay una gran multitud espectante.

Austin se acercó al umbral. La rampa se extendía a sus pies y una multitud esperaba. Bajó tranquilamente la rampa con los informes en la mano y se plantó delante de todos.

Durante unos segundos no dijo nada. Miraba a cada uno de los congregados allí, miraba su reloj y volvía a mirarles. Por fin se decidió a decir algo, que sabía cabrearía a alguien. O eso esperaba.

-Mujeres.- Dijo como si eso explicara todo. -Siempre llegan tarde.-

Los minutos pasaban y nadie más salía. Además, notaste algo raro. Los motores empezaron a trabajar, y la gente entre gritos se daba a la fuga. Parecía que la nave estaba a punto de despegar.

-Vale, me toca acelerar las cosas.- Austin echó mano de todos los candidatos que había seleccionado y comenzó a decir nombres, instándoles a subir si querían una vida al servicio de una unidad mercenaria. Llena de aventuras y... bueno, y lo que viniera. 

Austin subió por la rampa. No entendía muy bien lo que pasaba, asique se fue al comedor a desayunar. Ya le explicaría alguien lo que pasaba, o no. Lo que sí sabía era que cada vez contaban menos con él.

-¿Para qué habían abierto la rampa si nadie iba a bajar?.-

Intentas andar, y la rampa empieza a cerrarse. Por suerte, esta es compuerta y el ángulo en el que lo hace te ayuda para entrar. Lo último que ves, mientras la nave despega es un Warhammer, disparando ambas armas principales contra la nave. Además, muchos misiles de largo y corto alcance atacan la pista. La nave no era su objetivo.

Austin meditaba para sus adentros reuniendo pedazos de información a cada cosa que pasaba. Parecía que el warhammer no disparaba contra la nave, sino contra... ¿la gente? ¿otro mech enemigo?. Sin un radar o una ventanilla para mirar era imposible saberlo.
Le habían contratado para ser el comandante de una unidad mercenaria. Nadie le había llamado, avisado o buscado de que podía haber un ataque enemigo o que entrábamos en un espacio donde podía haber fuerzas hostiles. ¡Que demonios! ni siquiera se habían dignado a decirle el planeta al que iban a ir. Y Laida permanecía en la enfermería con "sobredosis" de radiacción.

 Desechó todos los pensamientos y se limitó a pensar en el café caliente con una tostada que se comería en el comedor.

Mientras vas al comedor la nave se sacude. Ha sido alcanzada en la propulsión y como todas las naves esferoides, sin propulsión es una simple piedra que cae.

No has llegado ni a salir del todo del hangar, cuando te topiezas con la técnico que te recomienda a la carrera: - Tome un mech y salte. Esta, como te enseñó le dio al botón de apertura de emergencia de la puerta, que más que abrirse, se desprende. Notas un vacío en la barriga, señal de que el ascenso se ha terminado ... va a empezar a caer como un cantal aquella "cosa" de casi 4000 toneladas.

Austin vio la cara desencajada de Midori. Estaba preocupada y le apremiaba para que cogiera un mech. Al parecer otro "error" de cálculo les había llevado a un planeta donde la situación era caótica. Austin sonrió más para sí mismo que para Midori.

Al comenzar esa sensación en el estómago comprendió que caían. Una bestia como el battlemaster estaba descartado a menos que quisiera convertirse en papilla. Austin corrió a toda prisa hacia uno de los griffin, subiendo por las escaleras los peldaños de dos en dos.
Había elegido al Griffin porque tenía retroreactores. Podría saltar al campo de batalla sin hacerse papailla, además contaba con dos armas de largo alcance, un CPP y un AMLA/10. Si ese Warhammer no era su enemigo, podria darle apoyo mientras se acercaba con su AMCA/6 y láseres medios.

Austin llegó a la cabina. se quitó la chaqueta y sacó el chaleco refrigerante. Sin él no sería capaz de aguantar las temperaturas extremas de la cabina y mucho menos de combatir.

Encendió el mech y se colocó el casco. Al mismo tiempo que se ajustaba las correas de seguridad, el ordenador le indicaba los sistemas en funcionamiento, la información de daños y el armamento. Cuando hubo acabado, el mech era todo suyo y una inyección de adrenalina recorrió todo su cuerpo. 

-Comprobando sistema de comunicaciones.- Dijo siguiendo el protocolo, a excepción de que no esperó la contestación. -Griffin Alfa abandonando la nave. Si ven a mi antiguo instructor, díganle que coja un mech y se una a mi en el campo de batalla. Es una orden.-

Por prudencia tu comunicación la haces mientras intentas salir, y viendo que la única escotilla abierta de la nave, o al menos eso presupones, es por la que estás saliendo, sólo midori y tú habéis intentado escapar. Y repito, intentado, porque el GRF-1A que tomó la compañera no sabes donde ha caído ni de que manera. Cuando consigues salir la nave no estará ni a 50 metros.

Saltas sobre una zona boscosa, y la nave no cae ni 200 metros de donde aterrizas tú. La nave estalla contra una colina y monta un gran incendio que se expande por un viento leve cruzado. Muchas de las piezas de la nave saltan en todas direcciones, pero has conseguido esconderte tras un árbol que deja pequeño al desmunicionado griffin. Al mirar hacia arriba puedes ver que una cápsula había conseguido ser disparada de la nave, pero tu moral se va al suelo, cuando esquirlas y piezas grandes alcanzan a la solitaria capsula de escape, que empieza a rodar y arder tras el impacto, desmembrándose en su rápida rotación, no quedando nada de ella en escasos instantes.

19:17 - 3 de marzo de 3035 - Goito. Republica Libre de Rasalhague. Bosques septemptrionales.
Anocheciendo. Despejado, viento del noroeste (330).

El comunicador empieza a parpadear. Al darle, más por instinto que otra cosa escuchas la voz de la técnico. - Jefe, jefe. ¿Dónde está? Estamos en Goito y nos ha atacado la Segunda Espada de Luz.

Austin se alegró de que Midori hubiera salido de la nave. Inmediatamente activó el comunicador y el radar.

-Si la segunda espada de luz está aquí estamos jodidos.- Dijo sin miramientos. -Debemos encontrar un lugar donde dejar los mech desconectados y a salvo hasta que evaluemos la situación. Sin duda peinarán esta zona en busca de supervivientes.-

Goito, Raslahague. Esa era la razón de tanto secretismo. La señorita Akumo les había contratado como mercenarios para su lucha contra los independentistas desafiando al dragón. La muy idiota les había llevado a un planeta en guerra, sin decir sus defensas, situación política, o intenciones. Y lo había pagado caro.
De haberlo mencionado podrían haber trazado un plan, preparado un descenso que no fuera detectable y reclutar gente para la causa.
Ahora solo eran mercenarios en un mundo donde les odian y con mechs que no tenían munición.

-Midori, tenemos que encontrar una unidad mercenaria que nos acoja para salir de este planeta.-