Partida Rol por web

En su interior piensa: - El que barre sabe más de la nave.

- Le cuento. Suspiró, como si se fuera a tirar al rio. - Podemos abrir una de las puertas de hangares y puedo alimentar uno de los tornos de los vehículos. Engancho a alguien que salga con un traje de vacío y que se traiga a la piloto. Cuando esté listo ... siempre puedo traerlos.

-Me parece perfecto si ya se puede abrir la puerta de los hangares. Si hay alguien que sepa manejarse en gravedad cero en esta nave, y se ofrece voluntario para la operación, estupendo. De lo contrario tendré que ir yo mismo a buscarla. Sea lo que sea, prepara ese cable y un par de trajes, por si acaso.- 

Como una sentencia, que ya habías vaticinado tú mismo te responde: - Mientras se pone el traje, prepararé el cabrestante y me pondré yo otro traje.

-Nos vemos abajo.- Fue la escueta respuesta del, ya no sabía ni qué demonios era en esa nave. ¿Capitán de flota?¿comandante de compañía? teniente táctico y consejero de sí mismo. Al final bajó donde estaba Midori sabiendo que ponerse el traje sin saber manejarse en gravedad cero era un suicidio. -Pero por lo menos no me tacharán de no haberlo intentado.- Se dijo a si mismo, intentando convencerse que no era una idiotez.

El cabrestante, cuando llegas, ya está instalado. Ha usado uno de los vehículos todo terreno. Este lo ha anclado a uno de los vehículos de recuperación, y el cabrestante, lo ha alimentado por una "enchufe" que ha montado desde un panel de la nave. Las pillas en bragas y camiseta, poniéndose un traje de vacío. Cuando llegas, sin pudor alguno se termina de vestir y te señala otro de los trajes, que ya está firme al cabrestante, y sobre el capó del coche. - Está allí el suyo.

-Gracias. Buen trabajo.- Dijo admirando todo lo que había hecho en tan poco tiempo. Austin comenzó a desvestirse y luego a ponerse el traje de vacío. -No se si saldremos de esta.- Pensaba mientras terminaba de ajustarlo. -Estoy listo. Vámonos.-

La chica te mira y antes de darle a nada: - ¿Sabes manejarte en el vacío y abrir el cascarón del caza?

En sus palabras había serias dudas.

Austin la miró como si todo lo que la había dicho no hubiera servido de nada.
-Por supuesto que no.- Dijo con voz firme. -Para eso estás tú, yo solamente te ayudo. Si hubiera alguien en esta maldita nave vacía de todo menos de...- contuvo su lengua con un gran esfuerzo. -Bueno, que estamos solos y nadie se presta a ayudar. Si queremos rescatarla tendremos que hacerlo nosotros.-
 

La chica parece que se mosquea, y enseguida se pone a trabajar. Te desengancha y ordena con prisas: - Botón Verde. Botón Rojo. Botón Verde del Mando y Bontón Rojo del Mando. Te dice señalando cada cosa. Es como si hubiera hecho una presentación. - Ya le diré yo, jefe, que botón tiene que darle y cuanto tiene que darle. Todo esto mientras te destrinca y se pone ella el arnés que tenía tu traje preparado. Un tiempo precioso, para alguien al que se le escapa la vida como agua entre los dedos, pero, mejor ganar fiabilidad que velocidad.

Cuando ya lo tiene todos listo pregunta: - ¿Preparado jefe?

Austin asiente ante la pregunta. -Ten cuidado.- Se apartó un par de pasos con el mando preparado para darle a los botones que ella indicara.

Con las instrucciones que te van dando, y esperándote tres o cuatro segundos para ejecutar cada una, todo va saliendo que ni pintado. Tanto que esperabas que trajera sólo a la mujer, y por si fuera poco, se ha traído también el caza. La chica ha sido rescatada, y la cúpula está enganchada en la deriva del pequeño y rápido aparato.

No te lo podías creer. Había recuperado el vehículo.

Tras eso, posar el caza en cubierta y cerrar, te la dio en brazos y ordenó: - Corre con ella a la enfermería.

La técnico quedó en el hangar. Ella estaba radiada, pero tú estabas limpio. Y la técnico ahora, aunque estuviera bien, tenía cosas que hacer.

Nada mas tenerla en brazos, Austin ya estaba corriendo a la enfermería. No había hecho falta que la diejra que era una mujer especial, ni que había desempeñado un gran trabajo. Tan solo un segundo que se cruzaron sus miradas, mientras le daba a Laida, la dijo todo eso y más. Por lo menos eso quería pensar Austin, que lo había entendido.

Corrió a través del complejo de la nave mientras cargaba con Laida en brazos, esperando que pudieran ayudarla a recuperarse inmediatamente.  

En la enfermería ya tenía Lady Akumo el material listo para intervenir. Unas intecciones, varias sustancias, un baño extraño en una especie de moza de goma y unas lonas que parecían cubiertas de vaselina de los labios. - Denúsdemosla. Rápido, y la metemos en el capazo. La aya estaba junto al enorme recipiente negro con una de esas lonas preparada. La misma noble empezó a cortar el traje salvajemente con unas tijeras como las que usaría un carnicero.

Austin no esperaba eso. Lady Akumo se había mantenido al margen de todo lo ocurrido como si fuera ajeno a ella. Ella sabía lo de la radiacción obviando advertirles del peligro, y verla preparada para ayudar, para Austin, era como ver a la arcontesa Katherin con una fregona.

Ante la orden, Austin reaccionó. Puso a Laida sobre la camilla y comenzó a quitarle las botas mientras Attao cortaba el traje como si fuera de mantequilla. Sin fijarse en su desnudez la metieron en el baño donde los eflubios de los líquidos hicieron retroceder un paso al comandante. 

Ya no podía hacer nada más. Estaba todo lo a salvo que podía estar y esperaba que en buena manos, aún así no pudo evitar preguntarla.
-¿Se pondrá bien?.-

La aya hizo un gesto, mientras los guantes de tu traje espacial te lo ponían tan complicado que no habías avanzado nada. Entonces sonó otra vez, de manera taxativa e inequívoca, de la "jefa". - Lárgate a la ducha. La aya te alargó un bote, que parecía más que otra cosa gel para perros, y te tocó con él. - Y frótate mucho jabón, incluso antes de quitarte el mono. 

Su tono amable terminó, pero sin detener las manos. La aya frotaba ese jabón por la cara descubierta de la piloto inconsciente. Se giró como enfadada Lady Akumo. Parecías paralizado y ordenó con un chillidito: - ¡YA!

Austin hizo lo que se le ordenaba. Se metió en la ducha con el traje puesto, se frotó el jabón con el traje y luego sin él hasta que la piel se le puso roja. Recogió el traje en una bolsa de plástico y llamó a un operario para que se lo llevara. Ellos sabrían que hacer con él.

Después de vestirse volvió al puente de mando. -¿Sabemos algo más sobre la radiacción?.- Preguntó casi al instante de entrar. -¿Magnitud y extensión?.-

- No señor. Contestan todo apresurados, como si el estrés fuera algo que les está pasando factura. Ahora que te das cuenta, no han relevado. Son siempre los mismos … o se parecen mucho. Tienen cara de cansados, pero no con ojeras ni nada por el estilo. Además, parece que van aprendiendo. Es como si les hubieran enseñado lo mínimo, con un vuelo de prueba para llevar la nave, hasta recogeros, y este es su primer vuelo en solitario o algo así. - Pero parece que nos alejamos.

Te dan un papel.

109 sieverts es la punta máxima. Como si hubierais pasado por el centro de una explosión como 6 minutos tras la detonación.

Y ahora ya estás como en niveles normales. El operario que te da el informe dice: - Aunque ahora ya estemos como toca, habrá que descontaminar la nave de todas maneras antes de salir de esta.

-Buen trabajo.- Austin valoraba que aquella gente lo diera todo a sabiendas de que no sabían mucho más que un kadete recién inscrito en una academia naval.

-Pronto podrán descansar como se merecen. De momento confórmense con un cafe caliente mientras se evalúa la situación.-  Sabía que no era lo más apropiado para decirle a alguien que estaba cansado y había rendido más del cien por ciento, pero de momento, Austin se conformaba con que la señorita Attao contara lo que sabía y que era lo que se proponía realmente con aquella misión, si se le podía llamar así.

-En cuanto tengan algo más, cualquier cosa, infórmenme de inmediato.- Austin se metió en la sala táctica abandonando el puente de mando.

Cuando comentas lo del café, uno de ellos saluda, y marcha a traer la encomienda.

La verdad es que no esperabas que saliera tan disparado, y antes de que marchase llega con dos bandejas. Una con un bizcocho y dos cafés, acompañado todo ello por un azucarero y una jarrita de café. En la otra, igual, pero con dos bizcochitos, que no era diferente de uno igual al tuyo, pero partido en dos. Te coloca la bandeja ante ti, y la otra, la del bizcocho cortado, la comparten entre ellos.

-Gracias.- Comentó asombrado ante la rapidez de conseguir alimento del hombre. -Os lo habéis ganado.- Les dijo dejándoles el bizcocho que le habían traído. -Si hay algo más...- dijo señalando la sala táctica.- Ya sabéis donde estoy.-