Partida Rol por web

- Tía, aunque nos vayamos a la puta calle vamos a seguir siendo colegas - . Sara estaba preocupada y su voz temblaba. El Raúl tenía curro y podían tirar sin el de ella, aunque tendrían que fumar menos, no les pasaría nada. Pero, después de dos días sin saber nada de él, Sara estaba casi convencida de que le ponía los cuernos. No había querido sacar el tema y no había dicho nada, pero tenía aquella espinita clavada y cada vez se estaba auto-convenciendo más de ello. Si así era y se quedaba sin curro, tendría que volver a casa de su padre y no podía pasar por ahí. 

- Sé quién es la cuarta infiltrada, pero después de que el Iker haya tenido que confesar, no podemos delatarla - . Se mordió el labio, indecisa. Sentía que estaba traicionando al Iker, pero era la Eva y no podía ocultarle nada. - La Pokémon es la que queda. Lo va a tener jodido y no sé si podrá ayudarnos con toda esta mierda - .

Ver a Sara así hacía que se me encogiera el alma. Ella era mi amiga, y no sólo por estar empolladas juntas. Antes de hablar llevé una mano a su brazo y lo froté suavemente, sin saber qué hacer realmente para animarla.

- Si hiciera falta siempre puedo infiltrarme yo también. - Comenté como quien no quiere la cosa, sin pensar realmente en lo que decía. - Pero no me mola lo de echar a Mauricio o a Joel de aquí. Ellos son buena gente. - Enuncié antes de buscar los ojos de mi amiga. - ¿Qué crees que deberíamos hacer? La Pokemon no mola nada, y si alguien se merece irse fuera es ella. - Dije antes de emitir un suspiro de frustración y llevarme una mano a la frente, intranquila. - Yo estoy contigo a muerte, tía, pero es verdad que él tampoco es que nos lo ponga muy fácil.

- ¿Infiltrarte? Tía, lo que tienes que hacer es pasar de mi y seguir con el curro. Joder, no quiero que por mi culpa te veas arrastrada en toda esta mierda - . El corazón de Sara había empezado a latir con fuerza. Fuera de allí las cosas no estaban nada bien. La zorra de la Justi había hecho algo para que Iker confesara y ahora no podían echar para atrás. Encima, los putos viejos esos sabían cómo funcionaba internet y habían encontrado la traducción de las palabras de Iker. 

- No sé qué podemos hacer. He podido defenderle esta vez, pero seguro que le votan mañana y estarán atentos a mi, no podré cambiar los votos ni nada - . Se mordió el labio, se sentía completamente descorazonada. 

Eran demasiados y por mucho que votaran ellos tres al mismo, seguro que el Iker conseguía mayoría. - Tampoco me cae bien la Pokemon, pero no quiero putear al Iker y tía, joder, que ha confesado... -

Escuché lo que Sara decía sintiéndome un poco descorazonada. Lo cierto era que Iker no paraba de ganarse enemigos, y con razón. Si Sara no estuviera empollada con él yo misma le votaría.

- Bueno. - Le dije un poco triste, encogiéndome de hombros. - Por mucho que le voten yo no voy a dejar que te echen a ti también. - Aseguré. - Y si él se va... Bueno, es una putada, pero aunque necesitase la pasta es normal que la gente le quiera fuera. A ver... Ha intentado que nos echaran a todos los demás. - Le recordé.

Después emití un pequeño suspiro. La verdad es que echaba de menos el rato de risas y demás, pero el bajonazo parecía haberse apoderado de nosotras. Que Iker fuera un infiltrado era una mierda se mirase como se mirase.

- Voy a pensar en algo, ¿vale? - Prometí. - Todavía no sé muy bien qué, pero algo se nos ocurrirá, ya verás.

- Oye, tía. - Dije en cuanto nos volvimos a encontrar después de cenar. - Estoy pensando en quién fijarme esta noche. - Aseguré, dejando unos segundos para que entendiera que esperaba conocer su opinión. - Mauricio me dijo en una nota que lo intentara con la Asun, a ver si yo descubría algún infiltrado también, pero si de verdad sólo quedaban tres no es que nos haga falta: ya sabemos que eran Iker, Saray y Miriam.

- Pero he estado pensando... La primera noche Vladimir iba a por Justina, y alguien despidió a Pascual. Esta segunda noche echaron a Joel y a Asun. Y sabemos que no sólo hay infiltrados del Dia. - Expuse antes de bajar la voz, como si fuera un secreto. - A lo mejor esos tres que dijo Asun eran los tres del Dia, pero es probable que haya más.

- ¿En la Asun? - Sara arrugó suavemente el ceño y negó con la cabeza. - Ella vio tres sombras, y son justo los que sabemos. Dudo que hayan más. Además, también ha dicho que se dedica a espiar por las noches, a ver si ve algo raro. Quizás la pillaron y por eso la echaron. Tía, es muy arriesgado - . 

Torció los labios en una mueca. Si supiera quién más tenía papeles de esos, de los que te podían readmitir. - La Sholi le dijo a la Lourdes que tenía unos papeles con sus nombres. Ella es la que ha devuelto a la Asun. Pero se los cogió al Pascual. Creo que él podía traer de vuelta a cualquiera. Cago en la puta, no estoy segura - . Mientras hablaba empezó a liarse un nuevo porro. - La Aicha se dedica a cotillear lo que hace la gente. Me envió una nota para decirme que sabía lo de las llaves de los almacenes - . ¿Y el resto? Sara no tenía ni idea. - No tengo ni zorra, pero tía, tiene que haber alguien más que tenga papeles de readmisión. Con tantos que tienen para despedir, han de haber más - . Se quedó unos segundos en silencio, pensando en todo lo que había escuchado en el otro almacén, mientras picaba la yerba con las yemas de los dedos. 

Medité durante algunos segundos sobre las palabras de Sara antes de encogerme de hombros y dejarme caer, sentándome en el suelo. Luego emití un suspiro indeciso antes de hablar.

- Supongo que tienes razón en lo de Asun. - Le dije. - Pero se me hace raro no saber nada más de los infiltrados del Lidl, a lo mejor ella sólo sabía de los otros. - Volví a valorar. No quería parecer pesada, pero había algo que no me convencía del todo, no sabía qué. - De todas formas yo tengo una suerte que ella no tiene. - Comenté antes de formar una pequeña sonrisa. - Si me pillan te tengo a ti para cubrirme las espaldas.

- Si no te mola siempre puedo tratar de fijarme en la Sholi. Con un poco de suerte hasta puedo echarle un ojo a los papeles que tiene ella y traigo de vuelta mañana a Joel.

Sara terminó de liar el porro y se lo llevó a los labios, encendiéndolo con el mechero. Le encantaba aquella sensación que la embargaba cuando se fumaba uno. A veces sentía como si flotara y aquello era la hostia.

Miró a Eva, estrechando los párpados mientras pensaba en todo lo que había escuchado en el otro almacén.

- La putada es que no sé si sigue teniéndolas. Puede que tuvieran fecha también, como las tuyas. Creo que dijo que se le caducaban - . Se encogió suavemente de hombros. Ella no creía que hubieran más del lidl. - A ver, si al Joel lo despidieron los del Dia y a la Asun la debieron pillar y también le dieron patada, ¿qué hicieron los del lidl? - Estaba casi convencida de que la Asun se había metido donde no la llamaban, dudaba que hubieran ido a por ella. - Pero tía, si tienes que elegir ya, haz lo que veas mejor - . Confiaba en su criterio y con todo ese jaleo, tampoco podían hacer mucho, tan sólo podían dar palos a ciegas.

Observé cómo Sara terminaba de liarse el porro y le daba las primeras caladas aún valorando aquello sobre lo que estábamos hablando. Yo no iba a fumar, eso lo tenía claro: bastante tenía ya con el ambientador.

- Bueno, - Concluí entonces. - la Sholi entonces. Si puedo pillar esas cartas de readmisión, perfecto. Así puedo cubrirnos las espaldas a ti y a mi cuando voten a Íker. Y si no las tiene... Así nos enteramos de si tiene algo más. - Dije antes de quedarme callada unos segundos, totalmente empanada.

- Tía, yo sólo quiero salvarle el culo a Iker porque es tu colega, pero no me mola nada cómo se está portando. - Confesé. - No es sólo que sea un infiltrado, o que haya confesado, sino que parece un crío en plan me-enfado-y-no-respiro. - Comenté. - Aún así se me ocurre una manera de salvarle de las votaciones de mañana. - Anuncié mientras formaba una pequeña sonrisa.

- Si la Sholi tiene esas cartas siempre puedo readmitir a Miriam o a Vladimir.

- ¿No puedes pillárselas de nuevo al Mauricio? Me dijiste que tenía una hoja de despido y una de readmisión. Si las vuelves a copiar, podrías echar a alguien y readmitir al ruso... Sí, el ruso, que ese está confirmado por la Lourdes - . Sara sabía que se hacía muy tarde y Eva tenía que tomar una decisión. Tampoco sabía cómo podía copiar las cosas de los demás, pero por intentarlo...

- Y sí, tienes razón. El Iker está muy jodio porque le han pillado y encima le han obligado a confesar. Tampoco me habla. Tía estoy preocupada por él -. 

Cuando llegué al día siguiente al almacén que compartía con Sara lo hice totalmente ilusionada. Entré como un torbellino y con una sonrisa radiante en la cara.

- Tía, tía, tía, tía... - Empecé a llamar desde el primer momento. - No sabes las cosas que han pasado esta noche. - Comenté mientras dejaba el bolso sobre una de las cajas.

- Pero antes de nada: de lo que te diga ni palabra, ¿eh? - Afirmé mirándola seriamente y llevándome una mano a la boca para hacer como si cerrara una cremallera. - Ni a Iker.

Sara todavía estaba medio abombada cuando vio llegar a Eva con noticias frescas. Se quedó mirándola, extrañada y asintió con la cabeza. 

- ¿Qué... Qué ha pasado..? - Empezó a decirle, pero cuando Eva le dijo que no podía explicarle nada a Iker, dibujó una mueca con los labios. Se quedó unos segundos pensativa, rascándose la cabeza y al final asintió. - Está bien, tía, no diré nada. Si el Iker está mu raro y apenas me ha hablado desde que lo acusaron - . 

- Agárrate. - Enuncié mientras me echaba un poco hacia adelante, dando a entender que lo que venía era muy fuerte.

- Resulta que sí quedan infiltrados del LIDL. - Aseguré mirándola a los ojos. - Alguien me ha metido entre mis cosas una carta del LIDL donde me prometían muchas cosas. - Expliqué mientras mi sonrisa se ampliaba. - Hasta una invitación para ser la prota de la nueva temporada de Un compañero adelante o química, la serie de la tele. - Le conté entusiasmada. En realidad la invitación era para el cásting, pero con el gran trabajo que estaba haciendo aquí me darían el papel seguro. - Y también me ofrecían trabajo en el LIDL, pero yo de eso paso. - Comenté haciendo un gesto con la mano, como si desechase la idea.

- Pero lo mejor de todo es que si aceptaba me prometían curro también para mis amigos. Así que voy a decir que sí, tía. Y nos vamos tú y yo para allá y pasamos de todas estas mierdas. - Afirmé contenta.

- Por cierto, la Sholi ya no tenía las hojas, estaba esperando para mangarle alguna otra cosa a alguien. Así que he aprovechado yo y le he cogido a Manuel la llave de la puerta lateral. Si quieres que le diga algo a los de fuera voy de escapada en escapada.

Los ojos de Sara se abrieron como platos al escuchar la noticia que traía Eva. Había estado casi segura de que no debía quedar nadie del lidl, pero parecía que estaba equivocada y ahora, tenían una oportunidad.

- Tía, joder, claro que sí, hostia - . Aquella tarde echarían al Iker del super y ella no iba a darle la espalda. Lo tenía muy claro, se habían jurado amistad forever e iba a apoyarle hasta el último momento. Pero ahora estaba más tranquila, no se quedaría sin curro y si de verdad el lidl la contrataba, sería la tía más fiel que pudieran encontrar. Además, si entraba con la Eva mucho mejor. Seguirían juntas y eso la animaba mucho.

- Pero tenemos que encontrar la forma de que no echen al Iker, tía. Necesita la pasta, ¿sabes? - Se mordió el labio por dentro, mientras pensaba. - Cago en la puta. Si es que la ha cagao mucho. Todos están en su contra y él se comporta como un puto criajo - . 

La escuchó hablar de lo de la puerta lateral y una suave sonrisa aleteó en sus labios. - Tía, ¿cómo está el Joel? Es una putada lo que le hicieron -

Me alegré mucho cuando Sara me apoyó con el tema de lo del Lidl. La verdad es que ya me estaba viendo delante de las cámaras, y sería fácil que después de ahí saltase a la gran pantalla, como Javier Pereira. Él había empezado en esas series también y ahora acababan de darle un Goya. Aunque claro, eso tenía el problema de que yo no sabía a quién llevar conmigo a la entrega de premios cuando llegase el momento. Claro que siempre podría llevar a Sara, pero quizá acabarían pensando que éramos lesbis liadas. Bueno, mientras a ella y a Raúl les pareciera bien a mí no me molestaba. O siempre podíamos ir los tres, y que se creyeran que estábamos en una relación de esas modernas. La verdad es que el momento del discurso seria el mejor de todos para decir en voz alta quién era mi padre y pedirle que subiera al escenario. Él me abrazaría y luego nos iríamos juntos a recuperar el tiempo perdido. Era un plan perfecto, y todo gracias a la gente del Lidl.

Pensando en esas cosas me quedé embobada mientras Sara hablaba de Iker. Iker por allí, Iker por allá, mientras en mi rostro se dibujaba una expresión ensoñadora. Y para cuando volví a poner los pies en la tierra sólo oí lo de que se portaba como un puto criajo. Sara tenía razón. Que le dieran a Iker.

- Joel está un poco jodido. - Expliqué. - Aunque aún no hemos hablado mucho. Les he dicho que cualquier cosa que necesiten se la saco, y les he ofrecido desayuno y lo que sobró del pollo de ayer. Aunque me dan un poco de penilla, yo creo que voy a hacerles algo nuevo. Está la tele, pero no quiero salir mucho con estas pintas y que luego me conozcan por la sucia del Mercadona. El chino se ha puesto a gritar como loco al verme, y Pascual ha estado dando un discurso para las cámaras. - Dije antes de emitir un suspiro. - Un follón.

Después de mi declaración me quedé algunos segundos callada, volviendo a pensar en cómo sería coger un Goya. ¿Y si me caía de camino, como la de Los Juegos del Hambre? ¡Qué ridículo haría!

Fue entonces cuando me di cuenta de que lo mismo estaba pasando algo por alto. Pestañeé rápidamente antes de volver a hablar de manera directa.

- Oye, qué movida lo de Iker, ¿no? ¿No tendríamos que hacer algo? - Pregunté, sorprendida de que Sara no hubiera dicho nada al respecto.

Sara suspiró al darse cuenta de que Eva ignoraba su comentario sobre el Iker. Le hubiera gustado que los dos fueran amigos y de esa forma apoyarse los unos en los otros. Pero era algo que de momento veía imposible. Como los viejos esos, se apoyan el uno en el otro... - ¡Hostia, es verdad! - Exclamó de repente, interrumpiendo a Eva.

- Los viejos, el Iker me ha dicho que han creado una especie de clan y se apoyan el uno en el otro - . Le empezó a explicar, cogiéndola de la mano y mirándola a los ojos. Le sonrió al darse cuenta que también estaba preocupada por el vasco y la abrazó. - Tía, joder, pensaba que no te importaba. Los dos sois mis mejores amigos, hostias, haría cualquier cosa por vosotros - Se mordió el labio, sentía como sus pupilas empezaban a inundarse de lágrimas, así que apretó con fuerza los párpados para evitar derramarlas, y volvió a separarse de Eva, mirándola de nuevo a los ojos. - Lo que te estaba diciendo - Retomó nuevamente el hilo. - Me ha dicho que ellos no han echado al Manuel, ha sido el Paquito, tía. Ellos han intentado todo el rato echar a los viejos, pero se apoyan los unos en los otros. Ya dije que no me fiaba de ellos y sigo creyéndolo. ¿Por qué mierdas siguen aquí? -

Cuando recibí el abrazo de Sara no pude evitar emocionarme un poco. Intenté que no se me notara, claro, pero aún así se me escapó alguna lagrimilla. Joder, quedarnos encerrados aquí era lo mejor que me había pasado en la vida. No sólo por el Goya, sino por cómo había avanzado mi relación con Sara.

- Joder, tía. - Dije mientras nos separábamos, llevándome la mano a los ojos para secarme rápidamente y que no se diera cuenta. Luego escuché lo que ella decía sobre los viejos, asintiendo, y al terminar sin querer pensé en voz alta. - Claro, claro. - Enuncié. - Es normal que se apoyen si llevan más de cien años juntos. A saber cuántas guerras y posguerras han vivido. - Comenté antes de responder a lo otro que ella había dicho de una forma mucho más directa.

- Claro, tía. - Asentí. - Paquito es el infiltrado del Lidl que quedaba. - Aseguré.

Un rato después, cuando volví al almacén, lo hice con una enorme cara de cabreo. Al entrar busqué directamente a mi amiga, sin saber muy bien qué hacer.

- ¿Qué narices está haciendo Iker? - Pregunté, y al instante me arrepentí. Klara habría dicho cojones, ¿por qué no podía yo decir cojones?

Sara no se esperaba que Eva le hablara de aquella manera. Más que su forma de hablar fue la mirada que le lanzó nada más entrar en el almacén. Sus ojos se abrieron como platos y una mueca se formó en sus labios.

- ¿Qué cojones esperas que haga? - Le preguntó con un tono de voz frío y quizás, poniéndose algo a la defensiva. Se quedó unos segundos en silencio y finalmente un suspiro salió de sus labios, le sabía mal hablarle mal a Eva, pero se sentía en medio de una guerra que a ella ni le iba ni le venía. Con mano temblorosa apartó un mechón de delante de sus ojos. - Tía, está desesperado y ha visto al Paquito esta noche. Pero joder, por culpa del Paquito pillaron al ruso, ¿esperabas que se callara y no dijera nada? Desde que toda esta mierda empezó han estado puteándose los unos a los otros. Yo sabes que te apoyo, y... al Iker, joder, sois mis amigos, os quiero y haré lo que pueda por vosotros, pero es que joder tía, está perdido - .

Escuché las palabras de Sara y poco a poco fui calmándome. O puede que fuera el ambientador. En cualquier caso ahora las cosas se iban suavizando dentro de mí.

- Por Paquito pillaron al Seta. - Le recordé. - A Vladimir lo pillaron por la Asun. - Dije antes de dejarme caer con la espalda pegada a una pared.

- No sé, tía, se está buscando que le voten él solo. Yo estaba pensando en delatar a Saray: decir que Miriam y el chino habían hablado de ella, a ver si se llevaba más votos que Iker... Pero con el plan en el que está es complicado. - Dije antes de emitir un suspiro. - No sé, si intentara hacer amigos, o portarse bien con la gente, sería distinto. O si hubiera dicho que Justina le obligó no a confesar, sino a decir eso en concreto: sería la palabra de él contra la de ella, pero así... O al menos podría haber dicho que sí, que era un infiltrado, pero que después de confesar lo había dejado, qué sé yo. Que pareciera que se arrepiente un poco.

- No estaría perdido si no se estuviera portando así, - Comenté con tono derrotista. - o si hubiera confiado un poco en nosotras para sacarle las castañas del fuego. - Añadí después, mirándola largamente con la pena llenando mi pecho. - Lo siento, tía.