Partida Rol por web

- Sea como sea, ya va haciendo frío. Hora es de averiguar si es más agudo el acero que me espera de vuelta a casa, que el que lucía este esgrimista.

Encorajinándome ante las perspectivas que me aguarden de regreso, helado y sin pistas, vuelvo a paso ligero a casa mientras una mujer y un hombre embozados se hacen un rincón entre los misterios de mis pensamientos.

Su rostro angelical ahora se encontraba retorcido en una oscura mueca de dolor y de impotencia. Apenas puede decir palabra alguna aunque sus labios buscaban con ahinco las silabas que recitar mas alla de la cruel guadaña de la muerte.

- ...Hino... Arturo...

Apenas unas lagrimas asomando en sus ojos al ver tan cerca la silueta sombria de la Parca. Apenas un leve destello de duda, miedo, temor asomando en su alma por discernir lo que vendra despues de la fria noche. Se acoje a ti en un abrazo sin pdoer decir nada mas, dejando de respirar para hundirse de lleno en la quietud de un mundo que nada tiene que ver con este.

Su cuerpo queda frio, inerte, sin nada mas que la quietud como principio y fin.

Logras encontrar una fea herida sanguinolenta en su pecho que parece haberla perforado de parte a parte... una daga quiza de mas de veinte centimetros sin duda. La sangre lo ha encharcado todo... no puedes mas que sentir pena, lastima, incluso impotencia por el destino de la pobre mujer.

Entre sus cosas tambien encuentras un anillo con un sello hidalgo en el y un pequeño saco de cuero donde reposan monedas, suficientes para vivir durante un par de meses como un verdadero burgues. No hay nada mas en ella, ya nada queda, ni tan siquiera una misera chispa de su alma, de lo que fue o de quien fue o por que ahora ya no es nada, solo el triste recuerdo de un asesino.

Tras un largo paso y camino llegas de vuelta a la casa de tu anfitrion con el frio ya calando tus huesos y tu cabeza ocupada en extraños y oscuros pensamientos.

Llegas al porton del patio por donde entraste por ultima vez pero esta cerrado y escuchas ruido tras de la puerta... quiza Montero ya se halle recogiendo todo y preparando las monturas y perros para la mañana siguiente... seria extraño de explicar tu situacion... La verdad es que hay otra entrada principal que conduce a la casa de piedra mientras que esta se encamina por el gran patio por donde antes el mismo Montero te habia conducido a tus aposentos.

Quiza podrias intentar saltar la tapida (que no mide mas de tres metros) y ayudarte con alguno de los arboles del patio aunque eso no te aseguraria el no ser visto y siempre quedaria la dificultad de llegar sin ser visto a tus aposentos nuevamente...

Llamo a la puerta principal con brevedad.
- No es muy usual, pero intentaré convencer a Montero que vino la madre de un amigo llamando mi nombre por mi ventana, enterada de mi sapiencia en ciencia médica por su hijo, para atender una herida de la que este se ve aquejado en estos momentos. Mal pinchazo de un duelo bravucón, pero que requería de atenciones. Habrá reprimenda, y preguntas pero haré por satisfacerle.

Tomo parece tranquilo, quieto, callado... quiza demasiado. Tras un breve instante casi infinito escuchas los pasos pesados de alguien acercandose y, al momento, la voz del que parece ser Montero resuena al otro lado de la misma preguntando por el que se atreve a molestar el sueño de su Señor a estas horas de la noche.

Fundido en negro...

Gabrielle traza los últimos pasos por el callejon de camino a su casa. La noche ya esta entrada y el frio gelido. Con un movimiento decidido abrió el pesado portón de madera de la humilde casa que compartia con su ama.

La pequeña mesita de madera que hacía las veces de comedor estaba tenuemente iluminada por una vela a punto de consumirse. La vieja mujer apoyaba su cabeza sobre la mesa mientras dormía sonoramente sobre un jersei a medio coser. Probablemente se quedó dormida esperandola.

Gabrielle colgó del perchero la capa de la mujer, i entonces realmente pudo apreciar la cantidad de sangre que había estado fluyendo por su costado agujereado. Se miró las ropas ensangrentadas e inservibles, mientras lanzaba sobre la mesa el sello y la bolsa de monedas.

El sonido de las monedas despertó a la vieja mujer.

- Gabrielle... Dios mio, pero que has estado haciendo!

Se levantó sobresaltada,

- Pero que te han hecho. Ai, señor, mira que te tengo dicho que no me gusta que andes robando a los cabablleros. Esos bravucones no sabran manejar una espada, pero te pueden hacer daño igualmente.

-Escuchame Ama - Dijo Gabrielle cojiendo sus manos entre las suyas mientras se sentaba - Esto me lo ha entregado una moribunda para que se lo de a su amado.- Gabrielle lo dijo convencida, pese a que no tenia la certeza de que el tal Arturo fuera el caballero con el que se encontró la mujer anoche. - Guarda bien estas monedas, con ellas no tendremos que preocuparnos de la comida durante un tiempo, no las gastes sin pensarlo, y escondelas en un lugar en que nadie las pueda encontrar con facilidad.

- No puedo creerme que hayas robado a una dama moribunda?

- No es un robo. Es un pago adelantado por hacer de mensajera. Mañana ire a buscar al tal Arturo Hino. La mujer me entregó un sello heráldico para el. Y le dire que puede encontrar a su doncella en un rincón de un gallinero con un agujero de hierro entre pecho y espalda.

- No lo se hija, no creo que debas quedarte el dinero.- La expresion de la mujer era ya de abierta preocupación.

- Olvida eso ahora, voy a ver si ceno alguna cosa. Mi estomago clama al cielo. - Gabrielle se sirvió algo de sopa de pan mientras la vieja ama le curaba como podía la fea herida que el hideputa le había marcado a hierro.

-¡Bajad la voz Montero, es a vos a quién llamo, no es menester interrumpir el sueño de nadie más que el de aquellos que ya andan despiertos!

-- Pero, ..., ¿de donde sales? --

Hernan esquiva la sombra que se le venía encima e intenta echarse encima suyo.
-- ¡Alto ahí rufián! Creo que se equivoca vuce de birlo. ¿Por quién me toma? --

La expresion de la vieja y cansada mujer al ver el sello del anillo parece verse truncada, afectada, preocupada, pero rapidamente intenta que no te des cuenta de ello y continua hablando para recoger las cosas y guardarlas a buen recaudo.

La puerta se abre despacio y la cara cansada de Montero asoma tras de ella.

- Pero... mi Señor, que haceis ahi fuera?? Os hacia en vuestra cama ya.

Esta genuinamente extrañado y confuso ante tu reaparicion.

El desconocido rueda contigo por el suelo cubierto de paja mientras luchais por el cuchillo hasta que, habilmente, logras apartarlo de ti con una fuerte patada que le golpea contra la cerca de madera que separa a los caballos.

Ya liberado de la pugna y la presa te incorporas tan rapido como puedes al igual que el. Embozado en su capa sucia y raida aun esgrime el cuchillo y se abalanza sobre ti, errando su tajo pero quedando denuevo cerca de tus puños.

De repente la puerta del establo se abre y aparece otra figura en las sombras que no logras discernir.

Las puertas se abren al escuchar el ruido y ves como un par de siluetas se hayan enzarzadas en una lucha desigual dado que una de ellas ataca a la otra con un cuchillo mientras que la ultima apenas esquiva y para con sus puños desnudos.

Ahora que caes logras discernir cuando te miran que el desarmado es el muchacho que te siguio fuera al patio y se quedo junto al cadaver de Roberto.

Gerald, con espada en mano, intimída al cobarde que está luchando armado y le reta a enfrentarse a él sin opción a elegir.

Alto! No os da verguenza. Dejad ya a ese muchacho en paz, y si tenéis alguna objeción, tratadla conmigo ahora.

Hace un gesto con la cabeza refiriéndose al muchacho para que se aparte y se ponga a salvo.

¿Pero qué es esto?

Eo, ¿hay alguien ahí?

Cómo hbaía podido care en un atrampa así. aunque, pensándolo, mejor estar callado he intentar salir. Aunque es difícil, intenta escalar el hoyo en el que ha caido.

Intentas salir del agujero que ha hecho las maderas podridas de la casa al pasar sobre ellas pero te lleva mas tiempo del que deberia. Tras un rato logras salir de el con algunos pequeños cortes y arañazos y descansas jadeante en el suelo de la destartalada chabola... parece que la mujer ha logrado huir finalmente...

¡Maldita sea!-murmura.

Preguntaré por si acaso

Sin mucha esperanza pregunta a qui´ren ve por conseguir una pista. Si no descubre nada vulve con cuidado a la pensión y observa desede lejos.

-Disculpad Montero. Vengo exhausto. Poco después de llegar oí ruidos. Me asomé por si las voces vinieran de afuera, y efectivamente había una mujer llamando bajo la casa. Era la madre de un amigo mío, aunque equivocada de ventana, buscábame para asistir a su hijo. Mala reyerta tuvo en la tarde mi amigo, y precisaba ayuda. La herida no era por fortuna muy mala, más manchaba de sangre el corte en el abdomen de lo que en realidad era. Siento no haberos dicho nada y dejar a don Léjaro nuevamente esperándome pero salí corriendo, temiendo por la vida de mi amigo.

Suspirando mientras permito que el cansancio del día aflore a mis gestos, me arrebujo en mi capa - ¿No tendréis la bondad de invitarme a entrar una vez más Montero? Aquí hace más frío que en la sierra recién nevada.