Partida Rol por web

¿Será él el asesino de Roberto?...

Gerald se fija en el individuo y se muestra desconfiado.

¿Quién sois y por qué buscais a esa joven con tanto ahínco?

Lo examina detenidamente. Marcas de lucha, forcejeo, sangre, etc.

¿Qué os mantiene tan exaltado y qué relación tenéis con el suceso acontecído esta noche?

Así que algo saben...

Le sdiré lo que he visto. Comprendan que para mi honor requeriría discreción en el asunto. Compré la compañía de la muchacha a la que busco con ahínco -como si nada hubiera pasado. con un punto de vergüenza pero como si hablara bebiendo vino en una tasca-. Ya me entiendes ustedes, por Santa Teresa no me hagan especificar más. Cunado... ejem... cuando la llebaba al catre se adelantó unos metros. Se detubo y huyó gritando y llebándose mi dinero.

Me encuentro en una incómoda situación. He perdido mi dinero, no sé lo que vió y siento un fuego en mi interior que me hace buscar a la desesperada a la mujer- dice esto con un tanto de excitación y nerviosismo imitando al utilizado para preguntar por el suceso.

Me quedaría tranquilo si me explican lo que saben. Despues de lo cual me despediré serenamente dándoles las buenas noches o, si me lo permiten, invitándoles a un vaso del vino del hostal- Señalando al edificio.

¿Hacen el favor

Gerald levanta una ceja, acarícia su recortada barba y le responde.

Todavía no sé vuestro nombre.

Espera a que éste le responda y continua hablando.

Mi nombre es Gerald Dupon. Ahora, presta atención a mis palabras.
Quizá la moza que perseguís... se haya asustado al ver cómo asesinaban a mi amigo, Roberto.

Hace una breve pausa, cerrando los ojos y apretando con fuerza su mandíbula, con el puño cerrado. Intentando contener sus impulsos.

Salió un momento a la parte trasera del local en busca de una dama. Cuando llegué, sólo ví su cuerpo ensangrentado y alguien muy parecido a tí corriendo calle abajo.
Cómo comprenderás, se me pasan muchas cosas por la cabeza en estos momentos...

Hernan mira a ambos, uno detrás de otro y otra vez el primero.

-- Quién en terreno de manceba entra... --

Da unos pasos alejándose suficientemente de ambos y los vigila sin pausa

-- No se que hago aquí, estos parece que van a reñir en poco y seguro que alguna herreruza tengo que cruzar por curioso. Más me vale acercarme a la puerta por si hay que salir por las de Villadiego. --

-- Bien, pues parece que no ha lugar mi presencia aquí ya. Si vuestras mercedes no necesitan más de mi, me retiro y les dejo hablar de lo suyo con intimidad --

Sujeta con una mano el ala del sombrero y lo mueve en señal de saludo mientras hace ademán de salir de el lugar.

Lo sabía...

Claro que me vió correr, ya se lo he explicado. Si pretende insinuar algo le ruego que reflexione por qué le he contado esa historia cuando podría contarle otra.

Lamento la muerte de su amigo. Efectivamente era yo el que corría. Pero es evidente que aquella dama pudo ver algo, debemos encontrarla.

Le aseguro que si asesiné a su amigo, en paz descanse, no hubiera vuelto.

Y de seguro usted nos sería de ayuda. Yo está bien marcharse cuando alguien tiene un prolema si le podemos ayudar.

¿Seguro que murió?¿Llamamos a un médico? O quizá salimos en busca de la mujer. Como prefiera.

Al ver el movimiento de Hernan le dice.

Hernan, tú también estas metido en esto de alguna forma. Te agradecería que te quedaras y... - con una mirada veloz se centra en El Holandes - nos ayudaras a encontrar a esa moza, ramera o lo que fuese...

Tras exhalar exageradamente, se dirige a El Holandes con la mirada para contestarle.

Supongamos que te creo. Tenemos que encontrarla antes de que haga alguna estupidez.

Hernan se detiene y echa un vistazo atrás, hacia donde está Gerald.

-- ¡¿Qué yo estoy metido en esto dices?! --, hace una pausa emitiendo una pequeña sonrisa burlona, -- ¡quizá me haya podido la curiosidad, cierto, pero, a fe que no conozco los menesteres de vuestras mercedes! --

Se gira completamente y da un par de pasos hacia Gerald:

-- De todos modos no tengo nada mejor que hacer y ya que hay una dama de por medio haremos un poder para acompañarles. --

Inclina un poquito la cabeza mientras se quita el sombrero para saludar:
-- ¡Sea pues! --

-- Veamos que podemos sacar de esto --

El cadaver de Roberto sigue entre la paja mientras hablais en el interior del establo. De repente escuchais ruidos en el patio exterior y al menos movimiento de varias personas alli que hablan despacio y se acercan a la entrada del edificio de madera.

Hernan se coloca en la parte más sombría del edificio, intentando ocultarse en la penumbra.

Echa mano de la herreruza y espera el momento para dar un paso.

-- ¡Nuevos actores para tan extravagante obra! --

De repente el porton de madera del establo se abre de par en par y aparecen tres figuras sombrias envueltas en sus ferreruelos.

- Alto a la ley!

Los dos corchetes y su jefe van prestos con la punta de sus roperas tocando el suelo y sus otras manos metidas entre ropajes.

-- Maldita sea mi estampa. ¿Qué hacen estos aquí ahora? --

-- ¿Qué hago? ¿Salgo y les digo que alguien ha matado al zagual o me quedo aquí por si los vinos les impiden verme? --

Hernan, tras unos momentos de indecisión da unos pasos adelante:

-- ¡Pardiez! Ya sería la hora de que les encontraramos --, hace una pausa, -- han matado a un hombre, ¡hagan algo por Dios! --

Gerald se gira al oir la puerta abrirse, y al ver delante de él a los guardias, les dice.

¡Calma! Ahora mismo ya no hay mucho que hacer... No hemos podido alcanzar al asesino de éste crimen, pero espero que vuestras mercedes hagan lo suyo con el tema.

Por mi parte, lo haré con rabia y placer...

- Dense presos y suelten sus armas ahora mismo! - grita el que parece ser el jefe de corchetes y que alguno de vosotros ya ha llegado a ver en otras circunstancias; la verdad es que el tal Andres tiene fama de no andarse con chiquilladas por lo que Toledo se siente orgullosa de su cargo.

Los dos corchetes que le acompañan quedan prestos a actuar; uno de ellos se encara a una distancia prudencial con el propio Hernan mientras que el otro vigila a Gerald.

- Siento no poder encomendarme a la palabra de tres hombres de tan poco renombre y honor, asi pues obedezcan o tendremos que sacarlos a rastras de esta cochambrosa tumba.

Vale Andres, como siempre me tienes que hacer enfadar...

Gerald desliza su mano suavemente hasta sentir el tacto de su espada. Mira de reojo a Hernan para decirle.

Hernan, piensas lo mismo que yo, ¿verdad?

Espera la complicidad de éste para atacar conjuntamente a los dos corchetes.

-- No esperaba tan pronto tener que encomendarme a la de Toledo --

Hernán mira a Gerald, se encoge de hombros y lanza la primera a aquel que se coloco 'cerca'

-- Créanme vuestras mercedes si les digo que no era mi intención reñir, pero esta vez las cartas vinieron mal dadas y vucedes no se muestran dispuestos a hablar --

- Malditos! Daos por muertos!!!

Retrocede cuando ve que Gerald y Hernan se lanzan sobre los corchetes desenfundando y atacando con sus roperas.

El corchete encarado a Hernan no tiene tiempo de reaccionar ante la acometida de tan presto luchador y es atravesado con la ropera de este sin esfuerzo ni posibilidad alguna de defenderse, cayendo al suelo mientras Hernan desenfunda su toledana ensagrentada de su cuerpo y quedando su oponente tendido inmovil en el suelo.

Rapidamente es Gerald quien realiza su ataque desenfundando su arma a la par que Hernan pero, esta vez, con menos precision y rapidez que su compañero, siendo parado su ataque por la ropera del corchete que le encaraba.

El jefe de corchetes entonces mete mano a su cinto y desenfunda una pistola de chispa mientras continua retrocediendo sus pasos, apunta y dispara contra Hernan impactando en su hombro y haciendo que este caiga de espaldas contra unas pajas de heno ensangrentado.

-- ¡Maldito hideputa! --

Hernan se levanta como puede del suelo y se hecha mano a la herida. Los ojos inyectados en sangre miran furiosos al jefe corchete. Más lanzado por el orgullo que por el juicio de una mente sana carga contra el jefe corchete daga en una mano y ropera en la otra.

-- No debiste hacerlo malnacido --

Mientras Gerald sigue trabado con el corchete y el desconocido llamado "Holandes" se mantiene aun sin reaccionar, Hernan se retuerce dolorido un breve instante, levantandose como puede para encararse nuevamente al jefe de los corchetes. Este, al ver errado su disparo, tira de toledana con celeridad y retrocede nuevamente al exterior del establo para que, cuando Hernan carga contra el con espada y daga, este puede facilmente blocar, apartarse y girar para evitar el preciso tajo de su ropera que iba directo a impactar en su pecho.

Aun asi, azorado por la fuerza e impetu de su herido contendiente, el ducho Jefe de los corchetes no puede mas que lanzar una estocada a Hernan que logra tran solo apartarle de las cercanias, lo suficiente para que este ponga pies el polvorosa por el patio con la voz en grito.

- A mi la guardia!! AYUDA!!!

Intentando alejarse lo suficiente o ganar terreno a sus asaltantes sin mirar en demasia hcia atras o preocuparse de sus compañeros de armas.

Al ver el ímpetu con que Hernan se enfrentaba a su adversario, le recordó a sí mismo. Gerald, enfurecído por el disparo del jefe, habiendo herido a Hernan, realiza un giro para flanquear a su adversario y asestarle un corte profundo.

¡Hernan! ¿Estás bien?

Gerald flanquea con un rapido movimiento a su adversario pero su tajo no llega a impactarle dado que este se mueve con celeridad para realizar una diversion con su arma y tirarle un medio reves contra la frente de Gerald.

Apenas un segundo tiene este para evitarlo pero no es suficiente pues, pese a retroceder un paso lateral, la punta de la ropera del corchete impacta en su hombro y lo atraviesa con tenacidad haciendo que Gerald tuerza el gesto de dolor antes de intentar volver a zafarse de su oponente.