Partida Rol por web

Poco a poco fuisteis llegando a la entrada de "Las Tierras del Descanso". Pocas personas parecían haber asistido, pero cada una de ellas saludaba y le daba el pésame a una en concreto. Kendra Lorrimor. A su lado un enorme ataúd, que estabais seguros de que contenía el cuerpo de vuestro viejo camarada.

Kendra debía de rondar los 25 años. Hacía aproximadamente 15 desde que se instalaran en Ravengro, después de que su padre se hubiera jubilado, o al menos retirado, de la enseñanza. Al acercaros a la mujer veis claramente que es una mujer muy atractiva, de curvas sensuales, tez blanquecina y carnosos labios. Pero ahora, tiene los ojos rojos e hinchados de llorar y viste prudentemente de un color negro de luto que esconde sus formas perfectas.

A pesar de ello, mantiene una postura perfecta, esbelta en toda su altura, estilizada y de un porte magistral. Os saluda amablemente con una mezcla de curiosidad, tristeza y alivio.

- Amigos. Gracias por asistir - salvo vosotros cuatro no había nadie más que ella - Corren tiempos duros en Ravengro, es normal que haya aparecido poca gente. - os dedicó una fría aunque sincera sonrisa - Supongo que tendreis muchas preguntas - añadió - pero si os parece correcto me gustaría enterrar a mi padre cuanto antes y, ya que tenemos que hablar más tarde sobre su testamento, prometo contestaros entonces a todo lo que me pregunteis. ¿De acuerdo?

Echó una mirada anhelante al contenedor del cuerpo de su padre y después, de nuevo con los ojos humedecidos, al interior de aquel enorme cementerio.

- El padre Grimburrow nos espera. ¿Os placería el portar el féretro de mi padre? Creo que, aunque yo también quisiera, soy incapaz de cargar más pesar sobre mis hombros. - se le notaba el timbre de la voz débil, como si los últimos brotes de un aliento desprovisto de toda fuerza hicieran el máximo esfuerzo por no sonar vacíos.

Poco a poco, ciertos rezagados se unieron a la comitiva. Kendra sonreía al comprobar que viejos amigos de su padre aparecían para darle su último adiós. En total, diez personas se reunieron alrededor del féretro, con gesto claramente triste en todas las caras, e incluso algunas con cierta sorpresa.

El joven, portando una desnutrida mochila en la que llevaba enganchado un arco, acababa de llegar a Ravengro tras viajar en un carromato hasta una granja cercana y hacer las últimas millas andando. El polvo del camino aún manchaba sus ropas, que trató de sacudirse al darse cuenta que llegaba justo para el acto fúnebre.

Se acercó a la muchacha que lloraba su pena:

- Vos debéis ser Kendra, su padre hablaba a menudo de usted en sus cartas. - comenta apartándose el pelo hacia un costado, haciendo una inclinación ante la mujer y tocando el símbolo de Pharasma que llevaba grabado en su coraza. - Era un gran hombre y solo puedo rezar para que la Señora de las Tumbas guíe su espiritu en su paso.

Cuando ella realiza la petición del féretro, ajusta sus armas al cinto y con un - Faltaría más. - se acerca al féretro y espera para alzarlo sobre su hombro izquierdo.

Habiendo llegado hace tan solo unas pocas horas antes a Ravengo ya sabía del entierro. Preferí ir a asear me ante del sepelio no quería presentarme por última vez ante mi amigo hecho una piltrafa. Saqué un poco de brillo a mis pertrechos y pulí mi atuendo de viaje lo justo para que no pareciera que era lo llevado en varios días.

Lentamente me acerqué donde estaba un hombre joven y la Srta. Kendra.

Doblando la cintura ligeramente para no tener que mostrar mis ojos. - Siento lo de su padre, Srta. Kendra. Espero que este en un lugar mejor.

Me acerco al féretro para tocarlo y despedirme de mi amigo/patrón....si hubiese estado aquí quizá seguirías vivo, que los dioses te acojan en su seno..... Escucho la petición de Kendra y solo puedo responder.

- Sería un honor.

Cuando Galen llegó al velatorio no había un alma en la sala, excepto la guapísima hija del profesor. Cuando lo conoció a éste hace unos meses también conoció a su hija, quien se sumó con gusto (y más para Galen) a las interminables charlas sobre religión y demás asuntos que trataron cuando coincidieron.

Pero la situación era bien distinta. La bella mujer lloraba por su difunto padre. Las risas se habían sustituido por lágrimas y eso le destrozaba a galen.

El clérigo de Pharasma se acercó a la joven y le cogió por los antebrazos para mirarla fijamente a sus ojos llorosos.

- Pharasma lo tiene en su seno, Kendra. Después de una vida hay otra que debemos vivier en el más allá. Estará bien- intentó consolarla.- Siento mucho lo de tu padre, era una mente inquieta, pero sobre todo una gran persona- se sinceró.- Rezaré unas oraciones por él.

Tras decir esto se separó de la joven y se puso en uno de los bancos delanteros a rezar a su Dios para que guiara al profesor Lorrimor en su deambular por el más allá.

En eso estaba cuando entraron los demás, a los que no hizo gran caso. Pero cuando Kendra les pidió que ayudasen a llevar el ataud de su padre, Galen fue uno de los primeros en arrimar el hombro.

Zerapahas abandono su rictus habitual entre provocador y un tanto pedante para mostrar un gesto petreo y un tanto abatido.

- Tu padre era una inspiración para todos nosotros Kendra. Será un honor portar su ataud.

El mago se sentía un tanto incómodo en el cementerio, con la tristeza que siempre transmitía si tierra natal. De hecho era raro verle acudir a un entierro ...

La tradición local dice que el rito de despedida se hace en el paseo desde la entrada del cementerio hasta la sepultura. Los más allegados serían los que portarían el féretro, encaminados por otra persona (la pariente más cercana) y seguidos por el resto de los amigos/familiares/... El sacerdote que oficia la misa, junto con los sepultureros esperarían pacientemente junto a la tumba, ya excavada, donde se le dedicaría una oración y un último adiós por parte de todos los asistentes.

Zeraphas era más bien débil, al contrario de otros de los presentes que tenían fuertes músculos. Entre tres de los aventureros y uno de los locales que se adelantó, levantaron el féretro sobre sus hombros.

Una vez elegidos, por tanto, los portadores; Kendra encabezó la marcha a través de las puertas del cementerio. El camino, llamado "Dreamwake"*, era un paseo de grava que atravesaba el cementerio en dirección norte-sur. Tras una esquina, dejabais atrás Dreamwake para internaros en otro camino, un tanto más grande, llamado "Eversleep"**.

Entonces visteis, unos metros más adelante, que el camino estaba siendo bloqueado por lo que seguramente fueran un grupo de pueblerinos locales. El más grande de los tipos era un hombre que parecía entrado en años. Dio unos pasos hacia adelante y habló en voz alta y clara.

- Ya habeis llegado demasiado lejos. Hemos estado hablando y no queremos que Lorrimor esté enterrado aqui, en Restlands*. Podeis llevarle rio arriba y enterrarle alli si quereis, pero no va a estar aqui en esta tierra sagrada. - -su mirada era oscura, llena de una mezcla de odio y miedo.

Kendra es rápida en responder, su tristeza pronto se convierte en enfado

- ¿De qué estás hablando, Gibs? - gritó - Está ya todo arreglado con el Padre Grimburrow. ¡Nos está esperando! La tumba ya está...

Galen que portaba el feretro en su parte delantera miró a la gente que tenía delante y que les cortaba el paso hacia el cementerio. El clérigo abrío tremendamente los ojos asombrado tras oir hablar a uno de ellos..

No había digerido aquellas palabras, cuando Kendra le contestó, pero se calló a mitad de la frase.

El clérigo miró a la muchacha y con voz firme y tranquila le dijo.- Kendra ¿ocurre algo?- le preguntó.

No podía creelo. El profesor, una de las mentes más brillanates que había conocido, era odiado en su pueblo. Solía ocurrir; cuando la gente ve a alguien inteligente le entran miedos o envidias. Perooo ¿era realmente eso, o acaso elprofesor estaba metido en algún lio? Por lo que él sabía solo era un profesor con mucha sabiduría y con muchas ganas de conocer más. Peo su relación con el profesor se reducía meras semanas y a muchas cartas.

El sarcofago por suerte no pesaba demasiado....menos mal que el viejo profesor no era de constitución robusta..... acomodando lo mejor posible el lateral del sarcofago a mi hombro sigo caminando detras de un hombre atabiado con los simbolos de Pharasma. El camino nos esta acercando a las "Tierras del Descanso", cuando la comitiva se frena ..... ¿Pero que cojo- pasa?.

Miro por encima del hombro del clérigo y veo a la comitiva del pueblo...¿Gibs?,¿De que lo conozco?... Espero que la Srta Kendra pueda solucinarlo o uno de estos hijos de Pharasma, sino bueno para eso estoy yo aquí.

Johansson portaba la parte delantera, junto al otro servidor de Pharasma, como debía ser un buen cortejo que acompañara al difunto tras su paso por la muerte.

Hizo un gesto cuando vio la comitiva que les esperaba, para que nadie avanzara más y desestabilizaran el paso y apoyó su mano derecha, la que no estabilizaba el féretro ahora apoyado sobre su hombro, en el pomo de la espada.

Señor, Gibs. se dirigió al cabecilla tras escuchar el nombre dicho por Kendra. Le agradeceríamos que respetase estos momentos tristes para la familia Lorrimor y allegados, así como la importancia que requiere para cualquier alma pasar a manos de su dios.

Ahora, evaluó tanto al hombre como a la cuadrilla que les seguía le pediría amablemente que se apartaran de nuestro camino y nos permitiese terminar el adios a nuestro querido amigo.

Zeraphas se adelanta hacia Gibs, mirandolo con desprecio.

- El profesor era un gran hombre. Apartaros y dejad que el entierro termine pacificamente.

- Pareces no entenderlo, mujer. No queremos a un nigromante enterrado en el mismo lugar donde están los nuestros. Sugiero que os vayais mientras podais. Los lugareños estamos bastante enfadados con todo este asunto.

- ¿Nigromancia? ¿Sois realmente tan estúpidos para creer eso? - Kendra empezaba a estar roja de ira.

Gibs parecía que va a responder. Pero alguien se le acercó por detrás y le dijo algo al oído. Parece que las palabras del paladín y del mago habían sido suficientes para que varios de ellos quisieran apartarse y no tener problemas. Unos pocos se separaron del grupo y se empezaron a dispersar.

Un poco más asustado por perder el factor numérico, Gibs se alejó también del camino gritando improperios contra Kendra y contra vosotros, acusandoos de ser amigos de un nigromante y de ayudarle incluso después de muerto.

Al iniciar de nuevo la marcha, los demás acompañantes os aclararon que los que se habían apostado en el camino eran granjeros locales, gente sin importancia movidos seguramente por las supersticiones y la desesperanza.

Densas nubes se habían congregado sobre vosotros cuando comenzabais a andar, y poco tiempo pasó antes de que se pusiera a llover de una manera bastante torrencial. A ambos lados del camino, tumbas de todo tipo y estatuas de aspecto triste parecían miraros al pasar. La lluvia en la cara de los ángeles de mármol despedían simbólicamente a Lorrimor con un dolor solo comparable con el de su hija.

La procesión continuó hasta la zanja en el terreno que Kendra había comprado para su padre. Allí esperaban el padre Grimburrow y los dos sepultureros quienes depositaron el ataúd en el interior de la tumba abierta sin más complicaciones.

El padre Grimburrow dió un paso hacia adelante y comenzó a hablar en voz muy alta. Era un hombre mayor y portaba un enorme símbolo de Pharasma. Tenía una ligera joroba y se le notaba en la cara que estaba cansado de vivir. Su oratoria era perfecta.

- En un pueblo llamado Thrushmoor, vivía un heraldo llamado Gerard. Él amaba a Pharasma, "La señora de las tumbas", ella, que guía a los justos y a los honrados hasta su destino final. Era tal su devoción por Pharasma que nunca negó un limosna a un alma en pena y le dedicaba oraciones a diario, misas y ayunos. 

Un día, Asmodeo, el demonio enemigo de todos los hombres, llamó a las puertas del heraldo con el permiso de Pharasma, disfrazado de una jóven mujer que pedía asilo en nombre de la diosa. Así se le dió, y Asmodeo, refugiado en ese cuerpo de mujer, le hizo una visita durante la noche tratando y consiguiendo corromper al caballero. Al día siguiente, sus pertenencias y sus fortunas habían desaparecido junto a la muchacha. Su mujer enojada culpaba al heraldo de su beneplacencia y de su inocencia, las cuales le habían llevado a la tentación y al engaño. Éste, arrepentido, rompió su anillo de matrimonio a la mitad y le dió a su mujer una parte. Le pidió que le esperara tres años, usaría ese tiempo para viajar por los templos de Pharasma en penitencia, después de ese tiempo regresaría con su honor limpio. Le dijo que si en ese tiempo no había vuelto, era que no había sido capaz de limpiarlo y que ella podía casarse con quien quisiera. Y asi le prometió ella.

Tras un larguísimo viaje, Gerald llegó hasta Sothis, una ciudad en Osirion. Le acogieron allí de buena gana, como si fuese uno de ellos. Él fue al templo de Pharasma y le dedicó unas oraciones. Se dió cuenta entonces de que tres años habían pasado y de que su mujer casaría al no tener aún noticias suyas. Pharasma había retrasado su viaje para que sucediera lo siguiente.

Apareció ante él Asmodeo, quién le contó lo que había sucedido realmente. Le llevó al otro lado del mundo en un segundo, asegurandole que su mujer estaba casada ya con otro hombre y que él, Asmodeo, un gusando al lado de Pharasma, estaba siendo controlado por la diosa como castigo por el mal que había hecho. Al llegar, estaba la mujer con su nuevo marido. Gerald le dió la otra mitad del anillo con intención de marcharse, pero la mujer los juntó y gritó a los cuatro vientos que Gerald era su marido y que le amaba por encima de todas las cosas. Gerald acogió al nuevo marido durante una noche, antes de que se marchara para siempre.

Es en los milagros como este donde se demuestra que la Diosa glorifica y ama a aquellos que la adoran y que ofrecen su vida en servicio de Pharasma.

Finalmente, el padre dió por finalizada el pequeño oficio, asegurando que Lorrimor sería acogido en brazos de la diosa como justo y honrado que era. Y os ofreció dedicarle unas últimas palabras al difunto:

- ¿Querría alguien compartir con nosotros un último adiós a Lorrimor antes de que lo haga Kendra y demos por finalizada la ceremonia?

Zerapahas se aproxima para tomar la palabra, un tanto incómodo con el sacerdote, que le resulto un tanto repulsivo si saber exactamente porqué.

- El profesor Petros Lorrimor fue un gran hombre. Un sabio, un estudioso. Como muchos de sus alumnos, siempre le consideraré un mentor y un ejemplo a seguir.

La Universidad de Lepidstadt pierde uno de sus mejores valores. Los historiadores pierden a uno de sus campeones, dispuesto a descubrir la verdad oculta tras el velo del tiempo. Su hija Kendra, pierde a su amado progenitor.  Y muchos de nosotros, a un buen amigo.

Curiosamente el profesor comentaba en su última carta sus esfuerzos por ser virtuoso. Estoy seguro de que Pharasma sabrá ver sus virtudes y le acogerá en la otra vida.

Adios, profesor. Gracias por todo.

Descanse en paz.

Zeraphas vuelve a su sitio, algo emocionado pero controlando sus sentimientos.