Partida Rol por web

Todos los que viven deben enfrentarse a su sentencia

Ese de ahí es el Conde Andachi, un antiguo dirigente de Ustalav. Fue un nefasto gobernante, cobarde y malévolo. Se alió con fuerzas oscuras para defender el condado de los orcos de Belkzen, aliados que le traicionaron causando la muerte a todo un ejército a manos del oscuro paladín Kazavon.

Pharasma ya le ha juzgado. Y seguro que su destino es el peor imaginable.

Nadie escapa al juicio de la Señora de las Tumbas.

- Fue un cobarde que por su culpa condujo a todos a la muerte. - Lyria hizo una pequeña pausa y añadió con desprecio - Y encima suplicó a Kazavon que le perdonara la vida después de todo. - Lyria hizo una mueca parecida a una sonrisa - Kazavon lo asesinó sin ningún tipo de remordimiento.

Después de sus frías palabras, Lyria volvió a mostrar su rostro abatido y comentó al resto:

- Será mejor que entremos y le demos el último adiós a Lorrimor. - su voz carecía de sentimientos.

La belleza del templo y sus artísticas rememoraciones históricas, había conseguido centrar la atención del grupo, pues no advirtieron que las puertas principales del templo se encontraban cerradas. Al ver como los extraños se dirigían hacia la sagrada construcción, uno de los acólitos intercedió con voz sosegada.

- No se oficiarán ceremonias durante la mañana... El templo permanecerá cerrado hasta esta misma tarde.-

Erodel desmontó de su ruano, y guiandolo de la brida, lo condujo hasta el templo mismo, buscando un arbol o un poste donde atar al animal. Luego, con paso lento y desganado se situó al lado mismo de las puertas del edificio, y allí aguardó a que sus amigos penetrasen en el lugar donde aquel hombre que ellos casi llamaban padre descansaba para toda la eternidad.

Sicarius sin decir nada se puso en pie en el pescante y con su mano derecha se agarró al carro para poder inclinarse y dirigirle unas palabras desde una distancia más corta al acólito que se había dirigido a ellos. 

De que demonios estás hablando!?!? como no...

El guerrero estaba altamente alterado y no era momento para tentarle en este tema, era una bola de fuego de efecto retardado apunto de explotar. Por suerte, antes de que la frase continuara, una mano se posó en el hombro del crispado hombretón. Sic se giró bruscamente y pudo ver como sus tres hermanos le miraban inquisitoriamente, no era el momento ni el lugar para montar un numerito tipo toro bravo desbocado.

Sicarius volvió a su sitio y esperó callado a ver que pasaba.

Ishaya lanzó una furibunda mirada al maleducado Sic. En esos momentos le daban ganas de dejar a un lado su parte más paternalista y lanzarle una retahíla de insultos. Pero eso sería ponerse a su nivel, y en el terreno de los imbéciles Sic no tenía rival.
Mudó su rostro al habitual, afable y sonriente, y se dirigió a los acólitos.

Disculpad al malhablado de mi compañero, está muy tenso por la pérdida de Lorrimor, igual que todos pero él lo demuestra así. Gracias por la información, ahora si no os molestamos más nos podríais indicar dónde podemos encontrar a Kendra, la hija de Lorrimor? Os lo agradeceríamos.

El acólito que se había dirigido al grupo, no tardó en reconocer las enseñas de Ishaya, cayendo rápidamente en la cuenta de las grandes espirales que se gravaban en ambos laterales del carromato que Sicarius conducía. Casi como un resorte, el acólito que hasta el momento se había mostrado manco de atenciones, mudó hacia un comportamiento mucho más amable:

- ¡¡Oh hermano!!... No había reconocido su enseña...- se disculpó de forma apresurada y nerviosa. - Ustedes deben ser amigos de la familia, ¿no?...- proseguía intentando encontrar simpatía sobre todo en el sacerdote de Pharasma, sin duda un superior para ellos - Eeees costumbre en Ravengro... oficiar sepultura de los difuntos en las Restlands, nuestro camposanto. Allí, en un pequeño templo dedicado a la Dama de la Tumbas, el Padre Grimburrow dará santa sepultura a Maese Lorrimor.- argumentaba el joven y espigado acolito, mientras que el resto acababan sus preparativos. - Si buscan a Lady Lorrimor, nosotros nos dirigimos hacia allí para recoger y transportar el féretro.- finaliza el muchacho al tiempo que se dispone a subir al interior del carruaje.

- Pues en ese caso no les importará que les acompañemos a presentar nuestro pésame a la familia de nuestro inestimable amigo y mentor? - Profirió Lyria dirigiéndose al acólito con una encantadora sonrisa. - No les importará guiarnos hasta el lugar, si podemos abusar de su demostrada hospitalidad. - las últimas palabras iban cargadas de la sutil ironía que los hermanos de Lyria conocían, pero que a veces era difícil de reconocer por el resto de gente que no la conocían.

-Si- comento Jarik -Nos gustaría ir para dar nuestro pésame. Venimos de lejos para este propósito.

Estaba serio, así que no podían dilucidar su estado de ánimo. Sabía que todos estaban un poco ansiosos. Se había dado cuenta de que Ishaya casi pierde los nervios con Sic, y eso era prueba más que suficiente para saber que las cosas se podrían poner feas. No era cuestión de crear mala impresión teniendo en cuenta el momento en el que estaban...

Así que mientras antes fueran a ver a por última vez a Lorrimor y a dar el pésame a kendra, mejor que mejor.

El carruaje fúnebre sale del templo y prosigue el polvoriento camino que conduce hasta las Restlands. Unos instantes más tarde, una mansión de dos plantas, altos tejados y madera blanquecina se alza entre los campos de maíz. Un arco de piedra sobre el que descansa un letrero permite entrar a la finca. En el letrero puede leerse: “Hacienda Lorrimor”. El carruaje no se detiene en su avance, y se adentra en la finca.

Delante del porche de la mansión, una esbelta figura femenina, vestida con un elegante traje de luto observa espera abstraida en sus pensamientos junto a un ataúd de ébano. Han pasado más de 3 años, pero nada os haría olvidar a la que durante muchos años compartió juegos y estudios con vosotros... Kendra Lorrimor.

El coche funerario se detiene, y el trío de acólitos desciende saludando a la triste muchacha. Acto seguido se dirigen hacia el féretro...

Lyria bajó del carromato y se dirigió hacía la casi olvidada figura de Kendra, dándole un fuerte abrazo:

- Kendra, querida, cuánto tiempo sin verte. - Dijo Lyria rompiendo el efusivo abrazo y apartándose de Kendra esperando su reacción, aunque su compostura se perdió ante la situación y volvia mostrar sus ojos llorosos.

Había llegado el momento que tanto se temía, el encuentro con Kendra. Ella también era una hermana para Ishaya, y junto al resto de sus hermanos, habían crecido juntos al amparo de la atenta mirada de Lorrimor. Estaba preparado. Buscó su fe, se resguardó en ella, y bajó de la carreta. Se acercó de forma solemne a la joven y después de que Lyria se soltase del efusivo abrazo, tomó las manos de Kendra.

Hermana, mi corazón llora junto al tuyo. Aquel que fue nuestro padre ha iniciado el último viaje, lloramos su marcha y deseamos que su alma encuentre el descanso junto a Pharasma.

Cuando le soltó las manos la emoción luchaba por salir a borbotones de lágrimas pero Ishaya logró controlarlas, ahora estaba ante alguien que sufría un dolor indecible, alguien que ya tenía bastante con su propio dolor como para darle más razones para sufrir.

Junto a sus hermanos, Jarik bajo del carromato. Se situó justo por detrás de ellos y mirando a los ojos de Kendra, inclinó la cabeza y se tocó el ala del sombrero.

-Lo siento.- Dijo

No salían más palabras. No creía que hicieran falta. Allí estaban para hacer compañía a la hija del que fuera su benefactor en el momento de más pesar... Las acciones decían más que las palabras...

Apenas unas yardas por detras de sus amigos (aun provocaba mareo el pensar en aquellas gentes que lo trataban como a un igual, aun Sic, con sus sartas de memeces, como sus AMIGOS), Erodel desmontó con soltura de su rucio, y allí se quedo plantado, acariciando distraido el morro del caballo. Observaba con detenimiento sus maneras, sus palabras, sus gestos para con aquella muchacha que velaba el feretro. Aprendía a ser persona entre personas, del mismo modo que en su dia aprendió a leer o a escribir, ignorante de donde y cuando acaecieron aquellos momentos, y su mente parecía empaparse de todo lo que veia, oia y sentía. A pesar de todo, se le antojó practicamente imposible el cruzar ni siquiera dos palabras con gente que no fuesen ellos.

Todos habían bajado del carruaje y se lamentaban junto a Kendra. Sicarius los miraba desde el carro. Parecía como si le diera miedo bajar para saludar o dar el pesame. Miraba desde lo alto, con congoja y la cabeza gacha, con su sombrero de ala ancha tapando la enorme cicatriz de su rostro.

Años atrás el bravo muchacho había soñado con el amor de Kendra, pero ella nunca le correspondió, ni siquiera se dio cuenta, tampoco Sicarius le dijo nada al respecto. Siempre manteniendo las distancias, siempre valiente para el combate, siempre un cobarde ante Kendra. Su presencia le hacía más vulnerable de lo que en estos momentos de duelo ya lo era.

Al final se decidió y bajó. Pasó cerca de ella y tocó el ala del sombrero con la punta de sus dedos en forma de sutil saludo.

No dijo nada, solo se quedó allí junto a sus hermanos, junto a Kendra, como un fantasma.

La muchacha se secó un par de lágrimas de sus hinchados y llorosos ojos. La costernación que pesaba sobre ella era claramente palpable, pero aun así, cuando Lyria se abalanzó sobre ella para abrazarla, sólo pudo mas que fundirse más si cabe en dicho lazo fraternal. Luego, poco a poco, fueron apareciendo las personas que habían ocupado sus días en la infancia y adolescencia...

- ¡¡Ooh Lyria!!...- exclamó intentando dibujar una sonrisa en sus labios - ¡¡Por Pharasma cómo has crecido!!- Luego sus ojos se posaron en el sacerdote enano - ¡¡Ishaya!!... Padre ha marchado ya... - al tiempo que su llanto volvía a quebrar quejicoso - ¡¡Jarik!!... ¡¡Sic!!... -  mientras miraba con lágrimas sinceras de emoción a ambos muchachos. Una mirada capaz de hacer palpitar a una piedra, y eso mismo es lo que ambos guerreros sintieron en su corazón, una sensación olvidada o perdida que volvía a renacer cual ave fénix... No en vano entre ellos tres siempre había habido una relación especial...

- Gracias por venir a todos...- continuó diciendo de forma atropellada - Él deseaba que jamás pasara este trance sola...- el llanto irrumpió de nuevo - Siento mucho que nuestro lazo se debilitara durante estos últimos años, pero nunca pensé que volveríamos a vernos por esta delicada circunstancia...- intentaba argumentar la muchacha.

Lyria se secó un poco los ojos para terminar de recuperar la compostura, y la curiosidad innata de la muchacha, se impuso a ciertas normas de decoro:

- Cómo ocurrió Kendra? - Preguntó Lyria directamente. Pero para que no se malinterpretaran sus palabras añadió rápidamente - Ya sé que nuestro padre era mayor, ..., pero me refiero a que rezo porque fuera indoloro y no lo consumiese alguna enfermedad que pudiésemos desconocer.

- Pues a pesar de la edad de padre... la verdad es que hacía gala de buena salud...- se apresuró a decir la joven mientras miraba con cierto tinte de amargura y tristeza. - Todo fue bastante repentino... un... un maldito accidente...- prosiguió entrecortada - Una mañana fue a Harrowstone. Las historias que se narran de dicho lugar ciertamente le apasionaban... - una virginal sonrisa volvió a asomar en el demacrado y cansado rostro de la muchacha, cuando parecía recordar a su intrépido padre - ... Pero algo debió salir mal. Aquel lugar se encuentra repleto de ruinas y lugares poco seguros. Al parecer cayó desde una de las balconadas y se golpeó la cara contra una de las gárgolas salientes de los muros... la muerte fue en el acto... - explicó Kendra con una cara nuevamente crispada por el dolor.

-Qué? Fue un accidente? No puede ser! - pensó Lyria, mientras su desconfiada naturaleza empezaba a elucubrar qué quizá no fuese un accidente.

Pero no podia revelar sus pensamientos delante de Kendra. Ya había sufrido mucho. Se esperaría a estar a solas con sus hermanos.