Partida Rol por web

Han pasado 100 años desde que vuestros antepasados lograron derrotar a Drácula; parecía que aquel mal había sido aniquilado para siempre, sin embargo, se trataba de un ciclo que volvía a repetirse haciendo que aquel vago recuerdo de victoria se convirtiera de nuevo en una pesadilla.

Tanto el Clan Belmont como la familia Belnades ha recibido noticias sobre que en las afueras del pacífico pueblo de Southshire han comenzado a producirse desapariciones extrañas y el visionado de criaturas sobrenaturales; pero el indicativo de que todo iba a ir de mal en peor fue cuando de la nada apareció un inmenso castillo, cuyo interior parecía guarecer a vuestro peor enemigo: Drácula...

Tu abuelo, Trevor Belmont, derrotó a Drácula en la anterior batalla; sabes que ahora el legado de ser un caza vampiros se ha unido a ti desde el momento que heredaste el látigo ancestral: el "vampirekiller".

En cuanto supiste que en aquel castillo podría haber regresado el señor del mal, emprendiste un rápido viaje hasta Southshire, donde te reunirías en el pueblo con un miembro de la familia Belnades; dicha dinastía cooperó con tu abuelo en las guerras pasadas y conoces la importancia de tener aliados en una batalla contra alguien tan poderoso.

Cuando llegaste a la ciudad comprobaste que estaba todo desértico; las casas estaban todas cerradas, donde anteriormente habría bullicio y risas de niños ahora habían sido sustituidas por silencio y marcas de sangre...

Decidiste reunirte con el miembro de la familia Belnades en la taberna local.

Llegaste el primero al establecimiento, allí no había nadie, sabías que tarde o temprano tendría que llegar el miembro de la familia Belnades, tan solo era cuestión de esperar.

Poco tardó en hacer acto de presencia aquella hermosa hechicera que se presentó con cortesía. Ambos estabais dispuestos a darlo todo para acabar con la amenaza, pero antes de que pudieseis partir hasta el castillo, un pueblerino entró en la taberna de manera agitada. Os preparasteis creyendo que era una amenaza, pero no era más que un hombre que iracundo explicó que su esposa había sido secuestrada en el castillo.

¿Qué hacer ante algo así? Ese hombre se ofreció a acompañaros, opción que descartasteis considerando que era prácticamente un suicidio para alguien como él… pero aquella advertencia no surtió efecto. El hombre estaba dispuesto a dar la vida y esa llama interna os cautivó.

Ya no había marcha atrás. Erais solo tres personas contra un ejército del mal, ¿sería suficiente?

Por supuesto.

Han pasado 100 años desde que vuestros antepasados lograron derrotar a Drácula; parecía que aquel mal había sido aniquilado para siempre, sin embargo, se trataba de un ciclo que volvía a repetirse haciendo que aquel vago recuerdo de victoria se convirtiera de nuevo en una pesadilla. Tanto el Clan Belmont como la familia Belnades ha recibido noticias sobre que en las afueras del pacífico pueblo de Southshire han comenzado a producirse desapariciones extrañas y el visionado de criaturas sobrenaturales; pero el indicativo de que todo iba a ir de mal en peor fue cuando de la nada apareció un inmenso castillo, cuyo interior parecía guarecer a vuestro peor enemigo: Drácula...

Una de tus antepasadas, Sypha Belnades, cooperó mano a mano con el cazador de vampiros Trevor Belmont. A raíz de dicho encuentro en el cual se sabe que aquel hombre ayudó a Sypha se estableció un vínculo donde ambas familias prometieron cooperar de manera leal para defender a la humanidad de Drácula y cualquiera de sus esbirros.

Tu eres uno de los miembros más jóvenes de la familia Belnades; cae sobre ti el peso de acudir a la llamada de los Belmont para plantar cara al mal de la noche; tu objetivo ahora es Southshire donde deberías reunirte con quién será tu nuevo compañero... además cobra la importancia de que esto pondrá a prueba todas tus capacidades y decidirá si eres digna de formar parte del legado de los Belnades

El viaje fue largo pero la causa era justa, tras muchas horas de camino llegaste a Southshire, comprobaste que estaba todo desértico, las casas estaban todas cerradas, donde anteriormente habría bullicio y risas de niños ahora habían sido sustituidas por silencio y marcas de sangre...

Ante ti había una taberna, el lugar donde el miembro del clan Belmont y tú os reuniríais.

Nada más entrar en el lugar reconociste a tu aliado. Portaba el látigo alquímico Vampirekiller con lo cual su linaje Belmont era indudable.

El guerrero se presentó con cortesía. Ambos estabais dispuestos a darlo todo para acabar con la amenaza, pero antes de que pudieseis partir hasta el castillo, un pueblerino entró en la taberna de manera agitada. Os preparasteis creyendo que era una amenaza, pero no era más que un hombre que iracundo explicó que su esposa había sido secuestrada en el castillo.

¿Qué hacer ante algo así? Ese hombre se ofreció a acompañaros, opción que descartasteis considerando que era prácticamente un suicidio para alguien como él… pero aquella advertencia no surtió efecto. El hombre estaba dispuesto a dar la vida y esa llama interna os cautivó.

Ya no había marcha atrás. Erais solo tres personas contra un ejército del mal, ¿sería suficiente?

Por supuesto.

Tu nueva vida era perfecta; esa era la única conclusión a la que podías llegar en vista de tus últimos años. Estabas rodeado de tu querida esposa de joven rostro y tierna sonrisa, la cual había procurado hacerte feliz durante todos vuestros días de matrimonio. Tu trabajo te reportaba lo suficiente para que no faltase pan que llevar a la mesa y vivías en un pueblo repleto de buena gente; Southshire era su nombre, imposible de olvidar.

Sin embargo, una de las noches cuando regresabas cansado de trabajar, comprobaste que algo no iba bien. El cielo se tornó rojo, los gritos de tus vecinos no hacían más que ponerte nervioso. Decenas de sombras de ojos brillantes se movían a gran velocidad de un lado para otro, pero lo peor para ti fue el vuelco al corazón que te dio al comprobar que la puerta de tu hogar estaba abierta de par en par.

Te adentraste raudo al interior para comprobar que tu querida esposa no estaba allí. Muchos vecinos se acercaron para avisarte de que una criatura se había llevado a tu mujer hasta un misterioso castillo que había aparecido en las afueras, no sabías que hacer, no sabías cómo reaccionar, pero tan solo había una cosa que tenías clara, ibas a recuperarla aunque te costase la vida.

Sabías que sólo no podías enfrentarte ante algo así, de modo que te dejaste llevar por los rumores de los buenos de tus vecinos que descubrieron que había dos forasteros que habían llegado hace poco a Southshire para poner una solución a este problema, sabías que ellos eran tu única esperanza, arma en mano y con tu voluntad decidiste probar suerte con el destino...

Entraste en la taberna donde se reunieron aquellos extraños salvadores. Ambos escucharon tu historia sin problema, sin embargo creyeron que tu presencia en el viaje sería más un lastre que un apoyo. Demostraste que tus palabras no eran vacías, ibas a arriesgarlo todo por salvar a tu mujer y que con su consentimiento o no te adentrarías en el castillo.

Esa determinación les llevó a aceptarte en su grupo, no sin antes advertirte que el objetivo principal era acabar con la amenaza, sin importar el precio.

Aceptaste.

Han pasado 100 años desde que mi abuelo Trevor logró vencer a las fuerzas del mal lideradas por el Conde Drácula, ahora es mi turno de enfrentar la oscuridad, toda mi vida me he preparado para la batalla como lo hizo mi padre antes de mi y su padre antes que él, mientras cabalgo junto con mis compañeros puedo sentir como el aire se inunda del aroma fétido de la maldad y entonces lo veo, el castillo se alza en el horizonte y los músculos de mi cuerpo se tensan.
Una gota de sudor recorre mi frente y en lo profundo de mi mente una nube de inquietud de comianza a formar, miro hacía los lados y mis compañeros no han diminuido su velocidad la nube que se estaba formando desaparece -Vamos amigos míos, la maldad acecha a la humanidad y sólo nosotro nos interponemos entre ellas- una sonrisa se dibuja en mi rostro, ¡no podemos fallar!, ¡no vamos a fallar!.

"Prometelo Richelle, tienes que prometerlo hija mía".

"Si madre, os lo prometo".

Aquellas palabras, las últimas de su madre, resonaban una y otra vez en la mente de Richelle, tenía tan solo 17 años, y en su corta vida ya había vivido cosas maravillosas, terribles y extraordinarias, mientras sus pasos se hundían en el fango del camino, en dirección al pueblo de Southshire, recordaba la noche en que los inquisidores habían llegado, cuando el mal se propagó por la tierra, y los monstruos de pesadilla regresaron, su madre había sido la primera en ser señalada como responsable, en aquella aldea olvidada por la mano de Dios, las viejas supersticiones vivían en la piel de todos y cada uno de los aldeanos, la magia siempre habia aterrorizado a todos, su madre había muerto en las llamas de la hoguera, para salvar a su hija, y pese a eso, le habia hecho jurar, que el día en que una Belnades fuera necesitada, ella se alzaría como defensora de la humanidad; nunca pensó que aquel requisito, se cumpliese tan pronto, Richelle escapó de las tierras del oeste, dónde las brujas son perseguidas como una plaga...esta es su historia.

Tras mucho andar, había por fin llegado a la taberna, donde la cita tendría lugar, se quedó quieta en la entrada, acomodandose su capa de viaje, salpicada de rocío, y lodo, se quitó el gracioso bonete que llevaba en la cabeza, adornado con una elegante pluma, y sacudió con un movimiento elegante y sútil, su larga cabellera rubia, mientras sus ojos inteligentes buscaban al hombre a quien acudiría, lo vió:

Alto, mucho más alto que ella, de brazos fuertes, y aspecto salvaje, una mata de cabello rojizo alborotado, coronaba un cuello unido a una espalda que demostraba musculos fuertes, todo lo contrario a Richelle; 1.60 de estatura, de cuerpo proporcionado aunque de busto pequeño pero firme, de una piel blanca, pálida y suave, y de unos ojos color verde olivo que reflejaban la tristeza de alguien que ha contemplado los mayores horrores posibles, en tan corta edad.

-Se...señor.- musitó la chica, para presentarse ante el hombre. -Soy yo, la heredera del clan Belnades, Richelle Belnades, es...un placer.- murmuró la muchacha, sintiéndose ligeramente tonta, nunca habia tenido contacto con otros hombres, y era su primera vez " sola" fuera de la aldea que la habia visto crecer.

Mientras hablaban un nuevo hombre llego, argumentando que su esposa había sido secuestrada yquería acompañarlos, Richelle llevó sus manos afligida sobre su pecho, apretandoselas fuertemente entre ellas, y escuchó la negación del heredero Belmont, pero el hombre no desistió, y Richelle no tuvo el corazón para negarse, sabía en el fondo lo que es perder un ser querido.

Unas horas después, la figura de tres jinetes recortada contra el horizonte, avanzaba en dirección al castillo del príncipe de las tinieblas, Richelle, sumida en sus pensamientos, apenas y habia abierto la boca, y entonces se dirigió a sus compañeros.

-Parecería un sueño vuelto pesadilla, ¿no es así?, parecería que Dios se ha olvidado de este mundo, de estas tierras; si, muchas veces he creido que nos hemos alejado de la gracia divina, sólo eso explicaría, porque en estos tiempos el demonio camina con libertad sobre la tierra, ya no hay un lugar al que llamar hogar.- se quedó con los ojos clavados en sus manos que aferraban fuertemente las riendas del animal que montaba.

Levantó la vista y miró al señor Belmont, escuchó sus palabras y asintió en silencio.

-Aunque me lleve la vida en esto...no fallaré; por cierto, señor campesino, mi nombre es Richelle Belnades- le extendió una de sus níveas manos delgadas, rematadas en unos dedos finos de uñas ligeramente largas y bien cuidadas, una mano sencillamente delicada, al aldeano que se había unido con ellos en la taberna, y aguardó en silencio la respuesta de su acompañante.

-¡¡¡ESTRELLA!!!...- El silencio confirma  mis temores, siento la tensión albergada en mi abdomen y un nudo en la garganta, la busco en todo los rincones de la choza, tomo mi arco y el carcaj lleno de flechas y lo cuelgo a mi espalda, me aferro a mi hacha. Los vecinos se arremolinan para avisarme de que la han raptado y  sobre  un misterioso castillo a las afueras de la ciudad, todos están aterrorizados "algo" se llevó a mi esposa y temen que vuelva a suceder. Me indican que en la taberna de Southshire han llegado dos forasteros que quieren defenderlos, sin perder tiempo me dirijo hasta allá.

Al ingresar a la taberna se siente un ambiente diferente, el miedo se puede cortar con un cuchillo, los parroquianos conversan en voz baja y cuando me ven desvian la mirada, saben lo que paso, es imposible pasar por alto a los extranjeros, me acerco a un hombre y una mujer muy diferentes al resto de los clientes, en primera instancia me descartan, tal vez mi aspecto humilde, descargo de tajo mi hacha que queda clavada en la mesa de madera y vuelvo a insistir, la mujer es la que se compadece.

Pagan la cuenta y me indican que los siga, desclavo la pesada hacha y los sigo hasta donde han conseguido unas monturas, el hombre pelirrojo me ofrece una, la acepto y nos ponemos en marcha.

El trayecto se hace interminable y silencioso, la mujer es la que rompe el monótono galope.

-Señor campesino, mi nombre es Richelle Belnades-

-Me extiende su delicada mano, la estrecho suavemente, lo que permite el vaivén de la montura.

-Yo me llamo Ellian, Ellian de los Robleverde...- vuelvo a tomar la riendas y fijo la mirada en el horizonte. -Gracias por aceptar que los acompañara, yo solo jamás hubiera podido siquiera acercarme...- De pronto a lo lejos, en el horizonte, el imponente castillo emerge.

-Vamos amigos míos, la maldad acecha a la humanidad y sólo nosotro nos interponemos entre ellas-

La confianza del hombre pelirrojo me conforta un poco, pero el miedo se va apoderando de mi ser, sacudo la cabeza como queriendo borrar ese sentimiento, mi estómago sigue tenso y el recuerdo de Estrella sonriendo no se aparta de mi mente, apresuro al corcel, tengo que encontrarla con vida.

Los extranjeros no tardaron en explicarle a Ellian a qué estaban a punto de enfrentarse. Hablaban de un señor del mal centenario que aterrorizaba a países enteros con sus hordas de demonios y cuya fortaleza, Castlevania, no era más que un castillo embrujado repleto de trampas y criaturas aún más oscuras.

No había vuelta atrás y estabais decididos a poner fin a aquella pesadilla.

El cielo comenzó a nublarse cada vez más y más, como consecuencia las primeras gotas de lluvia mojaron vuestros cabellos.

Un relámpago iluminó el horizonte donde tan solo había oscuridad por el transcurso del tiempo, en ese haz de luz se vio con claridad cuál iba a ser vuestro objetivo, el castillo de Drácula, un edificio místico que se había materializado desde las tinieblas con oscuros propósitos.

Gracias a que ibais montados a caballo tan solo tardaríais unos diez minutos en llegar al acceso principal, el camino era visible, os estaban "invitando" a ir hacia él.

En poco tiempo recorristeis mucha distancia, la suficiente para que la majestuosa imagen del castillo maldito se alzara delante de vosotros, pero hubo algo que os llamó a la atención: justo antes de llegar a la entrada que daba a los jardines, había una oxidada y antigua verja de hierro que impedía el paso, y junto a ella, una figura encapuchada con ropajes negros que miraba al igual que vosotros en dirección al castillo.

Alguien al escuchar a vuestros caballos se giró bruscamente. Su rostro estaba bien tapado pero se pudo comprobar perfectamente que era un hombre.

- ¿Quiénes sois y qué os ha traído hasta este lugar maldito? Huid ahora que podéis, refugiaos en vuestros hogares… es una horrible noche para tener una maldición –

Las primeras gotas comenzaron a caer, y Richelle extendió una de sus manos al frente, gotas de agua caían sobre ellas, el cielo se había oscurecido cuando los tres extraños llegaron ante el puente levadizo que daba pie al camino.

"Hay nubarrones, como en los corazones de las personas". Pensó la chica con tristeza, levantó el rastro, y una figura encapuchada se encontraba ante ellos. Richelle desmontó de su caballo, sabía que apartir de ese momento no lo necesitaría más, y sobre todo, no quería que en caso de la aparición de un enemigo, el animal inocente resultase herido. Avanzó con paso cauteloso cerca de sus compañeros, mientras veía detrás de la verja los jardínes interiores del castillo.

Escuchó las palabras del encapuchado, el cual tenía un aspecto siniestro.

-Buenas noches caballero...somos...sólo somos tres viajeros, venimos de paso y deseamos cruzar através del castillo, antes de que la tormenta se desate.- Respondió Richelle intentando darle seguridad a sus palabras.

Luego miro al caballero Belmont, y a Ellian. -No me parece muy seguro ponernos violentos en estos momentos, deberíamos intentar sacarle toda la información que podamos...o al menos convencerle de que nos deje pasar, aun no sabemos que, o quien es, asi que , me parece que el enfrentamiento directo debería ser nuestra última prioridad.- Murmuró la chica a sus acompañantes para que solo ellos pudieran escucharlo.

Al llegar a la entrada del castillo nos topamos con una figura que nos advertía y nos invitaba a retirarnos, copiando el ejemplo de Richelle baje de mi montura mientras escuchaba su idea -Lo que dices tiene sentido, será más provechoso obtener algo de información- contesté a la solicitud de mi compañera.

Desciendo de la montura y tomo mi hacha de la faja de viaje, sigo a Richelle y a Belmont, un hombre encapuchado se encuentra en el camino a la entrada principal del castillo maldito.

En silencio escucho cómo Richell trata de embaucar al miterioso hombre,y Belmont murmura algo, me coloco detrás de mis compañeros con el hacha en una mano y el recuerdo de Estrella en la mente.

-...- Miro a los ojos a Bemlmont y asiento con la barbilla en señal de estar preparado por si el hombre misterioso resulta ser una amenaza. Espero que la diplomacia de Richel resulte.

El hombre suspiró a la vez que negó lentamente mirando a Richelle.

- Vuestra misión abarca algo más que buscar refugio a la tormenta - comentó enigmático. Después dedicó una extraña sonrisa a vuestras palabras.

- Es una extraña mezcla de sensaciones la que me da observaros, apruebo vuestra desconfianza, puesto que no es más que la certeza de que sabéis que el mal puede llevar cualquier cara, mi cometido aquí es sencillo y ojalá fuera tan simple como entrar dentro de ese castillo y poner fin a un mal que probablemente sea superior a vosotros. –

El hombre sujetó su capucha, en un intento por ocultarse aún más su rostro. El aura de misterio que le rodeaba ponía los pelos de punta a cualquiera.

- Este lugar es peligroso y cruzar este umbral no es apto para cualquiera, ni siquiera para un Belmont - comentó el hombre.

- Decidme, ¿por qué debería permitiros pasar? ante mis ojos solo veo a una bruja alejada de su familia, a un hombre cegado por la venganza y a un descendiente de una gloria pasada... ¿qué os hace tan merecedores de arriesgar vuestras vidas? –

Richelle no pudo evitar poner una expresión de sorpresa e incredulidad en su rostro cuando escuchó a aquel ser encapuchado hablarles con tanta naturalidad, por instinto volteó a ver a Alexander, el Belmont, cuando escucho que el lugar era demasiado peligroso, incluso para un hombre de su linaje. ¿Que tanto podía saber de los Belmont?.

-No hemos intentado tomarle el pelo señor, mas como bien decís, son tiempos oscuros, de ahí que la desconfianza entre ambos lados sea mutua. Más es preciso decirle que nuestras intenciones con usted distan de ser hostiles.- Se sentía un poco mal siendo la vocera de su grupo, pero el aspecto de salvaje de Alexander, y sin duda alguna, el origen campesino de Ellian, seguramente le llevarían a ser ligeramente más rudos con su interlocutor.

La lluvia comenzó a caer, esta vez más persistente, Richelle sintió la pluma de su bonete undirse con el peso del agua, y el agua fría escurriendo por sus brazos y su pecho, resbalando rapidamente por su cuello de cisne. Se acomodó la rubia cabellera detrás de su espalda con ambas manos y prosiguió.

-Si, parece que nos ha descrito bien, y al parecer también nos conoce bien señor, entonces debe saber que en estos momentos, nosotros tenemos muy poco que perder ¿la vida?, acaso nuestra vida vale más que la de cientos de inocentes muriendo desde que la oscuridad se ha cobrado estas tierras?, es precisamente por eso que queremos cruzar, lo que nos hace merecedores de arriesgar nuestras vidas, es que buscamos un bien mucho mayor, un bien por el que bien valdría la pena arriesgar nuestra estancia en la tierra...dádnos paso, vuestra merced...por favor.- terminó Richelle cruzando sus manos en actitud de plegaria, y avanzando un poco más para encarar al hombre encapuchado.

Al escuchar que el misterioso personaje conocía a ciencia cierta quienes éramos y el motivo de nuestra presencia no pude evtitar fruncir el seño, estaba dispuesto a iniciar la confrontación cuando Richelle claramente sorprendida volteó a verme y enseguida continuó tratando de convencer al encapuchado para que nos dejará pasar sin usar la violencia.
Era claro que de los tres la que tenía las mejores oportunidades de convencer al sujeto era ella, pero de igual forma no quite la mano de la empuñadura del arma que caracteriza a mi clan en caso de que la diplomacia no tuviera los resultados esperados.
-Sabes bien quienes somos y por lo tanto conoces nuestra respuesta a tu invitación de marchamos, somos una fuerza imparable y si tu eres una fuerza inamovible, bueno... aunque tratemos de evitarlo el conflicto será inevitable-
le dije al misterioso hombre tratando de ayudar con las negociaciones y aceptará dejarnos pasar.

Me adelanto a mis compañeros, el odio hacia ese castillo maldito consume mi corazón al saber que algo me ha quitado lo más valioso que he tenido en toda mi vida.

-Mi nombre es Ellian Robleverde, tu amo me arrebató lo más preciado que he tenido en mi vida... te equivocas al inferir que soy un hombre buscando venganza...- Aprieto los dientes y mis ojos deslumbran odio por todo lo que pudiera salir de aquella fortaleza. -Soy un hombre que viene a recuperar a su amada...- No tengo tiempo para juegos de palabras.  Algo hay en tí... -La pregunta es ¿Que es lo que quieres de nosotros?, si fueras un simple guardián no te hubieras tomado la molestia de preguntar simplemente nos hubieras atacado, dinos que quieres para dejarnos seguir  ó apártate del camino.-Me aferro al mango de mi hacha ante la premura de querer avanzar.

El encapuchado se mantuvo en silencio durante unos segundos.

- Está bien, vuestra determinación es firme aunque os hará falto algo más que eso para sobrevivir al castillo – se alejó un par de pasos de ustedes.

- Considero que tenéis al menos una oportunidad - y de pronto desapareció como por arte de magia, haciendo un alarde de velocidad increíble. ¿Quién era aquel tipo y porqué se ha interesado tanto en vuestro cometido?

Ahora nada ni nadie se interponía en vuestro acceso al castillo.