Partida Rol por web

Tembaqui se gira hacia Bill y señala al muchacho

-el participo en safari, gran desastre, el lleva la marca del león, trae mala suerte, muy mala, no puede venir con nosotros-

Del circulo de porteadores surgen voces de aprobación

El hombre que lleva al muchacho habla -el no va al safari, solo necesita que le lleves a Mukardi en el barco, no traerá mala suerte al safari. Y los blancos no creen en esas supersticiones- os mira como esperando que alguno le de la razón

El muchacho se adelanta, debe tener unos catorce o quince años, y veis de inmediato a que se refieren con la marca del León, su cara esta cruzada por las terribles cicatrices de unas garras, os preguntáis como pudo sobrevivir a un ataque así

-yo no doy mala suerte. Pero necesito ir a Mukardi, mi padre esta enfermo y mi madre me necesita. Si voy por tierra tardare meses, mi padre podría morir en ese tiempo-

Mira suplicante a los blancos esperando algo de comprensión ya que es evidente que no la va a obtener del jefe de porteadores.

Del circulo reunido a su alrededor sale una algarabía de voces, pero al cabo de un rato una palabra empieza a predominar entre las demás "Chango", los negros la repiten sin cesar hasta que Tembaqui les hace un gesto de silencio, al parecer molesto tambien con ellos

William enarca una ceja. Las supersticiones de los negros no le son ajenas y le preocupan. No por la superstición en sí - de hecho si por él fuera empaquetaría la superstición y la religión en el mismo fardo y lo lanzaría al fondo del río - sino por como se comporten los que creen en ellas. Es un problema tener a los nativos alborotados.

- Me enternece tu historia chico. De verdad.- el rostro de Bill refleja en realidad una cruel indiferencia por los problemas de aquel muchacho que ni conocía - Pero este barco ha sido contratado para un viaje privado y me parece que tú no eres de los nuestros. No somos las hermanas de la Caridad. Lo siento: busca otra barcaza.

Mira al hombre que acompaña al muchacho marcado:

- Lo siento amigo. Bajad del barco. Debemos partir de inmediato.

miraba con tristeza la escena, odiaba la situación, pero comprendía que era la unica elección, su mirada estaba fija en el suelo, sumergido en sus pensamientos

Molly no pudo evitar enternecerse con la historia del muchacho. ¡No podían dejarlo allí! Decidió aproximarse a Lady Cottonwell y le dijo:

Milady, ¿de veras van a dejar a ese pobre muchacho? ¿Y si su padre muere? No podemos dejarlo aquí...

En sus ojos comenzaban a vislumbrarse las lágrimas.

- Todos mueren, muchacho, es la vida. Tú, con esas marcas, Jim señala la cara del negro, deberías saberlo más que nadie. Si no pudiste acompañar a tu padre en vida, deja que tus oraciones lo acompañen en la muerte.

El flaco guía extrae una pequeña cadena de debajo de la camisa, la besa y vuelve a guardar*. Tembaqui, todo listo? Nos vamos, hace gesto con las manos al resto de los porteadores. Tras las palabras de su socio, no queda más por añadir.

O tal vez sí. Hace un gesto para que Tembaqui se acerque a él, junto con el muchacho. Danos las señas de tu madre en Mukardi. Si es posible, le haré alcanzar comida y dinero para una temporada.

Lord Cottonwell no esta, sigue con el capitan en la cabina, ajeno a esto. Y en su ausencia los guias mandan.

Pero aun falta para acabar de cargar el barco, y no ha llegado Costigan y sus soldados

- De verdad pensáis dejar aquí al muchacho por una mera cuestión de superstición. Entiendo que los nigerianos se puedan poner nervisosos, pero nosotros somos hombres de Inglaterra, no podemos dejar desválido a este pobre chico. - Dijo mirando a los dos guías. Boring comprendía el porqué lo dejaban allí, pero siempre se había considerado un filántropo y ahora no iba a ser menos. No se iba a quedar con el aterrador remordimiento de no haber intentado ayudar a ese joven. - Creo que deberíamos informar de esto a Lord Cottonwell.

Lady Cottonwell asintió a Molly y se acerco un poco más a la barandilla para hacerse oír mejor por los guías

-el señor Boring tiene razón, no podemos hacer oídos sordos a la tragedia de este pobre muchacho, no cuando nos costaría bien poco llevarlo hasta Mukardi. De hecho forma parte de nuestro deber cristiano mostrar los valores de la caridad cristiana por encima de esas supersticiones sin sentido-

La dama se muestra firme y decidida en sus palabras, dispuesta a hacer que su marido le de la razón si es necesario

William miró a la señora Cottonwell y luego al maldito muchacho de la cara desgarrada. Resopló y subió por la escalinata de vuelta al barco para hablar con su 'patrona' y sus acompañantes sin que los porteadores le escuchasen:

- Verá señora... aquí las cosas son un poco más complicadas que en Inglaterra.- esto lo dijo mirando de reojo a Boring - Si el chico sube los porteadores se alterarán... y no es bueno ir a la sabana con esta gente tan alterada. Mi corazón también sufre por la desgracia del muchacho,- añadió componiendo una cara que intentaba reflejar pena pero a duras penas lo conseguía - pero que venga en el barco no salvará a su padre. Lo que sí podemos hacer es lo que ha sugerido mi compañero... darle una donación a su madre para que se mantenga durante el tiempo que él tardará en llegar. De hecho eso seguro que es mucho mejor que dejarlo subir...- meditó un momento antes de añadir - Esta gente se mata por nada. ¿Y si el chico sufre un accidente por culpa de que uno de los porteadores se pone nervioso de más? Eso sí que sería una desgracia para su madre...

James estaba por replicar algo a Lady Cottonwell cuando, por suerte, William se encargó. Es que él no tenía lengua para las mujeres.

Desde abajo, los retazos de lo dicho por el hombretón no solo eran acertados y convincentes: eran la único opción para evitar problemas. Mucho se temía que si el muchacho abordaba el barco, deberían encerrarlo lejos de los demás porteadores... y eso no resultaría buena para nadie. Además... jugar al buen samaritano solo te metía en problemas en Africa. Problemas para evitar los cuales habían contratado a ellos dos.

Herbert miraba con escepticismo la escena. Realmente le daba igual lo que le pasara a ese chico, hacía tiempo que había tenido que dejar atrás ese tipo de pensamientos y remordimientos, ya que sino su trabajo habría sido imposible.

Aprovecho el incidente para empezar a liarse otro cigarrillo y seguir observando como discurría esa discusión.

Como siempre una sonrisa de medio lado se perfilaba en su rostro.

Lady Cottonwell no parece atenerse a razones, su sensibilidad y formación cristiana parecen pesar mas que las razones de la dura africa

Al cabo de un momento aparece Lord Cottonwell seguido de cerca por el capitan

-¿se puede saber que pasa aquí?-

Rápidamente su esposa le explica la situación y sus razones. El Lord mira con expresión severa y los labios apretados al muchacho

-¿y ustedes que dicen? no parecen muy de acuerdo por sus caras-

- Bueno señor: yo creo que no ganamos nada llevándolo en el barco y si que perdemos un poco de control sobre los nativos. Puedo entender que la señora, con su gran corazón, quiera acoger al pobre muchacho pero siendo prácticos no es una buena idea. Pero usted manda, por supuesto.

Lord Cottonwell escucha a Bill, pero sus razones no suenan muy convincentes, parece que vivir tanto tiempo en africa hace que le afecten las supersticiones de los negros

-¿insinúa que su control sobre los porteadores es tan débil como para que se rebelen? espero que no. Y me veo obligado a recordarle el lema de las fuerzas expedicionarias britanicas, "hacer del mundo inglaterra" si estos hombres quieren formar algún día parte del imperio britanico han de empezar a aprender nuestros valores, incluyendo la solidaridad cristiana por encima de algunas supersticiones sin fundamento. El muchacho viajara con nosotros-

Dando la cuestión por finalizada Lord Cottonwell indica a su mujer que lo acompañe y se van a revisar el alojamiento que tendrán en el barco

Poco después de que Lord y Lady Cottonwell se retiren llega Costigan, con el vienen 5 soldados cargando con sus pertrechos, uno de ellos es negro, lo que aun es una gran novedad en este pais. Cuando hayan cargado sus cosas en el barco estaréis listos para partir

William se quedó un momento mirando a Lord Cottonwell, como dispuesto a añadir algo, pero luego se encogió de hombros.

- Usted manda patrón. Aquí nadie habló de rebeliones...- dijo quitando plomo al asunto mientras se daba la vuelta.

Ignorando totalmente al chaval de la cara marcada se dirigió a los porteadores.

- Ya habéis escuchado panda de haraganes. ¡Todo el mundo a cargar las cosas en el barco! Podéis tenerle miedo a vuestras supersticiones pero os aseguro que yo puedo ser mucho más peligroso si que cualquier espíritu cabreado como me toquéis los...- calló abruptamente al darse cuenta de que las señoras miraban la escena - Errr... ¡Vamos! 

Luego bajó para acercarse a Jim y decirle algo discretamente.

- Más nos vale tener un ojo puesto en los porteadores durante el viaje. Si tiran al chaval por la borda me importa un bledo pero como se pongan tontos habrá que darles jarabe de palo.- le susurró a su compañero.

Boring escribiría sobre aquello a su llegada. Aquellas palabras de Lord Cottonwell las había apuntado "hacer del mundo Inglaterra". En esos momentos se sentía orgulloso de compartir país con Lord y Lady Cottonwell. Cuando vio que los negros estaban cargando los pertrechos se apartó a un lado para no ser atropellado.