Partida Rol por web

22 de Agosto de 2008.

Méjico D.F, Centro Histórico de la ciudad.
Catedral Metropolitana.
02.00 a.m

Hoy es "la gran noche". Hace algunos días Vasily comunicó uno por uno a los miembros de la manada que La Secta había decidido nombrarle Obispo tras el "juicio" de Javier Lara, anterior Señor de la Zona Norte.

La ceremonia no tardaría en celebrarse. Hoy es la noche elegida para ello.

Vasily os avisó anteayer y habeís tenido tiempo para prepararos. El ritual tendrá un carácter bastante formal, y acudirán casi todos los vástagos relevantes en la ciudad. Sin embargo vosotros sois "invitados de honor" del propio Zantosa, que no olvida que habeís sido su familia durante todo este tiempo.

Habeís llegado al centro en la furgoneta "de la manada" (una Mercedes Vito negra, blindada, tintada, con 7 plazas y un "gran maletero", cedida junto al Hotel por los Zantosa), conducidos por Ivan. Él conoce las rutas y carreteras y es un chofer eficiente... Nunca se sabe cuando "la familia" te va a necesitar.

En la plaza no hay demasiado movimiento, y el viaje ha sido rápido. Aparcaís suficientemente cerca de una de las entradas laterales de la Catedral como para no llamar la atención.

Llegaís puntualmente. Aún faltan 20 minutos para la ceremonia.

La noche es húmeda y cerrada, pero el calor envuelve el aire como en casi todas las noches de la ciudad... Una misteriosa Luna menguante se asoma en el cielo.

Despacio, aparca cuidadosamente en un callejón próximo a la entrada lateral de la catedral, y se gira hacia el interior de la furgoneta.

- Ya hemos llegado, chicos.

A pesar de ser parte de la Familia Zantosa, no ha sido invitado. Hay restricciones firmes al respecto... Tan sólo vástagos esta noche.

No es algo que le decepciones especialmente, pero sí que siente una relativa curiosidad... En cierto modo es uno de los mayores logros de la familia, y tiene "que perdérselo".

- Me lo contaréis todo, ¿no?

Mira a través de la ventana, en dirección a la enorme puerta de madera a la que debeís dirigiros... Sin demasiadas esperanzas en vuestro relato.

Si no le dejan asisitir duda que podaís decirle algo sobre lo que sucede de puertas a dentro.

Al final suspira, y vuelve a miraros, algo inquieto.

Desde el asiento trasero, observo la noche iluminada por la luna con una amplia sonrisa. Estoy emocionada, pletórica. Ésta es una noche muy especial, de las que se viven solamente una vez cada muchos años. En nuestro caso, una vez en la vida. Nuestro Ductus, aquel que ejerció de mentor y me introdujo realmente en las verdades de la secta, va a ser nombrado Obispo. De México D.F., nada menos, de la mismísima capital del Sabbat. Es un hito irrepetible, y nos sitúa a sus hermanos directos en una posición de privilegio. Nuestra manada gozará de un prestigio sin igual, y yo como su Sacerdotisa habré de gestionarlo y mantener ese espíruitu de superioridad.

He seleccionado un vestuario muy especial para esta noche. Pocas veces visto de esta manera, pero es una ocasión especial. Hoy no soy una hermosa joven buscando diversión en los locales de moda de la ciudad, ni una traficante, ni siquiera la sacerdotisa animando a sus hombres para la batalla ni para la paz de los ritae. Hoy soy la representación de los logros de Vasily, su alumna y heredera, segunda al mando de la manada que abandona para tareas superiores. Esta noche, muchos ojos de la secta estarán clavados en mi, en nosotros. Por eso he decidido vestir de un modo un poco más serio, aunque ya estoy deseando volver a mi vestuario habitual: esto es demasiado sobrio. Unas botas negras altas y con gran tacón, de terciopelo, tratan de ocultarse entre los pliegues de un largo vestido negro que más parece una capa o un abrigo, dado el peso de su tejido similar al terciopelo o a la piel. Sin mangas, y con una larga raja que desvela mi muslo izquierdo a cada paso, apenas tiene escote ni marca mi silueta. Al menos, el sombrero de ala exageradamente ancha, también negro, es bastante bonito. Posiblemente lo use a menudo, con otros conjuntos. Para esta noche, me he deshecho de mis largas trenzas y he optado por una larga melena suelta de pelo rizado.

Los comentarios de Ivan me resultan divertidos. La curiosidad le mata, un impulso que no puede controlar. Es común a todos los mortales, y aunque no les guste admitirlo, también a los vampiros. Todos tenemos impulsos que no podemos controlar, placeres que buscamos desesperadamente, aún sin saberlo.

- Ivan, querido... -Adopto mi voz más seductora, aunque con un toque de sorna- Ya llegará tu momento -La esperanza es lo último que debe perderse ¿verdad?- Mientras tanto ¿Te importaría ser un caballero y abrirme la puerta, cielo?

Una noche para celebrar, o al menos eso dicen...

Mariela no está muy contenta con la situciación actual, quizás el "ascenso" de Vasily la afecte más personalmente. Siempre ha vivido y le ha gustado vivir con su gente a su alrededor, siempre pudiendose ayudar los unos a los otros. Y sabía que con este ascenso, Vasily iba a dejar bastante descolgada la manada.

Pero no le culpaba a él, en el fondo ¿Quien no aceptaría un ascenso de ese tipo?, en Mexico, la ciudad del Sabbat por excelencia, ser nombrado obispo es todo una honra, y no se lo dan a cualquiera.

Para esta noche había elegido una ropa bastante informal, casi siempre vestía así. Un top negro, acompañana de una camiseta de pana negra también. Por debajo unos short vaqueros y unas medias negras que le tapaban todas las piernas y para terminar unas botas militares a juego con el resto del cuerpo. Vamos se podría decir que va a una fiesta...

Observa las calles de la ciudad mientras Ivan les lleva, está sentada delante. Siempre ha preferido que si algo tiene que pasar, le venga de frente. Y donde mejor que en el asiento delantero...

Las calles revelan un mundo de Caos y Supervivencia en las calles de Mexico en el que conviven, luchan, mueren y caminan gente muy diversa. En la que tanto los pandilleros y la gente normal, buscan su hueco en una ciudad sin ley.

Observa a Ivan, admiraba la devoción que tenían esos "ghoules modernos" por llamarlos de algún modo hacia la estirpe, seguramente porque algún día quieren ser como los que estamos sentados en el resto de la furgoneta.

La furgoneta se para en el lateral de una catedral, observo por un momento la estructura y la arquitectura. Aunque nunca he sido estudiosa, y realmente no podría decir nada al respecto a nivel arquitectonico de los edificios, siempre me gustaba observarlos, maravillandome de lo cuidado de cada detalle y del esfuerzo realizado.

Cita:

Sonrio a Ivan aunque se que sabe la respuesta.

Cita:

Tipico de Esmeralda

Abro la puerta de la mercedes vitto y salgo al aire nocturno, me apoyo en el coche por delante y enciendo un cigarrillo esperando a que el resto salga y entremos de una vez.

Desde que Vasily nos habia comunicado que iba a ser nombrado Obispo casi quise creer que era una broma, pero el no es dado a bromear, prepare todo para estar esa noche perfecta aunque no me apetecia nada ir. Sentada en la parte de atras junto a Sejmet con mi largo pelo suelto y completamente alisado miro por la ventana de nuestra furgoneta a la noche, preferiria estar ahi fuera corriendo por las calles detras de una presa que en esta situacion. Me llevo la mano distraida al pelo echandolo hacia atras momento en que se ven mis pequeños accesorios, unos pendientesy un collar entre mi largo y sedoso pelo rubio se pueden entre ver tanto la pulsera como el anillo. Cuando paramos delante de la catedral solo puedo mirarla una vez antes de que Mariela como siempre abra la puerta solo para que Esmeralda termina con su.... demasiadas mujeres en este grupo, creo que terminaremos matandonos como no pongan orden. Pongo el pie en el suelo con mis sandalias levantando un poco el vestido que llevo para no mancharle mientras sujeto mi pequeño bolso con la otra mano, dentro solo lo mas necesario.

Me quedo alli de pie esperando a que todos salgan y entremos dentro a que comience el espectaculo.

Por fin la noche deseada y ansiada. Echaré de menos a Vasily cómo uno de mis Hermanos favoritos además de guía en las noches de oscuridad impenetrable. Pero sé que esto es lo que quería, todos lo sabemos, y por eso me siento feliz a pesar de que ya no podamos compartir el mismo techo. Seguirá siendo mi hermano siempre y apuesto a que si él no nos visita yo sí lo haré, por eso no puedo sentirme del todo abatida. Hoy es su gran noche.

Miro la catedral en respetuoso silencio. Tan imponente y elaborada, iluminada con los focos nocturnos y haciéndola sobresalir más entre los edificios que la rodean. Sobrecoge y me fascina a la vez, por eso me quedo unos segundos de más en el asiento antes de seguir a Steffie fuera del vehículo, colocándome un poco la chaqueta de seda azul marino.
Me siento extraña con esta ropa... En realidad no es por eso, puesto que no es tan especial, creo que es el collar que la Niña Bonita ha insistido en que me ponga para resultar más elegante, y supongo que la ceremonia lo vale.

Me quedo junto a ella haciendo resonar los tacones de mis zapatos, permitiéndome ascender unos centímetros más de lo habitual en mí.
-¿Has estado alguna vez en una ceremonia similar?- le pregunto antes de empezar a mover uno de los pies con impaciencia. Habrá que esperar a que Altaïr vaya el primero, supongo.

No cielo, es mi primera ceremonia replico mirandola y negando te dije que no te hicieras eso en el pelo, tenias que haberme dejado que te lo arreglara un poco y lo alisara, estarias mas guapa. miro la ropa, es lo mas que he podido hacer con el vestuario que tiene y todo por que no quiso ponerse un vestido mio, ademas de que el maquillaje no ayuda nada.

Me encanta ese apelativo de "cielo", cómo si me pareciera lo más mínimo a eso, me resulta de lo más divertido y me hace sonreír mientras mis ojos observan a los pocos que entran en la catedral, parecen todavía más fríos de lo habitual debido al maquillaje y el ropaje que he elegido para "la ocasión".

-Así está perfecto, es original y muestra algo de mi personalidad- respondo palpándome un poco la alocada melena llena de laca. Creo que he gastado cómo un bote entero pero es tan fácil volver a recomponerlo luego cómo pasarme la máquina de afeitar por la cabeza.

-Espero que no sea demasiado larga y sienta náuseas de aburrimiento- comento con un chasqueo de lengua antes de cruzarme de brazos -Aunque dicen que muchas veces este tipo de celebraciones acaban en "fiesta" de verdad. No cómo ése concepto absurdo que tienen las bolsas de zumo- entorno los ojos ante esto último. Encuentro patético tener que acceder a estados alterados de conciencia para pasárselo bien.

Lid, si nuestro aspecto mostrara algo de nuestra personalidad ¿que crees que creerian al verme? me rio y niego antes de volver a ponerme seria y relajar un poco la postura Tendras que comportarte ahi dentro, si te aburres luego puedes divertirte en ir a cazar un poco por los suburbios. En cuanto a lo de despues, solo espero que la fiesta valga la pena

Miro a la puerta y luego al resto, creo que deberiamos dar la sensacion de que aunque uno de nuestros miembros nos deje, seguimos siendo una manada.

Miro de arriba a abajo a Steff después de su sugerente pregunta.
-Pensarían que eres una pija insufrible -digo sin cortarme un pelo -Por suerte en realidad sólo eres pija a secas- mi sonrisa se ladea con expresión burlona y río por lo bajo, aunque después entorno los ojos.

-Steffie, no pienso ponerme a morder al primero que tenga al lado aunque me aburra, no te preocupes. Sé comportarme cuando algo me importa de verdad, y en esta ocasión lo haré. Por Vasily... pero no os acostumbréis demasiado a este tipo de eventos odiosos, apuesto a que se nos acercará algún chupaculos apestoso- arrugo la nariz con desagrado sólo de pensarlo y me remuevo un poco, entonces doy un codazo en el costado de la toreador.

-Ése nos está mirando demasiado, no me gusta- entrecierro un poco los ojos observando a uno de los seguratas dispersos en el lugar.

Todo cambia, nada permanece igual…ni siquiera entre los nuestros aunque algunos presuman de ello. En otro tiempo, en otro lugar habría combatido a esos seres hasta el fin de mis fuerzas, pero esto son otros tiempos, tiempos revueltos, cambiantes…extraños. Y ellos, se han convertido en mis hermanos de armas, con el tiempo he aprendido a aceptar la mayoría de sus defectos, e incluso he de admitir que algunos se han ganado mi simpatía y mi respeto.

Les observo bajar de la furgoneta, alejado como siempre, a punto de tocarnos pero con un abismo en medio imposible de cruzar…es una noche importante y prefería caminar, poner en orden mis ideas. Por un momento pensé que no llegaría a tiempo, he perdido la cuenta de las veces que he confundido mi camino.…pero como suele decir mi padre “la Muerte camina deprisa”.

Ese fugaz pensamiento me hace sonreír…no sé muy bien porque. Observo con curiosidad a cada uno de ellos, hoy tienen un aspecto curioso, la mayoría a estado junto a mí en más de una ocasión con la ropa hecha jirones, sangrando por cada poro de su cuerpo, admito que hoy me parecen más distinguidos.

Durante un instante me miro a mi mismo…yo no parezco distinguido, ni siquiera hoy…mi guardapolvos tiene tantos remiendos que no podría ni donarlo a la parroquia, los pantalones no están mucho mejor… sigo bajando y por suerte llego a las botas, tan nuevas y brillantes,tal vez lo unico que brilla ademas de mi espada, me recuerdan una bonita historia que guardo en mi corazón. Cerca de Tijuana, encontré a un tipo hace un par de meses, un ser despreciable, un borracho cuya única afición era apalear a sus numerosas mujeres e hijos. Una criatura incapaz de comprender ninguna de las maravillas que rodean nuestra maravillosa creación,compartimos muchas cosas esa noche. Yo le enseñe la elevación espiritual que podía conseguirse a través del dolor y el…bueno, el no necesitaría nunca más estas maravillosas botas de piel de serpiente. Compartir resulta a veces increíblemente bello.

Comienzo a caminar lentamente hacia la entrada, hacia mis hermanos de armas y susurro una pequeña suplica…una plegaria.

“Señor aleja esta noche cualquier mal de mí y los míos…si es tu deseo que los enemigos nos alcancen en este lugar, permite pues una vez mas no mostrar debilidad ni piedad alguna ante ellos…y que sea yo quien termine caminando sobre sus ensangrentadas y pútridas cenizas”

Al salir de la furgoneta, no puedo evitar prestar atención de pasada a la conversación entre Sejmet y Steffanie. Las dos vampiresas parecen hacer muy buenas migas desde hace algún tiempo, lo cual es bueno. No solo el Vínculum de la Vaulderie tiene que unir a los miembros de la manada. Dominic es mucho más reservado y mantiene las distancias, y Mariela... bueno, es Mariela.

De repente siento un verdadero interés por la conversación. Al hablar de la ceremonia, su forma e importancia, siento que como Sascerdotisa debería dar mi opinión. Posiblemente... no, seguramente ni les importe ni les apetezca oírla, pero me importa una mierda. Soy la Reverenda Señora Esmeralda, y es mi obligación velar por la moral de la tropa. Me sitúo entre ellas por su espalda, pasando una mano por la espalda de cada vampiresa hasta apoyarlas ligeramente en sus hombros. Miro a cada una con una brillante sonrisa y mirada hipnótica y les guiño un ojo.

- Queridas, estáis las dos preciosas. Cada una a su estilo, por supuesto, pero divinas. Pero recordad que, coqueterías aparte, no estamos aquí para mostrar nuestras mejores galas. Asistimos a una ceremonia de vital trascendencia, no un simple formalismo. En el Sabbat, al contrario que entre los humanos o entre esos nenazas de la Camarilla, no se nos mide por nuestra apariencia o palabrería. Se nos mide por nuestros logros. Esta noche estamos aquí para mostrar los logros de Vasily. No solo venimos a demostrar que no está solo, no venimos a adularle ni a hacerle compañía. Nosotros somos un espejo de su éxito, una demostración de su poder.

Detengo el discurso unos instantes, cruzando miradas con las dos cainitas, y buscando con la mirada a los demás miembros de la manada que estuvieran escuchando. Son apenas unos segundos, pero tensos y largos, porque queda claro que tengo más que añadir.

- Y no solo un reflejo. En el Sabbat impera la selección natural. Solo los más poderosos llegan arriba, y aquellos que traten de llegar sin merecerlo caerán por el camino. En esta noche, Vasily se ha granjeado muchos enemigos. Muchos de los vampiros que durante esta ceremonia adulen o ignoren al recién nombrado Obispo, están ya tramando contra él. Esos son los que deben saber que estamos aquí, mejor o peor vestidos, pero peligrosos y salvajes. No solo somos reflejo del poder de vasily, sino extensión de él. Y como tal, deberán temernos. Estamos aquí para eso.

Dejo la explicación en el aire, sabedora de que los discursos astían a los impacientes cainitas de este grupo. Creo que he dejado clara la idea: no va a ser una aburrida ceremonia que tenemos la obligación de pasar, es una auténtica batalla de poder encubierta. Ahora que mis obligaciones como Sacerdotisa han sido satisfechas, creo que puedo relajarme un poco.

- Si la celebración posterior no nos gusta, siempre podemos organizar algo nosotros. Hace mucho que no jugamos a Las Carreras ¿Verdad? Jajaja...

He permanecido en silencio durante todo el trayecto, mirando aquí y a allá a mis compañeros. No me siento cómodo. Tengo una sensación extraña prendida en el estómago. Fría, satinada, resbaladiza.

Tal vez sea simplemente añoranza.

Esta noche marca el final de una época. Hace que tenga que aceptar que Vasily no volverá, y que ahora yo soy la espada que defenderá a mis hermanos. Sé que Esmeralda estará ahí para ser su alma y sus palabras, sé que Mariela nos dará su arrojo, Sejmet su salvaje lealtad, Steffanie su estilo y su coherencia, y Dominic velará por nosotros y nuestro destino. Estamos juntos, estamos unidos.

Yo soy la Fe, la Sangre derramada.

El testigo de la labor de mi hermano, ahora encumbrado en la Secta, hecho líder de almas y voluntades, Señor de una zona de la ciudad más importante para mi "especie".

Estoy nervioso, y me enfada reconocerlo. Mi pie tiembla ligeramente, rítmico, golpeando el suelo.

Cuando Ivan para y nos pregunta me siento taimado. Incluso algo inquieto. No sé por qué mantienen en secreto lo que ocurre de puertas a dentro.

Escucho a Esmeralda y me siento un poco más relajado. Las cosas suceden como siempre. Seguimos siendo los mismos.

Mariela baja del coche, instintiva, y Sejmet y Steffanie hablan de sus ropas. No puedo sino fijarme en todas ellas.

Están diferentes, pletóricas, distintas. Aún así, las prefiero como siempre. Con ese olor impregnado en las telas, cotidiano y suyo.

Siempre he odiado las prendas nuevas.

Tal vez por eso visto como siempre, sobrio, incluso informal. Visto mis mismos pantalones ajados de cuero, hechos a mí y por mí, y mi chaleco, con unos guantes largos reforzados en los nudillos. Al menos parece que visto el "color oficial", de negro como mis hermanos.

Sé que Vasily no espera mi atuendo, si no mi corazón.

Dominic baja el último, también un poco taciturno. Decido seguirle y dedicarle unas palabras, un poco más íntimas de lo habitual.

- ¿Rezas a tu Dios, hermano?

Esta vez no hay ironía en mis palabras. Sé que sea quien sea su Dios, distinto o igual al mío, su deseo es que nos proteja.

- Alá también estará de nuestra parte, como el mismo Padre Caín, origen de nuestra propia sangre.

Al igual que él, mi mente ha entonado salmos internos, buscando en mis creencias un apoyo.

Después le miro, cómplice y me acerco a mis hermanas, con Dominic tras de mí.

- Esmeralda tiene razón. Hoy somos Vasily. Su recuerdo, su pasado.

Un minuto de silencio hace que mis palabras suenen tristes, respetuosas.

- Hagamos que se sienta orgulloso.

Escucha las palabras de Esmeralda y un ligero rubor cubre su rostro. Por un instante maldice la sangre que aún vive en su cuerpo, y actúa en silencio casi corriendo hasta la puerta, agitado.

Después de ayudarla, os mira, taciturno, quedándose al margen hasta esperar a que todos hayaís bajado y miraros una última vez.

- Voy al final de la calle. Me quedaré ahí esperando. Llamadme si algo sale mal.

Sabe perfectamente que debe retirarse para no llamar la atención... O al menos no llamarla más que vuestra propia presencia.

Monta de nuevo, en la ahora vacía furgoneta, y arranca comenzando a moverse.

Toda la plaza está desierta, salvo por vosotros, y aquel hombre junto a la entrada a la que debeís dirigiros.

Su porte es alto y digno, relativamente corpulento, y aunque no podeís distinguir demasiado, diriaís que es calvo.

Os mira desde allí con cierta curiosidad, de frente, sin ocultarse, a unos 30 metros.

Podeís oir el sonido del motor de la furgoneta, junto al rumor de una canción de rock que se escapa del interior, a través de una ventana semiabierta. Es ese grupo, como siempre, el preferido de Ivan.

El resto de la calle está en silencio, salvo por el ruido ocasional de algún coche que cruza el exterior de la plaza en la fachada de la Catedral.

Y ahí viene, señoras y señores, con todos ustedes la Víbora del Sopor sí.
Se acerca a nosotras y empieza a soltar uno de sus rollos con los que podrías quedarte dormido antes del amanecer sin que nadie se lo haya pedido, sólo para demostrar lo bien que se le da hablar.
Alguien debería decirle que no me importa lo que está diciendo, pero le concedo que al menos termine su perorata.

-Vaya... ¿todo eso para justificar el que te hayas vestido con un saco de patatas? No está mal, la verdad...- le digo con una sonrisa torcida. Lo único interesante ha sido su última propuesta pero queda en segundo plano debido al excesivamente largo discursito previo.

Después miro a Hamza, el cuál también nos dedica unas palabras pero por suerte es escueto y directo cómo una bala de un francotirador. Así da gusto joder.
-Altaïr, voy a tener que pedirte la receta de esos guantes, por mucho que lo importante seamos nosotros mismos me gusta adornarme cómo un árbol de navidad- me río por lo bajo y empiezo a andar hacia ése tipo calvo apretando un poco los puños. Quizá un golpecito... sólo de advertencia...

Ante la frase de la gangrel solo puedo esbozar una sonrisa que borro enseguida para recuperar el gesto serio y niego mirando a Sejmet aunque mis ojos dicen otra cosa.

No deberias decir esas cosas, algunos solo se visten con lo que pueden o como mas les gusta miro a Esmeralda y sonrio pero mi mirada se dirige a Hamza ahora sera mi lider como lo fue antes Vasily, sera un buen lider y tenemos mucho en comun ambos. No te preocupes vigilare que nadie se meta en lios, es cierto que somos el pasado de Vasily pero si cometemos algun error desde este momento lo sufrira tambien siempre seremos compañeros de manada, pase lo que pase y ocurra lo que ocurra miro a la catedral ¿entramos antes de que haga algo? digo mientras sigo a nuestra impetuosa Gangrel hacia el que la ha mirado mal No hagas lo que estas pensado la susurro al ponerme a su lado

Cita:

Mientras dice esas palabras, que por otra parte esperaba, recibe un ligero lametón en la megilla, casi junto a la oreja. Aún estoy apoyada ligeramente en su hombro, aunque suelto el de Steffanie para centrarme en la descarada Gangrel. Es un lametón sibilino, dual, la caricia de una lengua larga y bífida. Al retraer la lengua emito una ligera risilla, a la que sigue un sonoro beso en la cara de Sejmet, en el mismo punto que el lametón.

- Yo también te quiero, salvajilla...

Directamente me separo de ella, de las dos. Es momento de actuar como la segunda al mano, de "posar para la foto" junto al Ductus. Camino insinuante, contoneando las caderas y mostrando mi muslo izquierdo con cada paso, y me sitúo junto a Hamza. Mi lengua surge de nuevo, acariciando mis labios brillantes.

- ¿Entramos, querido?

Observo como las tres féminas discuten... Y bendigo a Alá por haber nacido hombre. Hay veces que no entiendo de nada. Demasiado tiempo a solas, o demasiadas complicaciones a tener en cuenta.

Cada nueva palabra de Sejmet hace que tema un enfrentamiento... sin duda alguna no me esperaba la respuesta de la Sacerdote. Apropiado. Al menos zanja la discusión sin sangre.

Sonrío, pensando que yo no soy tan estratégico. Prefiero el silencio. Siempre es más sincero, el silencio no miente, ni provoca. Sólo es indiferente.

Veo como Sejmet avanza hacia el hombre que nos observa, y decido que no debdemos tardar demasiado en seguida. Es mejor estar cerca de ella, e intentar paliar su ímpetu.

Steff la sigue y me alivia un poco. Unos minutos más sin enfrentamientos. Mientras, Esmeralda se pone a mi altura, y sonrío.

Cita:

La miro a los ojos, para mirar después hacia Mariela.

- Me he dejado a alguien atrás.

Sonrío y doy un paso hacia ella y Dominic.

- No dejes que se metan en líos.

Mi frase es casi irónica, refiriéndome a mis dos hermanas más adelantadas.

Despacio, camino hacia Mariela. Al parecer también está afectada. La marcha de Vasily parece llevarse algo de todos nosotros.

Espero estar a la altura, y ser un buen líder... El que ellos necesitan.

-¿Que importa los nombres que le demos hermano? sin duda nuestros piadosos pasos nos llevan al mismo destino, por muy diferente que sea el camino que recorremos.

Siempre he visto una parte de mi alma reflejada en la de mi hermano Hamza, y aunque nuestras diferencias a la hora de expresar nuestra fe, resultan casi legendarias,cuenta con mi total apoyo. En el difícil camino que tendrá que recorrer a partir de ahora.

Estoy seguro de que no tiene ninguna duda sobre mí, sin embargo su cara muestra el pesar de aquel que sabe, que la parte más dura del camino que tenemos por delante, ha de hacerse en soledad, una soledad que para él en su nuevo papel, pronto será más pesada y oscura que para cualquier otro.

-Cuando me necesites allí estaré, si te falta el aliento te daré el mío, cuando tu camino se vuelva oscuro…busca mi luz.

Apoyo mi mano en el hombro de Hamza, y le aprieto con firmeza, con confianza. De todos nosotros ninguno mejor que él podrá guiarnos en estas terribles noches que nos aguardan, yo lo sé con seguridad…el llegara a descubrirlo.

-No te preocupes hermano, seré su Ángel guardián, no permitiré que hagan o reciban mal alguno.

Por suerte para mi, tengo bastante clara la virtual pregunta…”¿Quién vigila al vigilante…?” Y la respuesta me llena y conforta…pero por extraño que parezca aun hoy, me sigue produciendo un terrible escalofrío…