Partida Rol por web

Como había hecho cuando entró en la ciudad la primera vez, había cubierto su cabeza con la capucha de manera que su rostro quedara envuelto en sombras, sin perder ni un momento de vista todo lo que ocurría a su alrededor.

Cuando llegaron a la iglesia Daynee únicamente enarcó ligeramente una ceja ante la pregunta del monje. No bajó la capucha, sino que le miró unos instantes, quizás un poco más de la cuenta, antes de pasar dentro.

El sacerdote alargó la mano para que Nicarius depositara el vial sobre ella.

—Tengo interés por verlo novicio pero no se si soy el más indicado para llevarlo —dijo mientras esperaba la reacción del novicio.

La puerta se cerró tras Daynee. No había nadie más en el recibidor: sólo el sacerdote Mortinus y el grupo.

—Haces bien en desconfiar, incluso harías bien en desconfiar de mi mismo. He recibido algunas noticias de fuentes fiables y parece que no somos los únicos que estamos tras eso —dijo señalando algún lugar indefinido bajo las ropas de Nicarius—. Me han hablado de ciertos logros herejes nos hacen ver a las personas de distinta forma a como en realidad son. ¿Entendéis la problemática que eso supone? No puedo asegurar que vosotros sois vosotros o sólo os mostráis de esa manera frente a mi. Cierto grupo, fanático por la inoportuna tecnología, quiere el fluido para otros fines menos cercanos al Pancreator: intereses económicos, tecnología, ...

En ese instante alguien llamó a la puerta. Mortinus se quedó mirando al grupo. Aún esperaba la reacción de Nicarius antes de dirigirse a la puerta.

- ¿Espera visita?

Fuera o no inoportuna para el monje, el magistrado la consideraba una dilación más que se interponía entre las respuestas que tanto llevaban buscando. La impaciencia le quemaba por dentro tras tantos encontronazos, de forma que un visitante no deseado podría encontrarse con una reacción desagradable. Tal vez lo acaecido con su par del gremio había variado su enfoque de este asunto; hasta el más diplomático recurría a la violencia para alcanzar el premio que Nicarius ocultaba bajo sus hábitos. Y que al padre Mortinus no le hubiese engañado esa pequeña treta no se le había pasado por alto, pues si no había resultado efectiva con él dificilmente funcionaría con nadie más.

Cuando llamarón a la puerta, Ilias se mordió el labio.

-Joder, ¿y ahora que? - Maldijo para si mismo.

Nicarius depositó el falso vial en manos del sacerdote. No se inmutó mientras decía:

- Vivimos tiempos inciertos. Espero no equivocarme con usted.

Mantuvo firme la mirada aunque un rictus en la forma de apretar los labios podían traicionarle.

Arrugó ligeramente el entrecejo, pero siguió sin decir nada. Como el resto, ella había visto lo que había pasado en la nave, tenía también muy presente lo que le había mostrado la esfera, no sabía si fiarse del sacerdote o no.

La llamada en la puerta casi la hizo saltar, su cabeza se giró hacia ella, para volver a mirar al sacerdote. Pero el joven novicio ya estaba entregando el falso vial.

-¿Y cómo podemos fiarnos de que tú eres quien dices ser?- preguntó en voz baja.

El sacerdote miró sorprendido a Nicarius y seguidamente a Daynee.

—Entiendo que sospechéis de cualquiera. Lamentablemente no tengo más que mi palabra. Podéis creerla o no —las palabras del sacerdote parecían sinceras y es que era cierto lo que decía. Nada ni nadie podía garantizarles en ese momento que quien estaban viendo era realmente quien decía ser y mucho menos tras el vaticinio del extraño objeto de Daynee.

Mortinus caminó lentamente hacia la puerta y se dirigió al magistrado Cestmir.

—No, no espero a nadie. ¿Os ha seguido antes? —dijo mientras se colocaba tras la puerta esperando una respuesta

- Déjeme abrir la puerta a mi padre. - Dijo Ilias mientras empuñaba su lanzallamas.

El Avestita se acercó a la puerta con decisión.

- No nos tendría que haber seguido nadie, pero si lo han hecho, no serán almas puras. -

Ilias dejó unos segundos para que todo el mundo se pusiera en guardia e intercambio miradas con sus compañeros, como avisándoles del peligro inminente. Luego abrió la puerta dispuesto a socarrar almas o a recibir parroquianos.

- Adelante Ilias.

El magistrado sintió el frío tacto del arma antigua al desenfundarla. Colocándose del lado de la puerta que le permitiría cubrir al avestita sin que la puerta le estorbase, contestó al monje con gravedad.

- Tal vez la muerte. Demasiados buscan nuestras cabezas sólo para obtener la estatuilla.

Nicarius volvía a tener su arma en la mano. Era curioso: en el último combate se había jurado no volver a recurrir a la violencia pero parecía no tener elección. Ahora podía comprender la dureza de los Hermanos de Batalla, moralmente sometidos al uso de la fuerza para solucionar los conflictos mientras pensadores como Nicarius se mantenían comodamente al margen. Miró a Illias asintiendo: desde luego había sido un don del Pancreator que el avestita se hubiera cruzado en sus caminos. 

La mujer tan sólo asintió, tampoco le dió tiempo a más cuando el avestita se dirigió a la puerta, su mano se apoyó en su arma, dispuesta a desenvainarla.

Miró un momento al resto, en algo estaban de acuerdo, por una vez, y era que ese vial no podía caer en ciertas manos.

Para más tarde tenían que quedar todas las preguntas que se agolpaban en su mente, todas y cada una de ellas, esperaba poder hacerlas, y tener las respuestas.

La puerta volvió a sonar un instante antes de que el novicio Ilias apoyara su mano en el picaporte para abrirla. Momentos después el Avestita abrió lentamente la puerta dejando ver a tres hombres cubriendo a un cuarto, claramente un noble.

—Me es preciso ver al sacerdote Mortinus, novicio —dijo el noble desde su posición retrasada—, es urgente.

La figura del noble resultaba conocida pero, ¿de qué? El grupo reflexionó unos instantes y pronto recordó la figura de aquel noble que dirigía aquel ejercito de soldados clónicos en aquella extraña nave. Sí, era él, no había ninguna duda, pero ahora no iba acompañado de aquellos soldados.

Mortinus rápidamente ocultó el vial bajo su túnica e hizo un gesto al novicio mientras se retiraba hacía el interior. El gesto había sido claro: "deshaceros de él"

Nuevamente se encontraban en un conflicto del cual no eran arte ni parte. ¿En favor de qué exigía Mortinus que se deshicieran de aquel noble cuando ellos mismo ni siquiera confiaban plenamente en él?

El muchacho miró a Illias, armado con su lanzallamas, y mantuvo su propia arma en posición defensiva:

- Parece que el Padre Mortinus no quiere hablar con vos noble. ¿Cuáles son los motivos de la urgencia?

Si tan sólo atisbase a entender que estaba pasando...

La llegado del nuevo invitado, un viejo conocido, puso en alerta a Ulrich que ya se encontraba alzando el arma para abrir fuego cuando vio a Mortinus darles la venía de enviarle con su Pancreator. El noble no iba acompañado como la última vez por un pelotón de soldados, lo que no indicaba que su escolta fuera a ser menos peligrosa aunque sí que no deseaba llamar la atención. Relajó el dedo que accionaría el gatillo y con una media sonrisa ignoró la propuesta del monje.

- Debe ser urgente en verdad si su señoría ha decidido dejar tras de sí a su ejército solo para ser recibido por un monje.- el sarcasmo vibraba en cada sílaba, haciendose patente que el magistrado aún mantenía fresco el recuerdo de su último encuentro.