Partida Rol por web

Ilias enarcó una ceja.

Miró al dedo.

Inclinó la cabeza lentamente, como si intentara desentrañar algún misterio sobre el apéndice del noble Hazat.

Inspiró profundamente, como si hubiera llegado a alguna conclusión. No parecía que le importara el tiempo.

Con dos dedos se bajó la ropa que tapaba ligeramente su rostro, como si eso fuera a facilitar el dialogo. No fuera caso que se perdiera algún detalle.

Movió el lanzallamas para apuntar bien a Leandro. Los tubos y cables repiquetearon entre si mientras el Avestita se acomodaba en una buena posición de combate. Contempló el dedo. Contempló su lanzallamas.

El soplete se encendió. El preludio al chorro de aceite de Ka que solía quemar a los infieles, su aroma llenó rápidamente la habitación ... al menos por ahora no se había mezclado con el hedor a carne quemada.

- Creo que quien no entiende las cosas es usted, querido Leandro. - Sonrió, dientes ligeramente torcidos y amarillentos afloraron entre las comisuras de sus labios. - Pero le ayudaré, creo que es el momento de sincerarnos. -

Los dedos del Avestita acariciaron el gatillo de su lanzallamas, el cañón se debatía ligeramente entre si apuntar a Mortinus o a Leandro. la expresión del Avestita se volvía taciturna.

Con voz pausada y calmada continuó.

- Me han secuestrado, me han disparado, me han engañado y traicionado y me han apartado de lo que seria mi curso normal. Y todo por este maldito vial. - Hizo una ligera pausa, esperando que sus palabras entraran en la arrogante mollera del noble.

- ¿Cree que después de eso, sus amenazas van a impedir que lo calcine hasta los huesos? Le ayudaré a entender mi punto de vista. ¿Por que cree que estaba en ese transporte donde viajaba la estatua y que fue secuestrado? -

volvió a sonreír momentáneamente, como esperando una respuesta y luego se puso serio como si la broma llegara a su fin.

- Por que soy un fugitivo Leandro. Por que he matado gente. Civiles, nobles, monjes ... incluso a otros Avestitas. Buscan mi cabeza. Gente que da mucho mas miedo que usted y su decadente familia. Gente mas poderosa y obstinado que nadie en este planeta. -

Soltó un bufido.

- Así que no me jodas. Habla ... o muere bajo el fuego inquisitorial. -

Ilias notaba como su pulso se aceleraba, su piel se movía bajo las pesadas telas y su espalda empezaba a endurecerse ... como si pequeñas protuberancias oseas se estuvieran formando a través de ella.

Noto los tentáculos de la simbiosis corriendo en su estomago, su rostro se debatía en mantener su aspecto humano o convertirse en un amasijo de dientes ojos y apéndices.

- Pronto. - Pensó para si. Pronto. -

El sacerdote dio un paso atrás apoyando la espalda sobre la pared de la diminuta sala. Estaba visiblemente nervioso y temía por los actos de Ilias.

—Tranquilícese novicio —dijo sin para de mirar fijamente a los hundidos ojos del Avestita—, comprendo por lo que ha pasado y comprendo que necesite algunas respuestas. Está en su derecho.

El sacerdote Mortinus miró al noble Hazat e inspiró profundamente. El noble había quedado perplejo ante el terrible cambio de humor de Ilias y apenas movía los pulmones para tomar aire.

—¿Qué quieren saber sobre esto? —dijo mientras sacaba el pequeño vial falso de debajo de su túnica y lo ponía sobre la mesita.

Algo había cambiado en Ilias. Algo indescriptible y, quizá por eso, aterrador. Cuando el Avestita descubrió un tanto su rostro se revelaron las siniestras formas de su cara. Entre las sombras que proyectaba la capucha que cubría la cabeza del novicio se podía ver el mal aspecto que tenía la cara: ¡como si hubiera sido completamente quemada!

Un instante después espasmos musculares eventuales recorrían la espalda de Ilias. ¿Qué clase de secreto ocultaba la túnica del novicio?

Era el momento que había estado esperando mientras el avestita arreglaba sus diferencias con el noble, a ella le interesaban otras cosas, no el vial, no, sino el anciano monje y su relación con Kfinn, así que avanzó suavemente hasta llegar a un paso de él y le miró fijamente.

-Cuéntame la relación de mi padre con eso.

Entrecerró los ojos ligeramente mirando por un momento el vial, el tono suave, pero con algo bajo él, ya que su mano se apoyó en la guarda de su estoque, una sutil amenaza, quizás algo más. Definitivamente, que se arreglaran el resto con el noble, ella había tenido suficiente de mierdas con ellos para toda su vida.

Nicarius levantó su arma un tanto confundido. El aspecto del avestita era aterrador pero en estos momentos era la única persona en la sala que merecía su confianza. ¿Acaso no le había salvado la vida ya dos veces? El joven acólito comprendió que no tenía nada que añadir a lo dicho por Illias y la pregunta de Daynee era tan buena como cualquier otra para empezar a desenmarañar la madeja.

Ilias contempló la reacción del monje y el noble con decepción. Hubiera sido todo mas simple se se hubieran negado.

Tosió ligeramente con voz ronca, se subió el la ropa que usualmente tapaba su rostro. Movió ligeramente los hombros de una forma extraña. Sus ojos mostraban desagrado.

Observó en silencio como la mujer se avanzaba y soltaba la primera pregunta.

El Avestita apagó el soplete del lanzallamas, no quería que el sonido y el olor distrajera a los interrogados de las preguntas.

Ilias contempló la reacción del monje y el noble con decepción. Hubiera sido todo mas simple se se hubieran negado.

Una sensación de frustración se fraguaba en su interior, una rabia que apenas podía controlar, todo ese juego se apartaba de lo que solía hacer el inquisidor ... y le estaba pasando factura.

Noto un puñado de zarcillos subiendo por su garganta, deslizándose entre sus dientes y enrollándose a su lengua. Por un momento se ahogó, se atragantó.

Tosió ligeramente con voz ronca, se subió el la ropa que usualmente tapaba su rostro. Movió ligeramente los hombros de una forma extraña. Sus ojos mostraban desagrado.

Sus hombros estaban mutando, moviéndose bajo la ropa de forma demasiado visible. Hizo un esfuerzo para controlar su propia mutabilidad, para impedir que amenazantes cuchillas salieran disparadas en el aire sesgando la ropa, listas para degollar a alguien.

Poco a poco su cuerpo volvió bajo su control.

Observó en silencio como la mujer se avanzaba y soltaba la primera pregunta.

Una oleada de olor del aceite de Ka llegó a sus fosas nasales. Recuerdos de Estigma llenaron su mente, dolor, caos, terror ... su simbiosis, los lanzallamas persiguiendo su inestable cuerpo, quemando su nueva "familia", desestabilizando su impronta. De repente sus ganas de quemar se disiparon.

El Avestita apagó el soplete del lanzallamas, no quería que el sonido y el olor distrajera a los interrogados de las preguntas.

Mortinus iba intervenir cuando el noble levantó una mano que interrumpió el primer impulso del sacerdote.

—Kfinn hacía trabajos para nosotros, muchacha y el robo del vial fue uno de esos trabajos. Habíamos oído que un grupo de Eskatonicos habían encontrado un extraño fluido con algunas propiedades realmente impresionantes. Ese fluido vale una fortuna así que, después de algunos infructuosos intentos de compra, tuvimos que pasar a métodos menos legales. Kfinn era nuestro hombre de confianza y fue él quien recuperó el vial para nosotros. El resto ya lo conocen, ¿no es cierto señor Cestmir?

Miró al noble cuando empezó a hablar, lo miró atentamente, apenas se podían notar los pequeños cambios de expresión al escucharle, quizás su ceño ligeramente más bajo, o el brillo de sus ojos, o cómo apretaba el mango del estoque.

-Entonces os entregó la estatua, eso era lo que robó la noche que murió.

Sus ojos se entrecerraron un poco más.

-Si eso es así, exijo el pago que no le hicisteis a él y exijo ser compensada por su muerte, ya que fue mientras duraba el contrato contigo.

La última palabra casi la escupió.

-El resto de la puta historia la conocemos, por supuesto.

Con un leve asentimiento Ulrich confirmó las palabras del noble Hazat. Hasta donde el tenía conocimiento, por supuesto, y las novedades que les contaba el noble no eran más que migajas que expuestas daban cuerpo a los derechos que sus acompañantes se encontraban exigiendo.

- Es cierto que conocemos de primera mano el destino de la estatua, y de su contenido. Y habida cuenta de los numerosos intereses que hemos descubierto en ese devenir y que hay un contrato aún en vigor de por medio que se ha respetado hasta el momento, las exigencias de la muchacha y el resto de los presentes debieran ser satisfechas. No es algo fuera de su alcance, ni fuera de lo razonable. Por mi parte, excelencia, precisaría una prueba que garantice su participación como contratante. Sabemos bien que hay diversos grupos interesados en obtener la mercancía.- con inmutable expresión Ulrich desvió un momento su mirada de forma poco discreta y un tanto acusadora hacia Mortinus, para devolverla a Leandro Hazat en muda espera de su respuesta.

-¿Ya está? ¿No se te ocurre nada mas?- Dice con severidad el Avestita. -¿A quien se la robasteis? ¿Donde la encontraron? ¿Que era toda esa nave y lo que había en ella? -

Se percibía por el tono de voz que el inquisidor no estaba quedando satisfecho con esa conversación.

Nicarius recordaba aquella nave como algo entre la neblina del tiempo. Se sentía confuso. Sólo era un novicio... ¿cómo saber de quien fiarse? A estas alturas ya sólo podía ir a remolque de las decisiones del avestita, que parecía ser el único que hacía las preguntas correctas.

—No la estatua exactamente —dijo dirigiéndose a Daynee—, el contenido de la misma. La estatua fue la forma de ocultar el rastro de tan preciada carga. Cuando contratamos al grupo del señor Cestmir les pedimos que sacaran discretamente la carga de Byzantium Secundus, no podíamos revelarles el contenido pero si que tenían que asegurarse de sacarla discretamente de allí.

El noble se dirigió al novicio Ilias.

—No la robamos, novicio. Recuperamos lo que por derecho era nuestro. Yo había adquirido el fluido en una subasta pero los Eskatonicos creyeron que darían un mejor uso al descubrimiento y se justificaron en el Pancreator para quitarnos lo que era nuestro. Nuestra reacción es evidente y justificada, ¿no lo cree?

Mientras hablaba el sacerdote Mortinus se mantenía al margen, semioculto en las sombras, casi diríase que esquivase con la mirada a los novicios.

-Los ... ¿Eskatonicos? - Dijo Ilias reflexivo. -¿Que querían hacer los eskatonicos con el fluido?-

El inquisidor imaginaba la respuesta. El fluido podía curar la simbiosis ... había dos interesados, los que buscaban una cura y los que buscaban un tesoro. Leandro Hazat se había posicionado en los intereses económicos y con ello había hecho un paso mas hacia la purificación.

La purificación del fuego.

- Siempre les quedaba la opción de negociar con los Eskatónicos, excelencia. Y pese a su denodado... fervor, no es algo que no pudiera lograrse. Toda esta lucha en las sombras únicamente ha ocasionado la posibilidad de perder el fluido, a manos de una tercera fuerza con la que no parece factible negociar, ni arrebatarles por la fuerza bruta lo obtenido. ¿Porqué ofrecerles a los alienígenas aquello con lo que beneficiar a la humanidad?

Con discreción, Ulrich intentaba deslizar en la conversación pequeños detalles que permitieran llegar a un punto de incertidumbre: la visión que tuvieran a causa de las sospechosas artes de Daynee cuando les reveló la esfera de cristal.

Los últimos comentarios del noble provocaron una mueca de incertidumbre en el rostro de Nicarius:

- ¿Y por qué habría de creer que sois el verdadero dueño del vial? Por el momento lo único que he visto son mentiras y más mentiras. Puestos a creer a alguien comprenderéis que sienta deferencia por mi propia Orden.- dijo enarcando el cejo y reafirmándose apuntando con la pistola al noble, aunque buscando de reojo a Mortinus - Padre. ¿Qué hay de cierto en lo que dice vuestro huesped?

—Ya le he dicho que los Eskatónicos no estaban dispuestos a negociar, señor Cestmir. Ellos hicieron el primer descubrimiento, nosotros lo pagamos y, una vez analizada su utilidad, no quisieron darnos lo que habíamos subvencionado y a lo que, por ello, teníamos derecho.

En ese momento Nicarius intervino y el noble sonrió efusivamente en respuesta al novicio. Mortinus agachó la cabeza y no contestó; fue Leandro quien lo hizo en su lugar.

—¿Quién cree que facilitó la entrada a Kfinn, novicio? Creo que no puede confiar nada más que en lo que yo le digo. Si eso no le es suficiente, dispare y no sabrá el final. ¡Adelante!

Cita:

Ilias no necesitaba nada mas. El lanzallamas se activó y lanzó un chorro de aceite de ka ardiendo a Leandro Hazat. Alguien como el debería saber que no es muy sabio provocar a un inquisidor.