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Misión: Rescatar al grupo perdido en el interior de las ruinas

 Al abrir los ojos, serian recibidos por un entorno siniestro y desconocido, encontrándose en el interior de una sala conformada por varias paredes de ladrillo, antigua y desgastada por el paso de los años como los cristales rotos de los ventanales, siendo un milagro que la estructura siguiese en pie a día de hoy.

 Detrás de ustedes se encontraban un enorme agujero donde antes estaba otra parte de la misma sala, con una puerta de madera dañada que apenas se mantenía en su lugar gracias a unas tablas colocadas encima, siendo que aún quedaban restos de la pared que deberían estar allí. A través de los ventanales, o los espacios destruidos, podrían observar que se encontraban en lo alto de una colina, y a lo lejos no se veía más que una espesa niebla que poco o nada les dejaba ver de unas llanuras muertas; en todo caso, la idea de salir por allí hacía que se les erizase la piel. Por otro lado, hacia el interior de la sala se encontraba otra puerta que daba con unas escaleras que bajaban hacia otra sala, siendo el camino iluminado por antorchas que de alguna manera conservaban su luz.

 Allí estaban presentes los cuatro, y nadie más, con unos trajes que, si bien no recordaban haber utilizado nunca, les resultaban familiares y nostálgicos, tal vez siendo símbolos de sueños pasados...

 Además de los presentes, el camino hacia el interior de las ruinas, y una fácil salida, también se encontraba una vieja y sucia mochila de viajero tirada en el suelo sobre una fogata apagada.

Ración de comida x8
Vendajes x2
Antidotos x2
Mapa x1

 Para el tamaño de la mochila, la verdad es que no tenías muchas cosas, pero definitivamente era más de lo que esperaban, y claramente lo que más llamaría la atención de quién decidiese revisarla seria el mapa en su interior, el cual se encontraba básicamente en blanco a excepción de un espacio donde parecía estar dibujada la sala donde estaban, y un camino que seguía las escaleras hacia otra sala.

Una de las presentes no era otra que una niña de hermoso cabello blanco recogido en dos largas coletas que caían hacia los lados, con unos rasgos redondeados y una piel clara que combinaba con sus grandes y brillantes ojos celestes cuál cielo.

 Su vestimenta estaba formada por una especie de vestido acolchado como una chaqueta, acompañándolo con un par de medias blancas hasta los muslos y unas zapatillas, siendo una extraña mezcla de ropa formal y un tanto fantasiosa: en todo caso, lo que más destacaba no era su ropa, sino el par de cuernos blancos que salían de su cabeza, así como una delgada cola que salía de debajo de su falda acabando con una bola llena de corto pelaje.

 -Oh, oooohhhh... -miraría la niña asombrada el lugar donde se encontraban, antes de fijarse en ustedes. -. ¿Quiénes son ustedes...? No recuerdo haberles visto antes...

Hiroki no terminaba de entender dónde carajo estaba, él se había ido a acostar en su cama, y ahora lo rodeaba una... ¿mazmorra? Se palpó el cuerpo... ¿Qué llevaba puesto? Sentía una vaga familiaridad respecto a aquellas prendas, pero no tenía recuerdo alguno de haberlas usado, aunque no distaran mucho de sus atuendos usuales: una camiseta de tirantes blanca, unas bermudas azules y deportivas. Su piel era pálida, y a juzgar por sus pómulos marcados, no solía comer demasiado bien. Quizás lo más llamativo era su blanca cabellera.

La voz de aquella niña lo sacó de su ensimismamiento, aunque casi pegó un brinco de susto, pues no se había percatado de los demás. Recorrió con la mirada a cada uno de los presentes, parpadeando varias veces, incrédulo.

— ¿Q-Quiénes son ustedes? ¿Y dónde rayos estamos? —la niña con cuernos parecía la más enteredada de todos, y mencionaba no haberlos visto "antes", así que dirigió sus preguntas hacia ella.

¿Era una pesadilla? ¿O tenía que ver con...? No, eso era absurdo. El caso era que tenía miedo... no. ¡No tengo miedo! ¿Por qué iba a tener miedo? ¡Ozawa Kaoru no tiene miedo de nada! ¡Incluso si no entiende donde leches está!

—Y tú... ¿Tú por qué tienes cuernos? —preguntó con desconfianza, lanzando una mirada acusadora a Kasumi, como si tuviera la culpa de que hubieran terminado allí—. Hmmr...

Cruzó los brazos, cerró los párpados y puso cara de concentración. Por desgracia, todo el que conociera a Kaoru sabía perfectamente que eso de pensar se le daba... bueno. No se le daba del todo bien. ¿¡Pero qué dices!? ¡A ti sí que no se te da bien pensar!

—¡Ah, da igual! ¡Yo soy Kaoru, Ozawa Kaoru! —apoyó las manos en las caderas y sacó pecho—. Eh, oye, ¿y qué es esto?

Se acercó a la mochila y la abrió, empezando a manosear todo lo que había dentro. Agitó un poquito los antidotos, sin entender qué eran, pero supuso que valdrían de algo. Y finalmente alzó el mapa, bufando al ver lo poco concreto que era. Lo enrolló y se lo quedó más a mano antes de agarrar la mochila y echársela a la espalda.

—¡Vamos a tener que racionar todas estas cosas hasta que encontremos el camino a casa, lo leí en un libro! —mintió, porque él no había leído prácticamente ningún libro en su vida—. Y hablando de eso... ¿qué hacemos?

Se llevó un dedo a la mejilla, apretando un poquito. No, no. Tenía que ser decidido, como un líder. Así que antes de que sus palabras calaran volvió a hablar.

—¡Tenemos que seguir el camino, claramente! Tampoco es que podamos elegir...

Abrió los ojos pero lo que encontró no fue su cama, ni su habitación. "¿Donde demonios estoy?" Estaba soñando, claramente, no había forma que eso fuera real. Por si acaso se pellizco el brazo.... "Hay sueños que duelen" Todo eso de pellizcarse era una tontería, ella había sentido dolor en otros sueños. Pero todo a su alrededor parecía demasiado real, sentía la humedad del lugar, y la dureza del suelo bajo sus pies. Y había más niños allí ¿Los habrían secuestrado? El hecho de que estuvieran en una colina al parecer en el medio de la nada le decía lo contrario. "Quizás nos teletransportaron" Aunque eso era una tontería, eso no pasaba en la vida real "Aunque hubiera sido genial". Miró alrededor, notando por primera vez la mascara sobre su rostro y entonces el resto de su ropa. Eso tampoco era suyo, pero sentía como si lo fuera. Una larga campera fucsia con capucha y unos pantalones negros a los tobillos, junto con una mascara que por lo que podía tocar tenía orejas de gato. Se levanto la mascara al escuchar a la niña y la miró con el ceño fruncido -¿Antes? ¿Ya estabas aquí? - Tenía un extraño disfraz de vaca que desencajaba aún más en ese lugar. -¿Y que haces disfrazada? ¿Sabes donde estamos? - Preguntó pasando la vista hacia los otros dos que al menos tenían la decencia de parecer igual de perdidos que ella. -Soy Erika y no tengo idea - Se presentó alzando una mano y respondiendo a ambas preguntas aunque no la mirara a ella. 

Miró como el otro chico iba hacia la mochila del suelo, aquello parecía abandonado. "Debe estar vacía" Seguramente alguien se habría robado lo que había dentro hace mucho. Pero cuando lo vió empezar a sacar cosas lo miró sorprendida. -¡Ey! ¿Por qué vas a llevar tú las cosas? - Protestó viendo que en menos de un segundo el chico ya se había agarrado todo lo que había, sin siquiera dejarles ver que era. -¿Casa? ¿Tu ves alguna casa por allí? - Preguntó incredula señalando hacia la pared que daba a las colinas entre la niebla. -Al menos averigüemos donde estamos, y parece que ella sabe algo - Insistió marcando ahora hacia la chica con cuernos. -Dejame ver ese mapa - Pidió extendiendo la mano hacia la mochila para tomarlo. 

- Mi nombre es Hiroki -se apresuró a decir, sonrojándose ligeramente por el hecho de haber olvidado lo más básico de la cortesía-, y... eh... no sé nada más que ustedes, pero ella tal vez tenga respuestas -le lanzó una mirada suspicaz a la niña con cuernos.

El ímpetu de Kaoru hizo que el peliblanco alzara las manos y las agitara varias veces.

- ¡Oye, oye! ¡Tranquilo! Primero tenemos que enterarnos de algo, ¿no crees? Esto parece algo así como un mundo de videojuegos o algo por el estilo, y, hm -Hiroki se acercó a Kaoru y le pellizcó un brazo, sin mucha fuerza, claro, pero lo suficiente como para que incomodara-... ¿Te dolió? -preguntó, pensativo-. Sé que esto parece un sueño, pero... deberíamos tener cuidado, no sabemos qué podría pasarnos -intentó ser la voz de la razón.

 -Yo pregunté antes... -comentaría la niña al escuchar a Hiroki preguntar sobre quienes eran, antes de escuchar a Erika y negar con la cabeza. -. Es la primera vez que estoy en este sitio: normalmente no salgo de casa, y no recuerdo que hayan visitado mi casa alguna vez... -dicho de otra manera, la niña no recordaba haberlos visto en su vida, y era el mismo caso entre ustedes: eran simples desconocidos.

 Entonces, la niña observaría hacia arriba como pudo ante el comentario de Erika de estar disfrazada y la pregunta directa de Kaoru sobre los cuernos.

 -¿Oh? Oohhh... -de manera auténticamente sorprendida, la pequeña se acariciaría los cuernos que le salían de la cabeza durante unos segundos. -. No sé cómo llegó esto aquí: no nos dejan usar este tipo de disfraces... -explicaría, tirando un poco de los cuernos para intentar quitárselos, pero parecía que no iban a salir de su cabeza, algo que la niña aceptó rápido dejando de forcejear. -. Ustedes también están disfrazados... -señalaría entonces a Kaoru y Erika, uno con un traje de alguna especie de animal mezclado de gato y murciélago (que no describio en su post y por eso le caerá un muerto más adelante), y la chica básicamente toda cubierta por un traje de chaqueta, mascara... El único que no estaba disfrazado era Hiroki. -. Me llamo Yamada Kasumi, un gusto -y concluiría presentándose, haciendo una ligera reverencia de respeto.

 La niña no parecía entender las sospechas de Erika hacia ella, pero tampoco iba a darle vueltas cuando había otros asuntos por atender.

 -Bueno... Realmente no creo que sea buena idea ir por el otro lado -opinaría sobre que Hiroki haya ido a detener a Kaoru, y es que, realmente, al ver hacia la "salida" les invadía un sentimiento de que no debían salir por allí. -. Tal vez Kaoru-san tenga razón y debamos seguir.

 Luego de examinar detenidamente la mochila de forma grupal, y evitando que Kaoru se llevase todo con intenciones nobles de que nadie cargase peso, básicamente las cosas irían desapareciendo con un aura mágica que iría entrando en cada uno de ustedes, siendo que el mapa fue el único de todos los suministros que se dividió en cuatro, pues el resto lo hizo individualmente. Estaba claro que todo aquello resultaba ser mágico, y es que de alguna manera ahora todos tenían en sus cabezas una imagen clara del mapa, por más que estuviese básicamente en blanco, además del conocimiento de que, de quererlo, podrían hacer aparecer aquellos suministros sin la necesidad de tener que cargar con ellos todo el tiempo, por lo que ni siquiera tendrían que cargar con la mochila. [1]

 El caso es que había al menos 2 que querían adelantarse cuanto antes, convencidos de que era mala idea separarse, y que no había marcha atrás, lo que quedaba era unirse a ellos y avanzar. Tendrían tiempo para dar sus opiniones y comentar cosas durante el camino, pues bajar las escaleras y seguir el pasillo que se había al otro lado de la puerta les tomaría por lo menos cinco minutos, pero poco después empezarían a escuchar voces no muy lejos, llegando a otra sala donde se desarrollaba una peculiar escena.

 Tres criaturas de alta estatura, cuerpos negros y cráneos por cabeza se enfrentaban a un grupo de cuatro adultos que para todos resultaban desconocidos, a pesar de tener cierto sentimiento de conocer a alguno en específico de alguna parte que no podían especificar...

 Una de las personas era una mujer vestida con unas costosas ropas, mostrando sensualidad con un cuerpo que provocarían celos a cualquier otra, un bolso del más costoso diseñador en una mano, y una magnum en la mano.

 -¿¡Pero pueden dejar de mirar y ayudar!? -le gritaría visiblemente rabiosa a otros dos adultos que, aparentemente, no estaban haciendo mucho, segundos antes de apuntar a una de las criaturas y dispararle con el potente arma.

 Una de las personas víctimas de los gritos de la mujer no era otro que un hombre que, por sus ropas, parecía ser un sacerdote.

 -¿¡Acaso parece que puedo pelear!? ¡Soy pacifista, no he lanzado un puñetazo en mi vida! -se excusaría aquel hombre, confirmando que era alguien creyente de la paz y del perdón.

 Otra de las que se mantenía apartada del combate cuanto podía era una mujer albina, vestida de manera formal y con cierta cara de terror en el rostro.

 -¿¡Qué clase de excusa es esa!? ¡A estas cosas no le importan tus creencias, eres un hombre, haz algo! -le gritaría, continuando con su carrera para escapar de una de las criaturas que la perseguía por toda la sala.

 El último de los adultos era un chico pelirrojo que, como podía, se enfrentaba a otra de las bestias intentando quitarle presión a la única persona que parecía tener un arma, siendo que él se bastaba de darle patadas a la bestia antes de retroceder y esperar un mejor momento para volver a atacar.

 -¡Todos, cálmense! ¡Debe haber alguna manera de acabar con estas cosas! -aseguraría el pelirrojo, quién fue el único que volteó hacia ustedes percatándose de su llegada. -.  ¿Niños? ¿Qué hacen aquí? -se mostró confundido y preocupado a partes iguales. -. ¡Cuidado, es peligroso, salgan de este lugar!

 Además del camino por el que llegaron, al otro lado de la sala se encontraba otra puerta, siendo que parecía que el camino hacia el interior de las ruinas continuaba, pero ahora estaban en presencia de aquella escena de combate en la que podían participar: después de todo, aunque ninguno de los adultos pareciese darse cuenta, ustedes sentían en su interior que estar allí les permitía hacer cosas que antes no podían...

Hiroki desvió la mirada cuando la chica respondió asertivamente... tenía razón.

— Bueno, sí, pero... tenías pinta de ser más antigua que nosotros en esto —hizo una pausa y suspiró—. Disculpa, es que todo esto... no tiene sentido alguno —bufó por lo bajo.

Conforme la niña iba descubriendo los nuevos rasgos de su cuerpo, aprovechó para recorrer con la vista a los demás, percatándose de sus disfraces, y el de Kasumi mismo. Acto seguido, miró sus propias ropas y enarcó una ceja. ¿Por qué él no llevaba disfraz*? No era TAN aburrido... ¿o sí? No obstante, otra cosa llamó su atención.

— ¡Oye! —llamó la atención de Kaoru al ver que aupaba la mochila—. Lo mejor será que lo repartamos, ¿no crees? —sugirió, con cierta suspicacia, entrecerrando un poco los ojos.

Tras dividir aquellos suministros de la manera más equitativa posible, dado que si alguno caía, los demás podrían ayudarlo, el peliblanco enarcó una ceja al ver que los objetos desaparecían mágicamente al tocarlos. Fué todavía más extraño cuando pensó en el objeto y éste apareció misteriosamente en su mano, presto a ser usado.

— ... Definitivamente estamos en un videojuego —aseveró, curvando los labios con cierta impresión y asintiendo lentamente—. Bueno, al menos no vamos a perdernos —comentó, haciendo alusión a esa extraña sensación de ubicación que tenían todos ahora, gracias al mapa.

No tardaron demasiado en seguir avanzando, y más temprano que tarde, los problemas los encontraron. El disparo hizo que el niño se agachara casi por reflejo, y miró a todos lados buscando el origen del atronador sonido, hasta finalmente encontrar a la sensual rubia con el revólver humeante. Tragó en seco y entonces se dió cuenta de que había más como ella, y no sólo eso, sino que estaban enfrentando criaturas sombrías, las cuales le resultaban... enfermizamente familiares, así como el pelirrojo que les caía a patadas. Sin pensarlo demasiado, e ignorando sus advertencias, se acercó corriendo, suprimiendo aquella incómoda sensación en la boca de su estómago, y el miedo en su cerebro.

— ¡Estoy seguro de que ustedes necesitan nuestra ayuda! —exclamó, ¿por qué otra razón estarían ahí?

El muchacho corrió hasta donde estaba el pelirrojo y, sin más, le arreó un puñetazo a la bestia. Extrañamente, bien fuera por la adrenalina u otra cosa, una especie de centellazo surgió de los nudillos del muchacho tan pronto éstos hicieron contacto con la piel del monstruo**.

—¡Ay! ¿¡Pero tú de qué vas, blanquito!? —Kaoru pegó un manotaozo a la mano de Takahashi en respuesta al pellizco, después frotándose un poquito la piel—. ¡Se supone que te tienes que pellizcar a ti mismo para saber si es un sueño! ¡Brrr!

Si las miradas mataran... la de Kaoru seguramente no habría matado a nadie, pero no le faltaba intencionalidad. Carraspeó después, pegando un tironcito a las asas de la mochila.

—Pero alguien tendrá que llevarlo. Y como soy claramente el más fuerte, tiene sentido que lo lleve yo —argumentó, con el ceño fruncido, aunque no los detendría si querían sacar las cosas (Incluyendo el mapa que quería comprobar Satö) y repartirlas de otra manera. Perro ladrador...

Aunque se quedó de brazos cruzados, como si estuviera increíblemente en desacuerdo con la forma en la que se habían devenido los acontecimientos. Solo le pareció animar un poco que Yamada le diera la razón. Y a raíz de esto, era cierto que había sido peculiar que se hubiera burlado de los cuernos de la chica. Al fin y al cabo él también tenía lo suyo: El disfraz que llevaba puesto era entre triste y mono. El gatiélago (O murciegato) parecía el tipo de criatura cutre que un niño se inventaría pensando que estaba siendo original. Lo cual... encajaba bastante con Kaoru. ¡Lo que no va a encajar es tu mandíbula cuando te pille! ¡Brrr! ¡El murciegato vampilino es aterrador!

En cualquier caso, estaba tan de morros que hasta ignoró la forma en la que los objetos pasaban a un inventario mágico, como si realmente fuera un videojuego. Caminó en un sorprendente silencio junto al resto... durante un rato.

—¿Cómo va a ser un videojuego? ¿Tienes un mando en la mano? —chistó—. Además, en los videojuegos tampoco sientes nada cuando te hacen daño. Tiene que ser otra cosa... ¡quizá hemos sido elegidos! ¡En plan... en plan isekai o algo así! ¿No habéis visto esos anime o qué?

Empezó a hablar sobre ello. Más que asustado o nervioso, Kaoru parecía excitado con la situación. Y el encontrarse con los adultos en problemas no cambió la cosa.

—¡Vaya panda de cobardes! —exclamó—. ¡Me toca!

Tomó carrerilla y empezó a correr, con su capa agitándose de forma grácil... más o menos. Su objetivo era la misma criatura a la que la rubia había disparado, y cuando estuvo lo suficiente cerca, cerró la mano derecha en un puño e intentó impactar a la criatura en la barbilla, pegando un brinco que bien habría podido parecer un shoryuken.

-Encantada.... - Murmuró a la presentaciones de los otros. Si esa niña tampoco sabía que hacían allí estaba perdida. Aunque tenía razón que no era la única disfrazada, aún cuando lo suyo solo fuera una mascara.  Miró al chico alzando una ceja -No eres el más fuerte - Dijo tajantemente, estaba claro que era solo un niño flacucho. -Y yo soy la mayor... creo - Argumentó dudosa mirando alrededor a los otros dos, definitivamente era mayor que la niña pero no tenía idea respecto al otro chico. -De cualquier manera, tenemos que trabajar juntos si queremos salir de aquí - Si quien fuera que los hubiera metido allí dentro regresaba no iban a tener ninguna oportunidad por si solos. 

Parpadeó perpleja al ver que los objetos desaparecían y que ahora conocía el mapa sin siquiera haberlo visto. -De acuerdo... quizaaaas no estamos más en Japón - Concedió pensando en las vendas y sorprendiéndose aún más al verla aparecer en sus manos. -¿Pero un videojuego? Es un poco mucho no crees? -  "Piensa Erika, ¿donde has visto algo así?" "Castlevania" Le respondió su mente de inmediato y tuvo que contener el deseo de darse con la mano en la cara. Sí, tenía que admitir que parecía un videojuego, pero no podía serlo. De cualquier forma despacho las dudas para después, y resopló poniendose derecha. -Videojuego o no, esta claro que tenemos que avanzar por ahora - Accedió siguiendo a los otros y pasando pronto al frente del grupo. 

Miró al muchacho pelirrojo al oir su comentario -Claro, Isekai.... - "Como si eso fuera más normal" -Todo puede ser - Cedió suspirando porque nada allí era normal después de todo. Quizás si encontraban a alguien más pudieran darles respuestas. Claro que eso no era lo que esperaba encontrarse.

Se sobresaltó con el disparo siguiendo la dirección de donde venía el ruido hasta los adultos. "Bueno al menos alguien es útil" Pensó al oir a la mujer quejarse mientras disparaba a esas cosas que no parecían tener la mejor de las intenciones con ellos. "¿Ciervo mutante?" Como fuera parecía que necesitaban ayuda, y era claro que no estaban hechos para lidiar con eso. -¡No parece que esten ganando! - Respondió al hombre que intentaba echarlos, bajandose la máscara y echando a correr hacia el monstruo. Su mirada se fijo por una fracción de segundo en la mujer de pelo blanco, por alguna razón le resultaba familiar y su sola presencia la hacia enojar. Corrió hacia la cosa ciervo que la mujer había disparado, deteniéndose a un lado y lanzando una patada a la parte de atrás de su pata derecha intentando desestabilizarlo. 

 La niña haría un gesto de "no se preocupen" cuando finalmente se dieron cuenta de que estaba tan perdida como ustedes, escuchando con atención sus teorías sobre lo que estaba sucediendo.

 -Oohhh... -sus ojos se abrirían de asombro cuando los objetos desaparecieron. -. ¡Oohhh...! -y aún más cuando empezaron a teorías cosas como que fuese un videojuego, o incluso un isekai: parecía ser alguien que se sorprendía fácilmente. -. ¿Y si son ambas cosas? Un Isekai de videojuego...

  En todo caso, la joven no parecía tener intenciones de discutir que no era la mayor allí, y siguiendo al grupo acabarían llegando a aquella sala donde encontrarían a los adultos y las criaturas.

 -¡Sí, podemos con esto! -animaría al verlos a todos tan decididos a enfrentarse a las criaturas, corriendo tras Hiroki hacia aquella que se enfrentaba al pelirrojo antes de tomar una buena cantidad de aire, y a continuación disparar una pequeña bola de fuego celeste hacia la criatura.

 -¡Ey! ¿¡A quién llamas cobarde!? -se quejaría la mujer al escuchar a Kaoru, intentando mantener las distancia contra la criatura mientras él y Erika se acercaban a toda velocidad para atacarle. -. ¡Más les vale no estorbar!

 Claramente con esa actitud de que no iba a agradecer nada hasta ver resultados, la mujer nuevamente levantaría su revolver, apuntando a la criatura y jalando del gatillo, siendo otro disparo con poca o nula precisión, pero que ciertamente dolería mucho de dar en su objetivo...

 -¡Eso no es...! -el chico pelirrojo estaba por excusarse cuando escuchó a Hiroki decir que necesitaban ayuda, y a Erika negar que estuviesen ganando, pero la realidad es que cualquier mano les vendría bien ahora, y viendo que no parecían ser simples niños comunes... Les dejaría actuar. -. ¡Muy bien, vamos a ello!

  Tras los ataques realizados por Erika e Hiroki, el chico aprovecharía para alcanzar a la criatura con una patada alta, levantando uno de sus pies hacia arriba hasta alcanzar la cabeza de la bestia, demostrando una gran flexibilidad y destreza en cuanto a sus piernas.

 Por su lado, el sacerdote no se lo pensaría dos veces: no le agradaba la idea de ver a unos niños inocentes luchar contra esas criaturas feroces mientras él básicamente no hacía nada, pero estaba seguro de que no había manera en la que podía ayudar, por lo que lógicamente hizo lo único que podía hacer ahora.

 -Oh, padre celestial, escucha mis plegarias... -buscar un rincón en el cual ponerse a rezar arrodillado con las manos juntas con un rosario entrelazado.