Partida Rol por web

Suspiró - Supongo que no. Es posible que solo no supieras cómo amarla y eso te llevara a actuar como actuaste. Después de todo, eres alguien que quiere mantener todo siempre bajo control y que hace lo que haga falta con el objetivo de cumplir una meta, ¿verdad? Todo tiene siempre un lado bueno y un lado malo. Tal vez ella pensaba lo mismo, pero en ciertas circunstancias, la luz se debilita y la oscuridad toma fuerza. Si robas la luz de alguien, ese alguien queda sumido en la oscuridad y, sin ese equilibrio, se cometen errores - y aquello podía aplicarse para ambos lados de la historia. Quería decir eso, pero se contuvo.

En el momento en que empezaste a hablar de las finanzas de The Marchen, Delora te miró con atención y, de repente, se echó a reír de manera casi incontrolada. No podía evitarlo e incluso lagrimeó con eso.

- Perdona, es que... Dame un momento - necesitaba recuperarse. Aún respiraba agitada del ataque de risa que había sufrido.

- Oh, vaya. Moriría por ver la cara de Parfait si le preguntaras a ella directamente - rió una vez más.

- Es cierto que nuestros gastos son mayores que las ganancias que produce la taberna, pero Parfait dice que prefiere eso a dejar a alguien en apuros. Por ejemplo tú, Claire, Rin... Si ese hada necia no aceptara a más personas de las que puede pagar, hasta habría ampliado la taberna, pero... - rió -. Ella lo prefiere así. Y muchos, sabiendo que ella prefiere no tener dinero suficiente, ayudan a la taberna. El príncipe es uno que ayuda la taberna con todo lo que puede. Suele traer objetos desechados por los nobles para que se puedan vender, también la taberna recibe donaciones de diferentes brujas y hadas para que siga en pie. Además de que la mayoría de los clientes son personas malditas que vienen aquí en búsqueda de comprensión en medio de su dolor. Si le preguntas a Parfait, dirá que con eso ha pagado todos sus gastos. Por eso prefiere buscar el dinero de diferentes maneras antes que sacarlos de aquí - miró a Claire.

- Ella siente que es la manera de compensar todo el daño que hizo Hildyr con la maldición de cuentos de hada. ¿Eso cambia tu perspectiva? ¿Saber que si aplicara esto, seguirías a merced de quien te diera algo en la calle? ¿O que tal vez Claire tendría que haberse quedado? Créeme que he hablado con Parfait muchas veces del tema, pero es un hada bastante testaruda - suspiró una vez más.

Tuvo al príncipe delante y no sabía nada de la fiesta, aunque cuando comentó el motivo de ella Rin hizo unamleve mueca de desconformidad - bueno, supongo entonces que es normal que no me enterará bien... O quizás me lo dijeron y no estaba atendiendo a ello jeje, después de todo no es tan emocionante ver como participar. Aunque me parece triste que aún se elijan por pruebas a las parejad de alguien, si supiera que la princesa no quiere a ninguno, y fuera capaz de medirme con los postulantes, les enfrentaría para que sea la princesa quien escoja.

Tal vez ese pensamiento se debía a saber que sus padres le querían juntar con alguien en algún momento, pero eran palabras sinceras, decidir quién era mejor para cada persona, era trabajo del corazón y no de mil y una pruebas.

Réamann podía sentir cómo aquella molestia se iba desvaneciendo de su pecho, el cual por fortuna no había sido tan fuerte como en otras ocasiones, pues pudieron alejarse y podría haberlo hecho solo si fuese necesario, pero le había pedido a Stella que se alejara con ella para explicarle un poco mejor. Para cuando arribaron casi al cordel el peliblanco ya podía enderezarse sin problemas y solo tenía una respiración agitada. Aún tenía su mano en su pecho y, su mirada estaba inusualmente más fría de lo usual.

-Perdona, Stella... es solo que... creo que ella está aquí-dijo esto último con gelidez, mirando hacia la dirección donde la castaña estaba acosando al caballero-. No puedo asegurarlo, pudo cambiar su apariencia; pero al verla con aquél que fue mi amigo casi me daba un ataque. Jamás me había pasado-suspiró volteando a ver a la joven y suavizando drásticamente su mirada-. Si es quien creo, no quiero arriesgarte o a los demás; no me busquen ni mencionen mi nombre, estaré por mi cuenta hasta que me retire.

Acomodó el cabello de la pelinegra, aunque no era necesario. Fue como si solo moviera un pequeño mechón de cabello.

-Regresa y quédate con Fiorella, por favor, no te separes de ella. Aún no se si volveré a la fiesta o no; pero no quiero que te expongas si el infortunio deseó que estuviésemos en el mismo sitio. Veré si puedo hablar con Delora y Parfait para avisarles de la probabilidad.

Exhaló profusamente, cerrando sus ojos un momento sin saber exactamente por qué se había puesto así. 

Después de separarse de su hermano, Stella dedicó su atención a Réamann. Mientras caminaba con el chico, algo preocupada, algunas cosas captaron la atención de la chica. Entre ellas, algo raro que sucedía con la gente de la fiesta y, por otro lado, una extraña mujer que acosaba a un caballero. No le puso demasiada importancia a ninguna de las dos, no en ese momento.

Cuando por fin llegaron a un lugar donde Réamann descansase, las palabras del chico le hicieron abrir mucho los ojos. A ella también le había llamado la atención. Sin embargo, no la conocía. ¿Quizá le estaba sucediendo lo mismo que le había pasado en Caefall? No pudo responder a Réamann en el momento, dejó que el chico hablase y ella apretó sus labios. No quería separarse de él, pero... Sí, sabía que no podía arriesgarlo. Estaba segura que con ella no sucedería nada, pero con respecto a él... No, no quería que se pusiese en peligro. Para no aumentar su preocupación, no le mencionó lo que había sentido al ver a la mujer.

—No vuelvas, no quiero que te arriesgues —con sus dos manos, sostuvo aquella que Réamann había usado para mover uno de sus mechones. Sus ojos desbordaban una profunda preocupación—. Yo estaré bien. Haré lo que me pides —se llevó la mano de Réamann a la mejilla y sonrió un poco, antes de soltarlo—. Avisa a las señoras Parfait y Delora que algo raro está sucediendo en la fiesta... —miró hacia las mesas durante un momento— Cuídate, ¿está bien? —una vez viese salir a Réamann de aquel lugar, Stella volvería a la celebración.

Le molestaba que dijera que no había sabido cómo amarla, como si hubiera sólo una forma correcta de amar y todas la demás no fueran útiles. ¿Por qué? Está bien, no había hecho lo mejor por Claire, podía verlo ahora, alejado de aquella situación. Podía recordar todos y cada uno de los momentos en que no había sido lo suficiente bueno con ella como terrible precisión. Pero la había "sabido" amar. Ella se había sentido querida. Se atrevería a decir que había sido bastante feliz con él. Incluso cuando su amor era retorcido.

- Yo no le robé la luz - masculló de mal talante, dejando ver que no le gustaba por dónde iba aquello -. Vuelves a pintarme como el malo de esta historia. Y repito, acepto mis errores. Acepto que quizás la puse entre la espada y la pared - esa quizás permitía entrever la resistencia que sentía a aceptar esos errores, a pesar de decir lo contrario -. Pero ella era la responsable de las decisiones que tomó. De todas ellas. Incluso de seguir conmigo si no era feliz a mi lado. ¿Es que acaso soy un ser de oscuridad?

Se estaba cansando de que la conversación girara en torno a conceptos tan abstractos todo el rato que acababan con volver a él como culpable de toda la situación. El vil Alain Blue que había arruinado la vida de la joven Claire. Bien. Se sentía lo bastante culpable como para que aquellas frases le afectaran más de lo que pretendían. Por eso respondió hoscamente, recordando en cierto modo a un adolescente, cuando la conversación viró hacia terrenos más inofensivos:

- No soy estúpido, Delora, sé perfectamente que estoy aquí gracias a vuestra bondad. Lo sé. Aunque yo no crea en la bondad. Por eso me esfuerzo cada día por compensar como puedo mis gastos. Y os lo devolveré todo con creces cuando recupere mi posición. Estoy seguro de que eso también lo sabes. Pero, ¿eso quiere decir que la bondad tiene su recompensa? ¿que la bondad atrae la bondad? ¿O simplemente sigue siendo un intercambio de favores?

Réamann no pudo reprimir un suspiro cuando la joven le dijo que no volviera. En realidad, pensar que quería ayudar al príncipe y no haber hecho algo con relevancia fue lo que provocó aquella exhalación que mezclaba frustración y resignación, sintiéndose como en Caefall. Era consciente que se trataba de un arrebato caprichoso, pues él mismo consideraba que volver era poner en riesgo a los demás y a sí en caso de que sus sospechas fuesen ciertas. ¿Cómo tomaría su "ex" verle con alguien más o hablando siquiera con otras personas? Es más... ¿Qué pasaría si ella viese que aún no había muerto?

-No te vayas a acercar a ella ni al caballero con el que está-expresó esto con cierto dolor, queriendo explicar más pero ariesgándose a sufrir un ataque si revelaba algo de más-. Y no te vayas a arriesgar, ni que los demás hagan algo. Rin puede ser muy impulsiva y trama planes sin tomar en cuenta varios factores, se disciplinada con ella si es necesario.

Quería profesarle un abrazo, otro gesto... pero de nuevo, era arriesgarla y no quería que por descuido o capricho alguien más les viese juntos. Dio un paso atrás luego de que ella le soltase, asintió y le miró con severidad.

-Cuídate, cuídense todos. Las buscaré y seguramente nos veremos cuando salgan del evento. Si alguno quiere hablar con el príncipe para advertir es mejor que él se acerque a ustedes que al revés, pues los miembros de la Orden podrían detenerlos si los consideran sospechosos... y creo que solo tú o Fiorella podrían hacerlo  sin llamar tanto la atención. Llamen su atención con sutileza-el peliblanco alzó el cordel y se agachó bastante, su altura no le favorecía mucho. una vez que estuviese al otro lado, miró a la chica y relajó su mirada-. No se arriesguen mucho.

Comenzaría a alejarse sin perder la vista de Stella, prestando atención a su alrededor antes de comenzar a buscar a la hada y a la bruja.

Hogward casi no pudo evitar soltar una risa autodespreciativa al pensar en sus "aventuras". -No hubo más que desgracia desde que esa miserable bruja llego- pensó con una palpable ira hacia ella. 

Sin embargo, no podía dejar que sus emociones negativas afloracen, no ahora, por lo que tragándose su rencor e incomodidad, le siguió el juego a la joven -Pues yo estaría encantado de acompañarla a tomar esa taza de té- dijo con una encantadora sonrisa, aun no había sacado nada de información, aunque dijo algo de la seguridad del reino. Tal vez podría enfocarse en investigar eso, era mejor que nada. Para eso tenía que mantenerla cómoda y esa mirada melancolica no le ayudaba -Que no le pese tanto milady, con su belleza ¿como un hombre cualquiera podría ser digno de usted? el hombre que despose sera muy afortunado y de seguro la llenara de los beneficio de los que ahora goza su hermano- la halago -Aunque si lo que desea no es dinero ni poder- -Algo tonto sin dudad- pensó para si -Siempre puede contar con reunir amistades con las cuales desahogarse y divertirse- había gentileza en la voz de Hogward. Tenía que hacer que confiara en el para poder sacar mas información -Por mi parte, estaría encantado de ser una de esas amistades si así lo desea- dijo bajando la voz y acercandose a su oreja para susurrarselo, no podía dejar que otras personas lo oyeran, pues era algo descarado que decir.

-En cuanto a mi hogar...- el peliblanco no podía decir que vivía en una taberna con gente maldita -Hace tiempo que lo abandone por circunstancias fuera de mi control- dijo mientras se le tensaba un poco el rostro, aunque lo relajo apenas lo sintió -Donde me quedo ahora, es un lugar... acogedor diría yo- el único lugar al que podía ir -Llena de gente singular- raros contando consigo mismo -Y aunque es solo  un establecimiento temporal, el tiempo es algo incierto, por lo que no podría responder a su pregunta-

-Ahora es mi turno- dijo Hogward algo divertido -Cuenteme sobre su familia, aunque puedo imaginarmela al verla a usted, me gustaría saber más sobre la familia que pudo criar a tan hermosa y gentil joven- 

No quería que aquello acabase nunca. Cuanto más tiempo pasaba, la calidez que sentía era mayor. No sabía cuanto había añorado la dulzura de su hermano hasta ese momento que sólo tenía ojos para bailar con ella. Sabía que aquello no estaba bien, y que no era en lo que debería centrarse, pero no quería separarse de él mientras pudiera evitarlo. Se ruborizó aún más al escuchar sobre sus dotes de baile - Tuve el mejor de los maestros. Pero lamentablemente nunca se valoraba lo suficiente. - Una mueca de nostalgia cruzó su rostro. 

- ¿Acaso saber mi nombre o mi posición os hace conocerme más o menos? Ya nos conocemos, hemos compartido este baile bajo las estrellasb donde hemos hablado de forma honesta. ¿O acaso se olvidará usted de mi pronto? - Le pregunto mientras se dejaba llevar al son de la música. 

Parpadeó cuando dijo que si podría reparar su falta. - Quizá simplemente nuestros caminos estaban destinados a encontrarse. Por esta noche. Quizá es algo que se predijo hace mucho tiempo y por eso sois capaz de reconocerme. Sea como sea... Este tiempo nos pertenece. No lo desaprovechemos. - Le dedico una sonrisa triste, pero cálida.

Observó aquella pareja extraña y fue entonces cuando trató de cambiar de tema. - ¿Me acompañáis a por un refrigerio, por favor? - No quería faltar a su labor, pero tampoco separarse de su hermano.

El joven se veía a gusto, y no era para menos. Estaba junto a esa hermana que había perdido y que extrañaba sin darse cuenta. Todo culpa de aquella cruel maldición que había caído sobre ti.

- Debo decir que es un maestro excepcional, además de ser usted, Milady, una alumna ejemplar - sonrió otra vez siendo cortés.

Rió mirando hacia abajo - No podría olvidarme de usted tan fácilmente así quisiera, Milady. Y lo premeditado de este encuentro es aquello que me impulsa a saber más de usted, pero no quisiera ofenderla o irrespetar sus deseos. Aunque me tienta usted con sus palabras, debo decir - sonrió y se detuvo cuando lo hiciste. Apenas le pediste que te acompañara, te ofreció su mano para guiarte.

- Permítame escoltarla, Milady. Al menos por el tiempo que me quede - sonrió y te acompañó a la mesa. Al llegar, notaste que tanto Rin como Hogward se encontraban cerca de allí. Eran Rin, quien bailaba con un chico que parecía ser su contemporáneo, mientras que Hogward bailaba con una hermosa jovencita de dorados cabellos y cintura pequeña.

La pareja que habías visto estaba mirándolos y la mujer parecía estar sacando algo del pequeño bolso que llevaba para dirigirse a Rin. Mientras tanto, Eizo tomó dos copas de vino de un mesero de porte elegante y apuesto que, por alguna razón te resultaba familiar. Te la entregó con una sonrisa.

Delora se sentía algo tranquila mientras hablaban. La verdad era que no le costaba mucho poder decirte lo que te decía porque, de cierta manera, se sentía como una yegua cuidando a su potrillo. Notó que te pusiste a la defensiva y su mirada no se endureció, aunque tampoco siguió igual. Solo se volvió levemente más seria, lo suficiente como para mostrarte que realmente te estaba prestando atención. Después de escucharte, solo suspiró.

- Nunca dije que fueras tú quien robara su luz. Solo digo que ella ya venía cargada de oscuridad y tu reacción fue lo último que necesitó. Pero como dije, solo son suposiciones. La única que conoce la verdad sobre todo esto es Claire, aunque en este momento no te dará las respuestas que esperas. Que te enojes conmigo muestra que algo te enoja contigo, pero es más fácil descargarte conmigo que aceptar que eres en parte responsable. Aunque te tengo buenas noticias: esta batalla es solo de Alain contra Alain. El solo hecho de que te catalogues como un ser de oscuridad muestra que te culpas más que cualquiera. No eres un ser de oscuridad. Todos tenemos ambas cosas y la clave está en el equilibrio de ambas. Si quieres pensar que eres un ser de oscuridad, lo serás. Si quieres pensar que eres un ser de luz, lo serás. Solo espero que lo tengas claro -.

Entonces, entraron los temas de The Marchen - Creo que has malentendido mis palabras. Nunca le he dicho a Parfait que no ayude a nadie, solo que no todos caben aquí y, a pesar de todo, seguimos recibiendo personas. La bondad puede ser un intercambio de favores, pero no es un intercambio buscado. No se es bondadoso con la esperanza de que alguien más lo sea contigo, solo porque es lo que nace de tu corazón: ayudar a otros, apoyarlos, guiarlos... Todo con el fin de que ese otro esté bien y sea feliz. Inevitablemente te encontrarás con que muchos quieren regresar la bondad que reciben, pero por su propio agradecimiento. No por obligación o algo así. Y por eso mi respuesta es: no tienes que devolvernos nada cuando recuperes tu posición, Alain. Basta con que regreses a tu vida y seas feliz - se detuvo allí y te miró mientras empezaba a salir de la habitación.

- En ese deseo nuestro para contigo está la lección que debes aprender. Pero si me quedo más, volverás hacia atrás en tus pasos. Solo te pido que recuerdes que no todos pensamos mal de ti - y mientras Delora salía sin darte posibilidad para protestar, entraba Parfait preocupada.

- ¿Está todo bien? Se escuchaba bastante alboroto y nos asustamos - y luego se acercó -. ¿Estás bien? Te ves algo... Contrariado - el tono de voz del hada y su forma de expresarse eran claramente más dulces que los de Delora, pero ¿acaso la bruja estaba esperando la llegada de Parfait para marcharse?

La chica se sorprendió cuando mencionaste el gusto que sería tomar esa taza de té. Se veía a gusto y un leve rubor en sus mejillas apareció cuando le hablaste al oído. Rió traviesa - Es usted todo un casanova, Milord. Es incorrecto jugar con los sentimientos de una dama, aunque si es lo correcto decirle esto, puede ser egoísta, pero no quisiera los beneficios de su clase, sino que vea el valor más allá de mi posición. Aunque si le soy sincera, no he encontrado a alguien que cumpla con esa característica. ¿Está seguro que le interesaría ser una de esas amistades, Milord? ¿O lo dice solo para contar con el favor de una dama de alta cuna? - su tono se tornó levemente más serio. Al menos no era tonta.

Escuchó la descripción de tus circunstancias actuales con interés - Así que tengo frente a mí un nómada. Es usted toda una caja de sorpresas, Milord. ¿Y cuál es su oficio? Debe ser algo importante para estar aquí - sonreía.

Cuando le preguntaste sobre su familia, se tornó un poco triste - Soy la hija mayor de cuatro hermanos y en edad de ser desposada, así que ya imaginará mi situación. Buscar a alguien merecedor no es tan importante como a alguien que pueda pagar los tributos necesarios -.

De repente, las personas se empezaban a organizar, despejando la pista de baile. Lara miró extrañada la situación, pero esperó a que la guiaras en el quéhacer.

El chico te miró con una sonrisa sincera y al parecer cautivado por tus palabras. La verdad era que parecía darle bastante peso a lo que decías y se veía a gusto.

- No debe ocupar su mente por este servidor, Milady. Aunque en parte concuerdo con sus palabras. El amor debería ser una elección de los corazones, pero también comprendo el afán de muchos aristócratas por mantener su legado de riqueza. A veces usan a sus hijos con el objetivo de salvarse de sus propias bancarrotas. ¿No cree usted que es algo injusto? Y algunos carecemos del derecho de elegir. En ocasiones, la vida de los comuneros es más sencilla. Deben trabajar más duro, pero gozan del poder de decisión del cual algunos carecemos - miró más allá del cordel que separaba el festejo y luego volvió.

- Disculpe, Milady. No fue mi intención agobiarla con mis pesares, aunque creo que nuestro tiempo está por terminar - se separó de ti e hizo una respetuosa reverencia -. Agradezco su compañía. Ha sido encantadora - y con despacio, se mezcló entre el gentío que parecía aglomerarse de manera relativamente atípica cerca de donde estabas.

Después de aquello, entre presuroso y preocupado, Réamann salió cruzando el cordel de seguridad. Apenas este lo hizo, los guardias de la orden empezaron a fortalecer la seguridad, haciendo hermético el ingreso o salida de ese lugar. Todo este movimiento era dirigido por un hombre de mirada severa y porte intimidante. Aquel no era nada más y nada menos que Sir Alcaster, el capitán de la Orden de Caldira.

Una vez se intensificó la guardia, regresaste a la celebración. Tu hermano seguía repartiendo bebidas, pero esta vez estaba más cerca de la mesa de comida. Podías notar que, uno a uno, los varones de las familias parecían formarse en la parte delantera de la aglomeración de personas, mientras que la pista de baile se despejaba, dejando por segunda vez al rey y a la princesa casi solos en esta.

Buscaste a Rin y a Hogward con la mirada y notaste que Hogward aún parecía bailar con la chica de dorados cabellos, mientras que el acompañante de Rin se despedía de ella para unirse a los hombres que buscaban entrar en la selección que llevaría a cabo la princesa. Si mirabas un poco más hacia la parte de atrás, viste ciertas personas que no le quitaban los ojos de encima o a RIn y a Hogward. Aún no estabas muy segura de a cuál de los dos miraban.

Un escalofrío en la espina dorsal te hizo girar y viste a la mujer castaña que estaba con ese capitán de la guardia de antes, pero ocurrió algo similar al incidente en Caelfall, ya que al parpadear, viste cómo su apariencia cambiaba drásticamente. No era castaña, era rubia. Además, su rostro era bastante diferente al que habías visto antes. Sea quien fuere, lo más seguro es que aquello también era un glamour. A pesar de su apariencia frágil, había algo extraño en su mirada, algo inquietante. Se giró solo un instante hacia ti como si hubiera percibido que la mirabas, te sonrió y entonces, una persona se atravesó en tu campo visual. Al volver a hacer contacto, la visión de la rubia había desaparecido. ¿Podría haber sido una ilusión?

Justo en el momento en que saliste, notaste que Sir Alcaster había dado la orden de hermetizar el ingreso para que nadie fuera a retirarse, por lo cual no podrías entrar fácilmente. Miraste alrededor y había tantas personas tratando de husmear que la tarea de buscarlas no sería fácil, aunque contabas con la ventaja de ser mucho más alto que la mayoría.

Te moviste con algo de dificultad para retirarte de la multitud y, no muy lejos de allí, tomando un tranquilo té en un café cercano, viste a Parfait con Waltz. Ambos parecían disfrutarlo tranquilamente, aunque tenías claro que no estaban allí por casualidad, tal vez solo era su manera de aparentar que no estaban prestando atención al festejo. Delora no estaba por ahí en ninguna parte, así que lo más seguro era que estuviera vigilando en otro punto estratégico.

Al acercarte, Parfait te miró y al reconocerte, se exaltó un poco - Hola. ¿Por qué vienes solo? - fue todo lo que dijo, pero fue suficiente para extenderte sus preocupaciones, ya que ella sabía que Stella y tú irían juntos. Waltz se paró de su asiento como si estuviera listo para actuar.

- ¿Qué sucede? - sonaba entre ansioso y preocupado.

La música ofreció un giro tenue y bastante leve. No era demasiado brusco, pero lo suficientemente perceptible como para que todos los invitados comprendieran lo que venía a continuación. O al menos casi todos. Cada hombre soltero abandonaba a su pareja de baile para tomar una posición más cerca de la pista de baile que ahora solo tenía al rey y a la princesa. El cambio de atmósfera había sido gradual, por lo cual no había sido un tema brusco, casi como si la nobleza supiera incluso qué pasos seguir en esas circunstancias. El baile entre la princesa y el rey terminaba para dar paso a varios aplausos entre los espectadores.

La música se detuvo solo un momento para dar paso a la intervención del rey:

- Quiero agradecer a todos los asistentes por su presencia en la gala de mi querida hija, la princesa Emelaigne, quien ansío hoy encuentre a quien acompañará sus pasos. Por eso agradezco a todos aquellos que quieren compartir su destino a su lado, el destino de ser los legítimos soberanos de Angielle. Es necesario que sepan que la prueba impuesta para definirlo será un poco atípico, ya que son los deseos de mi amada hija - y con ello, pasó a explicar lo que Emelaigne había pedido. Quería que, todos aquellos candidatos, pasaran por dos pruebas y la primera sería tomar de la mano a un comunero. La segunda se llevaría a cabo de manera privada. Rod tenía razón después de todo. Si le miraban, podrían notar su rostro de preocupación al escuchar las palabras del rey.

De inmediato, los aristócratas alzaron voces de inconformidad, algunos de repulsión, pero todos de molestia. Tal vez uno que otro no había dicho nada al respecto. Emelaigne alzó su voz y mostró por qué tenía el apoyo de su padre y del común de la gente. Su voz era dulce y tierna, casi como su apariencia y manera de actuar.

- Sé que es difícil de comprender, pero un monarca debe amar a su pueblo. Eso lo he aprendido de Su Majestad, el Rey Genaro. Por ello quiero que quien me acompañe, profese ese mismo amor para que pueda guiar a su gente de manera adecuada - las altas esferas no estaban nada de acuerdo. Y mientras la fiesta se tornaba incómoda, las luces empezaban a parpadear.

Al ver que todo había comenzado, pudiste notar que tu hermano se debatía entre quedarse contigo o no. Al final, bebió su copa de un solo trago, dejó la copa e hizo una reverencia.

- Milady, me disculpo por el indecoroso gesto de mi parte, pero es hora de marcharme. Sepa usted que el tiempo que he compartido a su lado me ha resultado exquisito y recordaré siempre su compañía - besó el dorso de tu mano y se marchó para adentrarse en el bullicio.

Lara te miró cuando parecía que el evento principal comenzaría, pero que no te unías a la fila de hombres en busca de concursar por la mano de la princesa. Se separó del baile y tras una reverencia, te preguntó.

- ¿Acaso no piensa unirse, Milord? ¿No está usted aquí para concursar por la mano de la princesa? - sonreía con sus manos al frente, y aunque fingía compostura, podías ver algo de celos en su mirada.

Hizo una leve inclinación tomando su falda mientras el chico se retiraba y se imaginó a si misma con traje masculino "sir Rin de Ranrún" jeje, pero siendo realistas quedaba lejos el momento en el que pudiera enfrentar a caballeros por salvaguardar la decisión de una princesa. Miró a los lados a ver si veía algo sospechoso o para ver si había alguna columna firme en la que preparar una pequeña catapulta improvisada.

Sus trampas eran su mejor arma y preparar un disparador para cuando necesitará lanzar un pedrusco le parecía buena idea, aunque debía trabajar con calma sin que nadie viera bien que hacía, le tocaría a su perezoso hermano ultimar detalles del pequeño disparador, para que ella lo cubrirá de espaldas a la columna.

Dejar a Réamann solo cuando se encontraba así, preocupaba mucho a Stella. Sin embargo, la aliviaba por partes iguales. Si las sospechas del peliblanco eran ciertas, la fiesta era el lugar menos seguro en el cual podría estar. Volteándose rápido para no mirar a Sir Alcaster (ya que le daba algo de miedo lo intimidante que era), Stella tomó un respiro y endureció su expresión, intentando actuar de nuevo como ella creía y actuaba una aristócrata. De esa forma volvió a mezclarse en la reunión buscando disimuladamente a Fiorella.

Mientras regresaba a la fiesta, procuró seguir los extraños patrones que todos los demás seguían. En el trayecto divisó de nuevo a su hermano, Rin y Hogward. Ver las personas que miraban a sus compañeros le hirvió un poco la sangre. Habían dicho comentarios sobre ellos muy groseros apenas llegaron, por un momento pensó en ir por Rin, mientras todos los chicos se formaban para la selección, pero algo la distrajo. Se quedó de piedra sin perder de vista aquella rubia. Vio cómo esta le sonrió y se tensó. Cuando se perdió entre la gente... Es ella, pensó al instante. No le cabían dudas, esa mujer era una bruja y encajaba con lo que Réamann le había contado alguna vez, sobre todo con sus sospechas actuales. Sintió algo de miedo, pero nada comparado con el alivio de saber que Réamann había salido de allí... Esperaba que estuviese ya con Parfait y Delora.

La ceremonia comenzaba y la dulce melodía de la música fue lo único que sacó a Stella de su sorpresa. Intentó volver a su porte de aristócrata y, sin poner demasiada atención en lo que sucedía, se abalanzó a buscar al príncipe Rod. No sabía si el hecho de que estuviese esa mujer allí conllevaba un peligro mayor, pero debía alertarle. Había una bruja malvada rondando el lugar. Intentó buscarlo con la mirada, la desesperó un poco ver que estaba junto al rey. Si no podía hablar con él aún... por los momentos debía limitarse a recabar información, si podía.