Partida Rol por web

Réamann se retiró a descansar poco después que las diferentes personas se pararan de la mesa a centrarse en sus actividades. Además, la resaca era muy fuerte para su cuerpo y lo mejor era descansar. Cuando abrió los ojos, pudo notar que la molestia había cesado casi por completo, seguramente gracias a la poción. Aún había algo de mareo, pero nada más de qué preocuparse.

La posición del sol por la ventana demostraba que estaba cercano el anochecer, así que habías dormido la mayor parte del día. Poco después, pudiste sentir el olor a comida llegando a tu nariz y al girar la cabeza viste que tenías un plato de estofado junto a tu cama. Tal vez había sido Stella o Annice. Cualquiera de las dos podría haberse encargado de ello.

...Rin miró alrededor - puedo - decía - estoy acostumbrada a caminar a ciegas cuando los duendes hacen de las suyas, pero está quietud es demasiado intensa incluso para ellos... En una ocasión escuché que los duendes pueden morir si no siquiera la brisa entona su canción... Sé que muchos de mis conocimientos son erróneos pero es verdad que nunca dispusieron tanto silencio en sus escenas boscosas...

Lo que había dicho Hogward antes de entrar al portal, causó que, por un breve momento, Stella lo mirase con una expresión algo triste. No obstante, lo que dijo Elliot hizo que esa expresión desapareciese. Las hadas eran bastante amables. Ojalá esa sensación le hubiese durado un poco más. Después de observar a Elliot, Rin y Waltz... se empezó a dar cuenta de algo.

Para Stella, en un principio, ese paisaje no era más que un lugar... bonito y desolado. Sin embargo, poco después de sonreírle a los pequeños, la expresión amable de Stella se borró abruptamente mientras su mirada se perdía en algún lugar indeterminado. Un sentimiento incómodo llegó a ella. Después de haberse dado cuenta, como los demás, ya no podía ignorarlo: algo estaba fuera de lugar.

Stella se quedó perdida en sus sensaciones un rato más, aún y cuando Elliot la miró. Y ese olor... ¿Tal vez se trataba... de una bruja? Pero si en verdad estaban ocultando algo de lo que pasaba, o si sencillamente era una ilusión muy poderosa... ¿Quién tendría un poder tan grande para hacer algo así? Pensar solo en eso trajo otro escalofrío a la espalda de Stella.

—De cualquier forma... deberíamos tener cuidado. No sé por qué, pero algo me lo dice —dijo, después de escuchar lo dicho por Rin. Miró a sus compañeros, viéndose algo más preocupada—. ¿Podría ser... que una bruja esté detrás de todo esto?

Réamann se había sentido frustrado de no haber colaborado mucho en la reunión debido a que la resaca le sentaba peor debido a la maldición; sin embargo, aquella molestia era más porquehabía surgido algo importante para Stella y no pudo acompañarla tal y como le había dicho alguna vez para apoyarla. Él estaba más cerca de liberarse a comparación de ella, pero aún así quería estar ahí para ella porque sus sentimientos eran sinceros, aunque seguía pareciéndole irónico que las dos veces que se enamoró hayan sido en brujas.

Poco a poco se fue despertando, mirando el techo mientras se percataba que estaba mejor a pesar de haber dormido casi todo el día. Se sentó mientras tronaba su cuello y detuvo su mirada en aquél plato de comida, quedándose así por algunos segundos. ¿Ya habrían vuelto? ¿Quiénes estarían en The Marchen? El peliblanco parpadeó lentamente mientras suspiraba roncamente y se acomodaba para comer, sabiendo que si no ingería alimento luego de todo ese tiempo dormido se sentiría mal por la falta de energías.

Se tomó su tiempo en devorar el desayuno-comida-cena, y cuando terminó se cambió por unas prendas limpias para salir de su cuarto y averiguar qué estaba pasando. Desconocía por completo qué sucedía y era mejor saberlo de una buena vez.

Dante estaba en el portal ya esperándoles, haciendo una señal para que lo siguieran. Mientras ambos se disponían a seguirlo, pudieron escuchar una puerta abrirse. Era Réamann, quien parecía apenas despertarse tras descansar todo el día. Era de esperarse después de semejante resaca, ya que su maldición deterioraba su condición física, así que lo mejor era que descansara bien y de seguro Parfait se aseguró de ello.

Siguieron su camino hacia la plaza justo como se había pactado inicialmente, mas lo que se encontrarían podría tomar a cualquiera por sorpresa: la plaza estaba más vivaz que de costumbre con chicas en hermosos vestidos acompañadas por sus pajes y todas enfiladas registrándose para realizar la prueba del brazalete. Era curioso que algo como un brazalete pudiera atraer tantas miradas, pero el hecho de que una familia rica lo estuviera poniendo parecía atraer la atención de muchas familias, sobre todo de aquellas de condiciones no tan ricas. Eran muchas las hijas de comerciantes, panaderos y granjeros que se habían formado también, así que en verdad reflejaba lo que contaba el cuento de Cenicienta: las mujeres de todo el reino. Casi era esa la idea.

Había muchas participantes antes que Fiorella, pero la idea de todo eso es que ella fuera la última, así que no había prisa, pero sí una fila muy larga. Dante se despidió y tomó su lugar, mientras que Ezio se veía a la distancia, sentado tras una mesa y probando el brazalete en cada chica él mismo después de charlar un poco con ellas.

Parecía ser que por una vez, Dante y él estaban en la misma línea. Enarcó las cejas pero no dijo nada al respecto y, al parecer, los nervios también traicionaron a Fiorella, pues no pareció capaz de decir nada a sus cumplidos. Por supuesto, era normal pues si todo salía bien aquel sería un momento de gran trascendencia para ella. Se liberaría de su maldición. Recuperaría su vida y se marcharía...

Se negó a seguir pensando en aquello. En su lugar, miró la larga fila de engalanadas chicas que tenían por delante, todas con la esperanza de ser ellas. Ver aquella larga cola con tantas pretendientes debía ser enervante para Fiorella así que acabó por decantarse por darle un tema de conversación.

- Recuérdame la condición para que se rompa tu maldición - murmuró por lo bajo, acercándose a ella sin perder de vista el entorno que les rodeaba.

-No me sorprendería ¿quizás alguien molestó alguna y se deshizo de todos?- dijo el chico con el ceño fruncido. No queria encontrarse con ninguna bruja mas de ser posible. El lugar, después de un tiempo, daba una muy mala espina -En todo caso es mejor apresurarnos con lo que hemos venid a hacer. Así que Rin si no es mucha molestia....- Hogward alargó una mano para darle paso a Rin mientras se hacia a un lado.

Al parecer habían logrado cierta paz tanto Alain como Dante. La conversación con su hermano había logrado calmar las aguas y ahora se dirigían hacia la plaza donde Ezio estaba esperando. Fiorella sintió una punzada en el corazón cuando vio aquella fila y vio que la espera iba a ser larga pero no quedaba mas remedio que esperar pacientemente a que todo sucediese, al menos no estaba sola y contaba con alguien como Alain que había demostrado ser de fiar. 

Estaba tan emocionada por recuperar su vida y volver con sus hermanos que no fue capaz de sentir la inseguridad de su acompañante, pero sí que le pillo por sorpresa aquella pregunta. - Es complicado. Pero.. básicamente, que descubran quién soy.- Afirmó en voz baja con cierto nerviosismo. - Espero... que todo salga bien. - 

Saliste a la taberna y poco después viste a Alain salir junto al pelirrojo que habían dicho era el hermano de Fiorella y Fiorella, pero vestida con unas hermosas galas. Al parecer, estaba lista para lo que sería la cita con su destino.

Se percataron de su presencia, pero siguieron su camino. Al parecer, tenían cosas más urgentes de qué ocuparse a partir de ahí. Miraste alrededor y la taberna estaba prácticamente desierta. No tardó mucho Annice en cruzarse contigo para luego preguntarte - Me alegra verte mejor. ¿Cómo te sientes? - y simplemente sonrió.

Aunque el tiempo pasaba, los rostros de tus amigos no se asomaban y Stella tampoco. ¿Dónde estaba? 

Tras seguir la invitación de Hogward, Rin empezó a marcar un camino casi sin saber que lo hacía. Empezó a pasar por las vacías calles y la inquietud del absoluto silencio se sentía en el aire. Era incluso mucho peor que si se pudieran ver llenas de gente. Pasaron por lo que parecía una panadería y en ese momento Elliot se giró hacia el grupo - Lo que ves no fue ocasionado por una bruja. De hecho, las brujas evitaban este pueblo. Lo que sí es cierto es que... esta sensación es ocasionada por la magia de una bruja. Y de una bastante hábil, debo decir - Waltz asintió a las palabras del peliazul.

Un paso después de la panadería, todo a su alrededor brilló por segunda vez y el cielo se oscureció mostrando la noche que ya había llegado. El panorama era diferente y frío. Las edificaciones seguían iguales, solo que con algunas diferencias: la primera era que la maleza rodeaba los caminos y la naturaleza estaba recuperando su lugar con cierta rapidez. La segunda fue la aparición de sombras humanas que la enorme luna llena mostraba en el suelo. Mientras se acercaban al lugar del cual provenían las sombras, el panorama se aclaraba cada vez más y las oscuras figuras tomaban forma: estatuas de piedra.

No eran solo unas cuantas, eran cientos de ellas. Todas eran diferentes y tan detalladas que parecía que fueran a cobrar vida en cualquier segundo: algunas se veían desprevenidas, otras asustadas, otras incluso parecía que hubieran estado sosteniendo una conversación, y otras ejecutaban sus labores diarias. Un camino de ellas trazaba la salida del pueblo. Y aunque las observaron con detenimiento para ver si se movían, simplemente no lo hacían. Estaban allí, frías e inmóviles. El calor humano inexistente hacía de este nada más que un pueblo fantasma, un pueblo de piedra.

Waltz y Elliot detuvieron su andar mirando las estatuas fijamente con una mezcla de sorpresa y tristeza.

La plaza seguía animosa y todas las chicas parecían expectantes. Los faros de la calle se encendían mientras toda la conmoción pasaba. No estaban seguros de cuánto tiempo pasó, pero los negocios que permanecían abiertos cerraban uno por uno. La larga espera les dio la oportunidad de conversar un poco, mas también de ver cómo era aquella "prueba" a la cual eran sometidas.

Ezio y Dante parecían haber planeado bien todo para que no fuera tan sencillo como poner un brazalete, sino que había una pequeña entrevista previa sobre la vida de las chicas y de por qué querían probar. Eso ayudaba a descartar las más obvias: aquellas que buscaban el dinero más fácil. Después de todo, no podías tener uno de esos brazaletes sin conocer nada de la familia, así que con algo como hablar del "escudo de armas" era suficiente para eso. Si pasaban las preguntas, seguiría la parte del brazalente. Por suerte, ninguna había pasado ambas pruebas, así que todo parecía indicar que el plan sería exitoso. Dante miraba en ocasiones a donde estaban los dos y luego quitaba la mirada. La guardia de palacio llegó poco después, diciendo que el Rey Genaro les había indicado guardar el perímetro por seguridad. Lo menos que querían era que se repitiera lo de la fiesta.

Las horas pasaron y el cansancio de estar de pie empezaba a sentirse, pero tras de ustedes solo habían dos o tres chicas más, y solo unas cinco más adelante. Era cuestión de tiempo, ¿verdad? Sin embargo, algo detuvo el avance. La cara de Dante de sorpresa era un poema en sí mismo, mientras que una a una las chicas que quedaban delante de ambos se retiraban de la fila. El guardia de palacio que estaba hablando con cada pareja, se acercó a ustedes por fin para decir con un tono frío y desinteresado - La dueña ya ha sido encontrada. Por favor retírense - y se quedó parado allí, esperando a que siguieran la indicación.

Miraron hacia adelante para ver a Ezio sonriendo mientras hablaba con una chica de cabellos oscuros, rostro delicado y que adornaba su cabello con hermosos lirios. Se veían cautivados en una conversación de lo más interesante mientras que Dante trataba de llamar la atención de su hermano sin éxito. Discutía acaloradamente, pero Ezio simplemente no podía dejar de hablar con la chica.

Después de que Rin empezase a marcar el camino, Stella la siguió, sin separarse mucho de sus otros compañeros. Aquellas sensaciones que sentía en el lugar no eran para nada agradables. Volviéndose hacia el pequeño Elliot, no pudo evitar confundirse con sus palabras. Ninguna bruja tenía parte en eso, pero lo que se podía sentir era gracias a la magia de una bruja. No lograba entenderlo del todo. Waltz y Elliot sí que parecían entenderse. La chica los miró, algo confundida, mientras se detenía a apreciar el desolado paisaje una vez más. No sabría que más adelante vería algo que la helaría por completo.

Apenas vio las estatuas de piedra tomar forma ante la claridad de la Luna, Stella detuvo su andar, así como Waltz y Elliot. Sin poder creer del todo lo que sus ojos veían, su cabeza giró lentamente para darle un panorama completo de las estatuas a la vista. El viento agitó el cabello de Stella, haciendo que parte de este cubriese su rostro, pero la chica no pudo cerrar los ojos por el impacto.

—¿Qué... pasó aquí? —¿era eso lo desagradable que había sentido? Mirar las estatuas... era como mirar un retrato en blanco y negro. Todos se habían quedado en algún lugar del tiempo. Un sentimiento desolador comenzó a azotar el pecho de Stella. La chica tuvo que llevarse una mano al pecho. Miró a Rin, esperando por su reacción. Todo lo que estaban viendo... debía ser reciente, ¿no? ¿Quién podría haberse atrevido a hacer algo así?— Es horrible...

Rin no pareció sorprenderse demasiado, incluso dio una patada a una escultura que tenía una piedra en la mano, y a la vez se rascó la cabeza - lo siento no recordaba haber tocado a tanta gente... ¿Las maldiciones son contagiosas? - miró con cierta tristeza hacia el panadero y hacia algunas otras personas que parecían querer frenar a quienes iban armados - es mi maldición transformar en piedra a quien toco, y en el momento de mi huida estaba literalmente en pánico, no entendía que pasaba y aunque intenté no tocar a muchos... El panadero siempre era amable y ofrecía magníficos panecillos a los niños cuando lloraban, quiso darme uno al verme en pánico mientras huía de quienes ya habían empezado a tirar piedras. Este panorama lo veo más normal... Lo que no entiendo es por que alguien iba a esconder con ilusiones lo que hice, jugaba a veces con los duendes pero dudomque me tuvieran un aprecio medio decente como para ocultar lo que hice.

Para ella el misterio era la ilusión previa, sin duda algo ocurría.

- bienvenidos al pueblo de piedra... Ya sabéis por qué lo llaman así... Aunque me decepciona ver qué lo han abandonado.

Réamann se limitó a observar cómo Alain, Fiorella y Dante se iban algo tarde de The Marchen, pensando que seguramente irían a alguna cena de gala o similar debido a la vestimenta de la ojirojiza, deseando en su mente que le fuese bien en que su familia le reconociera para que así su maldición desapareciera y fuese libre. No le había hablado mucho, pero que alguien que conociera saliese librado de ello le daba esperanzas de que él y Stella podrían hacer lo mismo algún día.

Miró llegar a Anniche, bajando un poco su mirada para verla bien.

-Me siento mejor, gracias-contestó con su tono seco habitual, aunque esta vez no se escuchó grosero. Inspeccionó una vez más el área y luego miró a la castaña-. ¿Y los demás?  ¿Necesitas ayuda con algo?

Hogward siguió a los demás mirando a los alrededores. El pueblo era bastante apacible y tranquilo, si no fuera por la obvia inexistencia de personas, el chico podría imaginarse viviendo en un lugar igual para estar en paz. No obstante, ahora mismo no quería mas que irse de el lugar. El ambiente no hacía más que estresarlo, como si algo estuviera a punto de salir de entre la edificios a atacarlos.

Esto no hizo mas que empeorar cuando vio las estatuas. Sin poder evitarlo, sentimientos de desagrado hacia las brujas volvieron a surgir dentro de si. -No creo ni por asomo que haya sido tu culpa lo que paso- aunque creía entender algo por la gente que tenía piedras en las manos, Hogward aun sentía que la causante principal, fue la que puso la maldición en primer lugar.

-Tal vez lo hizo la que lanzó la maldición para ocultar lo que provocó- el chico no podía dejar de culpar a las brujas.

La ansiedad de esa situacion fue haciendo mella en Fiorella que cada vez miraba con más nerviosismo la fila y al resto de chicas mientras esperaba, estaba segura de que todo saldría bien pero por otra parte la ansiedad empezaba a enumerar todo lo que podía salir mal y al final empezó a frotarse las manos y a mover los pies con inquietud. Algo que solo podía percibir Alain que estaba a su lado. 

El cambio fue cuando se produzco aquel anuncio que dejó a la joven con los ojos abiertos de puro pánico. Miraba a sus hermanos y no entendía lo que sucedía, pero algo sabía y es que esa chica no tenía nada que ver con ella. La desesperación le agarró la garganta y quería gritar y llorar pero durante los primeros segundos no le salía nada. Comenzó a andar hacia la taberna pero al final se dio la vuelta y avanzó dando largas zancadas llevada por la ira, acercándose lo suficiente para que su hermano Ezio la escuchase. - Espero que nunca olvides este día porque hoy has roto tu promesa. - Le respondió con furia refiriéndose a aquel evento de hace días. Tras eso simplemente salió corriendo con los ojos llenos de lágrimas, y no hacia la posada sino hacia el lago donde se había ido con Alain en aquella primera excursión, cuando aún tenía esperanza. 

La mirada de Elliot al escuchar las palabras de Rin eran disconformes, pero las palabras de Hogward le robaron una expresión desagradable - Quisiera que midiera sus palabras, Lord Hogward. Después de todo, no se sabe cuántas brujas puede haber a nuestro alrededor. Y para saber qué ocasionó que tal castigo fuera impuesto hacia una joven como Lady Rin, primero hay que ver sus acciones. Por favor no hable sin conocimiento. Puede herir susceptibilidades que ni usted desea herir - y miró a Waltz un momento, quien negó con la cabeza.

- Como lo he dicho, no todas las brujas son malas y rencorosas. La maldición no es un castigo apropiado, pero muchas se han visto en la necesidad de hacerlo para poderse defender. Después de todo, nos masacraron sin piedad sin ningún tipo de razón. Las razones se dieron después - y Waltz lucía más calmado que Elliot, quien parecía seguir incómodo.

Las estatuas estaban sobre todo concentradas en el centro del pueblo y hacia la entrada, pero disminuían su intensidad mientras se acercaban a su destino. De repente, tanto Waltz como Elliot les dijeron por lo bajo que se detuvieran -. Ya nos has observado lo suficiente. Muéstrate - y, como si de un encantamiento se tratara, una aparición que brillaba como la plata se hizo presente. Sus cabellos, su ropa... Parecía absorber la luz de la luna misma para proyectarla hacia el exterior.

- Tienes sentidos bastante agudos para un hada, niño. Aunque creo que es de esperarse cuando el aprendiz de la misma Hildyr te acompaña - y se cruzó de brazos. Su voz era dulce como el cantar de las aves y su rostro gentil e inocente como el de un ángel. La mujer posó sus penetrantes ojos en Hogward -. Y tú, humano, eres rápido para juzgar. No lo hice para ocultar lo que provoqué, porque yo no lo hice. Quien lo hizo fueron esos hermanos descorazonados y sus compradores. Tal vez deberías preguntarle a tu amiguita humana qué fue lo que hizo. Yo solo protegía este pueblo de saqueadores oportunistas hasta que lograran librarse de la maldición - y se paró frente a ustedes bloqueando su camino -. Que es por lo cual los vigilaba. Díganme, ¿qué los trae al pueblo de piedra? -.

Casi a la vez que Elliot y Waltz se detuvieron, notaste una presencia cercana. Parecía vigilarlos de detrás de una de las casas. Al momento en que apareció, notaste que aquella etérea apariencia era solo un glamour, pero también te diste cuenta que quien estaba frente a ustedes era, en definitiva, otra bruja.

Annice se veía complacida al saberte mejor. Te miró con atención para inspeccionarte y luego sonrió para responder a tus preguntas.

- Realmente no. La taberna está vacía. Después de todo, toda la atención se volcó al evento que organizaron los hermanos de Fiorella - y sonrió -. Todas las mujeres de Angielle asistieron con la esperanza de ser elegidas. Y los demás... Bueno, Fiorella fue hacia allí con Alain. Stella, Rin y Hogward salieron para otra ciudad junto a Waltz y Elliot. Ojalá regresen pronto. ¿No crees que este lugar se siente muy solitario sin todo el bullicio? Sobre todo Rin yendo de aquí para allá como mesera. A veces me sorprende cuánta energía tiene - y rió.

El anochecer había llegado y los faros de la calle se encendían uno a uno hasta marcar una atmósfera más íntima. Depronto, un gran alboroto se armó en la plaza. No era como si hubiera disturbios, pero sí había mucho movimiento de gente. Muchos de ellos eran mujeres en elegantes vestidos.

Mientras Fiorella se acercaba con cierta velocidad, uno de los guardias trató de detenerla, pero al ver que se detuvo, la dejó seguir, aunque permaneció alerta de cualquier reacción exagerada. Dante miró sorprendido el actuar de Fiorella, por lo que apretó los puños con fuerza y trató de sacudir a Ezio, pero este ni siquiera miraba a su hermano. Su mirada parecía clavada en la chica de apariencia silvestre sin descansar su mirada. La chica sí que se giró hacia Fiorella sonriendo con malicia mientras la veía alejarse. Dante se debatía entre ir por ella o quedarse con su hermano, pero al ver que Alain la persiguió, dejó que este se encargara mientras este trataba de que Ezio entrara en razón.

Si bien era cierto que Fiorella estaba decidida a ir a ese lago, el camino era largo y más en un atuendo como el que llevaba la chica, por lo que lo máximo que logró fue alejarse de la zona centra y adentrarse en una parte cercana al cementerio. Alain la siguió, pero parecía que no había nadie más cerca de allí. Aparentemente estaban solos.