Partida Rol por web

No pudo hacer nada por aquel que Fiorella había nombrado Lord Edwin. Había sido una víctima más en aquella historia y aunque la culpa no pesaba sobre su conciencia, no podía evitar pensar en cuántos daños colaterales causaban aquellas maldiciones. Incluso había tenido que detener a Fiorella, por más desgarrador que hubiera sido, de correr hacia el pobre e insalvable anciano para lograr que se centrara en su objetivo. ¿Era aquello egoísta? ¿Estaba pensando en que pudiera romper la maldición o en salvar a su hermano? Aunque fueran ligados de la mano, había una sutil diferencia entre ambos y no alcanzaba a discernir en qué pensaba él que estaba ayudando.

Pero llegados a ese punto, Alain había sido relegado al puesto de mero observador, permitiendo que el hada se apoyara en él mientras observaba el enfrentamiento entre Fiorella y la bruja y el gesto de dolor de Réamann.

La bruja no reaccionó de ninguna manera al comentario de Stella antes de echarle una última mirada a Conall, quien seguía sin decir nada. Un muy agotado Elliot sudaba mientras se acercaba a Stella con una expresión preocupada. Mientras tanto, las chicas podrían notar que había un último grupo que se aceracaba a una velocidad considerable. Era el mismo grupo que tenía cautivo a Conall anteriormente. La bruja no hizo nada por detenerlos, aunque sonrió al verlos pasar la barrera. ¿Tal vez era un augurio de lo que les esperaba?

Elliot miró a Stella y a Rin para luego decirle a la pelinegra – No me queda suficiente magia para abrir el portal, así que tomaré la tuya prestada. ¿Está bien? Te advierto que eso puede debilitarte un poco, pero no sabemos si Waltz aguante – a lo que la chica asintió.

Rin era quien guiaba a Conall mientras que Hogward cargaba con Waltz cuya sangre no dejaba de salir de su herida y se veía más pálido cada vez. Elliot tomó la mano de Stella y le pidió que se concentrara en The Marchen: sentir su aroma, recordar el tacto de las mesas, el sonido de la plaza… Todo lo que le evocara cualquier lugar. Al momento en que la pelinegra lo logró, Elliot extendió una mano frente a ustedes para formar un círculo de color azul claro de donde se podía ver con claridad la taberna. Los instó a cruzarlo: primero Rin junto a Conall, luego Hogward con Waltz y justo antes de que se cerrara, se arrojó dentro con Stella.

Lo último que vieron de sus persecutores fueron sus pies tornándose en piedra, para pasar poco a poco a sus rodillas, torso y coronilla; volviéndose así parte del jardín de la bruja.

Annice salió presurosa a recibirlos y vio horrorizada el estado de Waltz. Se llevó las manos a la boca y le dijo a Hogward que lo pusiera sobre una mesa. El peliblanco afirmó conocer a un buen médico, por lo que salió corriendo de la taberna para buscarlo.

Entonces, Rin notó que algo sucedía con Conall: al igual que sus captores, sus pies se volvieron de piedra, seguidas sus rodillas, su torso y por último se cabeza. El chico no había dicho palabra, pero ahora mismo todo lo que quedaba de él era una estatua de piedra.

- ¡Delora! – gritó Annice.

Mientras Elliot sostenía tu mano, sentías una extraña calidez brotar de tu interior dirigirse a tu brazo para pasar directamente a tu mano y de ahí a la mano de Elliot. La sensación te causó un fuerte mareo y por un momento sentiste que tus rodillas cederían. Lo más seguro era que si el hada no te hubiera empujado al portal, te habrías quedado de pie en ese lugar.

El mareo no desaparecía incluso en la taberna y la debilidad tampoco, pero al menos tenías la tranquilidad de que no perderías la consciencia.

La bruja miró a Fiorella con una sonrisa burlona cuando la escuchó decir aquellas palabras - ¿Hablas en serio, niña? Porque creo que él ya te vio y no reaccionó anteriormente - rió.

Parfait se giró hacia Réamann y su rostro lució preocupado. Luego arrugó el ceño y empezó a hablar de modo que solo Alain pudiera escucharla. Miró a Dante, quien seguía furioso - ¡Ezio! ¡No puedes ser tan imbécil! ¡Despierta, idiota! - decía tal vez presa de la impotencia, mas nada ocurría. Ni siquiera la vista de la chica hizo que Ezio reaccionara.

- ¿Sabes cuál es tu problema? Que crees demasiado en la amistad - y con esto, alzó la mano para conjurar un círculo de hechizo, pero este se tardaba en aparecer. Parfait, debilitada como estaba, extendió su mano para conjurar un escudo. Un poderoso rayo eléctrico golpeó la barrera del hada, seguido de un ruido de vidrio rompiéndose. Justo al caerse, una segunda corriente igual de poderosa salió disparada hacia Fiorella, pero el pelirrojo pareció notarlo y la empujó derribándola al suelo, y recibiendo este el impacto. Salió disparado hacia una estantería y sin decir nada. Inconsciente o muerto... No era que estuvieran con las manos vacías para averiguarlo.

La mujer reía al parecer divertida - Y sigue siendo tan tonto como aquella vez -.

- Réamann, ¿ya lo sabes? - dijo Parfait al peliblanco mientras Jurien miraba contrariada a Fiorella. ¿Hacia dónde dirigirse? Atacar a la bruja podría hacer que dañara a Ezio, y aún no descubrían el foco del segundo ataque.

Parfait susurró solo para ti - Réamann cree que es la bruja que lo maldijo. Pero aquí hay dos brujas. Debemos neutralizar a la segunda - sentías que el hada hacía un gran esfuerzo por no desfallecer. Al parecer, la magia que usó la había drenado casi por completo. 

Rin sintió la victoria de haber vuelto y realizado su misión debidamente, no dijo nada de Waltz creyendo que un cuerpo joven nunca se deja perecer sin luchar, y estando en la cafetería. Además, otro evento llamó su atención, Conall siendo petrificado, sin saber a quién decírselo, miró al cielo buscando que Selene le escuchará aunque fueran palabras banas dado que la probabilidad de ser escuchada por ella eran seguramente nulas.

- Selene una persona captiva no miente respecto a lo que quiere hacer, solo sigue el camino que sus cadenas le obligan a tomar, además ¿No es brujo? ¿Porque le hace efecto una maldición? Si se transforma en piedra, TÚ serás la mentirosa.

Por un momento pensó en quitarse un guante y tocarle, quizás una maldición igual anulara la que se estaba llevando a cabo, pero... No tenía modo de saber si Conall de verdad era brujo, el hermano de una bruja no tiene por qué ser brujo si es hijo de otra madre ¿No? Por lo que mientras los pies del tipo se iban tornando piedra, Rin pidió y ayudó al chico a sentarse, un cuerpo sentado es más estable y dificulta que este se rompa o caiga.

Mientras corría junto a Waltz, Stella sintió la suave voz a su lado que la hizo voltear. En un principio le costó asimilar lo que Elliot le pedía. ¿Tomar su magia prestada? ¿No hacía falta algún otro requerimiento para usar su magia? ¿Con el simple hecho de haberse liberado de la maldición ya podía hacer uso de ella? No lo pensó de más, le dio la mano a la pequeña hada, dejando que Hogward se encargase de Waltz. Entrecerró los ojos por un momento e intentó imaginarse lo que Elliot le pedía. Recordó los aromas de The Marchen, la cocina, las personas hablando. La alegría de Parfait y los buenos momentos que habían pasado en el lugar. Por un momento miró su brazo, sorprendida, antes de sentir cómo sus energías eran drenadas casi por completo. De hecho, de no ser por Elliot, Stella habría caído de rodillas antes de pasar por el portal. Sin embargo, no había sido así. Si bien se había tropezado y caído en el suelo, al menos ahora estaba en The Marchen. El golpe había sido duro, pero comenzaba a sentirse aliviada.

Tratando de usar sus brazos para levantarse, y con los mechones de cabello cayendo sobre su rostro, Stella miró el portal que comenzaba a cerrarse. Todos los que habían buscado la ortiga habían sido convertidos en piedra, a excepción de ellos. No sabía los fines que llevaban a esas personas a hacerlo, por lo que en ese momento se sintió un poco mal. En aquel pequeño momento de claridad se dio cuenta de lo egoísta que era lo que había hecho. No se arrepentía, pero no podía evitar sentirse mal. ¿Era alguien horrible por pensar así?

Aquel momento de claridad terminó tan rápido como llegó Annice. Una vez más volvió a la realidad, sintiendo los estragos de haberle dado su magia a Elliot y de que la adrenalina abandonase su cuerpo. Comenzó a levantarse pese a eso, sintiendo que sus pies dolían mucho. No era para menos, estaban algo lastimados. Sin embargo, pudo ponerse de pie de nuevo, sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas una vez más al ver a Waltz. Pero eso no era lo único que la haría sentir mal y culpable. Escuchar las palabras de Rin y el grito de Annice hizo que Stella se girase a donde estaban Rin y Conall. Por un momento ella fue la que sintió que estaba siendo petrificada.

—¡Conall! —apenas procesó lo que estaba pasando, gritó con fuerza, incorporándose para tomar una mano del chico que ahora no era más que piedra— No... Selene... Selene... —Stella miró a Rin. Selene... era esa bruja. ¿Pero por qué ella? ¿Qué había hecho Conall?— ¿Por qué él...? ¿Por qué? —las lágrimas de Stella cayeron sobre la mano de piedra de su hermano— ¿Es mi culpa que todo esto haya pasado?

La actitud de esa bruja no le gustaba para nada, cosa que se veía en el rostro frío de Réamann que mantenía su mirada fija en ella mientras Eizo y Fiorella intentaban que su hermano volviera en sí. Sin embargo, su porte se rompió con los ataques ejecutados cerrando sus ojos por un momento. Él no podía huir no hacerse a un lado, mucho menos defender a alguien. El dolor en su pecho era insoportable, reflejándolo en su respiración y sudor de la cara.

-¿Es?-preguntó a Parfait, necesitaba una confirmación porque de eso dependería de lo que haría a continuación. Sus ojos no se despegaban de su enemiga, como si pudiese ver más allá. Sin embargo, en lo que esperaba la respuesta de la hada, susurró algo a Garlan para que él nada más escuchara.

-Garlan... deberás soltarme... si es quien creo que es la voy a provocar-masculló con determinación, aunque se podía dejar entrever cierto miedo en sus palabras.

No podían seguir así, quietos, esperando que de algún modo Ezio despertara. Por más que apreciara la importancia de esa misión, no serviría de nada si cambiaban la vida de Ezio por la de Dante, quien se hallaba en aquellos momentos inmóvil en el suelo, imposible de determinar si seguía con vida. Pero aquel ataque había ido dirigido a Fiorella de modo que a pesar de las burlas, eso quería decir que su intento iba mejor encaminado de lo que todos creían.

Apretó los dientes pero no dijo nada y, en su lugar, dirigió la mirada hacia Réamann y cuando tuvo su atención, negó ligeramente con la cabeza y alzó, en un gesto discreto, dos dedos mientras sus ojos se apartaban de la escena que tenía delante para buscar el lugar del que había provenido aquel segundo rayo, deduciéndolo por la trayectoria que había seguido el cuerpo de Dante.

Pero antes siquiera de moverse se inclinó para susurrarle algo a Parfait que sólo ella pudiera escuchar.

- ¿Cómo? Si nos ve acercarnos lanzará algún hechizo y, con todos mis respetos Parfait, no estás para enzarzarte en una guerra mágica - comentó con preocupación -. Lo único que se me ocurre es acercarme un poco y, si crees que puedes, lances un hechizo de ceguera. Intentaré hacerlo entonces...

- ¡Dante! - Gritó preocupada al ver como su hermano era lanzado hacia un lado protegiéndola. Los ojos se le llenaron de lágrimas observando a su hermano inmóvil antes de girarse hacia la bruja. Intentó concentrarse y miró hacia la bruja. - Quizá es culpa mía que no haya reaccionado. Quizá no levanté las ampollas suficientes. - Le dijo desafiante mientras sacaba la espada. - Es gracioso porque fue Ezio quién me enseñó a usarla. - Se encogió de hombros mientras avanzaba con lentitud hacia la bruja, sin apartar la mirada. 

- Ezio, siempre tan responsable, desesperado por encontrar a su hermana para no fracasar en su rol de cabeza de familia. Para demostrar que no había fallado a nuestros padres era una víctima fácil para ti. Pero hay tantas cosas que no sabes de él que tu agarre es pobre e insuficiente por muy duro que parezca. No sabes nada sobre sobre los tesoros que guarda en esta casa, recuerdos de nuestros padres de los que no se ha querido deshacer, o sobre el peine dorado de mi madre que.... tendrás que adivinarlo. - Hizo un gesto a Jurien muy oculto para que se escondiese tras otra estantería mientras avanzaba. Quizá así los dos podrían flanquear a la bruja y flanquearla alejándola de Ezio mientras Alain investigaba la procedencia del segundo rayo. 

- Tampoco sabes nada del tiempo que pasé aquí más allá de lo que hayas intuido o espiado, ¿Respóndeme, a que edad cruzaron por primera vez las espadas Ezio y Dante más allá de la práctica, para resolver una disputa. ¿Y que hizo su hermana? - La miraba desafiante en todo momento, llamando su atención. - No, no lo sabes. Por eso no sabías que Lord Edwin haría cualquier cosa por salvar Ezio, incluso romper tu hechizo. ¿Quién es aquí aquí la que tiene exceso de confianza? - 

Al ver el dolor de Stella, Annice le puso la mano en el hombro tratando de reconfortarla, pero no había mucho que pudiera decir. Waltz podía salvarse, pero ¿y Conall? Eso era diferente. Después de todo, el caso era diferente.

Hogward volvió corriendo - ¡Mierda! ¡Mierda! - decía sin parar y miró a Waltz, cuya piel empezaba a tornarse ceniza. El chico ya no tenía la fuera suficiente para abrir los ojos. El peliblanco, indeciso, miró al joven y luego a Annice - Tráeme lo que tengas. Debo ver con qué trabajar - y poco después, tocó al Waltz con su muñeca derecha otra vez. Cerró los ojos un momento. Annice corrió a cumplir sus indicaciones y trajo un botiquín con algunas pociones de las que hacía Parfait, hierbas, vendajes y otros equipamentos menores. El peliblanco empezó a moverse con cierta experticia limpiando la herida con cuidado tras hacer un torniquete mucho más fuerte. Poco después, tomó una de las pociones sin siquiera preguntar qué era y la aplicó en la herida. El chico gruñó del dolor mientras su piel parecía quemarse y poco a poco, el sangrado se detuvo. No fue mucho, pero se empezó a hacerse controlable.

Poco después de que Annice estuviera ayudando a Hogward llegó Delora. Los ojos de la bruja fueron hacia Waltz, cuya respiración parecía calmarse, pero poco después se fueron hacia Stella y Elliot. Ayudó al hada a sentarse en la mesa. El chico se veía mucho más pálido que de costumbre. Luego miró la estatua que momentos antes era Conall y por último miró a Rin, quien hablaba al cielo.

Después de asegurarse que Elliot estaba en una posición más cómoda para descansar, se acercó a Stella y la abrazó. No dijo nada, al menos al inicio, para luego decir con claro alivio - Gracias al cielo que estás bien - y sonrió. Luego miró la estatua y a Elliot. El hada procedió a explicar:

- Es el hermano de Stella. El pueblo estaba protegido por un hechizo: quien mienta sobre sus propósitos, será convertido en piedra - y la pálida hada miró a Rin -. Lady Rin, eso no era una maldición, es solo un hechizo. La magia no entiende de matices: con que le hicieran decir "Sí", bastaba. Pero la bruja fue clara: quienes son estatuas ahora volverán a la normalidad cuando rompa su maldición - y se recostó como mejor pudo. Afortunadamente solo estaba exhausto.

Delora escuchó con atención la explicación de Elliot y asintió - Así que era ella. Entonces así será - y apuntó su mano hacia la estatua que desapareció tras el círculo de magia de color violeta de la bruja. Se giró hacia Stella - No te preocupes, solo lo envié a tu habitación. Allí estará seguro - y acarició la cabeza de la chica de manera maternal.

- No, pero tengo bombas de humo y somníferas en mi traje. ¿Crees que puedes lanzarla en la dirección de donde vino? - dijo con una pequeña sonrisa -. Y la de humo hacia donde está Ezio - señaló discretamente donde había una pequeña bolsa marrón.

Mientras Fiorella se acercaba, Jurien hizo un gesto con los ojos para indicarle que comprendía. Dio pasos camuflándose en el avance de Fiorella mientras tomaba otro lado, aunque no era tan sencillo. Después de todo, la mujer los estaba viendo. Con una sonrisa confiada, extendió una mano hacia la rubia - ¿De verdad quieres hacer eso? - y se quedó con la mano extendida. Jurien gruñó y se detuvo sin perder su guardia.

Se giró de nuevo hacia Fiorella sin perder la sonrisa - Niña, niña, niña. A ti te importan esas cosas... A mí no y ahora a Ezio tampoco. ¿Verdad, cariño? - dijo mientras besaba a Ezio con cierto descaro. Poco después, el joven se levantó desenfundando su espada y la alzó contra Fiorella. Era una espada hermosa, grabada hace generaciones para ser portada por el heredero de la familia. ¿Cuándo pensaría que la alzaría contra su hermana pequeña? -. Él no sabe que eres su hermana, así que no te esfuerces. Debes llegar a mí primero - rió.

Ezio se dirigió a atacar a Fiorella y así, un duelo comenzaba. Pero el caos no terminaría allí. Jurien aprovechó que la bruja bajó la mano un momento para deleitarse con la batalla y cortó el aspa de la lámpara que iluminaba la habitación. El estruendo hizo que todo fuera muy rápido, pero ahora estaban en la oscuridad total. Tal vez tendrían unos segundos de cambiar los papeles si los usaban bien.

Garlan se rió burlón - Eres un idiota, pero adelante. Te daré un empujón - y según lo que le señalaras, él haría lo que le pidieras.

- Solo ten cuidado. Alguien te quiere de vuelta -.

No muy convencida con eso de "los matices" Rin no pudo más que susurrar a nadie un simple pensamiento, quizás infantil o considerablemente sabio según se viera - matices... Para ser tan fuerte la magia, le falta aprender mucho de arte...

Si algún día se reconciliaban humanos y brujas; hadas; y otros seres mágicos, Rin pensaría sinceramente en crear la escuela de "arte" para que los seres mágicos pensaran un poco en dar condiciones y formas más concretas a sus poderes, (matices...) Dejar tantas cosas al azar hacia de la magia algo a veces vulgar.

- Waltz se pondrá bien ¿No?