Partida Rol por web

A Ghela de Scofferi se le subió la sangre al rostro de golpe y porrazo, no era que no le hubieran dicho en alguna otra ocasión que era bonita, era que no se esperaba los términos empleados por el recien llegado. Primero observó con detenimiento a aquel muchacho arrodillado ante ella sin saber muy bien que responderle así a bote pronto y después contempló la sonrisa bobalicona de su padre, encantado ante tamaña situación, aunque lo más importante de todo fue sin duda que rápidamente reaccionó y se revistió de los modales que todo el mundo esperaba que desplegase.

Dicen que la belleza es un don que se agota pronto, señor… respondió a su saludo y, ladeando ligeramente la cabeza, añadió, pero no puedo por menos que agradeceros la gentileza… sonrió al sobrino del Rey, ratificando su agradecimiento y continuó, es un honor para el feudo recibiros en estas tierras, Lord Cedric, y un placer poder conversar con alguien que trae noticias de otras partes del reino, hizo un leve gesto de cortesía, mientras echaba un vistazo a su entorno con una mirada curiosa.

Por último, posó esa misma mirada de nuevo en el semblante de su progenitor con el calor que siempre la acompañaba cuando repasaba mentalmente los surcos de su piel apergaminada, sin poder evitar que sus pensamientos se escapasen durante unos breves instantes hacia Meeus. ¿Debería contarle algo a su padre sobre sus descubrimientos? ¿O era mejor dejarlo todo tal y como estaba?

La velada pasó tranquila y todo el mundo comió, bebió y se divertió de lo lindo. Las cortesanas fueron las primeras a retirarse a sus aposentos. Todas ellas parecían haberse divertido de lo lindo, incluso le parecía que Mille había conocido a un apuesto chico, uno de los hombres de confianza de Cedric.

Ghela entró en su habitación y se soltó el pelo que llevaba recogido en unas volutas por encima de su cabeza dando un aspecto de poder. Gertrudis era muy buena con el pelo. Se deshizo los moños y se alisó el pelo con el cepillo para sentirlo de nuevo libre. Unos golpecitos en la ventana la hicieron salir de su trance. ¿Volvería Leranide una noche como esa? se acercó a esta y abrió los porticones de madera para encontrarse medio colgando a aquel joven chico que no portaba su equipo militar, sinó una sencilla camisa un cinturón, las mayas y unas buenas botas de cuero.

Con una sonrisa pero sin esconder su preocupación por caer al vacío suerte que habéis llegado a abrirme ¿puedo pasar?

El pensamiento de Ghela se había perdido literalmente por otros derroteros que tenían que ver con sus preocupaciones, por decirlo de alguna manera, "familiares" y no precisamente con Lord Cedric, así que las palabras del muchacho la trajeron de nuevo a la realidad circundante, no pudiendo evitar sentirse algo confusa al escucharlas y que las primeras cuestiones que se le pasaran por la testa tras la pregunta del allí yacente fueran: ¿llegar a abrirle? ¿Qué si puede pasar? ¿A dónde?... Totalmente desubicada y, por si fuera poco, preguntándose a sí misma: ¿A ver si va a ser idiota?..., intentó reaccionar, sin embargo, a la menor brevedad.

Tenía que centrarse o aquello iba a resultar un despropósito de principio a fin, por lo tanto recorrió con su mirada la expresión del rostro de Lord Cedric con mayor detenimiento y se dio cuenta de que parecía algo perdido a su vez, de manera que, francamente aliviada, dedujo que al menos no era la única: pasad, pero primero alzaos, señor, hizo alarde de su mejor sonrisa y añadió, ¿y bien? ¿Qué asuntos os traen por aquí?... Esperaba que el rey no intentase beneficiarse en aquellos precisos momentos del feudo, sino simplemente interesarse por los últimos achaques sufridos por aquellas tierras.

Cedric soltó el último aliento que reservaba para impulsarse y de un salto se puso sobre la repisa de aquella ventana y entró. Quizá sea una de las locuras que dicen que sólo a mi pueden ocurrirseme pero... no veo de que otra forma puediera demostrar mi devoción por vos en una noche como esta. dijo resoplando mientras recuperaba la respiración tras el esfuerzo. Ahora por su frente aparecían las primeras gotas de sudor.

Vayamos a dar una vuelta a caballo, me encantaría ver este lugar de noche. Me han dicho que la iglesia es preciosa, podríamos acercarnos. Y de mientras hablar. se ruborizó un poco pero no dudaba un instante en dejar a la vista sus intenciones.

Le permitió entrar más que nada por no cargar con la muerte de un Lionheart sobre sus espaldas y también porque había sido lo suficientemente osado como para no importarle el riesgo que corría, aunque debiera haberle dicho que descendiera por donde había subido en aras de no meter allí dentro a un hombre a solas, por muy sobrino del rey que éste fuera y por mucha caballerosidad que ostentase, debéis estar loco, sí, avanzó por la estancia hasta alcanzar la puerta, la abrió y le indicó con un gesto que saliese por ella, es eso o que acostumbráis a visitar a muchas damas de esta forma… Lo miró de arriba abajo, sopesando el efecto que hacía en él aquella insinuación. Era bastante apuesto, llevaba razón Letta, y resultaba muy halagador verle sonrojarse, allí plantado delante de ella, pero aún así le hubiera dado un bofetón.

Alzó una ceja, mientras pensaba que tampoco era cuestión de cometer un desatino con un Lionheart y después que lo pagara el feudo, de manera que tomó una capa corta y salió tras él, no tengo el más mínimo inconveniente en mostraros la Iglesia, ni en pasear con vos, pero no dejó la frase ahí, claro está, aunque algún soldado de la guardia del castillo habrá de acompañarnos o al menos habremos de dar aviso. Una vez caída la noche, ni es cuestión de tentar a la suerte, ni estaría bien visto… antes de que tuviera oportunidad de protestar, clavó sus ojos en él, sonriéndole con bastante picardía, y añadió, aproximándose a un palmo escaso de él, frente a frente, bajando el tono de voz, a no ser que mi padre os haya indicado lo contrario al daros el consentimiento de trepar hasta esta estancia y penetrar en ella para solicitar mi compañía… sin distanciarse ni un ápice, añadió, bueno, espero que la charla os vaya a merecer el riesgo que habéis corrido, señor… se giró, aún sonriendo, y avanzó por delante de él, camino de las caballerizas.

El muchacho supo aceptar las palabras de aquella muchacha. Cuando esta se le acercó su corazón se puso a latir tan fuerte que Ghela pudo notarlo y cuando oyó sus palabras se volvió a ruborizar Si lo que os preocupa es si suelo hacer este tipo de cosas por otras mujeres, os diré que suelo hacer cualquier locura si lo que implica es conseguir lo que quiero, y bien sabe dios que nunca he querido a una mujer hasta que oí de vos. Por eso cualquier riesgo no es obstáculo si el premio es poder gozar un minuto más de su compañía, y... bien, poder dar un paseo a la luz de la luna a su lado bien valdría todo nuestro reino. hizo el ademán de salir por la puerta preo se paró en seco cerca de Ghela aunque sería más divertido volver por donde he venido, tengo el caballo además abajo...así nadie nos verá juntos, la esperaré junto a mi caballo justo debajo de esta ventana... pero sabiéndolo, mañana mismo lepediré el consentimiento a su padre.

Se frenó en seco, se giró, provocando con el gesto un leve taconeo de marcado temperamento, se acercó de nuevo al muchacho y se plantó en jarras delante de él. De manera que estáis acostumbrado a obtener lo que queréis sea como sea… esa era la lectura entre líneas de su discurso.

Pues, veréis… una amplia sonrisa iluminó su rostro, mientras daba un único paso más hacia él, mi compañía… se señaló a sí misma de arriba abajo con deliberada lentitud, no es un trofeo… sostuvo la mirada del muchacho, y aunque ahora parezca que eso es lo que deseáis… remarcó sus palabras, por lo que estáis diciendo podría ser que mañana os importase bien poco, exactamente en cuanto se os antoje otro premio del que hayáis oído hablar… alzó las cejas y las hizo descender con rapidez, cabeceando simultáneamente con bastante gracia. El día en que yo pasee en plena noche con un hombre a solas, podéis estar seguro que mi motivación irá más allá de la mera diversión y de momento no es el caso… pensó para sí, hermosa y retadora en todos sus términos. Todo un carácter.

¡Locuras y diversiones que consistían en arriesgar la vida trepando, menudo relleno de cerebro tenía aquel muchacho! Tentada estuvo de aceptar su oferta, esperar a que descendiera por donde había venido y luego darle un soberano plantón como es debido. Lord Cedric de Lionheart, aún os voy a anunciar una cosa más, estiró el dedo índice colocándolo sobre el pecho del susodicho, cuyo corazón parecía a punto de escaparse de la cavidad torácica, si mi padre os diera consentimiento para compartir tiempo conmigo, ese hecho no implicaría ningún compromiso más… y esto último, por si acaso. No quería que aquel cazador de premios se hiciese una idea equivocada de lo que estaba sucediendo. Y si aún os sigue apeteciendo visitar iglesias conmigo bajo la luz de la luna... Sonrió de nuevo con picardía, había que insinuarlo, no fuera a ser que se le hubieran quitado las ganas. Iré a avisar a la guardia y ordenaré que me traigan un caballo al portón…

No, no mi señora, no me mal interprete. Vos no sois ningún trofeo, vos sois lomás preciado que un hombre puede tener. Por eso, aunque tarde una eternidad, conseguiré que queráis ser mi esposa, y la madre de mis hijos... y compartamos juntos una larga y próspera vida. Cedric sonrió como un niño que ha conseguido aunque a trancas y barrancas lo que quería. Eso si, aquella expresión de felicidad en su cara no era tal cual solía verlas Ghela, ni a su padre había visto tan emocionado, ni a su propio hermano cuando vio a Yda tras aquella tormenta. De acuerdo mi señora. En el portón la esperaré. Rápidamente se enfiló de nuevo a la ventana y lanzando una última sonrisa, esta vez de admiración a Ghela. Comenzó su descenso.

No sabía que era peor malinterpretarlo o interpretarlo al pie de la letra, abrió los ojos como platos e inmediatamente se asomó por el lugar por el que Cedric estaba descendiendo, ¡y tanto que os va a costar conseguirlo!... Pensó, en absoluto refiriéndose al descenso, sino al contenido de las últimas palabras del muchacho, aunque no pudo evitar sopesar visualmente la altura. Bueno, al menos una cosa no se le puede negar… la valentía… giró de nuevo sobre sus talones, poniéndose simultáneamente la capa, arqueó las cejas y se encaminó hacia el portón. Aunque, como bien es sabido, de valientes… anda el cementerio lleno…

Aquel individuo de repente había pasado de hablar un idioma a otro. La conversación había comenzado versando sobre caprichos y premios que la habían exasperado, para de súbito y justamente cuando Ghela ya pensaba que lo estaba incomodando, dar un giro completo y adquirir otro matiz bien distinto, ahora resultaba que de lo que se suponía que hablaba aquel acometedor de locuras era de compromisos de por vida. No sabía en qué momento se había perdido algo, pero había debido ser entre “yo no soy el premio de nadie” y “ni te pienses que has ganado ni un ápice de terreno”. No, si ya lo decía Dewekinus, a veces se centraba tanto en los términos que tendían a escapársele los aledaños.

Una vez alcanzado el protón, dio las órdenes pertinentes y se dispuso a afrontar el itinerario por los alrededores. De improviso, se ruborizó al darse cuenta de algo, de que era la primera vez que se veía en una situación semejante. No podía negar que había una cuestión que la inquietaba, no se trataba de las últimas palabras del muchacho en sí mismas, que podía haberlas dicho simplemente para intentar camelarla, sino de la forma en que éste la había mirado, se sentía algo desconcertada en lo que respecta al significado que encerraba aquella mirada, ya que nunca la había visto reflejada de igual modo en su entorno más cercano. Quizás lo más conveniente si volvía a mirarla así, era espolear el caballo y salir pitando. Bueno, cuando gustéis... asintió, indicando que estaba preparada para acompañarle.

El paseo hasta la iglesia pudo haber inquietado a Ghela, pero en verdad la alivió, pues el muchacho no llegó a decir una sóla palabra más que el vayamos pues que siguió al cuando gustéis de ella.

Parecía pensativo y disfrutar de aquel tranquilo paseo a la luz de la luna. De vez en cuando le sorprendió mirándola, pero no lo hizo de esa manera, ahora la mirada con la ternura con la que podía mirarla su padre o su mismo hermano, y la inteligencia de la muchacha resolvió que aquel hombrecillo pudiera sentirse nostálgico o entristecido, al mismo tiempo que agradecido de tenerla cabalgando a su lado.

Llegaron al poblado, ya no había nadie en las calles pero en la taverna de Agnies se oía ruído.

¿os apetece beber algo mi señora, parece que allí se están divirtiendo de lo lindo?

La verdad era que no acostumbraba a frecuentar tabernas, aunque tampoco era que no hubiera entrado a ninguna en su vida, desde la catástrofe vivida en el feudo y la nueva ubicación del pueblo, allí junto a la Iglesia, las cosas habían cambiado bastante, así que, yendo acompañada como iba por un par de hombres de la guardia y por Cedric, pensó que dadas las circunstancias quizás fuera lo mejor.

¿Qué cuales eran las circunstancias? Pues que al muchacho que la acompañaba parecían habérsele agotado las palabras tras las últimas mencionadas, cosa que no se hubiera imaginado en la vida y que ciertamente en un principio la había aliviado bastante, facilitándole en gran medida el paseo, pero que amenazaba con comenzar a resultarle embarazoso.

Pues no especialmente, señor… sincera en los términos, aunque no había terminado de hablar, pero como os encuentro algo pensativo, sonrió amablemente, ya que daba la impresión de que Cedric andaba con la mente dando tumbos por algún lugar, deduzco que quizás os animéis, de manera que en mí no hallaréis inconveniente, hizo un gesto a los miembros de la guardia que les acompañaban. Al fin y al cabo, se suponía que estaba cumpliendo con el papel de anfitriona, aunque como se pillase una cogorza ya podía venir su tío, el mismísimo rey, a aguantarlo.

Cuando Ghela se encontraba melancólica, por llamarlo de alguna manera, acudía al lago con un libro en el regazo, pensó en sus aguas, en su superficie tan solo turbada por el viento y su mirada se perdió en el horizonte como si se hallase justamente delante de sus ojos. Respiró hondo y exhaló después el aire con rapidez, lamentándose de la pérdida del verano, que motivaba el recorte de los momentos de asueto.

no, no se preocupe pues, si no os place... a mi tampoco es que me llame mucho, pero de vez en cuando me gusta rodearme de la gente normal. hizo un gesto a los guardias para indicar que les siguieran de un poco más lejos. Subieron hacia la iglesia y Cedric pudo obserbarla... si, ciertamente es bonita... las iglesias tiene un encanto especial por las noches ¿no lo cree?... siento si he estado muy callado... realmente si, me ha venido algo a la cabeza y no he sido capaz de apartarlo de ella... por un instante abandonó aquellos modales lingüisticos de los que no se había apartado desde que ella le conociera. Se que no me creerás, pero si estoy en Scofferishire, es porqué desde la primera vez que te vi, no he podido olvidarte... has cambiado y mucho jajajajaja también lo he hecho yo y aunque tu no me recuerdes, yo por aquel entonces era un mocoso al que apenas dejaban salir de castillo, yo recuerdo perfectamente verte jugar con tu hermano Sighard durante la caza real de hace diez años.

Mezclarse con la gente normal no es que haya sido una de mis virtudes, reconocía sus carencias o, según se mirase, sus defectos, bueno, no en vano dicen que siempre se encuentra algo en lo que uno puede mejorar… asintió mientras observaba la arquitectura de la Iglesia, ver las cosas bajo otro prisma distinto siempre ayuda, como, por ejemplo, contemplar a la noche enriqueciendo nuestra percepción del entorno… en esto estaba de acuerdo con él, pero ella iba más allá, a Ghela el desastre sufrido por el feudo junto a los conocimientos que iba adquiriendo le estaban cambiando la concepción del entorno, de las gentes y las situaciones.

¿Hace diez años?... Frunció el ceño ligeramente, mirándolo de arriba a abajo, y de verdad que hubiera sido francamente cortés decirle que se acordaba de él, pero la realidad era que ni por asomo y no pensaba mentir por el simple hecho de quedar bien. De lo que sí se acordaba era del evento en sí mismo, Sighard y ella lo habían pasado bien. Me sorprendéis, ¿de veras os fijasteis en el retaco delgaducho de las trenzas? Debió ser entonces que os puse a conciencia la zancadilla… se rió, bromeando, aunque en cierto modo las palabras de Cedric la asustaron. Si algo de aquello era cierto, aunque fuera tan sólo en una mínima parte, aquel tipo poseía una imagen de ella o unas expectativas que en nada tenían que ver con lo que ella era en la actualidad, con lo que albergaba en su interior. Habéis dicho que he cambiado mucho y me pregunto entonces qué era lo que esperabais encontrar con respecto a lo que en realidad habéis hallado… preguntaba casi segura de que lamentablemente la respuesta tan solo iba a versar sobre la mejora del envoltorio.

Bueno, siendo sincera, he de admitir que también me pregunto otra cosa más… se giró, dejando a un lado la Iglesia y tomando rumbo hacia donde le plació sin consultar parabienes, con el consabido resultado de que el resto no sabía muy bien hacia donde se dirigían, ¿me contaréis que es eso que os tiene tan preocupado?... Veamos lo que tiene de sincero o hasta qué punto deja que el resto le alcance…

La verdad, no esperaba encontrar más de lo que he encontrado, ya sabía de tus tejemanejes y tus buenas decisiones en la corte, tu padre ha hablado siempre muy bien de ti al rey. Y por eso que haya ido sabiendo de ti a lo largo de estos años. Pensé quizá que si bien no tuve elección a la hora de ser encomendado a dios y a la muerte... que cuanto menos, díos me concedería aquello en lo que tanto he pensado, tener un hijo contigo. Tenía que probar, por eso hice desviar la ruta de mi ejército para que tuvieramos que parar aquí.

A lo largo del tiempo no he conocido mujer que te haya borrado de mi mente Ghela, y habiendote conocido, dudo que haya otra. Eres, inteligente, a diferencia del resto de mujeres en edad casadera que rondan las cortes... y de eso ya me di cuenta a tan temprana edad... aquel muchacho se había sincerado del todo y la miraba a los ojos mientras decía cada una de aquellas palabras. El pobre Cedric, parecía estar enamorado.

A Ghela se le hizo un nudo en la boca del estómago, no le extrañaba que Cedric estuviera taciturno si pensaba en sí mismo de continuo como el encomendado a dios y a la muerte sin posibilidad de elección. En un principio había cabalgado hacia el embarcadero, pero tras las últimas palabras del muchacho necesitaba digerir con detenimiento todo aquello que estaba escuchando y era incapaz de hacerlo en otro lugar que no fuera la orilla del lago. Durante el trayecto hacia allí la que guardó silencio esta vez inesperadamente fue ella. Aquel muchacho había desviado la ruta de su ejército exclusivamente para verla y Ghela ya no estaba asustada, estaba aterrada. Había empezado a intuir el significado de aquella mirada de Cedric que no había entendido, esa de la que no encontraba ejemplos cercanos, y era un terreno en verdad totalmente nuevo para la cortesana.

Descendió del caballo, hizo un gesto a los soldados para que se mantuvieran a parte vigilando y después le echó un vistazo rápido al lago, si vuestra fuente de información ha sido mi padre, lamento anunciaros que no es de fiar, se rió de nuevo, soy su ojo derecho, no lo puede evitar… entonces encaró a su acompañante y le preguntó, ¿y cuál es el destino de vuestro ejército?... Se refería a antes de desviar la ruta, claro está. Esperaba que no le respondiese que las Cruzadas, estaba más que harta de todo aquello. Había comprobado que todo aquel despliegue lo único que había conseguido hasta el momento era dividir familias y dejar al feudo desamparado ante los ladrones que campaban a sus anchas, total para defender un territorio que, estando tan lejos, lo más probable era que con el tiempo lo acabaran perdiendo otra vez, aunque en realidad a lo que Ghela le tenía un pánico atroz era a que aquel lugar engullese las vidas de todos los que habían partido hacia allí.

De manera que andáis haciendo pruebas, señor… "tenía que probar", esas habían sido sus palabras, se apartó y se apoyó en una roca, ¿y qué es exactamente lo que esperáis probar?... En realidad no le conocía y resultaba que iba camino de algún sitio, ¿tenía un tiempo límite para conocerle? Quería saber lo que en su fuero interno esperaba de aquella visita.

El chico miró a la muchacha quería probar de conquistaros, o por lo menos intentarlo. Aquella mujer parecía haber calmado el ego de aquel muchacho que siempre conseguia las cosas, ahora, parecía que empezaba a resignarse a la idea de que aquella mujer era inalcanzable.

Mi ejército se dirije a las cruzadas. El ejército de mi tío, el Rey, se ha demorado demasiado en Missina, aunque por estos momentos, ya deberían haber luchado y conquistado la ciudad, pero no hay noticias de ello todavía. Por eso decidieron mandarme hacia Jerusalén para que la presencia Britana no llegue más tarde que los hombres del emperador barbarosa o del delfín franconio. ¿Tu hermano está en Missina también verdad? suspiró...

Se que pensarás que es una sinrazón. Lo se, también lo pienso yo. Pero el ardid de mi otro tío, Johan ha funcionado. Johan espera que yo muera y que el rey también lo haga y hacerse con la línea de sucesión y todo el poder de la britania. Por el momento ya lo tiene, pues lo regenta mientras su hermano está fuera... el Rey me quiere nombrar a mi, pues sabe que no va a poder engendrar un hijo... supiró de nuevo... por eso Ghela, si consigo engendrar un hijo en ti y sobrevivir a la llegada de mi tío, podré ser nombrado y a la vez nuestro hijo recibiría la sucesión en caso de que a mi me pasara algo, y tu siendo mi viuda, podrías gobernar en nombre de nuestro hijo, hasta haber recibido la educación necesaria para ser nombrado rey.

Bueno, había llegado el momento de encarar la situación como se merecía. Ghela no se hallaba delante de alguien sin principios, ni que fuera un irresponsable, ni que la estuviera forzando a desposarse con él. Nadie le había anunciado un compromiso obligado, Cedric había venido a probar y se iría de allí con el resultado pertinente de su prueba. Era Ghela la que debía decidir libremente, pero con responsabilidad, y no precisamente en base a toda aquella lucha de poder que él le estaba planteando, sino por otra razón, porque estaba siendo sincero y se merecía un respeto. El mismo que a ella le estaba otorgando aquel muchacho que, pudiendo haber seguido los mecanismos normales y concertar un matrimonio con ella a través de su padre sin más, había decidido respetar una libertad de elección de la que las muchachas nobles de su entorno rara vez gozaban.

¿Qué os parece si nos sentamos ahí?... Señaló hacia su derecha en un lugar que los árboles cobijaban del sol en verano, pero que ahora en otoño parecía desangelado por la incipiente falta de hojas en sus ramas, que se empezaban a mostrar retorcidas y empobrecidas. Decís que me amáis y ciertamente no lo dudo, pero ¿en verdad hay un hueco en vuestra vida para Ghela de Scofferi?… Apretó los labios y esperó a que se sentara junto a ella, ¿sabéis qué es lo que más me ha gustado de todo lo que me habéis dicho hasta ahora?... Le sonrió, la Ghela que le miraba ahora era la que solo la gente más cercana de su entorno conocía, ella también se estaba sincerando, pues algo que de repente ha desaparecido de vuestro discurso… respiró hondo y continuó, dijisteis… “aunque tarde una eternidad, conseguiré que vos seáis mi esposa”… desvió su mirada hacia el lago, y ahora parecéis tener todo lo contrario, excesiva prisa, de manera que necesito que me respondáis a la pregunta que os he hecho antes, a la de si en verdad tenéis un hueco para mí en vuestra vida con todo lo que ello conlleva, como, por ejemplo, volvió a mirarle de nuevo, darme tiempo para decidirme… para empezar ni siquiera sabía cuánto tiempo se iba a quedar.

No podía aceptar o negarse a la ligera y él, si tanto decía conocerla y valorarla, lo sabía, se había transformado en una mujer que meditaba lo que hacía, acabáis de cabalgar junto a mí pensativo y entristecido, lleváis un destino a cuestas que os ha sido impuesto, no solo en los términos del viaje que habéis de realizar, sino en toda esa lucha de poder en la que os estáis viendo involucrado, le daba la impresión de que a aquel hombre las garras de un futuro obligado le habían arrojado en medio de un vendaval que no deseaba, respiró hondo y añadió, a pesar de todo eso, habéis desviado la ruta de todo un ejército y no estáis camino de Jerusalen, sino delante de mí en este feudo, desoyendo a un regente, me habéis hablado de engendrar hijos de inmediato, de tíos, de reyes y de lo que se espera de vos, pero ni siquiera me habéis preguntado lo que deseo yo, y quizás, partiendo de ahí, podríamos comenzar a conocernos…

sentémonos. limpió la piedra donde se sentaría Ghela con su mano y luego se las frotó para quitarse la arenisca.

Me encantaría estar a vuestro lado hasta que la muerte nos separase, pero eso pasarápronto, y dudo que podáis disfrutar mucho de mi compañía... que diferente sería si no tuviera que ir a tierra santa...

El chico escuchó a la doncella atentamente, y asinió a muchas de sus palabras. Cuando Ghela había terminado decicidió cogerle rápido la mano entre las dos suyas siento haberte puesto en tal compromiso, tienes razón, he sido de lo más egoísta, pero no sólo lo hago por mi, es algo que debo a nuestro reino, la britania no merece un déspota como Johan Landless por Rey... me hubiera encantado tener el tiempo suficiente para descubrir por mi mismo todo aquello que deseas, pero desafortunadamente debo partir en breve, aunque... si quisierais acompañarme hasta la península... tendríamos el tiempo suficiente de conocernos bien el uno al otro... el camino no es largo y es seguro si vais con un ejército...