Partida Rol por web

Dewekinus mira a Ghela continua, continua Rether, no hemos venido aquí a castigarte, sino a escuchar lo sucedido para explicarlo de nuestra viva voz al Señor... el padre Wibbert... deja un pequeño espacio mientras suspira no ha podido acabar de contarnos qué fue lo que vio... pues se ha ido de entre nosotros para reunirse con el santo padre allá en los cielos...

Sí, lamentablemente al pobre padre… no sabía cómo expresarlo exactamente, de manera que usó las propias palabras últimas del difunto, parece ser que le había llegado el momento… apretó los labios, entristecida de nuevo, recordando la escena. Aquel hombre de fe había sido un buen pastor de almas, demasiado obtuso a veces, pero bueno, y era una pena perderlo.

Respiró hondo, dejando su mirada perderse brevemente en lontananza, y después retomó el asunto que les había llevado hasta allí: Pues, veréis… se encogió de hombros, dando la impresión de hallarse algo confundida ante el relato, no veo que tiene de malo que una anciana se interese por vuestra familia, mientras simultáneamente os da cobijo… tal y como lo había contado, así se percibía. Rether había entrado en su casa sin permiso y luego se quejaba de haberse topado con una cotilla.

Aquel campesino parecía atribulado, incluso tartamudeaba, pero había que reconocer que iba soltando datos que resultaban de lo más interesantes. Sí que lo eran, sí. Y menos grave aún me resulta que luego se tope con vuestro hijo y le regale una fruslería…, sobre todo, si a eso se añadía que seguramente no se la pudiera mostrar, ya que, según y conforme él mismo había relatado, la había lanzado al fuego. ¿Tan seguro estáis de que era un amuleto?... ¡A ver si iba a resultar que el que entendía de amuletos era él!

Era la primera vez que oía a alguien acusar a otra persona de bruja por ser habladora y regalar sandeces. Sostuvo la mirada de Dewekinus y luego se giró de nuevo hacia Rether, de todas formas, según decíais, ¿habéis tocado las cosas?... Por lo que había dicho, eso era exactamente lo que había hecho, así que no había manera de hacerse a una idea exacta de lo que acaba de relatar. El padre Wibbert no nos contó nada de símbolos, ni velas, ni gallos clavados… la verdad era que no le había dado ni tiempo al pobre. ¡Con lo esclarecedor que hubiera resultado verlos y lo que allí quedaba ahora parecía más bien un asunto de bromas de mozalbetes! En fin, toda una suerte para... Leradine.

Rether les mostró el lugar, no era el lugar más siniestro, pero al adentrarse entre los matojos y malas hierbas descubrireron un gallo negro que había sido crucificado. A los pies de la tosca cruz, dos velas habían ardido hasta consumirse a medias y en los postes circundantes se habían tallado extraños símbolos sin aparente sentido.

cuanto menos inquietante la imagen no había causado terror al escéptico filósofo que se lo miraba tranquilamente como si aquello fuera la obra, o la gamberrada de unos muchachos con muy mala sangre.

La noticia de la muerte del párroco pareció golpearle como un mazazo. Tuvo que respirar profundamente para recuperar el ánimo y replicar.

-Mi señora, no era ni una joya ni un adorno. ¡Era brujería! Y su interés, no era simple cotilleo. Pobre padre Wibbert... Si algo nos enseñó bien a sus feligreses es a no desviarnos del camino y a distinguir al maligno, por mucho que se difrace. Y en aquella cueva, su disfraz era muy malo.

Se giró hacia Dewekinus, acercándose a él con el ceño fruncido y franca curiosidad, no iba a negarlo, aquella escena resultaba muy desagradable y fuera de lugar. No era algo que a uno le gustara encontrarse, de manera que entendió las supersticiones que pudiera generar. Bajó entonces el tono de voz y le comentó en privado a su maestro entre murmullos, pues si todo esto tiene que ver con la brujería, debe haberlo hecho una bruja muy tonta, para dejarlo aquí mismo y así facilitar que la acusen a la primera de cambio, ¿no os parece?... Si la anciana a la que hacía referencia y calificaba de bruja, en verdad había realizado aquella escena, era directamente como acusarse a sí misma, ofreciendo las pruebas. A Ghela le parecía que no tenía sentido que hubiera dejado aquellos cabos sueltos, de ser aquello cabos, claro estaba, porque a sus ojos u oídos no había llegado nunca un caso semejante y mira que leía hasta hartarse y a veces se oían cosas raras, provenientes incluso de otros feudos. Una vez de regreso al castillo tendría que investigar mucho más sobre aquel tipo de temas antes de formarse una idea al respecto.

Se apartó de Dewekinus, se aproximó a la zona en cuestión y se fijó bien en lo que quedaba de los símbolos y en la disposición de todo aquello. ¿Sería aquello en realidad la obra de algún mozalbete, de alguien con ganas de jorobar o de acusar? Podía ser, personas de ese calibre desgraciadamente había en todas partes.

Acto seguido, desvió los ojos de nuevo hacia Rether y añadió, si ese amuleto no era una joya ni un adorno y estáis convencido de su brujería, ¿sabéis si tenía algún fin en concreto? ¿Acaso ella le dijo algo al respecto al muchacho? ¿O el objeto le causó algún daño?... Su tono era de marcado interés. ¿Habría ocurrido algo extraño o Rether se guiaba por su procedencia o su hechura? Aquel campesino parecía hablar con rotundidad sobre ese tema, así que aprovechó para preguntarle.

-La mujer no le dijo a mi hijo Hessel el fin de ese colgante, solo se lo dió. No recuerdo exactamente como era, pero tenía una piedra azul, azul como el agua del lago. - contó - No parece que le haya causado ningún mal, pero quizá sea porque no se lo llegó a poner. Sé que la gente sencilla podemos parecer tontos de tan temerosos e ignorantes, pero hay cosas de las que, cuanto menos sepamos, mejor. Yo, humildemente, pienso así. Os agradezo de todo corazón el interés que estáis mostrando por los asuntos de vuestro siervo. - Rether parecía más aliviado ahora que, tras al fallecimiento del sacerdote, alguien tomaba el relevo en las indagaciones sobre aquel espinoso asunto.

-¿Cómo fue lo del padre Wibbert? Ayer parecía tan sano... - negó cabizbajo - El Señor le tenga en su gloria.

Miró de soslayo a Dewekinus después de que Rether respondiera a sus últimas preguntas, fue un movimiento fugaz, que no dejó recibo alguno de sorpresa o incertidumbre en el rostro de la cortesana, puesto que Ghela en aquellos momentos parecía imperturbable, realizando un análisis completo de todo lo que allí observaba y escuchaba con detenimiento, intentando basarse en algo que era común a ambos, maestro y discípula, la más pura de las lógicas enraizada en la antigüedad.

¿Qué la anciana no le había dicho al muchacho el fin de ese colgante? De albergar el susodicho objeto algún propósito, ese hecho le resultaba extraño. Un amuleto azul como las aguas del lago, lugar que ahora era tumba y cementerio de los muertos arrastrados en las riadas tras las inundaciones. ¿Se lo había regalado o les había maldecido... sin más? Eso era lo que parecía indicar el campesino. ¿Le pidió a vuestro hijo algo a cambio?... Según las habladurías populares y supersticiones varias, las brujas gustaban de enredar.

Al escuchar a Rether preguntar por el padre Wibbert, a la retina de Ghela regresó la imagen de aquel hombre sobre el púlpito, orientando a su rebaño con pasión, respiró hondo, dejando escapar posteriormente el aire despacio, recordándole en plenitud, y, por último, respondió: sufrió un desvanecimiento y nos dejó, pero podemos estar tranquilos y seguros de que ha pasado a mejor vida... Dios ya lo habría acogido en su seno, era un pastor diligente y un buen hombre… el gesto de Ghela se suavizó y una sonrisa de convencimiento pareció dejarse entrever tras sus palabras.

-No, no le pidió nada a cambio. Solo le dijo que era muy valiente y le tocó la cabeza. Por lo menos, eso es lo que me contó el chico. - por un momento, se detiene pensativo - Debí mirarle ese día bien el pelo, por si le puso algo. Bueno, ya es tarde para lamentarse.

Cuando le habló del fallecimiento, Rether se santiguó.

-Espero que tengamos pronto otro sacerdote para velar por nuestras almas.- suspiró.

Pese a no ser mal cristiano, no era el creyente más fervoroso del lugar. Pero, como la mayoría, se acordaba más de misas y santos cuando las cosas le iban mal. En las vacas gordas, era más de liturgias de taberna.

-Hablando de otros menesteres, ¿sabéis si hay nuevas de nuestra gente en Tierra Santa? Tengo allí a mi hijo mayor, de escudero. - su mirada se iluminó al hablar de él, aunque sería difícil decir si de orgullo. - Ese cabezota y sus ansias de ver mundo...

Se lo había entregado sin más, sin propósito ni beneficio aparente, ¡vaya, cuánta generosidad!... Alzó ambas cejas casi como un acto reflejo y, seguidamente, relajó el gesto de forma inconsciente. Algo en todo aquello no encajaba y ella lo sabía bien. ¿Se encuentra ahora mismo ese muchacho en la casa?... Se refería a la vivienda de Rether y al chico en cuestión.

Acto seguido, se volvió hacia Dewekinus, si ambos ya hemos tomado buena cuenta de todo esto, deberíamos completar las indicaciones de mi padre… que no eran otras que, una vez estudiado el caso y atendido el campesino, limpiar todo aquello para no alterar al resto de aldeanos, francamente propicios a la superstición y al miedo. En cuanto su maestro le indicase que ya se había hecho una idea de lo sucedido allí, la muchacha procedería a ordenar a los soldados que limpiasen los restos.

A Ghela le sorprendió gratamente la útima pregunta de aquel padre de familia y la contestó de inmediato, los jóvenes tenemos tendencia a ambicionar el ver mundo… le sonrió y añadió, ¿cómo decís que se llama ese hijo vuestro que partió con las huestes de mi hermano?... Se había referido a él como el mayor, de manera que supuso que no se trataba del mismo que el del amuleto, del cual hablaba como si fuera un mozalbete, y se lo preguntaba por si acaso en un futuro hasta ella llegaba alguna noticia más concreta de los que habían partido. De momento lo único que sabemos es que las tropas que partieron con Sighard hacia Tierra Santa se encuentran detenidas en Missina, esperando a que caiga el enclave, que en teoría debiera estar a punto de hacerlo, aunque a fecha de hoy no existen aún noticias al respecto… Al recordar a su hermano, una punzada de incertidumbre la hizo estremecerse, como si un escalofrío le recorriera la espalda, mientras con intensidad manifiesta deseaba interiormente que Sighard regresara con vida. ¿Partieron muchos muchachos jóvenes de aquí? ¿Conocéis a algunos?... Quizás llegado el caso, se pudieran brindar noticias de más de una persona.

-Aaron. Se llama Aaron. - respondió con una cálida y blanca sonrisa

Su aspecto era vulgar, rudo, pero tenía una sana y bonita dentadura.

-Y claro que conozco a los demás. Y a sus padres. Y sé que todos están tan preocupados como yo. Espero que todo vaya bien en el sitio de esa...de...Missina. - frunció los labios denotando esa preocupación de la que hablaba - Pero tenéis razón. Es cosa de la edad. Quizá, con el tiempo, lo que más desee sea volver, formar una familia y llevar una vida tranquila. Y yo que lo vea je, je. - rió de buena gana - Disculpad, señora.- rectificó avergonzado, frotándose aquellas manos manchadas de tierra - Casi me olvido de con quien estoy hablando. Soy un bruto...

Tras sus disculpas, y volviendo al tema de la anciana y su interés por los Blyick, Rether señaló hacia las colinas.

-El muchacho ya se hace cargo del ganado cuando yo no puedo. Debe de estar por aquellas lomas. Iré a buscarle si deseáis hablar con él.

aprovechando la distracción de Rether y Ghela. Dewekinus se deslizó hacia el lugar y se paró a observar detenidamente. está claro que esto ha tenido que ser maquinado por una bruja... pero el gallo crucificado no es tan un símbolo pagano como religioso... quizá lo haya hecho un siervo de satanás... o alguien que le quiera mal al bueno de Rether.

El hombre parece cabilar en silencio mientras niega con la cabeza.

¿Tiene algún enemigo Rether?

-Ya procuro yo no tenerlos. - negó con la cabeza - No, no creo. Y tampoco creo que pueda ser por envidias. Lo único por lo que podría tenerlas alguien, es porque yo tuve la suerte de no perder a nadie de mi familia durante las tormentas. Pero sabe Dios que hice lo posible por ayudar a los demás, no fui un egoísta que solo piensa en lo suyo.

fue algo terrible sin lugar a dudas... yo mismo lo perdí todo menos a mis chicos Meeus y Denid.

No, no se preocupe… fueron las primeras palabras que abandonaron los labios de la cortesana, cuando Rether se ofreció a partir en busca de su hijo. Después se giró hacia uno de los soldados que les escoltaban para señalarle que se acercara a la dirección indicada por el campesino y le trajera al muchacho de inmediato. Tras ello esperó pacientemente su regreso.

Acto seguido y tras escuchar a Dewekinus hablando de gallos crucificados, símbolos varios, brujas y siervos de Satanás, parpadeó varias veces, sorprendida ante el anciano y sus divagaciones, que la obligaron a despertar mentalmente y a pensar para sí que en ese caso ciertamente la mezcolanza de conceptos allí expuesta frente a ellos resultaría más bien la obra de alguien confuso en conceptos que de una bruja o un siervo del demonio, que no lo estarían en absoluto, pero no abrió la boca, ya que albergaba algo en mente.

Se aproximó entonces a Rether y mientras esperaban conversó con él, Aaron… sonrió, si me trasmitís de algún modo una lista de muchachos que partieron de este asentamiento y preocupen a sus gentes, intentaré estar atenta… hablaba con seriedad, ¿estaba ayudando a alguien? Pues sí. No sé si hasta mí llegarán noticias al respecto, pero de ser así, me ocuparé de que os alcancen… no podía hacer nada por todas las personas del feudo que habían partido, pero sí al menos por los jóvenes, cuyas vidas siempre resultaban las más duras de perder. Sighard era uno de ellos y la angustia que ella soportaba cada día la hacía sentirse más cercana en ese aspecto al hombre que tenía ante sus ojos.

Muchos hemos perdido a personas cercanas durante la catástrofe… recordar una vez más a su amiga Jutta le procuró un dolor interno intransferible, que no mostró abiertamente. Imágenes de su pasado reciente la invadieron, obligándola a ahondar en heridas aún en periodo de cicatrización. Muy afortunado ha de sentirse en efecto quién no ha sufrido su zarpazo… sonrió casi imperceptiblemente al campesino y a su maestro e inmediatamente frenó su pensamiento, intentando centrarse de nuevo en lo que competía a ese momento y añadió, pero lamento redordaros, Rether, que en la mayoría de ocasiones los enemigos tienden a disfrazarse con pieles de cordero… de manera que nadie podía estar seguro de no tener a alguien en su entorno que le deseara el mal, por mucho que fuera hombre de bien.

Disfrazarse con pieles de cordero...

El de natural bienpensante Rether, no dejando que el consejo cayera en saco roto, reconsideró por un momento sus palabras acerca de que no tenía enemigos.

¿Se ofendería Wessel por aquello que hablamos en las colinas?

Intentó tener todo el tacto posible, y habría que ser muy necio para no ver que alquel ofrecimiento estaba movido por una sincera preocupación por el que, para muchos otros, no era más que el borracho del pueblo, un inutil simple y descarriado que no merecía segundas oportunidades.

-No, no es posible. - descartó la fugaz sospecha y esperó a que el soldado volviera con su hijo.

-Espero que no se asuste demasiado cuando vea que un soldado va a buscarle. - expuso poniéndose la mano sobre los ojos para otear en dirección a las verdes laderas donde su ganado engordaba día a día.

Si mi señora Ghela... ahora mismo iré a buscar al muchacho. No se preocupe Rether, no soy un ogro, no creo que se asuste... jejejej sonrió y partió hacia la dirección que Rether le señalaba con su dedo.