Partida Rol por web

Los días fueron pasando con su buen tiempo, algunas noches, ligeras tormentas de verano cubrían el feudo y lo limpiaban. La familia de Rether había visto como el ganado augmentaba con la llegada de tres cerdos regalo de su tío Bormel Blyick. Bormel era el hermano de su padre y hacía años que Rether no sabía de él. Al parecer vivía en Kirkenly. Las gallinas las trajo un comerciante de paso por Scofferishire. Hink, este comerciante era buen amigo de su tío, y no sabía que tuviera familia en Scofferishire. Les contó que Bormel se había enterado de la desgracia y había investigado si estaba aún vivo a través de sus contactos entre los comerciantes del reino. Bormel era hoy en día un tipo influyente, y contaba con ¡seiscientas gallinas y ochenta gallos! El comerciante siguió su camino tras comer en casa de los Blyick y se comprometió a traerles un par de cerdos de Franconia a su regreso. Los Bliyck esperaban también cuatro cabras que pidieron al comerciante Spingle a principios de verano. Peter Spingel, era un chico al que se le había estropeado el carro en Scofferishire y tras ver la falta de comerciantes en aquella aldea, decidió asentarse, se construyó una choza, y a principios de verano emprendió su actividad comercial y bien preparado y escoltado. Con esas cuatro cabras ya tendría un número importante de animales, y lo más importante, podría sacar leche de cabra cada mañana.

A diario Rether salía con su hijo hacia las montañas, con los perros y las cuatro ovejas y regresaban al medio día. Hessel se ocupaba de limpiar la cuadra y prepararla con el heno suficiente para que estos pudieran comer. De mientras, Rether y Lythia paseaban o se estiraban juntos, y disfrutaban el uno del otro. Lythia había perdido su apetito sexual con el embarazo, y su tripa había empezado a hincharse levemente. Era algo normal en ella mientras estaba en estado, había pasado lo mismo con Aaron y Hessel.

Por el pueblo, empezó a oírse que había una bruja, eran rumores que pasaban de boca en boca oídos de boca del padre Wyrbbert en una misa. La gente empezó a mirarse con recelo, sobre todo las mujeres entre ellas. El trato de la gente se enfrió con el paso de los días, y en ciertas ocasiones algunos se habían acusaban entre ellos.

Una tarde, mientras Rether acompañaba a Lythia a la taberna de Agnies pues no les quedaba vino. Unos guardias se presentaron en el campamento buscando a Rether. No tardaron en dar con él.

El líder de aquel grupo de tres soldados se adelantó dando un par de pasos al frente. Sin levantar la voz y con tono tranquilo Rether Bliyck, venimos en nombre de Sir Robert de Scofferi a llevarte a castillo. Sir Robert quiere verte. Acompañenos.

Lithya miró preocupada a Rether ¿Qué pasa Rether?¿porqué vienen a buscarte? coge con sus dos temblorosas manos la mano izqierda de su marido.

Rether había salido de la última misa algo preocupado y molesto consigo mismo. La mención por parte del sacerdote del tema de la brujería era como arrojar brasas en un pajar. Solo esperaba que no se produjese ninguna desgracia extraña que pudiese exaltar los ánimos demasiado. El que Sir Robert requisiese su presencia hizo un poco más gris ese día.

-Tranquila Lythia. Sin duda, se tratará de algún tema relacionado con el ganado. - miente a su mujer para que se quede tranquila y acompaña a los soldados.

Se desprende de Rether y tras besarle la mejilla le susurra al oído prepararé la comida, no vuelvas tarde.

Rether llega acompañado de los soldados al castillo. Le acompañan através de la puerta principal y la gente le mira entrar como si fuera un preso. La puerta se cierre tras sus pasos y le siguen acompañando hasta la puerta que da al salón donde Sir Robert recibe a las visitas. Lo visitó por última vez cuando fue a solicitar el trabajo d everdugo, pero no pasó de la puerta.

Esta vez Marius vuelve a estar detrás de las puertas.

Coge del brazo cómplicemente y le susurra al oído está decepcionado, pero he conseguido calmarle, hacía tiempo que no le veía así, parece que tenía esperanzas puestas en ti. le señala el camino que da a una puerta terminada en arco.

La sala contigua es una sala grande y cuadrada, en cuyo fondo resta el sillón del señor, con él sentado en toda calma. A su lado dos soldados de pie firmes con su mano izquierda extendida y apoyada en su muslo, mientras en su mano derecha reposa una una lanza larga, que ambos apoyan en el suelo y mantienen sujeta.

pasa, pasa...

Mi señor, ha venido a verle Rether Blyick, tal como usted hizo mandar.

suspira Rether, me alegra saber que es tu hijo Aaron quien va camino de Urshalim en vez de ti, almenos es alguien valiente y seguramente con más palabra. su rostro sigue apagado y entristecido. conoce que tu hijo está bien, y que mis hombres lo están cuidando y enseñando. Pronto batallará. Tengo grandes esperanzas puestas en él como las tuve puestas en ti. Ahora solo tengo esperanzas de que él las cumpla.

Saber que su hijo está bien casi eclipsa el hecho de que el propio señor de Scofferi se ha tomado la molestia de reprenderle. La prudencia sale a tiempo al paso y evita que Rether exprese su alegria de una manera que pueda resultar ofensiva. En su lugar, se arrodilla y agacha la cabeza.

-Sois...muy amable al tomaros la molestia de...darme una noticia tan buena pese a mi falta. - dice tratando de hablar de la manera más correcta y educada posible - Señor, - añade levantando por un momento la vista para mirar a Sir Robert - en mi ignoracia de pastor, no sabía que que fuese tan importante y de tanta responsabilidad el puesto de verdugo. Fui un necio al solicitar el puesto. Un...necio necesitado de dinero, con una casa a medio hacer, un rebaño a medio reunir y otra boca que alimentar en camino. - añade ésto último con la esperanza de ablandar un poco el corazón del severo anciano.

aquel hombre mayor de barbas blancas mira atento, frunciendo el ceño, ante la explicación de Rether Pues por tu necedad, deberás procurarme cinco lechales, a su tiempo, para cuando Sighard regrese, o bien mi hija se case. Y deberá ser la carne más tierna que hayas visto. desfrunce el ceño... vamos, vamos... a otro asunto.

Marius acompaña a Rether a las puertas... bien, espero que lo consideres justo, siempre es mejor verlo así. Esperando tras la puerta hay otro tipo. pase, pase. Hasta otra Rether Blyick.

Mezclando asentimiento y reverencia, Rether se retira. Como si de un pez fuera del agua se tratase, el breve encuentro le ha hecho ansiar perder de vista cancelabros y tapices para sumergirse de nuevo en su elemento.

¡Cinco lechales! ¡Cualquiera diría que le he mancillado a una hija! ¡Pardiez! - piensa sorprendido y malhumorado a partes iguales. - Bueno, Sir Robert hizo mucho por nosotros cuando las lluvias. Quizá no quiera ganarse fama de ser excesivamente compasivo y ahora se muestra estricto... Por si acaso, se acabó pedir favores en el castillo. Cinco lechales...

Pero el mal humor le duró lo que duran unas migajas de pan en un gallinero. El fiel Tizón no paró de hacerle carantoñas y gracias en todo el trayecto para animarle, y ver a Lythia y a Hessel al llegar a casa, acabó de devolverle el optimismo. Las desgracias y preocupaciones de los últimos meses estaban amenazando con llevarse para siempre jamás al pastor alegre y afable, al hombre de la risa estruendosa y la amabilidad efusiva. Pero Rether no lo consentiría.

Rether acabó de pasar un verano tranquilo. Si bien, desde la gran tormenta no había podido parar quieto, entre unas cosas y otras. El ganado había incrementado ligeramente y había conseguido devolver toda la suma que le endeudaba con alguna gente del pueblo. Había contraído una deuda con Sir Robert, pero aunque no le estuvo conteto con la decisión, la aceptó y se dispuso a cumplirla cuando fuera necesario. Lithya se sentía orgullosa del buen hacer de su marido y se lo demostraba a diario, ahora, embarazada, más que nunca. A finales de éste, a Lithya ya se le notaba la tripa, señal de que el embarazo seguía adelante. Pasaba muchas horas con su mujer mientras su hijo se ocupaba de las tareas más sencillas, cosa que le daba responsabilidad y le ayudaba a crecer un poco día a día. El pequeño ya tenía siete años y pronto, se podría ocupar de llevar el ganado a pastar mientras que él podría dedicarse a otras labores. Veía como lentamente aquel campamento se estaba forjando una nueva identidad y eso le devolvió las esperanzas de poder hacer algo grande tanto para su familia como para aquel feudo que le había visto nacer. Por otra parte, tuvo muy presente a Leranide, pero no se dejó amedrentar por su amenaza. Todo parecía ir rodando, por lo que aquella mujer, más que bruja, tenía que ser una vieja y loca arpía. El cambio en el viento hizo saber a Rether que el otoño se acercaba, pronto la hierba dejaría de ser buena para el pasto y era la hora de recoger el pasto suficiente como para preparar heno suficiente para todo el rebaño.

Esta semana postearé el otoño, así que ve pensando en tu próximo turno, donde te adelanto tu mujer tendrá ya una barriga mínimamente ovalada :P

El mazo arranzaba sonidos sordos de las astilladas cabezas de los postes cada vez que las golpeaba. Era una labor dura, y Rether casi agradecía la fresca brisa que soplaba de cuando en cuando. No era necesario ver las hojas que, cual pájaros rojos y amarillos, revoloteaban por las arboledas, para saber que el verano había terminado.

Con Hessel haciéndose cargo de los animales con más frecuencia, tenía tiempo para ampliar el cercado para los animales y reforzar el establo que se construyó a toda prisa cuando se reunió el nuevo rebaño.
Solo faltaba que una helada o un golpe de viento diese al traste con tantos esfuerzos.

Lythia le trajo un vaso de de vino caliente (medio, más bien, pero ya era bastante teniendo en cuenta que escaseaba) y aprovechó para hacer algo que le llevaba tiempo rondando la cabeza.

-¿Has oído rumores sobre una bruja que se esconde en el bosque? - le preguntó con aire despreocupado - Yo la vi de lejos un día, yendo tras el rufián de Tizón, que se empeñó en perseguir a un conejo aprovechando que íbamos sin el ganado. Puede que solo sea una vieja loca, pero tened cuidado tú y Hessel si algún día la viérais rondar por aquí.

En el fondo de su corazón quería creerlo. Pero no era difícil adivinar que la mejor manera de hacer daño a Rether era a través de su familia y no podía correr riesgos. Mejor infundirles una pizca de miedo que lamentar desgracias por culpa de un exceso de confianza.

-En cuanto termine de clavar estos postes, iré a echar una mano con nuestra casa.- dijo enjugándose el sudor con la manga de lino - Ya están techando algunas y quiero que la nuestra no se queda atrás. Sigfred - como solía referirse a su hijo no nato para hacer rabiar su esposa, quien estaba convencida de que sería niña - no ha de pasar frío.

Otros nacimientos que acaparaban su atención eran los de los corderos que le reclamaba Sir Robert. Si todo iba bien, y su optimismo le hacía confiar en ello, lo conseguiría. Lo malo es que llevaba idea de no sacrificar a los que fueran hembras para ir aumentando un poco más el número de cabezas. Eso tendría que esperar.

Lythia andaba hacia su marido despacio y con la mano en la cadera para complementar su equilibrio. La panza ya era enorme, y no le quedaría mucho para dar a luz. Se detuvo un segundo ante la pregunta de su marido, no era la primera vez que le hablaba del tema o le hacía pregunta tal... ¿que demonios tienes con esa bruja? ya hace unos meses que hablas de ello... yo no se nada de ninguna bruja, mas, que podrían serlo un total de ocho mujeres de este pueblo, no se quien habrá hecho correr un rumor tan absurdo... miró a su marido con picardía y un poco de malicia ¿no creerás de verdad que hay una bruja?

Lythia miró a su marido frunciendo el ceño tras oír el nombre de Sigfred, ya habían tenido dos hijas, y ella, deseaba por encima de todo una dulce niña de pelo lacio y castaño. se llamará Claire... por cierto, cuando vayas a techar, necesitaría que pasaras por la herrería, me iría muy bien que afilaran los cuchillos, últimamente no cortan nada. ¿Lo harás por mi mi amor? Lythia ahora cambió su expresión por la de una gata en busca de mimo.