Partida Rol por web

-Bueno, sabes que no soy de los de huir cuando un gato negro cruza el camino, pero dicen que haberlas, haylas, y ser prudente no cuesta un feudado... - replicó fingiendo estar algo avergonzado por sus miedos e intentando evitar un interrogatorio sobre el tema.

Luego tomó los cuchillos y, tras lavarse un poco, se dirigió hacia la casa en obras pasando antes por el herrero.

Rether caminó hasta el nuevo pueblo, allá frente a las murallas del castillo de Scofferi. No tardó en oír el bozarrón de Mathew, el capataz de la obra, gritándoles a sus trabajadores.

Rether pasó por delante de la que sería su casa, pero nadie estaba trabajando en ella. Un poco más al, vio como delante de una de aquellas casas estaban todos los trabajadores de aquella obra. En el centro del grupo, Mathew explicando cosas y dando órdenes.

Mathew miraba seriamente a todos y cada uno de aquellos albañiles. No se pueden hacer las cosas así! esas maderas están mal cortadas, son más cortas y eso nos va a dar problemas en cuanto empecemos a colocar las vigas! levantó aquel tablón macizo y lo puso de apoyándolo al suelo. En un tiempo, al ser más corto, empezará a romperse por aquí señaló un punto y por aquí también. siguió comentando. En un giro de cabeza vio a Rether. Sus cejas se enarcaron.

Eh tu, ¡aldeano! las visitas son fuera de nuestro tiempo de trabajo ¡aquí no se puede estar!

-Venía a ayudar a los albañiles que construyen mi casa. Suelo hacerlo cuando mis quehaceres me lo permiten. - le respondió alzando las pobladas cejas. - Si no es molestia, querría quedarme a escucharle y aprender.

Rether se rascó la cabeza mientras buscaba más excusas para quedarse.

-Aunque el trabajo difícil lo hace ellos, - señaló a los trabajadores - no me gustaría que por un error mio se les pudiera echar la culpa.

El pastor remató su intentona con con una amplia sonrisa. También le quedaba la esperanza de que los albañiles le apoyarán. Más de una vez les había traido alguna cosa de comer que siempre era bien recibida.

mmmmmmmmm Mathew se lo pensó por un instante... ¿sabes preparar la argamasa? y miró rápidamente a Bartholomew.

-Sí, claro. Es una de las cosas de las que suelo encargarme.- le respondió sonriente, convencido de que ya estaba claro que podía quedarse.

No solo se trataba de adelantar la finalización de la casa, Rether sentía una especial satisfacción construyendo su hogar con sus propias manos. Cada vez que colocaba una piedra o ayudaba a sujetar una viga, pensaba en como esa pared o esa sección de techo les protegería a él y a los suyos de la lluvia y el frío. También le gustaba imaginarse como quedaría terminada mientras paseaba entre los muros inconclusos: aquí estará la despensa, aquí irá la mesa, allí estarán las tinajas con las conservas...

Pues ahí tienes los utensilios, ya puedes empezar dijo ásperamente con su voz pero no te pagaremos más de dos feudados por tu ayuda de hoy añadió.

Tras estas palabras se dirigió de nuevo a sus hombres y siguió sermoneando. Al poco tiempo de Rether estar ya preparando aquel mejunje que usaban para fija la piedra pudo ver como Mathew redirigía a sus hombres, para que en breve todos estos fueran a pedirle la argamasa a Rether.

Rether, no techó, ni siquiera contribuyó esa tarde en hacer algún arreglo en su casa, pero dos de aquellos hombres avisaron de la finalización de la taberna. Fue invitado por Mathew a que fuera a ver la taberna del nuevo pueblo, si bien, todas las casas seguían un estándar en cuanto a materiales.

Cuando llegó se quedó maravillado. Aquel edificio tenía realmente buen aspecto una vez terminado, nada que ver con ninguna de sus antiguas casas y fue así como llegó aquel hombre a visualizar en su cabeza, cómo de bonita sería su casa.

Luego pasó por delante de ella, estaba lejos de la taberna y de las puertas de castillo, pero tenía una gran parcela marcada, adyacente a su casa, donde debería construir luego un cobertizo y el vallado.

Con los brazos en jarras y una radiante sonrisa, Rether dedicó un rato, tras terminar la jornada de trabajo, a contemplar el nuevo pueblo.

-Dios aprieta pero no ahoga. - dijo para si mismo tras suspirar sonoramente.

Las jornadas eran largas y duras, sumando el trabajo en la granja con el de peon, pero ya habría tiempo para descansar cuando llegara el invierno y él ser riera en su cara junto al fuego de su flamante nuevo hogar. Además, los feudados extra que Mathew iba a darle serían un buen complemento para la economía familiar.

Rether volvía hacia su casa después de una larga jornada. Estaba empapado en sudor, pero aquella brisa tardía le refrescaba. Dentro de un saco que colgaba de su hombro, llevaba los cuchillos que su mujer, Lythia le había pedido que afilaran en la herrería del castillo. Había tenido suerte y el bueno de Peliken había afilado todos aquellos filos sin cobrarle nada, lo cual, había supuesto todo un respiro para él.

En un momento dado, mientras distraído en sus cosas atravesaba el nuevo puente que saltaba el lago, un gato negro le saltó delante. Rether, sorprendido por aquella emboscada, dio un pequeño salto hacia atrás y dejó caer el saco.

el gato estira sus patas, estira su cola y su pelo negro, como la oscuridad de una noche sin luna, se eriza. FFFFFFFFFFFFFFFFF MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAUUUUUUUUUUU FFFFFFFFFFFFF el gato persiste delante de aquel animal más grande y más torpe que él al que está bufando como un guerrero que provoca y grita sus consignas en la batalla para amedrentar a su enemigo. Ese gato es un gato valiente sin lugar a dudas.

-¡Por todos los...! - el felino le había dado un buen susto.

Esperaba escuchar los ladridos de Tizón, pero no estaba. Ahora el perro pasaba más tiempo con Aaron.

-¡Largo de aquí! - ya repuesto, con el corazón cambiando su ritmo del galope al trote, intentaba ahuyentar al gato golpeando el suelo con su vara de roble. -¡Largo!

Un gato negro...No, pamplinas, solo es un gato. Y ella, solo una vieja chiflada. - en cualquier caso, cuanto antes lo perdiera de vista, mejor.

Tenía ganas de llegar a casa y cenar con los suyos. Ahora que tenía la taberna más cerca, es cuando menos le apetecía ir a ella tras finalizar la jornada.

el gató reaccionó a los golpes de Rether en el suelo y primero se apartó hacia atrás para contrariamente a lo que el granjero pensó, impulsarse para saltarle encima. ZAAAAAAAS estiró su pata para lanzar un zarpazo hacia la curtida faz del hombre.

-¡Maldita sea! - el rostro de Rether ardía allí donde el gato le había arañado.

Con un manotazo, se deshizo de él y se alejó con largas zancadas. La vara seguía firmemente empuñada, por si tenía que medirle las costillas al fiero animal con ella.

-Debe de estar enfermo o herido para haberme atacado. - no parecía haber en la zona ningún lugar propicio para esconder una camada a la que pudiera estar protegiendo.

Una vez se consideró a una distancia segura, se remojó la cara con el agua de su odre para aliviar el escozor de los arañazos e intentó apartar de su cabeza el incidente a base de buen humor.

-Ese rufián podría cazar ovejas en lugar de ratones. ¡Menudo carácter! - bromeó en voz alta.

Rether se lavó la cara y prosiguió su camino hasta casa. Allí le esperaban Lythia y su hijo ya dispuestos y preparados para comer.

Lythia se sobresaltó al ver la herida en la cara de su hombre. ¿qué te ha pasado mi amor? tienes un arañazo muy feo en la cara.

-No es nada, no es nada. - dijo pasándose la mano por la mejilla - Me tropecé con un gato y se debió de asustar. - a él mismo le parecía poco creible.

-Toma, tus cuchillos. ¿Cómo te ha ido el día? - preguntó cambiando de tema y acariciándole el vientre - ¿Y a mi hombrecito? - buscó con la mirada a Aaron.

No ha ido mal mi amor, tu hijo ha estado toda la mañana fuera por la montaña, y no ha vuelto mucho antes que tu, sonrió.

si, saque a los perros y al rebaño! exclamó, ¡vi a una señora muy mayor que casi no podía caminar y la ayudé a bajr hasta el camino ¡me dio este collar! y me dijo que estaba hecho ¡todo un valiente pastor!. se sacó una especie de piedra rara de color azul como el lago sujetada por una pieza de metal que colgaba atada con una cuerda de su cuello.