Partida Rol por web

Con el arco en alto y vigilando con cuidado en busca de su presa, a Heimlich se le hacía ya la boca agua pensando en lo que podría cazar.

Heimlich se arrodilla dejando la afilada lanza a su diestra, tensa el arco, despacio, intentando no alertar al animal, aprovechando su posición para apuntar mejor. Cuando cree que está preparado suelta la flecha, e inmediatamente deja caer el arco para coger la lanza y prepararse para la segura embestida del animal. No es la primera vez que caza uno e estos animales, y sabe que la herida del arco, le hará mucho daño, pero sobre todo lo enfurecerá, y cargará sin dudar contra él. Utilizar la lanza para recibirlo, apoyando su final en el suelo para que las propias fuerzas del animal le hagan empalarse profundamente, es la táctica más adecuada. Es una valiosa pieza, pero su caza es una de las más arriesgadas. Si lo mata salará su carne y podrá alimentarse durante bastante tiempo, y quizá su piel y si tiene buenos colmillos le darán algo de dinero por ellos.

La flecha sale disparada de tu arco y el jabalí al oír el sonido de la cuerda se gira hacia ti, con tal mala suerte (para él) que la flecha le entra por la oreja y se le clava directamente en el cerebro. Con un último estertor, cae de lado totalmente inmóvil.

Acordándose respirar, pues tras soltar la flecha, el barro de las lluvias del día anterior le había hecho resbalar y no agarrar la lanza, Heimlich asiente para sí mismo, pensando que el Señor, está deacuerdo en su decisión de repartir los bienes de la iglesia.

Sin creer aún su suerte, tantea al animal con la parte roma de la lanza, y con una carcajada de alegría, se prepara para deshollar al animal, si tiene suerte, saldrá una piel perfecta, sin heridas de arma, que podría aumentar su valor. Y sino de todas maneras, tiene carne fresca para unos días, y el resto lo salará o lo ahumará.

Canturreando para sí mismo, comienza su tarea, y pronto sus manos se cubren de sangre mientras su afilado cuchillo hace su tarea.

Echándose la piel sin curtir al hombro, y arrastrando las piezas más jugosas de carne del jablí echa a andar bosque adentro. Todo el jabalí es demasiado pesado para que una sola persona pueda con él, así que lo deja para las alimañas.

Un grupo de cuatro aldeanos atraviesa el bosque guiados por el cazador Hake Strobur. Parece que ni los bandidos habrán podido con esta tormenta, esto está más callado y tranquilo que nunca.

Un hombre cubierto de barro y que camina con andares fatigados avanza hacia el norte evitando los enfangados caminos. Parece temblar de frío y se frota los brazos buscando entrar en calor. Le sigue un perro pastor de aspecto tan penoso como el suyo.

Al ver al grupo de aldeanos y al cazador, les saluda sonriente y a grandes voces.

-¡Eeeeh! ¡Hola! - resopla cansado antes de proseguir - ¡Menuda tormenta! ¡Podemos dar gracias de estar vivos! ¿Cómo está Woltown? Busco a la herbolaria que vive allí. Mi hijo pequeño tiene mucha fiebre y pensaba que quizá tenga alguna tisana para la calentura. - pese a su efusividad y su sonrisa, al hablar de su hijo queda patente su preocupación.

Venimos de allí, pero no la hemos visto en todo el día, la gente se está congregando en la iglesia por lo que hemos entendido, quizá pueda estar allí. mira al hombre al que no ha visto en su vida de donde sois?

-De Drillstoke. Me llamo Rether Blyick y soy ganadero. Aunque me temo que ahora no me queda mucho ganado que cuidar...- se lamenta con resignación. - Con lo que me ha costado venir hasta aquí, creo que la buscaré por Woltown antes de volver a la iglesia. Hágame un favor. Mi mujer también se ha refugiado allí. Dígale que estoy bien y que enseguida estaré con ella. Se llama Lithya...y se preocupa demasiado por todo. - no pierde la afable sonrisa, parece tener un ánimo a prueba de diluvios.

La creciente oscuridad hace que Rether se de cuenta de que pasó inconsciente más tiempo del que pensaba.
Sin poder terminar la conversación con los hombres con los que se había cruzado, se despide rápidamente de ellos y prosigue su camino. No lleva mucho recorrido cuando la ira de los cielos se dasata.

-¡Joder! ¡Parecen huevos de paloma! - exclama dolorido mientras trata de protegese del granizo tapándose la cabeza con los brazos.

La granizada no tiene aspecto de amainar en breve, todo lo contrario, así que el pastor se interna en el bosque y echa a correr en busca del refugio más cercano: la infame Frog Cavern.

El granizo cae sobre ti con fuerza y los vientos parecen zarandearte y golpearte contra los árboles, pero parece que aún tienes un poco de fuerza para ir levantándote cada vez que caes.

El viento le zarandea como si fuese una camisa tendida y el granizo le golpea sin piedad. Aturdido, muerto de frío y sangrando por una brecha en la cabeza, Rether camina tambaleante entre los oscuros árboles.

Finalmente llegas casi arrastrándote a la caverna, que se encuentra resguardad del fuerte viento y del granizo.

-Aunque por qué habría que tomarse en serio su ungüento y no sus augurios...- piensa temeroso cuando ya la cueva se ha perdido entre el follaje. Al instante sacude la cabeza alejando esos negros pensamientos.