Partida Rol por web

    Pf~fff~fff...- evitando ser muy sonoro y obligándome a reír solo para dentro  al ver como se agitaba mi compañera en su curioso berrinche ... parece un Molbol...  y por lo mismo como que me perdí un poco lo que le estaba ocurriendo al viejo mientras esto pasaba.

    A ver Caeru... - intentando que ella prestara atención a mi persona  mientras me iba acercando a donde se encontraba todo el mundo apelotonado - tal vez lo que pasa... es que agitas mucho la muñeca cuando intentas lanzar magia por ésta cosa - mostrando mi llave y apuntando al adorno navideño que se encontraba hostigando al viejo ... o eso parecía... - una mano firme... no viendo el objetivo... si no sintiendo que esta allí - a la vez que se va canalizando la esfera en la punta del arma - y en ese punto... ¡¡Hielo!!.

El anciano no dudó ni un instante, cuando aquella criatura se abalanzó sobre él o cuando aquella campana rojiza disparó una bola de fuego contra su endeble cuerpo. Esos dos serían sus objetivos; alzando la espada dió un tremendo soplamocos a aquella criatura con forma de perro en su hocico, como si deseara que soltara las zapatillas en un domingo por la mañana.

Luego, con paso firme, se acercó a la campanilla rojiza, miró a los ojos vacíos y amarillentos de aquella criatura, la agarró por el sombrerito y la estampó contra el suelo, haciendo que esta desapareciera en una nube de humo negro, haciendo de esta brotar un leve corazón brillante que se desvaneció en el aire.

Para finalizar, se giró hacia sus dos compañeros, décadas más jóvenes que él y les espetó:

-¿¡Pero queréis atacar bien a esas criaturas?!. ¡El lumbago me empieza a dar guerra!.

"¡Oooooooh! _{¡El gaaaaanchooooo!}" Seguro que los ojos se me salieron de las órbitas de lo guay que fue haber estado en una clase de magia dada por un mariachi. ¡NI EN MIS SUEÑOS MÁS LOCOS! Molaba tanto que lo intenté. "¡Vale! ¡Voy a probar! ¡Hielo!" nada "¡H-hielo!" Naaaada. "¡HIELO HIELO HIELO!" ¡Nada de nada de nada!

"Hummpfff...." inflé los mofletes en reverenda indignación. "¡Grrrrr! ¡WOOF!" enfadada y exagerada, le ladré a uno de los perros sombra que casi nos matan antes y le pegué con el palo, digo, la espada llave esta.

Aquellos dos perros, ladraron a Owen y a Hrolleif respectivamente, haciendo que las onomatopeyas de sus ladridos chocaran de lleno contra aquellos dos visitantes de aquel mundo repleto de esqueletos, chipiote, sombreros extra-grandes, chimichangas y probablemente alguna cosa racista de la cultura mexicana.

Por otro lado, la campanilla roja se embulló en llamas, quizás por temor que el anciano se acercara, la agarra y la estampara contra el suelo, tal y como hizo con su compañera segundos atrás.

por desgracia parece que aún con un ejemplo claro, mi compañera no era capaz de lanzar un buen trozo de hielo de su llave ...aunque eso de golpear se le da bastante bien... - Tranqui Caeru... luego seguimos con la práctica terminado todo ésto - decía viendo que aún quedaban unos cuantos de estos bichos en pie.

Vale~vale estoy en eso respondía a la petición del viejo a la vez que apuntaba el arma sobre el perro molesto que no dejaba de ladrar, pero en vez de ir por algún elemento en particular quería probar algo distinto - ¿Que tal si...? y de la nada una esfera incolora salía despedía de mi arma.

Las bolas de luz acabaron sin mayor problemas con aquella criatura que se encontraba por esos lares, tan solo faltaban las otras dos, las cuales no parecían del todo convencidas de sus opciones para vencer en aquel combate, al menos la campanilla rojiza, el perro seguía sacando la lengua de forma bobalicona.

El anciano avanzó hacia la zona donde se encontraba el otro perro, pero en vez de atacarlo lanzó su espada por los aires hasta que impactó en aquella campanilla rojiza de más allá. La espada desapareció una vez que esta campana hubo sido golpeada y apareció nuevamente en las manos del anciano, quien volvió a repetir el proceso una vez más.

-Buff... -Resopló- Ufff... Buafff...

El anciano estaba realmente malherido, la sangre le resbalaba de la frente y le caía sobre sus ojos sin apenas pestallas, dificultando su visión, apenas se podía mantener en pie y usaba la espada como muleta o cabastrillo improvisado, mientras veía a aquel perro echarle la lengua.

"¡Aguanta abuelo! ¡Estoy contigo!"  Hrolleif parecía a punto de desmayarse y eso no era nada bueno. Corrí hasta uno de los perros sombríos y le pegué un buen sopapo. Intenté distraer a las criaturas para proteger al anciano.

Pese a que la batalla parecía del todo decidida, aquellas criaturas estaban dispuestas a darlo todo y hasta el final con tal de obtener una victoria, aunque fuera una victoria pírrica; por lo que el animal decidió saltar sobre un más atrasado Owen, con el objetivo de pegarle sendos mordiscos al joven mago.

Por otro lado, la campanilla rojiza hizo lo mejor que sabía hacer, lanzar una bola de fuego a aquellos que se encontraban más cerca de ella; por lo que canalizando la energía, creó una pequeña esfera llameante que posteriormente lanzaría contra el endeble y bastante debilitado Hrolleif, impactándole de lleno.

   Auchhh... quita~quita - mientras tenia a mendigo perro cortándome el paso mientras veía a mis compañeros un poco mas lejos, aunque por la pinta que tenia el anciano, se notaba que se encontraba peor que el resto.

   Fiusshhh~hh... e perrito perrito... ¡¡mira!! - apuntando hacia el extremo contrario a la piscina comienzo a correr hasta donde se encontraban el par, para sin perder tiempo arrojar un poco del aura verde sobre el anciano... aunque con las prisas y la caminata, el aura alcanza a cubrir una parte muy superficial del cuerpo del viejo - Bu~e~eno... ya que, después nos tomamos un buen descanso terminado esto - levantando el arma para cubrir la retaguardia en caso de que el perro quisiera seguirme.

Aprovechando que aquella campanilla rojiza no se encontraba rodeada de un manto en llamas, el anciano se acercó, casi a tumbos, a la campana que tanto daño les había hecho hasta ese momento, alzando su espada azotó con firmeza a aquella criatura, volviéndola en una nube de humo negro del cual salió un pequeño corazón brillante que desapareció en el firmamento.

Con una respiración pesada, Hrolleif volvió junto a sus compañeros, pero no sin antes lanzar su espada contra el animalejo que aún se encontraba en pie, el enemigo final de aquella mansión, dandole de lleno, pero siendo aún insuficiente como para derrotar a aquella criatura.

-¡Carlota, ataca! -Exclamó-

"¡Caerulea! ¡Caerulea!" exclamé como si yo fuera un pokémon lanzado por su entrenador. Pero en realidad lo que intentaba era decirle que... "¡ME LLAMO CAERLUEA MALDITA SEA!" Gasté toda mi ira en golpear a la sombra enemiga, ya que estaba. Al menos así una liberaba el estrés, que si no... Lo que pasa es que el perrete me agarró la llave espada con los dientes como si fuera un palo. "¡No! ¡No es un palo! ¡Bueno, sí, pero no! ¡Ay! ¡Suelta! ¡Suelta! ¡Sombra mala! ¡Chucho malo!"

Los ladridos en desesperación del animal que quedaba en pie impactaron de lleno en el cuerpo endeble y malherido de Hrolleif, el cual apenas pudo mantenerse en pie mientras trataba de recuperar el aliento y su consciencia iba y venía de su cuerpo hasta finalmente, por pura fuerza de voluntad, mantenerse dentro de él, a diferencia de los dientes de su boca, claro está... esos hacía años que lo habían abandonado.