Partida Rol por web

Nos situamos un mes antes del trágico ataque en el mirador de Santa Bárbara. Todos antes de los eventos acontencidos seguían con su vida rutinaria. El destino les tenía preparados un papel importante, algo no se podrían imaginar, pero eso será otra historia.

De forma eventual conoceremos el pequeño trasfondo de cada protagonista, su vida social, como interactuaban entre ellos. Un flashback que nos podrá marcar cual puede ser su papel en el futuro.

Es viernes. Un viernes por la mañana.
Dominique está preparandose. Y es que al fin y al cabo en el Instituto Stanz, tras las clases, tocaba la final del año: un partido de Rugby: los Slimers de Stanz contra los Zetas de Zeddemore. Y que narices, todo el mundo está invitado.

El equipo de los Slimers están motivados, pues por primera vez hospedamos la final. Los chicos del club de ciencias iban a sorprender en el descanso con algún invento para animar el partido. Y por supuesto Domi está en el equipo de las Cheerleaders más peculiar que existe.

"Las Gothic Cheerleaders" Al principio sonaba a guasa, pero lo cierto es que el público se acabó enamorando de nuestro número, con maquillaje, con música de sintetizadores, y con unos bailes, numeritos y piruetas un tanto diferentes de los de cualquier otro grupo.

Sabemos que no vamos a pasar de eliminatorias en los concursos de cheerleader -las medias de rejilla y la música de sintetizador no es legal- ¡Pero tenemos lleno total cuando actuamos el año pasado!

Como sea, sus amigas y vecinas Jo y Miriam están en la puerta

"Hey Dom ¿Nos llevas en el Gothic-Mobile al instituto, o vamos a tener que robar un coche nosotras?"
"El mundo no está preparado para verte conducir, Miri. Eres la única persona que ha conseguido un siniestro total... en el Mario Kart!"

¡Y allí estaba yo! (la cámara enfoca a la grada) No, no, más abajo. (La cámara baja y enfoca a la mascota del equipo haciendo monerías) Sería gracioso, pero no. Más a la izquierda. (túnel de entrada y salida de jugadores, en el que se me ve con un equipo de limpieza) Sí, me temo que ahora sí.

Sí, me han contratado para el partido como un refuerzo de limpieza. A fin de cuentas, no estoy en situación de rechazar 50 pavos por unas horas. El ambiente del estadio comienza a animarse conforme se llena, y veo que está plagadito de chicos de lo menos 4 o 5 años menos que yo. Me dan ganas de coger un megáfono, salir con la fregona, y decirles "ey, ¡mirad el brillante futuro que os aguarda como graduados!". Así, literal, pero no me causa euforia pensar en el cachondeo de después.

Así pues, agarro el mocho y me pongo a limpiar unas manchas que hay por la zona de salida de jugadores, aprovechando que queda un buen rato para que salgan. Prefiero no pensar de qué son, aunque mi cerebro procesa que por el olor estancado de que alguien no ha hecho su trabajo cuando tocaba, es de alguna vomitona que no se limpió cuando debía... Mierda, calla, cerebro, no quería saberlo. Echo un chorro más de amoníaco al agua y froto la zona, a ver si con suerte se quita ese pestuzo.

Era sábado, un día sábado en la la mañana y ¿qué hacía ella en la escuela? no era una de las chicas interesadas en los deportes, no por lo menos los que se promovían en la escuela, tampoco estaba castigada ese sábado, afortunadamente, (no como el sábado pasado por haberse pasado de lista con la profesora de gimnasia a la que dejó en evidencia de que era un torpe mujer, lo que le valió una amonestación y un sábado de castigo). No, nada de eso la atraía a ese lugar en el que intentaba pasar el menor tiempo y claro que tampoco era ver a las Cheerleaders emo, que eran la última atracción de ese zoológico. 

Aparcó su motocicleta, y bajó de esta, para variar estaba vestida de negro, unos pantalones ajustados, su chaqueta de cuero que usaba todos los días, una camiseta de color negro con el estampado de salior moon, y el casco puesto. Bajó de la moto, y se sacó el casco, dejando a la vista melena negra suelta y los labios rojos y brillantes. Sonrió de medio lado y se colocó los audífonos, sacando de su mochila un sobre de color amarillo. Ese sobre era la razón de su visita, un misterioso artilugio que había sido guardado ahí y habían enviado a Wynn de emisaria luego de haberla comprado con alguna cosa friki que eran demasiado caras para su pequeño sueldo de cartera. 

Dejó aquel sobre en el lugar convenido, y caminó por el patio, pudiendo ver lo que pasaba en la cancha, como estaba algo sobrada de tiempo y con ganas de burlarse un rato, andaba ociosa, y cuando pasa por la entrada y vio a un chicho nuevo, pero se veía algo "viejo", maduro para ser estudiante, un nuevo chico contratado imaginó. Se quedó cerca del tipo, observándolo, no le extrañaría que fuera uno de los mismos estudiantes que luego de una larga lista de malas decisiones y fracasos, terminó limpiando la mierda de los mismos idiotas que antes podrían ser sus compañeros. 

Revisó su celular y luego de soltar una maldición contestó.

— ¿qué? sí... mierda, si dejé el puto sobre con tu novio, carajo, deja de presionarme — le reclama aireadamente — no... no me hace ni puta gracia andar de cupido con tus conquistas, Barty  — una breve pausa — ¿eh? ¿en serio?, no me jodas, no pretendo hacer de familia feliz, mierda, que no papá, te tengo en casa, no te quiero metido aquí, ah... Puta madre, no, me vale verga lo que quieras — le cortó sin esperar respuesta y volvió a mirar al chico, levantando una ceja. 

— puta vida, ¿no? — le dice guardando su móvil en su chaqueta, aún se podían escuchar a los chicos dentro, el espectáculo de las góticas había terminado al parecer. 

Era sábado, un día que no había que ir a clase, sin embargo, el instituto sí que permanecía abierto los sábados, todos lo sabían, pero nadie solía ir, solo los que tenían actividades y Erika no era de las que acudían al instituto, aquel era su infierno particular y no iría voluntariamente allí, los sábados solía pasarlos en la biblioteca, ¿porque? Porque no tenía a otro sitio al que ir, no quería que sus padres se preocupasen porque su hija no salía y se pasaba el fin de semana en casa, así que diciéndoles que había quedado con sus amigas se iba a la biblioteca.

El camino a la biblioteca pasaba por delante del instituto, era en cierta forma lo único malo que tenía, sin embargo, los sábados aquello estaba desierto, cosa que hoy no sucedía. Erika caminaba por el exterior del instituto cuando escucha bastante ruido, extrañada se detiene y mira hacia el interior comprobando como había mucha gente, había partido y en esos momentos las animadoras estaban actuando, lo cierto que las animadoras de su instituto le hacían gracia, o mejor dicho las admiraba ya que habían conseguido dar un look muy original y diferente a lo que normalmente las animadoras son y encima les gustaban a todos, aquello sin duda era digno de admiración. Ajustándose un poco mejor la mochila se dispone a seguir su camino con una leve sonrisa en la boca, es cuando escucha una voz que reconoce al instante, Amanda, aquella chica que le hacia la vida imposible:

Vaya, vaya... Pero si es la pequeña Erika, ¿cómo estás? ¿qué haces por aquí? No me digas que has venido a estudiar

Amanda no iba sola, nunca estaba sola, algunas de las chicas que iban con ella estaban en ese momento allí:

Déjanos ver que tienes en la mochila... Venga, no me digas que llevas cosas del equipo y les vas a animar jajaja, no te pega nada de nada

Erika retrocede un par de pasos, pero finalmente le agarran la mochila, tras un pequeño forcejeo le rompen una de las asas y esta cae al suelo dejando ver los libros que había en ella, uno de cálculo, otro de coreano y una novela, "Los pilares de la Tierra"

Oh... Mira, sí que ibas a ir a estudiar... A ver... Buah, que cosas más raras, eres un cerebrito eh... Matemática, jeroglíficos... ¿no sabes que haciendo esto nos dejas mal a los demás?

Decía Amanda mientras le daba golpecitos en la cabeza a Erika la cual no sabía que hacer, ya que eso era un día normal para ella.

Una chica aparentemente de este instituto, bastante destacable en varios aspectos (sin contar el cuerpazo que se traía, las prendas de motera, con los labios rojos tipo femme fatale, y la forma de hablar por móvil, dado que la conversación la escucho quiera o no), se me para casi en frente y me dirige la palabra con una de esas frases genéricas a las que uno nunca sabe 100% qué contestar.

- Ya ves. -respondo sin mucho más que decir ante esa frase- Ten cuidado si pasas, que esa zona resbala. -señalo con la cabeza a la zona que está unos metros más adelante de la chica, volviendo a mirarla justo después- No sé quién fue el iluminado al que se le ocurrió lo de los suelos lisos en la entrada de un estadio, pero es para aplaudirle en la cara. -digo con una media sonrisa algo irónica, las ostias que se habría dado o que se iba a dar la gente en este lugar debían ser dignas de contar.

Una escena en las cercanías me hace fruncir el ceño, pues hay tres muchachas metiéndose con una cuarta, así que miro el suceso y pregunto:

- ¿Y eso...?¿Esa chica ha hecho algo raro o son el grupito de abusonas local? -pregunto sin decidirme a intervenir al principio, pero cuando veo que comienzan a golpearla directamente, ya no puedo más que meterme.

No me puedo jugar la pasta del trabajo demasiado fácil, pero una pequeña idea sí que tengo. Le doy unos toques con el palo de la fregona en la espalda a la chica que parece que lleva la voz cantante.

- Ey, chicas, el partido está por empezar, seguro que a vuestros novios no les gusta que os perdáis el principio. Yo que vosotras correría. -les insto.

Cabe notar varias cosas, en primera instancia que una interrupción así ya es bastante molesta... y en segunda instancia que a pesar de la sonrisa encantadora que les dedico a las tres, acababa de recomendar a Wynonna que no corriese. ¿Qué harían las tres chiquillas?

Tras dar saltitos, agitarse y demás necesario para mantener la moral del equipo alta, Dominique ve a Amanda y a sus amigas, que ya son famosas (Más bien INFAMES) en el instututo, y que están intentando aprovecharse de una compañera suya de clase.

Todas las conocen. No hay quien las trague.

Así que ella hace un gesto, y las compañeras, tras pensarlo un poco, se echan adelante.

No una, ni dos, ni siquiera media docena. Sino veinte animadoras góticas, se van en dirección de las abusonas, y le dan unos pompones a la abusada. Sabe que las abusonas la perseguirían luego, pero si creen que otro grupo (Uno más grande) van a intentar aprovecharse de ella, la dejarán en paz.

"¡Hey novata!" dice Dominique a Erika, que no es novata, pero no deja de ser una frase típica de animadora "¡Necesito que me desenredes estos pompones!"
"Si, y yo necesito que... me seques esta banda" dice Jo, otra de las chicas góticas
"¡Y yo que vigiles el maquillaje blanco!"

Dicho esto, las góticas intentan "Salvar" a Erika. Un leve guiño -sincronizado por parte de todo el equipo- le deja clara la intención: Como diria Arnold "Come with me if you want to live"

Tras haber hecho una breve actuación como intento de "héroe de barrio", una legión gótica aparece para apabullar a esas tres chicas, así que me deslizo fuera de la multitud tan pronto como llegan. Ni sabía de qué iba eso ni tenía claro si lo quería saber. Así pues, vuelvo a donde estaba antes, no muy lejos del particular espectáculo que se había formado en la calle tras la salida de las animadoras, y dado que la chica motera seguía ahí (natural, más espectáculo fuera que dentro), le digo:

- Perdona por irme así de golpe. Cuando las "bromas" se salen de madres y pasan a lo físico me molesta un poco. ¿Se suelen liar estas por aquí? -pregunto señalando al goti-ejército.

Entonces me doy cuenta de que me falta lo más básico, pero no sé si corregirlo o no. Con las chicas guapas te sientes idiota hagas lo que hagas, así que de perdidos al río.

- Oh, por cierto. Me llamo Hans. -concluyo, tratando de dedicarle una de mis mejores sonrisas.

Que igual no lo es, pero eh, yo lo intento*.

Un golpe con el libro de los Pilares de la Tierra es lo que siente Erika cuando escucha una voz de un chico, pero no llega a verle, el chico parecía que había intentado protegerla, o al menos hacer marcharse Amanda y las suyas, cuando mira hacia arriba dispuesta a ver quién era el chico que sonaba algo más mayor que ella no ve más que un grupo de chicas vestidas de oscuro, una gran cantidad de chicas que termina distinguiendo como las animadoras. Amanda y sus amigas dan un paso para atrás mientras esta dice:

Vale… tías, vámonos… que estas….

Una mirada asesina es dedicada a Erika cuando empiezan a marcharse, no hacen caso a la recomendación de Hans de tener cuidado y una de ellas se resbala cayendo al suelo, Amanda se resbala, pero no llega a caerse, mientras se marcha dice:

Vamos, levántate…

Erika mira sorprendida a las animadoras, no sabe muy bien que hacer, pero decide seguir a las chicas, aunque prácticamente no le dejan otra opción, pero antes coge rápidamente los libros y como puede los lleva para seguir a las animadoras