Partida Rol por web

Los hombre rata retrocedieron, poniendo distancia entre ellos y la pareja, sobre todo con Beshaabel y asegurándose de tener al paladín entre ella y ellos. Se encogieron haciéndose sorprendentemente pequeños, parecían inofensivos y asustados, casi daban pena, gañían, gemían, temblaban y olían fatal, sólo la idea de acercárseles resultaba repugnante. Aunque las palabras más amables de Garv parecieron animarles

El que parecía el líder se adelantó y con gestos obsequiosos dijo:

-"Oh, si, si, si. Recompensa por palabras. Buena idea, masca, buena idea. Nosotros decimos palabras y los mascas nos da recompensa. Civilizados. Si, muy civilizados. ¿Desaparición? Oh, si, si, si, el subsuelo es muy peligroso, masca, los cabezacueros desaparecen contínuamente, Trelons, Trichas, Gusanos Larvales, si, si, si. Y cosas aún peores. Muchos túneles de las Madrigueras se han perdido a las bestias y muchos de los nuestros han caído bajo sus garras. Ya no vamos a los túneles de las Naciones Muertas, desde la muerte de Mantuok no tenemos la fuerza suficiente para enfrentarnos a los necrófagos, nos comen, nos devoran, nos sacan los ojos y los chupan. No, no, no. Ya no vamos por allí, no hasta que seamos una manada fuerte de nuevo. Pero Muchos-que-son-uno ya no nos quiere a su servicio. Pobre, pobres de nosotros, tristes, unos tristes, eso somos. Otros viajan a las Naciones Muertas, pero no por éstos túneles, siempre bajan por el camino directo desde Sigil, no hay necesidad de atravesar nuestras Madrigueras, que son más inseguras que los caminos rectos. Pocos viajeros vienen por aquí, y los monstruos los capturan antes. Hace casi un mes tuvimos nuestro último cadáver... Y ya estaba muerto cuando lo encontramos, carroña, solo carroña y nos queda muy poco." - el tono lastimero de la última frase casi habría dado pena, si no estuviera hablando de comer carne humana.

Fiel a su palabra, Garv lanzó una moneda de elevado valor a su interlocutor mientras daba vueltas a lo que había dicho. Tenía sentido, por el momento les exculpaba, pero había un detalle que llamó su atención: la referencia a un título que desconocía. Una mirada de reojo le bastó para confirmar que Beshaabel tampoco sabía de quién hablaba. Visto cómo se expresaban era prácticamente un hecho que aquel no sería su nombre auténtico.

-Bien, de acuerdo, ¿qué más me puedes decir de ese Muchos-que-son-uno?-no se adentró en detalles como que acababan de llegar ni nada parecido porque le parecieron más bien contraproducentes-Ah sí, y otra cosa más, ¿dónde están esos otros túneles que dices? Los que usan otros para bajar desde la superficie a las Naciones Muertas-si había más puntos de entrada aquello era otra posible vía para sus pesquisas. 

De todas maneras le daba la impresión que no recibiría demasiada información y aunque se resistía a pensar en aquello como una pérdida de tiempo, al fin y al cabo casi a ciencia cierta habían descartado unos sospechosos plausibles, lo cierto era que tampoco estaban más cerca de resolver el enigma. Salvo sorpresa en la respuesta, claro estaba.

Los rátidos se miraron nerviosos entre ellos y extrañados a Beshaabel. Probablemente no entendían que la súcubo no conociera a Muchos-que-son-uno, supuso el empático paladín, dedujo que ni siquiera imaginaban el abismo temporal que él había llegado a vislumbrar en sus conversaciones. Tal vez ella llevara siglos sin vivir en aquella ciudad, podía ser que incluso los túneles en que se encontraban fueran posteriores a su última visita. El líder, nervioso, retorciéndose las manos fue el que habló.

-“Muchos-que-son-uno. Ya sabéis. ¿No?” – hizo una pausa desconcertado – “Las ratas cranium. Las conocéis. ¿Si, si, si?” – les miraba esperanzado, el paladín recordó aquellas extrañas ratas con el cerebro recrecido por fuera del cráneo de las que Beshaabel le había alejado cuando se internaron en las ruinas del Barrio Inferior. En una rápida comunicación mental la chica le dijo que tenían poderes telepáticos que se retroalimentaban. Una rata era una rata normal particularmente asquerosa, media docena tenían la inteligencia de un lobo. Una docena eran capaces de pensar como un niño. A partir de tres de esas docenas podían hacer magia y hasta tenían poderes mentales, si se juntaban las suficientes.

-“El poderoso señor de las ratas cranium, o debería decir las poderosas ratas cranium, cientos, tal vez miles de ellas juntas. Muchos-que-son-uno, uno de los principales poderes de la Colmena. Era nuestro señor en el pasado, pero ya no tiene interés en nosotros porque somos demasiado débiles.” – el barrio marginal y deprimido al que habían llegado, señaló Beshaabel en su mente.

Los licántropos se miraban nerviosos mientras Garv y su compañera se miraban, pensaban y hablaban en silencio, tras recoger la moneda parecían indecisos de si había acabado la conversación y podían irse o serían atacados a traición si lo hacían. Una sonrisa dentuda muy poco tranquilizadora por parte del hombre rata acompañó la petición del paladín.

-“Si, si, si. Os llevaremos a los túneles que podemos. Hay más, al otro lado de las Naciones Muertas que no conocemos y a los que no podemos llevaros, los muertos nos atacarían y los necrófagos nos comerían.” –

El camino resultó sorprendentemente corto, a pesar de que tenían que recordar a los licántropos que mantuvieran un ritmo que el paladín pudiera seguir. Por un momento pareció que estaban dispuestos a salir corriendo, aprovechando la ventaja… Hasta que Beshaabel se teleportó delante de ellos con mirada ávida.

Pasaron frente a algunas cuevas con nidos sucios y malolientes, algunas pobladas por hombres, mujeres e incluso niños de aspecto ratuno, ratas gigantes y algunos que tenían la forma híbrida o pasaban a ella al verles a ellos. Pero transitaron con tranquilidad, sin incidentes. En la estancia central llamaba la atención los restos de un cadáver humano, apenas quedaba el cuarto superior, salvo un brazo que le faltaba, con un corte limpio, desde mitad del biceps, llevaba una raída y sucia túnica gris que se veía vacía desde mitad del pecho hacia abajo. Al muerto le faltaban los ojos y también la lengua, mostraba síntomas de putrefacción, aunque había sido ahumado y salado. Era obvio que se trataba de comida, estaba colgado alto por encima de la hoguera, probablemente para que nadie pudiera “distraer” un trozo.

Apenas cien metros más allá, ante un tótem hecho con calaveras y huesos cuyo mástil estaba roto y profanado – era obvio que tuvo en tiempos un estandarte que ya no se veía por ningún lado – se abrían varios túneles, los licántropos les señalaron el más lejano.

-“Ese lleva al Bajosigil, túneles y más túneles llenos de monstruos, con muchas salidas a Sigil y a portales. Sólo los mascas y los matasietes van por ahí. El camino normal para llegar a éstos túneles y a las Naciones Muertas desde la superficie es por aquí” -

Les condujo durante otros trescientos o cuatrocientos metros por varios túneles y bóvedas hasta un decepcionante cruce de caminos: el mismo por el que ellos bajaron acompañando a Ablot para ver a Hargrimm. Ese parecía ser el principal acceso desde la superficie hasta las Naciones Muertas que no pasara por las peligrosas catacumbas de Bajosigil.

Garv no pudo evitar un suspiro levemente desanimado; sí, era cierto que aquel lamentable panorama exculpaba a los hombres rata, pero las alternativas restantes no eran especialmente halagüeñas. La explicación sobre las ratas cranium que le facilitó Beshaabel le hizo torcer el gesto, no era una perspectiva agradable en absoluto pasar de tratar con híbridos a una especie de mente colmena ratonil con capacidades mágicas. Y luego estaban las catacumbas de Bajosigil. Él no las conocía, pero el tono de reverencia temerosa con que todo el mundo se refería a ellas era suficiente explicación. 

De todas maneras aún faltaba una cosa para irse de allí -Bien, muchas gracias por vuestra ayuda-les alcanzó media docena de monedas, por lo que ya habían hecho y por adelantado a la última pregunta-¿no sabríais donde está Muchos-que-son-uno?-no estaba de más obtener esa información, pues se estaban quedando sin opciones y tal vez una inmensa mente cooperativa pudiera ayudarles. Aunque por la mirada que notó por parte de su compañera opinase otra cosa.

Una vez entregado el pago y lo que los híbridos sabían de ello, fuera ya de sus túneles, el paladín se detuvo unos momentos, indicando a su compañera que hiciera lo propio. Se recostó contra la pared con gesto meditativo-No parece que nos queden demasiadas vías-procedió a enumerar, pues había tenido otra idea que no le hacía especial gracia-están las ratas cranium, las catacumbas de Bajosigil o empezar a plantearnos abordar a alguna otra de las grandes facciones... o a los necrófagos-esta última opción era la que menos le motivaba, pero sospechaba que sería la de mayor rédito potencial-¿Por dónde te apetece empezar? Que no se diga que decido yo todo, que la chica elija también-añadió con tono burlón esbozando una sonrisa

-“Muchos-que-son-uno podría vivir en cada rata cranium, pero cualquier lelo que quiere verlo, puede acudir al Callejón de la Cola de Rata, en la Colmena” – Beshaabel asintió cuando la miró, dando a entender que sabía de qué hablaba, pero con mirada de desagrado, estaba muy seria – “Tal vez unos mascas como vosotros no sean devorados y os dejen bajar al sótano de las ruinas. Entonces podréis ver sus miles de ojos y hablar con sus miles de voces. Si ofrecéis algo lo bastante valioso, os dejarán hablar y no os devorarán; después, si ofrecéis un buen negocio no os devorarán... Seguramente ¿Podemos irnos lejos, ya?” – los ojillos de los hombre rata les miraron, empequeñecidos, inseguros y desconfiados; los licántropos estaban agachados, listos para pelear o echar a correr al menor gesto de amenaza.

Cuando Garv se recostó contra la pared para charlar, ella prefirió subir a un saliente de la pared de un vuelo y sentarse en la piedra prominente, mirando hacia abajo ceñuda para escuchar atenta. El paladín no necesitaba telepatía para saber que no le gustaba la idea de ir a ver a la mente colmena.

Asentía seria a todas sus palabras, hasta que le hizo la pregunta con broma, su rostro volvió a mostrar la sonrisa pícara que tanto usaba y que solía acompañar los momentos en que se mostraba feliz y juguetona, aunque empezó a rielar antes de contestar. Para cuando abrió la boca, tenía el aspecto de un hombre con barba cuidadosamente recortada y un bigote de puntas bien enceradas, su rostro era bello y atractivo, aunque a Garv le costaba apreciarlo en proporción a lo bellísima que resultaba como elfa o humana – o como súcubo – porque no era capaz de valorar con el mismo gusto la belleza masculina. Con una voz profunda y modulada, que seguramente resultaría irresistible a las féminas, dijo:

-“Sí, que hable la chica. Haremos lo que diga la rubia. ¿Dónde está la chica?” – y miró a ambos lados, como si buscara a alguien. Un segundo después estalló en risas alegres durante un momento, antes de volver a rielar mientras hacía gestos de disculpa con la mano, como siempre que hacía una broma. Seguía riendo mientras recuperaba su aspecto de elfa alada para contestar en serio.

-“Perdona, perdona, es que no me pude contener.” – aún se le escapaban risitas de vez en cuando – “Te has dado cuenta que no me hace ilusión negociar con Muchos-que-son-uno, tiene mala fama y su poder, a veces, es increíble. Demasiado arriesgado y demasiado venturoso. Bajosigil, por su parte, siempre me ha atraído y aterrado a la vez: la típica tumba de masas para aventureros, que entrona a uno por cada diez que devora;  con tantas cosas dependiendo de nosotros, no se si es el momento apropiado para ir allí.” – hizo una pausa, puso una cara de incredulidad y extrañeza que alarmó a su compañero y, de repente, se agarró a sí misma del cuello – “¿quién eres tú, persona responsable, y qué has hecho con mi criatura del caos?” - Se preguntó a si misma tratando de estrangularse, para acabar riendo y soltando su propio cuello para seguir – “Quizás lo más apropiado sea interrogar a los otros sospechosos, esa tal Acaste o el tal Saball, si lo prefieres... o podríamos hacer preguntas a todos los muertos vivientes que vayamos viendo, por si alguien ha visto algo raro o hay alguna sospecha sobre Hargrimm; seguro que ni él ni su clá nos lo habrían dicho, si así fuera. No perdamos de vista que las desapariciones tienen que haber ocurrido en las Naciones Muertas, así que es alguien que suele ir allí... O estar siempre.” – obviamente su amiga seguía teniendo prejuicios contra los muertos vivientes, lo que no dejaba de ser curioso viniendo de alguien que, seguro - así lo había sugerido ella misma - se enfrentaba con cierta frecuencia a unos prejuicios enormes. Y, así lo creía y esperaba el paladín, muy injustos.

No pudo evitar que una sonrisa asomase en su cara. Definitivamente con Beshaabel uno no llegaba a conocer el tedio. Y todo ello a pesar de la situación en la que se encontraban.

-Sí, definitivamente Bajosigil queda descartado, requeriría más tiempo del que disponemos.-al paladín no se le pasaba por alto que el mundo había seguido, y seguía, girando en su ausencia.-La baza de las ratas cranium, creo que de momento la dejaremos en el cajón de los posibles-a regañadientes reconocía para si mismo que le parecía una posibilidad fascinante una inteligencia basada en el número de individuos. ¿Dónde quedaba la personalidad ahí? ¿Sería común o variaría en función de la cantidad? Pero si no había tiempo para Bajosigil no lo había para saciar su curiosidad. Y eso sin menospreciar el peligro que suponía el propio ser por lo que le habían dicho.

-Creo que ya que estamos por la zona-bonito eufemismo para esos túneles-deberíamos ir a hablar con Acaste. Seguramente tras los ghouls el ir a hablar con Saball y los hombres de ceniza nos parezca hasta un alivio-Garv no se engañaba, seguramente lo de los ghouls fuera un punto muerto y temía que se torcieran las cosas.-Vamos pues, en marcha-creía saber la dirección, aunque tardarían un rato en llegar, por lo que no dudó en preguntar a la chica-¿Cuál es tu opinión de los hombres de ceniza? Por lo que dijo Hargrim también son una facción en Sigil.

Beshaabel lanzó un bufido despectivo cuando le preguntó por los Hombres de la Ceniza, la nariz ligeramente arrugada en un gesto de desagrado pero que en su rostro élfico angelical resultaba adorable.

-“Sí, los Cenizos son una facción. Mi opinión está influida, es verdad, como sabes las facciones tienen sus relaciones entre ellas y ellos y nosotros, los Sensibles, somos enemigos. Pero debo decir que me caen fatal, son gente gris y triste que trata de transmitir su tristeza y apatía a los demás. Son depresivos y deprimentes, como una enfermedad; hacen del mundo un lugar peor. 

Siempre intentando convencer a los demás de que la vida no vale la pena porque no es real y somos muertos pagando por nuestros pecados en una supuesta mejor vida anterior y futura. Muérete cuanto antes y desaparece en tu plano de destino pronto, pero déjanos el cadáver para tener esclavos zombi. Nada merece la pena. Pufff. Unas ideas muy explotables por gente de moral retorcida y pocos escrúpulos.” – se sonrojó ligeramente, Garv no necesitó mucha imaginación para suponer que debía a que acababa de pensar en cómo podía aprovecharse una mente así de la idea de que el mundo sólo existe a través de las sensaciones y la experiencia, que ella defendía como leit motiv de la existencia.

El camino de vuelta a las Naciones Muertas fue rápido. Empezaban a controlar el pequeño laberinto de túneles iluminados con hongo fosforescente y su piedra luz. Los esqueletos – era mejor no preguntar a los zombis, si podía evitarse porque era un dolor entenderles cuando hablaban – les guiaron con facilidad hasta Acaste, situada en los túneles inferiores, más peligrosos porque tenían salidas a Bajosigil.

Era una necrófaga de buen tamaño, mayor que Garv, musculosa y fibrosa. Tenía dientes afilados, todos ellos, mirada feroz y largos cabellos enmarañados y sucios, su ropa gris estaba recién lavada pero muy desgastada. Sus ojos eran pozos de luz blanca, aunque lucieron en rojo cuando les vio llegar, acompañando su mirada con un gruñido quedo, gutural, hambriento.

Una docena de necrófagos igual de grandes y de aspecto peligroso vagueaban por la bóveda, confluencia de varios túneles y cruzada por un río. Todos, salvo la líder, roían huesos de aspecto variado. El paladín no podía asegurar que alguno no fuera de humanoide.

Acaste se dirigió a ellos con voz cavernosa y de tono bajo, hostil y enfadado.

-“Los perros de presa de Hargrimm. Hablad, acabemos cuanto antes, me desagradáis. Me dais hambre. Sólo puedo pensar en lo caliente y dulce que será vuestra sangre y el sabor de vuestra carne en mis dientes. Es muy desagradable.”

A pesar de la impresentable presentación de la necrófaga, Beshaabel sonría con una fachada mucho más amable que la que había presentado a cualquiera de los otros muertos vivientes con los que habían hablado hasta el momento. Salvo, tal vez, cuando consoló a Ablot. Garv no pudo asegurar si su actitud era falsa o no.

El paladín ahogó una risa audible ante el azoramiento de su compañera por la contradicción aparente de sus palabras. Él entendía que cuando se siente animadversión por alguien, especialmente en algo tan relevante como el sistema de creencias y su brújula moral, se podía caer en esa situación; por lo que simplemente la dejó estar, desviando el tema de conversación -¿Te has fijado que empezamos a orientarnos con facilidad por estos túneles?-no dejaba de despertar su curiosidad esa aparente sencillez en moverse por un entorno planario tan similar a las ciudades que conocía, si bien a otra escala.

El poco tacto de la necrófaga parecía destinado a hacerles saltar y provocar un conflicto, sin embargo, y siguiendo el ejemplo de Beshaabel Garv era todo sonrisa y amabilidad -Agradecemos vuestro esfuerzo de forma sincera.-inició a modo de presentación-Si nos conocéis ésto será más rápido y sencillo para todos, nos ahorraremos esos trámites-estaba bastante seguro que una pregunta directa acabaría llevándoles al conflicto que quería evitar, así que tendría que ser inteligente en su planteamiento-Como seguro sabéis, estamos investigando una desaparición entre las Naciones Muertas, como habitantes de estos túneles nos dirigimos a vos y los vuestros en caso de que alguno haya visto algo sospechoso que nos pudiera ayudar en esta investigación-el tono de voz mesurado solía funcionar con los vivos, pero también era cierto que el paladín no solía debatir con no muertos así que estaba por ver si conseguía algún avance y, sobre todo, evitaba un escalamiento de la situación.

Beshaabel se había tomado a bien las risas a su costa, incluso había seguido bromeando sobre la orientación, señalando que era mucho más fácil orientarse cuando los callejones no se movían y las calles no cambiaban. Seguía sin estar seguro de que bromease cuando decía esas cosas, en aquel lugar todo parecía posible.

La conversación con Acaste, en cambio, se mostraba muy tensa. Los primeros intercambios de frases fueron un tanto agobiantes, el ambiente hostil era palpable. Pero el paladín mostró mano izquierda y el tono se empezó a relajar, los necrófagos dejaron de roer sus huesos, aunque no se deshicieron de ellos, y Acaste se mostraba menos hostil, con sus ojos en un más relajado blanco. Beshaabel ayudó tras comentar lo fresco que le resultaba que los muertos vivientes se quitaran la careta y mostraran su realidad, y decir que correspondería, volviéndo a cambiar de aspecto, al suyo natural. Sorprendentemente, Garv notó que los necrófagos, incluida Acaste, se mostraban más cautos y diplomáticos con él a partir de ese momento; incluso aunque Beshaabel no mostraba la cara de dominatriz intimidante que le había visto usar alguna vez cuando volvía a su forma de súcubo.

-"He hablado con mis hermanos y hermanas, alguno de los nuestros también ha desaparecido, ya se lo dije al clérigo esqueleto. Dos, para ser precisos. Cazadores solitarios, exploradores que patrullan la frontera y cazan allí. No hemos encontrado sus cadáveres en nuestros túneles, aunque sí hemos encontrado signos de lucha en sus zonas de merodeo." - hizo una señal indicando unos túneles más oscuros que los iluminados por hongos y que parecían internarse en el suelo. Si no se equivocaba, en dirección vagamente hacia Bajosigil.

-"Sé que Hargrimm no se fía de nosotros, pero nos gusta comer los cadáveres que cazamos, devoramos la carne. Los esqueletos no nos satisfacen, no tienen carne. Y aunque es cierto que los cuerpos nos gustan un poco pasados, la energía necromántica estropea el sabor. Los zombis están demasiado podridos y duros para ser sabrosos y, además, echados a perder para nuestros paladares. Sería como para vosotros comer carroña quemada." - Acaste estaba mucho más calmada y tranquila, casi parecía deseosa - o al menos interesada - en ser creída. Pero para la siguiente respuesta su tono volvió a ser amenazante y su voz enfadada, aunque no contra ellos sino, tal vez contra el mundo, tal vez contra Hargrimm, o tal vez un grupo indefinido que, definitivamente, no incluía a Garv y Beshaabel.

-"Somos los guerreros, somos el escudo que defiende las Naciones Muertas. Damos nuestra existencia eterna para defender a los débiles de las amenazas exteriores. ¿Y cómo nos lo pagan? Con desprecio, con temor, con sospechas y miradas desconfiadas: por ser más fuertes, más poderosos y no negar quienes somos y qué nos hace lo que somos." - el resentimiento, más que evidente, era muy intenso. Hizo una pausa y les miró con ojos cada vez menos rojos, al final les miraba con cierta pena, como si lamentase ser despreciada de esa forma.

-"¿Quieres sospechosos? Te diré quienes son sospechosos: los vivos. Quienes no soportan nuestro estado, y entre ellos el más intransigente, a pesar de su apariencia cortés, su elocuencia y disposición al diálogo, es Saball" - pronunció el nombre con un claro odio - "Seguro que ella entiende lo que es soportar a alguien diciendo todo el tiempo lo equivocado de tu actitud, que tu misma existencia es anatema y criticando tu forma de vida." - señaló a Beshaabel, cogiendo brevemente su medallón de Sensible con respeto forzado.

-"Yo no hablo con él y ya no se atreve a venir a brearme después que la última vez que me tocó estuvo a punto de perder los dedos de un mordisco. Pero algunos de los míos, a los que he mandado a espiarle, me dicen que ha cambiado de hábitos. Ahora intenta mantener encuentros privados, ya no hace discursos a las masas ni intenta hacer sermones abiertos, recibe a quienes resultan convencidos o quieren debatir en un cuarto propio."

Garv no pudo evitar tocer el gesto cuando Acaste señaló hacia la dirección aproximada de Bajosigil. Estaban intentando a toda costa evitar aquel laberinto pero parecía que tendrían que acabar visitándolo muy a su pesar. Sin embargo su discurso pronto tomó otros derroteros, confirmando en parte sus propias sospechas y así se lo hizo saber.

-Tus palabras reafirman nuestras propias pesquisas. Tenemos varios testimonios que indican que la mano de los Hombres de Ceniza, más concretamente Saball, pueden estar detrás de todo esto.-no le pasó inadvertido el recelo con el que cogía el medallón de Beshaabel-No sabrás, por casualidad, dónde se encuentra ese lugar en el que ahora reside. Nos gustaría entrevistarnos con él-el tono de voz aunque cortés no terminaba de ocultar por completo lo que disgustaban a Garv las actitudes intransigentes que, por lo que todos decían, mostraba aquel enviado.-Si no hay nada que podamos hacer por vosotros nos retiraremos como hemos venido, en paz, y tan pronto sepamos algo os lo haremos saber-En su opinión merecían al menos enterarse del desenlace de aquel misterio. Y respeto por su misión, tendría que comentárselo a Hargrim cuando todo acabase. Tanto por hacer y tan poco tiempo...

-"Espero no molestaros si ni yo ni los míos os hacemos de guía. Es muy desagradable tener vivos a nuestro lado. Llegar a Saball es fácil, creo que no te han dicho que vive aquí, en las Naciones Muertas, entre nosotros, para facilitarse la labor proselitista. Su cámara está en la esquina contraria de las catacumbas de la iglesia de Hargrimm, pedid ayuda a un esqueleto o zombi y os llevará encantado." - 

Cuando Garv se ofreció a volver, la necrófaga hizo un gesto de negación, acompañado con la mano.

-"Con que le digas tus conclusiones a Hargrimm será suficiente. El me informará." - luego pareció pensar en algo más - "Salvo que descubras que él es el culpable. Si es así ven a verme a mi primero. Iremos con vosotros, porque habrá una guerra salvaje, tiene muchos apoyos y no se dejarán convencer." - 

Cuando ya se iban les gritó a la espalda:

-"Y en ese caso tráeme pruebas. No llevaré el caos a las Naciones Muertas basándome en la palabra de un carnoso y una demonesa Sensible."

Llegar hasta la pequeña cueva de Saball no les costó mucho, el primer esqueleto que encontraron les guió hasta allí en pocos minutos. Aunque su inexpresivo rostro de hueso no indicaba si estaba tan encantado como sugería Acaste o no.

La cueva no era de las más grandes, aunque a diferencia de otras, además de escritorio y estanterías tenía una cama de mullido colchón de plumas con manta de lana y un baúl cerrado. En un rincón de la cueva había un pequeño estanque de aguas negras, sin algas ni hedor, lo que sugería que no serían tan estanque y tendría flujo.

Saball estaba allí, o eso creían, puesto que había un anciano vivo de unos sesenta años, calvo pero con larga barba más gris que negra. Vestía la misma túnica basta de color marrón que los demás Hombres (y Mujeres, eran unisex) de la Ceniza que habían visto. Su rasgo más llamativo, junto a su pequeño tamaño - 1,50 como mucho - era su piel cetrina, casi amarillenta, como la que tanto se estilaba en el Barrio Inferior que circundaba la enorme Fundición en la superficie.

El viejo estaba charlando con un zombi, escuchaba con paciencia y, sin necesidad de que el no muerto repitiera, le contestaba con una sonrisa y una mano afectuosa en el hombro, mientras con la otra hacia aspavientos suaves y un tanto hipnóticos. Cuando les vio, despidió a su contertulio con una sonrisa, citándole para más tarde, cuando sintiera ganas de hablar de nuevo y les hizo una seña para que se acercaran.

Garv asintió, agradeciendo nuevamente a Acaste la ayuda, sin intención de forzar la situación. Entendía que estaba haciendo un esfuerzo y siempre era de agradecer. Sin embargo el comentario final le hizo dudar; ni siquiera se había planteado esa opción y era preocupante. No tanto por el hecho de haber confiado en alguien sino que en su papel de investigador no debería dar nada por sentado.

Una vez en camino interrogó a su compañera, por saber su opinión al respecto -¿Tú qué opinas de lo que comentó Acaste sobre la posibilidad de que el causante fuera Hargrim? No parece demasiado plausible, pero no lo había considerado siquiera, ¿tú?-algo de preocupación traslucía en su tono. Le costaba siquiera plantearse que alguien les hubiera engañado delante de sus narices a ellos dos.

Siguió meditando en silencio de camino hacia el lugar donde, según la necrófaga, podrían encontrar a Saball. Una vez allí aguardó con paciencia a que el zombi interlocutor de éste saliera antes de entrar ellos para identificarse-Saludos-se introdujo de forma neutra-No sé si nos conoce-señaló con gesto amplio a Beshaabel-Soy el Inquisidor Sevatar, y ella es mi compañera, Beshaabel. Si tiene un momento, nos gustaría hablar con usted.-dejó caer la cortina que cubría la entrada-Estoy seguro que estará al tanto de que se han sucedido un cierto número de desapariciones en las Naciones Muertas...-dejó la frase en el aire, esperando la reacción de Saball y su respuesta

Beshaabel frunció la nariz. Aunque el gesto pretendería mostrar suspicacia en la practica le daba un aspecto adorable, lo que no dejaba de recordar las veces que la había visto con la terrible fachada de demonio.

-"No confío en nadie en este sitio. No creo que organizar una distracción así esté por encima de Hargrimm, pero la verdad es que, puestos a hacerlo, si estuvieras en su lugar, ¿nos habrías elegido a nosotros? Puedes hacer el éste paripé con cualquier grupo de aventureros veteranos de Sigil, que aquí no somos tan increíbles como nos ven en casa, ¿y eliges un súcubo, famosos por sus sentidos aguzados y sus poderes de clarividencia, y un paladín, capaz de detectar a los malvados y percibir las mentiras sin contar que pican gente maligna como si fueran leña? No se yo hubiera elegido un pícaro y un guerrero, o un hechicero con poderes de hacer daño y encantamiento, o un monje inflexible pero inútil para investigar. Si ha hecho esto él, ya le vale porque le desenmascararemos"

O le estaba engañando, o se sentía tan segura como alguien podía estarlo. Desde luego confianza no parecía que la faltase.

-"Si, si, los investigadores, si. Algo había oído, no sabía de vosotros exactamente pero sí que Hargrimm había llamado a alguien." - esbozó una sonrisa que tensó su rostro apergaminado, no parecía que el gesto le fuera ajeno, pero era obvio que ya no tenía el encanto que debió tener en su juventud. Rió sin ganas para continuar:

-"Vaya, vaya. Ese pobre condenado empieza a verse afectado por la impiedad de las energías aberrantes que sostienen su tormento. La paranoia es uno de los primeros síntomas, y una de mis mejores bazas para convencer a éstos pobres condenados, su aparición ha abierto más ojos que todos mis demás discursos juntos." - 

Hizo una pausa e invitó a sus contertulios a sentarse en las sillas a la vez que él lo hacía en la cama, era obvio que no acostumbraba a recibir a más de uno a la vez, mientras servía tres tazas de té caliente.

Beshaabel se había quedado mirándole tan fija que Saball le tuvo que devolver la mirada incómodo, Garv esperaba que no estuviera sondeándole mágicamente - un insulto y acto hostil bastante grandes en cualquier sitio civilizado - o, al menos, que no la pillara haciéndolo.

-"¿Ocurre algo querida?" - la chica negó con la cabeza, con una sonrisa que Garv creía, por lo que la conocía, era completamente falsa pero que seguramente el viejo sería incapaz de verlo - "Es cierto que últimamente hemos tenido algunas desapariciones. Me consta que las criaturas de Bajosigil están más activas desde que los hombres-rata no tienen fuerza, yo mismo he visto morir a muchos necrófagos combatiéndolas y estoy seguro de que varios más habrán muerto sin que nadie asistiera a su heroico deceso. Pero, la verdad, es que la principal fuente de liberaciones soy yo. He tenido un gran éxito últimamente: la paranoia de Hargrimm le está costando muchos fieles, cuanto más débil le ven muchos más temen el ascenso de Acaste y el tipo de gobierno que ella traerá y más claramente ven que mi vía es la salvación."