Partida Rol por web

Yo estoy de acuerdo dije mirando a Shail El conjuro no es conveniente que le lancemos ninguno de nosotros dos si vamos a entrar allí. Si la puerta desaparece al perder la concentración y tenemos un enfrentamiento directo... No se cómo vamos a volver. Así que las cosas se harán como dices.

Necesitamos ver los planos del lugar una vez más. Que nos indiques por dónde vamos a entrar y dónde se supone que vamos a salir. Cuanta más información nos des, lo más detallada posible, mejor será esta incursión.

Volví a rechazar la copa

Disculpe mi Barón rechazando otra vez su exquisita bebida. ¡Quién sabe si ahí dentro nublará mis sentidos! He de tenerlos fuertes y seguros, no vaya a ser que me engañen... Y después, beberé, y puede que le deje seco su barril. Porque tenga seguro que volveremos

Shail se mostraba desconfiado la mayoría del tiempo, por lo que ese último momento de entregarle la bebida le pareció un tanto sospechoso y tras escuchar las palabras de su hermana hizo un gesto para indicar que él tampoco quería. Después se quedó pensativo, como tratando de procesar las palabras que habían dicho hasta el momento.

Trató de hacerse un resumen así mismo para querer comprender todo aquello, y entonces tomó la decisión.

- Está bien, tú lo has dicho, si somos rápidos podremos entrar los dos. No pienso volver a dejarte sola, hermana. Por lo que sin duda entraremos de nuevo juntos. Confiaré en ti, Venpaulo. Dudo mucho que mi hermana se esté confundiendo contigo. Mostradnos todo lo que debemos saber, dadnos toda la información necesaria para que esta vez tengamos éxito en nuestra misión. Dijo terminando con un suspiro.

Venpaulo volvió a adoptar su expresión seria. Extendió el mapa que les había mostrado antes y fue señalando.

-“Creo que lo mejor será que mantenga la puerta abierta aquí.” – dijo señalando un punto que, si los hermanos interpretaban correctamente el plano, estaba situado en la parte de atrás de la torre, en el mismo laberinto de setos que habían visitado antes – “con eso podríais entrar justamente donde lo impidió el gólem.” – Venpaulo señaló el lugar del mapa donde aparecerían si atravesaban esa pared maciza, que era justamente el cuarto que había detrás de la puerta del recibidor donde habían frustrado su anterior incursión.

-“Desde ahí podéis explorar, aunque la torre está llena de guardias. Tened cuidado son gente experta y muy profesional, no son nada fáciles de engañar, considerad que nadie, salvo miembros del Puño de Hierro pueden estar en la torre, hay más de dos docenas de ellos viviendo allí y se conocen todos. Como veis hemos visto, con magia, todo lo que hay por encima del suelo.” – el bardo señaló en el plano lo que debía ser una enorme escalera de caracol que ascendía toda la altura de la torre, dando acceso al resto de pisos que podían percibir desde allí afuera – “no hay sala del trono, ni nada que se le parezca. Sólo media docena de despachos, barracones para alojar hasta cincuenta personas, almacenes, cocinas, letrinas y, en general, lo que hace falta para alojar a esa gentuza.” – el bardo fue señalando las diversas estancias dibujadas en los planos, marcando con una 'X' las que había identificado como despachos.

-“Sabemos que no tienen a nadie en esa zona y mi compañera no vio ni rastro de la gente desaparecida en esas habitaciones. Ahí no encontraréis a vuestro padre. Sin embargo, no quiere decir que esa zona sea completamente inútil. Podría ser que en los despachos hubiera información útil que nos ayude a saber qué pasa ahí dentro y, sobre todo, dónde está la gente que han secuestrado, si es que no está en la fortaleza.” – su expresión se había hecho más relajada, pero aún era seria y miraba a los ojos a ambos alternativamente, aunque quizá al pasar la mirada de los ojos Xera a los de Shail lo hacía bajándola antes de girarla. Luego volvió su vista al plano e indicó con un dedo de nuevo otro punto de la sala inicial, al lado de la escalera de caracol que daba acceso a las plantas altas había lo que parecía ser otra escalera, esta vez recta, que se hundía en la tierra, presuntamente a unos subterráneos que no aparecían en el mapa.

-“Pero el meollo de la cuestión tiene que estar aquí. Esas escaleras descienden a un lugar oscuro, apenas iluminado por antorchas, por lo que se ve desde arriba. Sin embargo mi compañera no ha podido examinarlo. Creemos que tiene algún tipo de protección contra magia de escudriñamiento, tal vez el suelo de la fortaleza esté hecho con argamasa de plomo o quizás tengan conjuros para prevenirlo. Sea como sea, parece la zona más segura. Hay también guardias, pero últimamente parece que cada vez menos. Si tenemos alguna opción de encontrar gente a la que rescatar es ahí y también es el mejor lugar para averiguar qué ha pasado con ellos.”

Venpaulo volvió a mirar a los hermanos fijamente y añadió – “Tened en cuenta que si los encontráis no podremos sacarlos ahora, no tenemos cómo. Traed sólo a vuestro padre si está, ya veremos cómo lo sacamos, pero no a todo el mundo" - alzó las manos en gesto de paz y añadió -"No vamos a dejarles al destino que el Puño de Hierro les tenga preparado, pero nosotros tres no podríamos sacarles a todos. Si encontráis a los cautivos, volved y pediré ayuda para asaltar ese sitio.”

Tras esas palabras el trovador sacó una piedra pequeña, parecida a un huevo y se la dio a Xera, dejando que sus dedos tocasen los de la mujer un segundo más de lo necesario – “Esto servirá para salir. Vamos a ir al punto que os he indicado, lanzaré el conjuro y la pared brillará levemente, entonces tenéis tres segundos exactos para cruzar completamente el muro. Cuando hayáis terminado de buscar y hayáis vuelto exactamente a la misma posición…” – continuó mirando a Xera a los ojos con mucha intensidad, como para transmitir lo importante de las esas palabras – “rompe la piedra, no te preocupes no es mucho más dura que un huevo hervido, y yo sabré que queréis salir. Lanzaré el conjuro y la pared volverá a brillar. Tendréis otra vez exactamente tres segundos para salir completamente, de modo que hacedlo sólo cuando estéis los dos – o los tres, si encontráis a vuestro padre – junto a la pared y en libertad para cruzar. No tenemos más que una oportunidad, si no salís en ese momento…” – Venpaulo se calló, no quería decirlo, pero era obvio que no tenía un plan inmediato si perdían el conjuro, pero decidió cambiar de tema para mostrar otras posibles vicisitudes que sí estaban cubiertas – “Permaneceré allí ocho horas. Si para entonces no habéis salido, volveré a la puesta del Sol y estaré un par de horas, porque entonces tendría que asistir al espectáculo para no levantar sospechas. Si no habéis roto la piedra, volveré otra vez al amanecer.” – se paró ahí y sonrió – “no creo que sea necesario hablar de posibilidades más allá, es algo que no vamos a necesitar” – formuló esa declaración con una seguridad que los hermanos no veían en qué estaba fundada.

Acto seguido ofreció a ambos un conjuro de invisibilidad, si no tenían propios y sugirió cogerse de las manos para no separarse en el camino hasta el punto exacto del laberinto de setos, mientras ofrecía la suya a Xera.

Xera cogió la piedra que Venpaulo le ofrecía y, con una sonrisa, se la guardó en el escote.

Ahí estará protegida dijo mientras no dejaba de mirar fijamente al bardo.

Aceptaron el conjuro de invisibilidad que les ofrecía. Bien podían haberlo hecho ellos, pero era mejor reservar lo que les quedaba de magia por si surgía algún tipo de imprevisto.

Shail cogió la mano a su hermana y ésta tomó la de Venpaulo, apretándole de manera sutil pero sin darle importancia.

Y sin más tardar, salieron hasta el lugar establecido. El bardo no esperó ni un segundo para lanzar su hechizo. La pared brilló y los hermanos la atravesaron rápidamente sin demorarse ni un solo instante.

Pudieron ver el gólem que les había detenido frente a ellos. Pero esta vez, gracias a la invisibilidad, no les vio. Aún así, anduvieron con cuidado para no levantar sospechas.

Shail tuvo que tirar de su herma hacia los despachos pues ella estaba decidida a ir al subterráneo. A pesar de las ganas que tendrían de encontrar a su padre, era fundamental encontrar más información. Xera se dejó llevar y fueron revisándolos todos.

Los que tenían la puerta cerrada y estaban vacíos pudieron investigarlos a fondo. En los que había gente, las puertas estaban abiertas, así que se limitaban a observar por encima de la persona que se encontraba allí, buscando sutilmente algo que les pudiera servir.

Y, cuando se hartaron de revisar despachos, fueron directos hasta el subterráneo. Shail podía notar la ansiedad de Xera. Era posible que su padre estuviera allí. Y sólo había una manera de descubrirlo.

Poco encontraron en los pisos superiores, listas de nombres, nóminas y algo de correspondencia ordenando operaciones de secuestro en lugares cercanos aunque éstas no daban nombres nunca. Nada realmente útil para sus propósitos. Sólo podía considerarse de interés que todos esos documentos, a parte de diversas firmas, estaban sellados con un mismo símbolo, un guantelete de metal cerrado en un puño. No era el símbolo del señor local y tampoco ningún otro que ellos reconocieran, aunque les devolvió a la memoria la descuidada frase de Venpaulo que, en su momento, habían pasado por alto… “Pero conociendo el Puño de Hierro no puede ser nada bueno”.

Decidieron pronto ir a los sótanos por las escaleras que había en el cuarto más allá de la puerta que protegía el peligroso gólem. Les sorprendió que las escaleras que bajaban a los subterráneos eran muy empinadas y peligrosas. De hecho podían distinguirse manchurrones que podrían ser restos de sangre producto de peligrosos tropezones. Intentar pelear o escapar por aquella traicionera escalinata sería un acto realmente arriesgado y parecían el lugar ideal por donde conducir prisioneros para hacerlos sentir indefensos.

El descenso finalizaba en una sala vagamente cuadrada, excavada en la roca bajo la fortaleza. Un rastrillo, que estaba abierto, permitía aislar las escaleras del recinto y otro más, éste cerrado y con las llaves colgadas cerca, aislaba la sala de un oscuro pasillo.

Los conjuros de invisibilidad que llevaban hicieron que los guardias, notablemente distraídos en la seguridad de que nadie entraría allí, ni siquiera alzaran la vista de sus distracciones. Con un sigilo envidiable, Xera se hizo con las llaves y abrió, lo justo para colarse el segundo rastrillo, mientras Shail vigilaba a los guardias, listo para silenciarles si era necesario.

Cuando, tras un par de requiebros del pasillo, estuvieron lo bastante lejos por el pasillo para arriesgarse a encender una tenue luz que les permitiera observar en aquella negrura, se encontraron en unos túneles húmedos y de atmósfera cargada. Allí hedía a muerte, un efluvio sellado entre muros naturales apenas trabajados para darles un mínimo de forma.

A ambos lados se sucedían celdas formadas por cuevas y huecos medio naturales medio agradados a pico y pala, todos sellados con rejas a modo de macabras prisiones. Estaban vacías, no había gente ni cadáveres, aunque conservaban el hedor de una muchedumbre apiñada sin la más mínima higiene durante mucho tiempo; la peste era más un eco debido a una larga permanencia que algo reciente y Shail calculó que hacía no menos de un mes que allí no había nadie.

Siguieron avanzando por el subterráneo, varios cuartos individuales con pesadas puertas de madera reforzadas se abrían a ambos lados unos metros más abajo. Tenían grilletes, pero también camastros y cerrojos tanto por dentro como por fuera. Era como si pudieran servir indistintamente como celdas de seguridad y como alojamientos, un tanto desagradables, pero alojamientos. Un vistazo rápido descartó nada importante en ellos… Hasta que… En un rincón de uno de ellos, a medio camino entre los grilletes y el camastro, Shail distinguió un brillo familiar. Allí, tal vez caído, tal vez escondido, estaba el anillo familiar de su padre, el que debería haber heredado él algún día, si su progenitor no hubiera sido secuestrado; obviamente, a esa ¿celda? ¿cuarto? En ese momento no era fácil decirlo, era donde le habían llevado, pero nadie residía en ese lugar desde hacía meses, tal vez años.

El pasillo continuaba y pronto descubrieron que se abría a una sala muy amplia, origen del persistente hedor. Aquello era un matadero, conducciones tintas de sangre reseca recorrían el suelo inclinado hacia una salida desde la que sonaba el ruido de un río subterráneo. Equipo de carnicero ocupaba un lado junto a bastas mesas de operaciones y carretillas, una mesa en embalsamamiento que había visto mucho uso en tiempos pasados y otro lateral contenía maquinaria que parecía pensada para retirar el tejido del hueso de los animales – o la gente – sin dañar el mismo y que tenía un profundo pudridero al lado, fuente principal del hedor que les acompañaba, en que apenas quedaban restos de lo que debió ser una piscina inmensa de desperdicios.

El techo de la sala estaba muy alto y, cuando dirigieron la luz hacia él, pudieron comprobar que había otro nivel de cuevas escavadas en la caverna principal, unidas entre sí por pasarelas de madera que bajaban en las esquinas más cercanas al pasillo por el que llegaron y el túnel que bajaba al río junto al desagüe.
Resultaron ser habitaciones de cierta calidad, la mayoría tenían sólo mobiliario. Ninguna parecía haber sido usada en, cuando menos, semanas. Pero había un par de ellas que llamaban la atención.

La primera estaba especialmente bien decorada, con un gran escritorio de roble que no tenían muy claro cómo se había podido bajar hasta allí y un ordenado archivo. Todos los documentos estaban sellados con el mismo símbolo del guantelete de hierro en forma de puño que habían visto en el piso superior. Una inspección rápida dejó claro que eran órdenes recibidas y emitidas, la contabilidad de gastos del asentamiento, listas de envíos y correspondencia relacionada con la gestión del lugar. Los documentos dejaban claro que la guarnición trabajaba para una organización conocida como el Puño de Hierro, de hecho el jefe de la guarnición parecía tener un cargo importante en ella. Su misión era proveer a un emplazamiento que sólo se menciona como “Base”, nunca se menciona claro de qué, pero los listados de envíos, con entradas como “acondicionados 120”, “en esqueleto 50”, “embalsamados (99%) 2”, “embalsamados (50%) 3”, “engendrados 2” no dejaban mucho margen para pensar de forma tranquilizadora.
Los últimos documentos eran una serie de cartas y correspondencia que evidenciaba que las operaciones se habían suspendido.
Una primera carta, recibida por el jefe de operaciones, indicaba que la inquisición “podría haber localizado uno de los engendrados y había seguido el rastro hasta Puerto Armada. El Conde exige que su preciosa pequeña le sea devuelta antes de que puedan descubrirla, lo que requiere cesar las actividades relacionadas con el engendramiento.”
Un segundo documento, aparentemente una circular interna para la guarnición, indicaba que “los malditos Comandos, que tantos problemas no han causado, han seguido las investigaciones de la Inquisición. No tardarán en infiltrarse en la fortaleza. Acabarán encontrando la forma. Es necesario suspender las actividades y trasladarlas. Hasta que el círculo interno decida la nueva forma de proveer las necesidades de Sacróseo, la brigada se dispersará y el castillo será mantenido por la guarnición mínima. Ni un campesino más debe desaparecer del distrito, no ha llegado el momento de revelarnos.”

La segunda estancia significativa no lo era por su contenido. Estaba completamente vacía, salvo por un gran bloque de obsidiana que ocupaba el centro, como el somier de una cama que ya no existía. Pero lo que sí quedaba, apenas un residuo mantenido por la cerrada atmósfera de un subterráneo después de meses sin alimentarse, era la tenue sugerencia del olor de un perfume. Xera no pudo reprimir un ruido, difícil de decir si de furia, congoja o sorpresa. Era la fragancia favorita de su madre, estaba segura; obviamente había pasado allí mucho, mucho tiempo.

El último camino que les quedaba para explorar era un tunel apestoso, por donde probablemente embarcaban su macabra mercancía y drenaban el lugar hasta un río rápido. Una barcaza, larga, estrecha y de poco calado esperaba amarrada una carga que ya nunca llegaría.

El apestoso olor de los sótanos me hacía sentir incómodo. No podía soportarlo más y durante varios momentos tenía ganas de  irme de allí e incluso de separarme de Xera, no aguantaba más. Pero suspiré profundamente, traté de respirar por la boca y contener al máximo el aliento. No quería continuar con las arcadas que me daba aquel lugar.

Pero hubo un momento en que todo pareció brillar, como si una esperanza en mi corazón iluminase la estancia, el anillo de mi padre estaba allí. Quizá era una pista que su padre había dejado para ellos puesto que sabrían que algún día le iría a buscar o quizá simplemente le habrían cortado un dedo y aquello solo era los restos que quedaban de un cadáver descuartizado y convertido en un engendro.

Quería apartar aquella idea de su cabeza, pero era inevitable. No quería pensarlo, no quería darle vueltas, pero se sentía incómodo pensando que quizá todo aquello que estaban investigando tuviese que ver con Nigromancia y que su padre se hubiese convertido en un cadáver andante.

Era complicado saber que hacer, por una parte quería seguir adelante, seguir investigando y averiguando todo aquello que estaba relacionado con el Puño de Hierro. Pero por otra parte, el tema de hablar de engendros, esqueletos y muertos nunca habían sido de su agrado, eran demasiado antinaturales para lo que estaba acostumbrado Shail.

De todas maneras el anillo le dio fuerzas para continuar hacia delante y agarrándolo con fuerza y poniéndoselo en el mismo dedo que lo llevaba su padre se lo enseñó a Xera.

- ¿Lo recuerdas? Este es el anillo que siempre llevaba padre. Dijo que algún día me lo entregaría, que me lo daría cuando su vida estuviese a punto de acabar, decía que me pertenecía a mi porque yo era su primogénito, y ahora lo tengo entre mis manos. Parece un augurio, verdad? Solo espero que no tenga nada que ver con lo que estoy pensando. ¿Cómo te encuentras, querida hermana?

Me había mantenido atenta a todo lo que pasaba mientras descendíamos en esos sótanos. Apuntaba todo mentalmente, al tiempo que guardaba papeles que creía que podían resultar importante para Venpaulo.

El olor a muerte delataba que no íbamos a encontrar a nadie, al menos vivo, en ese lugar. Aunque mi cabeza me decía una y otra vez que nuestro padre no se iba a encontrar allí, mi corazón lo anhelaba con impaciencia. Y, a cada paso que daba, sentía como si estrangularan mis esperanzas. Si mi padre todavía estaba allí, estaba muerto. Y no quería encontrar ni su cadáver ni nada suyo.

Al llegar a una de las salas, mi hermano se agachó a recoger un objeto brillante, seguramente un anillo.

¿Para qué demonios lo coge? pensé alterada. Ese tipo de lugares podía esconder cualquier cosa en cualquier objeto. Pero, al ver que no pasaba nada, me encogí de hombros y no le di importancia alguna.

Pero, al entrar en la última sala y oler ese perfume... Mis ojos echaron fuego.

Maldita zorra bastarda, espero que esto sea lo único que quede de ella.

Ella había estado allí. Ella estaba implicada. Pero, ¿desde el principio? No, no podía ser. No era tan inteligente para planear todo eso, pero seguramente sí que formó parte más adelante. Alguno de sus clientes le contaría algo y ella se entusiasmó por la idea...

Zorra volví a repetir al tiempo que golpeaba al gran bloque de obsidiana. En ese momento, Shail me hablaba. Me alegré, porque eso significaba que padre había estado allí, pero...

No desesperes, Shail. Prefiero mantener la esperanza de que sigue vivo antes de pensar en su entierro.

Está muerto sentencié mentalmente.

No es el único de la familia que ha estado aquí. Tu madre también. Ese es su perfume, estoy convencida. La muy... Bueno, nada

¿Cómo sabes que ella ha estado aquí? ¿Eh? ¿Por su perfume? Quién te dice que no ha venido alguien que huela igual, incluso ella misma ha podido ser tan raptada como padre. No adelantes acontecimientos, quizá te estés equivocando, hermana.

Shail estaba algo enfadado, sabía que su hermana no guardaba ningún cariño por su madre, no sabía del todo bien todo lo que había sucedido entre ellas dos, pero el caso es que aún guardaba esperanzas en todo lo sucedido. Confiaba en que padre siguiese vivo y en que madre, no tendría nada que ver con todo ello. Quizá se equivocaba, solo esperaba no haberse equivocado en todo.

No seas estúpido escupí las palabras acompañándolas de una profunda mirada de odio.

Ella se estaba beneficiando a los hombres que se llevaron a padre. Y seguramente a los tres a la vez. ¿Crees que si la hubieran raptado la hubieran dejado traerse su perfume? ¿Crees que la tuvieron aquí poco tiempo en ese caso? Ya has leído los informes. Al saber que los Comandos estaban por aquí, les trasladaron a todos. Este es el perfume de tu madre. Lo reconozco. ¿Cómo sabes que ese no es un anillo igual al que llevaba padre?

Le estaba desafiando. Me había convertido en lo que era por ella. Y si por ella hubiera sido, ahora mismo seguiría todos sus pasos de prostituta

Shail agachó la cabeza ante las palabras firmes de Xera. Se quedó pensativo mientras jugaba con el anillo de su padre. Sabía que era suyo, pero acaso algo le garantizaba que esa joya fuera única en el mundo. Quizá fuera su sexto sentido lo que le hubiese llevado a esa conclusión, por lo que no hacer caso del de su hermana podría suponer un error.

Está bien... Xera. Confío en tu intuición. Pero lo que no sé es a dónde nos lleva todo esto. ¿Qué conclusión sacas tú? Crees que deberíamos investigar por esa pequeña barcaza, o quizá lo mejor sería volver ya con ese estúpido de Venpaulo.

Sonreí. Había ganado esa batalla como otras tantas en la vida. Lo que era obvio, era obvio. Y si no, me encargaba que pareciera obvio si me interesaba.

Hemos venido a por información y a ver si había prisioneros. Y lo hemos hecho. Coger esa barca es perder el tiempo. Te recuerdo que el "estúpido" de Venpaulo nos está esperando. Se está jugando mucho si le pillan y no creo que te guste que le corten la cabeza o algo del estilo por nuestra culpa. Creo que deberíamos volver

Shail asintió. Después echó un vistazo a la sala en la que estaban. Debía haberlo pasado realmente mal su padre ahí. No quería ni pensar todo lo que podría haber sufrido y sería aún peor al pensar que su madre fuera la causante de todos aquellos males.

Un escalofrío recorrió su cuerpo.

- Esta bien, Xera. Vayamos a ver a nuestro nuevo amiguito.

En su estado de invisibilidad*, ambos hermanos decidieron volver tras sus pasos. Fueron cerrando las puertas de las celdas, dejando todo tal y como habían encontrado, salvo algunos papeles que Xera cogió.

Volvieron por esos pasillos apestosos con la pequeña luz que habían generado en la ida. Y, en el mismo lugar en el que la habían creado, la apagaron, para no alertar a los guardias.

Anduvieron lentamente en ese punto. Xera tenía las llaves en la mano y sabía que tenía que devolvérselas al guardia antes de que se diera cuenta. Un pequeño traspies hizo que ambos soldados se girasen, alarmados. Shail aprovechó para arrebatarle las llaves a su hermana y dejarlas caer al lado del guardia.

No creo que te convenga perder las llaves le dijo uno al otro, olvidándose de ese pequeño ruido, permitiendo que los hermanos pudieran continuar su camino hasta la salida.

El trayecto se les hizo eterno. Donde antes parecía que los pasillos estaban vacíos, ahora se encontraban a alguien cada pocos pasos, impidiéndoles seguir caminando a un ritmo acelerado para llegar a la salida.

La salida estaba por aquí susurró Xera mientras apretaba con fuerza la mano de Shail. Se llevó la mano al escote para sacar la piedra que le había dado Venpaulo. Con un ligero gesto, la piedra se rompió en su mano. Ambos hermanos permanecieron atentos al lugar donde la puerta tenía que brillar. Fue Shail el que tiró de su hermana para salir, pues el brillo apareció de pronto a su lado. Ambos hermanos pudieron salir al jardín por el que habían entrado, en el que estaba Venpaulo esperándoles.

No había nada ni nadie, sabían que estábais tras ellos y, con esas palabras, Xera procedió a contarle todo lo que habían leído y averiguado.

Los hermanos habían atravesado la pared para ser recibidos por el rostro serio de Venpaulo que vigilaba los alrededores con preocupación. Sin embargo cuando vio salir a los hermanos ilesos, volvió su sonrisa radiante y confiada.

-“Me alegro de ver que no habéis tenido ningún problema serio.” – Comentó mientras cogía ligeramente los dedos de la mano de Xera y la hacía girar sobre sí misma en un grácil paso de baile contemplándola – “para comprobar que no hay ninguna herida” – afirmó examinándola minuciosamente.

Cuando Xera comenzó su informe, Venpaulo la interrumpió con un gesto de disculpa y una sonrisa amigable.

-“Estoy deseando oír la historia, especialmente de tus labios de rubí, pero sería insensato permanecer en éste jardín más tiempo del imprescindible. Volvamos a mi tienda donde podremos hablar sin riesgo y con la comodidad y entorno que una narración tan deseable requiere. Como siempre digo, si puedes tenerlo perfecto, ¿por qué conformarse con menos? ¿Me haréis el honor? ¿Por favor?”  - acompañó su susurrada sugerencia de una floreada reverencia, invitando a los hermanos a seguir el camino sugerido.

Con sigilo y discreción deshicieron el camino, de vuelta a la sorprendentemente elegante y cómoda tienda del bardo. Antes siquiera de que pudieran empezar el relato, ya tenían de nuevo copas de delicadas y exóticas bebidas afrutadas y refrescadas en la mano.

-“Para mojar la garganta, que la narración siempre reseca.” – afirmó con una sonrisa pícara.

El intérprete escuchó con atención el relato de Xera, siempre atento a sus ojos salvo cuando desviaba la mirada a los de Shail para escuchar sus apuntes o recibir confirmación de lo que ella decía. Su sonrisa se evaporó tan pronto como empezaron a describir el matadero de abajo y, si Xera interpretaba correctamente sus impresiones, comenzó a sentir furia y ultraje, aunque se controlaba bien.

Cuando la encantadora hubo terminado su relato, Venpaulo le obsequió con una sincera aunque brevísima sonrisa.

-“Fascinante. Tu relato ha sido sobrecogedor, serías una narradora excepcional.” – pero enseguida lo ominoso de la situación de la que hablaban cambió su rostro, creando de nuevo un ceño fruncido de furia y preocupación.

-“Así que matanzas para contrabandear cadáveres por el río. ¿Para qué puede querer el Puño de Hierro tantos muertos? Desde luego nada bueno puede salir de esto. Cada día que pasa esos mal nacidos llegan más lejos en su infamia. ¡Les detendremos y pagaran por cada vida robada!” – el trovador parecía estar a punto de exaltarse, pero se giró de espaldas, respiró hondo, y se volvió a mirarles con un amago de sonrisa que se quedó en un gesto serio.

-“Bueno, al menos nuestros actos han cancelado ésta operación repugnante. Tendré que informar de lo que hemos averiguado, nuestros espías y agentes menores deberán que mantener la vigilancia para evitar que vuelvan a empezar en otro lugar y, a la vez, investigar todas las ciudades río abajo. Tal vez encontremos alguna pista de dónde los desembarcaban, si consiguiéramos encontrar esa base de la que hablan…” – el hombre estaba pensativo y se mesaba el mentón perfectamente afeitado. Entonces abrió mucho los ojos, como dándose cuenta de algo, se acercó a ellos y mientras miraba a los ojos a Shail, tomó suavemente el brazo de Xera en un gesto cariñoso dándole un ligero apretón reconfortante.

-“Siento que no hayáis podido rescatar a vuestro padre, aunque en las presentes circunstancias casi es mejor no haber encontrado evidencias de su destino, dada la naturaleza de éste lugar inmundo. Pero pensad que, si le mantenían apartado del resto de prisioneros, seguramente era por algo. Obviamente no tenían el mismo destino planeado para él y es posible que lo trasladaran vivo a otro lugar. Es una esperanza a la que aferrarse.”

Volvió a separarse de la pareja para rellenar las copas con movimientos ampulosos, floridos y precisos que resultaban sorprendentes, parecía que a pesar de su pose como refinado noble conocía el desempeño de los coperos, o tal vez la pose era al emular a los coperos, claro. Continuó hablando mientras:

-“Ahora sólo resta salir de aquí sin llamar la atención. Por mi parte eso va a requerir conseguir una Xanthal adecuada para hacer de Offilia, ahora que esperan tan bella actriz. Un Xephir que haga de Cesbeth no será problema, el mago no se habrá fijado en Shail... Afortunadamente para mi actor principal.” – había acompañado de una sonrisa traviesa el último comentario; después pensativo, miró sin ninguna esperanza a Xera – “Supongo que entre tus habilidades no se incluirá una interpretación magistral de la bella Offilia ¿verdad?” –

A los hermanos les costó un poco seguir el cambio de tercio, pero recordaron cómo Venpaulo había hecho creer al mago del gólem que eran sus actores principales para el espectáculo nocturno. Para Shail el resto no tenía mucho sentido, aunque suponía que sería algo relacionado con el teatro, ocupación que nunca le había interesado lo suficiente para estudiarlo. Xera por su parte, que había tenido que acudir alguna que otra vez a funciones en su agitada vida, reconocía perfectamente una de las obras cumbre del teatro y sus personajes protagonistas, que vivían una tórrida historia de amor en un entorno prebélico entre sus naciones.

-“Y, ¿qué planes tenéis ahora vosotros dos? Tal vez la gente con la trabajo averigüe algo de vuestro padre, porque no vamos a dejar de investigar éste tema y aún menos de vigilar para que no vuelva a ocurrir. Quizás habría la posibilidad de mantener el contacto.” – Venpaulo miró fija e intensamente a Xera junto a su última frase. Era obvio que la idea le gustaba.

Tras contar el relato, no dudé en refrescar mi garganta con lo que me ofrecía. Habíamos terminado el trabajo y con éxito, ya que habíamos dado a Venpaulo aquello que nos había pedido. No habíamos podido rescatar a nuestro padre, pero tampoco esperaba que nos estuviera esperando allí.

Tengo muchos dones, Venpaulo, pero me temo que sin ensayar, no me atrevería a estropearle la obra, ¿no le parece? No sería nada justo para su reputación dije mientras fingía pena por no poder ayudarle.

Hay una pregunta que me ronda la cabeza. ¿Qué es el Puño de Hierro? Ya le ha mencionado antes, pero no nos ha explicado, al igual que nosotros tampoco hemos preguntado nada...

-"¿El Puño de Hierro?" - Venpaulo parecía sorprendido.

-"Sí, claro, pensé que lo sabríais. Lo di por supuesto, ya que habíais llegado hasta aquí. El Puño de Hierro es la organización que estáis persiguiendo, queridos míos. Los responsables de la desaparición de vuestro padre."  - la expresión de Venpaulo se había tornado seria, como queriendo dar el debido tono sombrío a tan importante pero lúgubre información. Sin embargo, apenas pudo ocultar la furia a partir de ahí, cuando se dedicó a dar detalles de la sociedad secreta cuya existencia les acababa de desvelar. Xera pensaba que el bardo tenía algún tipo de odio personal hacia ellos, aunque ahora que tenía un nombre para ellos, ella también sentía cómo su furia encontraba un canal de odio por el que fluir.

-"Es un grupo numeroso. La mayor parte son asesinos, matones, delincuentes, extorsionadores, espías y otras cosas peores o iguales. Por desgracia, tienen un objetivo común y, sobre todo, una férrea dirección. Sus líderes permanecen en secreto, entre otros motivos porque si no mis amigos y yo les eliminamos, pero son gente de mucho poder. Nobles, obispos, mercaderes de éxito, grandes burgueses, líderes militares, maestros de la academia... Su propósito es hacerse con el control del mundo, volver a forjar el antiguo imperio pero bajo su control directo y no escatiman medios para ello: chantaje, asesinato, extorsión, guerra, secuestro. Si hay algo demasiado obsceno para ellos, todavía no lo hemos encontrado... Como ya habéis visto - y sufrido - en primera persona." - más calmado y mientras rellenaba de nuevo las copas, esta vez sí, de licor de excelente calidad, añadió.

-"Mis compañeros y yo hemos formado una...  sociedad. Para combatirles con desde las sombras, con todas las herramientas a nuestra disposición. No me entendáis mal, no somos como ellos, pero entendemos que un clavo saca otro clavo y la justicia no está en los tribunales. De hecho ellos poseen la mayoría de los tribunales. De modo que sus crímenes y traiciones deben ser detenidos con contundencia... Por aquellos con la voluntad y los recursos para hacerlo. Y en eso estamos. Por eso mi ausente compañera y yo estábamos aquí, investigando éstas desapariciones."

Shail alzó la vista cuando escuchó la pregunta de su hermana. La verdad que había pasado prácticamente de toda la charlatanería del bardo y a medida que pasaban los minutos a su lado cada vez se le hacía mas tedioso el aguantarle. Pero cuando mencionaron el tema del Puño de Hierro y sobre a lo que se dedicaba comenzó a prestarle más atención. Además el tono de Venpaulo había cambiado y eso hizo que Shail se concentrara mejor.

Cuando le explicó todo aquello y también sobre su dedicación para combatirlos, Shail miró a su hermana. Espero a que ella se la devolviese y le asintió con la cabeza.

Llevaban mucho tiempo solos en su vida y desde que se habían encontrado también lo habían estado. Quizá el contacto con algo más de gente les permitiría encontrar ayuda, no solo en lo referente a su padre, sino también a todas las emociones y sentimientos que se habían retenido en su interior. 

Estar rodeados de más gente era para Shail como caldo caliente en pleno invierno. Necesitaba estar con alguien más, alguien con quien relacionarse y trabajar una amistad. Incluso alguien de quien enamorarse, no podía estar eternamente con su hermana. Ella era muy especial, y aunque siempre había deseado reencontrase con ella y la había jurado proteger, no quería decir con ello que estaría pegado a su culo el resto de su vida.

Aquel campamento del que habló Venpaulo era el perfecto escape de su anterior vida.

Allí se abrirían nuevas esperanzas, nuevas pistas y nuevas oportunidades y ayuda. Era el momento perfecto para unirnos a ellos. Solo esperaba que todos no fueran tan insoportables como el simpático Venpaulo.

Shail se puso en pie totalmente decidido.

¡Cuenta conmigo para formar parte de tu sociedad!

Escuché las palabras de Venpaulo. Coincidía con él en prácticamente todo; con grupos infiltrados por todas partes, no se podía atacar de frente. En esos casos, una palabra podía ser más mortal que el filo más afilado de cualquier espada.

Ese era mi elemento, por eso sabía de lo que hablaba. Era un grupo muy atractivo. Nos permitiría combatir desde las sombras mientras buscábamos a padre... Pero Venpaulo no nos había ofrecido unirnos... Pero mi hermano no lo entendió así.

Apoyé mi mano sobre su brazo y ejercí un poco de fuerza para que se sentara.

Tranquilo, Shail. Venpaulo no nos ha dicho que nos unamos a su grupo Aunque en sus palabras está claro, quiero escucharlo, no intuirlo.