Partida Rol por web

Kristaff sirvió el té para los dos y sacó las pastas, que efectivamente habían tenido mejor pinta en el pasado, a la vez que dejaba un tarro de miel para que cada uno lo endulzase al gusto.
 
Estaban sentados en cómodas butacas, donde habían pasado largos ratos de debate casi todos los Comandos. A parte de la cama y un escritorio, poco más había en el edificio. El clérigo escuchó atento las preocupaciones de su compañero, su cara amigable no perdió la sonrisa en ningún momento, pero los ojos sí se mostraron más apagados, tal vez preocupados, al avanzar el tema de conversación.
 
-“Los secretos de Beshaabel son suyos. Todos, o casi todos, los tenemos aquí. Ella no es una excepción, no puedo compartir contigo los que conozco, pues no me pertenecen. Tampoco creo que sea conveniente que tú los conozcas, no haría ningún bien y no creo que sea suficientemente importante para ti. Cerebro y yo nos encargamos de controlarlos en su día y les hemos dado pase.” – hizo una pausa para tomar un trago largo de su té, como si el calor no le afectase.
 
-“Es una buena chica… O la mejor mentirosa y simuladora de la historia del universo, tan buena que, en el fondo daría igual que no lo sea… pues habría hecho más bien para disimular que mal pueda hacer antes de que se la detuviera, lleva siglos apareciendo en historias o leyenda ayudando a los inocentes o matando a los malvados. Me gustaría que entendieras eso, si vas a empeñarte en sacar a la luz lo que ella no quiere que salga: no es perfecta, ¿quién lo es?, pero lucha en el bando del bien.” – posó su mano desnuda en el hombro blindado de Garv, pues a diferencia del paladín, el clérigo no llevaba su armadura en el campamento.
 
-“Ten en cuenta, si no piensas detenerte, que es un tema muy delicado para ella, sabes que es una chica muy temperamental y propensa a la histeria. Estos temas son, justamente, los que afectan a sus nervios. No la gusta nada que la gente indague en sus secretos. He aprendido que se puede sacar mucho de ella con conversación sincera, amable y paciente, pero sólo ira son subterfugios e indagaciones. Y es muy buena detectándolos. Y devolviendolos.” – su sonrisa suavizaba sus palabras, quedaba claro que ofrecía sus palabras desde lo que él consideraba la mejor intención, y la alegría de su gesto retornó a sus ojos para concluir:
 
-“Pero si lo único que te inquieta de ella es su reserva con las curaciones, ese conocimiento sí te lo revelaré: para ti y para mi, la curación sagrada es una sensación dulce y placentera. Casi sexual y, como mínimo, sensual” – aunque no le faltaba parte de razón, para el más estricto paladín aquella definición podía resultar un tanto perturbadora. Muchas escuelas de pensamiento teológico, incluidas algunas de tono ecuménico, rechazaban regodearse en la sensualidad y los placeres físicos, y esas teorías de pensamiento se esforzaban por separar y aislar las sensaciones del sexo y las de la curación sagrada definiéndolas como totalmente no relacionadas, en esos pensamientos Garv estuvo a punto de perderse la declaración importante de Kristaff –“No es así para ella. Beshaabel recibe la curación sagrada con un dolor bastante agudo, la tuya incluso más que la mía, seguramente. Si puede, evita esa situación, como haría cualquiera por otro lado, salvo que sea imprescindible o muy recomendable y lo que es recomendable para ella... Bueno, ya sabes que es cabezota, alocada y un poco imprudente, muy peculiar, como muy bien has dicho, puede que no tenga el mismo criterio al respecto que los demás.” – hizo otra pausa tras sacar a la luz la primera información, frente a los consejos esgrimidos hasta ese momento, para rematar con un suspiro:
 
-“Sé que la respuesta crea tantas preguntas como resuelve, es por eso que te he explicado lo primero. Hay un punto donde seguir presionando será malo para todos y ahondar en la búsqueda de secretos acabará llegando a él. Si tienes alguna pregunta directa, hazla; si puedo la contestaré, pero otras tendrán que quedarse para ella, si te empeñas en conocer la respuesta.”
 
A continuación soltó una carcajada, al pensar en pasar a temas más livianos y sencillos. Con una sonrisa más humorística que amable cambió de tercio.
 
-“Respecto a Venpaulo..." - hizo una pausa reordenando sus ideas - "Bueno, tengo menos relación con él que con nuestra dulce voladora. Es un gran comediante, y como tal hábil ocultando sus emociones y pensamientos. Aún así creo que lo que hemos visto es lo que hay, tiene buenas intenciones y buen corazón. Aunque tiene muchos defectos, que tú mismo has podido ver, personalmente le he visto dejarlos de lado cuando tiene que trabajar. Puedes confiar en que sea profesional, a su manera pero de forma muy eficaz. No te dejará en la estacada y no creo que oculte nada que no pueda ser pasado por alto en nuestra situación, diría que sus secretos, que no conozco pero me consta que tiene, protegen más a otros que a él mismo y que son bastante irrelevantes incluso para alguien de convicciones tan estrictas como tú… no estoy diciendo que puedas verlos favorablemente o negar pueda tener actitudes que te sean cuestionables en algunos temas, pero sí creo que no son el tipo de cosa que te resulte inadmisible.”
 

Garv escuchó en silencio, dando de vez en cuando sorbos cortos al té. Prefería no endulzarlo, ni acompañarlo de pastas aunque estuvieran recién sacadas del horno. Una forma razonablemente eficaz que empleaba como ayuda para sobrevivir alejado de toda comodidad era no acostumbrarse a ellas. Hacía todo mucho más sencillo.

-Entiendo-dijo, tras interiorizar todo lo que su compañero había compartido con él-He viajado poco con ella, pero había llegado a una conclusión similar; como bien piensas únicamente me preocupaba la segunda parte, lo relativo a la curación. Lo tendré en mente y para la siguiente vez que compartamos objetivo cargaré con elementos más... mundanos. Te agradezco que me despejaras la duda Kristaff-el comentario era plenamente sincero-Sus secretos... suyos son. Y es sólo ella quien decide con quién los comparte, aunque es un poco como hacemos todos ¿no te parece?-Allí quien más y quien menos tenía un historial oculto que rara vez salía a la luz. Garv el primero, aunque dudaba que fuera el más terrible. El secreto era para él una segunda piel que le permitía cumplir con su tarea como Inquisidor

-Respecto a Venpaulo...-dejó en suspenso la frase unos instantes negando con la cabeza-cuento con que sea como dices, pero la impresión que da no es exactamente esa. Entiendo que no todo el mundo puede ser tan severo como Cerebro, pero su frivolidad me parece excesiva. Llámalo deformación profesional si quieres, pero da la impresión de llevar una máscara siempre puesta, y me hace preguntarme qué tiene que esconder-no lo decía de broma, aunque tuviera media sonrisa torcida. A Garv le era difícil confiar en ese tipo de gente de apariencia superficial pero que se sabía que no lo era...-Lo ético o falta de ello respecto a mis juicios de valor en sus actividades no son mi principal preocupación-a fin de cuentas tampoco coincidía en muchos puntos con la elfa y colaboraban bastante bien.

Kristaff ensanchó incluso más su sonrisa cuando Garv se mostró satisfecho con sus indagaciones sobre Beshaabel, asintiendo a sus conclusiones.

-"Así es amigo mío, no puedes andar un camino tan largo y complicado como el nuestro, el de todos los que estamos aquí, sin que algunos rasgos se te graven a fuego y sin llenar el morral con unas cuantas piedras pesadas. Cada uno carga con ellas como mejor considera."

Respecto a Venpaulo, el clérigo se encogió de hombros, aunque sin perder la sonrisa.

-"Venpaulo hace lo que cree que debe hacer para conseguir su trabajo. Puesto que no soy capaz de sustituirle siguiendo mis propios criterios morales y deontológicos, prefiero no juzgarle. Su labor nos es útil y valiosa, el sostendrá que una cosa va con la otra... Ciertamente lo que es innegable es lo que tú has dicho: hay cosas mucho más preocupantes. Ya hablaremos cuando volváis y me podrás decir si hay o no algo suficientemente bueno detrás de esa máscara."

Kristaff casi había acabado su té, en apenas cuatro sorbos largos que tenían que haberle quemado como demonios. Recostándose en su sillón dirigió de nuevo a Garv su mirada penetrante y preguntó:

-"¿Algo más con lo que pueda ayudarte, amigo mío?" -

Garv se permitió una sonrisa ante la petición de su compañero clérigo. No dudaba que lo haría y además la opción de disfrutar de una bebida con tranquilidad siempre era bienvenida.

-Por supuesto-añadió para a continuación dar un largo trago al té-Espero que te queden más de éstas-bromeó un poco, paladeando el sabor amargo y reconfortante. El mero hecho de poder compartir tiempos tranquilos y silencios le valía de mucho. Más aún si tenía en cuenta lo que había tenido que pasar los días anteriores. Todavía le duraba la tensión y pronto marcharía en la siguiente.-Y mira a ver si con un poco de suerte la próxima vez conseguimos que te puedas escaquear de quedarte en base y me acompañas en el camino-sonrió con franqueza a su amigo, expresando un deseo sincero antes de acabar la bebida.

Unos minutos después y tras los saludos y despedidas de rigor se levantó dispuesto a prepararlo todo para la siguiente tarea. Sin embargo, ya en el dintel de la puerta, se acordó de otro detalle -Ah sí, Kristaff... tal vez sí tenga que pedirte un pequeño favor. Cuando puedas, ¿podrías oficiar un servicio por el Inquisidor Sevatar? Ahora puede descansar en paz-no entró en más detalles, suponiendo que el clérigo entendería mucho más de lo que sus palabras decían.

-"Así lo haré. Estate seguro que su alma disfruta de su recompensa en los planos superiores. Yo lo estoy." - confirmó Kristaff saliendo a la puerta a despedirse. El tono de voz y la sonrisa sincera que acompañó a sus últimas palabras le hicieron preguntarse a Garv porqué esta él tan seguro o si sólo sería una frase hecha, pero eso sería poco propio de Kristaff.

Xera y Shail habían vuelto hacía un par de días de su última asignación, estaban descansando, recuperando fuerzas y esperando a re-equiparse antes de ir a la siguiente reunión de informe con Cerebro y partir a una nueva misión contra el Puño de Hierro.

Garv y Venpaulo se habían ido al Valle de Kothal semanas atrás, a investigar la desaparición de animales mágicos en tierras de unos extraños salvajes. No había noticias de ellos, pero dado que atravesaban territorios sin civilizar y sin más contactos que aquellos extraños, no había que preocuparse.

Todo cambio cuando, a media tarde, sonaron los avisos que alertaban de que alguien se acercaba al campamento. Todos, incluída Rasphora, se dirigieron a los puestos de observación. Eran Venpaulo y Meelock. Pero no venía Garv. Aquello no era una buena señal, de hecho la cara de Venpaulo, de habitual risueña y pícara, mostraba un gesto ceñudo y preocupado, apenas se entretuvo en saludar a los compañeros al llegar, lo mínimo con Shail y Kristaff, un poco más con Rasphora y Beshaabel, con quienes intercambió un par de besos, aunque trató de girar la cabeza en el último momento para dárselo en la boca, lo que le valió un bofetón de la primera - aunque tuvo éxito - y un tremendo empujón que le tiró al suelo de la segunda, que remontó el vuelo para evadirle. A Xera la dejó para el final y, con un besamanos que le cubrió de suaves caricias con los labios desde la punta de los dedos hasta dónde ella le dejó, preparó la situación para sorprenderla con un pequeño paquete que le obsequió.

Sin dar tiempo para abrirle, asintió, sombrío de nuevo, al gesto de Cerebro y ambos se dirigieron al despacho del líder. Meelock se quedó atrás, con cara de circunstancias, contando al resto de comandos lo que había largado Venpaulo, a modo de rumores, hasta que le jefe decidiera qué más querría contarles.

Lo cierto es que para cuando Cerebro reunió a todos para informarles oficialmente - no sin antes hacer pasar a Meelock, Kristaff y Beshaabel para tratar algunos asuntos - sabían casi todo lo que había que saber. Venpaulo podía estar circunspecto, pero no había perdido ni un ápice de locuacidad y había contado a Meelock casi todo lo que había que contar, entre el mago y Cerebro la historia que averiguaron el resto de los comandos activos y Rasphora fue la siguiente:

Garv y Venpaulo habían tenido bastante éxito en su misión, habían descubierto algunas células de élite del Puño de Hierro implicadas en una misión de secuestro de Grandes Osos y Buhos gigantes, que enviaban a un lugar desconocido con un propósito indeterminado a través de un artefacto de poder increíble: un portal capaz de enviar instantáneamente de un punto a otro, similar al que usaban ellos para transladarse del Bosque Mágico del Sur a San Tomaszc. Habían destruído una de esas células, a sus líderes y el costosísimo e irremplazable artefacto y liberado a uno de los Grandes Osos, acabando con la operación y poniendo en fuga al resto de miembros del Puño, bajo constante hostigamiento de los seres del bosque y los salvajes dotados de extraños poderes mágicos y de cambio de forma.

Sin embargo, la rectitud y honradez de Garv le habían jugado una mala pasada. Había hecho una promesa irreflexiva para evitar problema con un grupo de fatas y había acompañado a un grupo de ellas a ver a su Reina. Todo hacía presagiar que el inquisidor estaba perdido en uno de los Reinos de Faerie, la Tierra de las Hadas. Las informaciones preliminares, que Cerebro se encargaría en días venideros de ratificar y comprobar, indicaban que ésto era un problema serio, entre otras cosas porque las hadas no solían liberar voluntariamente sus presas y el tiempo en sus planos de existencia transcurría mucho más rápido que en el Plano Material. Garv estaba en serio peligro, había poco tiempo para descubrir dónde estaba y cómo rescatarle.

Ni Xera ni Shail tenían más conocimientos que aportar que trivialidades y generalidades que ya habían sido comentadas, de modo que tuvieron que sufrir con los demás la inquieta espera durante los tres días que Cerebro pasó fuera obteniendo información. Tras ello volvió al campamento y envió a Xera a robar un libro titulado "Los Círculos de Hadas y las Puertas de Faerie por Thomas Grimmer" de la Gran Biblioteca de San Tomascz y a Shail a obtener polvo de ala de pixie, algo casi mítico, en el peligroso mercado negro de componentes mágicos de la ciudad subterránea de Ratonera, con Meelock encargado de teleportarles de ida y de regreso tan rápido como fuera posible.

Con todo aquello, y un día de preparativos, Cerebro envió a Beshaabel a una misión tras otra, orientadas a rescatar a Garv. Pasaron cinco meses, las esperanzas eran cada vez más tenues. En una reunión en la que los ánimos se caldearon mucho, Cerebro dijo a Beshaabel que si no conseguían resultados en un mes tendrían que cancelar la operación, puesto que la misión principal se resentía fuertemente de perder a dos Comandos. De aquello hacía dos meses, Beshaabel también había desaparecido, tras una visita en que se mostraba muy ilusionada por haber encontrado la pista definitiva.

Kristaff, Venpaulo, Xera y Shail habían tenido que multiplicarse para hacer cada vez más misiones menores y las mayores se acumulaban. Fue entonces cuando, entre misión y misión, un día que estaban los cuatro, Cerebro les reunió junto a Rasphora y Meelock para informales de que al día siguiente tenía una reunión con un potencial candidato a sumarse a sus filas. Otro luchador legendario que les ayudase en la lucha contra el Puño.

Si todo iba bien, en unos días tendrían un nuevo compañero o compañera en el campamento.

El portal les dejó en el Monte Aguja, en la cima. Era una montaña muy alta y estrecha a apenas quince kilómetros de San Tomascz, Beshaabel se rió más alegre que burlona: podía quitarse la armadura y bajar en un descenso arriesgado y largo, aunque posible o seguir aprovechando el conjuro de vuelo para descender rápido y seguro en otro inquietante vuelo, aún más aterrador, dado que sería un largo descenso muy pronunciado de casi un kilómetro mirando siempre al suelo en lugar de subir unas docenas de metros mirando a un punto fijo.

Tras dejarse convencer para volar de su mano de nuevo, debía reconocer que el vuelo mágico no era tan complicado aunque sí muy inquietante, casi sobrecogedor. En San Tomaszc, Meelock casi chilló de alegría al verles en el reservado secreto en los sótanos de la Academia de Magia, abrazándoles con tanta intensidad que acabó siendo embarazoso, sobre todo para el comedido y distante paladín. Les teleportó sin darles tiempo a preguntas siquiera, en su prisa por dar la buena nueva a los demás, ganándose una enfadada reprimenda de la elfa alada, que prefería confiar en su propia magia de transporte más que “en los tanteos de aprendiz de los humanos”, a pesar de que nunca habían fallado.

Mientras avanzaban por el bosque, entre los sonidos de los animales y el sentimiento de ser observado, que ahora que había conocido las “bondades” de las hadas le resultaba mucho más inquietante, la voz de Beshaabel entró de improviso en su mente, una ligera mirada a Meelock, y el contenido de la conversación, le dijeron que el mago estaba fuera de la misma.

-“Garv… Yo, yo… Quería pedirte algo, ahora que vamos a volver. Los demás, bueno, casi todos los demás… O sea, todos, menos Cerebro y Kristaff… Ellos no saben lo mío. Lo que soy, lo de…” – hizo un rápido gesto con las manos como para hacer cuernos en su frente y cola en lo alto de su trasero, aprovechando que él la miraba y Meelock, cotorreando de intrascendencias un par de metros por delante, no –“Y prefiero que siga así, por favor, no se lo digas. La gente no suele tomárselo tan bien como tú, ya te lo dije antes.”
 

La tarde del día siguiente sonaron las alarmas de acercamiento en el campamento. Todos se reunieron esperando ver llegar al nuevo compañero, que a la larga resultó ser una compañera, aunque no aquel día, porque las figuras que acompañaban a Meelock eran dos, no una.

No tardaron en hacerse reconocibles las familiares siluetas de Garv, envuelto en la armadura como siempre, como si de un gólem de hierro se tratase y de Beshaabel, con sus grandes alas plegadas a la espalda. Entraron en la empalizada, ya en medio de la algarabía general, incluso en Cerebro se podía intuir, más que ver, una sonrisa en lo bajo de la capucha.

Un estallido de apretones de manos, palmadas en los hombros, abrazos y besos se sucedió a medida que los Comandos daban la bienvenida a los compañeros que ya daban por perdidos; la algarabía siguió hasta que Venpaulo se acercó a recibir a la elfa, que le abrazó con fuerza, momento que el bardo aprovechó para aferrar con fuerza su trasero y robarla un beso en los labios. La chica lo derribó de culo de un empujón que parecía más propio de un orco que de una delicada elfa alada, con cara horrorizada y bofetón para acompañar el camino descendente.

La alegría sí sobrevivió a la escena y todos siguieron riendo y felicitándose durante minutos, hasta que Cerebro carraspeó y reclamó a Garv para un informe previo mientras aprovechaba para saludarle, el último, con un cortísimo pero firme apretón de manos.

- “Luego tú” – le dijo a Beshaabel antes de retirarse junto a Garv a su oficina, tras un breve abrazo, apenas un roce a hombro cruzado sin llegar a tocarse con los cuerpos ni las mejillas.

Los demás comandos se quedaron charlando con la elfa, tratando – sobre todo Meelcok y Venpaulo, aunque también Rasphora – de sonsacarla algo antes de la reunión de informe y puesta en común.

Apenas le dio tiempo a esbozar y poner los dientes largos con sugerencias de una historia de persecuciones entre hadas y centauros, huidas apresuradas, viajes por el Abismo, peleas con demonios e investigaciones sobrenaturales con monstruos y no muertos en una ciudad increíble de arquitectura imposible. Para ese momento fue reclamada por Cerebro, que pidió a Garv que saliera unos minutos antes de recibirlos juntos para que le hablaran de la huída.

Aunque los más cotillas trataron de sonsacar a Garv algo más, no consiguieron nada, puesto que con el yelmo ni siquiera podían ver si confirmaba o no lo que la chica había adelantado. Tampoco tuvieron tanto tiempo, antes de que Beshaabel saliera y, poniendo voz de colegiala hastiada – y una sonrisa bromista - dijera que “el señorito Cerebro dice que entres tú también, Garv”.

Tras otro buen rato salieron los tres. Cerebro anunció una fiesta para la noche y que dejarían el briefing de la misión y de actualización del Valle de Kothal para la mañana siguiente.

Cuando se quedaron a solas en la oficina, Cerebro le contó lo que Venpaulo había informado sobre los druidas, los osos y el Valle – básicamente la verdad, aunque tal vez potenciando un poco su participación y con más detalles sobre Ashai y Brunhilda de los que él había visto y sobre todo mucho más épico y florido de lo que él habría descrito; le pidió que le contase su versión y si había algo que quisiera añadir.

Como siempre su pluma rasgueaba tomando notas como loca e interrumpía para preguntar detalles de todo tipo hasta de las cosas aparentemente más triviales. Había hecho una docena de folios de apuntes extra cuando acabó de contarle la historia hasta la llegada de Beshaabel a Faerie.

En ese momento le interrumpió y le pidió que saliera un momento mientras charlaba con Beshaabel, luego seguirían juntos.

Para cuando volvió a entrar, procurando contener la risa que le había provocado la invocación de la chica – si a Cerebro le había molestado o hecho gracia era imposible de decir – el montón de papeles había incrementado su tamaño en el doble o más.

El líder les dio pie a continuar con una frase que probablemente mezclaba los finales de las historias de uno y otro “Y apareció Beshaabel de la nada, toda ajigolada porque la perseguía una horda de centauros asesinos. ¿Y?”

La (no-)elfa, sentada en la silla sobre sus propias piernas en una postura aparentemente incómoda pero en que ella parecía deleitarse, dejó que él llevase la voz cantante y que diera la noticia de los refuerzos bélicos obtenidos, limitándose a apoyar su narración, sobre todo con, en orden de frecuencia: efectos especiales para su narración, comentarios jocosos y chascarrillos – en su mayoría contra sus enemigos o sí misma -, notas sobre los pensamientos de algunos personajes secundarios que a él mismo le extrañó que ella supiera y datos oscuros o detalles sobre las cosas raras (como demonios o especies alienígenas) que encontraban de los que tanto gustaba apuntar a cerebro; junto a alguna pregunta, dirigida a Garv, de si algo que se dejaba no era importante, que no solía ser el caso.

Al concluir su narración Garv notó que incluso a Cerebro le costaba hacerse a la idea de todo lo que habían vivido y pasado. Era obvio que el líder de los Comandos trataba de hacerse una imagen y procesarlo y que le costaría mucho. En cualquier caso les dejó ir, para que pudieran prepararse para la cena de celebración; en el último segundo y cómo de pasada, les notificó que en los próximos días llegaría un refuerzo que había estado tramitando para aliviar un poco el exceso de misiones pendientes. Beshaabel se quedó detrás tratando de sonsacarle quién era, cómo era y qué era.

El paladín accedió a la tienda de Cerebro y escuchó sin inmutarse la versión de los hechos que Venpaulo había transmitido. Era sorprendentemente precisa aunque con los embellecimientos de esperar viniendo del bardo. Con lentitud se quitó el yelmo y lo dejó a un lado de la silla. No quería poner ninguna traba en lo que venía a continuación.

Añadió ciertos detalles, como el susto a Venpaulo en los pasillos de la fortaleza del Puño, a la historia del bardo sobre la historia de la desaparición de las bestias, incluyendo sus opiniones personales -El lanzador de conjuros tenía acceso a un potente arsenal mágico; era de esperar pues estaba al cargo de un portal de teletransportación.-si bien era cierto que ellos no sabían ese detalle cuando entraron-Mientras Brunhilda y yo tratábamos de dar cuenta de él Venpaulo se centró en obtener información del mago siendo el más versado de los tres en el Arte. Cuando retornó casi habíamos destruido el artefacto.-Se encogió de hombros contrito

-Pero explotó y les causó daño; ahí lamento mi falta de conocimiento. De lo que no me arrepiento en absoluto es de haber privado a nuestros enemigos de un elemento tan extraño. No conseguimos únicamente una victoria al encontrar la causa de las desapariciones de las Grandes Bestias, sino que eliminamos activos relevantes del Puño. Si bien las que ya habían sido sustraídas no fueron halladas ni el lugar al que las llevaron, temo qué las pueden hacer pero tengo claro que encontrarán un medio para torcerlas a su voluntad. Si bien los Clanes del Valle prometieron ayuda cuando llegue la hora-hizo una pausa, ahí el relato ya coincidía palabra por palabra con lo que le había dicho Cerebro. Sin embargo sí añadió un apunte-Me temo que todo esto habrá hecho ganar mayor notoriedad a los Comandos y puede haber atraído más atención de la debida, o lo acabará haciendo-no se le escapaba que tenía un hueco temporal con respecto a sus compañeros y aunque ya había dado el aviso antes de partir no podía sino insistir

Tras los detalles técnicos pasó a detallar su experiencia en la vuelta, cumpliendo lo prometido con las hadas sin omitir nada pero sin recrearse en los detalles, finalizando con un análisis más reposado-No creo que se diera el caso, pero podrían buscar algún tipo de retribución tanto por mi fuga como por la intervención providencial de Beshaabel-la cautela siempre había sido su mejor defensa. No se arrepentía de haber cumplido su palabra ni de lo sucedido en el plano de las hadas, aunque el tiempo le estaba empezando a dar perspectiva al respecto y parecía indicar que no era completamente dueño de su voluntad. Lo que realmente le atormentaba era que los Comandos hubieran podido necesitarle y él hubiera estado perdido. Sin embargo Cerebro, tras acabar de tomar las notas referentes al lance, preguntas sobre fatas incluidas, dio por terminada la reunión sin más ceremonia indicándole que saliera.

Con una inclinación de cabeza tomó el yelmo y salió de la tienda indicando a la elfa que saliera. Se sentía honrado por la confianza que todos depositaban en él, pero tenía serena intención de cumplir la petición de Beshaabel: aquí era una elfa alada.

El paladín salió de la tienda de Cerebro como había entrado, enfundado en metal. Tras la indicación para que pasase la elfa retornó al grupo. El líder había dejado caer que habría caras nuevas pero por el momento aquello no le preocupaba. Estaba sinceramente interesado por lo acontecido en su prolongada ausencia.

-Por ubicarme un poco, ¿cuánto tiempo he estado fuera?-Beshaabel le había dado una aproximación pero puesto que ambos también habían estado atravesando los planos una temporada no estaba seguro de saber cuándo estaba.-Por favor, contadme los últimos acontecimientos, por mi parte estaré encantado de contaros lo que queráis saber y que Venpaulo no haya querido contar-a pesar de lo baqueteado de la armadura, los conjuros recibidos en el valle y las atenciones de los demonios habían hecho poco por ello siendo su estado casi literalmente ruinoso, se podía notar una sonrisa bajo la celada del yelmo. A pesar de sus abiertas palabras aún recelaba un poco, tenía demasiado que asumir antes de poder retomar con normalidad su actividad. E iba a necesitar un buen herrero pronto.

Cuando entró por segunda vez enarcó una ceja ante la pila de papeles, retirándose nuevamente el yelmo ante la mirada extrañada de los presentes. Parecía sorprenderles que se lo hubiera vuelto a poner para tratar con los demás Comandos, pero para él era lo más natural del mundo pues aún sentía que necesitaba una barrera frente a los demás hasta poder eliminarla paulatinamente y volver a la normalidad. Tomó asiento con chirridos metálicos, nuevamente su equipo le recordaba que necesitaba atenciones, y retomó la narración donde Beshaabel la había dejado.

No se dejó nada, en su opinión, de la fuga del plano de las fatas y el periplo por el Abismo. Había contemplado la Guerra de la Sangre, demonios asaltándoles constantemente en un entorno deliberadamente hostil y aventureros atrapados por seres salidos de las peores leyendas del mundo. En este punto hizo especial hincapié. -He de hablar con esto con Kristaff, aquellas almas estaban perdidas y conseguimos salvarlas de un destino peor que la muerte. Pero sus nombres merecen pervivir. Hicimos lo que pudimos por ellos en Sigil-inclinó la cabeza en deferencia a Beshaabel-pero también les di mi palabra que serían conocidos aquí. Me gustaría que formasen parte de los Caídos de los Comandos y sus nombres honrados junto a los demás-no le importaba parecer excesivamente tajante en este aspecto. Aquel episodio del viaje le había marcado especialmente hondo, él podía haber acabado igual o peor, y estaba dispuesto a llevar su palabra hasta las últimas consecuencias.

Tras el extraño momento de emoción retomó la narración con la llegada a Sigil, torbellino óseo mediante, sin omitir ningún punto, incluso la peculiaridad de la realidad cambiante que era la propia ciudad y su extraña idiosincrasia con sus facciones y gobernante suprema. Siguió con la formalización del pacto que había tenido que firmar Beshaabel con Lothar detallando lo requerido, deteniéndose en la preocupación que ello podría acarrear en un futuro a alguien. Posiblemente no de este plano, pero eso no restaba un ápice a las dudas del paladín sobre las consecuencias.

Para finalizar detalló todo lo relacionado con el más que peculiar encargo de la facción de las Naciones Muertas. La extraña actitud ante la muerte, sus integrantes, sus métodos de acción, los temores que había captado, las enemistades entre facciones, la aberración que realmente era la causante de las desapariciones... todo eso y más detalló Garv de forma incansable. No ya sólo para proporcionar toda la información posible a Cerebro, sino porque sabía que le venía bien a él mismo. Toda la tensión y vivencias al límite de los últimos meses salían como un torrente imparable. Cuando finalizó el relato entregando la prueba del pacto con la Legión de los Hijos Exteriores en el que se detallaba las condiciones del acuerdo él mismo se recostó en la silla, agotado a más niveles de los que podía contar.

Fue Meelock quien se mostró dispuesto a comentar primero, para desesperación de Venpaulo. Le contó a Garv un resumen de los últimos meses, las misiones que habían desarrollado para averiguar dónde estaba y cómo después habían tenido que dedicarse a tareas menores puesto que la falta de efectivos hizo que no llegaran a todas las mayores y hubiera que contener las expectativas.

Los Comandos se habían centrado en misiones rápidas y directas, usando colaboradores menores para prepararlas de modo que los actores principales llegaran a tiro hecho. Eso había incrementado el peligro y habían perdido más ayudantes de los que sería deseable, pero las cosas no iban demasiado mal.

Las consecuencias de la invasión de diablos empezaban a ser visibles y ya habían combatido los primeros movimientos. Santa Greta era inexpugnable, pero por ahora se trabaja en contener la infección.

Los últimos trabajos de los cuatro Comandos activos habían sido, sobre todo, robos de documentación y objetos importantes, asesinatos selectivos de miembros de alto rango del Puño, espionaje y sabotaje de los preparativos bélicos y económicos de las casas nobiliarias y cósteres comerciales asociados al Puño y contramedidas para defender la red de informadores y agentes menores.

Cerebro asintió a su informe previo y le tranquilizó respecto a sus principales inquietudes.

-“Tanto los bárbaros como Venpaulo sabían de los peligros y los asumen. No puedes culparte cada vez que alguien es herido a tu alrededor. Todos sabemos a qué jugamos aquí y qué nos jugamos. Lo único que se puede pedir es que se juegue con cabeza, a partir de ahí cada uno afronta su destino.” – le puso una mano en la hombrera de la armadura, mientras le acompañaba hacia la salida para llamar a Beshaabel.

-“Y nuestra notoriedad ya era grande, puede que aún no haya ejércitos moviéndose por el campo, pero no te equivoques. Estamos en guerra, nosotros lo sabemos, ellos lo saben. Shail incluso ha roto su mascarada y es reconocible ya para nuestros enemigos, Xera tal vez también; por suerte ambos saben cambiar de aspecto. Somos buenos en ello, ni tú ni Venpaulo habéis roto siquiera la mascarada, siguen sin saber suficiente de vosotros para montar una caza activa. Vamos bien.”

Ya le despedía cuando señaló los problemas potenciales con las hadas. Ahí se encogió de hombros.

-“Es posible. Esperemos que su naturaleza caprichosa y cambiante y su percepción diferente del tiempo jueguen a nuestro favor. O que sean diferentes las de Kothal y las de aquí, que es lo que creo. Sólo podemos mantenernos vigilantes, no tenemos recursos que dedicar a vigilarlas activamente.”

Sin embargo cuando retomó la narración, esa vez acompañado de Beshaabel, por primera vez la mirada de Cerebro parecía mostrar un ligero desconcierto, incluso de impresión. Sacudió la cabeza, incapaz de usar su mente analítica para recorrer el camino que veía ante si. Antes Cerebro se había mostrado sorprendido, tanto por la existencia de muertos vivientes como de que Garv no hubiera perdido la compostura ante ellos; al paladín le pareció que miraba con cierta suspicacia a Beshaabel y que, incluso, la escaneaba con mirada profunda, tal vez con magia. Si la chica lo notó, se limitó a sonreír. ¿Podía ser que Cerebro no se fiara de ella, tal vez que creyera que lo mantenía hechizado?

-“Suficiente tengo con salvar un plano para hacerme a la idea de otros mundos y sus necesidades. Prefiero no imaginar las consecuencias de todo eso o cómo puede afectar a otra gente ni cuánta puede ser.” – cruzó los dedos de sus manos, volviendo en si al centrarse en los problemas que consideraba acuciantes y resolubles.

-“Así que centrémonos en lo que tenemos. Y, para eso, esa legión será de gran ayuda” – miró a la súcubo y le dijo –“Beshaabel, necesitaré un informe detallado del tipo de criaturas que la componen y qué pueden hacer exactamente.” – la chica suspiró, aburrida, pero asintió con pena y ojos tristes, actitud que una ligera sonrisa que apenas asomaba a los labios marcaba como puramente teatral.

-“No entiendo bien para qué quieres inscribir los nombres de esos héroes con los nuestros: aquí no les conoce nadie, ni le importarán sus hazañas y sus seres queridos nunca verán ni sabrán de nuestros registros para saber qué pasó con sus salvadores. Aunque haz lo que quieras.” – pragmático y con la empatía justa, como siempre, ofrecía su opinión junto a soluciones sin alma pero efectivas – “Personalmente me parece mejor esperar a que acabe éste conflicto y pedirle a Meelock o a ella, ahora que sabes lo que es” – señaló a Beshaabel - “que te ayuden a averiguar de dónde venía esa gente y hacer llegar el registro allí. Tal vez por ese Sigil infernal que habéis descrito.”

Finalmente dieron por terminada la sesión. Cerebro les acompañó fuera, despidiéndose.

-“Descansad para la fiesta de la noche. Mañana debería estar aquí vuestra nueva compañera, haremos la sesión de informe y estudiaremos nuevas asignaciones de misiones, tenemos un poco retrasadas las principales y ya es hora de retomarlas.”

Tuvo que sacar con firmeza a Beshaabel, que insistía en hacer cien preguntas sobre la misteriosa nueva compañera. Aunque acabó decepcionada, con la puerta cerrándose contra sus alas y gruñendo enfurruñada.

La reunión del día siguiente fue tardía, casi al mediodía: la fiesta fue alegre y bulliciosa, extendiéndose hasta el amanecer, al menos para Beshaabel, Venpaulo y Meelock. Todos acudieron a la sala común, con un aperitivo de fruta, tartaletas, cerveza ligera y zumo; todos con algunas ojeras y muestras de cansancio, salvo Venpaulo que estaba impecable y Beshaabel que llevaba un aspecto distinto del de otras veces y, por tanto, ocultaba con magia su deterioro.

Cerebro en cambio estaba bastante fresco, tal vez porque se retiró de los primeros, antes de la medianoche. No dio pie a muchas distracciones, ni a los tradicionales lanzamientos de manzana entre el bardo y la elfa alada, que ese día ni era elfa ni tenía alas.

El líder procedió a resumir las nuevas noticias y los efectos de las viejas, puesto que el tema de las desapariciones animales había quedado pendiente de cerrar, a pesar de que habían pasado muchos meses desde la vuelta del trovador. Repasó la información sobre la liberación e interrupción del tráfico de bestias mágicas, sobre la destrucción del portal mágico y los importantes muertos entre el Puño antes de resumir los efectos finales.

-“Bien, aunque ya es casi público, vamos a detallar las consecuencias de nuestras acciones en el Valle de Kothal. Hemos tenido algunos avances sobre qué podría estar haciendo el Puño con esas criaturas, nuestras sospechas son que están experimentando mágicamente, probablemente siguiendo teorías como las que llevaron a los magos de antaño a crear las Grandes Bestias. Genemancia. Algunas de las misiones retenidas que tengo van en ese asunto.” – hizo una seña a uno de los portafolios de misión que había traído, puesto que aunque Xera y Shail tardarían unos días en terminar sus resúmenes y de cerrar flecos para volver a salir, Garv tendría que elegir nueva misión en esa reunión.

-“Tenemos que alegrarnos de la destrucción del artefacto, Meelock ha constatado los costes de crear semejante objeto y estamos razonablemente seguros de que no podrán replicarlo en, al menos, cinco años” – hizo un gesto de apreciación al mago, presente en la reunión – “Pero eso hace que me preocupe especialmente las operaciones del Puño relacionadas con esto. Si han renunciado a la ventaja militar que les habría proporcionado ese artefacto para desplazar tropas a uno de nuestros centros de resistencia…” – no hizo falta que terminara para que se hicieran una idea de lo que el Puño de Hierro tenía que valorar esa operación, ni la importancia de haberla desmantelado a medio ejecutar.

-“Por suerte junto a un golpe certero en un plan importante de nuestros enemigos, conseguimos una gran ayuda: los salvajes de Kothal nos ayudarán con su misteriosa magia y sus aliados naturales. Se que algunos de nuestros aliados no lo verán con buenos ojos y que podemos perder el favor de algunos indecisos y neutrales al aliarnos con paganos y seres incivilizados, pero su valor en combate será mucho mayor que el de esas pequeñas pérdidas y nuestra alianza en general ya es inconexa y heterogénea de por si. Aguantará otro envite de ese tipo.” – pasó a una nueva carpeta de papeles para resumir los últimos avances.

-“Como sabéis Garv ha estado desaparecido un tiempo en la Tierra de las Hadas, gracias a vuestros esfuerzos, Beshaabel ha conseguido localizarle, rescatarle y los dos han vuelto tras algunos periplos, realmente mareantes, por el infierno…” – la chica le interrumpió y con tono ofendido, que quedó un tanto pedante le corrigió con un lacónico ‘por el Abismo’ – “por el Abismo” – se corrigió Cerebro con tono neutral – “y otros sitios extraños de los planos. Sus aventuras en ellos no nos conciernen mucho, podéis preguntarles si estáis interesados, pero sí los efectos que han conseguido de ellas. La colaboración de una unidad mercenaria de élite de criaturas planares para el caso de que lleguemos a una guerra abierta con el Puño. Que llegaremos. Ciertamente será otro fuerte terremoto a la unidad de nuestra frágil alianza, que deberemos limar con diplomacia; pero es algo de lo que nos ocuparemos cuando lleguemos, estoy seguro de que podremos hacerlo porque tenemos aquí a tres de los mejores diplomáticos de la nación y otros tantos que apenas les van a la zaga. Si no somos capaces de limar esas situaciones, más vale que nos rindamos ya.”

Cerebro anunció que a continuación repartirían nueva asignación a Garv, de modo que pudiera salir en la siguiente semana, una vez descansado y repuesto; momento que Meelock y Rasphora aprovecharon para ausentarse. El líder luego se dirigió al paladín, ofreciéndole tres carpetas.

-“La primera misión, que sigue pendiente, es la vieja fiesta que seguimos retrasando para nuestros patrocinadores. He compartimentado la información, tratando de determinar quién puede ser el traidor y evitar ésta pérdida de tiempo. Pero, lo cierto, es que entre la escasa discreción que muestran entre ellos – y no quiero hacer público mi conocimiento de la existencia del traidor, para evitar que se enrroque – y su notable habilidad para intriga, no he sido capaz más que de descartar a algunos de los menos probables. Apenas hemos avanzado en éstos nueve meses.” – dejó la vieja carpeta en la mesa mientras le indicaba sus opciones de apoyo – “Puedes llevar a cualquiera de los tres apoyos a esa misión, será en San Tomaczs así que no hay problema, no podríais estar más cerca."

-“La segunda misión está relacionada con las desapariciones de animales. Hemos estado vigilando ciertas operaciones y personas y, tras mucho trabajo y estudiar muchos números, hemos detectado un patrón que pensamos que merece la pena estudiar con recursos mayores. El Conde de Steilerhoch, un condado de las tierras bajas del norte, ha contratado últimamente a varios famosos entrenadores y domadores de bestias, también ha iniciado operaciones industriales secretas, a la vez que ha incrementado sus pedidos del mejor acero y maderas extremadamente resistentes de forma muy elevada sin que su ejército se haya incrementado en una proporción similar. Y eso a pesar de que ha iniciado reclamaciones territoriales sobre cuatro baronías vecinas, la mitad de ellas aliadas más o menos a nosotros. Steilerhoch era neutral a nuestra diplomacia, pero últimamente se ha mostrado esquivo y ha mostrado cierta hostilidad contra nuestra infraestructura en su territorio. Es la típica operativa que suele seguir el Puño al incorporar nuevos aliados a su causa.” – la carpeta que cayó sobre la mesa, mientras resumía sus opciones para esa misión, no era muy gruesa ni estaba demasiado envejecida, pero si muy manoseada – “salvo que tengas un buen argumento prefiero que no lleves a Kristaff a esa misión porque estaría un poco lejos para mi gusto; pero si te hace falta y se mantiene en el entorno de Steilerhoch, estaría dispuesto. Si tuvieras que salir de allí siempre podrías enviar mensaje para que Meelock vaya a recogerle y te lleve a Venpaulo o Beshaabel.” – la chica le interrumpió para decir ‘querrás decir que vaya Beshaabel, a mi Meelock que no me teleporte cutremente más’. Cerebrola despachó con un gesto de la mano que venía a decir 'lo que quieras'

-“La última misión que quiero investigar con urgencia es la menos orientada, una investigación pura y dura desde las pistas iniciales. Estamos perdiendo muchos de los indecisos en las tierras centrales, las más ricas. Todos los meses tres o cuatro señores menores: barones y vizcondes como mucho, pero la mayoría caballeros, se unen o alían al Puño después de conseguir un golpe de suerte importante: matrimonios excepcionales, una nueva mina de oro en su territorio, una muerte que le coloca como el nuevo gobernante, un consorte de excepcional inteligencia… Casi cada caso tiene un efecto diferente, pero todos tienen algo cercano a un milagro que mejora su situación muchísimo y en los siguientes días rompen con nosotros y se lanzan a los brazos del Puño.” – Cerebro se encogió de hombros, antes de aclarar – “Había pensado que ésta misión le podría interesar a nuestra más reciente incorporación, Nya, vuestra nueva compañera y Agente de los Comandos de la Libertad, es de la zona y la conoce bien. De hecho la encontré en Lavigne, una de las Baronías de allí, aunque no de las relacionadas con el caso. Pero, tal vez, también estés interesado dado que en el centro de toda ésta actividad está, sospechosamente, Santa Greta, aunque seguimos sin infraestructura allí y la iglesia sigue gobernada por el Flagelo.” – la carpeta de ésta asignación parecía estar formada por una serie de fichas, probablemente estudios de cada caso particular – “Para esta misión también puedes contar con cualquiera de los tres, siempre que si vas con Kristaff os alojéis en posadas afines a nuestra causa y dejéis dicho a qué territorio viajáis desde cada uno para poder llegar a él en caso de urgencia.”

[Muchos meses antes]

El campamento entró en revuelo a primera hora de la mañana. Beshaabel y Garv acababan de volver de las montañas del norte dónde interrumpieron el ritual infernalista; Rasphora había dado el aviso de que Meelock avisaba de un retorno, pero la elfa alada, encaramada en su nido en el árbol más alto, avisó que con él volvían, sanos y salvos, los dos Shail y Xera.

La alegría del reencuentro se veía mitigada por las caras un poco largas que traían los hermanos, aunque no tardó en correrse la voz que era sólo por su perfeccionismo: la misión había sido un éxito notable.

Estaban descansados, pues tras el viaje a San Tomascz, habían podido dormir y refrescarse en la posada frente a la Academia de Magia antes de que el mago les transportara por el portal al bosque mágico. Por ello Cerebro, tras un saludo rápido que contrastaba con los abrazos y besos de Beshaabel y Venpaulo (éste sólo para Xera, para Shail apretones de mano y sonrisas sinceras), les pidió que le informaran en su cabaña, como sabían sería un interrogatorio largo, pues al líder de los Comandos le gustaban los detalles hasta un extremo enfermizo. Sin embargo valía la pena, pues parecía capaz de sacar oro de las rendijas de información más pequeñas.

El viaje había sido silencioso. Tanto Shail como yo no estábamos contentos por el fin de nuestra investigación. Habíamos arriesgado mucho para conseguir poco, desde mi punto de vista. Lo peor de todo era no haber podido encontrarnos con nuestra madre y ajustar cuentas con ella. Eso de descubrir que era uno de los cabecillas de aquellas aberraciones... Me llenaba de ira y frustración.

El descanso antes de transportarse al Campamento había sido en parte reparador. Necesitaba un buen baño, y me mantuve en el agua más tiempo de lo necesario. Tenía que pensar las cosas con detenimiento. No, no había sido una misión tan infructuosa. Al menos habíamos descubierto cosas y habíamos hecho que esa organización huyera de la ciudad. Quizá habíamos liberado a los luchadores de una muerte y una resurrección. Y también habían evitado la creación de nuevos guerreros para una guerra.

Pero lo que me preocupaba era las preguntas y las miradas de Cerebro. Me consideraba una mujer avispada, capaz casi de leer la mente de los hombres y conseguir información o lo que necesitara de ellos. Pero Cerebro parecía ir un paso más allá. Sus preguntas eran abrumadores, e incluso la más inocente le indican cosas que a los demás ni se nos pasaba por la cabeza. Te hacía revivir cada momento como si estuvieras allí de nuevo, y te fijas en detalles que antes creías haber pasado por alto...

El reencuentro con Beshaabel y Venpaulo fue muy cariñoso. Sobre todo con el último, que se quedó más de lo necesario besándome, cosa que no me importó. Era bueno volver a casa y ver que había ciertas cosas que no cambiaban. Al separarnos le devolví una mirada coqueta y sonreí mientras le empujaba. Nada como en casa se me escapó.

Y llegó el momento de Cerebro. Su saludo fue más cordial y más formal, y rápidamente pasamos al interior de su cabaña. Primero empezamos con algo genérico, contando los detalles que recordábamos del tiempo pasado allí. Le conté mis artes mágicas con los jugadores de apuestas, la manera de conseguir la armadura de la chica no-muerta. Cómo descubrimos la casa y cómo Shail tuvo que luchar contra aquella criatura en la arena. Quise no contarle que me descubrieron con la magia, pero fue imposible. Las preguntas llevaban a dos caminos: O contar toda la verdad o mentir y crear una historia alternativa. Y Cerebro descubriría si seguía el segundo camino. Suspirando, le narré mis fallos técnicos en los conjuros, cómo apresamos al guardia y que, invisibles, le hicimos entrar en el despacho y contarnos toda la verdad. Aunque nos hubiese gustado abrir esa puerta oculta que parecía haber, no fuimos capaces, y tampoco queríamos llamar más la atención. En esos momentos me pareció que lo lógico hubiese sido acabar con el guardia para poder investigar y que tardaran más en dar la voz de alarma, y lo compartí con ellos. Les dije que, aunque se me hubiera ocurrido en aquel despacho, jamás podría haberlo hecho.

La narración del almacén abandonado fue más tétrica. Mi cuerpo pareció helarse al recordar la lucha con los esqueletos, y cómo éstos no se deshacían y casi acababan con mi vida. Dejé que Shail contara los últimos pasos, pues en ellos él era el protagonista, y quería que decidiera si quería contar su asesinato a sangre fría a uno de esos hombres extraños. No dejé de contar el detalle de que mi madre estaba en esa lista, como cabecilla. Al menos, mi temperatura corporal volvió a su ser al enfadarme nuevamente.

Decían que la misión había tenido un éxito notable, pero él no lo sentía así. Había vivido cosas espeluznantes y en cierto modo se sentía como si hubiera fracasado. Por un lado había estado el tema de haber participado en la arena. Se había tenido que enfrentar a un minotauro, lo había vencido y había tenido que mostrar ante todos los presentes, las increíbles habilidades de las que disponía el Lobo Urbano. Y no solo era eso, encima había llamado la atención de todos los espectadores, lo que provocaba la pérdida de su anonimato, y para colmo ya todos había oído hablar de su nombre.

Ahora Shail estaba en boca de todos. Era el hombre que él solo había logrado vencer al Hombre Toro. Una bestia, por otra parte, demasiado exagerada para un novato como él. Aquello le recordaba que la noche anterior ya había llamado la atención de alguien importante en toda aquella misión. Unos desalmados habían tratado de violar a su compañera Yemma, y al no poder evitar mirar hacia otro lado, no le quedó mas remedio que intentar salvarla. Lograrlo lo logró, pero toda acción llevaba a sus consecuencias, y aquellos individuos lo habían delatado como un adversario temible.

Al amanecer Yemma había desaparecido. No había podido protegerla, y por ello más adelante la habían matado y luego la habían vuelto a alzar en vida. Un tipo de magia que jamás había visto y que solo creía que se podía en los más horribles cuentos de terror. Pero no, ahí había aparecido el cadáver andante de su amiga. Y si al menos solo hubiera sido ella. Pero no, también habían aparecido unos esqueletos que eran capaces de luchar y de moverse. ¿Notable éxito en su misión? Lo dudaba.

Había llegado al campamento cabizbajo, sin saber que decir, ni como actuar. Sabía que su hermana era la que tenía el don de la palabra, así que la dejó hablar a ella para que contase todo lo que habíán vivido juntos. De vez en cuando añadía alguna anotación a sus apuntes, pero la mayoría del tiempo asintía ante sus palabras. Luego contó la parte en la que habían estado separados, contándole con pelos y señales todo lo que había pasado, lo de Yemma, y lo del resto de gladiadores.

Cuando escuchó las palabras de su hermana, comprendió que no había habido tanto mal en sus acciones, y que había cosas que sí que habían salido bien. Pero Shail era muy exigente consigo mismo, y a pesar de ello, seguía sin sentirse bien consigo mismo.

Por último le tocó narrar a él la última intervención, emitió el tema del asesinato a sangre fría de los dos locos desgraciados, fue lo único que prefirió no contar. No era relevante dentro de la historia. Así que prefirió ahondar más en lo mal que se sentía al ver que sus enemigos eran capaces de alzar a los caídos y convertirlos en máquinas de guerra sin sentimientos. También contó lo de su madre, eso era lo que más dolía.

Al terminar la reunión se fue a dar un baño caliente. Estuvo allí prácticamente una hora, el agua empezaba a estar tibia y sentía como el agua y el jabón limpiaba la multitud de heridas que tenía en su cuerpo tras haber luchado contra los esqueletos, Yemma y la horrible bestia con forma de toro humano. Echó el cuello para atrás y se relajó. Necesitaba ordenador sus pensamientos, necesitaba descansar, y sobre todo necesitaba olvidar que su madre aparecía en esos papeles. Ese había sido el golpe más duro de todos, pero en el fondo, no le había sorprendido.