Partida Rol por web

Antes que la sombra se dé cuenta Zalakatunga va por su sombrero y enfila hacia la salida. Esa habitación es de locos con esa peligrosa sombra roba-sombreros. El avezado héroe lanza una advertencia a su compañero lutin en el trayecto de su “retirada estratégica” -  ¡Jey, Aljosimekes! ¡Kuidado kon eze dobazomvredoz! -

- Marchémonos de aquí Zalamero! Esto es una casa de locos y parece que no es nuestro día. A ver si damos ya con la maldita alfombra que debemos remendar!

-¡Por dios! Está... ¡Está muerto!- había visto esto en muchas películas, ahora serían procesados por felinicidio y encarcelados de por vida. Pero el ahora delincuente juvenil Danya Resphar no se entregaría sin dar pelea.

-Salgamos de aquí, grandote, deberíamos cruzar la frontera para antes de que encuentren el cuerpo- entonces se va corriendo hacia donde había ido Zalakacomplice.

Después de haber palidecido cuando el enorme felino pasó sobre su cabeza y se empotró contra el tablón, el retroceso le empujó hacia el exterior de la escalera, aterrizando sobre su enorme trasero. Unos instantes de desconcierto y trató de incorporarse.

Buscó con la mirada la ubicación del matojo de pelo gatuno que reposaba inerte en un rincón. Enchido de orgullo alzó su barbilla con papada y anduvo con su lento paso y una pompa impropia de él.

Zabía que no podía fallad, en mi mente veía cladamente toda la zecuencia. - Miró a su alrededor buscando a otros pero solo vio a Danya. - No cdeo que ezté muedto. Ez un gato fodnido. Con zuedte eztadá dodmido un pad de hodaz. 

Haciendo un gesto con la mano indicó a Danya que le siguiera.

Hale, vámonoz tenemoz decadoz que haced y el tiempo ze noz eztá echando encima.

Lo que sucede a continuación es bastante ridículo. Danya abre la puerta que hay frente a las escaleras justo a tiempo de ver que Zala viene corriendo hacia ella. El lutín dracónico intenta frenar para no estamparse pero Algorímedes, que viene detrás no es capaz de reaccionar a tiempo y acaba de dar el empellón suficiente a Zala para que ambos se vayan de bruces al suelo sobre Danya. Los tres ruedan por el suelo hechos un ovillo, ante la mirada atónita de Trunkxy.

Trunxky se rasca la calva con un dedo tratando de comprender, un brillo asalta su ojo y comprende.

No, ya no coddáiz. He acabado con el minino yo zólo. - Se cruzó de brazos. - Pedo ze agdadece el intedéz. 

Su postura altanera aumenta de grado cruzando los brazos en actitud condescendiente, esperando que se incorporen de tan torpe estampida.

Encontráis sentido a las palabras de Trunkxy cuando os fijáis que en un rincón a vuestra izquierda, veis al gato al que perdisteis felizmente de vista al cruzar la puerta de la habitación donde encontrasteis a la sombra. No se mueve. Quizá esté dormido...o algo peor.

- A qué te refieres exactamente con acabar con el minino? Cuando dices acabar te refieres a acabar como diciendo que no hay nada más que hacer, o es un acabar en plan metafórico del cual cabe la posibilidad de que por algún error, no sea del todo cierto que no hay nada más que hacer?

Un hilillo de humo partió de la cabeza de Trunxky, mientras asimilaba las preguntas de Algorímedes.

Sí, le llamaré Al. - pensó. - ¿De qué está hablando? Solo entiendo gato y mover... Pues debe ser eso.

Se acercó a Algorímedes de manera lenta, pero menos altanera que antes.

Puez no ze mueve. Tómale el pulzo, yo no me voy a acedcad a eza fieda.

Nuevamente arrojados al pasillo pero a salvo de la increpante sombra-roba-sombreros, el gran lutin Zalamardo I organiza sus ideas luego del fortuito encuentro con los demás. El apestoso felino ahora yace en un rincón durmiendo la siesta o quién sabe qué.

¡Daynah y demaz! ¡Yha tenemozh la zhena, gatho al ezkaveche! ¡Yum, yum! – anuncia el draconil lutin tras recordar que escaleras abajo duerme el plato principal: Roedor.

Aunque todos hablan sobre comprobar la condición vital del gato, a Zala solo se le ocurren ideas para trasladar el enorme alimento. Pero la gran inquietud es como van a condimentar la cena…

-¡Gato! excelente...- el hambre tiene la capacidad de terminar con cualquier sentido de culpa. Al varón Resphar ya no le preocupaba tanto la salud del minino o el verse implicado en una conspiración para asesinarlo; lo que le importaba ahora era como iban a cocinarlo y donde encontrarían más ratas que les hicieran de guarnición.

-tenemos que llevar esta cosa a la planta de abajo para que comiencen su cocimiento, caballeros.

- Os pensáis comer al gato? El último lutín que ni siquiera lo pensó aún cuelga del mástil más alto de la torre... bueno, al menos sus manitas siguen ahí.

Pdimedo hay que acabad laz tadeaz. - Habló calmado. - Pedo el que lo caza elige que padte ze come pdimedo. Azí que guaddadme el lomo y una de laz pataz tdazedaz.

Dicho esto se fue hacia la puerta que daba a la planta baja, pero sin salir de la habitación, quería ver qué hacían con el gato finalmente.

-tenemos que llevar esta cosa a la planta de abajo para que comiencen su cocimiento, caballeros.

- ¡Puez ke duede ezkaledaz avajoh! Y ze juntada con el doedod ke kazamoh antez - La idea de que el felino (difunto o no) baje por su propio peso (o aeroloquesea) llenaba de felicidad a Zala.

- Os pensáis comer al gato? El último lutín que ni siquiera lo pensó aún cuelga del mástil más alto de la torre... bueno, al menos sus manitas siguen ahí.

 - Y... zi el jato no kaza datonez, puez loz lutinez declaman zu puezto. Y de pazo una zena zukulenta.. ¡yum, yum! - Tanto Zalakatraska como los demás habían firmado un contrato y quien sabe, tal vez el gato también.

Pdimedo hay que acabad laz tadeaz. - Habló calmado. - Pedo el que lo caza elige que padte ze come pdimedo. Así que guaddadme el lomo y una de laz pataz tdazedaz.

- Zi, Zi.. ezo, ezo. pdimedo laz tageaz tedminad. ¿Gonde dehamoz el codcel? - pregunta Zala al buscar su equino invisible... 

-¡Que ruede!-

El triunfante demonio rojo se propone a empujar el cuerpo sin vida de su víctima por las escaleras, asumiendo que sus compañeros no son tan cobardes como para no ayudarle.

Danya se dispone a intentar mover el gato, pero debido a que le triplica en tamaño, apenas alcanza a moverlo y mucho menos a hacerlo rodar. ¿Le ayudarán los otros lutines presentes?¿Decidirán pasar de él y seguir buscando en la torre más avent...errr...tareas que realizar?¿O qué demonios harán?

Viendo que Danya se esforzaba y llegaba al infrarrojo por el esfuerzo en su cara. Pensó un instante... Bueno, varios instantes. Para determinar que ayudarla para que llevaran el gato a la cocina y después acabar las tareas.

Eztá vizto que zin mi no zoiz capacez de haced nada. - Se quejaba amargamente mientras apoyaba su hombro bajo uno de los costados de gato, y ya de paso escuchando si el corazón del minino aún latía. - Acabemoz con ezto dápido.

- Yo es que soy muy pequeño. Lo único que puedo hacer es ir delante de vosotros y supervisar las operaciones.

Visto y considerando el prominente tamaño de la bola de pelos endemoniada como gato hogareño o diablo peludo (felinus magicus), Zalakapanga se dispone a cambiar radicalmente de opinión y acompañar a Algorimpimpin en su sigilo. - ¡Ohh grazia tu grhan Thrutiz! ¡Edez medeedod de la pieza maz gande de la zena! Y ahoda a lo ke impodta... - y acto seguido Zala lleva la palma derecha de su mano sobre sus ojos en búsqueda de sobra, con intenciones de otear más allá en el pasillo.

A ver, Recordemos como era la planta esta...¡ah, si!. Vamos a ver...

Desde las escaleras se abre un distribuidor central  de planta rectangular del que parten tres puertas: La de vuestra izquierda, por la que entraron Algorímedes, Danya y Zalakatunga la primera vez. La de la derecha de la que ya no se oyen las persuasivas voces de mujer que pedían que le abrieseis la puerta, y a la que está frente a las escaleras, por la que se metieron Zalakatunga en primer lugar y luego Algorímedes, escapando del gato.

¡Ah, el gato!...Trunxky se acerca a él para hacerlo rodar pero lo primero que nota es que está caliente y lo segundo, que respira. No está muerto. Por lo que parece, ha perdido el conocimiento, así que prefiere hacer un esfuerzo y ser prudente por una vez en su vida, dejándolo estar.

¿A dónde irán pues nuestros lutines?